notas del director - Revolution Software

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NOTAS DEL DIRECTOR

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Yo siempre intento ser los más fiel posible a la historia que utilizo como base para mis juegos, tanto en lo referente a referencias históricas, como a escenarios físicos. Este esfuerzo merece muchísimo la pena cuando nos enteramos de que alguien ha viajado hasta una de las ciudades para visitar emplazamientos específicos e investigar elementos que aparecen en algunos de los juegos de Broken Sword. A veces metemos la pata: por ejemplo, la rue Jarry real está en un arrondissement de París distinto de donde se ubica el apartamento de Nico en el mapa del juego. Está claro que la mejor manera de garantizar la autenticidad es visitar en persona los sitios. Y es que hasta donde alcanzan los recuerdos de mis hijos, que ya tienen veintipico, todas las vacaciones familiares eran inevitablemente viajes de exploración de cara a la próxima entrega de Broken Sword.

¡Muchas gracias por adquirir esta entrega de Broken Sword! Quiero aprovechar esta oportunidad para hablar sobre el trasfondo del juego en general y sobre algunos de los elementos históricos que inspiraron las ideas centrales en particular. Podéis leer esto antes de comenzar a jugar, para poneros en contexto, o después, para conocer las fuentes de inspiración del juego. Eso sí, ¡tened los spoilers en cuenta si decidís leerlo antes!

Lógicamente, es necesario moldear los hechos reales como si fueran una trama de aventuras, pero, por suerte, esto resulta bastante fácil cuando la línea que separa la realidad de la ficción es difusa. De hecho, a menudo nuestra ficción, que nace de la extrapolación de la realidad, acaba siendo bastante precisa. Para mí, esto demuestra que hay verdades ocultas durante mucho tiempo están esperando a ser reveladas, ¡y qué mejor medio de explorarlas que un videojuego de aventuras!

Pero, empecemos desde el principio: el primer juego de Broken Sword fue concebido, como muchas otras grandes ideas, sobre la mesa, con una buena comida y una botella de exquisito tinto francés de por medio. Fue en una comida con Sean Brennan, Director General Adjunto de la distribuidora Virgin Interactive, y Noirin Carmody, cofundador de Revolution. Sean acababa de terminar de leer El péndulo de Foucault, de Umberto Eco. Sugirió que el tema de los templarios sería un gran tema para un juego de aventuras. Los demás coincidimos con él. En la era anterior a Internet era complicado encontrar grandes cantidades de información sobre aquella extraordinaria orden de caballeros, así que no quedaba otra alternativa: había que viajar a París y visitar las ubicaciones que escondieran alguna pista.

Para mí, París siempre ha tenido un encanto especial desde que, a finales de los 60, siendo un niño, mi madre me llevó allí y pude observar con asombro a esas gentes tan diferentes a nosotros, los ingleses. Fumaban Gitanes y Gauloises, con su fuerte olor, en vez los suaves Silk Cut. Llevaban perfume, ¡incluso los hombres! Y la comida, madre mía, la comida... Era tan deliciosa comparada con lo que comíamos en casa, servida por aquellos camareros tan seguros de sí mismos, tan imponentes... Eran desdeñosos con los hombres y carismáticos y ligones con las mujeres (seguro que reconocéis a un personaje así en el juego).

Así que fue maravilloso volver a visitar París, esta vez en familia, para investigar para el Broken Sword original. Más tarde leí El enigma sagrado, que fue el primer libro en defender que el Priorato de Sion fue fundado para proteger el linaje de Cristo. Aunque semejante idea era claramente una insensatez, el libro sí que contenía un fascinante trasfondo sobre los templarios, el más exhaustivo que conocía hasta la fecha.

Por casualidad, unos años más tarde, Noirin entró a ver una galería de arte en Floirac, una bonita localidad situada junto al río Dordoña, y acabó entablando conversación con el dueño, pese a que el primero no tenía un francés demasiado fluido y el segundo no hablaba inglés. Descubrió que era Jean-Luc Chaumeil, un escritor que en los 70 había entrevistado a Pierre Plantard, el hombre que afirmaba ser el gran maestro del Priorato de Sion. Aquella entrevista demostró que Plantard era un auténtico impostor: un antisemita deshonesto que creía ser el gran maestro de muchas órdenes secretas.

Se descubrió que Plantard había depositado documentos falsos en la Biblioteca Nacional de París, la Bibliothèque Nationale, con la intención de hacer creer (o intentar hacer creer) a quien los descubriese que se había topado con la conspiración más extraordinaria de todos los tiempos. Y eso fue lo que acabó ocurriendo (tal vez os deis cuenta

Vacaciones familiares de la familia Cecil en 2002 en la cima de Glastonbury Tor investigando para Broken Sword 3: El sueño del dragón

de que tomamos prestado el nombre de Plantard para un personaje de la primera entrega de Broken Sword). En El enigma sagrado también se vincula a los templarios, de una forma un tanto insistente, con la región sudoeste del Languedoc y con la conspiración alrededor de Bérenger Saunière y su iglesia en Rennes-le-Château.

Aunque Rennes-le-Château es un pueblito con encanto y la iglesia de Saunière es un tanto extraña, esta zona del Languedoc era mucho más interesante por la persecución y la destrucción final de los cátaros. Las estribaciones de los Pirineos están alineadas con los castillos cátaros, de entre los cuales el más famoso es el de Montsegur.

El catarismo fue un movimiento cristiano que prosperó en el Languedoc y por todo el sur de Europa entre los siglos XII y XIII, hasta la cruzada albigense. Los cátaros eran dualistas que creían en dos dioses: el dios bueno, existente en forma de espíritu y luz, y el dios malo, Satán, creador del mundo material. Según sus doctrinas, el alma es un espíritu asexuado atrapado en un cuerpo material maligno: creían que todos poseemos una parte de luz divina y que, así, el dios bueno reside en nuestro interior.

Para los cátaros, hombre y mujer eran iguales y veneraban a María Magdalena que era su mentora. Las mujeres podían convertirse en Perfecti (Perfectae), el mayor rango dentro de la Iglesia cátara.

Muchas de las doctrinas y creencias de las dos fes son totalmente opuestas. La Iglesia católica y romana, de corte monoteísta, veía a los cátaros como una amenaza directa y les tacharon de ser una Iglesia satanista. En su defensa, los cátaros consideraban a los católicos corruptos, tanto espiritual como moralmente. Sostenían que su Iglesia era superflua y que la pureza espiritual solo se podía conseguir a través de la introspección, y no a través de la intercesión de la jerarquía de la Iglesia.

La diferencia se puede apreciar claramente en los contrastante evangelios. En Juan 14, Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino es por mí” (es decir, por la Iglesia). Totalmente opuesto es el evangelio gnóstico según Tomás, en el que Jesús dice: “Si sacas lo que llevas dentro de ti, lo que saques te salvará. Si no sacas lo que llevas dentro de ti, lo que no saques te destruirá”.

En el año 1209, el Papa Inocencio III lanzó una cruzada contra los cátaros: una cruzada de cristianos contra cristianos que se saldó con un millón de muertos. Béziers fue el primer objeto de los ataques. Bajo el comando de Arnaldo Amaury, el legado papal, la ciudad fue asediada y no tardó en caer en su poder. Al entrar en la ciudad, los cruzados no sabían qué hacer con los supervivientes: al fin y al cabo, el 90 % de los habitantes eran católicos y solo un 10 % eran cátaros.

Cuando solicitaron las órdenes de Arnaldo Amaury, este respondió con la famosa frase “¡Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos!”. Según su informe para el Papa, los 20 000 habitantes de la ciudad fueron asesinados. La guerra terminó en 1225, cuando la Corona francesa se hizo con el poder del Languedoc. Pero la persecución de los cátaros continuó sin descanso. El desenlace llegó en el año 1244, en el castillo de la cima de Montsegur. 10 000 tropas rodearon el castillo, en el que se refugiaban solo unos pocos cientos de cátaros. Nueve meses más tarde los cátaros acabaron rindiéndose y, tras negarse a renunciar a su fe, fueron quemados vivos en piras preparadas en la localidad vecina. Según la leyenda, justo antes de su rendición, cuatro figuras misteriosas descendieron por cuerdas y lograron escapar: no se sabe quiénes eran, ni qué se llevaron consigo. Pero lo más importante es que ni

Expulsión de los cátaros de Carcasona en 1209

ellos, ni lo que portaban cayeron en las manos de los soldados.

Cátaros quemados por sus creencias

Heinrich Himmler, jefe de las SS, se tomó esta historia tan en serio, que en 1931 financió al medievalista Otto Rahn para que encontrase el Santo Grial en la zona alrededor de Montsegur. Himmler era un gran admirador de Heinrich Schliemann, que descubrió Troya en 1868 guiándose por la Ilíada, y creía que Rahn podría encontrar el Santo Grial del mismo modo, es decir, estudiando en profundidad el poema de Wolfram von Eschenbach, Parzival.

De vuelta a las vacaciones familiares...

La idea en 1996 era visitar los diferentes castillos cátaros, así que eso hicimos, viajando de uno a otro. Una tarde condujimos hasta Montsegur, un tranquilo pueblo a los pies de los Pirineos. Los chicos, que entonces tenían 4 y 6, no tardaron en empezar a quejarse por tener que subir hasta otro castillo, así que decidimos pasar la noche allí y subir al día siguiente. Descubrimos que el hotel/restaurante estaba lleno y que, según su dueño, el hotel más cercano estaba a 20 km. En cuanto puse el coche en marcha, una mujer se asomó a la ventana del piso de arriba de su casa y nos preguntó a ver si buscábamos hotel. En cuanto le dije que sí, me respondió que el suyo era mucho mejor y más barato.

Resulta que su hotel era maravilloso: sábanas de seda, vistas a las colinas... Me levanté a las 6 de la mañana, cuando la gruesa bruma aún cubría las montañas. No me lo pensé dos veces: decidí iniciar la ascensión de una hora hasta el castillo para evitar a los turistas que sin duda lo abarrotarían por la mañana, tras la apertura. Ascendí entre la niebla hasta que, a 100 metros de la cima, esta desapareció de repente. El acceso a las murallas estaba obstaculizado con cadenas debido a su mal estado de conservación, pero, ¿quién me iba a ver a las 7 de la mañana? Subí por los escalones de piedra y bordeé las murallas en ruinas. Por encima de la niebla remitente se veía Perpiñán enmarcada en las aguas del Mediterráneo. Era un lugar muy especial.

Diez años después leí un libro excelente, Los evangelios gnósticos de Elaine Pagels, en el que se describe cómo en 1945 un granjero egipcio desenterró una tinaja de loza cuidadosamente sellada cuando extraía tierra blanda para utilizarla como fertilizante. La rompió con la esperanza de que contuviese oro pero, para su decepción, solo encontró trece libros de papiro encuadernados en cuero. La historia cuenta que su madre utilizó algunas hojas para hacer fuego antes de que la familia decidiese vender los manuscritos en el mercado negro de El Cairo. Cada elemento acabó en una punta del globo.

Se tardó décadas en entender la importancia de aquel descubrimiento. Aquellos libros eran una recopilación completa de los evangelios gnósticos, entre los que se incluían evangelios atribuidos a María Magdalena, a Tomás, a Judas Iscariote y a Felipe. Durante el medievo se les consideró tan heréticos, que las órdenes se dedicaron a destruirlos. Pero alguien, probablemente un cura de un monasterio cercano, decidió esconder aquella copia.

La lectura de los evangelios reveló una diferencia abismal entre los cánones ortodoxos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y los de los discípulos gnósticos. El evangelio según María Magdalena da a entender que ella y Jesús tenían una relación muy especial: Pedro enfurece y hace llorar a María cuando esta afirma que Jesús le reveló el conocimiento secreto. Leví se defiende diciendo que “seguro que el Salvador la conoce muy bien. Por eso a ella siempre la quiso más que a nosotros”. A esta relación especial también se hace referencia en el evangelio según Felipe, en el que se dice que María besó a Jesús en la boca. Parece que, incluso en los tiempos de Jesús, existía una aparente división entre los discípulos gnósticos de María Magdalena y (los que después se convertirían en) los discípulos ortodoxos de Pedro. © 2014 and Published by Revolution Software Limited. All Rights Reserved

De todos los escritos, el que más llamó mi atención fue el Testimonio de la Verdad. En él se describe el Jardín del Edén, ¡solo que desde la perspectiva de la serpiente! En su versión, el Dios malicioso niega a Adán la oportunidad de adquirir sabiduría comiendo del Árbol del Conocimiento. Dios pregunta dónde se esconde Adán, pero, según este testimonio, ¿cómo es posible que Dios, que es todopoderoso, no conociese la respuesta? Este texto extremadamente herético me pareció tan chocante como interesante. ¡No me extraña que la Iglesia católica odiase estas doctrinas!

También simultaneé otras lecturas sobre Lucifer, Lux Ferre (el portador de la luz), que es claramente la serpiente del Jardín del Edén. Así empezaron a surgir un montón de fascinantes conexiones.

Y así nació el núcleo de una idea para una nueva entrega de Broken Sword, en la que se combinaría las creencias gnósticas dualistas de los cátaros, la brutalidad de la cruzada albigense y el miedo y odio de la Iglesia católica hacia los cátaros, con el concepto de Lucifer como artífice de la iluminación en la historia del Jardín del Edén del Génesis.

Con todo esto quería tal vez, y solo tal vez, rescatar algunas ideas alternativas que cayeron en el olvido con la imposición de la cristiandad más ortodoxa desde los tiempos de Jesús.

Espero que disfrutéis de Broken Sword 5: La maldición de la serpiente.

Vistas a Montsegur durante la ascensión al castillo