Una reflexión liberal sobre el Otro - Isaiah Berlin

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Una reflexión liberal sobre el Otro - Isaiah Berlin

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  • PAPELES DE LA FUNDACIN N 69\

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    Jos Mara lassalle

    COORDINADOR

    Isaiah Berlin:Una reflexin liberal

    > sobre el "otro"

    FUNDACiN PARA EL ANLISIS

    Y LC>S ESTLJDIC>S SOCIALES

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  • Precio: 3,67 /VA incluido

    La figura intelectual ele Isaiah Berlin (1909, 1.99il) r.esulta fascinanteya que estamos ante una especie ele aventurero cI (as ideas. Un te-rico del liberalismo que, siguiendo el consejo '~otico' de Hlderlin,frecuent los territorios incmodos y peligrosos que habitan los pro-fetas del totalitarismo con el fin de salvar sus ideas liberales, Imbui-do por un romanticismo vital que recuerda la astucia agnica deOdisea, fue capaz de convivir con esos Polifemos del pensamientoque cuestionan y niegan nuestra identidad liberal. y as, Marx, DeMaistre, Herder, Sorel, Hamann o Vico fueron los 'objetos de su estu-dio, ya que como reconoci en una ocasin: "Me aburre leer aquienes piensan ms o menos como yo. Hy en da el liberalismoparece un compendio de banalidades porque. todos-creernos en lasideas liberales, todos las aceptamos. Resulta mas interesante leer alos enemigos porque ponen a prueba la solidez de nuestras defensasal encontrar sus debilidades. A mi me. 'interesa-saber cules son loserrores que presentan. las ideas en las que creo.. Par qu? Para po-der enmendarlas o abandonadas?". ..' . " "',

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    Isaiah Berlin: Una reflexinliberal sobre el "otro"

  • ISAIAHBERLIN:UNAREFLEXIN LIBERAL

    SOBRE EL "OTRO"

    ~.,

  • P A P E L E S D.E L A F u N D A CI N

    Carlos DardEusebio Fernndez Garca

    Ignacio Gil LzaroJuan Antonio Gonzlez Fuentes

    Jos Mara LassalleDmaso Lpez

    Jess Ignacio Martnez GarcaJos Manuel Romay

    Ana Torme

    Isaiah Berlin:Una reflexin liberal

    sobre el "otro"

    V LOS ESTUDIOS SOCIALES

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    ISBN: 84-89633-62-2Depsito Legal: M-19354-2002Impreso en Espaa I Printed in SpainEBCOMP,S.A. Bergantn, 1 - 28042 MADRID

    Fundacin para el Anlisis y los Estudios Sociales y los autores, 2002

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  • ISAIAH BERLIN: IDEAS SOBRE EL ROMANTICISMO. . . . 133Dmaso Lpe:

    DE LAS CLASIFICACIONES DE ISAIAH BERLIN, O APROPSITO DE VERDI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117Juan Antonio Gonrle; Fuentes

    BERLIN: EL ENCUENTRO CON EL "OTRO" . . . . . . . . . . . . 109Ignacio Gil Lzaro

    APOSTILLASA UNA REFLEXION SOBRE ISAIAHBERLIN . 103Eusebio Fernnde; Garca

    MI ENCUENTRO CON BERLIN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97Carlos Dard

    II. PARTE

    ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL"OTRO". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11Jos Mara Lassalle

    l. PARTE

    Pginas

    Sumario

    9SUMARIO

  • ISAIAR BERLIN: LA CONMOCIN DEL ENCUENTRO? . . 187Ana Tonne

    PENSADORES QUE DEJAN HUELLA: ISAIAH BERLIN . . . 171Jos Manuel Romay

    UNA IMPRESIN SOBRE ISAlAH BERLIN. . . . . . . . . . . . 163Jess Ignacio Martines;Carda

    Pginas

    10ISAlAR BERLIN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL OTRO"

  • y es que aunque no case muy bien con los estereo-tipados esquemas que definen la imagen pblica del

    Al hablar de la figura intelectual de Sir Isaiah Ber-lin (1909-1998) uno tiene la sensacin de hallarse anteuna especie de aventurero de las ideas: un autor quehizo del conocimiento y la reflexin escenarios gober-nados por el riesgo o, si se prefiere, por ese peligro delque hablara Nietzsche cuando apelaba a l como mxi-ma vital y que tambin puede aplicarse a la vida delpensador universitario.

    1. PRESENTACIN: EL INTELECTO COMOAVENTURA VITAL

    Jos Mara LassalleProfesor de Filosofa del Derecho, Universidad Carlos III deMadrid.

    ISAIAB BERLIN: UNA REFLEXINLmERAL SOBRE EL uOTRO"

    11ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • 12

    (1) Sobre la apasionante vida de tan clebre y hetorodoxoaventurero ingls, vase RICE, E., El capitn Richard Burton,trad. de M. Martnez-Lage, Siruela, Madrid, 1992.

    (2) De hecho, en el prlogo de H. Hardy hace a BERLIN, L, Elpoder de las ideas, trad. de C. Morn Calvo-Sotelo,Espasa-Calpe,Madrid,2000, se inserta una cita que toma del propio Berln, desus Dos ensayos sobre la libertad (1958), y que resume la impor-tancia que ste supo dar al valor de las ideas polticas: "Hacems de cien aos, el poeta alemn Heine advirti a los france-ses que no deban subestimar el poder de las ideas: los concep-tos filosficosalimentados en el silenciodel estudio de un aca-dmicopodan destruir toda una civilizacin"(pg. 11).

    Convertidos en una suerte de Teseos del conoci-miento, estos pensadores producen la impresin de es-tar avanzando por el laberinto de las ideas guiados porel frgil hilo de su reflexin, aunque, eso s, sin perder

    intelectual, lo cierto es que la reflexin terica puedeser tambin un campo abonado para la aventura. Perocuando apelo a sta no quiero referirme a la vida aven-turera de quien, como Sir Richard Burton (1821-1890),colg sus hbitos de erudito oxoniense para entregarsea explorar una geografa fsica todava desconocidamientras estudiaba los arcanos de la filosofa y la lin-gstica orientales (1). No, mi referencia a la aventuraintelectual tiene que ver con la actitud de aquellos que,sin tener que embarcarse en el descubrimiento de lasfuentes del Nilo, son capaces de frecuentar desde sugabinete de hombres de ideas los peligrosos bajos questas pueden llegar a contener si portan consigo esecomponente abismtico que cuestiona la seguridad delo dado y asumido (2).

    ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO

  • (3) BERLIN, 1., El mago del Norte. J. G. Hamann y el origen delirracionalismo moderno, editado por H. Hardy, traduccin, intro-duccin y notas de J. B. Daz-Urmeneta, Tecnos, Madrid, 1997,pg. 132.

    Pues bien, en Isaiah Berlin, esta vocacin aventure-ra de la que estamos hablando acaba convirtindose enuna cuestin de principios e, incluso, de mtodo. Guia-do por ella, su oficio de universitario lo llev a viajarpor la geografa de las ideas incmodas para el libera-lismo en el que crea con devocin: es decir, por ese te-rritorio totalitario gobernado por las ideas que "justifi-can" o "legitiman" -siguiendo el anlisis popperiano-los modelos cerrados de sociedad poltica al erigir "Ver-dades" irrefutables e incuestionables a partir de crite-rios absolutos de razn o sinrazn, da lo mismo, queson capaces de excluir y proscribir cualquier lgica derefutacin crtica o, llegado el caso, de disidencia frenteal rgimen de "Verdad"que establecen y administran. yas, imbuido de un romanticismo vital que recuerdabastante la astucia agnica de Odiseo, transit por

    nunca el norte del mismo. Y as, conscientes de la pre-sencia de sus particulares Minotauros, descienden lenta-mente por los peldaos del saber hacia esos infiernosdel intelecto en los que, como reconoca Hamann -unode los autores a los que precisamente dedic Berlin suestudio- moran los Dionisos del saber, aunque de esesaber "terrible" que apela a las "pudenda" y "genitalia"del conocimiento, y que plantea la exigencia de no des-preciar el "noble sum por los intereses del cogito" (3).

    13ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERALSOBRE EL "OTRO"

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    (4) SEVILLA, J. M., "La insumisin al dilema. Berlin y Vico", enBADILLO,P. y BOCARDo,E., (Editores), en Isaiah Berlin. La mira-da despierta de la historia, Tecnos, Madrid, 1999, pg. 327.

    (5) ARGULLOL, R., El Hroe y el nico. El espritu trgico del Ro-manticismo, Taurus, Madrid, 1999, pg. 302.

    Atado al mstil de tan singular liberalismo, la biogra-fa intelectual de Berlin recuerda la gesta del Odiseo m-tico que fue capaz de escuchar el canto de las peligrosassirenas mientras sus compaeros de viaje tapaban susodos con la cera de lo indiscutido y, porqu no decirlotambin, de lo manido y conocido. De ah la obsesinberliniana de imitar a los viajeros romnticos al situarsu reflexin liberal en los escenarios agrestes de esasideas que emulan los espacios fsicos buscados por quie-nes como Lord Byron pretendan, segn Rafael Argullol,liberar al "espritu del asfixiante aire de limitacin" queirradiaba la sensatez burguesa, pues templando el carc-ter en el riesgo que contiene el hierro de la aventura selogra "calmar en geografas inhspitas la herida que pro-duce el talante cobarde y acomodaticio de un tiempo yuna sociedad marcada por la antipica burguesa" (5).

    aquellos lugares del pensamiento en los que, por seguircon el ejemplo homrico, uno tiene que enfrentarse as mismo: a aquello que constituye ese "otro" amena-zante que, como apuntaba Karl Jaspers, lo cuestiona yniega al ponerlo a prueba en sus convicciones ms pro-fundas, y que en Berlin dio forma a la prctica de unautntico pluralismo vital caracterizado por un sostn"propio, una pre-ocupacin personal" (4).

    ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL "OTRO

  • (6) Cfr. ICNATIEFF,M., Isaiah Berlin. Su vida, trad. de Eva Ro-drguez Halfter, Taurus, Madrid, 1999, pg. 103.

    (7) BERLIN, l., "An Episode in the Life of Ivan Turguenev", enLondon Magazine 4, nm. 7 (julio), 1957, pgs. 14-24 y "Padrese hijos" en BERLIN, l., Pensadores rusos; compilacin de H.Hardy y A. Kelly, introduccin de A. Kelly, trad. de J. J. Utrilla,FCE, Mxico, 1992, pgs. 480-552.

    Esta percepcin kantiana que est presente en la re-flexin liberal de Berlin es lo que finalmente le hacesalir vencedor de sus viajes por los escenarios de lasinrazn y la violencia utpica o antiutpica. Y cuando

    Pero lo ms interesante de Isaiah Berlin no es sloverlo en el papel de aventurero intelectual que se inte-resa por los mundos sombros de la reflexin poltica,sino en contemplar cmo se interna en ellos para des-cubrir, con Kant, que con "un leo tan torcido comoaquel del cual ha sido hecho el ser humano nada pue-de forjarse que sea del todo recto".

    En este sentido, el espritu intelectual de Berlin re-cuerda, como lleg a reconocer personalmente a ShielaGrant Duff, al de Ivn Turguniev (6). Desde que ley sunovela En vsperas, Berlin admir en l ese talante abier-to que define al hombre liberal que es capaz de encar-nar la actitud negativa de quien siendo un celoso defensorde la libertad, sin embargo, y a pesar de su compromisocon ella, no deja de ocultar su empata epistemolgicahacia aquellos que, situndose frente a l, pretenden des-truirla con toda su ferocidad intelectual (7).

    15ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL "OTRO"

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    (8) NIETZSCHE, F.. Ms all del bien y del mal, trad. de A. Sn-chez Pascual, Alianza Editorial. Madrid, 1983. pg. 106.

    ,~Por eso el ejemplo berliniano es tan sugerente: por-

    que demuestra cmo el talante y la actitud liberalespueden fortalecerse en su contenido si se descubren losporqus que estn detrs de las ideas que lo cuestionancon saa, pues, frente a quienes creen que slo debeexplorarse el territorio de lo tolerado para no dar can-cha intelectual a la barbarie, Berln es de los que sos-tiene todo lo contrario. Para l la mejor manera de po-ner coto a la violencia y la irracionalidad es, siguiendola propuesta de Holderlin, encaminndose hacia lasfuentes intelectuales de lo que es tericamente peligro-so, pero con el propsito indisimulado de comprender-las desde su mismidad y, as, poder atajarlas a partirde sus races.

    digo "vencedor" me refiero al hecho de ver cmo fuecapaz de digerir el mundo del irracionalismo y la reac-cin que frecuent con asiduidad, y sin que por ello tu-viera que renunciar a su liberalismo. Es decir, sin verlosucumbir ante el riesgo que Nietzsche planteaba enMs all del bien y el mal al advertir a aquellos quesienten la seduccin de tratar al "Otro" que tengan encuenta que: "Quien lucha con monstruos cuide de noconvertirse a su vez en un monstruo. Cuando miraslargo tiempo a un abismo, tambin ste mira en ti" (8).

    ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • (9) Tomado de G. CORTS, J. M., Orden y caos. Un estudio cul-tural sobre lo monstruoso en el arte, Anagrama, Madrid, 1997,pg. 21.

    (10) VARGAS LLOSA, M., "Sabio, discreto y liberal", en El Pas, 16de noviembre de 1997, pg. 15.

    Si los liberales europeos no hubieran desdeadotanto las races intelectuales de las que brotaron el fas-cismo y el comunismo quiz la historia del tortuoso si-glo xx hubiera sido otra bien distinta. De ah que pue-da afirmarse, con M. Vargas Llosa, que el liberalismoberliniano consiste, antes que cualquier otra cosa, enun "permanente esfuerzo de comprensin del adversa-rio ideolgico" (10) ya que busca incansablemente los

    'porqus de su programa poltico. Quiz por ello, ysiendo un celoso defensor de la libertad y un enemigodeclarado del determinismo y el autoritarismo, ocupsu anlisis reflexivo escribiendo textos tan magnficoscomo los que dedic a Marx y De Maistre. En ellos,

    En este sentido la propuesta de Berlin es alecciona-dora. Descuidar al "otro", parece recordamos una yotra vez, es un error. Sobre todo cuando ste constituyeuna amenaza que cuestiona nuestra propia identidad e,incluso, nuestra supervivencia al configurarse como elantpoda del orden ideal de sociedad en el que vivimosy que, como se recuerda en la pelcula Forbidden Planet(1956) al hilo de la conversacin que mantienen el ca-pitn Adams y el doctor Moebius: "Todos nosotros te-nemos una parte monstruosa en el subconsciente. Poreso tenemos leyes y religin" (9).

    17ISAIAHBERLIN: UNAREFLEXINLIBERALSOBRE EL "OTRO"

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    (11) OVIDIO, Las metamorfosis, VII, 40, edicin, introduccin ynotas de J. F. Alsina, trad. de P. Snchez de Viana, Planeta, Bar-celona, 1990, pg. 242.

    (12) Entrevista con S. Luckes, en Tra [ilosotia e storia delle idea,Ponte alle Grazie, Florencia.

    como en otros ensayos que tuvieron como protagonis-tas a pensadores que se situaron en la confrontacindirecta con sus ideas liberales, Isaiah Berlin denotasiempre una fascinacin incondicional hacia sus opo-nentes. Una entrega que, como sucede con sus trabajossobre Vico, Hamann, Herder o Sorel, muestra la volun-tad deliberada de dejarse seducir por el "otro" y entraren una suerte de erotismo intelectual que lo llev aabrazarlos amorosamente con el fin de conocer hastalos ms profundos y misteriosos recovecos que alimen-tan su pensamiento, pero sin incurrir en el desenlaceque Ovidio recoge en Las metamorfosis al proclamar sufamosa reflexin: "Video meliora proboque; deteriorasequor" (lo bueno apruebo y lo contrario sigo) (11). Y esque como reconoce en la ltima entrevista que mantu-vo con S. Lukes: "Me aburre leer a quienes piensanms o menos como yo. Hoy en da el liberalismo pare-ce un compendio de banalidades porque todos creemosen las ideas liberales, todos las aceptamos. Resulta msinteresante leer a los enemigos porque ponen a pruebala solidez de nuestras defensas al encontrar sus debili-dades. A mi me interesa saber cules son los erroresque presentan las ideas en las que creo. Para qu? Pa-ra poder enmendarlas o abandonarlas" (12).

    ISAIAH BERLlN: UNA REFLEXIN liBERAL SOBREEL OTRO

  • (13) SCHUMPETER, J. A., Capitalism, Socialism and Democracy,Allen & Unwin, London, 1952, pg. 243.

    Heterodoxo, a su manera, del liberalismo, pero libe-ral al fin y al cabo, Berln nos ofrece el testimonio ra-zonador de alguien que hace de la impostura aventure-ra un rasgo de su fisonoma vital. Un rasgo sin el quesera imposible comprenderlo y, porqu no reconocerlotambin, admirarlo debido al singular sello con el quesupo modelar su dilatada vida de historiador de lasideas al cimentar sta alrededor de un culto indsimu-lado por el pluralismo, hasta el punto de hacer plsticaen su existencia la reflexin que tom de J. A. Schum-peter -y que introdujo en sus Cuatro ensayos sobre lalibertad (1969)- al decir con l que: "Percatarse de lavalidez relativa de sus propias convicciones, y sin em-bargo ser capaz de defenderlas sin vacilaciones, es loque diferencia en la prctica a un hombre civilizado deun brbaro" (13).

    A esa tarea dedic su vida y su obra, y por ese mo-tivo cuando uno contempla el quehacer intelectual deBerlin se percibe una nota de desconcierto: el que pro-duce sentir que est ante alguien que no parece serquien dice ser, pues, a pesar de la condicin de univer-sitario que envuelve su trabajo, lo cierto es que el mis-mo no parece casar muy bien con los cnones ms omenos rgidos que gobiernan el mundo hiperformaliza-do de la Academia.

    19IsAlAH BERLIN: UNAREFLEXINLffiERALSOBRE EL OTRO

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    (14) POPPER, K., En busca de un mundo mejor, trad. de J. VigilRubio,Pads, Barcelona, 1994, pg. 157.

    Defensor de Occidente y sus valores antideterminis-tas cuando tantos cuestionaban su vigencia, Berlin con-tiene esa insaciable curiosidad liberal que hace de labsqueda un fin: un itinerario trgico al servicio de lalibertad, y cuyo nico compromiso es con la libertad

    Su famosa descripcin de la zorra y el erizo esejemplificadora de su mtodo reflexivo y del talante in-telectual con el que gui su estudio. Alejado de plantea-mientos "fuertes", por asumir la terminologa postmo-derna, Berlin ms que erizo u hombre de sistema, fueun zorro, es decir, un sabedor de astucias que analizlos problemas de la realidad poltica occidental sin unorden aparentemente claro, pero con un hilo conductorlo suficientemente estable y coherente como para poderofrecernos soluciones aceptables a aqullos. La raznde ello reside en esa dinmica flexible y en esa plastici-dad permeable y asistemtica que porta consigo supensamiento y que es plenamente congruente ~on lapermanente apertura y reforma que caracteriza el mo-do de vida que contiene esa civilizacin occidental que,como reconoca Karl Popper: "a pesar de todos los fa-llos que justificadamente pueden encontrarse en ella...es la ms libre, ms justa, ms humanitaria de todaslas que hemos conocido a lo largo de la historia de lahumanidad. Es la mejor porque es la que tiene ms ca-pacidad de mejorar" (14).

    ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • En este sentido, en su biografa confluye una extra-a mezcla novelesca en la que se entretejen los perfiles

    Comprender el carcter aventurero que acabamos dedestacar como horizonte vital del pensamiento liberalberliniano requiere analizar algunas de las claves bio-. grficas que explican la inasibilidad plstica y el dina-mismo reflexivo que caracterizan la obra de Isaiah Ber-lino Si, como recordaba Ortega, la vida es lo que es envista desde un pasado que sobre el presente acta y pe-racta constantemente, entonces, no es difcil localizaren la biografa de nuestro autor alguna explicacinacerca del inters vital que proyect intelectualmentesobre ese "otro" que con tanta profusin estudi.

    II. A LA BSQUEDADE ALGUNASRESPUESTASBIOGRFICAS

    misma. Con qu objeto ...? Con el de poder elegir enmedio del maremgnum decisionista sobre el que se le-vanta la existencia de quienes aspiran al bienestar mo-ral que proporciona afirmar, a la manera cervantina,que uno es dueo de su propia vida o, lo que es lomismo, que se ha de llevar "la libertad en peso/sobrelos propios hombros de mi gusto". Por eso Berlin en-carna como pocos ese estilo liberal de vida tan pococomprendido hoy en da y que exterioriza el hombreque es capaz de elegir porque est dispuesto a asumirla responsabilidad moral de sus elecciones.

    21ISAIAHBERLIN: UNAREFLEXINLIBERALSOBRE EL "OTRO"

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  • 22

    Nacido el 6 de junio de 1909, en Riga, cuando laantigua ciudad hansetica formaba parte del Imperiode los Zares, la familia de Berlin proceda, como la desu amigo Yehudi Menuhim, de esos judos hasdicosque eran conocidos en la Europa oriental como "luba-vich", y que soportaban la animadversin de los secto-res de la ortodoxia hebrea debido a su carcter abierta-mente heterodoxo ya que defendan una aproximacina la fe mediante formas de comunin mstica como elcanto, el baile y prcticas de xtasis semejantes.

    literarios que James Joyce desliz en su "Ulises" a tra-vs de sus personajes, Stephen Dedalus y LeopoldBloom... Judo descredo que deambula por su particu-lar Dubln a la bsqueda de s mismo, Berlin contienela imaginacin plstica y potica del primero al tiempoque exterioriza el desarraigo fronterizo de los hijos deIsrael que, como el Bloom joyceano, persiguen su "ser"errabundos entre las masas extraas de un mundo queles da la espalda y que tratan de comprender intil-mente porque "saben" que no les pertenece debido a suheterodoxia y anormalidad ...

    ISAIA~ BERLlN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL OTRO

    En la biografa que M. Ignatieff dedica a Berlin, seanaliza con detalle estos orgenes religiosos que, sin serlgicamente determinantes, no deben ser tampoco ob- ,~viados, pues, a pesar del ambiente secularizado en el Ique creci Berlin, no es menos cierto tambin que l .~mismo lleg a reconocer en alguna ocasin que, a pe-sar del sentir seglar y escptico que caracterizaba su

  • (15) Cfr. IGNATIEFF, M., l. Berlin. Su vida, cit., pg. 26.

    Precisamente el perfil insoportablemente tirnicoque fue adquiriendo Rusia bajo los bolcheviques, hizoque se llenase la memoria del joven Berlin de imgenesy recuerdos violentos en tomo a la revolucin que tan-to admiraron posteriormente sus compaeros de estu-dio en Oxford. Como recordaba al hilo de las entrevis-tas que mantuvo con M. Ignatieff, de aquellas vivenciasque marcaron su etapa juvenil hubo una que se le que-

    Hijo de un comerciante maderero enriquecido connegocios de exportacin, su vida infantil se inserta enun contexto urbano y acomodado. Su padre, MendelBerlin, perteneca a esa generacin de liberales rusosque, al igual que Turguniev, haban defendido la occi-dentalizacin radical de Rusia frente a los llamados es-lavfilos. Seguidor de Herzen y de quienes apostabanpor Occidente desde Pedro el Grande, en el progenitorde Berlin se aprecia ese apego por la forma de pensa-miento y por las costumbres inglesas que eran tan ca-ractersticas de la burguesa reformista de la poca.As, el triunfo de la revolucin de febrero de 1917 fuevisto con alegra por su familia, aunque pronto el sesgoque tom la misma tras el golpe de estado bolcheviquedesminti trgicamente las expectativas iniciales.

    forma de pensar, con todo, nunca haba necesitadoromper con su pasado familiar para llegar a las conclu-siones que articularon luego su pensamiento "",

    23ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL "OTRO

  • !L__

    (16) Cfr. Isaiah Berln en dilogo con Ramin Jahanbegloo, trad. deM. Cohen, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1993, pgs. 19-20.

    Tras huir de Rusia en 1921, la familia de IsaiahBerlin se estableci en Inglaterra. La posicin acomo-dada de los Berlin no se resinti por el exilio. Frecuen-tando el ambiente de la clase media inglesa de aquellosaos, Isaiah Berlin recibi la formacin al uso de lapoca, aunque nunca pudo desproveerse de su condi-cin de judo extranjero y del inters que la literatura yel arte en general ejercieron sobre l desde su niez.Llevado por un portentoso intelecto alimentado poruna inteligencia selectiva y una memoria prodigiosa, suetapa de estudiante en el Corpus Christi de Oxford fuedecisiva en su formacin. Provisto de una beca para es-tudiar Ciencias Clsicas e Historia Moderna, su tutoren filosofa, Frank Hardie, lo orient hacia ese empiris-

    mente, "Noche Cerrada" (16).

    d fielmente grabada, y que de alguna manera ejempli-fica la suerte a la que abocan los regmenes en los quese edifican ortodoxias tericas que proscriben a quieneslas cuestionan de una u otra forma. y es que en aque-llos turbulentos das de terror revolucionario, la perse-cucin del liberalismo fue paulatinamente delatada atravs de la suerte corrida por el peridico liberal"Da", que tuvo que denunciar la creciente arbitrarie-dad del gobierno de Lenin mediante la utilizacin desu propia cabecera, ya que fue rebautizndose con losnombres de "Tarde", "Noche", "Medianoche" y, final-~~

    24ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO

  • (17) IGNATIEFF, M., Isaiah Berlin. Su vida, cit., pg. 76. Sobre M.Bowra vase el ensayo que le dedic Berlin y en el que recono-ce cmo logr transformar radicalmente su percepcin del mun-do bajo su influencia intelectual, BERLIN,1., Impresiones perso-nales, compilador H. Hardy, introduccin de N. Annan, trad. deJ. J. Utrilla y A. Cora, FCE, Mxico, 1984, pgs. 242-250.

    Inmerso en un contexto intelectual que, como luegoreconoci el propio Berlin, le ayud por un lado a evi-tar el espritu profesoral oxoniense y, de otro, a fre-cuentar el trato con "otros" que no sentan ni compren-dan la realidad como l, poco a poco fue fructificandoen su personalidad una distancia metodolgica frente alo "instituido" que, como lleg a sealar su amigo elpoeta Stephen Spender, llamaba la atencin ya queIsaiah Berlin se mostraba interesado por la vida y lasopiniones de los dems sin escandalizarse por prejui-cios morales o polticos. De modo que, como reconociWystan Auden, en Berlin haba siempre una nota deempata hacia el "otro", hacia sus problemas y dificul-tades, y que casa muy bien con una de las mximas

    mo anglosajn que se convirti en el pilar de su meto-dologa analtica, mientras que su amistad con MauriceBowra, uno de los profesores que lideraban lo que en-tonces se llamaba en los crculos oxonienses el "frenteinmoral", lo condujo hacia los heterodoxos del Oxfordde entonces, es decir, hacia "aquellos comunistas, ho-mosexuales y anticonformistas que defendan el placer,la conviccin y la sinceridad frente a los pesados yquisquillosos mandarines de los colegios de Oxford" (17).

    25ISAIAR BERLIN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • En este sentido, su estudio sobre Marx fija ya el iti-nerario que seguir luego su trayectoria acadmica yque cimentar su liberalismo pluralista. Cuando en 1933comenz su trabajo, el ambiente de Oxford estaba cadavez ms imbuido por el pensamiento marxista. La Gran

    Convertido en profesor en AH Souls en 1932, sucondicin de "rara avis" fue uno de los rasgos biogrfi-cos que el propio Berlin siempre cultiv. Primero, alconvertirse en el primer judo que llegaba a "fellowship"en tan aristocrtico "college" y, despus, debido al mbi-to de estudio al que se dedic: la historia de las ideas:una especialidad que conciliaba registros muy diversosal combinar el anlisis del pensamiento desde su em-plazamiento histrico, s, pero a partir de grandes lneasde tensin que lo relacionaban con la cultura en gene-ral, aunque sin adoptar nunca un criterio riguroso deespecialidad sistemtica, pues, el historiador de las ideasdebe tratar de desvelar 16s orgenes de esos patronesconceptuales que, de un modo u otro, han delimitadola forma de pensamiento con la que los hombres sehan entendido histricamente a s mismos y que, nor-malmente, han quedado sin analizar al hallarse diluidosen el espritu de una poca debido a su generalidad y,sobre todo, porque se han empleado casi inconsciente-mente con el fin de ordenar y cohesionar una partesustancial de nuestra experiencia.

    que luego presidirn su reflexin terica, a saber, la de"E d "que: nten er no es aceptar .

    26ISAIAH BERLlN: UNA REFLEXIN LmERAL SOBRE EL 'OTRO'

  • Desprovisto de todo entusiasmo hacia las ideas deMarx a pesar de ser un asiduo al Pink Lunch Club enel que se reunan sus seguidores en Oxford, Berlindespleg en su trabajo ese querer entender al "otro",incluso cuando en el "otro" estaban las ideas que ha-ban movido a los bolcheviques a construir la tiranade la que tuvo que huir su familia en 1921. Y as, co-mo seala Ignatieff, escribir sobre Marx fue "unirse alflujo de la principal corriente ideolgica de su poca ytomarle la medida al reto que ello significaba parasus propias e incipientes lealtades liberales. Lo quefascinaba a Isaiah era el odio de Marx hacia la civili-zacin misma que l admiraba. Esto sentara un pre-cedente que perdurara el resto de sus das: Berln de-fenda sus propias convicciones escribiendo sobre laspersonas que eran sus enemigos ms acrrimos. Aspues, burgus irnico, burln consigo mismo, y nocomprometido decidi, en la primavera de 1933, pasarcinco aos en compaa de un idelogo ferozmentedogmtico, que haba despreciado todo lo que Berlin

    Depresin del momento pareca dar la razn a los argu-mentos tericos del materialismo histrico de Marx. Laizquierda profesoral oxoniense no slo estaba crecidapor los talentos que se adscriban a sus filas -RichardCrossman, John Austin o Stuart Hampshire, entreotros-, sino porque se apoyaba en el prestigio que antela opinin pblica de la poca irradiaba la propagandaque ensalzaba el ensayo revolucionario marxista prota-gonizado por la Unin Sovitica.

    27IsAIAR BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERALSOBRE EL "OTRO

  • J(18) Cfr. IGNATIEFF,M., Isaiah Berlin. Su vida, cito pg, 102.(19) RYAN, A., "Introduccin", en l. BERLIN,Karl Marx. Su vida y

    su entorno, trad. de R. Boxio, Editorial Alianza Editorial, Ma-drid 2000, preparacin de la cuarta edicin a cargo de A. Rive-ro, pg. 16.

    A partir de esta obra Berlin no slo ubica el que se-r el mbito de su trabajo acadmico, sino que al hilode su realizacin tuvo la oportunidad de constatar lasque a sus ojos eran las flaquezas que contena el positi-vismo lgico que Alfred Ayer haba introducido en Ox-ford. y es que al estudiar el pensamiento de Marx ha-ba podido experimentar lo difcil que es aceptar laexistencia de argumentos abstractos o analticos total-mente liberados de conexiones personales o histricas.Este distanciamiento con respecto a la filosofa analti-ca que se abra paso en los ambientes acadmicos deOxford y Cambridge hizo que Berlin volviera sus pasossobre el empirismo en el que se haba formado ante-riormente de la mano de Locke, Berkeley y Hume, em-pirismo que constitua la tradicin filosfica inglesa y

    representaba" (18). El resultado intelectual que se des-prendi de ello lo resume muy bien Alan Ryan cuandodice en su prlogo al Karl Marx de Berlin que pocos"comentaristas, incluso hoy da, han realizado un ba-lance tan equilibrado entre el retrato psicolgico y elanlisis intelectual. Berlin deja al lector con la sensa-cin de que si Marx entrara en la habitacin sabra-mos qu decirle -y, si tuviramos ganas de pelearnos,qu no decirle" (19).

    28IsAIAH BERLlN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • Durante la Segunda Guerra Mundial Berlin desem-pe labores de corresponsal dentro del Servicio Diplo-mtico britnico. Primero, en Nueva York y, despus,en Washington, permaneciendo un periodo de variosmeses en Mosc, recin terminada la guerra. Esta expe-riencia diplomtica le permiti asomarse a ese ladoprctico y real que normalmente el hombre de ideas nofrecuenta al vivir inmerso en el campo de la abstrac-cin libresca. Fue durante su estancia en Washingtoncuando ms apegado estuvo a los cenculos polticos yperiodsticos ya que tuvo la oportunidad de tratar e in-timar con editorialistas y columnistas como MarquisChild, Drew Pearson, Arthur Krock y Walter Lippmann,as como con los jvenes polticos que constituan lavanguardia programtica del New Deal del presidenteRoosevelt: Charles Bohlen, George Kennan, John Fergu-son, John Oakes y Edward Prichard, entre otros. Conabsoluta libertad de movimientos por los crculos ofi-ciales de Washington, el trabajo de Berlin en la emba-jada britnica consista en tener "odos" para lo que enellos se deca ya que una vez por semana deba presen-tar un informe al respecto que se enviaba al ForeignOffice y que, a travs de los circuitos diplomticos deWhitehall, llegaba a Churchill y a su ministro de exte-riores, Anthony Eden.

    que colisionaba con los planteamientos que Ayer y lospositivistas mantenan cuando negaban la historicidademprica del pensamiento humano.

    29ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL OTRO

  • (20) Cfr. IGNATIEFF, M., Isaiah Berln. Su vida, cit., pgs. 137-186.

    Pero si su estancia en los Estados Unidos fue prove-chosa intelectualmente al permitir que se asomara a lapoltica prctica y a los manejos diplomticos que ope-ran en ese acontecer sombro en el que, segn Cline,sucede todo o, mejor dicho, casi todo, el periodo que

    Fue en este contexto donde percibi con nitidez laslimitaciones que el pensamiento abstracto tiene a lahora de interpretar la poltica en sus dimensiones msplsticas: aqullas que constituyen el da a da de unquehacer poltico regido por la negociacin y, sobretodo, por la necesidad de soluciones ms o menos in-mediatas en las que no existe margen para la refle-xin con detalle, que es lo que normalmente sucedecuando el pensador universitario afronta el estudio delo poltico en sentido terico. Esta flexibilidad y dina-mismo de la poltica prctica aprendida por Berlndurante su estancia americana es un dato que no de-be pasarse tampoco por alto, ya que de alguna mane-ra gravita sobre su trabajo intelectual posterior. Dehecho, la mayor parte de su obra permanecer desdeentonces contenida en notas y ensayos breves, bien enforma de clases o conferencias, bien de artculos edi-tados en separatas, revistas y boletines universitarios,es decir, en escritos redactados sin el rigor y el frodistanciamiento que exige la escritura reposada de untrabajo de investigacin destinado a la estricta y ce-rrada difusin acadmica (20).

    2 _ g__

    30lSAIAH BERUN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL OTRO"

  • (21) Cfr. Isaiah Berlin en dilogo con Ramin Jahanbegloo,cit.,pgs. 32-37

    Pues bien, la eleccin de sus amigos en el Moscstalinista fue clara: la de quienes como Pasternak o Aj-mtova constituan esos "otros" que sufran la repre-

    y as, en medio de aquel pas que haba salido vic-torioso de la guerra, la euforia de la victoria no pudoocultar a la fina sensibilidad de Berlin el horror que sedibujaba debajo de la superficie de los hechos. De lamano de su trato con Boris Pasternak y Ana Ajmtovapudo descubrir la "verdad" que gravitaba sobre el alia-do sovitico. Es cierto que Berlin nunca haba cedido ala seduccin que la Rusia de Stalin haba ejercido so-bre numerosos compaeros suyos de Oxford (21). De he-cho, cuando en 1944 su compaero en la embajada bri-tnica en Washington, Donald Maclean, le reprochestar del lado del capitalismo occidental, la reaccin deBerlin fue cortante, tal y como describe Ignatieff en subiografa: "Se supone que estamos luchando por la civi-lizacin frente a la barbarie ... y civilizacin significa li-bertad para elegir tus amigos".

    vivi en la Rusia sovitica de septiembre de 1945 aabril de 1946 hizo revivir en l la ignominia y la vilezaque engendran el totalitarismo, y que ya experiment,siendo todava joven, en aquel Petrogrado bolcheviquecuya imagen de violencia nunca se difumin del todoen su memoria.

    31ISAIAH BERilN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • (22) Cfr. DALOS, G., The Guest From the Future: Anna Akhmatovaand Isaiah Berln, with the collaboration of Andrea Dunai, JohnMurray, London, 1998, pgs. 25-27.

    Sobre la noche que pasaron juntos Berlin y Ajmto-va se ha escrito mucho, incluso ofrece un terreno inte-resante de reflexin acerca de lo que signific a lo lar-go de su vida ese "otro" que para el propio Berlin fuesiempre el mundo femenino, tal y como G. Dalas aven-tura en su The Guest From the Future: Anna Akhmatovaand Isaiah Berln (22). En realidad, como deja entrevercon acierto Ignatieff, gracias a ese encuentro con la po-eta en su piso de Leningrado, Berlin elabor un infor-me sobre la literatura y el arte en la Rusia sovitica

    sion de un regimen totalitario que no admita disiden-tes a la Verdad oficializada mediante el terror, tal y co-mo sus respectivas obras denunciaban. En este sentidosu encuentro con Ana Ajmtova constituye de nuevo undato relevante a la hora de comprender esa nota deapasionamiento sensible que fluye latente en el pensa-miento y la metodologa analtica de Berlin, y que re-fuerza esa "rareza" que gravita alrededor de su figuraintelectual, y que lo llev a indagar sobre el "otro"desde su etapa de formacin oxoniense al vincularse aese mundo artstico en el que se aprecia ms ntida-mente la plasticidad del dolor que provoca el desarrai-go de quienes viven sinceramente algn tipo de pros~cripcin moral, religiosa o poltica a travs de mecanismosde represin que anulan sutilmente al individuo y suconciencia.

    32ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO'

  • (23) Tomado de IGNATIEFF, M., Isaiah Berlin.Su vida, cit., pg. 225.(24) AJMTOVA, A., Rquiem y otros poemas, introduccin y trad.

    de J. L. Reina Palazn, Alfar, Sevilla, 1993, pg. 164.

    Marcado por su experiencia en la Segunda GuerraMundial, el Isaiah Berlin que regresa a Oxford trasva-sar a su trabajo acadmico lo vivido durante esos de-cisivos aos en el servicio exterior. Su preocupacin in-telectual por el "otro" ser a partir de ese momento

    y se fue el tiempo y el espacio se fue,y de la noche blanca vi todo a travs:los narcisos en cristal en tu mesa,y el humo azul del cigarrillo,y aquel espejo, donde como en agua tersa,ahora te reflejaras en su brillo.y se fue el tiempo y el espacio se fue...y que t ya me ayudes tampoco puede ser (24).

    que denunciaba la situacin totalitaria que padeca elpas que haba visitado. Y lo haca precisamente a par-tir de los testimonios de quienes le haban susurradodesde su corazn de poetas lo mucho que sufran bajoaquella atmsfera utpica; que es lo que la propia Aj-mtova recuerda a Berlin en su poemario Cinque cuan-do le dice: "Sabes muy bien que no voy a celebrar/elda ms amargo de nuestro encuentro./Qu dejarte enrecuerdo?/Mi sombra? De qu puede servirte un fan-tasma?" (23); o cuando evoca el momento de su encuen-tro en su poema En la. realidad:

    33ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (25) GRAY, J., Isaiah Berln, trad. de G. Muoz,Edicions Alfonsel Magnanm-Ivfil, Valencia, 1996, pg. 11.

    Isaiah Berlin ha sido comparado con Hume debidoal maridaje que en su obra establece entre la filosofaemprica y la historia. Sin embargo, como acertada-mente seala John Gray al respecto, si "comparte conHume una profunda vivacidad intelectual, el amor a laclaridad en el pensamiento y la escritura y el gusto porlas ironas de la historia ... alberga otro tipo de pasionesde las que careca por completo el genial Hume. Estaspasiones proceden de elementos de su plural legado,que no son ingleses, sino rusos y judos; de aqu vienesu pasin por las ideas y su sentido de lo trgico en lavida humana" (25). Precisamente esa necesidad trgicade aproximarse al "otro" es vista por Berlin como una

    una empresa acadmica a travs de la que verter susimpresiones vivenciales siguiendo, para ello, las pautasque ya hemos visto que estaban presentes en el periodoque marca la etapa previa a la redaccin de Karl Marx.Sin embargo, el antiutopismo ser a partir de entoncesuno de los objetivos ms ntidos dentro de su reflexin,como lo sern tambin sus estudios acerca del irraciona-lismo, especialmente de aquel que estaba en la raz delnacionalismo y del fascismo que propiciaron el Holocaus-to. As, en los aos cincuenta mostrar una clara preocu-pacin intelectual por la libertad, preocupacin que enlos 60 y 70 har progresivamente vascular hacia esa 'Vi-sin pluralista que acabar impregnando su liberalismo.

    34ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO'

  • Uno de los rasgos definitorios que gravitan sobre elanlisis que plantea es, precisamente, su crtica a loque denomina sin excesivo rigor terminolgico el "mo-nismo" racionalista occidental. Concretamente esa "fala-cia racionalista" -segn sus propias palabras- que esla creencia de que slo hay una respuesta para cadacuestin fctica o axiolgica, y que puede ser alcanzada

    Para entender el liberalismo de Isaiah Berlin hayque partir de un dato previo: el carcter polmico conel que se desarrollan sus principios. Esta tensin dia-lctica es determinante ya que Berlin desarrolla su pen-samiento a partir de una idea nuclear: la de confron-tarse con quienes creen que es posible la edificacin deuna sociedad perfecta.

    ID. EL PRESUPUESTO DEL LIBERALISMO BERLINIANO:LA CRTICA AL MONISMO DE LA ILUSTRACIN

    pasin, hasta el punto de constituir el pilar sobre elque construye un pensamiento emptico e imaginativoque, en contacto con el Arte y su plasticidad creadora,ha sido capaz de articular una suerte de liberalismoatpico y singular, pero profundamente sugerente debi-do al carcter plural de sus registros y al potencial cr-tico que contiene en su debate con la modernidad ilustra-da. Al estudio del mismo vamos a dedicar a continuacinnuestro anlisis.

    35ISAIAHBERLIN: UNA REFLEXINUBERAL SOBREEL "OTRO'

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  • (26) Cfr. GARCAGUITIN,E., El pensamiento poltico de IsaiahBerlin, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, Madrid,2001, pgs. 27-30.

    (27) Cfr. BERLIN,L, Pensadores rusos, cit., pg. 118. Una intere-sante reflexin sobre esta distincin se halla en Isaiah Berlin endilogo con Ramin Jahabegloo, cit., pgs. 245-250.

    (28) Cfr. BERLIN,L, El fuste torcido de la humanidad. Captulosde historia de las ideas, edicin a cargo de H. Hardy, trad. de J.M. lvarez Flrez, prlogo de S. Giner, Pennsula, Madrid, 1992,pgs. 21-37.

    El monismo, ms que una forma de pensamientoes, en realidad, una visin de la vida e, incluso, unasuerte de talante vital. En su conocida reflexin sobrela zorra y el erizo Berlin nos muestra, precisamente, aun Lev Tolstoi que lo encarnara existencialmente al servctima de una pasin monista que pretendera abarcarla comprensin de todas las cosas bajo "un vasto todounitario" (27). Esta pasin, segn Berlin, inspira la cultu-ra de Occidente desde sus orgenes griegos, y en ellaradica esa concatenacin de atributos platnicos queasocian en una identidad universal los conceptos debien, verdad, belleza, unidad y razn (28).

    si se sigue para ello un mtodo de investigacin racio-nal. Dentro de esa "falacia" incluye a todas las teorasque, de un modo u otro, han defendido la existencia devalores objetivos, verdaderos, universales e inalterables,y que han credo posible su descubrimiento e, incluso,su organizacin intelectual a travs de un universo sis-temtico, ordenado y coherente capaz de regir a loshombres en sus vidas individuales y colectivas (26).

    36ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (29) Cfr. Ibidem, pgs. 42-43.(30) Una precisa reflexin sobre la descripcin del monismo

    dentro del discurso berliniano se contiene en DfAZ-URMENETA,J.B., Individuo y racionalidad moderna. Una lectura de Isaiah Ber-lin, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1994,pgs. 138-140.

    Para los monismos racionales, ya sean tradicionales,religiosos, trascendentales, materialistas o usnaturalis-tas, los problemas y los conflictos engendrados en elmundo seran el efecto de nuestra incapacidad para ar-ticular un sistema que reprodujera e integrara armonio-samente ese modelo ideal valorativo (30). En este sentido

    En La decadencia de las ideas utpicas en Occidente(1978) se expresan los tres supuestos que articulan lavisin berliniana del monismo. El primero es la convic-cin de que para toda pregunta slo habr una res-puesta correcta, y son incorrectas todas las dems. Deah la aspiracin del monismo de alcanzar un sabercompleto. El segundo es que existe un mtodo que des-cubre estas respuestas correctas, de modo que la reali-dad es siempre inteligible si se da con el mtodo id-neo para desvelar sus claves. y el tercer supuesto, yprobablemente el ms determinante, es que todas lasrespuestas correctas deben ser mnimamente compati-bles entre s, pues una verdad no puede ser incompati-ble con otras; por consiguiente, ninguna de las respues-tas correctas, sean stas a preguntas acerca de lo quehay en el mundo, o acerca de lo que los hombres debe-ran hacer o no hacer en l, nunca podrn entrar enconflicto mutuo (29).

    37ISAIAH BERUN: UNAREFLEXIN lffiERALSOBRE El "OTRO'

  • (31) BERLIN, I., El fuste torcido de la humanidad. Captulos dehistoria de las ideas, cit., pg. 131.

    Sin embargo, ese monismo racional experimenta suapogeo bajo el dominio de la Ilustracin. Los presu-puestos de ella suponen una exacervacin de la lgicamonista al apoyarse en la suposicin de que exista unanaturaleza humana universal e invariable debido a lapresencia en todos los hombres de una esencia: la ca-

    Berln cree que el monismo contiene en su seno unmarcado componente utpico, consciente o inconscien-te, no importa, ya que hace referencia a la creencia deque es posible construir una sociedad perfecta. De he-cho, piensa Berlin, la tradicin alrededor de la que senuclea el pensamiento occidental desde sus orgenes secaracteriza por haber hecho propia la idea (que luegotransform en programa poltico la Modernidad) deque el conocimiento no tiene tan slo un carcter des-criptivo, sino que va ms all al proporcionar a la hu-manidad un horizonte prescriptivo hecho de valoresque, como explica en El fuste torcido de la Humanidad(1979), permiten saber cmo debe vivirse, qu hacercon la propia vida, cules son las formas de vida msadmirables y, sobre todo, el por qu de todo ello, pues:"Este patrn unificado y monista se sita en el coraznmismo del racionalismo tradicional, religioso y ateo,metafsico y cientfico, trascendental y naturalista, queha sido caracterstico de la civilizacin occidental. staes la roca sobre la que han sido fundadas las vidas ycreencias occidentales ..." (31).

    38ISAIAH BERLlN: UNAREFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • (32) BERLIN,1., Cuatro ensayos sobre la libertad, versin espaolaa cargo de B. Urrutia, J. Bayn y N. Rodrguez Salmones, Alian-za Editorial, Madrid, 1988, pgs. 224-225.

    El "cogito" cartesiano sera, por tanto, el eje verte-brador de un discurso monista que permitira a loshombres llegar a conocer las leyes que rigen natural-mente la existencia humana. y aunque Descartes nofuera un autor ilustrado, sin embargo, fue l quien dioorigen al proyecto de la Ilustracin al brindarle la fina-lidad de depurar al espritu humano de todo lo dudosoo carente de fundamento racional y de reconstruir elpensamiento y la prctica humanos a partir de principios

    pacidad de razonar. Esta circunstancia conduce al des-potismo, aunque sea el despotismo altruista que descri-be musicalmente Mozart en La Flauta mgica de la ma-no de ese templo de Sarastro que rinde culto a laRazn, y que hace de la libertad un atributo humanoque se identifica con aqulla, pues para el discurso dela Ilustracin: "todos los hombres tienen un fin verda-dero, y slo uno: el de dirigirse a s mismos racional-mente;... los fines de todos los seres racionales tienenque encajar por necesidad en una sola ley universal ar-mnica, que algunos hombres pueden se~ capaces dediscernir ms claramente que otros;... todos los conflic-tos y, por tanto, todas las tragedias, se deben solamenteal choque de la razn con lo irracional o lo insuficiente-mente racional -los elementos de la vida que son inma-duros o que no estn desarrollados-, sean stos indivi-duales o comunales" (32).

    39ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN liBERAL SOBRE EL OTRO

  • (33) Cfr. GRAY. J., Isaiah Berlin, cito pg. 161

    Pues bien, para Berlin la Ilustracin inaugur la

  • (34) BERLIN, L, Contra la comente. Ensayos sobre historia de lasideas, trad. de H. RodrguezToro,FCE,Mxico,1986,pg. 82.

    (35) ABELLN,J., "Isaiah Berlin y MaxWeber:Ms all del libe-ralismo", en BADILLO,P. Y BOCARDo,E. (Editores), Isaiah Berlin.La mirada despierta de la historia, cit., pg. 137.

    Pero lo curioso del anlisis crtico que despliegaBerlin frente a la Ilustracin es que el mismo surge,como indica J. Abelln, "de un principio ilustrado, elde que el individuo debe ejercitar autnomamente larazn, pero Berlin considera que la aplicacin de esteprincipio, que se realiza desde tradiciones culturales di-ferentes, conduce precisamente a la afirmacin de valo-res y de modos de vida diferentes y en conflicto entres" (35). El texto ms sugerente que Berlin dedica a laIlustracin es The Age of Enlightenment (1956), obra enla que a partir de una antologa de textos de autorescomo Locke, Voltaire, Berkeley, Hume, Reid, Condillac,La Mettrie, Hamann y Lichtenberg, llega a la conclu-sin de que para los ilustrados exista un asidero deverdad indiscutible: el que brindaba la aplicacin de tc-nicas que, a partir del lenguaje matemtico, era capaz

    semiconsciente, semirrecordada. Lo que los hombresllaman supersticin y prejuicio no es sino la corteza dela costumbre que por pura supervivencia se muestracomo prueba en contra de los destrozos y vicisitudesde su larga vida; perderlo es perder el escudo que pro-tege la existencia nacional de los hombres, su espritu,sus hbitos, sus recuerdos, la fe que los ha hecho loque son" (34).

    41IsAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO"

  • (36) Cfr. BERLIN, 1., The Age of {he Enlightnment: The Eighteenth-Century Philosophers, Oxford University Press, 1979, pg. 15.

    (37) CASSIRER, E., Filosofa de la Ilustracin, trad. de E. maz,FCE, Mxico, 1993, pg. 28.

    En realidad, detrs de la ilustracin lata la convic-cin cientificista de que la naturaleza humana eraesencialmente la misma en todo tiempo y lugar al re-girse por leyes eternas que podan llegar a conocerse.Para el hombre ilustrado la razn experimenta unatransformacin peculiar bajo la accin de una suertede "libido sciendi" que hace que deje de ser vista, enpalabras de E. Cassirer, como una "posesin" innatapara adquirir el status de una "forma de adquisicin":una conquista, una energa que "no puede comprender-se ms que en su 'ejercicio' y en su accin" (37). Fue ascomo lleg a desarrollarse ese programa ilustrado queimplicaba los presupuestos de poder definir cientfica-mente lo que era el hombre y cules eran sus necesida-des para, a continuacin, determinar qu era lo que re-

    de articular propiedades mensurables que, reveladaspor los sentidos, permitan la mejora del mundo y delos hombres a partir de un discurso cientfico incontro-vertible (36). Gracias a este asidero la tradicin monistaalcanza a los ojos de Berlin su paroxismo ya que losilustrados creyeron que era posible aplicar los mismosmtodos de anlisis de las ciencias naturales a losasuntos humanos, incluso a la organizacin de la socie-dad y a la poltica.

    42ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (38) Cfr. BERLIN, L, El fuste torcido de la humanidad. Captulosde historia de las ideas, cit., pgs. 195-222.

    (39) Tal es as que ha recibido severas crticas por parte de losentendidos sobre el Romanticismo, cfr. GAY,P., "Intirnatons ofpartiality. Wrong but romantic: 1. Berlns lectures on the neme-sis of the philosophes", en The TImes Literary Supplement, 11 dejunio de 1999, pgs. 3-4. En su descargo podemos sealar quela obra de Berlin naci de la voluntad recopiladora de HenryHardy al agrupar en un mismo volumen las conferencias dadaspor aqul entre marzo y abril de 1965 en la National Gallery ofArt de Washington.

    Descrito por Berlin en su forma ms gruesa y sim-ple (39), al Romanticismo le corresponde el mrito dehaber destruido sistemticamente las ideas de verdad yvalidez acuadas por el monismo ilustrado en el campode la antropologa, la epistemologa, la tica y la filoso-

    Sin embargo, este programa experiment su refuta-cin completa de la mano del movimiento romntico;que es a los ojos de Berlin el primer movimiento inte-lectual que se enfrent con los presupuestos del monis-mo occidental (38). Es cierto que Vico e, incluso, Ma-quiavelo, haban introducido criterios de reflexin crticafrente al monismo. Es ms, entre los mismos autoresilustrados hubo quienes, como Montesquieu, haban sidobastante escpticos con respecto a l, pero no fue hastael Romanticismo cuando se produjo un ataque directocontra sus planteamientos programticos.

    quera con el fin de poder atenderlas y, llegado el caso,de satisfacerlas.

    43ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL OTRO

  • Qu fue, entonces, el Romanticismo? A tan com-pleja pregunta Berlin dedica precisamente su ensayoLas races del romanticismo (1999). La definicin queda del mismo es clara: fue un movimiento de rebelin

    Por otra parte, es cierto que dentro de las filas ilus-tradas hubo pensadores como Rousseau o Kant en losque se atisba ya un cuestionamiento de los plantea-mientos de la Ilustracin pero, de nuevo, carecieron deese sentimiento de afinidad que permite identificar alos romnticos como un movimiento en el que se en-trecruzaron poderosas tendencias generacionales, vitalesy artsticas que hicieron posible el alumbramiento deuna nueva e irrepetible sensibilidad.

    fa poltica. Sin descuidar el papel que la Contrailustra-cin desempe en este campo, sin embargo, no leatribuye la virtualidad que tuvo el movimiento romnti-co ya que autores como Vico, Hamann o Herder alla-naron el camino al Romanticismo, pero lo hicieron sinla sistematicidad y coherencia de ste. Minaron la soli-dez del discurso ilustrado sacando a la luz muchas desus flaquezas -como cuando De Maistre retrata alhombre como un "centauro monstruoso" que "no sabelo que quiere; quiere lo no quiere, no quiere lo que.quiere; quiere querer"-, pero falt en todos ellos unhorizonte de comunidad reflexiva o, si se prefiere;' unsentimiento ms o menos compartido de identidad al-rededor de su oposicin frente a lo que la Ilustracinencamaba a sus ojos.

    44ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (40) BERLIN, l., Las races del romanticismo, edicin de H.Hardy, trad. de S. Mari, Tauros, Madrid, 2000, pgs. 19-41.

    En el Romanticismo Berlin encuentra, antes quecualquier otra cosa, la virtualidad apasionada de saberlo que no quera: la uniforme atmsfera engendrada porel discurso cristalizado a travs de la Ilustracin y que,al rendir culto a la diosa Razn, era capaz de edificar

    La admiracin que el Romanticismo despierta enBerlin es obvia, aunque no se traduce, todo hay quedecirlo, en una asuncin acrtica de sus presupuestosya que sobre la reflexin berliniana gravita con nitidezaquella idea de Pascal contenida en sus Pensamientos yque reza as: "Dos extravagancias: excluir la razn, ad-mitir slo la razn". De hecho, si admira a los romnti-cos tampoco oculta sus prevenciones frente a ellos alsubrayar los efectos devastadores que produjeron susideas, en concreto esa reivindicacin que hicieron delvoluntarismo y del subjetivismo que, llevados hasta elextremo, desembocaron en el irracionalismo totalitariodel nazismo.

    frente a la Ilustracin y sus presupuestos monistas (40).De ah la importancia que para Berlin reviste metodo-lgicamente ya que a partir de sus claves intelectualesy de su experiencia histrica, construir sus propios yparticulares planteamientos pluralistas y antimonistas:aquellos que hacen posible la articulacin del liberalis-mo berliniano.

    45ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO'

  • 46

    (41) KEATS, J., Poesa completa, tomo JI, prlogo de A. Pentimali,trad. de A. Snchez, Ediciones 29, Barcelona, 1997, pg. 59.

    (42) Cfr. BERLIN,I., Las races del romanticismo, cit., pgs. 73-97.

    Pero el dato ms relevante que se desprende de suanlisis del Romanticismo es, sin duda, la conexin

    As, las grandes aportaciones que el movimiento ro-mntico tiene para Berlin son, por un lado, la creenciaen que el hombre no descubre ninguna estructura axio-lgica fija e inalterable sino que, en realidad, lo quehace es crearla al fijar de acuerdo con su conciencialos principios y fines que gobiernan su particular exis-tencia. Por otro, que la idea de conflicto social es inevi-table, pues, si cada persona defiende internamente suscreencias por ser las suyas, entonces, desaparece un pa-trn analtico y objetivo que determine su correccin yvalidez apriorsticas, con lo que no ser posible la arti-culacin de ninguna solucin racionalmente indiscuti-ble, sino que el medio social estar condicionado siem-pre por la presencia en l del enfrentamiento y ladiversidad plural (42J

    altares a las ciencias empricas y desterrar a los infier-nos del error y la brutalidad todo aquello que no fuerareflexin y pensamiento cientfico, que es lo que Keatsdenuncia en Lamia al atribuir a la filosofa ilustrada elhaber destruido los encantos poticos del mundo, pues:"...puede coser las alas de un ngel/conquistar todos losmisterios por mandato por escrito/vaciar el aire hechi-zado y.. ./deshacer el arco iris" (4IJ

    ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL 'OTRO'

  • (43) Cfr. GARCA GUITIN, E., El pensamiento poltico de IsaiahBerlin, cit., pg. 47.

    (44) Cfr. GRAY, J., Isaiah Berlin, cit., pg. 180.

    La virtualidad, por tanto, que tiene para Berlin elRomanticismo es desbrozarle el terreno a la hora deconstruir su visin liberal (44). Una visin que contieneuna crtica al monismo ilustrado, pero que no es antii-lustrada, pues, como reconoce a R. Jahanbegloo: "Soyfundamentalmente un racionalista liberal. Me identificoprofundamente con los valores predicados por pensado-res como Voltaire, Helvtius, Holbach, Condorcet. Talvez fueron demasiado estrechos, y muchas veces se equi-vocaron respecto a los hechos de la naturaleza humana,

    que existe entre l y el liberalismo. y es que, para Ber-ln, el entusiasmo romntico por la pluralidad y la con-frontacin de valores, as como por la creencia de queson imperfectas las respuestas que pueden darse a lahora de intentar armonizar la convivencia de los hom-bres, acaba desembocando a la constatacin de que esnecesario el establecimiento de compromisos si no sequiere irrumpir en un escenario catico de violenciadestructiva. En realidad, lo que el Romanticismo haceposible es el valor que encierran la tolerancia y el res-peto a los "otros" ya que slo as podr alcanzarse unprecario equilibrio a partir de unos mnimos que esta-ran relacionados, eso s, con la constatacin empricade la imperfeccin humana y la necesidad de estar enpermanente dilogo con los dems (43).

    47ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL "OTRO'

  • (45) Isaiah Berlin en dilogo con Ramin Jahanbegloo, cit.,pgs. 97-98.

    En qu consiste, por tanto, la crtica berliniana ala tradicin racionalista que encarna ejemplarmente laIlustracin? La principal y decisiva es la constatacin,gracias al Romanticismo, de que existe en la naturalezahumana un conflicto de valores que hace imposible esemodelo perfecto de sociedad en el que crea el monismo

    pero eso no mengua su condicin de grandes liberado-res... Por eso estoy de su lado. Pero son dogmticos ydemasiado simplistas. Si me interesan los puntos de vis-ta de la oposicin es porque creo que comprendindolosuno afina su visin; los enemigos inteligentes y dotadosde la Ilustracin suelen sealar las falacias y vacuidadesde su pensamiento. Los ataques crticos que llevan alconocimiento me interesan ms que la repeticin y ladefensa de los lugares comunes de y sobre la Ilustra-cin... Si [uno] cree en los principios liberales y el an-lisis racional [...] debe tener en cuenta las objeciones, yconsiderar dnde estn las grietas de sus estructuras,dnde empieza a equivocarse: la crtica hostil, e inclusola oposicin intolerante, pueden revelar verdades. Elodio puede afinar la visin tanto como el amor. Yo nocomparto, ni siquiera admiro mucho, la visin de losenemigos de la Ilustracin; pero he aprendido mucho deellos, porque muestran que ciertos conceptos centralesde la edad de la razn y, sobre todo, ciertas implicacio-nes polticas son inadecuadas y a veces desastrosas" (45).

    48ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO

  • (46) BERLIN, L, El fuste torcido de la humanidad. Captulos dehistoria de las ideas, cit., pgs. 221-222.

    al no existir ninguna estructura axiolgica objetiva,apriorstica y metafsica .. Como seala en La apoteosisde la voluntad romntica (1975): "No estamos obligadosa aplaudir ni siquiera tolerar las extravagancias delirracionalismo romntico porque admitamos que, almostrar que los fines del hombre son diversos, a menu-do impredecibles, y algunos de ellos incompatibles en-tre s, los romnticos asestaron un golpe mortal a laproposicin segn la cual, pese a todas las aparienciasen contrario, es posible, al menos en teora, una solu-cin definida al rompecabezas, que el poder al serviciode la razn puede alcanzarla, que la organizacin ra-cional puede proporcionar la unin perfecta e valores ycontravalores como libertad individual e igualdad so-cial, autoexpresin espontnea y eficiencia organizada,socialmente dirigida, conocimiento perfecto y felicidadperfecta, las exigencias de la vida personal y la de par-tidos, clases, naciones, de inters pblico. Si algunos fi-nes admitidos como plenamente humanos son al mis-mo tiempo definitivos y mutuamente incompatibles, nohay duda de que la idea de una edad de oro, una so-ciedad perfecta compuesta de una sntesis de todas lassoluciones correctas a todos los problemas bsicos dela vida humana, es incoherente por principio. ste esel servicio que prest el romanticismo y en particularla doctrina que forma su ncleo, es decir, que la moralla moldea la voluntad y que los fines se crean, no sedescubren" (46).

    49ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LmERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (47) Cfr. COREN,G. A., "A Note on Valuesand Sacrifies", en Et-hics, vol 79, 1969, pgs. 159-162.

    (48) lsaialt Berlin en dilogo con Ramin Iahanbegloo,cit., pg. 189.

    y es. que "los valores incompatibles lo seguirn sien-do en todos los mundos. Lo nico que podemos haceres procurar que las elecciones no sean demasiado dolo-rosas" (48). En realidad, lo ms original del pensamientode Berlin es, segn Gray, esta nota de inconmensurabi-lidad que percibe nuestro autor en el seno del Roman-ticismo y que hace propia al sostener que las "formasde vida de un soldado profesional o de un espa, de unmonje budista, de un cortesano o de un jugador que vi-ve de su ingenio, no son formas inferiores, ni superio-res, del florecimiento humano que las del investigadorcientfico, el profesor entregado o el cuidador de unaleprosera. Contrariamente a lo que dice Aristteles, no

    El mrito del movimiento romntico estriba en ha-ber desvelado algo que haba sido ignorado a lo largode dos milenios, a saber: que los valores son pluralesy que pueden chocar entre s, de manera que es im-prescindible en la prctica tener que elegir entre unosy otros. La inconmensurabilidad de los valores que ri-gen la accin humana hace que el hombre viva enuna permanente tragedia, tragedia que es el funda-mento de su grandeza y debilidad ya que tiene que vi- .vir radicalmente instalado dentro de dilemas irresolu-bIes en los que cualquier eleccin implica siempreuna prdida (47).

    50ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (491 GRAY, J., Isaiah Berlin, cit., pg. 73.(50) BERLIN, 1., Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., pgs. 242-243.

    Sin embargo, esta labor crtica frente al monismoilustrado que acabamos de analizar es lo permite aBerlin afrontar la construccin de su propio pensa-miento liberal. Un pensamiento pluralista, s, pero libe-ral porque como indica en Cuatro ensayos sobre la li-bertad (1969): "El pluralismo, con el grado de 'libertadnegativa' que lleva consigo, me parece un ideal msverdadero y ms humano que los fines de aquellos quebuscan en las grandes estructuras autoritarias y disci-plinadas el ideal del autodominio 'positivo'. Es ms ver-dadero porque, por lo menos, reconoce el hecho de quelos fines humanos son mltiples, no todos ellos con-mensurables, y estn en perpetua rivalidad unos conotros ... Es ms humano porque no priva a los hombres(en nombre de algn ideal remoto o incoherente --co-mo les privan los que construyen sistemas-) de muchode lo que han visto que les es indispensable para su vi-da como seres humanos que se transforman a s mis-mos de manera imprevisible" (50).

    hay procedimiento racional que permita establecer unajerarqua entre estas diversas formas de florecimientohumano" (49).

    51ISAlAH BERLlN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL OTRO

  • (51) Cfr. BOBBIO, N., "11Liberalismo de 1. Berln", en Rivista Sto-rica Italiana, vol. 92, 1980, pgs. 612-620.

    (52) Isaiah Berlin en dilogocon Ramin Jahanbegloo,cit., pg. 151.

    Esto nos obliga a tener en cuenta que a pesar delentusiasmo con el que Berlin aprecia la irrupcin tem-pestuosa del Romanticismo, con todo, no asume stesin ms ya que es capaz de integrar su relativismo enel seno de un horizonte liberal que, sin ser monista,sin embargo, asume la posibilidad de alcanzar la vir-tualidad prctica de ciertos valores que han demostra-do su "decencia" a travs de la experiencia histrica alhacer posible el desarrollo de esas formas de vida "quelos humanos deben seguir si no quieren destruirse unosa otros" (52), y que se traduciran en una suerte, en pala-

    Hasta aqu hemos visto el presupuesto dialcticoque ms arriba anticipamos como unos de los aspectosms relevantes del pensamiento berliniano. Ahora anali-zaremos las claves de su liberalismo pluralista, clavesque no pueden entenderse sin ese componente crticocon respecto a la Ilustracin y el monismo valorativoque contena su programa poltico, y que como mantie-ne Bobbio hacen de l un discurso no determinista dela historia: una visin que reconoce al hombre un pa-pel decisivo en la formacin y desarrollo del mundohistrico (51).

    rv. EL PLURALISMO VALORATIVOCOMO ALTERNATIVAAL MONISMO ILUSTRADO

    52ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (53) BADILLO,P., "Pluralismo, libertad, decencia. Consideracionesen torno a la filosofa poltica de lsaiah Berlin", en BADILLO,P.y BOCARDO,E. (Editores), Isaiah Berln. La mirada despierta de la .historia, cit., pgs. 192-193.

    (54) Sobre De Maistre y su pensamiento, vase la parte queBerlin le dedica en "El fuste torcido de la humanidad" con el t-tulo "Jos de Maistre y los orgenes del fascismo", en BERLIN,L,El fuste torcido de la humanidad. Captulos de historia de las ideas,cit., pgs. 103-166.

    Heredero del empmsmo anglosajn, Berlin desarro-lla una visin del hombre que, al ser un producto de laobservacin emprica de la historia humana, le haceaventurar la idea de que el ser humano es, antes quecualquier otra cosa, un ser creativo que se gobierna a

    Si antes vimos que el monismo tena una visionuniforme del hombre, ahora hemos de tener en cuentaque el pluralismo berliniano asume un presupuesto ra-dicalmente contrario: la concepcin pluralista de la na-turaleza de aqul, y que recuerda en ocasiones a su es-tudiado De Maistre cuando reconoce que a lo largo desu vida haba conocido franceses, ingleses, italianos oespaoles, pero nunca a eso que los "phlosophes" de-nominan "hombre" (54).

    bras de P. Badillo, "de territorio abierto en el que, aunconfluyendo posturas enfrentadas, se busca alcanzar unmarco idneo para la accin plena, y lo ms libre posi-ble, de todos los individuos, y... siempre a la bsquedade la verdad y la libertad dentro de la ms plena plura-lidad y la decencia intelectual" (53).

    53ISAIAR BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (55) Cfr. GARCA GUITIN, E., El pensamiento poltico de IsaiahBerlin, cit., pg. 55.

    (56) GARCA GUITIN, E., "El pluralismo liberal de 1. Berln", enBADILLO, P. y BOCARDa, E. (Editores), Isaiah Berlin. La miradadespierta de la historia, cit., pg. 295.

    Precisamente, la idea de dignidad humana radicaraa los ojos de Berlin en la creencia kantiana de que lapersona es un agente moral que puede decidir libre-mente sus fines y realizarlos. Por tanto, la naturalezahumana es algo que est en una permanente y movedi-za transformacin, de modo que puede alterar sus me-tas, pues, a diferencia de lo que opina, por ejemplo, elpensamiento ilustrado o el marxismo, para Berlin noexiste una sla forma de realizacin moral del ser hu-mano sino una pluralidad de ellas. Con todo, este plu-ralismo moral berliniano presupone una nota de racio-nalidad selectiva, pues: ser racional es el hecho deadoptar decisiones de acuerdo con ciertas reglas o prin-cipios morales, y no llevndose por simples impulsos;es generalizr y argumentar de manera lgica y cohe-

    s mismo mediante la eleccin de sus propios fines vi-tales. As, el hombre sera un agente moral provisto deuna racionalidad mnima que le permitira formularsus propias metas y, en funcin de ellas, los valoresque organizan su consecucin (55). De ah que, comoacertadamente seala E. Garca Guitin, la nica"esencia" verdadera que comparten los hombres entres es "elegir sus propias metas y valores, sin importarcules sean" (56).

    54ISAlAH BERLIN: UNAREFLEXINUBERAL SOBRE EL "OTRO

    1

  • (57) BERLIN, L, Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., pg. 57.(58) Cfr. GRAY, J., Isaiah Berlin, cit., pg. 74.

    En cualquier caso, su idea de racionalidad es, diga-mos, "operativa", y se aparta del criterio esencialistadel monismo. Berlin no cree que la razn pueda esta-blecer por s sola verdades y valores universales. Laconcepcin ilustrada de una razn "fuerte" -por utili-zar la expresin de Vattimo-- capaz de captar verdadesuniversales y jerarquizarlas de modo ilimitado y abso-luto, es rechazada radicalmente por Berlin. Para l, lasposibilidades de la razn son limitadas, sobre todo por-que si se quiere vivir de acuerdo con ella hay que cons-tatar que no es posible vivir racionalmente de maneramecnica, pues las reglas que se elaboran siguiendo pa-trones de racionalidad chocan entre s en casos concre-tos, de modo que "queremos ajustar lo que no es ajus-table", limitndonos a hacer "lo ms que podemos" (57).y es que, como seala J. Gray al reflexionar sobre elpluralismo valorativo de Berlin, el sentido de ste esdestacar que cualquier mbito moral sita siempre alhombre ante dilemas que no puede resolver racional-mente. sta, y no otra, es su tragedia: la de no podervislumbrar a priori cul es la solucin ms idnea parasu bienestar moral (58).

    rente; es delimitar las metas y saber elegir los mediosidneos para alcanzarlas.

    55ISAIAH BERUN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL OTRO

  • (59) Cfr. BERLIN, 1., "Introduction", en J. TULLY (Ed.), Philosophyin an Age of Pluralismo The Philosophy of Ch. Taylor in Question,edited by James Tully, with the asistance of Daniel M. Weinstock,Cambridge University Press, 1994, pgs. 1-3.

    (60) BERLIN, 1., "Las races del romanticismo", cit., pg. 89.

    En cualquier caso, cuando Berlin reflexiona sobre elpensamiento del liberal ruso, Alexander Herzen, desliza

    Sin embargo, este radicalismo pluralista coexistecon la creencia en un condicionamiento cultural comu-nitario parecido al que Herder esgrima al insistir enque la persona debe convivir con la cultura en la quenace. Y as, piensa Berlin, este condicionamiento, sien-do relevante, no llega al extremo de anular la capaci-dad de eleccin humana, aunque fija un contexto refe-rencial que responde a una especie de necesidad bsicade pertenencia a una comunidad dentro de la cual pu-diera sentirse parte. En este sentido, lo que diferenciaal pensamiento berliniano de los planteamientos comu- .nitaristas radica en el hecho de que aunque el bienes--tar moral del hombre no puede desgajarse completa-mente de la comunidad, s puede -tal y como Berlinmantiene al diferenciar sus tesis de las de Taylor- uti-lizar la imaginacin, la inteligencia y el carcter paradeterminar sus propias metas y fines, pero dentro, esos, de la organizacin y los productos culturales que leofrecen la comunidad en la que nace (59). Y es que, co-mo dej claramente expuesto Herder, "todos los hom-bres buscan pertenecer a un grupo, o que de hechopertenecen a un grupo, y que si se les separa de ste sesentirn alienados y fuera de contexto" (60).

    56ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

  • (61) Cfr. DAZ-URMENETA, J. B., Individuo y racionalidad moder-na. Una lectura de Isaiah Berlin, cit, pg. 255.

    (62) BERLIN, 1., Pensadores rusos, cit., pg. 370.

    y es que Berlin, al negar que exista una forma devida perfecta a travs de la que la persona pueda mate-rializar un desarrollo moral que sea mejor que otro,aboca a que los valores sean plurales y, por tanto, a quecada forma de vida los asuma o rechace libremente, ysin que la opcin elegida pueda tenerse como superior

    la idea de que una sociedad con conciencia de su pro-pia autonoma slo puede sobrevivir si confiere a laspersonas un escenario abierto que haga posible su au-tonoma de pensamiento y accin (61). Y ello porque elmundo con el que nos encontramos en nuestra expe-riencia cotidiana es un mundo en el que tenemos queenfrentarnos con elecciones entre fines igualmente lti-mos y exigencias igualmente absolutas; de ah que alser los ideales de una sociedad o una cultura diferen-tes, es lgico que los mismos entren en ocasiones enconflicto dentro de ellas o, en particular, dentro de lapropia experiencia moral de cada persona. Por eso,concluye Berlin, a los ojos de Alexander Herzen mere-ca la pena la libertad personal: "Porque es un fin en smisma, porque es lo que es... [De hecho] uno de losms grandes pecados que puede perpetrar cualquier serhumano es tratar de transferir la responsabilidad moralde sus propios hombros a los de algn impredecibleorden futuro" (62).

    57IsAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LffiERAL SOBRE EL OTRO"

  • (63) Cfr. MARTINEZ ZORRILLA, D., "El pluralismo de 1. Berln fren-te al relativismo y la inconmensurabilidad", en Revista de Estu-dios Polticos, nm. 109, julio-septiembre, 2000, pgs. 173-199.

    (64) SEVILLA, J. M., "La insumisin al dilema. Berln y Vico", enBADILLO,P. y BOCARDO, E. (Editores), lsaiah Berlin. La miradadespierta de la historia, cit., pg. 330.

    (65) lbidem , pg. 331.

    .1:

    En Mi andadura intelectual (1998) pone de manifies-to el influjo que Vico ejerci sobre l, influjo que"constituye desde entonces un verdadero gua queacompaar a Berln durante el resto de sus travesasfilosficas, un aliado en los mltiples frentes de con-frontacin y debate y un maestro de originales ense-anzas" (65). Por qu? Pes porque como el propio Vico

    con respecto a otra (63). Aqu la influencia de Vico yHerder es clara, diferencindose de los planteamientospostmodernos sobre el tema. Y as, Berlin cree que Vi-co fue el primer autor en esbozar un concepto moder-no de cultura al destacar que sta era el medio funda-mental en el que los hombres articulaban su visin delmundo y su propia escala de valores. Tal es as que,desde que Vico irrumpe en el pensamiento berliniano,es difcilmente indisociable de las conclusiones a las.que llega nuestro autor. Como dice J. M. Sevilla, "Vicoes su verdadero eje de torsin", pues contrariamente

  • (66) Cfr. BERLIN, L, Vico y Herder.Dos estudios en la historia delas ideas, edicin de H. Hardy, trad. de C. Gonzlez del Tejo,Ctedra, Madrid, 2000, pgs. 99-104.

    El desenlace que se anuda a estas reflexiones es ladefensa berliniana de un pluralismo culturaL De acuer-do con l es imposible juzgar valorativamente una cul-tura a partir de criterios universales y compararla conotra. Los poemas de Homero, tan admirables esttica-mente, sin embargo, slo pudieron darse dentro de unacultura cruel y guerrera. Su belleza tiene que ver inten-samente con los valores de la sociedad en los que seprodujeron, extremo que no hace a sta ms admirablemoralmente. Como dice Berlin al interpretar la argu-mentacin de Vico: no hay cambio en la perfeccin oimperfeccin de la sociedad homrica, sino tan slocambio con respecto a los valores, por ejemplo, que ri-gen en las sociedades contemporneas, Con todo, hayen ese proceso de cambio la permanencia de ciertos va-lores, como sucede con la continuidad histrica de laidea de humanidad. De hecho, lo que los hombres dela sociedad homrica hicieron lo pueden comprenderlos hombres de hoy, de modo que Berlin atribuye a Vi-

    reconoca, el concepto de cultura no era una realidadesttica sino que evolucionaba dentro de un proceso queseleccionaba nuevos valores y rechazaba otros (66). Enrealidad, la historia era fruto de las temblorosas y con-fusas manos del hombre, de forma que era posible suconocimiento a travs de los medios desplegados en sugestacin: los sentidos y la fantasa.

    59IsAIAR BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • (67) SEVILLA,J. M., "La insumisin al dilema. Berlin y Vico", enBADILLO,P. Y BOCARDo,F. (Editores), Isaiah Berlin. La miradadespierta de la historia, cit., pg. 332.

    co un enfoque "gentico" que l mismo se aplica, y queconsistira en poder discernir cmo hemos llegado aser lo que somos realmente. De este modo, la "empa-ta" sera una especie de introspeccin imaginativa quepermitira acceder al sentido de los valores de una de-terminada sociedad a travs de su lenguaje, su arte osu literatura, ya que Vico habra "mostrado eficazmenteque las facultades de la mente (tambin modificacioneso modos -culturales, histricos, etc.-) no se reducen.ni supeditan a la razn exclusivamente; los sentidos yla fantasa (memoria, imaginacin e ingenio) son faculta-des tan vlidas y verdaderas como la razn misma" (67).Y es que, en palabras del propio Berlin, Vico descubri"un sentido de conocimiento que es bsico a todos losestudios humanos: el sentido por el cual s qu es serpobre, luchar por una causa, pertenecer a una nacin,unirse a, o abandonar una iglesia o un partido, experi-mentar nostalgia, terror, la omnipresencia de un dios,comprender un gesto, una obra de arte, una broma, elcarcter de un hombre, que uno se transforma o semiente a s mismo. Cmo conoce uno estas cosas? Enprimer lugar, sin duda, por experiencia personal; ensegundo lugar porque la experiencia de otros es sufi-cientemente tejida dentro de la propia como para sersentida casi directamente, como parte de una comuni-cacin ntima, constantemente; y en tercer lugar por el

    60ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • (68) BERLIN, L, Contra la corriente. Ensayos sobre historia de lasideas, cit., pg. 184.

    (69) BERLIN, L, El fuste torcido de la humanidad. Captulos dehistoria de las ideas, cit., pg. 54.

    (70) BERLIN, 1., Antologa de ensayos, introduccin y edicin deJ. Abelln, Espasa Calpe, Madrid, 1995, pg. 185.

    Pero junto a Vico, la otra figura determinante en eldesarrollo del pluralismo berliniano es Herder ya quetambin destac la diversidad y la inconmensurabilidadde las culturas, aunque dentro de una perspectiva sin-crnica que haca posible evaluar cada fenmeno cultu-ral mediante el universo axiolgico en el que se habaproducido. y ello porque juzgar "una cultura por lasnormas de otra indica un fallo de la imaginacin y delentendimiento. Para comprender una cultura, hay queutilizar las mismas facultades de perspectiva amistosacon que nos entendemos unos a otros, sin las que nohay amor ni amistad, ni relaciones humanas autnti-cas" (69). Tal es as que Berlin se sumerge con pasin enla reflexin de Herder, seducido por ese "pathos" expre-sivo que contiene su obra y que es el fruto de un talan-te prerromntico que lo hizo mantener que "cada acti-vidad, situacin, periodo histrico o civilizacin poseeun carcter nico y peculiar" (70); algo que, no lo olvide-mos, comparte el propio Berlin. y as, la estrategiaepistemolgica que despleg a lo largo de su vida alaproximarse a los "otros" con los que se topaba vital-

    trabajo (algunas veces como esfuerzo constante) de laimaginacin" (68).

    61ISAIAB BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO

  • (71) BERLIN, 1., El fuste torcido de la humanidad. Captulos dehistoria de las ideas, cit., pg. 55.

    mente, es una proyeccin comprensiva de lo que en-contr en las pginas escritas por Herder. "Las relacio-nes humanas se basan en el reconocimiento de la indi-vidualidad, que quiz no se pueda describir de modoexhaustivo y menos an analizar; lo mismo sucede Conla comprensin de las culturas, las comunidades, laspocas, y lo que son y pretenden y creen y sufren ycrean, cmo se expresan ellas mismas y se ven y pien-san y actan" (71). Este reconocimiento de la individuali-dad personal y colectiva es esencial para entender 10que late detrs de nuestros semejantes y las realiaadesculturales de las que forman parte, lo quieran o no, yaque los lmites o, si se prefiere, las fronteras culturalesson algo tan natural en los hombres como su fisono-ma; experiencia que brota con nitidez cuando se pade-ce, por ejemplo, el desarraigo del exilio: esa soledadque tan bien conoca Berlin, y que surge cuando se vi-ve "entre gentes de palabras, gestos, caligrafa, ajenosde los tuyos, de conducta, actitudes, sentimientos, reac-ciones instintivas y pensamientos y placeres y dolores,demasiado alejados de los tuyos, cuyos puntos de vistay cuya formacin, cuyo tono y cualidad de vida y cuyoser, no son los tuyos. Los hombres tienen muchas co-sas en comn, pero no es eso lo que ms importa. Loque les individualiza y les hace lo que son, lo que haceposible la comunicacin, es lb que no tienen en comn

    62ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN UBERAL SOBRE EL "OTRO

  • (72) Ibidem, pg. 55.(7l) Cfr. HAUSEER, R., "Introduction", en BERLIN, L, Against the

    Current, OxfordUniversity Press, 1991, pg. LI.

    y as, los rasgos que definen el pluralismo valorati-vo de Berln tienen como punto de partida una visin,de naturaleza humana dinmica y en permanente

    Las reflexiones de Vico y Herder proporcionan aBerlin un referente plural que no desemboca en el rela-tivismo ni el escepticismo. y ello porque piensa quemediante la capacidad que tiene el ser humano parapercibir lo que es objetivamente bueno, bello y justo atravs de la historia, es posible que el hombre puedaverse a s mismo a partir de ese "otro" que podemosimaginarnos ser en condiciones semejantes, pues comoya sealamos ms arriba: "entender no es aceptar". Poreso, como seala R. Hausheer, Berlin no es un relativis-ta cultural porque cree que es posible asomarse a cua-lesquiera culturas y afrontar su comprensin; tampocoes un escptico porque admite que existen valores obje-tivos mnimos que hacen posible la evaluacin axiolgi-ca de una determinada sociedad o una cultura concre-ta; y finalmente no es un relativista moral porque apartir de esos valores objetivos se delimita un mnimomoral sin cuya presencia se negara la condicin dehumano al agente (73).

    con todos los dems. Las diferencias, peculiaridades,matices, el carcter individual lo son todo en suma" (72).

    63ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • (74) Sobre la metodologahedonista que gravita sobre la teoradel conocimientode Lockey su proyeccin sobre la moral y lapoltica, vase LASSALLE,J. M., John Locke y los fundamentosmodernos de la propiedad, Dykinson,Madrid,2001, pgs. 110-121.

    Esta experiencia histrica, por tanto, desvelara lapresencia en Berlin de una suerte de iusnaturalismometodolgico semejante al planteado por Locke y que apartir de la experiencia permitira deslindar la existen-cia de una escala de valores o normas morales univer-sales (74); siendo aqu determinante el depsito de bie-nestar o malestar que, de nuevo a la manera lockeana,

    Para Berlin este conjunto de fines comunes es finitoy de concrecin emprica ya que formara parte de laidea que cada uno tiene de lo que es un ser humano, ideaque somos capaces de compartir con "otros" gracias ala posibilidad de comunicarnos con ellos a pesar de te-ner formas de vida distintas.

    transformacin, aunque no hasta el extremo de renun-ciar a la idea de que los hombres compartan, ademsde ciertos atributos fsicos y rasgos psicolgicos comu-nes, una serie de propiedades morales que hacen posi-ble finalmente la existencia de una idea de humanidado, si se prefiere, de especie humana en la que se ad-vierte la presencia de algunos fines humanos objetivos:los que un hombre, mediante su esfuerzo imaginativo,es capaz de llegar a ver como los fines a alcanzar porotros hombres, y dentro de sociedades muy diferentes la suya pero que podra imaginarse asumiendo.

    64ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO

  • (75) Isaiah Berlin en dilogocon Ramin Jahanbegloo,cit., pg. 143.(76) Cfr. BERLIN, I., El fuste torcido de la humanidad. Captulos

    de historia de las ideas, cit., pgs. 167-194.

    En realidad, en trminos metodolgicos estaramosante una especie de iusnaturalismo empirista, muy pa-

    En su ensayo La unidad europea y sus vicisitudes(1959) reflexiona acerca del hecho de que los excesosprovocados por los totalitarismos del periodo de entre-guerras desataron una profunda conmocin moral enEuropa, circunstancia sta que demostrara la presencialatente de una escala axiolgica conforme a la que vivela mayora de los hombres occidentales, y que proscri-bira, por ejemplo, el falso testimonio, la tortura, la es-clavitud, el asesinato ritual, la tortura o el sacrifico delos hombres por placer (76)~

    se asocia histricamente a la realizacin de ciertas con-ductas, individuales y colectivas que han acreditado nohaber causado dolor a los hombres. De ah que lleguea afirmar que cree en reglas "con las cuales muchsimagente ha vivido mucho tiempo en muchos pases. Laaceptacin de estas reglas crea la posibilidad de vivirjuntos ... Si por universal se entiende una certeza intui-tiva de esas reglas, yo creo que siento una especie decerteza intuitiva ... Pienso que, en realidad, los seres hu-manos y sus perspectivas son mucho ms parecidos delo que crea Herder, y que las culturas se parecen entres mucho ms de lo afirmado por Spengler o Toynbee,por ejemplo" (75).

    65ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL OTRO

  • (77) Cfr. LASSALLE, J. M., John Locke y los fundamentos moder-nos de la propiedad, cit., pg. 115.

    (78) BERLIN, 1., El fuste torcido de la humanidad. Captulos dehistoria de las ideas, cit., pg. 31. Sobre la idea de "decencia",Berlin dice en su conservacin con R. Jahanbegloo lo siguiente:"No me pregunte qu entiendo por decente. Por decente entien-do decente; todos sabemos qu quiere decir", Isaiah Berlin endilogo con Ramin Jahanbegloo, cit., pg. 151.

    ;1

    ....1..

    ....IEn Dos conceptos de libertad (1958) desarrolla esta

    tesis al sealar que la libertad es, precisamente, uno de

    recido al lockeano tal y como advertamos hace un mo-mento. Un iusnaturalismo sin ley natural y desprovistode la presencia de una divinidad motriz, claro, peroque se basara en un hedonismo epistemolgico que apesar de renunciar a cualquier trasfondo teolgico yapriorstico, inducira razonamientos morales a partirde la experiencia que proporcionan las acciones que loshombres realizan si quieren evitar el dolor colectivo eindividual (77). El objeto del mismo sera, por tanto, de-limitar unos mnimos morales aceptables segn el rase-ro conceptual que vimos antes asociado a la idea de"decencia" y cuya vulneracin provocara una indisimu-lada repugnancia en quien intentara afrontar su com-prensin. Por qu? Por la indiscutible barbarie que alos ojos de cualquier persona "normal" habra de deno-tar aquel rgimen poltico que afrontara la realizacinde una accin represiva que provocara un sufrimientoextremo en los sujetos pacientes de ella, por ejemplo,"torturar a los nios para extraer informacin sobretraidores o delincuentes peligrosos" (78).

    66ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

    1

  • (79) Cfr. BERLlN, 1., Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., pg. 200.(SO) BERLlN, 1., El fuste torcido de la humanidad. Captulos de

    historia de las ideas, cit., pg. 36.(SI) Sraxuss, L., The Rebirth of Classical Political Rationalism,

    University of Chicago Press, 1989, pg. 17.

    De esta manera estaramos, como seala LeoStrauss, ante un universalismo monista de mnimosque intentara situarse a caballo entre el presupuesto.metodolgico de partida -el relativismo valorativo- yel universalismo axiolgico que caracteriza el modelomonista ilustrado que refuta a lo largo de su obra (SI)

    esos valores bsicos que deben ser respetados de formaabsoluta, hasta el punto de fijar fronteras que exigennormas cuya observacin ha llegado a delimitar lo quees un ser humano normal (79); siendo reiterado el plan-teamiento en La persecucin del ideal (1988) al sostenerque: "no debemos, por supuesto, exagerar la incompati-bilidad de los valores: hay un gran espacio de amplioacuerdo entre miembros de sociedades distintas a lolargo de grandes perodos de tiempo acerca de lo ciertoy lo falso, del bien y del mal... Hay, si no valores uni-versales, s al menos un mnimo sin el que las socieda-des difcilmente podran sobrevivir. Pocos querran de-fender hoy la esclavitud o el asesinato ritual o lascmaras de gas nazis o la tortura de seres humanospor gusto o por provecho o incluso por el bien poltico;o que los hijos tengan la obligacin de denunciar a suspadres, cosa que exigieron las revoluciones francesa yrusa, o el asesinato irracional" (SO).

    67ISAIAH BERUN: UNAREFLEXINUBERAL SOBRE EL OTRO"

  • (82) GARCA GUITIN, E., El pensamiento poltico de Isaiah Berlin,cit., pg. 78.

    (83) Cfr. MARGALIT, A., The Decent Society, Harvard UniversityPress, Cambridge, Ma