Carpeta 17 (completa) en versión pdf

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1 Tema 1º - “¿DÓNDE ESTÁS? EL PROYECTO DE DIOS AMOR Tema 2º - UN AMOR QUE NO SE ACABA. RESPUESTA DEL HOMBRE Tema 3º - AMOR POR AMOR: REPARACIÓN Tema 4º - DAR Y BUSCAR: REPARACIÓN Tema 5º - LAS COMPAÑÍAS: PROCESO DE EUCARISTIZACIÓN DE LA VIDA. TEMA 6º - COMPAÑÍA DE PRESENCIA: ESTAR Tema 7º - COMPAÑÍA DE COMPASIÓN: UNIÓN DE SENTIMIENTOS

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Tema 1º - “¿DÓNDE ESTÁS? EL PROYECTO DE DIOS AMOR

Tema 2º - UN AMOR QUE NO SE ACABA. RESPUESTA DEL HOMBRE

Tema 3º - AMOR POR AMOR: REPARACIÓN

Tema 4º - DAR Y BUSCAR: REPARACIÓN

Tema 5º - LAS COMPAÑÍAS: PROCESO DE EUCARISTIZACIÓN DE LA VIDA.

TEMA 6º - COMPAÑÍA DE PRESENCIA: ESTAR

Tema 7º - COMPAÑÍA DE COMPASIÓN: UNIÓN DE SENTIMIENTOS

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Tema 8º - COMPAÑÍA DE IMITACIÓN : DISCIPULADO

Tema 9º - COMPAÑÍA DE CONFIANZA: RETORNO DE AMOR

Tema 10º - EUCARISTÍA Y MISIÓN I: ID

Tema 11º - EUCARISTÍA Y MISIÓN II: EUCARISTIZAR

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Con el lema: “¡Vive!... ¡Anuncia la VIDA!” , seguiremos la formación personal y en nuestros grupos UNER durante este curso 2010-2011.

Aún están resonando en nuestros oídos las palabras que se nos decían en la plaza de San Pedro de Huelva, con motivo de los actos de clausura de nuestro primer centenario UNER: “La misión es una consecuencia del apasionamiento por Jesucristo… Toda la familia Eucarística Reparadora en tensión por eucaristizar”.

Durante estos dos próximos cursos, en nuestro proceso de formación, vamos a ir profundizando en algo tan esencial y específico nuestro como es: el Abandono, la Reparación, y las cuatro clases de compañía de las que nos habla el Beato Manuel González en su libro “El Abandono de los Sagrarios Acompañados”.

Creemos que si no estamos bien arraigados en nuestro carisma eucarístico - reparador, y con un enamoramiento y apasionamiento grandes por Jesús, difícilmente sentiremos la necesidad de anunciar la VIDA, saliendo al encuentro del hermano, descubriendo en este también el abandono del Señor y tratando de dar respuestas concretas al hombre de hoy, respuestas que deben brotar de nuestra intimidad con Él, y que tenemos que dar a nivel personal y en cada uno de nuestros grupos, según nuestras posibilidades; pero “nada de cruzarnos de brazos…”.

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“¡Vive!... ¡Anuncia la VIDA!” , es la invitación que se nos hace en estos momentos históricos que nos toca vivir.

“Unión Eucarística Reparadora, ya sabes, se nos piden obras, obras de reparación eucarística de atracción al Sagrario, de, permitidme la palabra, eucaristización del mundo…” (Beato Manuel González).

Septiembre 2010.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Ir adentrándonos en el temario del curso.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

Tomar conciencia de que toda nuestra vida es una bendición de Dios. ¿Cuál es la respuesta del hombre? ¿Cuál mi respuesta?

Iluminación bíblIluminación bíblIluminación bíblIluminación bíblicaicaicaica

Génesis 1,1-2; 2,15-25; 3,1-8.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Volvemos sobre algo tan esencial para nuestra Obra como es “El Abandono”. Este es, sin duda, un tema muy tratado y a la vez, quizás, desconocido. Cuando el Beato Manuel González, nuestro Fundador, grita ante el abandono del Sagrario, no está haciendo un descubrimiento nuevo, está denunciando una realidad que tiene tantos años como el hombre mismo sobre la tierra.

Para percibir y profundizar hasta el fondo de este mal –causa de todos los males- hemos de conocer, contemplar y “saborear” el amor de Dios al hombre. El amor de Dios a ti, a mi y a nosotros. El amor de Dios manifestado de tantos modos diferentes y siempre con tanta fidelidad.

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Power Point del Power Point del Power Point del Power Point del HHHHimnoimnoimnoimno:::: (Si no utiliza esta presentación puede leerse el himno)

“Y vio el Señor que las cosas eran buenas”

Y dijo el Señor Dios en el principio: «¡Que sea la luz!».

Y fue la luz primera.

Y vio el Señor que las cosas eran buenas:

¡Aleluya!

Y dijo Dios: «¡Que exista el firmamento!»

Y el cielo abrió su bóveda perfecta.

Y vio el Señor que las cosas eran buenas:

¡Aleluya!

Y dijo Dios: «¡Que existan los océanos,

y emerjan los cimientos de la tierra!».

Y vio el Señor que las cosas eran buenas:

¡Aleluya!

Y dijo Dios: «¡Que brote hierba verde,

y el campo dé semillas y cosechas!».

Y vio el Señor que las cosas eran buenas:

¡Aleluya!

Y dijo Dios: «¡Que el cielo se ilumine,

y nazca el sol, la luna y las estrellas!»

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Y vio el Señor que las cosas eran buenas:

¡Aleluya!

Y dijo Dios: «¡Que bulla el mar de peces;

de pájaros, el aire del planeta!».

Y vio el Señor que las cosas eran buenas:

¡Aleluya!

Y dijo Dios: «¡Hagamos hoy al hombre,

a semejanza nuestra, a imagen nuestra!».

Y vio el Señor que las cosas eran buenas:

¡Aleluya!

Y descansó el Señor el día séptimo.

Y el hombre continúa su tarea.

Y vio el Señor que las cosas eran buenas: ¡Aleluya! ¡Aleluya! Amén.

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

1- Bendición de Dios

Toda nuestra vida es una bendición de Dios. Él pronunció con amor nuestro nombre desde toda la eternidad. El nos hizo existir desde la nada y nos mantiene a cada instante en el ser, nos hace crecer y nos conduce hacia la plena realización. Él nos hizo a imagen suya, nos hizo hombre y mujer para que experimentásemos, como Él, la dicha de ser “el uno para el otro” y de realizarnos ayudando a los demás a crecer.

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Para nosotros creó todas las demás criaturas, como escenario de nuestra vida y testigos de su sabiduría y bondad, y para que admirándolos y cuidándolos, participásemos de su misma providencia.

Dios crea todo por amor a través de su Palabra: “Dijo Dios ¡Hágase! Y se hizo” y a continuación dice el texto “y vió Dios que era bueno”. Esta valoración tiene gran importancia. Dios aprecia las cosas que hace, pero no solo esto: el estribillo expresa la belleza de cada criatura y es el mismo estribillo que acompaña la oración de Israel y que se repite con frecuencia en los salmos: “Alabad al Señor porque es bueno”.

La bondad de las criaturas corresponde a la bondad del Creador. Reconocer la bondad de las criaturas significa alabar a su Creador. Pero también a la inversa, la alabanza del Creador, la oración, es la condición para descubrir la bondad de la creación.

2- A imagen y semejanza de Dios

Para cuidar de lo creado puso Dios al hombre en el paraíso. Varón y hembra, hombre y mujer, han sido creados a imagen de Dios , pero ¿quien es ese hombre creado a imagen, según nos dice el texto bíblico? No es cualquiera, sino un hombre que está por encima de cualquier otro, es decir es el rey de la creación. El honor que el hombre tributa a Dios consiste, esencialmente, en vivir su propia vocación originaria: ser “imagen y semejanza” del Creador. El hombre, ciertamente es la criatura visible más preciosa. A todas las criaturas Dios las llevó al ser con una sola palabra: “sea esto, y fue”, al hombre, en cambio, lo plasmó y lo exaltó con sus propias manos (Cf. Gn 2,7); a todas las otras cosas les ordenó que estuvieran al servicio del hombre y atentas a su felicidad, mientras que al hombre lo hizo rey de todo lo creado.

Al principio se confió a ambos -al hombre y a la mujer- la tarea de conservar su propia semejanza con Dios, dominar sobre la tierra y propagar el género humano. Ser todos de Dios, entregarse a Él, a

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su servicio, por amor, esa es la vocación del hombre, de todo hombre, -según el plan de Dios-. El hombre ha recibido el mandato de someter la tierra y dominar sobre todos los seres vivos. Puede disponer de todos los árboles a su gusto, salvo de uno, un árbol extraño del que no se habla en ninguna mitología, que proporciona el “conocimiento del bien y del mal”. Mientras respete el límite podrá disfrutar de todo lo creado.

3- La respuesta del hombre El hombre se deja llevar del afán de “ser como Dios” y desobedece el mandato de su Creador. El pecado original consiste en querer ser “ilimitados” como Dios. El libro sagrado no quiere enseñarnos el origen del mal en el mundo, que sigue siendo un hecho misterioso, sino el origen y la dinámica del pecado humano como un proceso sutil y progresivo de desobediencia a la Palabra de Dios. El egoísmo y la autosu-ficiencia nos cierran y nos arrastran lejos de nosotros mismos. Es palabra de engaño, que hace leer de modo distorsionado la realidad del mundo, de nosotros mismos y de Dios, y conduce al desolador descubri-miento de nuestra propia vulnerabilidad y débil condición.

“...por la fe y por la experiencia sabemos que hay dentro de nosotros un artífice tan desordenado en sí como desordenador e influyente en todas las manifestaciones de la vida del ser humano. Se llama amor propio, que debiendo ser por institución de Dios el amor más legítimo del hombre después del que debe a su Creador, por el desorden y la rebeldía que introdujo el pecado original, es o trata de ser, desde entonces, siempre al acecho para ser el amor primero, el único, envenenador del actuar del hombre influyendo en él haciéndole esclavo del engaño y del embuste”.1

1 MANUEL GONZÁLEZ, Jesús callado, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 1434.

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4- El Abandono El hombre ha querido prescindir de Dios, piensa sólo en sí mismo, quiere alcanzar lo que creía era su mayor triunfo: ¡ser como Dios! Pero en su afán desmedido de orgullo ha roto su amistad con Dios y es entonces cuando se descubre desnudo y se oculta. Adán se esconde, (así hace todo hombre, porque todo hombre es Adán y nos encontramos en la situación de Adán cuando pecamos), Adán se oculta avergonzado para no tener que dar cuentas, para huir de la responsabilidad de su propia vida, le ha fallado a Dios y tiene miedo de un castigo. Aquí comienza la historia de lo que nuestra Obra llama ABANDONO. Dios abandonado por el hombre en el Paraíso. Comienza la historia que San Pablo llama de “iniquidad”.

Dios, en un puro acto de misericordia busca al hombre, precisamente para salirle al encuentro y decirle que a pesar de su abandono –su pecado- Él no lo abandonará. “¿Dónde estás?”. Pregunta el Creador a su criatura. Adán no contesta. Dios sin respuesta.

5- Mi respuesta hoy ¿Dónde estás tú? Nos dice a cada uno de nosotros. Cada vez que Dios plantea una pregunta así no es por curiosidad sino para provocar en el hombre una reacción, para que le impacte y se deje impactar por ella en el corazón.

Un hombre que quiere vivir sin Dios porque él mismo quiere ser como Dios. Es la entraña de la cultura moderna, del materialismo ateo. Hoy, el hombre sigue empeñado en quitar a Dios de todos los estamentos de la vida. Cada uno tiene la experiencia de su momento de “dejar sin respuesta a Dios”.

La vida nos presenta a menudo, por no decir siempre, la dolorosa condición de comprobar nuestras carencias, y las trágicas situaciones que dominan el mundo “sin Dios” ¿Qué hacer? Es

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preciso tener la valentía de mirar con ojos nuevos, purificados con un sincero arrepentimiento y por la oración.

En la oración es donde podemos encontrar a Dios, conocerlo, hablarle, pero sobre todo escuchar su voz. Le iremos descu-briendo tan grandioso, y sin embargo tan cercano, benévolo, paciente, misericordioso. En la oración aprendemos a descubrir las huellas de Dios, las semillas de bien, ocultas, pero reales, en la historia personal y universal.

Cuanto más nos adentramos en la inmensidad de la bondad divina, tanto más vamos adquiriendo conocimiento de nosotros mismos, descubrimos nuestra pequeñez inmensamente amada, y seremos capaces de amar. La transformación que esta bondad de Dios hace en nosotros nos da esa mirada nueva para ver desde el Amor de Dios todas las cosas, para amar como Él las ama.

ReflexiónReflexiónReflexiónReflexión ppppersonal y de grupoersonal y de grupoersonal y de grupoersonal y de grupo

Leamos en Génesis 3,9: “Mas Yahvé Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?”.

Una de las necesidades más grandes del hombre es saber dónde está, saber dónde se encuentra.

¿Dónde estás tú? Cuando las cosas no han ido bien y le has fallado a Dios…

¿Tratas de esconderte de Dios?

¿Dónde estás tú? Cuando el compromiso apremia y el “arrimar el hombro” es una urgencia. ¿Estás tratando de huir?

¿Dónde estás tú? Cuando es la hora de estar con el Señor, de hacerle una visita, dedicarle un tiempo de escucha y oración.

¿Estás a los pies de Jesús escuchando sus Palabras?

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OraciónOraciónOraciónOración

Que tu misericordia, Padre, nos acompañe siempre y en todas partes, en el huerto y en el desierto, porque solo de ella tenemos necesidad.

Haz que nunca sintamos la tentación de pensar que algo es más importante que tu misericordia: ni nuestra necesidad de conocer, ni nuestro deseo de triunfar, ni nuestras ganas de sobresalir.

En el huerto cuando es posible todo sueño, nos resulta fácil dejarnos seducir. Llévanos al desierto, tierra sin refugio, para comprender de qué vive el hombre.

Padre nuestro, precisamente en el pecado aprendemos tu compasión. Amén.

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLEZ, Jesús callado.

El Banquete del Señor (Tema de estudio de Equipos de Nuestra Señora)

“Lectio Divina” , Tomo 9, Ed. Verbo Divino.

JULIÁN DE ARMAS, Formación de Animadores UNER, Folleto publicación UNER, 22007.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Descubrir las consecuencias del abandono.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

Adentrarnos en el abandono desde los escritos de nuestro Fundador.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Os 4,12b; Sal 55; Is 1,2-3; 29,13; 49,15; Mt 26,40; Lc 17,17; Jn 1,11; 1P 2,15.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

La Unión Eucarística Reparadora, “reconoce como el mayor de todos los males en el orden práctico y causa a su vez de los más graves daños a la Iglesia, a la sociedad, a la familia y a las almas, el abandono del Sagrario, y contra él viene a trabajar”.2

Cuento: El Pandit Athavalejí cuenta:

Viajaba en tren por el norte de la India, atravesando terrenos yermos donde, en las escuetas estaciones, apenas había otra cosa

2 MANUEL GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 80.

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de beber que agua, y aún ésta había que comprarla a los muchachitos que, cántaro en mano, se acercaban a las ventanillas voceando su mercancía en cuanto el tren paraba en el andén. Junto con el cántaro llevaban unos pocillos de barro seco, en los que estaba sentado enfrente el Pandit se asomó a la ventanilla y llamó a un vendedor de agua. Se acercó el muchacho, y el señor le preguntó:

- “¿Cuánto cobras por el pocillo?”.

- “Cincuenta céntimos de rupia, contestó el muchacho”.

- “Te doy treinta”, regateó el viajero.

Y el muchacho del agua, sin hacerle caso, siguió adelante hacia otras ventanillas. El señor se molestó y le gritó: “Te he llamado yo primero”, y el muchacho se volvió hacia él y, con una dignidad estatuaria, con sus pies descalzos y su cuerpo medio desnudo, le contestó: “A usted no le vendo agua, Señor. Usted no tiene sed. Si tuviera sed, no regatearía”. Y se alejó dejando sin agua al perplejo viajero.

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

1- ¿Sin Dios? Cuando el Beato Manuel, nuestro Fundador, descubre el Abandono del Sagrario, lucha con todos sus medios por quitar esos abandonos.

Ser miembro de la UNER, es haber optado por la redención del hombre, una redención que ha de lograr que Dios no esté sin hombres y que los hombres no estén sin Dios.3

Necesitamos llegar a lo hondo, a la raíz de la misma realidad del abandono. Salir al encuentro del Abandonado hoy, significa meternos, introducirnos en el misterio de la “iniquidad” para

3 Cf. Estatutos, 8.

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denunciar y atacar el mal moral que hace sufrir al hombre, “que afea su rostro”, como nos afirma el Concilio Vaticano II.

No podemos entender el abandono, sino es desde el amor que Dios tiene al hombre. Quien es capaz de amar mucho, siente el desamor y el abandono de la persona amada.

“Por muy fuerte que pueda ser la resistencia de la historia humana; por muy marcada que sea la heterogeneidad de la civilización contemporánea; por muy grande que sea la negación de Dios en el mundo, tanto más grande debe ser la proximidad a ese misterio que, escondido desde los siglos en Dios, ha sido después realmente, participado al hombre en el tiempo mediante Jesucristo”.4

Juan Pablo II, en la encíclica “Dives in misericordia”, podemos decir, nos habla del “abandono” con la imagen de una sociedad que quiere organizarse sin Dios y que se vuelve consecuen-temente, contra el hombre mismo que se va hundiendo en la desesperación y la angustia.

2- ¿Y sin los hermanos? El Sagrario es Luz, una luz que disipa las tinieblas. Pero no obstante, hay hombres que siguen prefiriendo la tiniebla a la luz (Cf. Jn 1,4-5). La tiniebla endurece el corazón y lo hace vengativo, violento…

“Del altar eucarístico, corazón pulsante de la Iglesia, nace constantemente el flujo evangelizador de la palabra y la caridad. Por ello, el contacto con la Eucaristía ha de llevar a un mayor compromiso por hacer presente la palabra salvadora de Cristo en todas las realidades humanas. El amor en la Eucaristía ha de

4 JUAN PABLO II, Dives In Misericordia, 15.

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impulsar a poner en práctica las exigencias de justicia, de fraternidad, de servicio, de igualdad entre los hombres”.5

“¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo” (San Juan Crisóstomo).6

3- Porque hemos abandonado al Señor “El Evangelio no es sólo la historia de las mayores finezas y generosidades divinas, sino la de los mayores abandonos humanos […] ¡Eucaristía! ¡Evangelio siempre nuevo y siempre vivo! ¡Historia viviente de finezas y generosidades divinas, pero sin fin! ¡Hombres! ¡hombres!, ¿será también la Eucaristía la historia de vuestros grandes abandonos?...”.7

“¿Hay abandono de Sagrario? Para responder, dirá D. Manuel, con rigor lógico, distingo dos clases de abandono de Sagrario: uno que pudiera llamarse exterior y otro interior o espiritual. Llamo abandono exterior a la ausencia habitual y voluntaria del Sagrario por parte de los católicos que lo conocen y pueden ir a visitarlo […] El abandono interior es ir al Sagrario con el cuerpo y no con el alma. Ir a él y no estar en él”.8

Más adelante dirá: El abandono de la Eucaristía es mal “de los que saben que se sacrifica Él –Jesucristo- por ellos en cada Misa que se celebra, y ellos no se sacrifican por Él asistiendo a una sola o con el cuerpo nada más. De los que saben que Él es alimento del alma que sacia todas sus hambres y prefieren morir de inanición

5 JUAN PABLO II, Sevilla, 13 de junio 1993. 6 Homilías sobre el Evangelio de Mateo 50,3-4; PC 58, 508-509. 7 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 81996, 63; Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 62-63; OC I, 155. Ver en el cap. VII: Las profundidades del mar del abandono. Historia de las generosidades de Jesús. 8 Ibíd., 41.48; OC I, 141 y 144.

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y no comulgan o comulgan mal. De los que saben que el Sagrario es la casa donde se quedó a vivir para estar cerca de sus hijos y acompañarlos todos los días de su vida, y ellos lo dejan solo días y días, años y años…”.9

Juan Pablo II dirá también: “Hay sitios donde se constata un abandono casi total del culto de adoración eucarística…”.10 Volvamos a leer una vez más y dejémosno cuestionar por algunos de los escritos de nuestro Fundador:

“Pero no huí. Allí me quedé un rato largo y allí encontré mi plan de misión y alientos para llevarlo a cabo. Pero sobre todo encontré... Allí, de rodillas ante aquel montón de harapos y su-ciedades, mi fe veía a través de aquella puertecilla apolillada, a un Jesús tan callado, tan paciente, tan desairado, tan bueno, que me miraba... Sí, parecíame que después de recorrer con su vista aquel desierto de almas, posaba su mirada entre triste y supli-cante, que me decía mucho y me pedía más […] Una mirada en la que se reflejaban unas ganas infinitas de querer y una angustia infinita también, por no encontrar quien quisiera ser querido... Una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio: lo triste del «no había para ellos posada en Belén». Lo triste de aquellas palabras del Maestro: «Y vosotros ¿también queréis de-jarme?» ¿Verdad que la mirada de Jesucristo en esos Sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca?”.11

“De mí sé deciros que aquella tarde en aquel rato de Sagrario, entreví para mi sacerdocio una ocupación en la que antes no había ni soñado […] Ser cura de un pueblo que no quisiera a Jesucristo, para quererlo yo por todo el pueblo. Emplear mi sacerdocio en cuidar a Jesucristo en las necesidades que su vida de Sagrario le ha creado. Alimentarlo con mi amor. Calentarlo con mi presencia. Entretenerlo con mi conversación. Defenderlo contra el abandono y la ingratitud. Proporcionar desahogos a su

9 Ibíd., 55; OC I, 150. 10 JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia, 2003, 10. 11 M. GONZÁLEZ, Aunque todos…, 15.

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Corazón con mis santos Sacrificios. Servirle de pies para llevarlo a donde lo desean. De manos para dar limosna en su nombre aún a los que no lo quieren. De boca para hablar de Él y consolar por Él y gritar a favor de Él cuando se empeñen en no oírlo... hasta que lo oigan y lo sigan... ¡Que hermoso sacerdocio!”.12

“!Ay! abandono del Sagrario, ¡cómo te quedaste pegado a mi alma! ¡Ay! ¡qué claro me hiciste ver todo el mal que de ahí salía y todo el bien que por él dejaba de recibirse!”.13

“¡Oh, Dios mío! ¡Los Sagrarios abandonados! ¡Sagrarios de llaves enmohecidas de no servir; de vecinos que no conocen ni las palabras Eucaristía, Comunión, Santísimo Sacramento! Los Sagrarios sin niños que cariñosamente alboroten. Sin doncellas que perfumen con su pureza y su recato. Sin viejecitas que se consuelen. Sin lágrimas de arrepentidos. Sin suspiros de amadores. Sin rodillas de agradecidos. Sin... ¡Dios mío, Dios mío, sin nada que te halague, que te confiese, que te haga sentir! ¡Sin nada!”.14 “Si fuéramos consecuentes con nuestra fe en la presencia real de Jesucristo en nuestros Sagrarios, ¡cómo deberíamos pensar, querer, sentir y proceder de manera distinta a la forma en que pensamos, queremos, sentimos y procedemos!”.15

“Ya lo sabéis, se nos piden obras, obras de reparación eucarís-tica, de atracción al Sagrario, de, y permitidme la palabra, eucaristización del mundo [...] Eucaristizar: La acción de volver a un pueblo loco de amor por el Corazón Eucarístico de Jesús”.16

“Para mis pasos yo no quiero más que un camino, el que lleva al Sagrario, y yo sé que andando por ese camino encontraré hambrientos de muchas clases y los saciaré de pan; descubriré

12 Ibíd., 17-18. 13 Ibíd., 20. 14 Ibíd., 37. 15 M. GONZÁLEZ, Artes para ser Apóstol, 62010, 82. 16 M. GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, en OC, 115.

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niños pobres y pobres niños, y me sobrará el dinero y los auxilios para levantarles escuelas y refugios para remediarles sus pobrezas; tropezaré con tristes sin consuelo, con ciegos, con sordos, con tullidos y hasta con muertos del alma o del cuerpo, y haré descender sobre ellos la alegría de la vida y de la salud.

Yo no quiero, yo no ansío otra ocupación para mi vida de obispo que la de abrirle muchas trochas a ese camino del Sagrario. Trochas entre ese camino y los talleres, y las fábricas de los obreros, y las escuelas de los niños, y las oficinas de los hombres de negocios, y los museos y centros de los doctores, y los palacios de los ricos, los tugurios de los pobres…”.17

“Pido ser enterrado junto a un Sagrario para que mis huesos, después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, estén siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No dejadlo abandonado!”.18

Reflexión personal y grupalReflexión personal y grupalReflexión personal y grupalReflexión personal y grupal

1. ¿Qué te sugiere y te dice hoy la relectura de estos textos del abandono?

2. Consecuencias de ese abandono eucarístico en nuestro mundo.

3. Ante este abandono ¿qué respuesta estás dispuesto a dar tú?

4. Enumerar los distintos abandonos y las respuestas que desde tu grupo se pueden empezar a dar.

5. ¿Has experimentado en tu vida que no se puede entender el abandono sino es desde el amor?

OraciónOraciónOraciónOración

¿Qué quiero, mi Jesús Eucaristía? Quiero amarte, quiero cuanto hay en mí del todo darte,

17 CAMPOS GILES, El Obispo del Sagrario Abandonado, 41950, 231. 18 Ibíd., 577.

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sin tener más placer que el de agradarte, sin tener más temor que el de perderte.

Quiero olvidarlo todo y conocerte, quiero dejarlo todo y buscarte, quiero perderlo todo y hallarte; quiero ignorarlo todo por saberte.

Quiero amarte, Jesús, quiero abismarme en ese dulce abismo, en tu amor.

Quiero, en Aquel que quiero, transformarme, morir a mí, para vivir tu vida, perderme en ti, Jesús, y no encontrarme.

Quiero, Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, que me enseñes a creer, esperar y amar contigo y como Tú. Amén.

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

JUAN PABLO II, Carta Encíclica Dives In Misericordia, 1980.

“ Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 2003.

MANUEL GONZÁLEZ, Obras Completas I. Escritos Eucarísticos (ver los libros en notas a pie de página).

J. CAMPOS GILES, El Obispo del Sagrario Abandonado, EGDA, Palencia, 41950.

JULIÁN DE ARMAS, Formación de Animadores UNER, folleto publicación UNER, 22007.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Poner las bases de la Reparación a la luz de las Escrituras y el Magisterio de la Iglesia.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

Desde esta historia de Amor de Dios y la falta de respuesta de los hombres, dar una respuesta de amor al Amor a Jesús en la Eucaristía, en todas sus manifestaciones, y buscar que los demás conozcan este Amor, anunciándolo y ayudando a creer en Él, presente en medio de nosotros.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Jn 15,5.9-17.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Cada palabra carismática tiene su historia y detrás de cada palabra y de su historia hay una vida. O muchas vidas e historias personales, las vidas de cuantos hicimos de ésta palabra carismática la fuente de donde beber, el punto de referencia para nuestro estilo de vida y de misión apostólica y, en último término, el lugar donde hundimos nuestras raíces y al que debemos nuestra fecundidad.

La reparación es un concepto central en nuestro carisma, un concepto con una larga historia en la Iglesia que ha sido un referente clave para muchas generaciones de creyentes, como nosotros. La reparación es el fundamento de nuestra espiritual-

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lidad, vivencia y sentido; desde el que queremos vivir y dar vida a otros, conscientes del gran don que el Espíritu regala a su Iglesia en forma de nuestro carisma.

La noción cristiana de reparación se ha convertido en un término con mala fama, un término que normalmente hay que defender cuando hablamos sobre él, lo sabemos por experiencia propia. Por eso vamos a acudir a la Escritura, al Magisterio de la Iglesia y al Beato Manuel González, para ver algunos elementos valiosos que nos ayuden en la comprensión de nuestro Carisma.

Cuento: La collar de turquesa

Detrás del mostrador el hombre miraba distraídamente hacia la calle mientras una pequeña niña se aproximaba al local. Ella aplastó su naricita contra el vidrio del espectacular aparador y de pronto sus ojos color miel brillaron cuando vio determinado objeto. Ella entró decididamente en el local y pidió ver un hermoso collar azul que le había llamado la atención y le dijo al vendedor: - “Es para mi hermana. ¿Podría hacerme un lindo paquete?” El dueño del local, quien estaba a un lado, miró a la chica con cierta desconfianza y con toda tranquilidad le preguntó: - “¿Cuánto dinero tienes, pequeña?” Sin alterarse ni un instante, la niña sacó de su bolsillo un atadito lleno de nudos, los cuales delicadamente fue deshaciendo uno por uno. Cuando terminó, colocó orgullosamente el pañuelo sobre el mostrador y con inusitado aplomo, dijo: - “¿Esto alcanza, no?” En el pañuelo solamente había unas cuantas monedas. Mirando al dueño con una tierna mirada que expresaba una mezcla de ilusión y tristeza le dijo: - “Sabe, desde que nuestra madre murió, mi hermana me ha cuidado con mucho cariño y la pobre nunca tiene tiempo para

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ella. Hoy es su cumpleaños y estoy segura que ella estará feliz con este collar, porque es justo del color de sus ojos.” El empleado miraba al dueño sin saber qué hacer o decir, pero éste sólo le sonrió a la niña, y se fue a la trastienda, y personalmente lo envolvió en un espectacular papel plateado e hizo un hermoso moño con una cinta azul. Ante el estupor del empleado, el dueño colocó el hermoso paquete en una de las exclusivas bolsas de la joyería y se lo entregó a la pequeña diciéndole: - “Toma, llévalo con cuidado.” Ella se fue feliz saltando calle abajo. Todavía no había terminado el día cuando una encantadora joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó: - “¿Este collar fue comprado aquí?” El empleado cortésmente le pidió que esperara un momento y fue a llamar al dueño, quien de inmediato regresó, y con la más respetuosa sonrisa le dijo: - “Sí, señora, este collar es una de las piezas especiales de nuestra colección exclusiva y en efecto, fue comprado aquí esta mañana.” - “¿Cuánto costó?” - “Lamento no poder brindarle esa información, señora. Es nuestra política que el precio de cualquier artículo siempre es un asunto confidencial entre la empresa y el cliente.” - “…Pero mi hermana sólo tenía algunas monedas que ha juntado haciendo muñecas de trapo con ropa vieja, pues mi sueldo es demasiado modesto y apenas nos alcanza para sobrevivir. Este collar ciertamente no es de fantasía, y ella simplemente no tendría dinero suficiente para pagarlo…” El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio casi ceremo-niosamente, y con mucho cariño colocó de nuevo la cinta diciendo mientras se lo devolvía a la joven:

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- “Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: Ella dio todo lo que tenía.” El silencio llenó el local y las lágrimas rodaron por el rostro de la joven, mientras sus manos tomaban el paquete y salía de allí lentamente, abrazándolo fuerte contra su pecho. «Si un día tienes que elegir entre el mundo y el amor, recuerda: Si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor, con él conquistarás al mundo»

Albert Einstein.

DesarrolloDesarrolloDesarrolloDesarrollo del tema del tema del tema del tema

1- Dios, origen de la reparación La salvación –según el testimonio del Nuevo Testamento- es el proceso iniciado por Dios viniendo al hombre en la historia para conducirlo y llevarlo a su plenitud de vida en la comunión con Él. Dios, hombre, historia, plenitud, se convierten en las realidades que entran en juego a la hora de comprender la salvación. Y aquí es dónde se inserta también la salvación como reparación.

Si miramos el diccionario, reparar es en su primera acepción: “componer, arreglar, restaurar una cosa que ha sufrido menoscabo”. Al hablar de reparación, hablamos de una situación previa positiva a la que hay que volver mediante un cambio de la situación actual. Podríamos hablar de un volver a un estado original. Para la teología de la salvación es aún más: se trata de volver al deseo original de Dios, pensado y previsto de antemano por él, que quiere llevarlo a cabo por medio de su Hijo y de su Espíritu Santo, y que se realizará plenamente en el futuro. “En Jesucristo Dios no sólo habla al hombre, sino que lo busca. La Encarnación del Hijo de Dios testimonia que Dios busca al hombre. De esta búsqueda Jesús habla como del hallazgo de la oveja perdida (Cf. Lc 15,1-7). Es una búsqueda que nace de lo íntimo de Dios y tiene su punto culminante en la Encarnación del Verbo. Si Dios va en busca del hombre, creado a su imagen y

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semejanza, lo hace porque lo ama eternamente en el Verbo y en Cristo lo quiere elevar a la dignidad de hijo adoptivo […] Dios busca al hombre movido por su corazón de Padre”.19 Así la salvación podemos entenderla como un proceso histórico que nace de Dios y a Dios vuelve y en el que Cristo es el centro que abarca y abraza la creación entera, desde la creación hasta su consumación, pasando por la Encarnación y la Pascua (Cf. Ef 1,3-14; Jn 1,1-14; Col 1,15-20; Fil 2,6-11).

El origen de todo movimiento reparador está en Dios. Dios es el que nos reconcilia con Él; Yahvé es el verdadero reparador, sólo Dios puede reparar en nosotros el quebrantamiento de la Alianza y restablecer la relación de comunión con Él.

Efesios 2,4-5: “Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo, por gracia habéis sido salvados”.

“Jesús tiene voluntad decidida de dejarse encontrar por todo el que lo pierda y cuantas veces lo pierda […] en el doble camino del hombre en busca de Jesús perdido y de Jesús haciéndose encontrar del hombre que lo perdió, es siempre Jesús quien lleva la delantera: Primero nos amó Él…”.20 “¡Necesito tanto tu mirada para empezar y acabar de convertirme!”.21

2- Repuesta de amor A nosotros se nos invita a poner en acto nuestra libertad y nuestros deseos, colaborando para acoger y facilitar la acción divina; ése dejarse encontrar de Jesús interiormente, del que habla N. Fundador “se traduce –dice él– en inspiraciones, mociones, 19 Carta Apostólica “Tertio Millennio Adveniente”, 7. 20 MANUEL GONZÁLEZ, Rosario Sacerdotal en Obras Completas II. Escritos de espiritualidad sacerdotal, 2470 y 2473. 21 M. GONZÁLEZ, Que hace y que dice el Corazón de Jesús en el Sagrario, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 405.

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remordimientos y en un sin número de gracias actuales con que el Espíritu Santo responde –en nosotros- a su gemido”.22

Es así, acogiendo su gracia e incorporándonos a la entrega de Cristo como es posible nuestra respuesta, que entendemos como retorno de amor = redamatio (San Clemente de Alejandría).

Este retorno de amor tiene un doble movimientos: la iniciativa que parte de Dios y nuestra respuesta de amor; así lo indica S. Agustín: “En esto se ha manifestado la caridad de Dios por nosotros. Tenemos en estas palabras la exhortación a amar a Dios. Pues ¿podríamos amarlo si no hubiera sido Él el primero en amarnos? Si hemos sido negligentes en amarlo no lo seamos ahora en retornar al amor”.23 La redamatio es una posibilidad que Cristo nos otorga, es Él mismo quien nos capacita y hace posible en nosotros la respuesta, es un amarlo de vuelta.

Nuestro Fundador ve la reparación como repuesta de amor, como restauración de la relación con Dios: “¿Verdad que, si amor con amor se paga, el amor mayor de Cristo debe pagarse con el amor mayor del cristiano? Es decir, con amor hasta el sacrificio y por toda la vida. Si el amor que me tiene mi Jesús es amor de Hostia, yo debo ser para Jesús hostia de amor”.24

“Buscad por el mundo a ver si encontráis un corazón más generoso, más desinteresado, más exquisitamente fino que el Corazón aquel de nuestro Sagrario… ¿No os parece que esa ocupación tan poco conocida y agradecida del Corazón de Jesús pide en retorno de vosotros ansias de verlo y de sor-prenderlo e ingeniosidades de amor para agradecerlo?”. 25

Recordemos su experiencia carismática en Palomares: “Una mirada en la que se reflejaba unas ganas infinitas de querer y

22 M. GONZÁLEZ, Rosario Sacerdotal en OC II, 2472. 23 AGUSTÍN DE HIPONA, In 1 Johannis 7,7. 24 M. GONZÁLEZ, Que hace y que dice… en OC I, 477. 25 Ibíd., 483.

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una angustia infinita también, por no encontrar quien quisiera ser querido”.26 ¿Mejor definición de abandono?

“Yo no sé que nuestra religión tenga un estímulo más poderoso de gratitud, un principio más eficaz de amor, un móvil más fuerte de acción que un rato de oración ante un Sagrario abandonado”.27

“Siempre a Jesús y a mí nos quedará el consuelo de tener una por lo menos abierta: Él, la de mi corazón y yo la del suyo”.28

3- Cuestión de amor Al hablar de reparación lo que está en juego es una cuestión de amor, un exceso de amor (distinto de justicia, distinto de expiación), un “plus de amor” como lo define Benedicto XVI.29

Y el Beato Manuel González sintoniza expresamente con esto: “Por eso yo pido a las almas eucarísticas no sólo compañía de presencia corporal […], sino algo que valga más, que llegue más adentro, que acompañe más íntimamente… Ese más que os vengo pidiendo hace tiempo, en una forma u otra, es la compañía de la imitación y de la compasión. ¿Cómo? Haciendo de vuestra alma lo que Jesús se hace cada día en el pan del sacrificio: una hostia. ¡Almas-hostias!”.30

En la reparación, dirá Juan Pablo II, lo esencial es la relación con 26 M. GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 15. 27 Ibíd., 17. 28 Ibíd., 19. 29 Comprender el sentido de la reparación -dentro del movimiento del “amor infinito que entra en este mundo en Cristo- como ese plus de amor que se expresa en la entrega de la propia vida. En este movimiento de entrega, en este ejercicio de sobreabundancia de amor, somos invitados a insertarnos” (BENEDICTO XVI, 17 de marzo 2007, Encuentro en la Basílica de Santa Anastasia. 30 M. GONZÁLEZ, Mi Comunión de María, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 1415.

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Cristo: “Se trata aún hoy de guiar a los fieles para que contemplen con sentido de adoración el misterio de Cristo, Hombre-Dios, a fin de que lleguen a ser hombres y mujeres de vida interior, personas que sientan y vivan la llamada a la vida nueva, a la santidad y a la reparación”.31 Y algo parecido nos dijo al día siguiente de la beatificación de D. Manuel, en la que nos animaba "a permanecer siempre fieles a nuestro carisma, acompañando a los hombres y mujeres de hoy a escuchar la voz de Jesucristo, camino, verdad y vida, presente en el Sagrario".32

4- Vivir y testimoniar el amor experimentado Al hablar de “reparación” el acento no puede quedarse en la compensación que podamos más o menos ofrecerle. Lo central de la cuestión radica en nuestra participación en la persona y misión de Cristo, y desde ésta es desde donde propiamente podríamos hablar de “nuestra reparación con Cristo”. “La verdadera reparación consiste en solidarizarse con la obra de la Redención”, nos dice Juan Pablo II.33

Y nuestro Fundador nos invita a “presentarle mi alma entera […] y mi cuerpo entero […], para que se llenen y empapen de sentimientos, ideas y afectos de Jesús Redentor encarnado y sacramentado”.34

De esta comunión con Cristo brota la participación en su obra redentora (buscar – llevar compañía – misión). D. Manuel va más allá de la sola devoción: “despreocúpate tú de la sugestión del número preocúpate más de la calidad. Más que llenarme de gente mis iglesias, preocúpate en llenármela de buen olor de comuniones fervorosas, de adoraciones rendidas, de suspiros de

31 Mensaje con motivo del centenario de la Consagración del género humano al Sagrado Corazón realizada por León XIII, Varsovia, 11 de junio de 1999. 32 Mensaje en la audiencia a los peregrinos, 30 de abril de 2001. 33 Varsovia, 11 de junio de 1999. 34 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 81996, 151s.

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amor, de…, de vida intensamente eucarística”.35 ACOMPAÑAR nos lleva a un compromiso por un mundo más justo y evangélico, más lleno del Amor de Dios y ésta es la raíz de su obra social: “quiero que sean hasta mi último aliento mi doctrina y mis orientaciones. Esto es, que sigo creyendo que mientras no llevemos nuestro amor al Corazón de Jesús y a los prójimos por Él, hasta la chifladura, o llámese con nombre más serio o técnico lo que eso representa, esa pobre cuestión social no la resuelve nadie. ¡Nadie!”.36 Y recordemos su gran y extensa obra social.

Y nos urge en esta colaboración con la Redención haciendo “lo posible y lo imposible por devolver al Amor (a Jesucristo) a sus Sagrarios predilectos, las almas, en donde pueda morar contento de ser conocido, amado e imitado”.37

En una carta dirigida al P. Kolvenbach (1986), Juan Pablo II, nos da lo que podemos señalar como su definición de verdadera reparación: “Junto al Corazón de Cristo (podríamos decir: en compañía de Cristo Eucaristía), el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y su destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a evitar ciertas perversiones del corazón humano, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. Así, y ésta es la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador, sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, se podrá construir la civilización del corazón de Cristo”. La reparación adquiere un sentido profundo, ligada:

- Al conocimiento íntimo de Cristo y del sentido de la propia vida;

- A la purificación del corazón;

35 M. GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, en OC I, 54. 36 M. GONZÁLEZ, Lo que puede un cura hoy en Obras Completas II. Escritos de espiritualidad sacerdotal, 1880. 37 M. GONZÁLEZ, Florecillas de Sagrario, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 721.

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- Al amor a Dios y al prójimo;

- A la reconstrucción del pueblo de la Alianza.

Dice Benedicto XVI: la Eucaristía "tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan: «El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan», dice San Pablo (1Co 10,17). La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos. Nos hacemos «un cuerpo», aunados en una única existencia. Ahora, el amor a Dios y al prójimo están realmente unidos: el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí. Se entiende, pues, que el agapé se haya convertido también en un nombre de la Eucaristía: en ella el agapé de Dios nos llega corporalmente para seguir actuando en nosotros y por nosotros. Sólo a partir de este fundamento cristológico-sacramental se puede entender correc-tamente la enseñanza de Jesús sobre el amor. [...] En el «culto» mismo, en la comunión eucarística, está incluido a la vez el ser amados y el amar a los otros. Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma".38

La reparación no queda solo en las dimensiones litúrgicas o en las prácticas devocionales, sino que conduce realmente a la transformación de la propia vida y del mundo. Reparación es una llamada a optar por vivir en mi vida el mismo amor de Cristo, es decir, un amor hasta el extremo; o lo que es lo mismo, hacer de mi vida una vida de hostia que contribuya a construir la civilización del amor.

38 Carta Encíclica Deus Cáritas, 14.

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Reflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupo

Este trabajo quiere ayudarnos a revitalizar el carisma recibido como don. Por eso es importante que entres en contacto con los textos y lo que estos suscitan y despiertan en tu interior. Acércate a ellos abierto a la “escucha” y deja que ilumine tu vida.

1- Elige un apartado, un aspecto del tema que te llame especialmente la atención.

2- Dedica un tiempo a la reflexión personal e incluso de oración:

a. Lee despacio, intenta comprender bien lo que dice.

b. Confróntalo con la vivencia, espiritualidad y mensaje de nuestro Fundador: qué dice respecto a eso, qué actitudes manifiesta en su vida y en su pastoral.

3- Después llévalo a tu vida: ¿qué te descubre? ¿qué te ilumina? ¿a qué te compromete? ¿qué interrogantes te plantea?

OraciónOraciónOraciónOración

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; eres maravilloso, único y admirable en ti mi corazón se siente bien y en paz.

Las obras de tus manos son verdad y transparencia; en ti, Señor, no hay doblez ni engaño: eres verdadero; eres leal, eres fiel, eres sincero, eres auténtico, y en ti yo puedo confiar porque sé que me amas.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno; te damos gracias, porque es eterno tu amor. Proclamamos desde nuestra experiencia que nos quieres; decimos a las gentes que has estado grande con nosotros. ¡El amor de Dios alegra nuestro corazón!

En nuestra aflicción a ti gritamos y nos diste respiro. Tú estás por nosotros:¿quién podrá hacernos daño?

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no tenemos miedo porque tu amor es nuestra defensa; Tú estás siempre con nosotros.

Nosotros queremos vivir, queremos sellar contigo la alianza; queremos vivir el Amor derramado en nuestros corazones, en la fuerza y el poder de tu Espíritu de Vida. Tu gracia y tu verdad es más fuerte que nuestra flaqueza. ¡El amor de Dios alegra nuestro corazón!

Danos a entender, Señor, que tú lo das todo y lo pides todo. Danos a entender que todo es gracia y todo exige esfuerzo. Danos a entender que tu amor es siempre grande, sin medida. Danos a entender, Señor, que somos siervos inútiles a tu lado. Danos a un corazón capaz de compartir con los hermanos. Danos a un corazón capaz de ser, en el amor, los primeros.

Llena nuestra aljaba de tu amor. Abre nuestra vida al don y que dejemos en nuestro camino huella. Ayúdanos a descubrir que hay más gozo en dar que en recibir. Danos un corazón libre, capaz de caminar “ligeros de equipaje”. Corazón de mi Jesús, que en punto a amor ni Tú ni yo digamos basta. Amén.

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I y II, (ver los libros en notas a pie de página). MANUEL GONZÁLES, El abandono de lo Sagrarios Acompa- ñados. HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, “Reparación”, Ponencia a las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, Palencia, septiembre de 2009.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Profundizar, desde nuestro carisma eucarístico, en el dar y buscar compañía reparadora.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

La reparación pasa por conocer cada vez más a Jesús Eucaristía y darlo a conocer por todo los medios que el ingenio y el amor nos dicte.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Jn 1,35-46; Lc 17,17.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Escuchemos el testimonio de un sacerdote y escritor espiritual Henri Nouwen:

“Todos los días celebro la Eucaristía. Unas veces en mi parroquia, ante cientos de personas; otras en la capilla del amanecer, con los miembros de mi comunidad; ocasionalmente, en una habitación de hotel con unos cuantos amigos; y otras veces en el salón de la casa de mi padre, solos él y yo. Muy pocos días pasan sin que yo diga: “Señor ten piedad”; sin mis lecturas diarias y las correspondientes reflexiones; sin pronunciar la profesión de fe; sin compartir el cuerpo y la sangre de Cristo; sin una oración para que el día sea fructífero y propicio... Sin embargo, no dejo de preguntarme: ¿Sé lo que estoy haciendo? ¿Saben en qué están participando los que se encuentran conmigo

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alrededor de la mesa? ¿Saben lo que es la Eucaristía, la desean?...”.

Lo hemos comentado muchas veces. Es una pena que para no pocos cristianos la Eucaristía se haya convertido en un rito de costumbre, un precepto sin sentido, un culto que nada tiene que ver con la vida, una celebración que no me compromete a nada.

¿Y yo?, ¿la vivo haciendo de ella el centro de mi vida cristiana? ¿Se lo que estoy haciendo cuando estoy alrededor de la mesa eucarística? ¿Sucede realmente algo que influya en mi vida diaria aunque me resulte tan familiar? ¿Cómo puede ser eucarística toda mi vida y cómo puede la celebración y adoración de la Eucaristía ayudarme a conseguirlo?

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

l- Conocer y darlo a conocer Con estos interrogantes en nuestro corazón, comenzamos nuestra reunión, teniendo presente:

La UNER queremos proponernos y proponer como meta lo que nuestro fundador, Beato Manuel González, define como la única aspiración de su vida: “¡Conocer y dar a conocer a Jesús! ¡Conocerlo y darlo a conocer todo lo más que se pueda! ”,39 “por todos los medios que el celo dicte”.40

La Eucaristía es el mismo Cristo total, presente y actuante sacramentalmente en su Iglesia. Santo Tomás decía que en la Eucaristía «Cristo está presente no sólo a través de su gracia, sino personalmente».

39 MANUEL GONZÁLEZ, Así ama Él, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 234. 40 M. GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 61 y 111.

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Dios, que plantó su tienda entre nosotros por la Encarnación de su Hijo, quiere que esa tienda permanezca por la Eucaristía, como lugar donde cada uno podemos experimentar el amor sin vuelta atrás de nuestro Dios, su oferta de salvación sin condiciones, su insistente invitación y gratuidad.

La presencia eucarística prolonga la Encarnación en la historia humana, el misterio del Dios con nosotros. En el culto eucarístico el hombre puede leer continuamente los «signos del amor de Dios en Cristo y signos concretos, reales». Es cercanía de Dios que viene a nosotros y nos hace partícipes de su Vida.

Por eso, poner como única clave de nuestra vida la total vivencia del misterio eucarístico, de la que brota cada uno de los elementos de la vida cristiana: la comunión entre todos los fieles, el compromiso de anuncio y testimonio del Evangelio, el ardor de la caridad hacia todos.41

Cimentar nuestra vida en Cristo conocido, amado y experimen-tado en su Palabra viva y en la Presencia eucarística, en el magisterio (que son los tres pilares sobre los que se cimienta una espiritualidad firme y profundamente renovadora).

• Conocido = “porque conociéndolo bien –dice D. Manuel- se le ama necesariamente […] Y la causa de que muchos no le amen es que no lo conocen o lo conocen muy a medias”.42 Por eso lo primero que él pide a la UNER es que sean conocedores de Jesús.43

� Experimentar = hacer experiencia (podemos conocer muchas cosas, hacemos experiencia sólo de unas pocas). Ir aprendiendo en mi propia vida qué significa y qué me aporta

41 Cf. HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, en el XXIII Encuentro de Delegados Diocesanos de Pastoral Vocacional, Madrid, 18 de septiembre de 1999. 42 M. GONZÁLEZ, Así ama Él…, 234. 43 Cf. M. GONZÁLEZ, Florecillas de Sagrario, en Obras Completas I. Escritos Eucarísticos, 612.

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la Eucaristía, por qué y cómo es centro de mi vida, cómo la afecta...

Esto es lo que queremos profundizar nosotros y ofertar a la Iglesia, desde nuestra pobreza, como camino a la evangelización de nuestra sociedad ¡CONOCERLO Y DARLO A CONOCER!

Y es que el cristianismo es mucho más que una doctrina que debe ser creída, un seguimiento de leyes morales o una liturgia a celebrar… El cristianismo es un acontecimiento, es antes que todo una Presencia, una experiencia de fe que ha de ser vivida, ofrecida y comunicada a otros; es «Buena Noticia». Entre las incertidumbres y distracciones de la vida cotidiana, imitar a los discípulos de Emaús y decirle a Jesús: “Quédate con nosotros” (Lc 24,29). Que nunca falte el Pan Eucarístico en la mesa de nuestra existencia. ¡De este pan podemos sacar fuerzas para dar testimonio de nuestra fe!

2- Vida eucaristizada La Eucaristía es realmente centro de la Iglesia, de la comunidad y de nuestra vida cristiana44. Y la espiritualidad de la UNER se sintetiza precisamente en “vivir la Eucaristía” .45 No se vive la Eucaristía sólo en el momento de la Misa, o cuando hacemos un rato de oración, o cuando hablamos de Él o en su nombre, sino que vivimos la Eucaristía a lo largo de toda nuestra vida. Pero es preciso que ella pase de ser una idea de la que estamos plenamente convencidos, a ser una realidad en nuestra vida diaria, que la celebración y la adoración nos lleven a una vida eucaristizada.

Así toda nuestra vida será eucaristía: oración, apostolado y servicio a los más necesitados, pero también nuestra vida con-yugal y familiar, el trabajo y el descanso, las distintas pruebas que

44 JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia, 3. 45 Estatutos, 8.

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tenemos en la vida… nuestro pensar, obrar, actuar, acoger, perdonar, nuestro entregarnos “al estilo y por la gracia de Jesús comulgado y asimilado”. A ser, como dice nuestro Beato Manuel, “Evangelios vivos”, “Sagrarios ambulantes”.46

3- A más abandono más compañía Todo esto es lo que el Beato Manuel resume en una sola palabra: compañía.

Pero, claro, él mismo advierte de un peligro y da un remedio:

1) “Que por la limitación y flaqueza de nuestra condición, por la dificultad que le cuesta vivir en la fe, y lo penoso de ir contra la corriente de la naturaleza sensible, y a pesar de las frecuentes Comuniones y visitas al Sagrario, tendemos a cansarnos, distraernos, aflojarnos y entibiar-nos y hasta incomunicarnos en nuestro trato con quien no podemos conocer, amar ni gozar en la presente vida, sino por medio de la fe viva y de la propia negación.

2) Que para contrarrestar esa tendencia y evitar el peligro de aquellos cansancios e incomunicaciones, no hay otro medio ni camino que el de fomentar esa fe viva y esa propia negación.

Sólo los que así se acerquen darán al Corazón de Jesús toda la compañía que Él desea y tiene derecho a esperar, y recibirán de Él todos los frutos que de comerlo y unirse con Él, pueden esperarse. Y con ellos el fruto de los frutos y fin supremo del Sagrario, a saber: la formación de tantos Jesús como comulgantes.

Y, al revés, que si esto no hay; si en vez de fe viva, hay languidez de fe, o ignorancia de catecismo; si en vez de abnegación hay vanidad, orgullo, dureza de corazón, o sea, corazones ocupados de sí, no será raro ni inexplicable que, comiéndose el más sano de los alimentos, no se esté más sano y fuerte. Que, aumentando

46 M. GONZÁLEZ, Así ama Él…, 260.

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las Comuniones de Jesús, se disminuyan las comuniones con Jesús. Que sentándose muchos más a su mesa, le ayuden muchos menos a llevar la cruz. Y, en suma, que estando Él más acompañado por fuera, se sienta más solo por dentro.47

“¡Frente al abandono, la compañía! Ante el abandono, que pone frío de muerte y polvo de ruina y tristeza de desolación en el Sagrario de Jesús, reparación no con pies, sino con alas que vuele a través de montes y collados, de dificultades y molestias a llevar a Jesús triste, consuelo, al Sagrario frío, calor y a los oídos y corazones de sus vecinos, gritos de alarma de que ¡Jesús está solo y no debe estar solo!”.48

“¡Guerra a muerte al abandono de los Sagrarios! […] Proclamar esa guerra es unirse a los que acompañan, para que crezca el número de éstos e infundirles, si se puede, nuevos estímulos, modos y perfecciones de compañía. Es meterse entre los que abandonan para hablarles de lo que ya ni nombran, para empujarlos hacia la casa paterna que dejaron o no pisaron jamás. Es poner en el acento de la palabra y en el gesto de la cara y en la delicadeza de la acción y en la intimidad de la súplica, y sobre todo, en la generosidad del sacrificio, toda la vehemencia y expresión y atractivo del celo más ingenioso, del amor más lastimado, y me atrevería a decir, de la pasión más santamente avasalladora, que todo eso debe inspirar la compasión por ese mal, el más injusto, triste y funesto de todos los males”.49

"Cierto, muy cierto que, a pesar de todos esos abandonos más o menos voluntarios, Jesús quiere ser recibido en Comunión y estar en el Sagrario. Y cierto que, a pesar de nuestra flaqueza e ingrata correspondencia, ¿qué digo a pesar?, precisamente por

47 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, EGDA, Madrid, 81996, 38-39; OC I, 140. 48 M. GONZÁLEZ, Florecillas…, 625. 49 M. GONZÁLEZ, El abandono…, 43-44; OC I, 143.

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eso, debemos y nos tiene mucha cuenta comulgar más y rozarnos más con Él”.50

La Eucaristía es un misterio de fe, misterio que ha suscitado discusiones desde su anuncio: “Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?” (Jn 6,60).

La Presencia sacramental espera respuesta de acogida. Podemos decir que no actúa si no se la encuentra, y no se la encuentra si no es acogida.

Es una llamada que está continuamente emitiendo y hace falta un receptor que sintonice. La Presencia de Cristo es siempre autodonación, orienta hacia la comunión y nuestra primera actitud ante ella deberá ser la de aceptar este don, recibirlo, agradecerlo. Acoger a Cristo es la actitud fundamental de toda vida cristiana, acoger en “gratuidad”, en el reconocimiento y en la alabanza.

Por eso tiene gran importancia la adoración eucarística dentro del proceso cristiano: ante la Presencia de Jesús sacramentado, nos descubrimos a nosotros mismo como objeto del amor de Dios, como “hecho”, como creado por Dios, como alguien por quien Cristo se entregó en la Cruz.

Reflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupo

1) ¿Cómo estamos viviendo en el grupo: el DAR y BUSCAR compañía reparadora?

2) Comentar alguna experiencia vivida últimamente, sobre algo que haya hecho para dar a conocer a Jesús.

50 Ibíd., 37; OC I, 138.

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OraciónOraciónOraciónOración

“No tengo nada en mis obras de las que pueda gloriarme, no tengo nada de qué enorgullecerme y, por tanto, me gloriaré en Cristo. No me gloriaré porque soy justo, sino porque he sido redimido. No me gloriaré porque estoy exento de pecados, sino porque se me han perdonado. No me gloriaré porque he ayudado, ni porque me han ayudado, sino porque Cristo ha sido mi abogado ante el Padre”.

(S. Ambrosio)

“Corazón de mí Jesús, que lo que yo haga y diga en mi vida sea un eco fiel de lo que hace y dice el Corazón de Jesús en el Sagrario”.

(Beato Manuel González)

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I y II, (ver los libros en notas a pie de página). MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acom- pañados, EGDA, Madrid, 81996.

HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, en el XXIII Encuentro de De- legados Diocesanos de Pastoral Vocacio- nal, Madrid, 18 de septiembre de 1999.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Adentrarnos en la profundización de las compañías.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

La vivencia de las compañías constituyen un proceso para el encuentro y la comunión con el Dios vivo presente en la Eucaristía; proceso que nos conduce a la transformación profunda de nuestra vida en una vida eucaristizada.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Jn 15,1-18; Rm 12,1; Gal 2,20; Flp 3,13-14.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Cuento: Un árbol…

En algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste.

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El pobre tenía un problema: no sabía quién era. “Lo que te falta es concentración -le decía el manzano- Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas, ¡ve que fácil es!” . “No lo escuches” -exigía el rosal- Es más sencillo tener rosas y ¡ve que bellas son!”. Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: “No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución... No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tú mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior”. Y dicho esto, el búho desapareció.

“¿Mi voz interior? ¿Ser yo mismo? ¿Conocerme?”. Se pregun-taba el árbol desesperado, cuando de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

“Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje. Tienes una misión: ¡Cúmplela!”.

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de si mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor, ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si mismos crecer?... ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?... ¿Cuántos, naranjos que no saben florecer?

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En la vida, todos tenemos un destino que cumplir y un espacio que llenar. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser y de nuestra vocación…

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

El camino de la Iglesia, en estos últimos años “se ha caracterizado indudablemente por un fuerte sentido eucarístico”.1 Recordemos sólo la abundancia de documentos y eventos de los últimos años: el Congreso Eucarístico Internacional 2004, año de la Eucaristía, Sínodo sobre Eucaristía 2005; la Carta Apostólica Mane nobiscum Domine de Juan Pablo II y su Encíclica Ecclesia de Eucharistía; la Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis de Benedicto XVI, etc. Toda esta abundancia nos ha dejado una segura referencia magisterial sobre la doctrina eucarística y han surgido en las diócesis numerosas iniciativas para despertar y acrecentar en los creyentes la fe eucarística, así como para profundizar en la dimensión de solidaridad que brota de la Eucaristía como sacramento de la caridad. Hemos de señalar el profundo convencimiento -expresado por el Papa- de que “gracias a la Eucaristía, la Iglesia renace siempre de nuevo. Que toda gran reforma está vinculada de algún modo al redescubrimiento de la fe en la presencia eucarística en medio de su pueblo”.2 Convencimiento que para nosotros es parte de nuestro bagaje carismático. Precisamente ésa es la intuición de Ntro. Fundador: “el retorno al Evangelio por el camino del

Sagrario”.3 Recuperar, renovar la vida cristiana a través de una

profunda vivencia del misterio eucarístico.

En este sentido, podríamos decir, que esta renovación que ansiamos parte de la vivencia profunda y convencida de ese

1 BENEDICTO XVI, Sacramentum Caritatis, 4. 2 Ídem., 6. 3 MANUEL GONZÁLEZ, En busca del escondido, 5ª ed., p. 110.

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horizonte espiritual y apostólico que para el Beato Manuel González es el compendio de nuestra vocación en la Iglesia: Dar y buscar COMPAÑÍA = Retorno de amor.

l- Despertar el corazón

Reparar, ésa es nuestra vocación en la Iglesia: una llamada a dar una respuesta de amor al amor redentor de Jesús, responder con un amor de vuelta a Aquel que siempre nos ama primero y hasta el extremo (Cf. 1Jn 4,19; 13,1). Y responder con un amor que cada vez se vaya asemejando más al suyo. Esto es lo que Ntro. Padre define como compañía. Compañía es vivir eucarísticamente, vivir haciendo de nuestra vida una entrega al estilo de Cristo Eucaristía, amando hasta el extremo. El don que nos fue dado4 y la exigencia que comporta el hacerlo nuestro -poniendo en acto nuestra libertad y nuestros deseos, acogiendo su gracia e incorporándonos a la entrega de Cristo- es una llamada a ser personas eucarísticas, a la plenitud de semejanza con Cristo Eucaristía. Esta vida eucarística es reflejo de lo que voy viviendo en mi encuentro con Él. Entonces también nosotros podremos comunicar a nuestros hermanos con convicción “lo que hemos visto y oído” (1Jn 1,3).

Dar y buscar compañía. “Acompañar a los hombres y mujeres de hoy a escuchar la voz de Jesucristo, camino, verdad y vida, presente en el sagrario”.5 Una llamada explícita a participar de su obra redentora -esa es la raíz de nuestra misión-. Cuando entramos al fondo de esta invitación, encontramos su valor permanente como respuesta a una realidad que, por desgracia, sigue siendo muy actual hoy, el abandono.

¿Qué quiere decir el Beato Manuel cuando habla de abandono? Abandono para con la Eucaristía es su forma de definir en una

4 No olvidemos que el origen de todo movimiento reparador está en Dios que restablece en nosotros la comunión con Él. Ver tema 3, p. 23.

5 JUAN PABLO II , Audiencia a los peregrinos con motivo de la beatificación de D.

Manuel González García, 30 abril de 2001.

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sola palabra la indiferencia y el alejamiento de los hombres de Dios, ese alejamiento que empobrece -sin que lo sepan casi- a los mismos que abandonan. Que empobrece nuestra propia vida humana, que sin Dios, se queda sin horizonte y sin sentido pleno:

“Tengo la persuasión firmísima de que prácticamente el mayor

mal de todos los males y causa de todo mal, no sólo en el orden

religioso, sino en el moral, social y familiar, es el ABANDONO DEL

SAGRARIO. Si no hay otro nombre en el que pueda haber

salvación fuera del nombre de Jesús. Si la sagrada Eucaristía,

adorada, visitada, comulgada y sacrificada, es la aplicación de

esa salud y por tanto, la fuente más abundante de gloria para

Dios, de reparación por los pecados de los hombres, y de bienes

para el mundo, el abandono de la sagrada Eucaristía, al cegar la

corriente de esa fuente, priva a Dios de la mayor gloria que de

los hombres puede recibir y a éstos de los mayores y mejores

bienes que de Dios pueden esperar”.6

El impulso misionero, por tanto, es parte constitutiva de nuestra forma eucarística de vida cristiana, de nuestro propio ser carismático: dar y buscar. Y nos lo dice claramente el Papa en su Exhortación Sacramentum Caritatis en el nº 84: “no podemos acercarnos a la Mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimiento de la misión que, partiendo del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres. No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él”.

Tenemos necesidad de despertar el corazón con la pasión de este dar y buscar compañía. Porque sólo así, sólo despertando el corazón de cada uno, lograremos llevar esta misma pasión a nuestras familias, comunidades y parroquias. Y podremos tener la inspiración, la motivación y la energía para responder a las

6 MANUEL GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, en Obras Completas I, 80.

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esperanzas de Dios y a las necesidades del hombre de hoy con nuevas iniciativas, nuevos senderos. ¿Cómo? nuestros corazones sólo se despertaran si logramos sentir de verdad la pasión de Dios por los suyos; aún más, sentirla junto con Él, a un mismo ritmo, en el sentido paulino de “llegar a tener los mismos sentimientos de Cristo” (Flp 2,5). Y esto no un rato, sino toda la vida. Para el Beato Manuel “sentir con él” no es sentimentalismo, es hacer de ella -de ésta pasión- “principio de una actividad incansable y de un ingenio creciente para remediar el mal que la motiva -Jesús

abandonado-, ese es un hondo sentir, el más hondo”.7 A esto nos

conduce la vivencia de las compañías y como culmen y plenitud de éstas compañías alcanzaremos lo que él define como: ser hostia; “el grado de María perfecta es el de aquella que acompaña habitualmente a Jesús con su alma trocada en

hostia”.8

2- Compañía, reto y programa espiritual y apostólico

“Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de su cuerpo y de su sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística, suscita en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar testimonio. (…) entrar en comunión con Cristo en el memorial de la Pascua significa experimentar al mismo tiempo el deber de ser misioneros del acontecimiento actualizado en el rito. La despedida al finalizar la Misa es como una consigna que impulsa al cristiano a comprometerse en la propagación del Evangelio y en la animación cristiana de la sociedad”.9

Programa que hemos de asumir personalmente para volver a encontrarnos con el sentido y el fin originarios de nuestra misión.

7 MANUEL GONZÁLEZ, Florecillas del Sagrario, en Obras Completas I, 627. 8 Ídem., 645. 9 JUAN PABLO II, Mane nobiscum Domine, 24.

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D. Manuel expresa pedagógicamente este programa y su profundidad de vida en sus cuatro compañías: compañía de presencia, de compasión, de imitación y de confianza. Un proceso10 que tiene una dimensión mística puesto que nos conduce a la transformación profunda de nuestra vida en una vida eucaristizada, es decir: en hostias. Nuestro deseo de seguir radicalmente a Jesús hasta dar la vida como Él, se va realizando poco a poco en un largo proceso de asimilación a sus sentimientos; proceso que, no olvidemos, es una posibilidad que Cristo nos otorga, es Él mismo quien nos capacita y hace posible en nosotros este amor de vuelta.

Así, como proceso con tiempos establecidos y donde Cristo lleva la iniciativa, lo plantea Ntro. Beato Manuel cuando habla de la elaboración de un apóstol por parte del Corazón de Jesús, en su vida mortal y en su vida eucarística; esa elaboración que él dice “lenta, gradual, dura a veces, frustrada otras, difícil siempre” Y que dice ser “¡lo que más cuesta al Corazón de Jesús! Para hacer

de un pescador de peces un pescador de hombres, ¡cuántos

pasos, cuántas instrucciones, cuántos ejemplos, cuánta

paciencia, cuánto tiempo!”.11

Como veremos al profundizar en cada una de las compañías, cada una de ellas presupone las anteriores, pero ninguna de ellas se da nunca por completo sino que cada una sigue siendo un ideal por alcanzar.

Ni qué decir que el camino supone un continuo caer, levantarse, avanzar con muchas preguntas y algunas respuestas… y comer día a día el Pan de la Vida. Sentiremos más de una vez en nuestra carne las punzadas del crecimiento, de pasar de lo viejo a lo nuevo. Lo único que ha de sernos ajeno si queremos avanzar en esta experiencia de vida es la apatía y la pasividad: “a un apóstol

10 En Florecillas del Sagrario, él habla de grados en las compañías. Ver Obras Completas I 645. 11 MANUEL GONZÁLEZ, Así Ama Él, en Obras Completas I, 262.

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le es todo permitido menos el estarse quieto”.12 En proceso, en

crecimiento. Y es que la misma Eucaristía tiene una dinámica interna que conduce a la transformación de la persona que la recibe y hace de cada uno de nosotros una persona eucarística y, en consecuencia, un apóstol, si no ponemos obstáculos.

3- Un camino de vida en plenitud

Y tras este proceso de crecimiento espiritual que son las compañías, no es difícil intuir las líneas fundamentales de un proceso de crecimiento personal que nos lleva a vivir en plenitud, puesto que “el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo debe acercarse a Cristo. Debe entrar en Él con todo su ser, debe apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se realiza en él este hondo proceso –dice Juan Pablo II- entonces él da frutos no sólo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo”.13

� Proceso que comienza por dejarnos encontrar por Dios que nos ama tal como somos e ir a su encuentro, estar con él en el Sacramento y con los hermanos: compañía de presencia.

� La compañía de compasión nos enseña a salir de nosotros mismos, del mundo pequeño de nuestro propio “yo”, a olvidarnos de nosotros mismos en el amor a Dios y a los hermanos. Agranda nuestro corazón a la medida del corazón de Cristo, de “el mayor amor”. Y el amor es la perfección de nuestra naturaleza humana.

� Aceptar el Amor como nuestra vocación y misión especí-fica identificándonos con su urgencia apostólica, la compañía de imitación, configura nuestra vida en hostia, llenándola de sentido.

12 Ídem., 259. 13 JUAN PABLO II, Redemptor Hominis, 10.

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� Es el compromiso con una Persona en la que podemos creer y a la que podemos consagrarnos y por la que dar la vida. Esto hace que todos los esfuerzos resulten significativos y valiosos. Una vida eucaristizada. Estamos ya en la compañía de confianza. Retornar amor, dar y buscar compañía.

Ésta es la descripción no ya sólo de personas de un hondo calado espiritual, sino -al mismo tiempo- de personas que viven en una ilusionada situación de crecimiento hacia la plenitud de su ser persona. Personas vivas que aman mucho y aman de veras; que sienten la alegría de estar vivas y ser quiénes son. En continuo proceso, siempre en crecimiento. Abiertas a toda la experiencia humana y de fe.

Las compañías entendidas así, como proceso de crecimiento humano y espiritual, nos da un importante marco de referencia para comprendernos a nosotros mismos, a nuestros hermanos, el sentido de la vida y el mundo desde el plus de amor de Dios. Una vez más, hay que decir que el factor decisivo es nuestra experiencia personal de Dios. Es necesario que nos dejemos comprometer activamente y educar por el Espíritu Santo, que es único que puede hacer de cada uno de nosotros una persona creyente, una Marías de los Sagrarios, un Discípulo de San Juan, una eucaristía viva, una hostia.

Reflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupo

1) ¿Qué crees tendríamos que hacer para renovar, a nivel personal y de grupo, la vivencia eucarística?

2) Compañía es vivir eucarísticamente. Compartir experien-cias concretas, tanto a nivel personal como de grupo, de vivencia eucarística.

3) ¿Cómo estáis viviendo en el grupo las palabras que nos dijo Juan Pablo II el día de la beatificación de D. Manuel González? Ver texto en la página 35.

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4) ¿Qué piensas de que las compañías son un reto, un programa de vida espiritual y apostólica?

OraciónOraciónOraciónOración

Hoy me he encontrado en las manos con tus regalos, Señor:

Nueva vida, nuevo tiempo, nueva lluvia, nuevo sol… Por eso, para este tiempo que estreno con ilusión, quiero, Señor, y te pido también un nuevo reloj.

Un reloj que mida el tiempo como lo mide tu amor; que se pare cuando te voy a visitar en el sagrario o cuando lleguen las personas a mi rincón, para escuchar, compartiendo alegrías y dolor.

Un reloj que me sitúe la mente y el corazón en el momento presente, que es tu momento, Señor, en el quehacer cotidiano, que es lugar de encarnación.

Un reloj que mida el tiempo con tu paciencia, Señor: con el ritmo y la medida universal del amor; despertador de rutinas, vigilante, ayudador; que nunca mida la entrega del tiempo y del corazón.

Con la vida, con el tiempo que hoy me regalas, Señor, para darme sin medida, espero un nuevo reloj.

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I y II, (ver los libros en notas a pie de página).

MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompa-ñados, EGDA, Madrid, 81996.

HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, en Proceso de eucaristización de la vida. Las cuatro compañías. Conferencia en el Encuentro de Formación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, Palencia 2010.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Profundizar en lo que significa e implica “estar” con el Señor.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

La presencia supone alguien que está presente y Alguien por quien se está presente, supone una comunicación recíproca. Es mucho más que estar simplemente en un lugar, es estar estando. La compañía de presencia por tanto exige la presencia corporal y espiritual.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Mt 28,20; 26,40; Mc 3,13-14; Jn 6,56.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Estar estando

La compañía de presencia significa estar, pero significa mucho más que encontrarse en un lugar, porque se puede “ir al Sagrario con el cuerpo y no con el alma. Ir a él y no estar en él”.1 ¿Cómo me hago yo presente a alguien? ¿Qué quiero decir cuando digo “te tengo presente”? La presencia auténtica es personal, me implica, me complica, dice relación de personas que nos encontramos

1 MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 48.

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desde lo que somos, que nos acogemos el uno al otro, y que nos damos mutuamente. ¿Verdad que se puede estar presente y totalmente ausente? También Jesús Eucaristía espera nuestra respuesta de acogida. Se está dando continuamente y nuestra primera actitud ha de ser la de acogida en gratuidad, nuestra presencia.

Internémonos en la experiencia humana de alguien que está realmente con nosotros. En momentos de dolor y sufrimiento: ¿cuando recibimos verdadero alivio y consuelo? Cuándo escu-chamos palabras de apoyo y esperanza. Pero lo que realmente cuenta en esos momentos es que alguien permanezca a nuestro lado, aunque no sepa qué decir o qué hacer. Cuando una perso-na nos dice en un momento de dolor o de dificultad: “No sé qué decirte, pero estoy contigo”, entonces sabemos que contamos con un amigo y eso nos proporciona consuelo y alivio.

Vivimos en una época tan saturada de métodos y técnicas ideadas para cambiar a la gente, para influir en su conducta, que hemos olvidado el simple pero difícil don de estar mutuamente presentes. Y lo hemos perdido porque hemos llegado a creernos que la presencia, como todo en este mundo nuestro materialista, tiene que ser útil. Decimos: “¿Cómo voy a visitar a esa persona? No tengo nada que decirle, ni puedo serle útil en nada”. Y olvidamos que con frecuencia en la mutua presencia “inútil”, sin pretensio-nes, humilde, sentimos consuelo y alivio. Es el simple pero difícil don de estar presente, de hacerme presente, de estar estando.

Estar presente también ante Jesús Eucaristía y “obsequiarle y honrarle -dice el Beato Manuel González- con toda nuestra presencia; presencia consciente y activa, presencia de todo nuestro ser racional y vivo: trabajar, andar, descansar, reír, llorar de cara al Sagrario (…) presencia mutua, espiritual, de los que de verdad se quieren (…) porque el amor se goza en la pre-sencia”. 2 2 Ídem., 145-149.

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Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

1- Dios-con-nosotros: la primera presencia

San Mateo comienza su evangelio con un anuncio: Dios, al encarnarse, ha elegido ser “Dios-con-nosotros” (1,23). “Se trata de una cercanía y un como acompañamiento permanente, que nos recuerda cómo nuestro Dios no es un Dios lejano y ausente, sino encarnado y cercano, que cual hermano y compañero comparte con nosotros todos los momentos de la vida, las alegrías y los problemas, que nunca nos deja solos, dándonos su fuerza para vivirlas en la fe, el amor y la esperanza, siguien-do su ejemplo”.3

Ésta Presencia de Cristo en todo tiempo de la historia, en cada persona, es base de la vida cristiana. Es un hecho que sostiene la fidelidad de la Iglesia. “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Así acaba el Evangelio de Mateo, el Señor no se ha ido, sino que permanece. Es la promesa del Resucitado antes de la Ascensión. La promesa con la que comenzaba Mateo, es ya una realidad permanente. Jesús no es Alguien que ha dejado de actuar en nuestra historia, ¡No! ¡Él vive!

Y ésta Presencia continúa en el signo del pan y del vino consagrados. Dios, que plantó su tienda entre nosotros por la Encarnación de su Hijo, quiere que esa tienda permanezca por la Eucaristía, como lugar donde cada uno podemos experimentar el amor sin vuelta atrás de nuestro Dios, su oferta de salvación sin condiciones, su insistente invitación y gratuidad. “El amor de Jesús a los hombres, no saciado con darles su vida mortal, le sugiere la Eucaristía, traza divina de vivir siempre, sin morir, junto a sus hijos, los hombres. ¡Eucaristía! ¡Evangelio siempre nuevo y siempre vivo! ¡Historia viviente de finezas y genero-sidades divinas, pero sin fin!”.4

3 Eucaristía y Nueva Evangelización, 106. 4 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 63.

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2- Acoger la Presencia en gratuidad

Esta presencia sacramental de Jesús espera respuesta de acogida, respuesta que exige creer en Él, acogida de su plan de salvación y disponibilidad en su seguimiento. La presencia de Dios-con-nosotros nos invita a abandonar nuestros miedos y a entrar con Él en la vida de Dios mismo y de los hermanos.

Cuando los fieles vienen a arrodillarse ante la Presencia eucarística, se habla de visita al Santísimo Sacramento. En estas visitas, no se trata tanto de acudir al Señor para hablarle, sino más bien para ponerse a la escucha de su Palabra, en una actitud de acogida, meditación y adoración. En esta como en las otras formas de culto eucarístico, el creyente muestra al Señor lo que la misma palabra “eucaristía” significa: “nuestro agra-decimiento, nuestra alabanza por habernos redimido con su muerte y hecho participantes de su vida inmortal mediante su resurrección”.5 En realidad no son los creyentes orante los que van a visitar a su Señor; es Cristo el que desde la casa del Padre, hasta el final de la historia y sin abandonarlos, se hace presente a su comunidad en la tierra. La Iglesia acoge esa presencia que la visita.6

El Beato Manuel González, expresa así la fe y acogida a esta presencia de Jesús en el Sacramento:

“El Maestro está aquí... ¡Está aquí! ¡Santa, deliciosa, arrebata-dora palabra que dice a mi fe todas las maravillas de la tierra y todos los milagros del Evangelio, que da a ni esperanza la posesión anticipada a todas las promesas y que pone estremecimiento de placer divino en el amor de mi alma! Sabedlo (…), que el Fuerte, el Grande, el Magnífico, el Suave, el Vencedor, el Buenísimo Corazón de Jesús está aquí, ¡aquí en el sagrario! Padre eterno, ¡bendita la hora en que los labios de vuestro Hijo unigénito se abrieron en la tierra para dejar salir

5 JUAN PABLO II, Dominicae Cenae, 3. 6 Cf. DÍEZ VALLADARES, Acoger la presencia, 156.

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estas palabras: Sabed que yo estoy todos los días con vosotros hasta la consumación de los siglos! Padre, Hijo y Espíritu Santo, benditos seáis por cada uno de los segundos que está con nosotros el Corazón de Jesús en cada uno de los sagrarios de la tierra. ¡Bendito, bendito Emmanuel!...”.7

Por eso tiene gran importancia la adoración eucarística dentro de un proceso cristiano: ante la presencia de Jesús Sacramen-tado, nos descubrimos a nosotros mismos como objeto del amor de Dios, como “hecho”, como creado por Dios, como alguien por quien Cristo se entregó en la Cruz.

Para acoger mejor la presencia se nos piden tiempos de silencio, tiempos de intimidad, tiempos de encuentro: breves unos, como el acostumbrarnos a saludar a Jesús Eucaristía al entrar y salir de la parroquia, el comenzar y terminar siempre nuestras reuniones y encuentros en su presencia, compromiso personal de la “visita diaria” fomentar “el roce” con la Eucaristía y la oración eucarística, personal y de grupo.

Y después… estar presente, entrar con amor, en la vida de los demás. Es la misión que nace del misterio eucarístico para toda la Iglesia que, transformada por Cristo y a imitación de Él, se presta a acompañar a los hombres en el camino de la existencia (hacernos presentes) abriéndoles la puerta de la riqueza que lleva dentro: el mismo Cristo.8 Aquí daríamos paso a la compañía de compasión.

Ntro. Fundador habla de dos clases de compañía de presencia nuestra ante Jesús Sacramentado: corporal y espiritual.

La presencia corporal: Ir a estar un rato con Jesús Eucaristía todos los días, a “echar un rato con Él”.9

7 MANUEL GONZÁLEZ, Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el sagrario, en Obras Completas I, 3 - 375. 8 Cfr. ROUCO VARELA, Homilía en la clausura del Congreso.... 9 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 144.

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La presencia espiritual: “Trabajar, andar, descansar, reír, llorar de cara al Sagrario, mirando a Él, como si se estuviera ante Él”.10

Él está allí y te espera porque te ama. Jesús Eucaristía sigue dándose continuamente a quien quiere acercarse, escuchar, contemplar, alabar y acoger su don. No cesa de amar a los hombres, de estar con nosotros en todos los momentos y situaciones de la vida. ¿Respondemos con nuestra presencia? En la medida que en nuestra oración nos abrimos y acogemos este don, meditamos la Palabra, asumimos los compromisos y valores de la Eucaristía y nos disponemos a ir viviéndolos, nuestra vida gana en sentido, en amor a Dios y a los demás, en esperanza.

La adoración, la oración reposada, centrada en Jesús Eucaristía, centra toda nuestra vida en Jesús. Es la mejor forma de conse-guir que lo que celebramos en la Misa, se vaya haciendo realidad en nuestra vida, lo vayamos asumiendo y asimilando.

¿Por qué?

Porque la adoración, la oración reposada ante el Sagrario o el Santísimo expuesto implica:

� un tiempo y un espacio exterior, en el que dejamos toda otra actividad, para dedicarnos en exclusiva al Señor.

� un tiempo y un espacio interior, por el que nuestros sentimientos, la mente y el corazón, los centramos en agradecer y reconocer a Jesús presente entre nosotros y en entregarnos a Él.

¡ATENCIÓN! Las compañías tiene una doble cara: DAR Y BUSCAR. No podemos conformarnos con una compañía inti-mista, unilateral… La reparación eucarística siempre ha tenido una connotación eclesial, universal, apostólica:

10 Ídem., 147.

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“La espiritualidad de la Obra, se sintetiza en ‘vivir la Eucaristía’ de forma contemplativa y activa, en la comunidad parroquial preferentemente, con espíritu de reparación a Jesucristo Sacramentado, para cumplir la ‘misión esencial’ que le señala el Fundador: «llevar compañía a la Misa y al Sagrario no frecuentados o abandonados». Que no haya Sagrario sin un grupo -al menos- de fieles que vivan de la Eucaristía” .11

Reflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupo

1) Comentar como veis ese “estar estando”.

2) Dialogar sobre lo que nos dice el Fundador: “Presencia de todo nuestro ser…”, en la pág. 53.

3) Según el nº 8 de los Estatutos, la compañía de presencia tiene dos vertientes, ¿evaluad en el grupo si se están realizando estos dos aspectos y cómo?

OraciónOraciónOraciónOración

Jesús, el gran Amigo

Eres el AMIGO, Señor, el gran amigo que creas cada amistad y nos ofreces la tuya.

Eres el AMIGO IDEAL, que no decepcionas jamás y que mantienes lo prometido.

Eres el AMIGO GENEROSO, que no mides lo que das y nunca niegas tu ayuda.

Eres el AMIGO VIGILANTE, que te interesas por todo lo que nos concierne y provees lo que necesitamos.

Eres el AMIGO ACOGEDOR,

11 Estatutos de la UNER, 8.

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que recibes con simpatía nuestras confidencias, compartes nuestras penas y alegrías.

Eres el AMIGO BUENO, lleno de amor por nosotros, lleno de comprensión por nuestras faltas.

Eres el AMIGO DELICADO, que multiplicas tus atenciones, y buscas que seamos felices.

Eres el AMIGO SONRIENTE, siempre dispuesto a darnos ánimo y mostrarnos lo positivo de nuestra vida.

Eres el AMIGO SEGURO, siempre presente en las horas difíciles, fiel hasta el final a pesar de nuestra infidelidad.

Eres el AMIGO ABSOLUTO, como sólo DIOS puede serlo haciéndose HOMBRE porque nos AMA.

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I y II, (ver los libros en notas a pie de página).

MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompa-ñados, EGDA, Madrid, 81996.

HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, en Proceso de eucaristización de la vida. Las cuatro compañías. Conferencia en el Encuentro de Formación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, Palencia septiembre 2010.

HNA. Mª TERESA CASTELLÓ, Un carisma Eucarístico-Reparador, Roma, 1997.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Descubrir la profundidad de la compañía de compasión.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

La compañía de compasión es la compañía de presencia interior, que pone comunicación entre Jesús y yo de tal manera que me hace mirar, hablar, oír, pedir, recibir, confiar, sentir y amar como Él y con Él.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Mc 6, 34-42; Flp 2,5; 1Jn 3,16-17.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Le acompañé a llorar por la muñeca.

La mamá ha mandado a la niña por un recado a la tienda y se está retrasando más de la cuenta. Al volver, le pregunta por la razón de su retraso:

Una amiguita se le ha roto su muñeca, explica la niña.

- ¿Y te has detenido para ayudarlo a arreglarla?, dice su madre.

- No, dice Mary, me he parado para ayudarle a llorar.

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Compañía de compasión, un compromiso con la vida…

Lo hemos comentado muchas veces. Es una pena que para no pocos cristianos la Eucaristía se haya convertido en un rito de costumbre, un precepto sin sentido, un culto que nada tiene que ver con la vida, una celebración que no me compromete a nada...

¿Y yo? ¿La vivo haciendo de ella el centro de mi vida cristiana? ¿Se lo que estoy haciendo cuando estoy alrededor de la mesa eucarística? ¿Sucede realmente algo que influya en mi vida diaria aunque me resulte tan familiar? ¿Cómo puede ser eucarística toda mi vida y cómo puede la celebración y adoración de la Eucaristía ayudarme a conseguirlo?

La Eucaristía es realmente centro de la Iglesia, de la comunidad y de nuestra vida cristiana.1 Pero es preciso que esto pase de ser una idea de la que estamos plenamente convencidos, a ser una realidad en nuestra vida diaria, que la celebración y la adoración nos lleven a una vida eucaristizada.

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

Esto es lo que el Beato Manuel González resume en una sola palabra: compañía. Es todo un estilo de vida: es dejar que Jesús Eucaristía invada nuestra vida y la llene de sentido y de fuerza.

1- Cómo está Jesús en el Sagrario

En la Eucaristía, Jesús ha puesto su tienda entre nosotros, vive entre nosotros: consuela a los tristes, nos da fuerza, nos enseña con su Palabra, nos invita a ser como Él... Es una cercanía y acompañamiento permanente, como el hermano y compañero que comparte con nosotros los problemas de la vida, dándonos su fuerza para vivirlos en la fe, el amor y la esperanza.

1 Cfr. JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia, 3.

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“Jesús está presente en el Sagrario con sus ojos que me miran… con sus oídos para oírme… con sus manos rebosantes de dones para los necesitados que se lleguen a pedírselos… con el Corazón palpitante de amor sin fin a su Padre y de amor hasta el fin a nosotros… Jesús está en el Sagrario para prolongar, extender y perpetuar su Encarnación y su Redención”.2

De Jesús sabemos casi todo, pero nos falta por experimentar mucho. No basta con saber cosas de Dios, eso no cambia nuestra vida. Sólo cuando abrimos el corazón ante Él, le dejamos entrar y cambiarnos por dentro, sólo entonces alcanzamos a saber algo de Él y éste conocimiento transforma nuestra vida.

Cuando en nuestros ratos de oración saboreamos que es Alguien que sale siempre a nuestro encuentro en el camino -pensemos en tantos momentos en que nos sorprendió...-, que está siempre presente en la Eucaristía para nosotros -“me mira como si no tuviera que mirar a nadie más que a mi”-,3 que me ama sin condiciones, que me da su fuerza y su apoyo, y hace posible que le siga con gozo y alegría...

Necesitamos saborear estas cosas, llenar nuestro corazón de ellas, experimentarlas... Todos tenemos necesidad de sentirnos queridos, saber que tenemos a Alguien siempre a nuestro lado, y la oración serena ante un Sagrario nos hace conocer y experimentar su Amor. Y ¡claro!, experimentado esto, cuando sé por experiencia que Él camina conmigo, es difícil que no sintamos con Él, que no nos importen sus cosas, que no nos preocupen nuestros hermanos como le preocupan a Él, que no queramos que todos se enteren de su gran Amor por ellos y lleguen un día a vivir esta misma experiencia que nosotros vivimos... Ya lo hemos indica, la presencia de Jesús en el Sacramento es una presencia personal, no una fuerza ciega, por tanto exige

2 MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 150 - 151.

3 MANUEL GONZÁLEZ, Que hace y que dice, en Obras Completas I, 400.

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reciprocidad, amistad en sentido estricto: “dos corazones con el mismo ritmo son un solo corazón”.4

2- Unión de sentimientos

“Si todo esto es así, yo debo estar ante el Sagrario con todo mi corazón y con todo el amor de él, para sumergirme en aquel Corazón y palpitar con sus mismas palpitaciones y amar como Él ama (...), disponiéndome a darme por Él de todos los modos a mis prójimos hasta el fin, sin esperar nada… Ésta, ésta es la compañía de compasión, la que pone entre Jesús y yo presentes comunicación y cambio de miradas, de palabras, de necesi-dades, de afectos... La que me hace mirar, hablar, oír, pedir, recibir, confiar, sentir y amar como Él y con Él...”.5

A su lado, estando con Jesús íntimo, “contemplando su rostro eucarístico”,6 en ese convivir diario voy conociendo no sólo lo que hace sino el por qué lo hace; soy testigo “de los porqué, los cómo y los para qué de su decir, de su hacer, de su padecer, de su proyectar y de su entregarse cada día y cada hora a su única aspiración, su sueño, su Obra: sacrificarse por la glorificación de su Padre y la redención de los hombres”,7 llego a co-sentir con él, a apasionarme por el Reino con él y como él. Y eso es lo que quiere para nosotros: que lleguemos a tener los mismos senti-mientos de Cristo. Esa es la compañía de compasión “que nuestro corazón y nuestra vida se conviertan en eco del Corazón y de la Vida que palpitan en nuestro Sagrario”.8

4 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 153. Dirá también D. Manuel: “que el grado de María perfecta es el de aquella que acompaña habitualmente a su Jesús con su alma trocada en hostia, como Hostia es el Jesús de nuestra Misa, de nuestra Comunión y de nuestros Sagrarios” (Florecillas de Sagrario en Obras Completas I, 645). 5 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 151 - 152. 6 JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia, 7. 7 MANUEL GONZÁLEZ, Así ama Él, en Obras Completas I, 270. 8 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 153.

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Bien, ésta ha de ser también la señal en nuestra vida: a través de nuestro amor, de nuestra compasión, los hombres han de expe-rimentar el Amor y la ternura de Dios. A esto nos llama la compañía de compasión: “a tener en nuestra vida los mismos sentimientos de Cristo” (Flp 2,5). Sentir por el hermano lo que siente Él, sentir la pasión de Cristo por los suyos; que no es lo mismo que tener lástima.

La Eucaristía es un misterio de amor hasta la entrega: “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1), es una escuela de amor. Un “camino de amor”. También nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Quizá los demás no necesiten de nuestro bienes, pero sin duda necesitarán de nuestro amor.

Nos dirá el Beato Manuel:

“Llena el alma de ese vivir sintiendo y compadeciendo con Él, procura no ver, ni oír, ni sentir, ni querer las cosas, los acontecimientos y a las personas, sino como Jesús desde su Sagrario las ve, oye, siente y quiere. Y de esta suerte la presencia nuestra ante el Sagrario, que por ser corporal está limitada sólo al tiempo en que estamos delante de El, por esta compasión le podemos acompañar no a ratos, sino siempre, siempre... Por esta compañía de compasión, nuestro corazón y nuestra vida se convierten en eco del Corazón y de la Vida que palpitan en nuestro Sagrario...”.9

A propósito de esta unión de sentimiento, Benedicto XVI dice:

“La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos. Nos hacemos « un cuerpo », aunados en una única

9 Ídem., 152.

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existencia. Ahora, el amor a Dios y al prójimo están realmente unidos: el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí. Se entiende, pues, que el agapé se haya convertido también en un nombre de la Eucaristía: en ella el agapé de Dios nos llega corporalmente para seguir actuando en nosotros y por nosotros. Sólo a partir de este fundamento cristológico-sacramental se puede entender correc-tamente la enseñanza de Jesús sobre el amor”.10

Reflexión pReflexión pReflexión pReflexión personal y de grupoersonal y de grupoersonal y de grupoersonal y de grupo

1) Comentar lo que es, según el Beato Manuel, la compañía de compasión.

2) ¿Cómo crees que se esta viviendo esta compañía a nivel de grupo? ¿Qué podríamos hacer para vivirla mejor?

3) Sabrías decir algún texto bíblico y de D. Manuel que hagan referencia a lo que es esta compañía.

OraciónOraciónOraciónOración

Ven y sálvanos de nuestra ceguera para descubrirte presente, de nuestra pereza para caminar contigo, de nuestras excusas para alejarnos de ti.

Ven y sálvanos de nuestra sordera a tu palabra, de nuestros desplantes injustificados, de nuestro gusto por el hombre “viejo de Egipto”.

Ven y sálvanos de nuestra dureza para comprender las Escrituras, de nuestras luchas por los primeros puestos, de nuestra desconfianza en la semilla del Reina.

10 BENEDICTO XVL, Deus Caritas est, 14.

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Ven y sálvanos de nuestra comodidad puesta como valor primordial, de nuestra falta de comprensión hacia los otros, de nuestro egoísmo disimulado. Ven y sálvanos de nuestra superficialidad, de nuestra insensibilidad por las cosas de arriba, de nuestra pérdida de sentido.

Ven y sálvanosle los dioses que nos hemos fabricado, de la rutina que nos aprisiona, de nuestras miras pequeñas.

Ven y sálvanos, Dios salvador nuestro, Dios amigo nuestro, Dios anunciado por Jesús. Amén.

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I y II, (ver los libros en notas a pie de página).

MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompa-ñados, EGDA, Madrid, 81996.

HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, en Proceso de eucaristización de la vida. Las cuatro compañías. Conferencia en el Encuentro de Formación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, Palencia septiembre 2010.

HNA. Mª TERESA CASTELLÓ, Un carisma Eucarístico Repara-dor, Roma, 1997.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Descubrir que ser eucarística es reproducir la vida de Cristo con mi estilo de vida.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

El trato con Jesús Eucaristía, que es don de su propia vida al Padre y a los hermanos, nos lleva a ser también eucaristía, sagrario ambulante que con la vida anuncia la vida que de Él brota, esa es la compañía de imitación.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Rm 8,29; 1Cor 11,1; Ef 5,1; Gal 1,10.

InInInIntroduccióntroduccióntroduccióntroducción

Cuento: La niña de las manzanas

Un grupo de vendedores fueron a una Convención de Ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto.

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Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos. De repente, y sin quererlo, uno de los vendedores tropezó con una mesa que tenía una canasta de manzanas.

Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, ni voltear para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al avión. Todos menos UNO.

Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Le dijo a sus amigos que siguieran sin él y le pidió a uno de ellos que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más tarde. Luego se regresó a la Terminal y se encontró con todas las manzanas tiradas por el suelo. Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas. Tanteaba el piso, tratando, en vano, de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse; sin importarle su desdicha.

El hombre se arrodilló con ella, juntó las manzanas, las metió a la canasta y le ayudó a montar el puesto nuevamente. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban magulladas. Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña:

- “Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estás bien?”.

Ella, llorando, asintió con la cabeza. Él continuó, diciéndole:

- “Espero no haber arruinado tu día”.

Conforme el vendedor empezó a alejarse, la niña le gritó:

- “Señor...”.

Él se detuvo y volteó a mirar esos ojos ciegos. Ella continuó:

- “¿Es usted Jesús...?”.

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Él se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma:

- “¿Es usted Jesús?”.

Y a Ti, ¿la gente te confunde con Jesús? Porque ese es nuestro destino, ¿no es así?

Parecernos tanto Jesús, que la gente no pueda distinguir la diferencia. Parecernos tanto a Jesús, conforme vivimos en un mundo que está ciego a su Amor, su Vida y su Gracia. Si decimos que conocemos a Jesús, deberíamos vivir y actuar como lo haría Él. Vivir su palabra cada día, identificarnos con Él cada día

DesarDesarDesarDesarrollo del temarollo del temarollo del temarollo del tema

Como veíamos viendo, las compañías son un proceso: por la compañía de presencia estoy con Jesucristo y él en mí, vividos a través de la celebración, de la contemplación del misterio y la adoración del Señor crucificado y resucitado presente en la Eucaristía.

Naturalmente esta experiencia no es automática, porque como todos los actos humanos también puede convertirse en rutina y costumbre vacía. Ni tampoco el único camino de encuentro con Dios. Pero si es uno de los medios que mejor la hacen posible, por el silencio, la meditación, la contemplación, el diálogo, la apertura que debe suponer.

A su lado, estando con Jesús íntimo, llego a co-sentir con él, a apasionarme por el Reino con él y como él, es la compañía de compasión, que lleva a la comunión más intensa en la entrega de la propia vida, a vivir eucarísticamente.

Este trato con Jesús, que me lleva a conocerlo cada vez más, “se va convirtiendo en simpatía, compenetración, en amor de Jesús y

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de todo Jesús, y el amor en imitación interior y exterior”.1 Ahora sí, me envía a vivir como él, esto es la compañía de imitación: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22,19).

1- Hostia por Hostia

Dice el Beato Manuel González:

“Si la presencia real de Jesús en su Sagrario pide y exige la compañía nuestra de presencia corporal y espiritual viva y animada, esto es, si su presencia con sus sentimientos y afectos pide de nosotros la compañía de compasión, el modo de su presencia en la Eucaristía merece la compañía de imitación. Jesús, en cuanto hombre, es siempre imitable: ese precisamente fue uno de los principales fines de hacerse hombre: enseñar con su ejemplo a dar gloria a Dios santificándonos”.2

“Una María –un miembro de la UNER- es un retrato de la Hostia por dentro”.3

El mismo Jesús en el Evangelio nos invita a esta imitación:

� Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros (Jn 13,15);

�Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29)

El Beato Manuel, al explicar la compañía de imitación, se fija en tres aspectos, de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que él considera fundamentales dicha imitación:

�Que está (presencia real permanente);

1 MANUEL GONZÁLEZ, Así ama Él, en Obras Completas I, 270-271. 2 MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 155. 3 MANUEL GONZÁLEZ, Florecillas de Sagrario, en Obras Completas I, 645. Dirá más: “Más de una vez he dicho y escrito que una María de verdad es la fotografía de una Hostia por dentro. Las Marías han venido al mundo para aliviar y desagraviar con su compañía el mal del abandono de la Eucaristía, causa de todos los males que afligen y lastiman al Corazón de Jesús, y dañan a las almas”.

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�Que está dispuesto a darse a todos en comida (Comunión);

�Que está como Cordero sacrificado al Padre por todos (Misa).4

Fascinado por la Eucaristía, para D. Manuel imitar a Jesús significa vivir la realidad eucarística. La Eucaristía es el encuentro con Cristo que vive, que está sacramentalmente presente a nosotros y que se nos da, se nos entrega. ¿Cómo podemos entonces vivirla?

�Estando en el propio deber: invitación a la fe, a la confianza, a la cercanía del Señor;

�Dándonos a nuestros prójimos: invitación al amor, a la caridad que se da sin esperar nada;

�Muriendo a nosotros mismos: invitación a la obediencia, a la entrega abnegada e incondicional de nuestro propio ser.5

Ha de estar dispuesto a repetir el gesto de Jesús: “tomad y comed… mi cuerpo entregado y mi sangre derramada”. Y dirá el Papa: “El cuerpo y la sangre de Cristo se nos dan para que a su vez nosotros mismos seamos transformados. Nosotros mismos debemos llegar a ser cuerpo de Cristo, sus consanguíneos”.6

Quien celebrar la Eucaristía, quien comulga, está llamado a:

�Ser pan partido y entregado. Ser eucaristía como Jesús.

�Poner en el altar la propia vida y hasta la muerte.

�Y, además, nada más salir a la calle al término de la Misa, hemos de ponernos a realizar lo que hemos dicho.

Así, nuestra vida tiene sentido. Ya no existen vidas inútiles, nadie podrá decir: ¿De qué sirve mi vida? ¿Para qué estoy en el mundo? Estás en el mundo para el fin más sublime que existe: para ser un sacrificio vivo, una eucaristía con Jesús.

4 Cfr. M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañado., 159. 5 Cfr. Ídem., 156-160. 6 BENEDICTO XVI en Colonia el 21.08.05.

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2. Condición de discípulo

Quien entiende que la Eucaristías es el don de la vida y de la muerte de Jesús, ha de asumir la condición de discípulo. Hasta llegar a decirnos con el evangelista “Ya no os llamo siervos, sino amigos” (Jn 15,15). Comentando esta cita el Beato Manuel dirá: “Los llama amigos, porque antes los hizo sus íntimos…Y porque lo aman tanto, que padecen las mismas penas y pasan por las mismas pruebas que Él… Antes que apóstoles suyos y maestros del mundo, los quiere amigos íntimos”.7 Ahora sí, me envía a mis hermanos, viviendo y entregándome como Él. La compañía de imitación es la compañía del discípulo que sigue a su Maestro, ya es apto para el apostolado, para la misión. Lo sabemos de sobra, nuestro mundo más que palabras, necesita testigos, y el testigo lo es de lo que él ha vivido.

Esto es el apóstol, “un enviado de Jesús con una sola ocupación: ir, y un solo fin: salir de Jesús haciendo de Jesús -¿Qué significa? Significa hablar de y como Jesús, obrar con su estilo, amar por y a lo Jesús- y volver después de haber hecho a Jesús en muchas almas”.8 Aún dirá más D. Manuel, es un “sagrario ambulante”, es el “evangelio vivo”,9 en el que se ve a Jesús a través de sus palabras, sus obras, su cuerpo y su alma.

“Ésta es la cadena: apóstoles en cuanto testigos. Testigos en cuanto amigos. Amigos en cuanto íntimos. Romped o quitad uno de los eslabones, y frustraréis la obra maestra de Jesús, y la acción de su apóstol”.10 Me pregunto si no podemos aplicar esta misma regla a nuestros apostolados hoy que decimos que nos falta impulso apostólico.

Aceptar el Amor como nuestra vocación y misión específica, identificándonos con su urgencia apostólica. La compañía de 7 MANUEL GONZÁLEZ, Así ama Él, en Obras Completas I, 288. 8 Ídem., 259. 9 Ídem., 260. 10 Ídem., 290l

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imitación, configura nuestra vida llenándola de sentido. Es el compromiso con una Persona en la que podemos creer y a la que podemos consagrarnos y por la que dar la vida. Esto hace que todos los esfuerzos resulten significativos y valiosos.

Reflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupo

Comentar en el grupo experiencias que hemos ido teniendo sobre esta compañía de imitación.

OraciónOraciónOraciónOración

¡Hostia callada del Sagrario! Yo quiero seguirte con la boca de mi amor propio cerrada.

¡Hostia, siempre Hostia del Sagrario! Yo quiero seguirte no siendo más que hostia de gloria de Dios y de amor a mis hermanos.

Madre Inmaculada, que el compendio de mi vida y el eco de mis pasos sobre la tierra sean esta palabra DICHA y HECHA ante tu Hijo sacramentado.

¡Emmanuel querido! ¡HOSTIA POR HOSTIA!11

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I (ver los libros en notas a pie de página).

MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompa-ñados, EGDA, Madrid, 81996.

HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, en Proceso de eucaristización de la vida. Las cuatro compañías. Conferencia en el Encuentro de Formación de las Misioneras

11 MANUEL GONZÁLEZ, Mi comunión de María, en Obras Completas I, 1297.

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Eucarísticas de Nazaret, Palencia septiembre 2010.

HNA. Mª ANTONIA MORENO, en Eucarísticos por vocación. Espiritualidad UNER. Charla en el Encuentro de Animadores UNER, Madrid 2003.

HNA. Mª TERESA CASTELLÓ, Un carisma Eucarístico-Reparador, Roma, 1997.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Descubrir que una condición esencial de la compañía es abandonarnos en cada momento en las manos amorosas de Dios Padre.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

El que es tan rumboso en dar lo más, que es su propia Carne y Sangre, ¿va a ser corto en darme lo menos, que son sus auxilios a mis cuidados? Por tanto, la compañía de confianza es la unión con Jesús que lleva al olvido de sí mismo y el abandono con amor, con gozo y con confianza a su Corazón.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Mt 11,28; 14,27; Lc 12,27-28; Jn 16,33; Rm 10,9-11; Flp 4,13; Sal 23,1; 34,8.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

El pájaro y la oración.

¿Has visto un ave durmiendo en una rama o en un cable, sin caerse? ¿Cómo lo consigue? Si nosotros intentáramos dormir así, nos caeríamos…

El secreto está en los tendones de las patas del pájaro que tienen

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una forma tal que, cuando la rodilla está doblada, la pata toma firmemente cualquier cosa.

Los patas no se sueltan de la rama hasta que él desdoble la rodilla para volar.

La rodilla doblada es lo que le da la fuerza para asirse a cual-quier cosa.

¿No es una maravilla? Es un diseño increíble que el Señor ideó para el ave.

Pero… no es tan diferente en nosotros:

Cuando nuestra “rama” en la vida se quiere romper… cuando todo está amenazado con caerse… la mayor seguridad, la mayor estabilidad, nos viene de una rodilla doblada… hincada… en oración.

Si alguna vez, las dificultades te desaniman y pierdes la fe… ponte de rodillas y dialoga con Dios… percibirás que no estás solo… que Él quiere caminar contigo… solo tienes que hablarle… vaciar lo que guardas en lo profundo de tu ser… y permitir que Él lo llene con su Luz.

Es Él quien renueva fuerzas, esperanza y fe… y si Él cuida de un ave, imagina lo que hará por ti que eres su hijo amado…

“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y se os dará” (Juan 15,7)

“Confiadle todas vuestras preocupaciones, puesto que Él se preocupa de vosotros” (Pe 5,7).

Vivir la confianza es oír a Dios que nos dice –como a María- que para Él “nada es imposible” (Lc 1,37) y, en consecuencia, lo úni-co que se me pide a mí es “hacer bien lo que tengo que hacer

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ahora y Él se cuidará de lo demás”.1

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

l- Vivir en la confianza

“Cuando los discípulos de Emaús pidieron a Jesús que se quedara ‘con’ ellos (cfr. Lc 24,25) -petición que nace de la confianza obtenida por el trato con Él por el camino- Jesús contestó con un don mucho mayor. Mediante el sacramento de la Eucaristía encontró el modo de quedarse ‘en’ ellos”.2

La compañía de confianza es acoger que Jesús viva en mí. Es una entrega total al Señor: “no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20). Tan entera es esta confianza que uno de los matices propios de nuestra espiritualidad es el olvido propio,3 dejando en las manos de Dios la propia vida: “vivir el alma tan unida y compenetrada con el Corazón de Jesús sacramentado, que no se ocupe ni preocupe de sus propios cuidados y gustos, sino de esto sólo: de que Él esté contento”.4

Esta confianza se da en tanto en cuanto hay un amor de entrega. No basta con amar a Cristo de cualquier manera, ni amar al prójimo de cualquier modo. Ha de ser un amor a toda prueba, en todo momento, no sólo durante las horas de culto, o en el momen-to de fervor, o en la desgracia. Confianza en Jesús, sencillamente, porque es Jesús. Así lo expresa el Beato Manuel:

“¿Por qué no hemos de contar sin titubeos ni vacilaciones, sino

1 MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 164. 2 JUAN PABLO II, Mane nobiscum Domine, 19 3 A propósito del olvido propio, no deja de ser interesante lo que indica, San Pedro de Alcántara, sobre la desconfianza: “Para la desconfianza, el remedio es considerar que este negocio no se ha de alcanzar por solas tus fuerzas, sino por la divina gracia, la cual tanto mas presto se alcanza, cuanto mas el hombre desconfía de su propia virtud y confía en sólo la bondad de Dios, a quien todo es posible” (Tratado de la oración y meditación, 11, 4, aviso 7°). 4 M. GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompañados, 164.

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con la confianza más cierta e inconmovible, con el amor misericordioso y omnipotente del Jesús de nuestro Sagrario y de nuestra Comunión, porque es Jesús?”.5

La confianza plena para un miembro de la UNER no es dejar de ser él mismo sino serlo en plenitud, asumiendo con responsabili-dad, la propia vida como lo asumió Jesús: con amor y fidelidad absoluta al designio del Padre y a favor de los hombres.

“Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp 4,13), exclama San Pablo porque sabía que toda su vida estaba sostenida y corroborada por la misma fuerza de Dios.

2- Retorno de amor

La compañía de confianza es “la misma unión con el Corazón de Jesús que produce la compañía de compasión, llevada hasta el olvido de sí propio y el abandono total a su Corazón”.6 Abandonarme con amor, con gozo y con confianza en sus manos. Poner en ellas todas mis cosas, deseos, ilusiones, esperanzas; la cruz y el gozo de la vida de cada día, en una palabra: todo, absolutamente todo. Dios me ama y quiere una respuesta de amor por mi parte:

� Abierto a su voluntad

Es vivirlo todo en Dios. Desde una vida de oración y de encuentro con el Señor, cada uno de nosotros tendrá que intentar “descubrir” qué es lo que espera el Señor de mí. Aceptando por adelantado y sin condiciones su plan de amor, caminando sin cálculos, sin miedos, con la confianza en Él.

� En fidelidad

Una fidelidad, que se manifestará en las grandes opciones de la vida y en las pequeñas cosas de cada día. Es disponibilidad. Una 5 Ídem., 167. 6 Ídem., 163.

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actitud de donación y obediencia al Padre consciente de que al encontrarte con Jesús, entras en un ritmo de cambio y no querer todo hecho desde el primer momento.

� Con corazón de pobre

Un corazón humilde, sencillo, auténtico, transparente, abierto a Dios. Es reconocer mis limitaciones, mis fragilidades... reconocer mi tendencia al pecado y mi ilusión por seguir a Jesús. Sentirme pequeño, como un niño y no confiar tanto en mis propias fuerzas, sino poner mi confianza en el Señor y esperarlo más de su amor que de mi propio esfuerzo.

En definitiva, la compañía de confianza, es aquella compañía que no me separa de Cristo, a pesar de mi pobreza. El Card. Newman lo expresa bellamente:

“Buscad el rostro de Aquel que habita siempre, con presencia real y corporal, en su Iglesia. Haced, al menos, lo que hicieron los discípulos. Tenían sólo una fe débil, no tenían una gran confianza ni paz, pero por lo menos no se separaban de Cristo [...] No os defendáis de Él, antes bien, cuando estéis en apuro acudid a El, día tras día, pidiéndole fervorosamente y con perseverancia aquellos favores que solo Él puede otorgar. Y así como en esta ocasión que nos narran los Evangelios, El reprochó a sus discípulos, pero hizo por ellos lo que le habían pedido, así, aunque observe tanta falta de firmeza en vosotros, que no debía existir, se dignará increpar a los vientos y al mar y dirá: ‘Paz, estad tranquilos’. Y habrá una gran calma”.7

Conclusión

La reparación no se queda solo en las dimensiones litúrgicas o en las prácticas devocionales, sino que conduce realmente a la transformación de la propia vida y del mundo. Reparación es una 7 Card. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo IV después de Epifania, Cat. S. Chaud 1848.

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llamada a optar por vivir en mi vida el mismo amor de Cristo, es decir, un amor hasta el extremo; o lo que es lo mismo, hacer de mi vida una vida de hostia que contribuya a construir la civilización del amor. Una vida eucarístizada -una vida entregada en las manos del Padre y dedicada a su proyecto, el Reino- se va haciendo, se va fraguando poco a poco a través de las compañías.

Como vemos, es todo un programa de vida, un estilo de ser y vivir de acuerdo con el carisma que el Señor nos ha dado.

Celebrar la Eucaristía, tener un rato de adoración, de oración, debe llevarme a una vida “eucaristizada”. A ser, como dice D. Manuel, “Evangelios vivos”, “Sagrarios ambulantes”. Dejar que la Eucaristía invada toda nuestra vida de sentido y de fuerza y que se traduzca en nuestro pensar, obrar, actuar, acoger, perdonar, nuestro entregarnos al estilo y por la gracia de Jesús comulgado y asimilado.

Que nuestra vida muestre siempre a los demás que Jesús vive entre nosotros. Y éste sea nuestro anuncio gozoso.

Reflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupoReflexión personal y de grupo

1) ¿En quien o qué confías de verdad? ¿De verdad tienes tu confianza puesta en Dios? ¿Te apoyas en Él en todo momento y circunstancia?

2) Comentar alguna experiencia vivida de confianza y abandono en Dios.

OraciónOraciónOraciónOración

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias.

Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo,

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con tal que tu voluntad se cumpla en mí, y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo.

Y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.8

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLEZ, El abandono de los Sagrarios acompa-ñados, EGDA, Madrid, 81996.

HNA. Mª AUXILIADORA MEDINA, en Proceso de eucaristización de la vida. Las cuatro compañías. Conferencia en el Encuentro de Formación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, Palencia septiembre 2010.

HNA. Mª TERESA CASTELLÓ, Un carisma Eucarístico Repara-dor, Roma, 1997.

8 CHARLES DE FOUCAULD, Oración de entrega.

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Descubrir la urgencia de la misión y que es parte constitutiva de nuestro ser cristiano.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

Ante la realidad que el mundo vive, urge una nueva evangelización, que sigue siendo la realización del encuentro y comunión con Cristo, tarea fundamental de la Iglesia y que nos incumbe a todos.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Mt 28,19-20; Mc 16,15; 1Cor 9,16.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Cuento: La sopa de piedra

Cierto día llegó a un pueblo un hombre bien vestido y pidió a una mujer que le diese algo que comer.

- “Lo siento -dijo ella-, pero en este momento no tengo nada en casa”.

- “No se preocupe -dijo amablemente el extraño-, tengo una piedra de sopa en mi cartera. Si Ud. me permitiera ponerla en una olla de agua hirviendo, yo haría la mejor sopa del mundo”.

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La mujer buscó la olla más grande, la puso en el fuego con agua y comunicó el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuando el agua empezó a hervir ya estaba todo el vecindario en torno a aquel extraño que, tras dejar caer la piedra en el agua, probó una cucharada exclamando:

- “¡Deliciosa! Lo único que necesita son unas patatas” .

Una mujer se ofreció de inmediato para traerlas de su casa. El hombre probó de nuevo la sopa, que ya sabía mucho mejor, pero echó en falta un poco de carne.

Otra mujer voluntaria corrió a su casa a buscarla. Y con el mismo entusiasmo y curiosidad se repitió la escena al pedir unas verduras y sal. Por fin pidió:

-“Platos para todo el mundo”.

La gente fue a sus casas a buscarlos y hasta trajeron pan y frutas. Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida sintiéndose extrañamente felices de compartir, por primera vez, su comida.

Y aquel hombre extraño desapareció dejándoles la milagrosa piedra de sopa, que podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.

El impulso misionero, es parte constitutiva de nuestra forma de vida cristiana y de nuestro propio ser carismático: “dar y buscar”. Ya nos lo dice claramente la Exhortación Sacramentun Caritatis nº 84: “No podemos acercarnos a la mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimiento de la misión que partiendo del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres”. No podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Este exige por su naturaleza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el amor de Dios. Encontrar a Cristo y creer en él. “Acompañar a los hombres y mujeres de hoy a escuchar la

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voz de Jesucristo, camino, verdad y vida, presente en el Sagrario”.1

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

Si echamos un vistazo a nuestra realidad constatamos que “nos encontramos en un momento histórico de grandes cambios y tensiones, de pérdida de equilibrio y de puntos de referencia. Esta época nos lleva a vivir cada vez más sumergidos en el presente y en lo provisional, haciendo siempre más difícil la escucha y la transmisión de la memoria histórica, y el compartir valores sobre los cuales construir el futuro de las nuevas generaciones. En este cuadro la presencia de los cristianos, la acción de sus instituciones, es percibido en modo menos espontáneo y con mayores sospechas; en las últimas décadas se han multiplicado los interrogantes críticos dirigidos a la Iglesia y a los cristianos, al rostro del Dios que anunciamos. La tarea de la evangelización se encuentra así frente a nuevos desafíos, que cuestionan prácticas ya consolidadas, que debilitan caminos habituales y estandarizados; en una palabra, que obligan a la Iglesia a interrogarse nuevamente sobre el sentido de sus acciones de anuncio y de transmisión de la fe”.2

1- Nueva Evangelización

La nueva evangelización3 es el nombre dado a esta nueva aten-ción de la Iglesia a su misión fundamental, a su identidad y razón de ser.

1 JUAN PABLO II, Audiencia a los peregrinos con motivo de la beatificación de D. Manuel González García, 30 de abril 2001. 2 Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, La nueva evangeli-zación para la transmisión de la fe cristiana. Lineamenta, 2 de febrero 2011, 3. 3 La expresión “nueva evangelización” Había sido introducido por el Papa Juan Pablo II, inicialmente -sin un particular énfasis- durante su viaje apostólico a Polonia en 1979. El término ha sido retomado y relanzado por el mismo Papa en su discurso a la XIX

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No se trata de hacer nuevamente una cosa que ha sido mal hecha o que no ha funcionado; no es una reduplicación de la primera, no es una simple repetición, sino que consiste en el coraje de atreverse a transitar por nuevos senderos, frente a las nuevas condiciones en las cuales la Iglesia está llamada a vivir hoy el anuncio del Evangelio…. “Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas fronteras, tanto en la primera misión ad gentes, como en la nueva evangelización de pueblos que han recibido ya el anuncio de Cristo. Hoy se pide a todos los cristianos, a las Iglesias particulares y a la Iglesia universal la misma valentía que movió a los misioneros del pasado y la misma disponibilidad para escuchar la voz del Espíritu”.4 “La Iglesia tiene que dar hoy un gran paso adelante en su evangelización; debe entrar en una nueva etapa histórica de su dinamismo misionero. En un mundo que, con la desaparición de las distancias, se hace cada vez más pequeño, las comunidades eclesiales deben relacionarse entre sí, intercambiarse energías y medios, comprometerse a una en la única y común misión de anunciar y de vivir el Evangelio”.5

2- Su finalidad, encuentro y comunión con Cristo

El mandato misionero, “id” , que los discípulos han recibido del Señor (cfr. Mc 16,15) contiene una explícita referencia a la proclamación y a la enseñanza del Evangelio cuando Jesús les dice: “enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado” (Mt 28,20). Por tanto, la misión de la Iglesia consiste en realizar el anuncio y la transmisión del Evangelio, que es “fuerza de Dios Asamblea del CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana) en marzo de 1983. La introduce como un medio de comunicación de energías en vista de un nuevo fervor misionero y evangelizador. A los Obispos de América Latina se dirige así: “La conmemoración del medio milenio de evangelización tendrá su significación plena si es un compromiso… no de re-evangelización, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”. 4 JUAN PABLO II, Redemptoris Missio, 30. 5 JUAN PABLO II, Christifideles laici, 35.

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para la salvación de todo el que cree” (Rm 1,16). El objetivo de la transmisión de la fe es la realización de este encuentro con Jesucristo, en el Espíritu, para llegar a vivir la experiencia del Padre suyo y nuestro.

Transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que el encuentro entre los hombres y Jesucristo se realice. La fe como encuentro con la persona de Cristo asume la forma de la relación con Él, de la memoria de Él (en la Eucaristía) y de la formación en nosotros de la mentalidad de Cristo, en la gracia del Espíritu. Y como dice Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva [...] Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero, ahora el amor ya no es sólo un ‘mandamiento’, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro”.6

Transmitir la fe en Cristo significa crear las condiciones para una fe pensada, celebrada, vivida y rezada, y esto implica entrar en la vida de la Iglesia.

Por lo tanto, transmisión de la fe implica la fe de los cristianos y la vida de la Iglesia. No se puede transmitir aquello en lo cual no se cree y no se vive. Un signo de fe consolidada y madura es, precisamente, la naturalidad con la cual comunicamos la fe a los otros.

Diría el Beato Manuel González que no se puede amar lo que no se conoce, escuchémosle:

“¡Conocer y dar a conocer a Jesús! ¡Conocerlo y darlo a conocer todo lo más que se pueda! He aquí la suprema aspiración de mi fe de cristiano y de mi celo de sacerdote, y la que quisiera que fuera la única aspiración de mi vida. Y no digo conocer y amar, y darlo a conocer y amar, porque, con que se conozca, basta. El que conoce

6 Deus caritas est, 1.

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con toda evidencia una verdad no puede negarla, no es libre para no admitirla. El que conoce ciertamente un bien, tampoco es libre para odiarlo o quererlo. El bien conocido y reconocido como tal bien, es necesariamente querido. Cuando odiamos un bien es porque no lo conocemos del todo o nos engañamos tomándolo por mal. Cuando queremos un mal, no es porque lo tengamos por mal, sino que, engañándonos, lo tomamos por bien. Jesús es verdadero y bueno. Más aún, es la Verdad y el Bien, y se le odia, sin embargo. ¿Por qué? Porque no se le conoce, o se le conoce muy a medias”.7

Y para conocer a Jesús hay que estar con Él.

No es casual que el Evangelio deje bien indicado la razón por la que Jesús escogió a sus apóstoles:

“Llamó a los que él quiso... para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-14).

No se puede transmitir el Evangelio sin saber lo que significa “estar” con Jesús, vivir en el Espíritu de Jesús la experiencia del Padre; así también, paralelamente, la experiencia de “estar” con Jesús impulsa al anuncio, a la proclamación, al compartir lo que se ha vivido, habiéndolo experimentado como bueno, positivo y bello.

“Recordáis la terminación de aquel encantador diálogo de los primeros discípulos de Jesús: -«¿En donde vives, Maestro?» –«Venid y ved». «Fueron y estuvieron con Él todo el día». ¿El fruto de estar aquel día con Jesús? Nos lo presenta el grito que proferían al separarse de Jesús y ver a sus hermanos: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). ¡Habían comenzado a conocer a Jesús!”.8

El Evangelio nos refleja que saben contagiar a Cristo aquellos que se han encontrado con Él:

� Los primeros discípulos → Mc 3,13-14; Jn 1,35-46.

7 MANUEL GONZÁLEZ, Así ama Él, en Obras Completas I, 234.

8 Ídem., 269a.

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� La samaritana → Jn 1,7-30.

� María Magdalena → Jn 20,10-18.

El encuentro con Cristo lleva a ser testigo.

El cristiano y la Iglesia o son misioneros o no son tales. Quien ama la propia fe se preocupará también de testimoniarla, de llevarla a los otros y permitir a los otros participar en ella. La falta de celo misionero es carencia de celo por la fe. Al contrario, la fe se robustece trasmitiéndola. ¿Tenemos interés en transmitir la fe? ¿Estamos empeñados de corazón con la misión?

3- Un deber que nos incumbe

“Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no predico el Evangelio!” (1Cor 9,16).

Juan Pablo II, en la Christifideles laici nº 3, insistía en “la acogida por parte de los fieles laicos del llamamiento de Cristo a trabajar en su viña, a tomar parte activa, consciente y responsable en la misión de la Iglesia en esta magnífica y dramática hora de la historia, ante la llegada inminente del tercer milenio. Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”.

La Unión Eucarística Reparadora, todos sus miembros, deben sentirse cuestionados por estas palabras de Juan Pablo II. Copiando sus palabras afirmamos: en la UNER nadie puede estar ocioso. “No es licito permanecer ocioso”.

El Beato Manuel nos diría: “¡Ser siempre apóstol! (…) Estar

siempre haciendo algo con la palabra o la intención para que Jesús, el Jesús-Rey de nuestro corazón y centro de nuestra vida, sea

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un poquito más conocido, amado, servido, imitado y glorificado, ¿qué alma sinceramente cristiana no lo desea y procura?

“No tengáis miedo de hablar de Dios y de manifestar a los ojos de vuestros contemporáneos la luz de Cristo”,9

“No tengamos miedo al que dirán, que siempre hace abortar hermosos proyectos. No tengamos miedo a ser pocos, porque la levadura es siempre poca, pero hace fermentar la masa. No tengamos miedo a que no nos entiendan, porque la semilla demuestra que es fértil después de brotar y madurar”. (Mons. Palentini)

“El cristiano es, en la Iglesia y con la Iglesia, un misionero de Cristo enviado al mundo. Ésta es la misión apremiante de toda comunidad eclesial: recibir de Dios a Cristo resucitado y ofrecerlo al mundo, para que todas las situaciones de desfallecimiento y muerte se transformen, por el Espíritu, en ocasiones de crecimiento y vida”.10

“La misión de los católicos es poner amor donde haya odio; unión donde haya división; solidaridad donde haya egoísmos e individualismo; compromiso donde haya indiferencia; paz donde haya corazones angustiados; entusiasmo por el anuncio de la Buena Noticia donde haya escepticismo e indiferencia religiosa; compromiso con el hermano donde haya intereses mezquinos de personas o corporaciones” (Martín Zabala).

No podíamos acabar sin unas palabras de Ntro. Fundador animándonos a la urgencia del apostolado eucarístico:

“Hermano mío, sembrador de las almas (…), cuenta que todavía

la mayor parte de los hombres no han querido recibir o no han

dejado arraigar esa semilla. Todavía siguen en espantosa mayoría las almas situadas junto al camino, las ahogadas por los

9 BENEDICTO XVI, en Fátima, 13/5/2010. 10 BENEDICTO XVI, en Oporto, 14/5/2010.

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abrojos y las secas y duras como piedras... Y, sin embargo,

todavía no ha alumbrado el sol un día a la tierra en el que no se

hayan abierto las puertas de miles de Sagrarios para dejar salir

al Sembrador divino a sembrarse a Sí mismo en las almas.

Sembrador, sembrador, cada vez que oigas rechinar las puertas

del Sagrario girando sobre sus goznes, hazte cuenta que desde

allá dentro te dicen:

-Sembrador, siembra hoy también...

-Siembra a pesar de los malos que ayer te persiguieron a cara

descubierta; a pesar de los buenos que no te entienden, te

interpretan mal y tratan de cansarte a fuerza de murmuraciones,

reticencias y explosiones de celo amargo; a pesar de los

achaques de tus años y de tu salud y de los cansancios e

inconstancias de tus (compañeros)..., a pesar de todo eso y,

sobre todo, de tu amor propio herido y humillado, sigue

sembrando hoy con la misma paz que el día de tus más copiosas

cosechas”.11

Reflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupo

1) ¿Que retos nos marca a nosotros en concreto este tema? 2) ¿Que experiencia de misión tiene y está viviendo el grupo? 3) ¿Sientes, que tanto a nivel personal como de grupo “no se

permanece ocioso”?

OraciónOraciónOraciónOración

Bienaventuranzas del cristiano misionero

� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que vive enamorado de Cristo, que se fía de Él como lo más necesario y absoluto, porque no quedará defraudado.

11 MANUEL GONZÁLEZ, Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario, en Obras Completas I, 442.

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� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que cada mañana dice "Padre Nuestro", llevando en su corazón todas las razas, pueblos y lenguas; que es agradecido al don gratuito de Dios amor, porque no se conformará con una vida mezquina.

� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, con un corazón puro y transparente, que sabe descubrir el amor y la ternura de Dios sin complicaciones, porque Dios siempre se le revelará.

� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que reconoce y acepta sus limitaciones y debilidades y no pretende ser invencible, y sin embargo se esfuerza cada día en superarlas, porque Dios se complace en los humildes.

� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que sabe discernir con sabiduría lo que conviene callar y hablar en cada circunstancia, porque nunca tendrá que arrepentirse de haber ofendido a un hermano.

� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que no puede vivir sin la oración ante el Sagrario, sin saborear las riquezas de la Palabra de Dios, y sin la Eucaristía, porque esto dará sentido a su vida.

� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que anuncia a Jesucristo Vivo entre nosotros y denuncia las injusticias que oprimen a los hombres, porque será llamado profeta de los signos de los tiempos.

� Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que sabe asumir y valorar la cultura de los pueblos, porque habrá entendido el misterio de la Encarnación.

Bienaventurado el miembro UNER que se siente misionero, que tiene tiempo para hacer felices a los demás, que encuentra tiempo para los amigos, la lectura, el esparcimiento, porque ha

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comprendido el Mandamiento del Amor y se conoce humano y necesitado

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Lineamenta, 2 de febre-ro 2011.

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I (ver los libros en notas a pie de página).

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ObjetivoObjetivoObjetivoObjetivo

Profundizar que nuestra misión evangelizadora es “eucaristizar.

Idea esencialIdea esencialIdea esencialIdea esencial

La misión evangelizadora de la UNER tienes dos vertientes: el compromiso-testimonio y el compromiso-eucaristizador.

Iluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblicaIluminación bíblica

Mc 16,15; Lc 24,13-35; Hch 26,28; Rm 10,14; 2Cor 4,13; 1P 3,15.

IntroducciónIntroducciónIntroducciónIntroducción

Cuento: El árbol generoso

Érase una vez un árbol denso y fuerte. Sobre todo fuerte, frente a la lluvia y el viento huracanado. Pero el árbol denso y fuerte tenía una debilidad: un niño a quien amaba más allá de sí mismo. Cuando lo veía venir, agitaba sus ramas muy contento y le gritaba:

- Ven, ¿quieres jugar? Vas a ser el rey de la selva. Trepa sobre mi tronco y colúmpiate en mis ramas y come manzanas y juega a mi sobra y sé feliz. Toma mis hojas, haz una corona y póntela sobre tu cabeza.

Nadie puede detener la vida. El niño creció y ya no quería jugar a

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ser el rey de la selva. Su corazón quería cosas, cosas y más cosas.

- ¿Por qué estás tan triste?, le pregunta un día el árbol.

- Porque necesito cosas y no tengo dinero. ¿Puedes darme un poco de dinero?

- Lo siento, dijo el árbol, no tengo dinero. Pero no sufras por eso. Súbete a mis brazos, coge todas mis manzanas y véndelas en el mercado de la ciudad. Así tendrás el dinero que necesitas y serás feliz.

En seguida el muchacho subió al árbol, cogió sus manzanas y se las llevó. Y el árbol fue feliz... Y el muchacho se alejó. Y el árbol fue feliz ofreciendo el fruto de sus ramas. Pasó el tiempo. Tiempo de soledad para el árbol, pero un día se estremeció su corazón de madera. El niño de otros tiempos, que era ya un hombre, volvió. Eso sí, muy serio.

- ¿Qué te pasa ahora? ¿Por qué estás tan serio?

- Porque quiero hacerme una casa de madera y no tengo madera. Necesito el calor tanto como el comer. Quiero una esposa y unos hijos y por eso necesito una casa.

- Yo no tengo casa, dijo el árbol. El bosque es mi casa. Pero no te preocupes por eso, le dice el árbol. Toma tu hacha y corta mis ramas mejores, hazte una casa y sé feliz.

Así lo hizo el niño de entonces y ahora un hombre maduro. Cortó las ramas y se las llevó para construir la casa. Y el árbol era feliz.

Cuando el muchacho, hecho un hombre, regresó, el árbol no podía hablar embargado por la emoción. Pero el corazón de aquel hombre seguía hastiado.

- ¿Qué te pasa ahora? ¿No te he dado la leña para hacerte tu casa?, preguntó el árbol.

- Sí, pero estoy aburrido de ver siempre el mismo paisaje. Me han dicho que lejos de aquí hay paisajes muy hermosos.

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- No llores por eso. Corta mi tronco a raíz del suelo y hazte una barca. Y luego con las pocas ramas que me quedan, hazte unos remos y vete a navegar y sé feliz. Y el árbol se quedó feliz con la ofrenda de su tronco.

Pasó mucho tiempo; tanto que apenas el árbol podía respirar por unos tallos verdes. Hasta que un día, empinándose sobre la hierba, vio venir a su amigo. Casi no le reconoció. Volvía encanecido y agotado.

- Ven viejo amigo, le dijo el árbol agotado. Y ahora, ¿qué necesitas?

- Nada, ahora no necesito nada. Estoy cansado de tanto viajar y sólo quiero descansar.

- Ven, le dijo el árbol, siéntate en el tronco que cortaste a ras de tierra y descansa. Es lo único que me queda. Se sentó a descansar y el árbol era feliz... feliz... muy feliz...

Misión es darse. Quien no comunica la verdad del Amor al hermano no ha dado todavía bastante.

A pesar de todo, las personas siguen teniendo hambre de Dios, aunque no lo expresen así, siguen teniendo hambre de felicidad, de sentido para sus vidas, de llenar ese “vacío” que parece instalarse en lo más profundo de sus vidas, allí donde las pregun-tas fundamentales siguen sin encontrar respuesta, allí donde se encuentran solos consigo mismo y donde descubren el sinsentido de sus vidas que no les puede llenar...

Juan Pablo II decía: “los hombres de nuestro tiempo, quizá no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no sólo ‘hablar’ de Cristo, sino en cierto modo hacérselo ‘ver’. ¿Y no es quizás cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia y hacer resplandecer también su rostro ante

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las generaciones del nuevo milenio?”.1

Esta es nuestra llamada –como bautizados y como UNER-: ser reflejo de la luz de Cristo, hacer ver el rostro de este Cristo que continúa presente y vivo en medio de nosotros.

Somos enviados por Dios a la sociedad en la que vivimos para anunciar que Cristo sigue viviendo en medio de nosotros, a llevar la Buena Noticia de Dios-con-nosotros. De Dios hecho Eucaristía.

Desarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del temaDesarrollo del tema

En la Eucaristía, Cristo sigue uniéndonos a Él como discípulos y amigos, y nos asocia a su obra evangelizadora: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22,19). Nos encomienda su misma misión. Lo que realizó en su vida histórica (palabras, gestos, actitudes…) y lo que sigue realizando hoy en su vida eucarística, nosotros hemos de acercarlo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Que nuestra vida muestre siempre a los demás que Jesús vive entre nosotros. Y este sea nuestro anuncio gozoso.

1- Vida eucaristizada: coherencia y testimonio

Decía Pablo VI: “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio. [...] Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad”.2

Coherencia eucarística, “es a lo que está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un

1 JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, 16. 2 PABLO VI, Evangelii Nuntiandi, 41.

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acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe”.3

Por eso, es necesario comprender las relaciones entre la Eucaristía y la vida cotidiana. “La espiritualidad eucarística -nos dice Benedicto XVI- no es solamente participación en la Misa y devo-ción al Santísimo Sacramento. Abarca la vida entera. Y es que uno de los efectos más graves de la secularización consiste en haber relegado la fe cristiana al margen de la existencia, como si fuera algo inútil en el desarrollo de la vida de los hombres. El fracaso de este modo de vivir ‘como si Dios no existiera’ está ahora a la vista de todos. Hoy se necesita redescubrir que Jesucristo no es una simple convicción privada o una doctrina abstracta, sino una persona real cuya entrada en la historia es capaz de renovar la vida de todos. Por eso la Eucaristía, como fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia, se tiene que traducir en vida según el Espíritu”.4

La misión primera y fundamental que recibimos de la Eucaristía que celebramos es la de dar testimonio con nuestra vida.

Pero, ¿somos conscientes del don5 que hemos recibido?

“El asombro por el don que Dios nos ha hecho en Cristo imprime en nuestra vida un dinamismo nuevo, comprometiéndonos a ser testigos de su amor. Nos convertimos en testigos cuando, por nuestras acciones, palabras y modo de ser, aparece Otro y se comunica. Se puede decir que el testimonio es el medio con el que la verdad del amor de Dios llega al hombre en la historia, invi- tándolo a acoger libremente esta novedad radical”.6

3 BENEDICTO XVI, Sacramentum Caritatis, 83. 4 Ídem, 77. 5 “La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia” (Ecclesia de Eucharistia, 11).

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El don que nos fue dado y la exigencia que comporta el hacerlo nuestro es una llamada a ser personas eucarísticas. Recordemos el significado literal de eucaristía: “me conduzco como quien ha recibido un buen regalo y está agradecido”. Podríamos definirlo de otra manera: ser hostia, expresión que utiliza mucho el Beato Manuel González.7

Por otra parte, en nuestra vida misionera el encuentro con Cristo Eucaristía nos lleve a vivir unas actitudes eucarísticas: solidaridad, perdón, comunión, acogida, sencillez, alegría, silencio…, tan urgentes y necesarias hoy en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad, una sociedad secularizada “que lleva a la marginación de Dios en la vida... Se absolutiza una libertad sin compromiso por la verdad y se cultiva como ideal el bienestar individual a través del consumo de bienes materiales y experiencias efímeras, descuidando la calidad de las relaciones con las personas y los valores humanos más profundos; se reduce el amor a una emoción sentimental y a la satisfacción de impulsos instintivos, sin esforzarse por construir vínculos duraderos de pertenencia recíproca y sin apertura a la vida”.8

Pero “no podemos olvidar que la primera tarea será siempre ser dóciles a la obra gratuita del Espíritu del Resucitado, que acompaña a cuantos son portadores del Evangelio y abre el corazón de quienes escuchan. Para proclamar de modo fecundo la Palabra del Evangelio, se requiere ante todo hacer una experiencia profunda de Dios”.9 Y ese Espíritu es el que nos va transformando en hostias… Oigámosle mejor al Beato Manuel: “Esa elaboración y conversión gradual y constante de nuestro ser

en hostia por acción de las Hostias de nuestras Comuniones, ésa es

6 BENEDICTO XVI, Sacramentum Caritatis, 85. 7 Obras Completas I: nn. 325, 326, 1143 y 2751. “Ser hostia es darse a Dios y en favor de los prójimos del modo más absoluto e irrevocable” (nº 1143). 8 BENEDICTO XVI, Homilía durante el viaje apostólico a Croacia, 05-06-2011. 9 BENEDICTO XVI, Ubicumque et semper (para la institución del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización) 21 de septiembre de 2010.

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la verdadera vida interior o espiritual, porque es el Espíritu Santo,

el gran Agente de esa misteriosa digestión y asimilación de la

Hostia, el que con el jugo de la caridad divina, que cada Comunión

infiltra en nuestro ser, y con el ejercicio de nuestra libre

cooperación y adaptación, va elaborando al hombre nuevo, al

hombre-hostia, de modo semejante, aunque desde luego no igual,

a como elaboró en el seno purísimo de la Virgen Inmaculada el

cuerpo perfectísimo de su Hijo Jesús”.10

El ejemplo de Ntro. Fundador nos alienta y acompaña para vivir la misión desde la llamada del Señor y la urgencia evangelizadora: “Pero no huí. Allí me quedé un rato largo y allí encontré mi plan de

misión y alientos para llevarlo a cabo. ¡Qué claro me hiciste ver

todo el mal que de ahí salía y todo el bien que por él dejaba de

recibirse! ¡Qué bien me diste a entender la definición de mi

sacerdocio haciéndome ver que un sacerdote no es ni más ni

menos que un hombre elegido y consagrado por Dios para pelear

contra el abandono del Sagrario!”.11

El testimonio más fuerte, y no solo de los primeros cristianos sino también de todos los siglos hasta hoy, es el testimonio hasta el don de sí mismos, hasta el martirio, cumbre del nuevo culto espiritual. Podríamos leer un fragmento de una carta de San Ignacio de Antioquía a los Romanos. El anciano obispo de Antioquía es transportado por un pelotón de soldados desde Siria hacia la capital imperial, donde será echado a los leones en el circo romano, el año 110. San Ignacio enfrenta con valentía la pena de muerte antes de renunciar a su fe. Sus palabras estremecen por ser las de un hombre al borde del martirio, con un apasionado deseo de derramar su sangre por Cristo. Es un ejemplo cumbre del discipulado cristiano:

“Lo único que para mí han de pedir es que tenga fortaleza interior y exterior, para que no sólo hable, sino que esté también interiormente decidido, a fin de que sea cristiano no sólo de nombre, sino también de hecho. Si me porto como cristiano, tendré también derecho a este

10 MANUEL GONZÁLEZ, Mi Comunión de María en Obras Completas I, 1163. 11 MANUEL GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, en Obras Completas I, 15.20.

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nombre y, entonces, seré de verdad fiel a Cristo, cuando haya desaparecido ya del mundo… Soy trigo de Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo… Ahora es cuando empiezo a ser discípulo”.

D. Manuel, con palabras claras, nos urge, a todos los miembros UNER al apostolado eucarístico por el testimonio de vida: “Apóstoles de la presencia de Jesús, salid en su nombre por todas

partes enseñando más con vuestras obras que con vuestras

palabras, y de todos los modos que os sugiera el Espíritu Santo

esta grande y consoladora verdad: Que Jesús, no sólo está

realmente en los Sagrarios, sino en las almas y en la vida de los

buenos comulgantes...”.12

¡ATENCIÓN!!! Algo muy importante nos dice el Fundador: “trabajad con vuestros pies, con vuestras manos, con vuestras

bocas, con vuestra cabeza, con todo vuestro corazón..., pero por

Dios, no olvidéis el trabajar de rodillas..., esto es, descansad un

poco ante vuestro Sagrario antes de empezar vuestros días y

vuestra labor y después de darle remate. No hay trabajo más

fecundo que el que se hace de rodillas; y sin él los demás, tarde o

temprano son infecundos”.13

2- El apostolado por medio de la Eucaristía14

“Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorpren-didos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él”.15 “Esta afirmación asume una mayor intensidad si pensamos en el Misterio Eucarístico. En efecto, no podemos guardar para nosotros el amor que celebramos en el Sacramento. Éste exige por su natura-leza que sea comunicado a todos. Lo que el mundo necesita es el

12 MANUEL GONZÁLEZ, Apostolados menudos, en Obras Completas III, 4918. 13 MANUEL GONZÁLEZ, Florecillas de Sagrario, en Obras Completas I, 795. 14 M. GONZÁLEZ, Artes para ser apóstol, 4790. 15 BENEDICTO XVI, homilía durante la Celebración Eucarística con la que ha iniciado solemnemente su ministerio en la Cátedra de Pedro, 19 abril 2005.

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amor de Dios, encontrar a Cristo y creer en Él. Por eso la Eucaristía no es sólo fuente y culmen de la vida de la Iglesia; lo es también de su misión: «Una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera». También nosotros podemos decir a nuestros hermanos con convicción: «Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros» (1 Jn 1,3)” . 16

“Subrayar la relación intrínseca entre Eucaristía y misión nos ayuda a redescubrir también el contenido último de nuestro anuncio. Cuanto más vivo sea el amor por la Eucaristía, tanto más clara tendremos la tarea de la misión: llevar a Cristo. La Eucaristía, como Sacramento de nuestra salvación, nos lleva a considerar de modo ineludible la unicidad de Cristo y de la salvación realizada por Él a precio de su Sangre”.17

“Los dos discípulos de Emaús, tras haber reconocido al Señor, ‘se levantaron al momento’ (Lc 24,33) para ir a comunicar lo que habían visto y oído. Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de su Cuerpo y de su Sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística, suscita en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar testimonio”.18

La fuerza que brota de la Eucaristía es el corazón que dinamiza nuestra misión reparadora. En palabras de Ntro. Fundador: “eucaristizar, la acción de volver a un pueblo loco de amor por

el Corazón Eucarístico de Jesús”,19 es decir, colaborar con Cristo, por la fuerza transformadora del Espíritu, en la re-conducción del mundo a la plenitud del Amor.

El Beato Manuel dejó a la Unión Eucarística Reparadora un plan 16 BENEDICTO XVI, Sacramentum Caritatis, 84. 17 Idem, 86. 18 JUAN PABLO II, Mane nobiscum Domine, 24. 19 M. GONZÁLEZ, Aunque todos… yo no, 6.

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de vida personal y eclesial, fundamentado en este verbo eucaristizar: “Estoy convencido y persuadido de que en la

eucaristización de la escuela, del púlpito, de los centros de

acción, de los procedimientos apostólicos, de todo el trabajo y

de las orientaciones todas de la vida cristiana está el summum

de su seguridad, eficacia y prosperidad, y esta persuasión de tal

modo me empuja, preocupa y absorbe, que hoy por hoy, y Dios

sea bendito por ello, cuanto pienso, digo, escribo y aliento a esto

sólo va: a que de papeles, obras, niños, viejos, hombres, mujeres

y de todo cuanto me rodee o afecte, brote perennemente en un

tono o en otro y cada cual en su len-guaje, el Tantum ergo

Sacramentum de la fe, del reconocimiento y del amor al

Corazón de Jesús Sacramentado” .20

“La Eucaristía concluye con una misión: ‘Id y contadlo’. Las palabras latinas ‘Ite Missa est’, con las que el sacerdote solía concluir la Misa, significaban literalmente: ‘id, ésta es vuestra misión’. El final no es la Comunión, sino la Misión. La Comunión, esa sagrada intimidad con Dios, no es el momento final de la vida eucarística. Le hemos reconocido, sí, pero el reconocimiento no es sólo para saborearlo nosotros solos ni para mantenerlo en secreto. Al igual que María Magdalena, los de Emaús, han escuchado muy dentro de sí las palabras ‘id y contadlo’. Esa es la conclusión de la celebración eucarística; y ése es también el llamamiento final de la vida eucarística: ‘Id y contadlo’. Lo que hemos visto y oído no es para nosotros solos. Es para los hermanos y hermanas y para todos quienes estén dispuestos a recibirlo. Id, no os demoréis, no esperéis, no dudéis; poneos en camino…”.

En la Eucaristía se nos pide que abandonemos la mesa y que vayamos con nuestros amigos a descubrir juntos que Jesús está realmente vivo y nos llama a todos a formar un nuevo pueblo: el pueblo de la resurrección.21

20 MANUEL GONZÁLEZ, En busca del Escondido, en Obras Completas II, 2812. 21 HENRI J. M. NOUWEN, Con ascuas en el corazón.

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“El apostolado más eficaz... y el que hoy quieren el Corazón de

Jesús y la Madre Iglesia que se emplee, no con exclusión, pero sí

con preferencia a todas las demás obras apostólicas, es el

apostolado por medio de la Eucaristía (...) orientar nuestra

actividad para que el Evangelio vivo sea conocido, el Pan vivo

sea comido, el Maná escondido sea gustado, el Dios del Sagrario

sea reverenciado, la Providencia que en él vive sea tenida en

cuenta y el Modelo vivo que en él se exhibe sea copiado”.22

Es la hora de la misión. Este grito ha de resonar en nuestra conciencia, independiente de la edad, situación personal y de las urgencias del momento. No es el momento de “dar largas” a la llamada de Dios: “No guardéis a Cristo para vosotros”, como decía el Papa recientemente a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid.

Reflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupoReflexión personal y en grupo

1) ¿Cuáles, te parece, son las exigencias y cualidades que debe tener nuestra acción misionera dentro de la Iglesia?

2) ¿Sientes que como UNER, tomamos en serio el compromiso misionero?

3) Enumerar los distintos compromisos misioneros que están haciendo tanto a nivel personal, como de grupo.

4) No podemos perder de vista que siempre hemos de eucaristizar: a nivel de grupo ¿están comprometidos en acciones concretas dentro de la parroquia y asumen también compromisos diocesanos?

OraciónOraciónOraciónOración

“No me elegisteis vosotros á mí, mas yo os elegí á vosotros; y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Jn 15, 16).

22 M. GONZÁLEZ, Artes para ser apóstol, 4790 y 4812.

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Yo te elegí y te puse para... ¿te acuerdas? ¡te impresionó tan dolorosamente aquel no estar nunca nadie conmigo en mi Sagrario, que te decidiste a quedarte tú y a llamar para siempre al Sagrario mío el Sagrario tuyo!

Sí, para eso te elegí y te puse, para que de tu boca, de tu cariño, de tu trabajo, de tus lágrimas, de tu cruz de cada día, exhalaras ante el Sagrario tuyo y mío el buen olor de todas esas cosas.

Te puse para que fueras mi lámpara viviente.

Te puse para que fueras la mano que siempre señalara hacia Mí, la voz que de Mí siempre hablara, el pie que hacia Mí siempre se dirigiera, el corazón que siempre me quisiera...

Te puse para que fueras un Sagrario mío en donde Yo entrara cada mañana por la santa Comunión y de donde nunca saliera...

Te puse, en una palabra, para contar contigo...

¿Podré contar contigo?... ¿Siempre? ¿En triunfos y derrotas? ¿Siempre?23

BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía

MANUEL GONZÁLES, Obras Completas I - II - III (ver los libros en notas a pie de página).

HNA. Mª TERESA CASTELLÓ, Eucaristizar: desafío de ayer y hoy. Recorrido histórico de la espiritualidad UNER, Ponencia en la Asamblea Internacional UNER, Fátima, 2005.

23 Cfr. MANUEL GONZÁLEZ, Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario, en Obras Completas I, 433-437.