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  • Si tomramos como punto de partida la situacin actual de la psicologa en nuestro pas caracterizada

    por el predominio de la orientacin clnica y la fuerte implantacin del psicoanlisis, sera muy difcil

    imaginar la multiplicidad de proyectos y de concepciones contrapuestas que signaron su historia a lo

    largo del ltimo siglo. Por ese motivo, en este artculo hemos preferido hablar de historias, en plural,

    con el fin de entender la especificidad de los distintos perodos en los que la psicologa se constituy

    como disciplina de conocimiento y como profesin autnoma en la Argentina.

    dE qu sE trata?

    El nacimiento de la psicologa en la Argentina: positivismo y nacin

    Para rastrear el nacimiento de la psicologa en nuestro pas hay que remontarse a fines del siglo XIX, en un con-texto estrechamente ligado al proyecto de la generacin del 80 y a la fundacin de la Argentina como Estado mo-derno y nacin unificada. En ese marco, dos rasgos dis-tinguen esta primera psicologa verncula: su definicin como ciencia natural, a partir de una cosmovisin positi-vista, y su filiacin privilegiada con el pensamiento fran-cs. El positivismo implicaba una forma de ver el mundo que se apoyaba en una fe casi ilimitada en el progreso y en una confianza extendida en las ciencias naturales y en sus mtodos, particularmente la observacin y la experi-

    mentacin. En ese sentido, no es extrao que una de las figuras ms relevantes de este perodo, Jos Ingenieros un destacado psiquiatra, criminlogo y socilogo de origen italiano, quien fuera adems uno de los prime-ros profesores de psicologa de la Universidad de Buenos Aires, haya desarrollado una psicologa biolgica con una fuerte impronta evolucionista. En agosto de 1906, en una crnica titulada Psiclogos franceses y enviada des-de Pars al diario La nacin, Ingenieros no solo daba cuenta de su familiaridad con los principales autores galos, sino que expona su modo de entender la psicologa cientfica y sus fronteras:

    Las funciones psquicas son las ms complicadas del animal viviente. Para estudiarlas se necesitan nociones generales de biologa y conocimientos especiales de fisiologa cerebral. Su

    Historias de la psicologaen la Argentina (1890-1966)

    alejandro dagfal

    Facultad de Psicologa, UBA

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  • estudio objeto de la psicologa entra en el dominio de los fisilogos y requiere el concurso de sus mtodos experimentales y de observacin. [...] existe otra labor cuyo mrito filosfico o literario es indiscutible y cuyas conclusiones no desprecia la ciencia: es la practicada por los hombres geniales o de talento que se dedican a la observacin emprica del alma humana. [...] Shakespeare fue el ms genial de los psiclogos empricos. exceptuados esos grandes observadores de caracteres humanos, queda una legin de aficionados inofensivos cuyas opiniones pasan inadvertidas para la psicologa cientfica, aunque puedan ser interesantes para la crtica filosfica y literaria.

    Para Ingenieros, los conocimientos que no provenan

    de la clnica, es decir del tratamiento de pacientes, o del laboratorio, carecan de un valor cientfico cierto. Esta concepcin, que se haca eco de la tradicin psicopato-lgica francesa (segn la cual la enfermedad era consi-derada un experimento de la naturaleza), fue el rasgo saliente de estos psiquiatras (entre los cuales tambin estaba Horacio Piero, otro de los primeros profesores de psicologa de la UBA) que integraron lo que se dio en llamar la escuela de Buenos Aires.

    Sin embargo, en la ciudad de La Plata, luego de la crea-cin de la Universidad Nacional, en 1905, se desarroll una tradicin psicolgica no mdica, con caractersticas muy diferentes, pese a que comparta la misma inspiracin positivista. En efecto, en 1906, en la Facultad de Ciencias Jurdicas, se implement una Seccin Pedaggica para la formacin de profesores, semejante a las que ya existan en Bruselas o Ginebra. Su primer director fue Vctor Mercan-te, un educador formado en la Escuela Normal de Paran, cultor de una pedagoga cientfica que pretenda apoyar sus descubrimientos en los principios extrados de la psicolo-ga experimental y la antropologa biolgica. El punto de aplicacin de estas teoras eran los alumnos de las escuelas primarias, cuya educacin deba basarse en normas gene-rales que le aportaran racionalidad, as como en determina-dos conocimientos prcticos. Tanto esas normas como esos conocimientos tenan que cimentarse de manera emprica, tarea a la que dedicaran gran parte de sus vidas el mismo Mercante, su amigo Rodolfo Senet y su discpulo Alfredo Calcagno, privilegiando en sus investigaciones la utiliza-cin de mtodos experimentales y estadsticos. La llamada escuela de La Plata, en suma, promovi una psicologa no clnica, ligada al mbito de la educacin.

    Por otra parte, el positivismo no solo implicaba una for-ma de ver el mundo sino tambin una decidida voluntad de transformarlo a partir de una concepcin secular de los problemas sociales e institucionales. Por esa va, configura-ba todo un programa de accin que involucraba al Estado y a sus polticas. En ese contexto, las diversas psicologas desarrolladas en esa poca debieron hacerse cargo de pro-blemas muy concretos, ligados a una circunstancia histri-ca particular, tales como la locura y las neurosis (psicopa-tologa), la cruzada civilizatoria (psicologa educacional),

    el delito (psicologa criminolgica), las masas (psicologa social), la creacin de una identidad nacional en los in-migrantes (psicologa poltica), etc. Adems de los auto-res mencionados, otras figuras destacadas de este perodo fueron Jos Mara Ramos Meja, Carlos Octavio Bunge y Rodolfo Rivarola. Ellos se ocuparon, cada uno a su manera, de reinterpretar y difundir la obra de autores extranjeros como Auguste Comte, Charles Darwin y Herbert Spencer, Jean-Martin Charcot, Thodule Ribot y Pierre Janet, Alfred Binet, douard Claparde y Henri Piron.

    Generalmente, para dar cuenta de la finalizacin de esta etapa de la historia de la psicologa local se toma como referencia convencional el ao 1925, en el que se produjo la muerte de Jos Ingenieros, quien terminara siendo reconocido como uno de los intelectuales ms destacados de la Argentina y Latinoamrica.

    La reaccin antipositivista: psicologa y filosofa

    Luego del perodo positivista, caracterizado por un na-

    turalismo muy marcado, tuvo lugar en la Argentina una reaccin antipositivista, que se ocup de sealar en qu medida el hombre no poda ser reducido a su dimensin natural. Varios factores preanunciaban este cambio en el cli-ma de ideas. Por un lado, las tres visitas del renombrado filsofo espaol Jos Ortega y Gasset quien lleg por pri-mera vez a la Argentina en 1916 sirvieron para difundir la obra de intelectuales que se situaban en las antpodas de los que haban primado en la etapa anterior. As, a la par que anunciaba sin ambages la muerte del positivismo, Ortega promova la lectura de autores como Franz Brentano, Wil-helm Dilthey, Edmund Husserl y Max Scheler, emparenta-dos con el neokantismo y la fenomenologa. De un modo u otro, estos autores rehabilitaban el lugar de la concien-cia y de la experiencia subjetiva como fundamento de una cientificidad diferente de aquella de las ciencias naturales. Donde antes se hablaba de observacin y experimentacin, ahora deba atenderse a la comprensin y a la interpreta-cin, poniendo de relieve el problema del sentido. Esto, ob-viamente, conduca a un tipo de psicologa muy alejada de las pretensiones de objetividad de las ciencias naturales y de sus determinismos, interesndose ms bien en problemas como los valores, la libertad, la creacin y la vida misma, desde perspectivas ligadas a la filosofa y a la historia.

    El horror causado por las millones de muertes provoca-das por la Primera Guerra Mundial tambin haba contri-buido a minar la fe en la ciencia y el progreso. Y en el plano local, la creacin del Colegio Novecentista, en 1917, y la Reforma Universitaria de 1918 haban trado nuevos aires, renovando tanto el ideario en boga como la conformacin de los planteles universitarios. En definitiva, la generacin del Centenario, caracterizada por una cierta recuperacin

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  • del idealismo y el espiritualismo de la generacin del 37, haba tomado la posta de la generacin del 80. Uno de los principales autores de referencia de esta nueva generacin fue el filsofo francs Henri Bergson (premio Nobel de literatura en 1927), quien haba asestado un duro golpe a los fundamentos de la psicologa experimental. Bergson haba argumentando que la medicin y las matemticas, pilares de los enfoques experimentales, solo podan apli-carse a los fenmenos psquicos en la medida en que se los despojara de su caracterstica ms esencial: la de ser cualidad y no cantidad. Al no ocupar un lugar en el espa-cio, esos fenmenos transcurran en la duracin pura, y eran constitutivos de un yo profundo, al que solo poda accederse por la intuicin. Por otra parte, haba afirmado que los datos ms inmediatos eran aquellos aportados por la conciencia, y no los que proporcionaba la percepcin externa. Una vez ms, lo subjetivo y personal vena a reem-plazar la objetividad convencional de las ciencias.

    Bergson fue un referente fundamental de algunas figu-ras destacadas que se ocuparon de la psicologa en la Argen-tina en este perodo, como Alejandro Korn (psiquiatra, fil-sofo y poltico), Coriolano Alberini (profesor de filosofa) y Enrique Mouchet (psiquiatra graduado en filosofa).

    Alejandro Korn, despus de graduarse como mdico en 1882, con una tesis sobre Locura y crimen, dirigi el hospital psiquitrico de Melchor Romero durante casi dos dcadas. Fue profesor de Historia de la Filosofa en la UNLP a partir de 1903, y en la UBA desde 1906. En 1918 se transform en uno de los referentes docentes del movimiento estudiantil que impulsaba la Reforma Universitaria, y ese mismo ao fue elegido decano de la Facultad de Filosofa y Letras con el voto de los estu-diantes. Militante de la Unin Cvica Radical, en 1931 se afili al Partido Socialista, del que sera miembro hasta su muerte. En su obra filosfica puso de relieve el proble-ma de los valores y el de la libertad. Siguiendo de cerca a Bergson, uno de sus principales libros fue La libertad creadora (1922), en el que retomaba muchas de las crticas del filsofo francs a las psicologas naturalistas.

    Por otra parte, Alberini y Mouchet tuvieron a su cargo los dos cursos de psicologa de la Facultad de Filosofa y Letras de la UBA durante cerca de dos dcadas (el primero estuvo a cargo de Mouchet entre 1920 y 1943, y el segundo a cargo de Alberini entre 1923 y 1943). Mouchet dict un programa multifactico, incluyendo temas de psicologa ex-perimental, psicologa de la Gestalt, conductismo y, a partir de 1922, del novedoso psicoanlisis. Desarroll tambin su propio sistema terico, una psicologa vital basada en la sen-sibilidad interna, adems de refundar en 1930 la Sociedad de Psicologa de Buenos Aires, de la que sera presidente du-rante ms de tres dcadas, y de fundar, en 1931, un Instituto de Psicologa en la Facultad de Filosofa y Letras, de cuyos anales sera director. Alberini, por su parte, tuvo una destaca-da actuacin institucional, pues fue decano de la Facultad en tres oportunidades y, al igual que Mouchet, se desempe

    como docente en la UNLP, en las ctedras de Metafsica y Gnoseologa. En 1931 fund el Instituto de Psicologa, que luego publicara los voluminosos anales del instituto. Su obra institucional alcanz mayor relevancia que su actividad te-rica, en la que adscribi a una psicologa axiolgica situada en las antpodas de la psicologa experimental. En 1943, lue-go del golpe del Grupo de Oficiales Unidos (GOU), ambos abandonaron la ctedra universitaria.

    Si bien es claro que el apogeo de este perodo de es-trecha vinculacin entre psicologa y filosofa puede si-tuarse en los aos 30, su fecha de finalizacin es mucho ms difcil de establecer. Sobre todo, cabe sealar que, luego de la reaccin antipositivista, las psicologas lla-madas cientficas, de corte objetivista, nunca tuvieron en la Argentina el desarrollo que s alcanzaron en el resto del mundo, donde imperan an hoy en da. En nuestro pas, por el contrario, siempre primaron las psicologas centradas en la subjetividad, probablemente en virtud de la fuerte influencia del pensamiento filosfico francs, que tambin llega hasta la actualidad, y que ha funcio-nado como barrera para la implantacin de otro tipo de concepciones ms vinculadas a la tradicin anglosajona.

    Las psicologas aplicadas: psicotecnia y orientacin profesional

    Durante los aos 40, se produjo en la Argentina un pro-ceso de industrializacin que favoreci el xodo de la po-blacin rural hacia las ciudades, que a su vez se sum a la ltima ola del aluvin migratorio europeo. Se constituy as una nueva clase obrera urbana que encontr en el peronis-mo una va de acceso a la representacin poltica. Del mis-mo modo en que, a fines del siglo XIX, la educacin haba sido un instrumento fundamental para la construccin de una nacin liberal, promediando el siglo XX sera indis-pensable para formar las nuevas generaciones en el espritu de esa poca, atravesada por ideales de justicia social. Con ese fin, la educacin necesitaba incorporar la utilizacin de tcnicas innovadoras, basadas particularmente en la psico-loga aplicada. Mientras se generalizaba la educacin pri-maria y se duplicaba el nmero de estudiantes secundarios, la escuela se transformaba en una herramienta crucial para lograr una mejor distribucin de las oportunidades sociales y para asegurar la continuidad de la adhesin popular. A diferencia de la universidad, que era un foco opositor, la escuela pareca ser mucho ms permeable a las estrategias del poder central. Ello la haca apta para la implementacin de esas nuevas tcnicas de intervencin psicolgica. Sin embargo, estos abordajes novedosos deban coexistir con elementos conservadores, ligados a valores espirituales, a la vida familiar y al respeto al lder (aspectos que los crticos del peronismo se han encargado de destacar). En todo caso, justo sera reconocer que en esa poca la escuela tambin

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    constituy un instrumento de modernizacin social, parti-cularmente por su articulacin con el mundo del trabajo.

    Las industrias incipientes tenan necesidad de un nuevo tipo de mano de obra, mejor formada y ms mo-tivada. De tal modo, la eleccin de una profesin u ocu-pacin ya no poda resultar de una decisin improvisada, sino que tena que ser el fruto de un proceso tan cien-tfico como fuera posible. Y en ese marco la orientacin profesional y la psicotecnia adquiran todo su relieve:

    no ha de ser ste [el tema de la eleccin de carrera] un problema librado nicamente a la discriminacin personal o familiar; interesa directamente al estado, en cuanto es in-capaz el nio de conocerse a s mismo e incapaces, en muchos casos, los padres, de elegir carrera para sus hijos; [] el diagnstico debe tener, idealmente, obligatoriedad legal.

    Esta afirmacin formaba parte del decreto segn el cual, en 1948, se creaba un Instituto de Orientacin Pro-fesional en la esfera de la Direccin General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires. Frente a la doble incapacidad supuesta a los alumnos y a sus padres, el Estado asuma una funcin tutelar, ya no en virtud de principios religiosos o espirituales, sino con el fin de mejorar la productividad y evitar el derroche de recursos personales. Esto se apoyaba en las certezas aportadas por un saber tcnico muy espe-cfico, al que se le confera la mayor autoridad en la ma-teria. Aunque los anhelos que se plasmaban en ese decreto respecto de la obligatoriedad del veredicto resultante del proceso de orientacin profesional nunca se hicieran rea-lidad, decan mucho sobre las motivaciones de un Estado social que haba logrado garantizar los derechos sociales bsicos de una porcin considerable de la poblacin. En 1949, la Constitucin Nacional reformada detallaba esos derechos de manera explcita. All se explicitaba que la orien-tacin profesional de los jvenes, concebida como un complemento de la accin de instruir y educar, es una funcin social que el estado ampara y fomenta mediante instituciones que guen a los jvenes hacia las actividades para las que posean naturales aptitudes y capacidad, con el fin de que la ade-cuada eleccin profesional redunde en beneficio suyo y de la sociedad.

    En ese marco, por primera vez en la Argentina los do-centes de muchas escuelas se formaron para administrar y administraron a gran escala pruebas psicomtricas y cues-tionarios psicolgicos. Y diversas formas de la psicologa aplicada fueron utilizadas en las instituciones ms variadas, desde el Ministerio de Defensa y la Marina hasta las univer-sidades ms perifricas, afines a los proyectos del gobierno. Al mismo tiempo, en las universidades ms importantes, en las que muchos de los antiguos profesores reformistas haban sido reemplazados, la psicologa segua ligada a pre-ocupaciones tericas, a partir de posiciones filosficas ms tradicionales. Lo cierto es que esta difusin extendida de las prcticas psicolgicas condujo a la organizacin del Primer Congreso Argentino de Psicologa, realizado en 1954 en San Miguel de Tucumn. All se dieron cita ms de doscien-

    tos participantes, entre los que se contaban profesores de psicologa, filsofos de orientaciones diversas, sacerdotes, psicotcnicos, psiquiatras y algunos psicoanalistas. Tam-bin se forjaron los acuerdos conducentes a la creacin de la carrera de psicologa, que solo pudieron plasmarse en ese perodo en la creacin de la primera carrera en la ciudad de Rosario, el 6 de abril de 1955. Sin embargo, el golpe de Estado de septiembre hizo que fuese cerrada, para reabrirse recin en 1956, bajo condiciones muy diferentes.

    La invencin del psiclogo: psicologa y psicoanlisis

    Aunque las bases institucionales ya hubieran sido es-tablecidas durante el perodo peronista, el auge de los es-tudios universitarios de psicologa recin iba a producirse en el perodo subsiguiente, que va de 1955 a 1966, cuyo inicio se corresponde con el advenimiento de la autode-nominada Revolucin Libertadora y su fin coincide con el derrocamiento de Arturo Illia, la noche de los bastones lar-gos y la intervencin de las universidades pblicas. Parad-jicamente, en esta franja temporal situada entre dos golpes de Estado, tuvo lugar una asombrosa renovacin social y cultural, en el seno de la cual las universidades se democra-tizaron, incorporaron nuevos profesores y modernizaron sus planes de estudios. As, en solo dos aos (entre 1957 y 1959), se crearon carreras de psicologa en cinco universi-dades nacionales: Buenos Aires (1957), La Plata, Crdoba y San Luis (1958) y Tucumn (1959). Comenz entonces en nuestro pas la historia de la psicologa como profesin, que vino a sumarse a la historia de la psicologa como dis-ciplina. Al mismo tiempo, el psicoanlisis, cuya primera asociacin oficial haba sido creada en 1942, dejaba de ser patrimonio exclusivo de algunos mdicos vinculados con las elites porteas, para insertarse en mbitos diversos, des-de los hospitales pblicos hasta las carreras de psicologa. A su vez, la psicologa se nutra de ciertas formas del psicoa-nlisis, proyectndolo a la escena pblica, ms all de los consultorios privados y de la asociacin oficial.

    En esta poca, figuras como Enrique Pichon-Rivire y su discpulo Jos Bleger alcanzaron su mxima populari-dad, simbolizando este espritu de convergencia terica y disciplinar. Se trataba de psicoanalistas que se dedicaban tambin a la psicologa, sin por ello dejar de ser psiquiatras. En realidad, la psiquiatra de la poca se vea tensionada entre una vertiente organicista y asilar, que por la va de los neurolpticos encontraba un nuevo sostn para sus viejas pretensiones cientficas, y una corriente progresista, cerca-na al movimiento de la salud mental, que se inspiraba en el psicoanlisis y las ciencias sociales, promoviendo el trabajo en equipo con psiclogos y trabajadores sociales. Fue esta segunda vertiente la que rpidamente ingres en las carreras de psicologa, incidiendo de manera decisiva en la orienta-

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    cin de la formacin. Ms aun, a fines de los aos 50, cuan-do se produjeron las primeras disputas con la corporacin mdica por el derecho al ejercicio de las psicoterapias, mu-chos psiquiatras progresistas apoyaron la posicin de los fu-turos psiclogos, oponindose a buena parte de sus propios colegas. Considerando que esas disputas fueron cruciales para galvanizar la identidad de esos nuevos profesionales, no es casual que, en un lapso muy corto, que va de 1959 a 1962, los psicoanalistas y psiquiatras ligados a la salud mental se convirtieran en referentes fundamentales para los estudiantes de psicologa. De ese modo, adquirieron ma-yor visibilidad que los propios fundadores de algunas de las carreras, cuyos intereses estaban mucho ms vinculados a las psicologas llamadas cientficas (como Telma Reca, Marcos Victoria, Fernanda Monasterio y Plcido Horas).

    En ese proceso, generalmente se ha subestimado el rol desempeado por algunos personajes como Enrique Butel-man, Jaime Bernstein y Gino Germani. A partir de sus ml-tiples actividades como intelectuales, docentes y editores, jugaron un rol decisivo en la construccin de un pblico ampliado para la nueva psicologa. Por un lado, dirigieron las carreras de psicologa de Buenos Aires (Butelman) y Rosario (Bernstein), adems de la carrera de sociologa de la UBA (Germani), donde elaboraron planes de estudio y promovieron la contratacin de profesores afines. Por el otro, a travs de la editorial Paids, tradujeron a autores extranjeros y publicaron a autores locales que situaban la psicologa y el psicoanlisis en el seno de las ciencias hu-manas y sociales. Finalmente, ensearon numerosas mate-rias de la formacin bsica de los psiclogos, dndoles los elementos tericos fundamentales para entender la psico-loga como una disciplina del sentido, y ya no como una ciencia natural. Las mltiples actividades de esos tres acto-res fueron determinantes en la conformacin de muchos de los rasgos que han caracterizado al psiclogo argentino a lo largo de sus cinco dcadas de vida.

    Si el eplogo de esta historia se sita en torno de 1966, es porque esa fecha marc el fin de una poca. La renovacin social y cultural vertiginosa iniciada en 1955 lleg en ese momento a un punto de declinacin. El golpe de Juan Carlos Ongana mostraba a las claras los lmites de la aventura reformista. De ah en ms, la ra-dicalizacin de las posiciones polticas dejara cada vez menos espacio para los debates intelectuales y culturales. No es casual que en ese momento singular tomase todo su relieve una figura como la del joven Oscar Masotta, un filsofo autodidacta que sintetizaba mejor que nadie las oposiciones y articulaciones entre conciencia y es-tructura, marxismo y psicoanlisis. En ese momento de cambios y vacilaciones, Masotta comenzaba a interesar-se en Jacques Lacan y el estructuralismo, sin renunciar del todo, an, al existencialismo de Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty.

    No obstante, a fines de los 60, Masotta se convertira en uno de los referentes de los numerosos psiclogos que iban a poblar sus grupos de estudio. Decepcionados por las ideas de Pichon-Rivire y Bleger (y su definicin del psiclogo como agente de cambio social), muchos de ellos buscaban nuevos horizontes. Para ese entonces, Masotta ya habra hecho su eleccin, convirtindose en lacaniano. Del mismo modo, no pocos de sus seguidores estaban dispuestos a abandonar la alianza entre el psi-coanlisis kleiniano, la psicologa francesa, la fenome-nologa existencial y el marxismo reformista que haba sido promovida por Pichon-Rivire y su discpulo Ble-ger para dejarse seducir por las enseanzas de Jacques Lacan y Louis Althusser. Se configuraba as un nuevo rol profesional que, en gran medida, sigue vigente hoy en da: el del psiclogo-psicoanalista de filiacin lacania-na. En este pasaje, una vez ms, aunque las referencias tericas hubieran cambiado, los modelos intelectuales y profesionales seguiran estando ubicados en Francia.

    lEcturas suGEridas

    COUREL R y TALAK AM, 2001, La formacin acadmica y profesional del psiclogo en Argentina, en Toro JP

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    http://www.psi.uba.ar/biblioteca/publicaciones/historia_psicologia_arg/index.php

    alejandro dagfal

    Licenciado en psicologa, UNLP.

    Doctor en historia, Pars VII.

    Investigador adjunto del Conicet.

    Profesor adjunto de Historia de

    la Psicologa, UBA.