Isaiah Berlin, Una feflexión liberal sobre el otro - Varios

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PAPELES DE LA FUNDACIÓN· N° 69\

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José María lassalle

COORDINADOR

Isaiah Berlin:Una reflexión liberal

> sobre el "otro"

FUNDACiÓN PARA EL ANÁLISIS

Y LC>S ESTLJDIC>S SOCIALES

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La figura intelectual ele Isaiah Berlin (1909, 1.99il) r.esulta fascinanteya que estamos ante una especie ele aventurero cI¬ (as ideas. Un teó­rico del liberalismo que, siguiendo el consejo '~oético' de Hólderlin,frecuentó los territorios incómodos y peligrosos que habitan los pro­fetas del totalitarismo con el fin de salvar sus ideas liberales, Imbui­do por un romanticismo vital que recuerda la astucia agónica deOdisea, fue capaz de convivir con esos Polifemos del pensamientoque cuestionan y niegan nuestra identidad liberal. y así, Marx, DeMaistre, Herder, Sorel, Hamann o Vico fueron los 'objetos de su estu­dio, ya que como reconoció en una ocasión: "Me aburre leer aquienes piensan más o menos como yo. Hóy en día el liberalismoparece un compendio de banalidades porque. todos-creernos en lasideas liberales, todos las aceptamos. Resulta mas interesante leer alos enemigos porque ponen a prueba la solidez de nuestras defensasal encontrar sus debilidades. A mi me. 'interesa-saber cuáles son loserrores que presentan. las ideas en las que creo.. ¿Pará qué? Para po-der enmendarlas o abandonadas?". ..' . " "',

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Isaiah Berlin: Una reflexiónliberal sobre ·el "otro"

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SOBRE EL "OTRO"

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P A P E L E S D.E L A F u N D A CIÓ N

Carlos DardéEusebio Fernández García

Ignacio Gil LázaroJuan Antonio González Fuentes

José María LassalleDámaso López

Jesús Ignacio Martínez GarcíaJosé Manuel Romay

Ana Torme

Isaiah Berlin:Una reflexión liberal

sobre el "otro"

V LOS ESTUDIOS SOCIALES

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ISBN: 84-89633-62-2Depósito Legal: M-19354-2002Impreso en España I Printed in SpainEBCOMP,S.A. Bergantín, 1 - 28042 MADRID

© Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales y los autores, 2002

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ISAIAH BERLIN: IDEAS SOBRE EL ROMANTICISMO. . . . 133Dámaso Lápe:

DE LAS CLASIFICACIONES DE ISAIAH BERLIN, O APROPÓSITO DE VERDI. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117Juan Antonio Gonrále; Fuentes

BERLIN: EL ENCUENTRO CON EL "OTRO" . . . . . . . . . . . . 109Ignacio Gil Lázaro

APOSTILLASA UNA REFLEXION SOBRE ISAIAHBERLIN . 103Eusebio Fernánde; García

MI ENCUENTRO CON BERLIN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97Carlos Dardé

II. PARTE

ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIÓN LffiERAL SOBRE EL"OTRO". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11José María Lassalle

l. PARTE

Páginas

Sumario

9SUMARIO

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ISAIAR BERLIN: ¿LA CONMOCIÓN DEL ENCUENTRO? . . 187Ana Tonne

PENSADORES QUE DEJAN HUELLA: ISAIAH BERLIN . . . 171José Manuel Romay

UNA IMPRESIÓN SOBRE ISAlAH BERLIN. . . . . . . . . . . . 163Jesús Ignacio Martines;Carda

Páginas

10ISAlAR BERLIN: UNA REFLEXIÓN UBERAL SOBRE EL ·OTRO"

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y es que aunque no case muy bien con los estereo­tipados esquemas que definen la imagen pública del

Al hablar de la figura intelectual de Sir Isaiah Ber­lin (1909-1998) uno tiene la sensación de hallarse anteuna especie de aventurero de las ideas: un autor quehizo del conocimiento y la reflexión escenarios gober­nados por el riesgo o, si se prefiere, por ese peligro delque hablara Nietzsche cuando apelaba a él como máxi­ma vital y que también puede aplicarse a la vida delpensador universitario.

1. PRESENTACIÓN: EL INTELECTO COMOAVENTURA VITAL

José María LassalleProfesor de Filosofía del Derecho, Universidad Carlos III deMadrid.

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(1) Sobre la apasionante vida de tan célebre y hetorodoxoaventurero inglés, véase RICE, E., El capitán Richard Burton,trad. de M. Martínez-Lage, Siruela, Madrid, 1992.

(2) De hecho, en el prólogo de H. Hardy hace a BERLIN, L, Elpoder de las ideas, trad. de C. Morán Calvo-Sotelo,Espasa-Calpe,Madrid,2000, se inserta una cita que toma del propio Berlín, desus Dos ensayos sobre la libertad (1958), y que resume la impor­tancia que éste supo dar al valor de las ideas políticas: "Hacemás de cien años, el poeta alemán Heine advirtió a los france­ses que no debían subestimar el poder de las ideas: los concep­tos filosóficosalimentados en el silenciodel estudio de un aca­démicopodían destruir toda una civilización"(pág. 11).

Convertidos en una suerte de Teseos del conoci­miento, estos pensadores producen la impresión de es­tar avanzando por el laberinto de las ideas guiados porel frágil hilo de su reflexión, aunque, eso sí, sin perder

intelectual, lo cierto es que la reflexión teórica puedeser también un campo abonado para la aventura. Perocuando apelo a ésta no quiero referirme a la vida aven­turera de quien, como Sir Richard Burton (1821-1890),colgó sus hábitos de erudito oxoniense para entregarsea explorar una geografía física todavía desconocidamientras estudiaba los arcanos de la filosofía y la lin­güística orientales (1). No, mi referencia a la aventuraintelectual tiene que ver con la actitud de aquellos que,sin tener que embarcarse en el descubrimiento de lasfuentes del Nilo, son capaces de frecuentar desde sugabinete de hombres de ideas los peligrosos bajíos queéstas pueden llegar a contener si portan consigo esecomponente abismático que cuestiona la seguridad delo dado y asumido (2).

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(3) BERLIN, 1., El mago del Norte. J. G. Hamann y el origen delirracionalismo moderno, editado por H. Hardy, traducción, intro­ducción y notas de J. B. Díaz-Urmeneta, Tecnos, Madrid, 1997,pág. 132.

Pues bien, en Isaiah Berlin, esta vocación aventure­ra de la que estamos hablando acaba convirtiéndose enuna cuestión de principios e, incluso, de método. Guia­do por ella, su oficio de universitario lo llevó a viajarpor la geografía de las ideas incómodas para el libera­lismo en el que creía con devoción: es decir, por ese te­rritorio totalitario gobernado por las ideas que "justifi­can" o "legitiman" -siguiendo el análisis popperiano­los modelos cerrados de sociedad política al erigir "Ver­dades" irrefutables e incuestionables a partir de crite­rios absolutos de razón o sinrazón, da lo mismo, queson capaces de excluir y proscribir cualquier lógica derefutación crítica o, llegado el caso, de disidencia frenteal régimen de "Verdad"que establecen y administran. yasí, imbuido de un romanticismo vital que recuerdabastante la astucia agónica de Odiseo, transitó por

nunca el norte del mismo. Y así, conscientes de la pre­sencia de sus particulares Minotauros, descienden lenta­mente por los peldaños del saber hacia esos infiernosdel intelecto en los que, como reconocía Hamann -unode los autores a los que precisamente dedicó Berlin suestudio- moran los Dionisos del saber, aunque de esesaber "terrible" que apela a las "pudenda" y "genitalia"del conocimiento, y que plantea la exigencia de no des­preciar el "noble sum por los intereses del cogito" (3).

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(4) SEVILLA, J. M., "La insumisión al dilema. Berlin y Vico", enBADILLO,P. y BOCARDo,E., (Editores), en Isaiah Berlin. La mira­da despierta de la historia, Tecnos, Madrid, 1999, pág. 327.

(5) ARGULLOL, R., El Héroe y el Único. El espíritu trágico del Ro­manticismo, Taurus, Madrid, 1999, pág. 302.

Atado al mástil de tan singular liberalismo, la biogra­fía intelectual de Berlin recuerda la gesta del Odiseo mí­tico que fue capaz de escuchar el canto de las peligrosassirenas mientras sus compañeros de viaje tapaban susoídos con la cera de lo indiscutido y, porqué no decirlotambién, de lo manido y conocido. De ahí la obsesiónberliniana de imitar a los viajeros románticos al situarsu reflexión liberal en los escenarios agrestes de esasideas que emulan los espacios físicos buscados por quie­nes como Lord Byron pretendían, según Rafael Argullol,liberar al "espíritu del asfixiante aire de limitación" queirradiaba la sensatez burguesa, pues templando el carác­ter en el riesgo que contiene el hierro de la aventura selogra "calmar en geografías inhóspitas la herida que pro­duce el talante cobarde y acomodaticio de un tiempo yuna sociedad marcada por la antiépica burguesa" (5).

aquellos lugares del pensamiento en los que, por seguircon el ejemplo homérico, uno tiene que enfrentarse así mismo: a aquello que constituye ese "otro" amena­zante que, como apuntaba Karl Jaspers, lo cuestiona yniega al ponerlo a prueba en sus convicciones más pro­fundas, y que en Berlin dio forma a la práctica de unauténtico pluralismo vital caracterizado por un sostén"propio, una pre-ocupación personal" (4).

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(6) Cfr. ICNATIEFF,M., Isaiah Berlin. Su vida, trad. de Eva Ro­dríguez Halfter, Taurus, Madrid, 1999, pág. 103.

(7) BERLIN, l., "An Episode in the Life of Ivan Turguenev", enLondon Magazine 4, núm. 7 (julio), 1957, págs. 14-24 y "Padrese hijos" en BERLIN, l., Pensadores rusos; compilación de H.Hardy y A. Kelly, introducción de A. Kelly, trad. de J. J. Utrilla,FCE, México, 1992, págs. 480-552.

Esta percepción kantiana que está presente en la re­flexión liberal de Berlin es lo que finalmente le hacesalir vencedor de sus viajes por los escenarios de lasinrazón y la violencia utópica o antiutópica. Y cuando

Pero lo más interesante de Isaiah Berlin no es sóloverlo en el papel de aventurero intelectual que se inte­resa por los mundos sombríos de la reflexión política,sino en contemplar cómo se interna en ellos para des­cubrir, con Kant, que con "un leño tan torcido comoaquel del cual ha sido hecho el ser humano nada pue­de forjarse que sea del todo recto".

En este sentido, el espíritu intelectual de Berlin re­cuerda, como llegó a reconocer personalmente a ShielaGrant Duff, al de Iván Turguéniev (6). Desde que leyó sunovela En vísperas, Berlin admiró en él ese talante abier­to que define al hombre liberal que es capaz de encar­nar la actitud negativa de quien siendo un celoso defensorde la libertad, sin embargo, y a pesar de su compromisocon ella, no deja de ocultar su empatía epistemológicahacia aquellos que, situándose frente a él, pretenden des­truirla con toda su ferocidad intelectual (7).

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(8) NIETZSCHE, F.. Más allá del bien y del mal, trad. de A. Sán­chez Pascual, Alianza Editorial. Madrid, 1983. pág. 106.

,~Por eso el ejemplo berliniano es tan sugerente: por-

que demuestra cómo el talante y la actitud liberalespueden fortalecerse en su contenido si se descubren losporqués que están detrás de las ideas que lo cuestionancon saña, pues, frente a quienes creen que sólo debeexplorarse el territorio de lo tolerado para no dar can­cha intelectual a la barbarie, Berlín es de los que sos­tiene todo lo contrario. Para él la mejor manera de po­ner coto a la violencia y la irracionalidad es, siguiendola propuesta de Holderlin, encaminándose hacia lasfuentes intelectuales de lo que es teóricamente peligro­so, pero con el propósito indisimulado de comprender­las desde su mismidad y, así, poder atajarlas a partirde sus raíces.

digo "vencedor" me refiero al hecho de ver cómo fuecapaz de digerir el mundo del irracionalismo y la reac­ción que frecuentó con asiduidad, y sin que por ello tu­viera que renunciar a su liberalismo. Es decir, sin verlosucumbir ante el riesgo que Nietzsche planteaba enMás allá del bien y el mal al advertir a aquellos quesienten la seducción de tratar al "Otro" que tengan encuenta que: "Quien lucha con monstruos cuide de noconvertirse a su vez en un monstruo. Cuando miraslargo tiempo a un abismo, también éste mira en ti" (8).

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(9) Tomado de G. CORTÉS, J. M., Orden y caos. Un estudio cul­tural sobre lo monstruoso en el arte, Anagrama, Madrid, 1997,pág. 21.

(10) VARGAS LLOSA, M., "Sabio, discreto y liberal", en El País, 16de noviembre de 1997, pág. 15.

Si los liberales europeos no hubieran desdeñadotanto las raíces intelectuales de las que brotaron el fas­cismo y el comunismo quizá la historia del tortuoso si­glo xx hubiera sido otra bien distinta. De ahí que pue­da afirmarse, con M. Vargas Llosa, que el liberalismoberliniano consiste, antes que cualquier otra cosa, enun "permanente esfuerzo de comprensión del adversa­rio ideológico" (10) ya que busca incansablemente los

'porqués de su programa político. Quizá por ello, ysiendo un celoso defensor de la libertad y un enemigodeclarado del determinismo y el autoritarismo, ocupósu análisis reflexivo escribiendo textos tan magníficoscomo los que dedicó a Marx y De Maistre. En ellos,

En este sentido la propuesta de Berlin es alecciona­dora. Descuidar al "otro", parece recordamos una yotra vez, es un error. Sobre todo cuando éste constituyeuna amenaza que cuestiona nuestra propia identidad e,incluso, nuestra supervivencia al configurarse como elantípoda del orden ideal de sociedad en el que vivimosy que, como se recuerda en la película Forbidden Planet(1956) al hilo de la conversación que mantienen el ca­pitán Adams y el doctor Moebius: "Todos nosotros te­nemos una parte monstruosa en el subconsciente. Poreso tenemos leyes y religión" (9).

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(11) OVIDIO, Las metamorfosis, VII, 40, edición, introducción ynotas de J. F. Alsina, trad. de P. Sánchez de Viana, Planeta, Bar­celona, 1990, pág. 242.

(12) Entrevista con S. Luckes, en Tra [ilosotia e storia delle idea,Ponte alle Grazie, Florencia.

como en otros ensayos que tuvieron como protagonis­tas a pensadores que se situaron en la confrontacióndirecta con sus ideas liberales, Isaiah Berlin denotasiempre una fascinación incondicional hacia sus opo­nentes. Una entrega que, como sucede con sus trabajossobre Vico, Hamann, Herder o Sorel, muestra la volun­tad deliberada de dejarse seducir por el "otro" y entraren una suerte de erotismo intelectual que lo llevó aabrazarlos amorosamente con el fin de conocer hastalos más profundos y misteriosos recovecos que alimen­tan su pensamiento, pero sin incurrir en el desenlaceque Ovidio recoge en Las metamorfosis al proclamar sufamosa reflexión: "Video meliora proboque; deteriorasequor" (lo bueno apruebo y lo contrario sigo) (11). Y esque como reconoce en la última entrevista que mantu­vo con S. Lukes: "Me aburre leer a quienes piensanmás o menos como yo. Hoy en día el liberalismo pare­ce un compendio de banalidades porque todos creemosen las ideas liberales, todos las aceptamos. Resulta másinteresante leer a los enemigos porque ponen a pruebala solidez de nuestras defensas al encontrar sus debili­dades. A mi me interesa saber cuáles son los erroresque presentan las ideas en las que creo. ¿Para qué? Pa­ra poder enmendarlas o abandonarlas" (12).

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(13) SCHUMPETER, J. A., Capitalism, Socialism and Democracy,Allen & Unwin, London, 1952, pág. 243.

Heterodoxo, a su manera, del liberalismo, pero libe­ral al fin y al cabo, Berlín nos ofrece el testimonio ra­zonador de alguien que hace de la impostura aventure­ra un rasgo de su fisonomía vital. Un rasgo sin el quesería imposible comprenderlo y, porqué no reconocerlotambién, admirarlo debido al singular sello con el quesupo modelar su dilatada vida de historiador de lasideas al cimentar ésta alrededor de un culto indísimu­lado por el pluralismo, hasta el punto de hacer plásticaen su existencia la reflexión que tomó de J. A. Schum­peter -y que introdujo en sus Cuatro ensayos sobre lalibertad (1969)- al decir con él que: "Percatarse de lavalidez relativa de sus propias convicciones, y sin em­bargo ser capaz de defenderlas sin vacilaciones, es loque diferencia en la práctica a un hombre civilizado deun bárbaro" (13).

A esa tarea dedicó su vida y su obra, y por ese mo­tivo cuando uno contempla el quehacer intelectual deBerlin se percibe una nota de desconcierto: el que pro­duce sentir que está ante alguien que no parece serquien dice ser, pues, a pesar de la condición de univer­sitario que envuelve su trabajo, lo cierto es que el mis­mo no parece casar muy bien con los cánones más omenos rígidos que gobiernan el mundo hiperformaliza­do de la Academia.

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(14) POPPER, K., En busca de un mundo mejor, trad. de J. VigilRubio,Paídós, Barcelona, 1994, pág. 157.

Defensor de Occidente y sus valores antideterminis­tas cuando tantos cuestionaban su vigencia, Berlin con­tiene esa insaciable curiosidad liberal que hace de labúsqueda un fin: un itinerario trágico al servicio de lalibertad, y cuyo único compromiso es con la libertad

Su famosa descripción de la zorra y el erizo esejemplificadora de su método reflexivo y del talante in­telectual con el que guió su estudio. Alejado de plantea­mientos "fuertes", por asumir la terminología postmo­derna, Berlin más que erizo u hombre de sistema, fueun zorro, es decir, un sabedor de astucias que analizólos problemas de la realidad política occidental sin unorden aparentemente claro, pero con un hilo conductorlo suficientemente estable y coherente como para poderofrecernos soluciones aceptables a aquéllos. La razónde ello reside en esa dinámica flexible y en esa plastici­dad permeable y asistemática que porta consigo supensamiento y que es plenamente congruente ~on lapermanente apertura y reforma que caracteriza el mo­do de vida que contiene esa civilización occidental que,como reconocía Karl Popper: "a pesar de todos los fa­llos que justificadamente pueden encontrarse en ella...es la más libre, más justa, más humanitaria de todaslas que hemos conocido a lo largo de la historia de lahumanidad. Es la mejor porque es la que tiene más ca­pacidad de mejorar" (14).

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En este sentido, en su biografía confluye una extra­ña mezcla novelesca en la que se entretejen los perfiles

Comprender el carácter aventurero que acabamos dedestacar como horizonte vital del pensamiento liberalberliniano requiere analizar algunas de las claves bio-. gráficas que explican la inasibilidad plástica y el dina­mismo reflexivo que caracterizan la obra de Isaiah Ber­lino Si, como recordaba Ortega, la vida es lo que es envista desde un pasado que sobre el presente actúa y pe­ractúa constantemente, entonces, no es difícil localizaren la biografía de nuestro autor alguna explicaciónacerca del interés vital que proyectó intelectualmentesobre ese "otro" que con tanta profusión estudió.

II. A LA BÚSQUEDADE ALGUNASRESPUESTASBIOGRÁFICAS

misma. ¿Con qué objeto ...? Con el de poder elegir enmedio del maremágnum decisionista sobre el que se le­vanta la existencia de quienes aspiran al bienestar mo­ral que proporciona afirmar, a la manera cervantina,que uno es dueño de su propia vida o, lo que es lomismo, que se ha de llevar "la libertad en peso/sobrelos propios hombros de mi gusto". Por eso Berlin en­carna como pocos ese estilo liberal de vida tan pococomprendido hoy en día y que exterioriza el hombreque es capaz de elegir porque está dispuesto a asumirla responsabilidad moral de sus elecciones.

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Nacido el 6 de junio de 1909, en Riga, cuando laantigua ciudad hanseática formaba parte del Imperiode los Zares, la familia de Berlin procedía, como la desu amigo Yehudi Menuhim, de esos judíos hasídicosque eran conocidos en la Europa oriental como "luba­vich", y que soportaban la animadversión de los secto­res de la ortodoxia hebrea debido a su carácter abierta­mente heterodoxo ya que defendían una aproximacióna la fe mediante formas de comunión mística como elcanto, el baile y prácticas de éxtasis semejantes.

literarios que James Joyce deslizó en su "Ulises" a tra­vés de sus personajes, Stephen Dedalus y LeopoldBloom... Judío descreído que deambula por su particu­lar Dublín a la búsqueda de sí mismo, Berlin contienela imaginación plástica y poética del primero al tiempoque exterioriza el desarraigo fronterizo de los hijos deIsrael que, como el Bloom joyceano, persiguen su "ser"errabundos entre las masas extrañas de un mundo queles da la espalda y que tratan de comprender inútil­mente porque "saben" que no les pertenece debido a suheterodoxia y anormalidad ...

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En la biografía que M. Ignatieff dedica a Berlin, seanaliza con detalle estos orígenes religiosos que, sin serlógicamente determinantes, no deben ser tampoco ob- ,~viados, pues, a pesar del ambiente secularizado en el Ique creció Berlin, no es menos cierto también que él .~mismo llegó a reconocer en alguna ocasión que, a pe­sar del sentir seglar y escéptico que caracterizaba su

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(15) Cfr. IGNATIEFF, M., l. Berlin. Su vida, cit., pág. 26.

Precisamente el perfil insoportablemente tiránicoque fue adquiriendo Rusia bajo los bolcheviques, hizoque se llenase la memoria del joven Berlin de imágenesy recuerdos violentos en tomo a la revolución que tan­to admiraron posteriormente sus compañeros de estu­dio en Oxford. Como recordaba al hilo de las entrevis­tas que mantuvo con M. Ignatieff, de aquellas vivenciasque marcaron su etapa juvenil hubo una que se le que-

Hijo de un comerciante maderero enriquecido connegocios de exportación, su vida infantil se inserta enun contexto urbano y acomodado. Su padre, MendelBerlin, pertenecía a esa generación de liberales rusosque, al igual que Turguéniev, habían defendido la occi­dentalización radical de Rusia frente a los llamados es­lavófilos. Seguidor de Herzen y de quienes apostabanpor Occidente desde Pedro el Grande, en el progenitorde Berlin se aprecia ese apego por la forma de pensa­miento y por las costumbres inglesas que eran tan ca­racterísticas de la burguesía reformista de la época.Así, el triunfo de la revolución de febrero de 1917 fuevisto con alegría por su familia, aunque pronto el sesgoque tomó la misma tras el golpe de estado bolcheviquedesmintió trágicamente las expectativas iniciales.

forma de pensar, con todo, nunca había necesitadoromper con su pasado familiar para llegar a las conclu­siones que articularon luego su pensamiento "",

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(16) Cfr. Isaiah Berlín en diálogo con Ramin Jahanbegloo, trad. deM. Cohen, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1993, págs. 19-20.

Tras huir de Rusia en 1921, la familia de IsaiahBerlin se estableció en Inglaterra. La posición acomo­dada de los Berlin no se resintió por el exilio. Frecuen­tando el ambiente de la clase media inglesa de aquellosaños, Isaiah Berlin recibió la formación al uso de laépoca, aunque nunca pudo desproveerse de su condi­ción de judío extranjero y del interés que la literatura yel arte en general ejercieron sobre él desde su niñez.Llevado por un portentoso intelecto alimentado poruna inteligencia selectiva y una memoria prodigiosa, suetapa de estudiante en el Corpus Christi de Oxford fuedecisiva en su formación. Provisto de una beca para es­tudiar Ciencias Clásicas e Historia Moderna, su tutoren filosofía, Frank Hardie, lo orientó hacia ese empiris-

mente, "Noche Cerrada" (16).

dó fielmente grabada, y que de alguna manera ejempli­fica la suerte a la que abocan los regímenes en los quese edifican ortodoxias teóricas que proscriben a quieneslas cuestionan de una u otra forma. y es que en aque­llos turbulentos días de terror revolucionario, la perse­cución del liberalismo fue paulatinamente delatada através de la suerte corrida por el periódico liberal"Día", que tuvo que denunciar la creciente arbitrarie­dad del gobierno de Lenin mediante la utilización desu propia cabecera, ya que fue rebautizándose con losnombres de "Tarde", "Noche", "Medianoche" y, final-~~

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(17) IGNATIEFF, M., Isaiah Berlin. Su vida, cit., pág. 76. Sobre M.Bowra véase el ensayo que le dedicó Berlin y en el que recono­ce cómo logró transformar radicalmente su percepción del mun­do bajo su influencia intelectual, BERLIN,1., Impresiones perso­nales, compilador H. Hardy, introducción de N. Annan, trad. deJ. J. Utrilla y A. Coría, FCE, México, 1984, págs. 242-250.

Inmerso en un contexto intelectual que, como luegoreconoció el propio Berlin, le ayudó por un lado a evi­tar el espíritu profesoral oxoniense y, de otro, a fre­cuentar el trato con "otros" que no sentían ni compren­dían la realidad como él, poco a poco fue fructificandoen su personalidad una distancia metodológica frente alo "instituido" que, como llegó a señalar su amigo elpoeta Stephen Spender, llamaba la atención ya queIsaiah Berlin se mostraba interesado por la vida y lasopiniones de los demás sin escandalizarse por prejui­cios morales o políticos. De modo que, como reconocióWystan Auden, en Berlin había siempre una nota deempatía hacia el "otro", hacia sus problemas y dificul­tades, y que casa muy bien con una de las máximas

mo anglosajón que se convirtió en el pilar de su meto­dología analítica, mientras que su amistad con MauriceBowra, uno de los profesores que lideraban lo que en­tonces se llamaba en los círculos oxonienses el "frenteinmoral", lo condujo hacia los heterodoxos del Oxfordde entonces, es decir, hacia "aquellos comunistas, ho­mosexuales y anticonformistas que defendían el placer,la convicción y la sinceridad frente a los pesados yquisquillosos mandarines de los colegios de Oxford" (17).

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En este sentido, su estudio sobre Marx fija ya el iti­nerario que seguirá luego su trayectoria académica yque cimentará su liberalismo pluralista. Cuando en 1933comenzó su trabajo, el ambiente de Oxford estaba cadavez más imbuido por el pensamiento marxista. La Gran

Convertido en profesor en AH Souls en 1932, sucondición de "rara avis" fue uno de los rasgos biográfi­cos que el propio Berlin siempre cultivó. Primero, alconvertirse en el primer judío que llegaba a "fellowship"en tan aristocrático "college" y, después, debido al ámbi­to de estudio al que se dedicó: la historia de las ideas:una especialidad que conciliaba registros muy diversosal combinar el análisis del pensamiento desde su em­plazamiento histórico, sí, pero a partir de grandes líneasde tensión que lo relacionaban con la cultura en gene­ral, aunque sin adoptar nunca un criterio riguroso deespecialidad sistemática, pues, el historiador de las ideasdebe tratar de desvelar 16s orígenes de esos patronesconceptuales que, de un modo u otro, han delimitadola forma de pensamiento con la que los hombres sehan entendido históricamente a sí mismos y que, nor­malmente, han quedado sin analizar al hallarse diluidosen el espíritu de una época debido a su generalidad y,sobre todo, porque se han empleado casi inconsciente­mente con el fin de ordenar y cohesionar una partesustancial de nuestra experiencia.

que luego presidirán su reflexión teórica, a saber, la de"E d "que: nten er no es aceptar .

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Desprovisto de todo entusiasmo hacia las ideas deMarx a pesar de ser un asiduo al Pink Lunch Club enel que se reunían sus seguidores en Oxford, Berlindesplegó en su trabajo ese querer entender al "otro",incluso cuando en el "otro" estaban las ideas que ha­bían movido a los bolcheviques a construir la tiraníade la que tuvo que huir su familia en 1921. Y así, co­mo señala Ignatieff, escribir sobre Marx fue "unirse alflujo de la principal corriente ideológica de su época ytomarle la medida al reto que ello significaba parasus propias e incipientes lealtades liberales. Lo quefascinaba a Isaiah era el odio de Marx hacia la civili­zación misma que él admiraba. Esto sentaría un pre­cedente que perduraría el resto de sus días: Berlín de­fendía sus propias convicciones escribiendo sobre laspersonas que eran sus enemigos más acérrimos. Asípues, burgués irónico, burlón consigo mismo, y nocomprometido decidió, en la primavera de 1933, pasarcinco años en compañía de un ideólogo ferozmentedogmático, que había despreciado todo lo que Berlin

Depresión del momento parecía dar la razón a los argu­mentos teóricos del materialismo histórico de Marx. Laizquierda profesoral oxoniense no sólo estaba crecidapor los talentos que se adscribían a sus filas -RichardCrossman, John Austin o Stuart Hampshire, entreotros-, sino porque se apoyaba en el prestigio que antela opinión pública de la época irradiaba la propagandaque ensalzaba el ensayo revolucionario marxista prota­gonizado por la Unión Soviética.

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J

(18) Cfr. IGNATIEFF,M., Isaiah Berlin. Su vida, cito pág, 102.(19) RYAN, A., "Introducción", en l. BERLIN,Karl Marx. Su vida y

su entorno, trad. de R. Boxio, Editorial Alianza Editorial, Ma­drid 2000, preparación de la cuarta edición a cargo de A. Rive­ro, pág. 16.

A partir de esta obra Berlin no sólo ubica el que se­rá el ámbito de su trabajo académico, sino que al hilode su realización tuvo la oportunidad de constatar lasque a sus ojos eran las flaquezas que contenía el positi­vismo lógico que Alfred Ayer había introducido en Ox­ford. y es que al estudiar el pensamiento de Marx ha­bía podido experimentar lo difícil que es aceptar laexistencia de argumentos abstractos o analíticos total­mente liberados de conexiones personales o históricas.Este distanciamiento con respecto a la filosofía analíti­ca que se abría paso en los ambientes académicos deOxford y Cambridge hizo que Berlin volviera sus pasossobre el empirismo en el que se había formado ante­riormente de la mano de Locke, Berkeley y Hume, em­pirismo que constituía la tradición filosófica inglesa y

representaba" (18). El resultado intelectual que se des­prendió de ello lo resume muy bien Alan Ryan cuandodice en su prólogo al Karl Marx de Berlin que pocos"comentaristas, incluso hoy día, han realizado un ba­lance tan equilibrado entre el retrato psicológico y elanálisis intelectual. Berlin deja al lector con la sensa­ción de que si Marx entrara en la habitación sabría­mos qué decirle -y, si tuviéramos ganas de pelearnos,qué no decirle" (19).

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Durante la Segunda Guerra Mundial Berlin desem­peñó labores de corresponsal dentro del Servicio Diplo­mático británico. Primero, en Nueva York y, después,en Washington, permaneciendo un periodo de variosmeses en Moscú, recién terminada la guerra. Esta expe­riencia diplomática le permitió asomarse a ese ladopráctico y real que normalmente el hombre de ideas nofrecuenta al vivir inmerso en el campo de la abstrac­ción libresca. Fue durante su estancia en Washingtoncuando más apegado estuvo a los cenáculos políticos yperiodísticos ya que tuvo la oportunidad de tratar e in­timar con editorialistas y columnistas como MarquisChild, Drew Pearson, Arthur Krock y Walter Lippmann,así como con los jóvenes políticos que constituían lavanguardia programática del New Deal del presidenteRoosevelt: Charles Bohlen, George Kennan, John Fergu­son, John Oakes y Edward Prichard, entre otros. Conabsoluta libertad de movimientos por los círculos ofi­ciales de Washington, el trabajo de Berlin en la emba­jada británica consistía en tener "oídos" para lo que enellos se decía ya que una vez por semana debía presen­tar un informe al respecto que se enviaba al ForeignOffice y que, a través de los circuitos diplomáticos deWhitehall, llegaba a Churchill y a su ministro de exte­riores, Anthony Eden.

que colisionaba con los planteamientos que Ayer y lospositivistas mantenían cuando negaban la historicidadempírica del pensamiento humano.

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(20) Cfr. IGNATIEFF, M., Isaiah Berlín. Su vida, cit., págs. 137-186.

Pero si su estancia en los Estados Unidos fue prove­chosa intelectualmente al permitir que se asomara a lapolítica práctica y a los manejos diplomáticos que ope­ran en ese acontecer sombrío en el que, según Céline,sucede todo o, mejor dicho, casi todo, el periodo que

Fue en este contexto donde percibió con nitidez laslimitaciones que el pensamiento abstracto tiene a lahora de interpretar la política en sus dimensiones másplásticas: aquéllas que constituyen el día a día de unquehacer político regido por la negociación y, sobretodo, por la necesidad de soluciones más o menos in­mediatas en las que no existe margen para la refle­xión con detalle, que es lo que normalmente sucedecuando el pensador universitario afronta el estudio delo político en sentido teórico. Esta flexibilidad y dina­mismo de la política práctica aprendida por Berlíndurante su estancia americana es un dato que no de­be pasarse tampoco por alto, ya que de alguna mane­ra gravita sobre su trabajo intelectual posterior. Dehecho, la mayor parte de su obra permanecerá desdeentonces contenida en notas y ensayos breves, bien enforma de clases o conferencias, bien de artículos edi­tados en separatas, revistas y boletines universitarios,es decir, en escritos redactados sin el rigor y el fríodistanciamiento que exige la escritura reposada de untrabajo de investigación destinado a la estricta y ce­rrada difusión académica (20).

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(21) Cfr. Isaiah Berlin en diálogo con Ramin Jahanbegloo,cit.,págs. 32-37

Pues bien, la elección de sus amigos en el Moscústalinista fue clara: la de quienes como Pasternak o Aj­mátova constituían esos "otros" que sufrían la repre-

y así, en medio de aquel país que había salido vic­torioso de la guerra, la euforia de la victoria no pudoocultar a la fina sensibilidad de Berlin el horror que sedibujaba debajo de la superficie de los hechos. De lamano de su trato con Boris Pasternak y Ana Ajmátovapudo descubrir la "verdad" que gravitaba sobre el alia­do soviético. Es cierto que Berlin nunca había cedido ala seducción que la Rusia de Stalin había ejercido so­bre numerosos compañeros suyos de Oxford (21). De he­cho, cuando en 1944 su compañero en la embajada bri­tánica en Washington, Donald Maclean, le reprochóestar del lado del capitalismo occidental, la reacción deBerlin fue cortante, tal y como describe Ignatieff en subiografía: "Se supone que estamos luchando por la civi­lización frente a la barbarie ... y civilización significa li­bertad para elegir tus amigos".

vivió en la Rusia soviética de septiembre de 1945 aabril de 1946 hizo revivir en él la ignominia y la vilezaque engendran el totalitarismo, y que ya experimentó,siendo todavía joven, en aquel Petrogrado bolcheviquecuya imagen de violencia nunca se difuminó del todoen su memoria.

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(22) Cfr. DALOS, G., The Guest From the Future: Anna Akhmatovaand Isaiah Berlín, with the collaboration of Andrea Dunai, JohnMurray, London, 1998, págs. 25-27.

Sobre la noche que pasaron juntos Berlin y Ajmáto­va se ha escrito mucho, incluso ofrece un terreno inte­resante de reflexión acerca de lo que significó a lo lar­go de su vida ese "otro" que para el propio Berlin fuesiempre el mundo femenino, tal y como G. Dalas aven­tura en su The Guest From the Future: Anna Akhmatovaand Isaiah Berlín (22). En realidad, como deja entrevercon acierto Ignatieff, gracias a ese encuentro con la po­eta en su piso de Leningrado, Berlin elaboró un infor­me sobre la literatura y el arte en la Rusia soviética

sion de un regimen totalitario que no admitía disiden­tes a la Verdad oficializada mediante el terror, tal y co­mo sus respectivas obras denunciaban. En este sentidosu encuentro con Ana Ajmátova constituye de nuevo undato relevante a la hora de comprender esa nota deapasionamiento sensible que fluye latente en el pensa­miento y la metodología analítica de Berlin, y que re­fuerza esa "rareza" que gravita alrededor de su figuraintelectual, y que lo llevó a indagar sobre el "otro"desde su etapa de formación oxoniense al vincularse aese mundo artístico en el que se aprecia más nítida­mente la plasticidad del dolor que provoca el desarrai­go de quienes viven sinceramente algún tipo de pros~··cripción moral, religiosa o política a través de mecanismosde represión que anulan sutilmente al individuo y suconciencia.

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(23) Tomado de IGNATIEFF, M., Isaiah Berlin.Su vida, cit., pág. 225.(24) AJMÁTOVA, A., Réquiem y otros poemas, introducción y trad.

de J. L. Reina Palazón, Alfar, Sevilla, 1993, pág. 164.

Marcado por su experiencia en la Segunda GuerraMundial, el Isaiah Berlin que regresa a Oxford trasva­sará a su trabajo académico lo vivido durante esos de­cisivos años en el servicio exterior. Su preocupación in­telectual por el "otro" será a partir de ese momento

y se fue el tiempo y el espacio se fue,y de la noche blanca vi todo a través:los narcisos en cristal en tu mesa,y el humo azul del cigarrillo,y aquel espejo, donde como en agua tersa,ahora te reflejarías en su brillo.y se fue el tiempo y el espacio se fue...y que tú ya me ayudes tampoco puede ser (24).

que denunciaba la situación totalitaria que padecía elpaís que había visitado. Y lo hacía precisamente a par­tir de los testimonios de quienes le habían susurradodesde su corazón de poetas lo mucho que sufrían bajoaquella atmósfera utópica; que es lo que la propia Aj­mátova recuerda a Berlin en su poemario Cinque cuan­do le dice: "Sabes muy bien que no voy a celebrar/eldía más amargo de nuestro encuentro./¿Qué dejarte enrecuerdo?/¿Mi sombra? ¿De qué puede servirte un fan­tasma?" (23); o cuando evoca el momento de su encuen­tro en su poema En la. realidad:

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(25) GRAY, J., Isaiah Berlín, trad. de G. Muñoz,Edicions Alfonsel Magnaním-Ivfil, Valencia, 1996, pág. 11.

Isaiah Berlin ha sido comparado con Hume debidoal maridaje que en su obra establece entre la filosofíaempírica y la historia. Sin embargo, como acertada­mente señala John Gray al respecto, si "comparte conHume una profunda vivacidad intelectual, el amor a laclaridad en el pensamiento y la escritura y el gusto porlas ironías de la historia ... alberga otro tipo de pasionesde las que carecía por completo el genial Hume. Estaspasiones proceden de elementos de su plural legado,que no son ingleses, sino rusos y judíos; de aquí vienesu pasión por las ideas y su sentido de lo trágico en lavida humana" (25). Precisamente esa necesidad trágicade aproximarse al "otro" es vista por Berlin como una

una empresa académica a través de la que verterá susimpresiones vivenciales siguiendo, para ello, las pautasque ya hemos visto que estaban presentes en el periodoque marca la etapa previa a la redacción de Karl Marx.Sin embargo, el antiutopismo será a partir de entoncesuno de los objetivos más nítidos dentro de su reflexión,como lo serán también sus estudios acerca del irraciona­lismo, especialmente de aquel que estaba en la raíz delnacionalismo y del fascismo que propiciaron el Holocaus­to. Así, en los años cincuenta mostrará una clara preocu­pación intelectual por la libertad, preocupación que enlos 60 y 70 hará progresivamente vascular hacia esa 'Vi­sión pluralista que acabará impregnando su liberalismo.

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Uno de los rasgos definitorios que gravitan sobre elanálisis que plantea es, precisamente, su crítica a loque denomina sin excesivo rigor terminológico el "mo­nismo" racionalista occidental. Concretamente esa "fala­cia racionalista" -según sus propias palabras- que esla creencia de que sólo hay una respuesta para cadacuestión fáctica o axiológica, y que puede ser alcanzada

Para entender el liberalismo de Isaiah Berlin hayque partir de un dato previo: el carácter polémico conel que se desarrollan sus principios. Esta tensión dia­léctica es determinante ya que Berlin desarrolla su pen­samiento a partir de una idea nuclear: la de confron­tarse con quienes creen que es posible la edificación deuna sociedad perfecta.

ID. EL PRESUPUESTO DEL LIBERALISMO BERLINIANO:LA CRÍTICA AL MONISMO DE LA ILUSTRACIÓN

pasión, hasta el punto de constituir el pilar sobre elque construye un pensamiento empático e imaginativoque, en contacto con el Arte y su plasticidad creadora,ha sido capaz de articular una suerte de liberalismoatípico y singular, pero profundamente sugerente debi­do al carácter plural de sus registros y al potencial crí­tico que contiene en su debate con la modernidad ilustra­da. Al estudio del mismo vamos a dedicar a continuaciónnuestro análisis.

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(26) Cfr. GARCÍAGUITIÁN,E., El pensamiento político de IsaiahBerlin, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid,2001, págs. 27-30.

(27) Cfr. BERLIN,L, Pensadores rusos, cit., pág. 118. Una intere­sante reflexión sobre esta distinción se halla en Isaiah Berlin endiálogo con Ramin Jahabegloo, cit., págs. 245-250.

(28) Cfr. BERLIN,L, El fuste torcido de la humanidad. Capítulosde historia de las ideas, edición a cargo de H. Hardy, trad. de J.M. Álvarez Flórez, prólogo de S. Giner, Península, Madrid, 1992,págs. 21-37.

El monismo, más que una forma de pensamientoes, en realidad, una visión de la vida e, incluso, unasuerte de talante vital. En su conocida reflexión sobrela zorra y el erizo Berlin nos muestra, precisamente, aun Lev Tolstoi que lo encarnaría existencialmente al servíctima de una pasión monista que pretendería abarcarla comprensión de todas las cosas bajo "un vasto todounitario" (27). Esta pasión, según Berlin, inspira la cultu­ra de Occidente desde sus orígenes griegos, y en ellaradica esa concatenación de atributos platónicos queasocian en una identidad universal los conceptos debien, verdad, belleza, unidad y razón (28).

si se sigue para ello un método de investigación racio­nal. Dentro de esa "falacia" incluye a todas las teoríasque, de un modo u otro, han defendido la existencia devalores objetivos, verdaderos, universales e inalterables,y que han creído posible su descubrimiento e, incluso,su organización intelectual a través de un universo sis­temático, ordenado y coherente capaz de regir a loshombres en sus vidas individuales y colectivas (26).

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(29) Cfr. Ibidem, págs. 42-43.(30) Una precisa reflexión sobre la descripción del monismo

dentro del discurso berliniano se contiene en DfAZ-URMENETA,J.B., Individuo y racionalidad moderna. Una lectura de Isaiah Ber­lin, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1994,págs. 138-140.

Para los monismos racionales, ya sean tradicionales,religiosos, trascendentales, materialistas o íusnaturalis­tas, los problemas y los conflictos engendrados en elmundo serían el efecto de nuestra incapacidad para ar­ticular un sistema que reprodujera e integrara armonio­samente ese modelo ideal valorativo (30). En este sentido

En La decadencia de las ideas utópicas en Occidente(1978) se expresan los tres supuestos que articulan lavisión berliniana del monismo. El primero es la convic­ción de que para toda pregunta sólo habrá una res­puesta correcta, y son incorrectas todas las demás. Deahí la aspiración del monismo de alcanzar un sabercompleto. El segundo es que existe un método que des­cubre estas respuestas correctas, de modo que la reali­dad es siempre inteligible si se da con el método idó­neo para desvelar sus claves. y el tercer supuesto, yprobablemente el más determinante, es que todas lasrespuestas correctas deben ser mínimamente compati­bles entre sí, pues una verdad no puede ser incompati­ble con otras; por consiguiente, ninguna de las respues­tas correctas, sean éstas a preguntas acerca de lo quehay en el mundo, o acerca de lo que los hombres debe­rían hacer o no hacer en él, nunca podrán entrar enconflicto mutuo (29).

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(31) BERLIN, I., El fuste torcido de la humanidad. Capítulos dehistoria de las ideas, cit., pág. 131.

Sin embargo, ese monismo racional experimenta suapogeo bajo el dominio de la Ilustración. Los presu­puestos de ella suponen una exacervación de la lógicamonista al apoyarse en la suposición de que exista unanaturaleza humana universal e invariable debido a lapresencia en todos los hombres de una esencia: la ca-

Berlín cree que el monismo contiene en su seno unmarcado componente utópico, consciente o inconscien­te, no importa, ya que hace referencia a la creencia deque es posible construir una sociedad perfecta. De he­cho, piensa Berlin, la tradición alrededor de la que senuclea el pensamiento occidental desde sus orígenes secaracteriza por haber hecho propia la idea (que luegotransformó en programa político la Modernidad) deque el conocimiento no tiene tan sólo un carácter des­criptivo, sino que va más allá al proporcionar a la hu­manidad un horizonte prescriptivo hecho de valoresque, como explica en El fuste torcido de la Humanidad(1979), permiten saber cómo debe vivirse, qué hacercon la propia vida, cuáles son las formas de vida másadmirables y, sobre todo, el por qué de todo ello, pues:"Este patrón unificado y monista se sitúa en el corazónmismo del racionalismo tradicional, religioso y ateo,metafísico y científico, trascendental y naturalista, queha sido característico de la civilización occidental. Éstaes la roca sobre la que han sido fundadas las vidas ycreencias occidentales ..." (31).

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(32) BERLIN,1., Cuatro ensayos sobre la libertad, versión españolaa cargo de B. Urrutia, J. Bayón y N. Rodríguez Salmones, Alian­za Editorial, Madrid, 1988, págs. 224-225.

El "cogito" cartesiano sería, por tanto, el eje verte­brador de un discurso monista que permitiría a loshombres llegar a conocer las leyes que rigen natural­mente la existencia humana. y aunque Descartes nofuera un autor ilustrado, sin embargo, fue él quien dioorigen al proyecto de la Ilustración al brindarle la fina­lidad de depurar al espíritu humano de todo lo dudosoo carente de fundamento racional y de reconstruir elpensamiento y la práctica humanos a partir de principios

pacidad de razonar. Esta circunstancia conduce al des­potismo, aunque sea el despotismo altruista que descri­be musicalmente Mozart en La Flauta mágica de la ma­no de ese templo de Sarastro que rinde culto a laRazón, y que hace de la libertad un atributo humanoque se identifica con aquélla, pues para el discurso dela Ilustración: "todos los hombres tienen un fin verda­dero, y sólo uno: el de dirigirse a sí mismos racional­mente;... los fines de todos los seres racionales tienenque encajar por necesidad en una sola ley universal ar­mónica, que algunos hombres pueden se~ capaces dediscernir más claramente que otros;... todos los conflic­tos y, por tanto, todas las tragedias, se deben solamenteal choque de la razón con lo irracional o lo insuficiente­mente racional -los elementos de la vida que son inma­duros o que no están desarrollados-, sean éstos indivi­duales o comunales" (32).

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(33) Cfr. GRAY. J., Isaiah Berlin, cito pág. 161

Pues bien, para Berlin la Ilustración inauguró la<V.

creencia en un lenguaje y un saber que eran capacesde liberar al espíritu humano desde el monismo. Undiscurso autónomo basado sobre supuestos de la racio­nalidad moderna y que sostenía que los métodos de ex­perimentación, observación, generalización e hipótesisque utilizaban las ciencias naturales eran instrumentoscapaces de afrontar la resolución de los problemas so­ciales, tal y como constata en su ensayo La Contra-Ilus­tración (1973) al señalar que: "Los 'phílosophes' propu­sieron racionalizar la comunicación inventando unlenguaje universal libre de supervivencias irracionales,rasgos y giros idiosincráticos, peculiaridades capricho­sas de las lenguas existentes; si esto hubiera tenidobuen éxito hubiera sido desastroso, pues es precisa­mente el desarrollo histórico individual de la lenguaperteneciente a un pueblo lo que absorbe, conserva yencapsula una vasta riqueza de la experiencia colectiva

racionales. Por eso mismo los primeros y más formida­bles críticos del racionalismo ilustrado, Pascal y Vico,vieron en él su principal oponente. Y así, como destacaBerlin, el primero de ellos distinguió entre "1'esprit degeometrie" y "l'esprit de finesse", mientras el segundooponía a la duda sistemática y a las ideas claras carte­sianas, la creencia del sentimiento poético como la úni­ca expresión posible de un conocimiento global delmundo y de sus contenidos (33).

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(34) BERLIN, L, Contra la comente. Ensayos sobre historia de lasideas, trad. de H. RodríguezToro,FCE,México,1986,pág. 82.

(35) ABELLÁN,J., "Isaiah Berlin y MaxWeber:Más allá del libe­ralismo", en BADILLO,P. Y BOCARDo,E. (Editores), Isaiah Berlin.La mirada despierta de la historia, cit., pág. 137.

Pero lo curioso del análisis crítico que despliegaBerlin frente a la Ilustración es que el mismo surge,como indica J. Abellán, "de un principio ilustrado, elde que el individuo debe ejercitar autónomamente larazón, pero Berlin considera que la aplicación de esteprincipio, que se realiza desde tradiciones culturales di­ferentes, conduce precisamente a la afirmación de valo­res y de modos de vida diferentes y en conflicto entresí" (35). El texto más sugerente que Berlin dedica a laIlustración es The Age of Enlightenment (1956), obra enla que a partir de una antología de textos de autorescomo Locke, Voltaire, Berkeley, Hume, Reid, Condillac,La Mettrie, Hamann y Lichtenberg, llega a la conclu­sión de que para los ilustrados existía un asidero deverdad indiscutible: el que brindaba la aplicación de téc­nicas que, a partir del lenguaje matemático, era capaz

semiconsciente, semirrecordada. Lo que los hombresllaman superstición y prejuicio no es sino la corteza dela costumbre que por pura supervivencia se muestracomo prueba en contra de los destrozos y vicisitudesde su larga vida; perderlo es perder el escudo que pro­tege la existencia nacional de los hombres, su espíritu,sus hábitos, sus recuerdos, la fe que los ha hecho loque son" (34).

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(36) Cfr. BERLIN, 1., The Age of {he Enlightnment: The Eighteenth­Century Philosophers, Oxford University Press, 1979, pág. 15.

(37) CASSIRER, E., Filosofía de la Ilustración, trad. de E. Ímaz,FCE, México, 1993, pág. 28.

En realidad, detrás de la ilustración latía la convic­ción cientificista de que la naturaleza humana eraesencialmente la misma en todo tiempo y lugar al re­girse por leyes eternas que podían llegar a conocerse.Para el hombre ilustrado la razón experimenta unatransformación peculiar bajo la acción de una suertede "libido sciendi" que hace que deje de ser vista, enpalabras de E. Cassirer, como una "posesión" innatapara adquirir el status de una "forma de adquisición":una conquista, una energía que "no puede comprender­se más que en su 'ejercicio' y en su acción" (37). Fue asícomo llegó a desarrollarse ese programa ilustrado queimplicaba los presupuestos de poder definir científica­mente lo que era el hombre y cuáles eran sus necesida­des para, a continuación, determinar qué era lo que re-

de articular propiedades mensurables que, reveladaspor los sentidos, permitían la mejora del mundo y delos hombres a partir de un discurso científico incontro­vertible (36). Gracias a este asidero la tradición monistaalcanza a los ojos de Berlin su paroxismo ya que losilustrados creyeron que era posible aplicar los mismosmétodos de análisis de las ciencias naturales a losasuntos humanos, incluso a la organización de la socie­dad y a la política.

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(38) Cfr. BERLIN, L, El fuste torcido de la humanidad. Capítulosde historia de las ideas, cit., págs. 195-222.

(39) Tal es así que ha recibido severas críticas por parte de losentendidos sobre el Romanticismo, cfr. GAY,P., "Intirnatíons ofpartiality. Wrong but romantic: 1. Berlíns lectures on the neme­sis of the philosophes", en The TImes Literary Supplement, 11 dejunio de 1999, págs. 3-4. En su descargo podemos señalar quela obra de Berlin nació de la voluntad recopiladora de HenryHardy al agrupar en un mismo volumen las conferencias dadaspor aquél entre marzo y abril de 1965 en la National Gallery ofArt de Washington.

Descrito por Berlin en su forma más gruesa y sim­ple (39), al Romanticismo le corresponde el mérito dehaber destruido sistemáticamente las ideas de verdad yvalidez acuñadas por el monismo ilustrado en el campode la antropología, la epistemología, la ética y la filoso-

Sin embargo, este programa experimentó su refuta­ción completa de la mano del movimiento romántico;que es a los ojos de Berlin el primer movimiento inte­lectual que se enfrentó con los presupuestos del monis­mo occidental (38). Es cierto que Vico e, incluso, Ma­quiavelo, habían introducido criterios de reflexión críticafrente al monismo. Es más, entre los mismos autoresilustrados hubo quienes, como Montesquieu, habían sidobastante escépticos con respecto a él, pero no fue hastael Romanticismo cuando se produjo un ataque directocontra sus planteamientos programáticos.

quería con el fin de poder atenderlas y, llegado el caso,de satisfacerlas.

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¿Qué fue, entonces, el Romanticismo? A tan com­pleja pregunta Berlin dedica precisamente su ensayoLas raíces del romanticismo (1999). La definición queda del mismo es clara: fue un movimiento de rebelión

Por otra parte, es cierto que dentro de las filas ilus­tradas hubo pensadores como Rousseau o Kant en losque se atisba ya un cuestionamiento de los plantea­mientos de la Ilustración pero, de nuevo, carecieron deese sentimiento de afinidad que permite identificar alos románticos como un movimiento en el que se en­trecruzaron poderosas tendencias generacionales, vitalesy artísticas que hicieron posible el alumbramiento deuna nueva e irrepetible sensibilidad.

fía política. Sin descuidar el papel que la Contrailustra­ción desempeñó en este campo, sin embargo, no leatribuye la virtualidad que tuvo el movimiento románti­co ya que autores como Vico, Hamann o Herder alla­naron el camino al Romanticismo, pero lo hicieron sinla sistematicidad y coherencia de éste. Minaron la soli­dez del discurso ilustrado sacando a la luz muchas desus flaquezas -como cuando De Maistre retrata alhombre como un "centauro monstruoso" que "no sabelo que quiere; quiere lo no quiere, no quiere lo que.quiere; quiere querer"-, pero faltó en todos ellos unhorizonte de comunidad reflexiva o, si se prefiere;' unsentimiento más o menos compartido de identidad al­rededor de su oposición frente a lo que la Ilustraciónencamaba a sus ojos.

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(40) BERLIN, l., Las raíces del romanticismo, edición de H.Hardy, trad. de S. Mari, Tauros, Madrid, 2000, págs. 19-41.

En el Romanticismo Berlin encuentra, antes quecualquier otra cosa, la virtualidad apasionada de saberlo que no quería: la uniforme atmósfera engendrada porel discurso cristalizado a través de la Ilustración y que,al rendir culto a la diosa Razón, era capaz de edificar

La admiración que el Romanticismo despierta enBerlin es obvia, aunque no se traduce, todo hay quedecirlo, en una asunción acrítica de sus presupuestosya que sobre la reflexión berliniana gravita con nitidezaquella idea de Pascal contenida en sus Pensamientos yque reza así: "Dos extravagancias: excluir la razón, ad­mitir sólo la razón". De hecho, si admira a los románti­cos tampoco oculta sus prevenciones frente a ellos alsubrayar los efectos devastadores que produjeron susideas, en concreto esa reivindicación que hicieron delvoluntarismo y del subjetivismo que, llevados hasta elextremo, desembocaron en el irracionalismo totalitariodel nazismo.

frente a la Ilustración y sus presupuestos monistas (40).

De ahí la importancia que para Berlin reviste metodo­lógicamente ya que a partir de sus claves intelectualesy de su experiencia histórica, construirá sus propios yparticulares planteamientos pluralistas y antimonistas:aquellos que hacen posible la articulación del liberalis­mo berliniano.

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(41) KEATS, J., Poesía completa, tomo JI, prólogo de A. Pentimali,trad. de A. Sánchez, Ediciones 29, Barcelona, 1997, pág. 59.

(42) Cfr. BERLIN,I., Las raíces del romanticismo, cit., págs. 73-97.

Pero el dato más relevante que se desprende de suanálisis del Romanticismo es, sin duda, la conexión

Así, las grandes aportaciones que el movimiento ro­mántico tiene para Berlin son, por un lado, la creenciaen que el hombre no descubre ninguna estructura axio­lógica fija e inalterable sino que, en realidad, lo quehace es crearla al fijar de acuerdo con su conciencialos principios y fines que gobiernan su particular exis­tencia. Por otro, que la idea de conflicto social es inevi­table, pues, si cada persona defiende internamente suscreencias por ser las suyas, entonces, desaparece un pa­trón analítico y objetivo que determine su corrección yvalidez apriorísticas, con lo que no será posible la arti­culación de ninguna solución racionalmente indiscuti­ble, sino que el medio social estará condicionado siem­pre por la presencia en él del enfrentamiento y ladiversidad plural (42J•

altares a las ciencias empíricas y desterrar a los infier­nos del error y la brutalidad todo aquello que no fuerareflexión y pensamiento científico, que es lo que Keatsdenuncia en Lamia al atribuir a la filosofía ilustrada elhaber destruido los encantos poéticos del mundo, pues:"...puede coser las alas de un Ángel/conquistar todos losmisterios por mandato por escrito/vaciar el aire hechi­zado y.. ./deshacer el arco iris" (4IJ•

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(43) Cfr. GARCÍA GUITIÁN, E., El pensamiento político de IsaiahBerlin, cit., pág. 47.

(44) Cfr. GRAY, J., Isaiah Berlin, cit., pág. 180.

La virtualidad, por tanto, que tiene para Berlin elRomanticismo es desbrozarle el terreno a la hora deconstruir su visión liberal (44). Una visión que contieneuna crítica al monismo ilustrado, pero que no es antii­lustrada, pues, como reconoce a R. Jahanbegloo: "Soyfundamentalmente un racionalista liberal. Me identificoprofundamente con los valores predicados por pensado­res como Voltaire, Helvétius, Holbach, Condorcet. Talvez fueron demasiado estrechos, y muchas veces se equi­vocaron respecto a los hechos de la naturaleza humana,

que existe entre él y el liberalismo. y es que, para Ber­lín, el entusiasmo romántico por la pluralidad y la con­frontación de valores, así como por la creencia de queson imperfectas las respuestas que pueden darse a lahora de intentar armonizar la convivencia de los hom­bres, acaba desembocando a la constatación de que esnecesario el establecimiento de compromisos si no sequiere irrumpir en un escenario caótico de violenciadestructiva. En realidad, lo que el Romanticismo haceposible es el valor que encierran la tolerancia y el res­peto a los "otros" ya que sólo así podrá alcanzarse unprecario equilibrio a partir de unos mínimos que esta­rían relacionados, eso sí, con la constatación empíricade la imperfección humana y la necesidad de estar enpermanente diálogo con los demás (43).

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(45) Isaiah Berlin en diálogo con Ramin Jahanbegloo, cit.,págs. 97-98.

¿En qué consiste, por tanto, la crítica berliniana ala tradición racionalista que encarna ejemplarmente laIlustración? La principal y decisiva es la constatación,gracias al Romanticismo, de que existe en la naturalezahumana un conflicto de valores que hace imposible esemodelo perfecto de sociedad en el que creía el monismo

pero eso no mengua su condición de grandes liberado­res... Por eso estoy de su lado. Pero son dogmáticos ydemasiado simplistas. Si me interesan los puntos de vis­ta de la oposición es porque creo que comprendiéndolosuno afina su visión; los enemigos inteligentes y dotadosde la Ilustración suelen señalar las falacias y vacuidadesde su pensamiento. Los ataques críticos que llevan alconocimiento me interesan más que la repetición y ladefensa de los lugares comunes de y sobre la Ilustra­ción... Si [uno] cree en los principios liberales y el aná­lisis racional [...] debe tener en cuenta las objeciones, yconsiderar dónde están las grietas de sus estructuras,dónde empieza a equivocarse: la crítica hostil, e inclusola oposición intolerante, pueden revelar verdades. Elodio puede afinar la visión tanto como el amor. Yo nocomparto, ni siquiera admiro mucho, la visión de losenemigos de la Ilustración; pero he aprendido mucho deellos, porque muestran que ciertos conceptos centralesde la edad de la razón y, sobre todo, ciertas implicacio­nes políticas son inadecuadas y a veces desastrosas" (45).

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(46) BERLIN, L, El fuste torcido de la humanidad. Capítulos dehistoria de las ideas, cit., págs. 221-222.

al no existir ninguna estructura axiológica objetiva,apriorística y metafísica .. Como señala en La apoteosisde la voluntad romántica (1975): "No estamos obligadosa aplaudir ni siquiera tolerar las extravagancias delirracionalismo romántico porque admitamos que, almostrar que los fines del hombre son diversos, a menu­do impredecibles, y algunos de ellos incompatibles en­tre sí, los románticos asestaron un golpe mortal a laproposición según la cual, pese a todas las aparienciasen contrario, es posible, al menos en teoría, una solu­ción definida al rompecabezas, que el poder al serviciode la razón puede alcanzarla, que la organización ra­cional puede proporcionar la unión perfecta e valores ycontravalores como libertad individual e igualdad so­cial, autoexpresión espontánea y eficiencia organizada,socialmente dirigida, conocimiento perfecto y felicidadperfecta, las exigencias de la vida personal y la de par­tidos, clases, naciones, de interés público. Si algunos fi­nes admitidos como plenamente humanos son al mis­mo tiempo definitivos y mutuamente incompatibles, nohay duda de que la idea de una edad de oro, una so­ciedad perfecta compuesta de una síntesis de todas lassoluciones correctas a todos los problemas básicos dela vida humana, es incoherente por principio. Éste esel servicio que prestó el romanticismo y en particularla doctrina que forma su núcleo, es decir, que la moralla moldea la voluntad y que los fines se crean, no sedescubren" (46).

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(47) Cfr. COREN,G. A., "A Note on Valuesand Sacrifies", en Et­hics, vol 79, 1969, págs. 159-162.

(48) lsaialt Berlin en diálogo con Ramin Iahanbegloo,cit., pág. 189.

y es. que "los valores incompatibles lo seguirán sien­do en todos los mundos. Lo único que podemos haceres procurar que las elecciones no sean demasiado dolo­rosas" (48). En realidad, lo más original del pensamientode Berlin es, según Gray, esta nota de inconmensurabi­lidad que percibe nuestro autor en el seno del Roman­ticismo y que hace propia al sostener que las "formasde vida de un soldado profesional o de un espía, de unmonje budista, de un cortesano o de un jugador que vi­ve de su ingenio, no son formas inferiores, ni superio­res, del florecimiento humano que las del investigadorcientífico, el profesor entregado o el cuidador de unaleprosería. Contrariamente a lo que dice Aristóteles, no

El mérito del movimiento romántico estriba en ha­ber desvelado algo que había sido ignorado a lo largode dos milenios, a saber: que los valores son pluralesy que pueden chocar entre sí, de manera que es im­prescindible en la práctica tener que elegir entre unosy otros. La inconmensurabilidad de los valores que ri­gen la acción humana hace que el hombre viva enuna permanente tragedia, tragedia que es el funda­mento de su grandeza y debilidad ya que tiene que vi- .vir radicalmente instalado dentro de dilemas irresolu­bIes en los que cualquier elección implica siempreuna pérdida (47).

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(491 GRAY, J., Isaiah Berlin, cit., pág. 73.(50) BERLIN, 1., Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., págs. 242-243.

Sin embargo, esta labor crítica frente al monismoilustrado que acabamos de analizar es lo permite aBerlin afrontar la construcción de su propio pensa­miento liberal. Un pensamiento pluralista, sí, pero libe­ral porque como indica en Cuatro ensayos sobre la li­bertad (1969): "El pluralismo, con el grado de 'libertadnegativa' que lleva consigo, me parece un ideal másverdadero y más humano que los fines de aquellos quebuscan en las grandes estructuras autoritarias y disci­plinadas el ideal del autodominio 'positivo'. Es más ver­dadero porque, por lo menos, reconoce el hecho de quelos fines humanos son múltiples, no todos ellos con­mensurables, y están en perpetua rivalidad unos conotros ... Es más humano porque no priva a los hombres(en nombre de algún ideal remoto o incoherente --co­mo les privan los que construyen sistemas-) de muchode lo que han visto que les es indispensable para su vi­da como seres humanos que se transforman a sí mis­mos de manera imprevisible" (50).

hay procedimiento racional que permita establecer unajerarquía entre estas diversas formas de florecimientohumano" (49).

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(51) Cfr. BOBBIO, N., "11Liberalismo de 1. Berlín", en Rivista Sto­rica Italiana, vol. 92, 1980, págs. 612-620.

(52) Isaiah Berlin en diálogocon Ramin Jahanbegloo,cit., pág. 151.

Esto nos obliga a tener en cuenta que a pesar delentusiasmo con el que Berlin aprecia la irrupción tem­pestuosa del Romanticismo, con todo, no asume éstesin más ya que es capaz de integrar su relativismo enel seno de un horizonte liberal que, sin ser monista,sin embargo, asume la posibilidad de alcanzar la vir­tualidad práctica de ciertos valores que han demostra­do su "decencia" a través de la experiencia histórica alhacer posible el desarrollo de esas formas de vida "quelos humanos deben seguir si no quieren destruirse unosa otros" (52), y que se traducirían en una suerte, en pala-

Hasta aquí hemos visto el presupuesto dialécticoque más arriba anticipamos como unos de los aspectosmás relevantes del pensamiento berliniano. Ahora anali­zaremos las claves de su liberalismo pluralista, clavesque no pueden entenderse sin ese componente críticocon respecto a la Ilustración y el monismo valorativoque contenía su programa político, y que como mantie­ne Bobbio hacen de él un discurso no determinista dela historia: una visión que reconoce al hombre un pa­pel decisivo en la formación y desarrollo del mundohistórico (51).

rv. EL PLURALISMO VALORATIVOCOMO ALTERNATIVAAL MONISMO ILUSTRADO

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(53) BADILLO,P., "Pluralismo, libertad, decencia. Consideracionesen torno a la filosofía política de lsaiah Berlin", en BADILLO,P.y BOCARDO,E. (Editores), Isaiah Berlín. La mirada despierta de la .historia, cit., págs. 192-193.

(54) Sobre De Maistre y su pensamiento, véase la parte queBerlin le dedica en "El fuste torcido de la humanidad" con el tí­tulo "José de Maistre y los orígenes del fascismo", en BERLIN,L,El fuste torcido de la humanidad. Capítulos de historia de las ideas,cit., págs. 103-166.

Heredero del empmsmo anglosajón, Berlin desarro­lla una visión del hombre que, al ser un producto de laobservación empírica de la historia humana, le haceaventurar la idea de que el ser humano es, antes quecualquier otra cosa, un ser creativo que se gobierna a

Si antes vimos que el monismo tenía una visionuniforme del hombre, ahora hemos de tener en cuentaque el pluralismo berliniano asume un presupuesto ra­dicalmente contrario: la concepción pluralista de la na­turaleza de aquél, y que recuerda en ocasiones a su es­tudiado De Maistre cuando reconoce que a lo largo desu vida había conocido franceses, ingleses, italianos oespañoles, pero nunca a eso que los "phílosophes" de­nominan "hombre" (54).

bras de P. Badillo, "de territorio abierto en el que, aunconfluyendo posturas enfrentadas, se busca alcanzar unmarco idóneo para la acción plena, y lo más libre posi­ble, de todos los individuos, y... siempre a la búsquedade la verdad y la libertad dentro de la más plena plura­lidad y la decencia intelectual" (53).

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(55) Cfr. GARCÍA GUITIÁN, E., El pensamiento político de IsaiahBerlin, cit., pág. 55.

(56) GARCÍA GUITIÁN, E., "El pluralismo liberal de 1. Berlín", enBADILLO, P. y BOCARDa, E. (Editores), Isaiah Berlin. La miradadespierta de la historia, cit., pág. 295.

Precisamente, la idea de dignidad humana radicaríaa los ojos de Berlin en la creencia kantiana de que lapersona es un agente moral que puede decidir libre­mente sus fines y realizarlos. Por tanto, la naturalezahumana es algo que está en una permanente y movedi­za transformación, de modo que puede alterar sus me­tas, pues, a diferencia de lo que opina, por ejemplo, elpensamiento ilustrado o el marxismo, para Berlin noexiste una sóla forma de realización moral del ser hu­mano sino una pluralidad de ellas. Con todo, este plu­ralismo moral berliniano presupone una nota de racio­nalidad selectiva, pues: ser racional es el hecho deadoptar decisiones de acuerdo con ciertas reglas o prin­cipios morales, y no llevándose por simples impulsos;es generalizár y argumentar de manera lógica y cohe-

sí mismo mediante la elección de sus propios fines vi­tales. Así, el hombre sería un agente moral provisto deuna racionalidad mínima que le permitiría formularsus propias metas y, en función de ellas, los valoresque organizan su consecución (55). De ahí que, comoacertadamente señala E. García Guitián, la única"esencia" verdadera que comparten los hombres entresí es "elegir sus propias metas y valores, sin importarcuáles sean" (56).

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(57) BERLIN, L, Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., pág. 57.(58) Cfr. GRAY, J., Isaiah Berlin, cit., pág. 74.

En cualquier caso, su idea de racionalidad es, diga­mos, "operativa", y se aparta del criterio esencialistadel monismo. Berlin no cree que la razón pueda esta­blecer por sí sola verdades y valores universales. Laconcepción ilustrada de una razón "fuerte" -por utili­zar la expresión de Vattimo-- capaz de captar verdadesuniversales y jerarquizarlas de modo ilimitado y abso­luto, es rechazada radicalmente por Berlin. Para él, lasposibilidades de la razón son limitadas, sobre todo por­que si se quiere vivir de acuerdo con ella hay que cons­tatar que no es posible vivir racionalmente de maneramecánica, pues las reglas que se elaboran siguiendo pa­trones de racionalidad chocan entre sí en casos concre­tos, de modo que "queremos ajustar lo que no es ajus­table", limitándonos a hacer "lo más que podemos" (57).

y es que, como señala J. Gray al reflexionar sobre elpluralismo valorativo de Berlin, el sentido de éste esdestacar que cualquier ámbito moral sitúa siempre alhombre ante dilemas que no puede resolver racional­mente. Ésta, y no otra, es su tragedia: la de no podervislumbrar a priori cuál es la solución más idónea parasu bienestar moral (58).

rente; es delimitar las metas y saber elegir los mediosidóneos para alcanzarlas.

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(59) Cfr. BERLIN, 1., "Introduction", en J. TULLY (Ed.), Philosophyin an Age of Pluralismo The Philosophy of Ch. Taylor in Question,edited by James Tully, with the asistance of Daniel M. Weinstock,Cambridge University Press, 1994, págs. 1-3.

(60) BERLIN, 1., "Las raíces del romanticismo", cit., pág. 89.

En cualquier caso, cuando Berlin reflexiona sobre elpensamiento del liberal ruso, Alexander Herzen, desliza

Sin embargo, este radicalismo pluralista coexistecon la creencia en un condicionamiento cultural comu­nitario parecido al que Herder esgrimía al insistir enque la persona debe convivir con la cultura en la quenace. Y así, piensa Berlin, este condicionamiento, sien­do relevante, no llega al extremo de anular la capaci­dad de elección humana, aunque fija un contexto refe­rencial que responde a una especie de necesidad básicade pertenencia a una comunidad dentro de la cual pu­diera sentirse parte. En este sentido, lo que diferenciaal pensamiento berliniano de los planteamientos comu- .nitaristas radica en el hecho de que aunque el bienes-­tar moral del hombre no puede desgajarse completa­mente de la comunidad, sí puede -tal y como Berlinmantiene al diferenciar sus tesis de las de Taylor- uti­lizar la imaginación, la inteligencia y el carácter paradeterminar sus propias metas y fines, pero dentro, esosí, de la organización y los productos culturales que leofrecen la comunidad en la que nace (59). Y es que, co­mo dejó claramente expuesto Herder, "todos los hom­bres buscan pertenecer a un grupo, o que de hechopertenecen a un grupo, y que si se les separa de éste sesentirán alienados y fuera de contexto" (60).

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(61) Cfr. DÍAZ-URMENETA, J. B., Individuo y racionalidad moder­na. Una lectura de Isaiah Berlin, cit, pág. 255.

(62) BERLIN, 1., Pensadores rusos, cit., pág. 370.

y es que Berlin, al negar que exista una forma devida perfecta a través de la que la persona pueda mate­rializar un desarrollo moral que sea mejor que otro,aboca a que los valores sean plurales y, por tanto, a quecada forma de vida los asuma o rechace libremente, ysin que la opción elegida pueda tenerse como superior

la idea de que una sociedad con conciencia de su pro­pia autonomía sólo puede sobrevivir si confiere a laspersonas un escenario abierto que haga posible su au­tonomía de pensamiento y acción (61). Y ello porque elmundo con el que nos encontramos en nuestra expe­riencia cotidiana es un mundo en el que tenemos queenfrentarnos con elecciones entre fines igualmente últi­mos y exigencias igualmente absolutas; de ahí que alser los ideales de una sociedad o una cultura diferen­tes, es lógico que los mismos entren en ocasiones enconflicto dentro de ellas o, en particular, dentro de lapropia experiencia moral de cada persona. Por eso,concluye Berlin, a los ojos de Alexander Herzen mere­cía la pena la libertad personal: "Porque es un fin en símisma, porque es lo que es... [De hecho] uno de losmás grandes pecados que puede perpetrar cualquier serhumano es tratar de transferir la responsabilidad moralde sus propios hombros a los de algún impredecibleorden futuro" (62).

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(63) Cfr. MARTINEZ ZORRILLA, D., "El pluralismo de 1. Berlín fren­te al relativismo y la inconmensurabilidad", en Revista de Estu­dios Políticos, núm. 109, julio-septiembre, 2000, págs. 173-199.

(64) SEVILLA, J. M., "La insumisión al dilema. Berlín y Vico", enBADILLO,P. y BOCARDO, E. (Editores), lsaiah Berlin. La miradadespierta de la historia, cit., pág. 330.

(65) lbidem , pág. 331.

.1:

En Mi andadura intelectual (1998) pone de manifies­to el influjo que Vico ejerció sobre él, influjo que"constituye desde entonces un verdadero guía queacompañará a Berlín durante el resto de sus travesíasfilosóficas, un aliado en los múltiples frentes de con­frontación y debate y un maestro de originales ense­ñanzas" (65). ¿Por qué? Púes porque como el propio Vico

con respecto a otra (63). Aquí la influencia de Vico yHerder es clara, diferenciándose de los planteamientospostmodernos sobre el tema. Y así, Berlin cree que Vi­co fue el primer autor en esbozar un concepto moder­no de cultura al destacar que ésta era el medio funda­mental en el que los hombres articulaban su visión delmundo y su propia escala de valores. Tal es así que,desde que Vico irrumpe en el pensamiento berliniano,es difícilmente indisociable de las conclusiones a las.que llega nuestro autor. Como dice J. M. Sevilla, "Vicoes su verdadero eje de torsión", pues contrariamente <lalo que cabría pensar, el corazón de Berlin es ilustrado,pero su razón es viquiana. Berlin llega a Vico por elcamino de la razón, no por la vía del sentimiento" (64)

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(66) Cfr. BERLIN, L, Vico y Herder.Dos estudios en la historia delas ideas, edición de H. Hardy, trad. de C. González del Tejo,Cátedra, Madrid, 2000, págs. 99-104.

El desenlace que se anuda a estas reflexiones es ladefensa berliniana de un pluralismo culturaL De acuer­do con él es imposible juzgar valorativamente una cul­tura a partir de criterios universales y compararla conotra. Los poemas de Homero, tan admirables estética­mente, sin embargo, sólo pudieron darse dentro de unacultura cruel y guerrera. Su belleza tiene que ver inten­samente con los valores de la sociedad en los que seprodujeron, extremo que no hace a ésta más admirablemoralmente. Como dice Berlin al interpretar la argu­mentación de Vico: no hay cambio en la perfección oimperfección de la sociedad homérica, sino tan sólocambio con respecto a los valores, por ejemplo, que ri­gen en las sociedades contemporáneas, Con todo, hayen ese proceso de cambio la permanencia de ciertos va­lores, como sucede con la continuidad histórica de laidea de humanidad. De hecho, lo que los hombres dela sociedad homérica hicieron lo pueden comprenderlos hombres de hoy, de modo que Berlin atribuye a Vi-

reconocía, el concepto de cultura no era una realidadestática sino que evolucionaba dentro de un proceso queseleccionaba nuevos valores y rechazaba otros (66). Enrealidad, la historia era fruto de las temblorosas y con­fusas manos del hombre, de forma que era posible suconocimiento a través de los medios desplegados en sugestación: los sentidos y la fantasía.

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(67) SEVILLA,J. M., "La insumisión al dilema. Berlin y Vico", enBADILLO,P. Y BOCARDo,F. (Editores), Isaiah Berlin. La miradadespierta de la historia, cit., pág. 332.

co un enfoque "genético" que él mismo se aplica, y queconsistiría en poder discernir cómo hemos llegado aser lo que somos realmente. De este modo, la "empa­tía" sería una especie de introspección imaginativa quepermitiría acceder al sentido de los valores de una de­terminada sociedad a través de su lenguaje, su arte osu literatura, ya que Vico habría "mostrado eficazmenteque las facultades de la mente (también modificacioneso modos -culturales, históricos, etc.-) no se reducen.ni supeditan a la razón exclusivamente; los sentidos yla fantasía (memoria, imaginación e ingenio) son faculta­des tan válidas y verdaderas como la razón misma" (67).

Y es que, en palabras del propio Berlin, Vico descubrió"un sentido de conocimiento que es básico a todos losestudios humanos: el sentido por el cual sé qué es serpobre, luchar por una causa, pertenecer a una nación,unirse a, o abandonar una iglesia o un partido, experi­mentar nostalgia, terror, la omnipresencia de un dios,comprender un gesto, una obra de arte, una broma, elcarácter de un hombre, que uno se transforma o semiente a sí mismo. ¿Cómo conoce uno estas cosas? Enprimer lugar, sin duda, por experiencia personal; ensegundo lugar porque la experiencia de otros es sufi­cientemente tejida dentro de la propia como para sersentida casi directamente, como parte de una comuni­cación íntima, constantemente; y en tercer lugar por el

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(68) BERLIN, L, Contra la corriente. Ensayos sobre historia de lasideas, cit., pág. 184.

(69) BERLIN, L, El fuste torcido de la humanidad. Capítulos dehistoria de las ideas, cit., pág. 54.

(70) BERLIN, 1., Antología de ensayos, introducción y edición deJ. Abellán, Espasa Calpe, Madrid, 1995, pág. 185.

Pero junto a Vico, la otra figura determinante en eldesarrollo del pluralismo berliniano es Herder ya quetambién destacó la diversidad y la inconmensurabilidadde las culturas, aunque dentro de una perspectiva sin­crónica que hacía posible evaluar cada fenómeno cultu­ral mediante el universo axiológico en el que se habíaproducido. y ello porque juzgar "una cultura por lasnormas de otra indica un fallo de la imaginación y delentendimiento. Para comprender una cultura, hay queutilizar las mismas facultades de perspectiva amistosacon que nos entendemos unos a otros, sin las que nohay amor ni amistad, ni relaciones humanas auténti­cas" (69). Tal es así que Berlin se sumerge con pasión enla reflexión de Herder, seducido por ese "pathos" expre­sivo que contiene su obra y que es el fruto de un talan­te prerromántico que lo hizo mantener que "cada acti­vidad, situación, periodo histórico o civilización poseeun carácter único y peculiar" (70); algo que, no lo olvide­mos, comparte el propio Berlin. y así, la estrategiaepistemológica que desplegó a lo largo de su vida alaproximarse a los "otros" con los que se topaba vital-

trabajo (algunas veces como esfuerzo constante) de laimaginación" (68).

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(71) BERLIN, 1., El fuste torcido de la humanidad. Capítulos dehistoria de las ideas, cit., pág. 55.

mente, es una proyección comprensiva de lo que en­contró en las páginas escritas por Herder. "Las relacio­nes humanas se basan en el reconocimiento de la indi­vidualidad, que quizá no se pueda describir de modoexhaustivo y menos aún analizar; lo mismo sucede Conla comprensión de las culturas, las comunidades, lasépocas, y lo que son y pretenden y creen y sufren ycrean, cómo se expresan ellas mismas y se ven y pien­san y actúan" (71). Este reconocimiento de la individuali­dad personal y colectiva es esencial para entender 10que late detrás de nuestros semejantes y las realiaadesculturales de las que forman parte, lo quieran o no, yaque los límites o, si se prefiere, las fronteras culturalesson algo tan natural en los hombres como su fisono­mía; experiencia que brota con nitidez cuando se pade­ce, por ejemplo, el desarraigo del exilio: esa soledadque tan bien conocía Berlin, y que surge cuando se vi­ve "entre gentes de palabras, gestos, caligrafía, ajenosde los tuyos, de conducta, actitudes, sentimientos, reac­ciones instintivas y pensamientos y placeres y dolores,demasiado alejados de los tuyos, cuyos puntos de vistay cuya formación, cuyo tono y cualidad de vida y cuyoser, no son los tuyos. Los hombres tienen muchas co­sas en común, pero no es eso lo que más importa. Loque les individualiza y les hace lo que son, lo que haceposible la comunicación, es lb que no tienen en común

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(72) Ibidem, pág. 55.(7l) Cfr. HAUSEER, R., "Introduction", en BERLIN, L, Against the

Current, OxfordUniversity Press, 1991, pág. LI.

y así, los rasgos que definen el pluralismo valorati­vo de Berlín tienen como punto de partida una visión,de naturaleza humana dinámica y en permanente

Las reflexiones de Vico y Herder proporcionan aBerlin un referente plural que no desemboca en el rela­tivismo ni el escepticismo. y ello porque piensa quemediante la capacidad que tiene el ser humano parapercibir lo que es objetivamente bueno, bello y justo através de la historia, es posible que el hombre puedaverse a sí mismo a partir de ese "otro" que podemosimaginarnos ser en condiciones semejantes, pues comoya señalamos más arriba: "entender no es aceptar". Poreso, como señala R. Hausheer, Berlin no es un relativis­ta cultural porque cree que es posible asomarse a cua­lesquiera culturas y afrontar su comprensión; tampocoes un escéptico porque admite que existen valores obje­tivos mínimos que hacen posible la evaluación axiológi­ca de una determinada sociedad o una cultura concre­ta; y finalmente no es un relativista moral porque apartir de esos valores objetivos se delimita un mínimomoral sin cuya presencia se negaría la condición dehumano al agente (73).

con todos los demás. Las diferencias, peculiaridades,matices, el carácter individual lo son todo en suma" (72).

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(74) Sobre la metodologíahedonista que gravita sobre la teoríadel conocimientode Lockey su proyección sobre la moral y lapolítica, véase LASSALLE,J. M., John Locke y los fundamentosmodernos de la propiedad, Dykinson,Madrid,2001, págs. 110-121.

Esta experiencia histórica, por tanto, desvelaría lapresencia en Berlin de una suerte de iusnaturalismometodológico semejante al planteado por Locke y que apartir de la experiencia permitiría deslindar la existen­cia de una escala de valores o normas morales univer­sales (74); siendo aquí determinante el depósito de bie­nestar o malestar que, de nuevo a la manera lockeana,

Para Berlin este conjunto de fines comunes es finitoy de concreción empírica ya que formaría parte de laidea que cada uno tiene de lo que es un ser humano, ideaque somos capaces de compartir con "otros" gracias ala posibilidad de comunicarnos con ellos a pesar de te­ner formas de vida distintas.

transformación, aunque no hasta el extremo de renun­ciar a la idea de que los hombres compartan, ademásde ciertos atributos físicos y rasgos psicológicos comu­nes, una serie de propiedades morales que hacen posi­ble finalmente la existencia de una idea de humanidado, si se prefiere, de especie humana en la que se ad­vierte la presencia de algunos fines humanos objetivos:los que un hombre, mediante su esfuerzo imaginativo,es capaz de llegar a ver como los fines a alcanzar porotros hombres, y dentro de sociedades muy diferentes ála suya pero que podría imaginarse asumiendo.

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(75) Isaiah Berlin en diálogocon Ramin Jahanbegloo,cit., pág. 143.(76) Cfr. BERLIN, I., El fuste torcido de la humanidad. Capítulos

de historia de las ideas, cit., págs. 167-194.

En realidad, en términos metodológicos estaríamosante una especie de iusnaturalismo empirista, muy pa-

En su ensayo La unidad europea y sus vicisitudes(1959) reflexiona acerca del hecho de que los excesosprovocados por los totalitarismos del periodo de entre­guerras desataron una profunda conmoción moral enEuropa, circunstancia ésta que demostraría la presencialatente de una escala axiológica conforme a la que vivela mayoría de los hombres occidentales, y que proscri­biría, por ejemplo, el falso testimonio, la tortura, la es­clavitud, el asesinato ritual, la tortura o el sacrifico delos hombres por placer (76)~

se asocia históricamente a la realización de ciertas con­ductas, individuales y colectivas que han acreditado nohaber causado dolor a los hombres. De ahí que lleguea afirmar que cree en reglas "con las cuales muchísimagente ha vivido mucho tiempo en muchos países. Laaceptación de estas reglas crea la posibilidad de vivirjuntos ... Si por universal se entiende una certeza intui­tiva de esas reglas, yo creo que siento una especie decerteza intuitiva ... Pienso que, en realidad, los seres hu­manos y sus perspectivas son mucho más parecidos delo que creía Herder, y que las culturas se parecen entresí mucho más de lo afirmado por Spengler o Toynbee,por ejemplo" (75).

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(77) Cfr. LASSALLE, J. M., John Locke y los fundamentos moder­nos de la propiedad, cit., pág. 115.

(78) BERLIN, 1., El fuste torcido de la humanidad. Capítulos dehistoria de las ideas, cit., pág. 31. Sobre la idea de "decencia",Berlin dice en su conservación con R. Jahanbegloo lo siguiente:"No me pregunte qué entiendo por decente. Por decente entien­do decente; todos sabemos qué quiere decir", Isaiah Berlin endiálogo con Ramin Jahanbegloo, cit., pág. 151.

;1

...·.1..

·.·•.·.····.IEn Dos conceptos de libertad (1958) desarrolla esta

tesis al señalar que la libertad es, precisamente, uno de

recido al lockeano tal y como advertíamos hace un mo­mento. Un iusnaturalismo sin ley natural y desprovistode la presencia de una divinidad motriz, claro, peroque se basaría en un hedonismo epistemológico que apesar de renunciar a cualquier trasfondo teológico yapriorístico, induciría razonamientos morales a partirde la experiencia que proporcionan las acciones que loshombres realizan si quieren evitar el dolor colectivo eindividual (77). El objeto del mismo sería, por tanto, de­limitar unos mínimos morales aceptables según el rase­ro conceptual que vimos antes asociado a la idea de"decencia" y cuya vulneración provocaría una indisimu­lada repugnancia en quien intentara afrontar su com­prensión. ¿Por qué? Por la indiscutible barbarie que alos ojos de cualquier persona "normal" habría de deno­tar aquel régimen político que afrontara la realizaciónde una acción represiva que provocara un sufrimientoextremo en los sujetos pacientes de ella, por ejemplo,"torturar a los niños para extraer información sobretraidores o delincuentes peligrosos" (78).

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1

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(79) Cfr. BERLlN, 1., Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., pág. 200.(SO) BERLlN, 1., El fuste torcido de la humanidad. Capítulos de

historia de las ideas, cit., pág. 36.(SI) Sraxuss, L., The Rebirth of Classical Political Rationalism,

University of Chicago Press, 1989, pág. 17.

De esta manera estaríamos, como señala LeoStrauss, ante un universalismo monista de mínimosque intentaría situarse a caballo entre el presupuesto.metodológico de partida -el relativismo valorativo- yel universalismo axiológico que caracteriza el modelomonista ilustrado que refuta a lo largo de su obra (SI)

esos valores básicos que deben ser respetados de formaabsoluta, hasta el punto de fijar fronteras que exigennormas cuya observación ha llegado a delimitar lo quees un ser humano normal (79); siendo reiterado el plan­teamiento en La persecución del ideal (1988) al sostenerque: "no debemos, por supuesto, exagerar la incompati­bilidad de los valores: hay un gran espacio de amplioacuerdo entre miembros de sociedades distintas a lolargo de grandes períodos de tiempo acerca de lo ciertoy lo falso, del bien y del mal... Hay, si no valores uni­versales, sí al menos un mínimo sin el que las socieda­des difícilmente podrían sobrevivir. Pocos querrían de­fender hoy la esclavitud o el asesinato ritual o lascámaras de gas nazis o la tortura de seres humanospor gusto o por provecho o incluso por el bien político;o que los hijos tengan la obligación de denunciar a suspadres, cosa que exigieron las revoluciones francesa yrusa, o el asesinato irracional" (SO).

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(82) GARCÍA GUITIÁN, E., El pensamiento político de Isaiah Berlin,cit., pág. 78.

(83) Cfr. MARGALIT, A., The Decent Society, Harvard UniversityPress, Cambridge, Mass., 1996, pág. 1.

Precisamente uno de los test que arrojan luz acercade la decencia de una sociedad sena la defensa en su

En realidad, este universalismo de mínimos del quehablamos, en ocasiones, llegaría a identificarse con ladoctrina occidental sobre los derechos humanos ya queexisten bienes morales que son de interés para todos jlos hombres por el hecho de serlo y que constituiríanlos presupuestos de cualquier sociedad decente: esto es,de aquella que permite vivir a los hombres sin que sedestruyan los unos a otros. Aquí es donde surge el inte-rés que la idea de "decencia" tiene en el pensamientode Berlin, y que no es otra que la visión de un modelode sociedad en el que se ha conseguido establecer unaserie de instituciones colectivas que no humillan a laspersonas al asegurar un escenario común de conviven-cia en el que coexisten valores plurales diversos (83).

Esta aparente contradicción berliniana no sena tal sinoque, como acertadamente apunta E. García Guitián, esmás bien el reflejo de su cautela por encontrar: "un pun­to intermedio entre ese universalismo propio de la tradi­ción racionalista que conecta con la idea de sociedadperfecta y que nuestro autor rechaza, y un relativismoque no encaja en absoluto con su visión del mundo" (82).

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(84) Cfr. GARCÍA GUITIÁN, E., El pensamiento político de IsaiahBerlin, cit., pág. 80.

(85) Cfr. Isaiah Berlin en diálogo con Ramin Jahanbegloo, cit.,págs. 150-151.

seno de los derechos humanos, aunque como apunta E.García Guitián al respecto, esto no significa que Berlinadmita categóricamente que todas las culturas o modosde vida que presuponen ciertos derechos humanos, seansociedades decentes. Los derechos humanos constituirian,por ahora, el corazón de ese mínimo valorativo acepta­ble que permitiria mantener al mundo fuera de esasenda torcida que impone la madera de la que está he­cha la humanidad, aunque no han sido completamenteasumidos por todas las sociedades humanas ni hacendefinitiva la vigencia de la paz y la decencia dentro delmundo (84). Y al igual que sucede con la delimitación decuáles son los valores mínimos sobre los que se asientala convivencia decente de los hombres, en los derechoshumanos tampoco se establece una especificación explí­cita y aprioristica de los mismos (85). Berlin se decantapor una solución fundada, igualmente, en la experien­cia histórica, eludiendo todo planteamiento basado enla razón, tal y como señala, por ejemplo, al analizar elcontenido de la Declaración de Derechos del Hombre ydel Ciudadano de 1789. Así, según Berlin, el reconoci­miento que en ella se hacía de la propiedad como underecho natural de factura lockeana seria impensableen la actualidad, incluso en el seno de las sociedadesoccidentales. Y aunque el reconocimiento de la propie­dad y su protección se considera indispensable, con to-

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(86) Ibídem, págs. 102-103.

Sin embargo, lo significativo es que esto, aunqueconstituye una verdad constatable empíricamente a tra­vés de la historia, con todo, no es inmutable a los ojosde Berlin, pues no hay garantía de que pueda cambiarcon el transcurso del tiempo. Este es un aspecto queno puede ser orillado a la hora de analizar la reflexiónberliniana, y que recuerda la tesis que deslizó Popperen La miseria del historicismo al aventurar la idea deque todas las conquistas civilizadoras acumuladas porla humanidad a lo largo de generaciones y generacio­nes pueden dilapidarlas una sola de ellas. En realidad,

do, no tiene el grado de amparo y la vigencia colectivaque disfrutan otros derechos. De hecho, como deja en­trever con ironía: poca gente estaría dispuesta a morirpor la defensa de la propiedad. y es que, a pesar deque la "Declaración de los Derechos del Hombre y elCiudadano es uno de los legados más nobles de la granRevolución. Con todo, pienso que... no puedo recono­cer, por ejemplo, la idea de que el derecho natural e ili­mitado a la propiedad es sagrado, en lo cual creíanBurke y los revolucionarios franceses. En el mundo ac-·tual consideramos que la propiedad privada es indis­pensable para que haya un mínimo grado de libertadindividual -nos lo han enseñado la mayoría de los re­gímenes marxistas-; pero tal vez que ni yo ni la mayo­ría de la gente estaremos dispuestos a morir por el sis­tema capitalista" (86).

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(87) GARCÍAGUITIÁN, E., El pensamiento político de Isaiah Berlin,cit., págs. 80-81.

(88) Cfr. BERLIN, L, Vico y Herder Dos estudios en la historia delas ideas, cit., pág. 25.

En este sentido, el escepticismo berliniano nace deuna visión de la historia en la que ésta no es la simpleacumulación de hechos del pasado, sino una metodolo­gía empática que, semejante a la que proyecta cotidia­namente cada persona sobre el "otro", hace que el estu­dio de la historia demande "fantasía", esto es, capacidadpara comprender imaginativamente otros mundos dife­rentes al nuestro (88). Y aunque el estudio de la historiadebe verificarse también mediante métodos de investi­gación desarrollados de acuerdo con términos científi­cos, sin embargo, no debe establecerse una identifica­ción entre el análisis que preside aquélla y el que espropio de las ciencias naturales. Sobre todo porqueademás de las diferencias metodológicas que existenentre la historia y las ciencias de la Naturaleza (ejerci­cio del juicio frente al razonar de carácter lógico), losobjetivos perseguidos son distintos: comprensión en el

al subordinar su pensamiento al análisis ernpmco dela historia, introduce "una buena dosis de escepticis­mo en la creencia en la inevitabilidad del desarrollode los seres humanos y en la progresiva eliminaciónde los conflictos... pues lo que ha sido así hasta ahorasiempre puede cambiar. Nada es estático ni absoluto,y no se descartan posibles evoluciones insospechadasde los humanos" (87).

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(89) BERLIN, 1., Conceptos y categorías. Ensayos filosóficos, intro­ducciónde B. Williams,trad. de Feo.Glez.Aramburu,FCE, Mé­xico, 1992, págs. 179-236. Sobre el asunto de la disociación me­todológica y finalista entre la historia o, si se prefiere, lashumanidades y las ciencias naturales, véase "El divorcio entrelas cienciasy las humanidades",en BERLIN, 1., Contra la comen­te. Ensayos sobre historia de las ideas, cit., págs. 145-177.

En realidad, Berlín piensa -siguiendo a Vico-,J que:"comprender la historia es comprender lo que los hom­bres hicieron en el mundo en que se encontraron, loque exigieron de él, cuáles fueron las necesidades senti­das, las metas, los ideales. [Vico] buscó descubrir la vi­sión que los hombres tuvieron acerca de esto, él se pre­guntó qué necesidades, qué problemas, qué aspiracionesdeterminaron la opinión que una sociedad tenía de larealidad y creyó que había creado un nuevo métodoque revelaría las categorías en las cuales los hombrespensaron y actuaron y cambiaron, ellos mismos y susmundos. Esta clase de conocimiento no es el conoci­miento de los hechos o de verdades lógicas, proporcio­nadas por la observación o las ciencias o el razona-

primer caso, conocimiento fáctico en el segundo (89). Yes que dejándose llevar por los ecos de la reflexión deVico, Berlin concluye que las categorías empleadas porlas ciencias en el terreno de las humanidades son insu­ficientes, incluso a la hora de articular un discurso quereproduzca la complejidad del tema abordado. ¿Porqué? Pues porque en las humanidades los valores y losfines morales, o inmorales, claro, están inevitablementeanudados a los hechos.

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(90) Ibidem, pág. 171.(91) Ibidem, pág. 173.

Por eso el historiador, al igual que cada uno de no­sotros cuando se proyecta empáticamente sobre los"otros", debe de ser una suerte de artista que articulesu reflexión tratando de entender a los demás, guiadopor ese sentido intuitivo que Berlin describe como unasuerte de percepción imaginativa (imaginative insight):un desdoblarse emotivamente que haga posible al histo­riador, siguiendo la expresión de Vico, "ingresar dentro"de mentes y vivencias ajenas con el fin de "entenderqué es ser un artista, un revolucionario, un traidor, sa­ber qué es ser pobre, ejercer autoridad, ser un niño, unprisionero, un bárbaro" (91). Y ello porque el historiadores, también, un hombre como lo fueron, por ejemplo,los romanos que supuestamente pidieron las Doce Ta­blas sobre las que edificaron su sistema jurídico a laAtenas de los tiempos de Solón, y porque, como diceen El fuste torcido de la humanidad: la historia humanacarece de guión, de modo que los actores que la ejecutan

miento deductivo; ni es el conocimiento de cómo hacerlas cosas; ni el conocimiento proporcionado por la fe,basado en la revelación divina, en la que Vico creía. Esmás como el conocimiento que tenemos de un amigo,de un carácter, de sus modos de pensamiento y acción,el sentido intuitivo de los matices de su personalidad osentimientos o ideas que Montaigne describe tan bien,y que Montesquieu tomó en cuenta" (90).

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(92) Cfr. BERLIN, 1., El fuste torcido de la humanidad. Capítulosde historia de las ideas, cit., pág. 30.

(93) GARCÍA GUITIÁN, E., El pensamiento político de Isaiah Berlín,cit., pág. 86.

y aunque no quepa en términos absolutos identifi­car a unas sociedades como mejores con otras debido ala existencia de una idea de progreso lineal, sin embar­go, la distinción "bárbaro/civilizado". aparece con fre­cuencia en los ensayos de Berlin, y tendría que ver, denuevo, con ese universalismo de mínimos que hace po-

Por eso, precisamente, porque no existe ningúnguión o directriz valorativa, cada cultura se ordenaaxiológicamente conforme a patrones propios. De he­cho, como explica E. García Guitián al reflexionar so- .bre el método de interpretación histórica planteado porBerlin: "La actividad humana sería. así expresión ,de losindividuos y los grupos, formaría parte de un procesovivo de comunicación entre personas y no podría con­cebirse como una entidad independiente. Los hechosson complejos y las experiencias heterogéneas, por elloresulta inadecuado intentar clasificarlos y encajarlos enestructuras teóricas para poder controlarlos y realizarpredicciones" (93).

deben improvisar su parte, especialmente si admiti­mos, como es el caso, que la realidad rompe constan­temente los modelos mediante los que intentamos or­ganizarla a priori (92).

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.r74ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIÓN LIBERALSOBRE EL "OTRO'

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(94) GRAY, J. Isaiah Berlin, cit. pág. 200.

El valor del pensamiento berliniano radicaría en ha­ber establecido una síntesis entre el pluralismo y el li­beralismo, pero una síntesis no desprovista de incerti­dumbre, según Gray, ya que su pensamiento "muestra

La proyección del pluralismo berliniano en el cam­po de la moral es clara como vimos antes. La conse­cuencia más obvia es la imposibilidad de evitar el con­flicto moral, lo que hace que reivindique el juiciopráctico como instrumento básico a la hora de adoptardecisiones morales. Aquí estaría produciéndose unaapelación a la sabiduría práctica aristotélica de modoque la elección tendría que ser una decisión razonablea partir de la experiencia, pero una decisión al fin y alcabo. De ahí que J. Gray deslice la idea de que Berlinintroduce una suerte decisionismo agonista en la elec­ción, que no podría fundarse nunca en la razón ni enjuicios apriorísticos. De este modo Berlin daría forma auna propuesta que intentaría reconciliar el racionalis­mo ilustrado con el Romanticismo, algo a parecido a loque trató de hacer a su manera John Stuart Mill al de­sarrollar una filosofía en la que pugnan "los legadosdel empirismo inglés y del utilitarismo clásico, por unaparte, y las influencias del Romanticismo y, hasta cier­to punto, del idealismo alemán, por otra" (94).

sible que hable de ese modelo de sociedad decente quesería demostrable a través de la experiencia histórica.

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(95) Ibidem, pág. 200.

El antiutopismo berliniano cobra forma intensa dela mano del desarrollo de su liberalismo agonista. Y esque si el pluralismo supone aceptar que no es posibleofrecer respuestas definitivas a las cuestiones morales ypolíticas, entonces, como señala Berlin en sus conversa-

Es precisamente en el escenario de la política prác­tica donde se pone de manifiesto plásticamerite el libe­ralismo agonista de Berlin, pues el marco operativo delmismo es una sociedad en la que no puede alcanzarsenunca la armonía debido al pluralismo valorativo en laque se desenvuelve. Pero para Berlin, el conflicto no esnunca una disfunción del sistema, sino una característi­ca intrínseca al mismo, semejante al "pelemos" heracli­tiano que asume, por ejemplo, Carl Schmitt al organi­zar su discurso teórico, aunque desprovisto, claro, deesa antropología pesimista y hobbesiana que está alservicio de la legitimación del modelo autoritario quedefiende este último.

muchas veces la faz de un liberalismo más profundo ysutil, cuya génesis se sitúa no obstante en la tradiciónde John Stuart Mili, mientras que otras veces muestrauna faz viquiniana y herderiana que se constituye en crí­tica del liberalismo y de la Ilustración, no ciertamentedesde el punto de vista reaccionario o tradicionalista deun De Maistre o de un Oakeshott, sino de la perspectivadel pluralismo y el historicismo del tipo que se manifies­ta en su momento en la obra de Herder y Vico" (95).

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(96) Isaiah Berlín en diálogocon Ramin Jahanbegloo, cit., pág. 67.(97) Ibidem, pág. 67.

El objetivo, por tanto, será siempre la búsqueda decompromisos: la fijación de acuerdos sobre los proble­mas puntuales que vayan emergiendo en la vivenciapráctica de una sociedad plural. y siempre con la ideade los mismos deben evitar efectos dramáticos. De ahísu provisionalidad y su permanente revisión. Sin em­bargo, este escenario de negociación y compromiso noexcluiría unos mínimos innegociables. En este sentido,el desarrollo teórico que Berlin plantea alrededor de laidea de libertad arrojaría luz sobre el tema, pero a par­tir de una constatación que sería importante destacarahora: que el pluralismo y el liberalismo no son la mis­ma cosa, pues no existe una conexión lógica entre ambos,tal y como aventura expresamente Berlin al señalar:"Pluralismo y liberalismo no son conceptos equivalentes,ni siquiera pueden superponerse. Existen teorías libera­les no pluralistas. Yo creo que en el liberalismo comoen el pluralismo, pero no hay entre los dos conexiónlógica" (97).

ciones con R. Jahanbegloo: "dada la imposibilidad dedar respuestas finales a las preguntas morales y políti­cas -y, en definitiva, a toda pregunta sobre valores- ymás aún, que ciertas respuestas que da la gente, e ine­vitablemente ha de dar, son incompatibles entre sí, elúnico modo de evitar los conflictos destructivos es lle­gar a compromisos y aplicar, por muy reaciamente quesea, un mínimo grado de tolerancia" (96).

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(98' Cfr. GARCíA GUITIÁN, E., "Pluralismo versus monismo:Isaiah Berlín", en MÁlz, R. (Compilador), Teorías políticas con­temporáneas, Tirant lo Blanch, Valencia, 2001, pág. 34.

Es bien sabido que la idea de libertad berliniana seorganiza a partir de su obra Dos conceptos sobre la li­bertad. Estamos ante una descripción analítica que des­gaja dos de las concepciones que puede encerrar la li­bertad política, la negativa y la positiva. La elección deuna u otra suponía, al tiempo en el que ensayo fue es­crito -1958-, la asunción de una de las posicionesque entonces se enfrentaban en la Guerra Fría. La es­trategia utilizada por Berlin fue doble, según apunta E.García Guitián: una de carácter analítico y otra históri­ca (98). La primera, la analítica, suponía afrontar el con­tenido plurimorfo de una libertad que se presentabaprovista de múltiples y variados contenidos. La libertadnegativa aparece así descrita como "libertad de" o, loque es lo mismo: una ausencia de interferencias y unámbito en el que uno es su propio dueño dependiendode las posibilidades que se le brindan para ello social­mente. La libertad positiva sería, por el contrario, "li­bertad para", esto es, una libertad que en el ámbitopersonal se equipararía con la autorrealización y, en elcolectivo, con la participación política. Precisamente losproblemas de diferenciación conceptual que provocaríala estrategia analítica serían salvados gracias a la se­gunda de las estrategias mencionadas, la histórica. Des­de ella, Berlin conectaría la articulación y defensa de lalibertad negativa con la tradición del liberalismo, mos­trando de paso las deformaciones históricas que ha ex-

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La transformación del liberalismo berliniano comoconsecuencia de la irrupción de su pluralismo valorativotendrá la responsabilidad de esta evolución. No es queBerlín dejara de ser el admirador de Constant que, enlos años 50, desarrolló su tesis sobre la libertad negati­va, sino que desde su visión pluralista no encontraba yauna justificación a priori que le permitiera jerarquizar

Esta interpretación original de Berlín de la libertadnegativa y sus retos, sin embargo, fue modificada enuna segunda versión, la de 1969,. versión en la que seintroducía un ámbito de reflexión más amplio al inser­tarla en un marco en el que el pluralismo valorativogravitaba sobre la defensa de aquélla. y si en la edi­ción de 1958 la libertad negativa era interpretada entérminos absolutos, en la de 1969 pasa a ser vista co­mo un valor al que las sociedades democráticas otor­gan un status fundamental, aunque ya no es absolutoal competir con otros valores con los que en ocasionespuede entrar en conflicto.

perimentado la libertad positiva al utilizarse al serviciode la tiranía. En esta narración histórica Berlin identi­fica la libertad negativa con la individual y con unámbito de privacidad amparado frente a lo público:un escenario de libertad que en los años 50 del sigloXX se veía amenazado por los que defendían la liber­tad positiva y la identificaban deformadamente con labúsqueda de una autorrealización personal a través delo colectivo.

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los valores en liza dentro de la sociedad. Por eso, apartir de ese momento pluralista el liberalismo berlinia­no adquiere una factura agonista que hace del conflictomoral un dato relevante que sólo puede ser superadomediante una lógica de acuerdos y transacciones quesopesen prioridades, pero que llevará aparejada siemprealgún tipo de pérdida. De ahí la importancia de promo­ver un modelo institucional en el que las propias es­tructuras políticas favorezcan el establecimiento deacuerdos que procuren la evitación de las peores solu­ciones dentro de las posibles, pues: "hay valores mora­les, sociales y políticos que chocan entre sí. Me es impo­sible concebir un mundo en donde puedan reconciliarseciertos valores. Creo, en otras palabras, que algunos delos valores últimos según los cuales viven los hombresno pueden conciliarse ni combinarse, no ya por razo­nes políticas sino en principio, conceptualmente. Nadiepuede ser un planificador cuidadoso y al mismo tiempototalmente espontáneo. No se puede combinar la liber­tad plena con la plena igualdad ... También pueden cho­car la justicia y la piedad, el conocimiento y la felící­dad... Ciertos valores humanos no pueden combinarseporque son incompatibles: de modo que hay que elegir.Elegir puede ser muy doloros.; Lo único que podemoshacer es procurar que las elecciones no sean demasia­do dolorosas; lo cual significa que necesitamos un sis­tema que permita perseguir ciertos valores, de modoque, en lo posible, no surjan situaciones que obliguen alos hombres a hacer cosas contrarias a sus conviccio­nes morales más hondas. En una sociedad liberal de ti-

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(99) Isaiah Berlin en diálogocon Ramin Jahanbegloo,cit., pág. 191.(100) Cfr. ANOERSON, E., A Zone of Engagement, Verso, London,1992, pág. 243.

Sin embargo, como bien apunta P. Anderson, la ac­titud agonista de Berlin debería matizarse ya que elpluralismo valorativo que defiende, a pesar de la super­ficie de radicalidad que lo caracteriza, sin embargo,contendría un ecumenismo tácito en el que la libertadnegativa jugaría un papel trascendental, ya que consta­taría a partir de la experiencia contenida en la sabidu­ría prá~tica de la historia que, la adopción de decisio­nes que vulnerasen aquélla, podría engendrar a la largaun clima de sufrimiento colectivo inasumible en el se­no de una sociedad decente (100). De acuerdo con estalectura, el pensamiento berliniano se inspiraría sutil­mente en una especie de cálculo utilitario en el que losacuerdos deberían perseguir un valor inexpresado defelicidad o, para ser más precisos, de su sombra, yaque Berlin estaría apelando a la evitación del sufri­miento mediante lo que denomina en Political Judge­ment (Juicio político) o, en ocasiones, y de un modomás metafórico: el "buen ojo político". Es decir, esa ca­pacidad de síntesis política que permita ordenar los da­tos de la realidad de acuerdo con un patrón único quehaga posible entender una situación particular desde suirrepetible singularidad y que define como un don o

po pluralista no se pueden eludir los compromisos; hayque lograrlos; negociando es posible evitar lo peor" (99).

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(101) BERLIN, I., El sentido de la realidad. Sobre las ideas y su his­toria, edición de H. Hardy, introducción de P. Gardiner, trad. deP. Cifuentes, Taurus, Madrid, 1998, págs. 86-87.

-e;

Operando como un talento semejante al de novelis­tas que, como Tolstoy o Proust, son capaces de captaren una sola frase los flujos profundos que marcan latextura misteriosa de la vida humana, el "ojo político"sería una especie de "sensibilidad excepcional" ante lapolítica y que encarnarían los gobernantes exitosos, yasean "perversos o virtuosos, aquello que tenían Bis­marck... o Tayllerand o Franklin Roosevelt, o tambiénhombres como Cavour o Disraeli, Gladstone o Ata­türk. .. Es una capacidad ... para la síntesis antes quepara el análisis... Los que carecen de ello, independien­temente de otras cualidades que puedan poseer... sonconsiderados correctamente como ineptos políticos ...¿Qué es lo que el emperador Augusto o Bismarck sabían

"capacidad para integrar una enorme amalgama de da­tos constantemente cambiantes, multicolores, evanes­centes, solapándose perpetuamente, demasiado numero­sos, demasiado fugaces, demasiado entremezcladoscomo para ser aprehendidos, individualizados y etique­tados como tantas mariposas individuales. Integrar, eneste sentido, es ver los datos ... como elementos de unesquema único, con sus implicaciones, verlos como sín­tomas de posibilidades pasadas y futuras, verlos prag­máticamente ... Para captar una situación en este senti­do uno necesita 'ver', acceder a una especie de contactodirecto, casi sensorial, con los datos relevantes" (101).

.:),

82ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIÓN LIBERAL SOBRE EL "OTRO'

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(lOZ) Ibidem, págs. 87-88.

El ejemplo de políticos como Franklin Delano Roosevelto Winston Churchill será aquí decisivo ya que en ellosconcurre la defensa de los valores pluralistas sobre losque se asientan las sociedades occidentales. Los ensa­yos que Berlin les dedica arrojan claridad sobre losrasgos que identifican ese "buen ojo político" al queapela, y que sería en términos generales un deseo decomprender y ordenar los acontecimientos gracias a.una poderosa imaginación que, en Churchill, se tradu­cía en un patrón apriorístico que, a pesar de utilizarlos métodos de la demagogia democrática que Shakes­peare asocia a la imagen de Marco Antonio en JulioCésar, hizo posible que se salvara el futuro reínterpre­tanda el presente histórico a partir de la tradición.Que es lo que sucedió, por ejemplo, en aquellos difíci­les momentos históricos del verano de 1940 cuandoInglaterra estaba al borde de la derrota y supo desper­tar el orgullo heroico y sublime de su pueblo graciasal hecho de saber apelar a "los sentimientos y la fideli­dad a la gran tradición... que lleva sobre los hombrosy que debe entregar, no sólo sana e intacta, sino forta-

y el emperador Claudio o José 11no sabían? Muy pro­bablemente, el emperador José era intelectualmentemás culto que Bismarck. .. [pero] Bismarck ... [tenía] lacapacidad de integrar o sintetizar los vestigios y frag­mentos efímeros, sueltos, infinitamente variados, queintegran la vida en cualquier nivel" (102l.

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(103) BERLIN, L, Impresiones personales, cit., pág. 68.(104) Ibidem, págs. 83-84.

Sin embargo, fue Roosevelt quien desarrolló el mé­todo del buen ojo político hasta llegar a la genialidad.En este sentido, su "New Deal" fue una apuesta por lalibertad en "una época de debilidad y creciente deses­peración en el mundo democrático". De hecho, piensaBerlin, después del "individualismo desenfrenado de losaños veinte, que había conducido al derrumbe econó­mico y a la miseria extendida, buscaba establecer lasnuevas reglas de justicia social. Intentaba hacerlo sintener que meter a su país en una especie de fuerzadoctrinaria, ya fuera el socialismo o el capitalismo deEstado, o la clase de nueva organización social que losregímenes fascistas ostentaban como el Nuevo Orden".La sabiduría política de Roosevelt fue proporcionar una"gran válvula de escape para el rencor y la indignacióncontenidos" con el fin de orillar "la revolución y deconstruir un régimen que proporcionaba mayor igual­dad económica y justicia social -ideales que eran lamejor parte de la tradición de la vida norteamericana­sin alterar la base de libertad y de la democracia de supaís" (104). La grandeza de la política del "New Deal" ra­dicó, precisamente, en haber sabido conciliar aspiracio­nes y necesidades dentro de un contexto histórico con­vulso, lleno de incertidumbres y asechanzas. Alejado

lecida y embellecida, a sus sucesores dignos de aceptarla sagrada responsabilidad" (103).

84ISAlAH BERLIN: UNA REFLEXIÓN LIBERAL SOBRE EL ·OTRO·

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(105) lbidem, págs. 87-90.

del político de "principio único y de visión fanática"que "preso de su propio sueño brillante y coherente"hace que con su ensimismamiento terco pueda "torcerlos acontecimientos y doblegar a los hombres para quese amolden a sus propios moldes", Roosevelt respondea ese otro tipo de estadista que "posee antenas de lamayor delicadeza posible que le comunican, en formasdifíciles o imposibles de analizar, los contornos siemprecambiantes de los sucesos, de los sentimientos y de lasactividades humanas que los rodean". En realidad, estasegunda clase de políticos "saben qué hacer y cuándohacerlo, si han de lograr sus fines, que por su parte nonacen generalmente en un mundo privado de pensa­miento íntimo o sentimientos introvertidos, sino queson la cristalización, la elevación a un nivel de gran in­tensidad y claridad, de lo que gran número de sus con­ciudadanos piensan y sienten en alguna forma vaga eimprecisa pero, no obstante, insistente". Roosevelt fue"un magnífico virtuoso de este tipo y el más benévoloasí como el más grande maestro de este arte en lostiempos modernos" ya que supo conservar "los moda­les, el estilo de vida, la textura emocional y la graciadel antiguo orden de educación aristocrática" aunquecon la libertad suficiente como para adoptar "las ideasy aspiraciones de la nueva clase, socialmente en rebel­día" y no "por conveniencia sino por genuina convic­ción moral" (105). Por eso Roosevelt denota ese "buen ojopolítico" berliniano. Porque evitó una revolución ape-

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y porque el liberalismo agonista defendido por Ber­lin se alimenta de los presupuestos políticos reformado­res que persiguen solucionar los conflictos cuando és­tos se plantean, el desenlace programático al que apelano aboca al conflicto sino, precisamente, a su supera­ción. Es cierto que lo hace dentro de una atmósfera demínimos, pero siendo capaz de integrar el pluralismomediante su desactivación en el seno de un marco libe­ral que hace del "otro" un presupuesto que refuerza lavigencia del propio liberalismo. ¿Cómo? Constatandode antemano que en una sociedad liberal pluralista losconflictos son inevitables, de manera que es tambiéninevitable alcanzar compromisos articulando institucio­nes que deben diseñarse de la forma más idónea paralograrlos y, así, procurar la evitación de las peores solu­ciones mediante la negociación. Por eso la empatíaimaginativa hacia el "otro" es una metodología episte­mológica con proyección política desde la que puedenconseguirse compromisos mediante el entendimientoreformista.

(106) Ibidem, pág. 91.

lando a la justicia social, y sin violentar la tradiciónnorteamericana de la libertad, quehacer único que sólopodía conseguir un estadista de su talante, que amabasu país y que "deseaba que prevaleciesen la democraciay la civilización" porque "creía en ambas" y "sabía loque quería" (106).

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1I

~ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIÓN LIBERAL SOBRE EL ·OTRO·

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(107) Cfr. IGNATIEFF, Isaiah Berlin, Su vida, págs. 105-110.

y es que para el liberalismo agonista de Berlin, lasociedad pluralista y liberal en la que cree establecemínimos innegociables. Mínimos que son límites a latolerancia de los "otros", tal y como sucede con los de­rechos humanos al no ser susceptibles de ninguna tran­sacción. Para Rawls, el liberalismo de Berlin significaque aunque el ámbito de los valores es objetivo, contodo, "los valores colisionan entre sí debido a que laclasificación de los mismos es demasiado amplia comopara hacer posible su encaje perfecto dentro de una so-

En ocasiones esta empatía es imposible si el "otro"nos niega nuestra propia libertad empática debido a suconnivencia o a su aceptación de la barbarie, que es loque en el terreno personal llevó a Berlin en los añostreinta a romper con su amigo Adam von Trott zu Solz,un aristócrata alemán al que conoció en All Souls ycon el que evitó todo tipo relación después de queaceptase ser nombrado fiscal en la Alemania nazi. Apesar de toda la comunidad cultural y los intereses in­telectuales compartidos que existían entre ambos, ha­bía una nota de diferencia que hacía insalvable suamistad, y por tanto, su negociación desde el pluralis­mo: su colaboración con el régimen indecente que en­camaba el nazismo y que no le redimió a los ojos deBerlin aún después de saber que había participado enla conspiración antihitleriana que en 1944 capitaneó elconde von Stauffenberg (107).

87ISAlAH BERUN: UNA REFLEXIÓN LffiERAL SOBRE EL "OTRO·

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(108) RAWLS, J., Political Liberalism, Columbia University Press,N. York, 1993, pág. 197.(09) Cfr. GARctA GUITIÁN, E., El pensamiento político de Isaiah

Berlín, cit., pág. 137.

Pero también existen, piensa Berlin, límites de otranaturaleza, en este caso referidos a los fines mismos,ya que habría fines igualmente intolerables cuando pro­ducen la violación de la libertad negativa; que es lo quesucede, por ejemplo, con los fanáticos y los inmigran­tes cuyos fines morales resultan difícilmente integrablesdentro de las pautas que gobiernan la convivencia cívi­ca y legal que salvaguarda la justicia y, asociado a ella,la evitación de la crueldad y el sufrimiento. En estoscasos habría que utilizar la persuasión pacífica y, si és­ta falla, la coacción, que es lo que sucede, por ejemplo,con los fanáticos y con los inmigrantes que tienen valo­res y fines radicalmente distintos a los nuestros (109). De

ciedad". Primero, porque al darse valores incompatiblesla convivencia entre ellos impone exigencias conflictivasa las instituciones. Segundo, porque éstas no puedenarticular un ámbito de actuación tan amplio y permea­ble como para integrar bajo su seno todos los valoressociales en conflicto. Pero el que no se dé una sociedadsin conflicto y pérdidas, piensa Rawls, es algo que estáínsito en "la naturaleza de los valores y del mundo; ybuena parte de la tragedia humana es i~-flejode ello.Una sociedad liberal justa puede ofrecer más espaciopara la convivencia de valores distintos que otras, peronunca sin evitar conflictos y pérdidas" (108).

88ISAIAH BERLlN: UNA REFLEXIÓN LIBERAL SOBRE EL "OTRO"

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este modo, a pesar de la estructura pluralista defendidapor Berlin, la defensa de un marco institucional liberalque evite la injusticia, la crueldad y el sufrimiento,constituye un fértil ámbito de reflexión que quizá pue­da iluminar algunos de los problemas que aquejan alas inevitablemente plurales sociedades occidentales, pe­ro sin renunciar por ello a esa flexibilidad que contienesu idea de que sólo desde el compromiso y la empatíahacia el "otro" podemos seguir sosteniendo la "decen­cia" de nuestro modelo de civilización.

89ISAIAH BERLIN: UNAREFLEXIÓNLmERAL SOBRE EL "OTRO·

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94ISAlAH BERLlN: UNA REFLEXIÓN LIBERAL SOBRE EL 'OTRO'

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SEGUNDA PARTE

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Muy brevemente, quisiera decir que me parece muyacertado el título que José María Lassalle ha dado a suexcelente ensayo porque recoge, a mi juicio, un aspectoesencial de la personalidad intelectual de Isaiah Berlin:su interés por el "otro", es decir, por aquellos que, enexpresión de G. Flaubert, no son semejantes a nosotros,no piensan de la misma forma ni comparten nuestrosvalores e ideales. Dada la condición de liberal de IsaiahBerlin -su pertenencia a la principal corriente del pen­samiento ilustrado-, ese interés por el "otro" se hamanifestado frecuentemente -como queda bien recogi­do en el escrito de José María Lassalle- en el análisis delos críticos o adversarios de esas ideas, no tanto con elpropósito de rebatirlos como de aprender de ellos, dedescubrir los puntos débiles o incluso los errores deluniverso mental al que él mismo pertenecía. En el fondo

Carlos DardéProfesor TItular de Historia Contemporánea. Universidad de Can­tabria.

MI ENCUENTRO CON BERLIN

97MI ENCUENTRO CON BERUN

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Este escepticismo -que no relativismo- de IsaiahBerlín tanto en el ámbito público como en el privadono le hizo pesimista; por el contrario, pensaba que "elespectáculo debía continuar" y, a través del trabajo in­telectual en distintos campos y de la participación ennumerosas y variadas iniciativas sociales (políticas yacadémicas) -muestra todo ello de una extraordinariaenergía vital-, trató de que ese espectáculo fuera de lamayor calidad posible. Para ello consideraba que eranecesario llegar a transacciones, compromisos, conaquello que había quedado oculto o marginado. Ningu­na actitud autoafirmativa a ultranza, dogmática, por

Me gustaría añadir que esa reflexión sobre el "otro",y las mismas consideraciones, las llevó Isaiah Berlin a laesfera interior, personal. No hay bases perfectas -opina­ba- sobre las que cada uno pueda organizar su vida,opciones que sirvan para que cada persona desarrolle to­das sus posibilidades o satisfaga todos sus deseos. Nosvemos forzados a elegir y toda elección comporta pérdi­da; en el fondo quedan soterradas facultades, intereses,deseos, otro yo que más o menos vivamente terminarápor reclamar su existencia.

de esta actitud no estaba la duda acerca de la bondadde las propias ideas, principios y valores, sino la con­ciencia de sus limitaciones, de su radical imperfección,basada en el convencimiento de que nada derecho, ab­solutamente perfecto, puede salir del "fuste torcido dela humanidad".

98ISAlAH BERUN: UNA REFLEXIÓN LIBERAL SOBRE EL ·OTRO·

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Quizá pueda aplicarse al mismo Berlin lo que él dicede León Tolstoy,en un conocido ensayo, que es una per­sona a quien no le cuadra bien la distinción entre erizosy zorros. Es tanta la variedad de los conocimientos deIsaiah Berlin, como filósofo y como historiador, son

Un ejemplo concreto -y menor- de esa apertura alos demás es el interés que mostraba por las investiga­ciones que otras personas, accidentalmente próximas aél, realizaban en campos completamente alejados delos suyos propios. Algunos historiadores españoles quecoincidieron con Isaiah Berlin en Oxford -en SaintAntony's College, mientras terminaba de habilitarseWolfson College- me han contado su curiosidad sobredistintos aspectos de la historia contemporánea de Es­paña -de la que él mismo le confesó a Raymond Carrque no sabía nada-, y las preguntas que les hacía so­bre la marcha de sus tesis doctorales. Yo mismo tuveocasión de comprobar su accesibilidad cuando me per­caté de su presencia en una conferenciade E.P.Thompson,también en Oxford, en mayo de 1989, y ante la insisten­cia de mi mirada, al acabar el acto, prácticamente sedirigió hacía mí facilitándome la presentación (que yorehuí, aterrado por la perspectiva de tener que explicar­me en un pésimo inglés ante mi idolatrado Berlin).

tanto, sino la capacidad de descubrir los fallos -teóri­cos y prácticos-, y la confianza en poder superarlosmediante concesiones justas a planteamientos que noeran inicialmente los nuestros.

99MIENCUENTRO CON BERLIN

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La vida y la trayectoria intelectual de Isaiah Berlinno fueron en absoluto convencionales pero no creo quepueda decirse que fuera un inadaptado en el mundobritánico. Desde muy joven, confesó sentirse plenamen­te a gusto tanto con el idioma inglés como con lascostumbres de su país de adopción. Su misma prolon­gada pertenencia a la Universidad de Oxford -aunqueen distintos Colleges y áreas de conocimiento, deacuerdo con planteamientos propios, libremente elegi­dos y al margen de caminos trillados-, indican másbien su integración en el mundo académico británico,en el que existía un amplio campo para la diversidad, eincluso para la extravagancia. Pero su comparación conotro historiador extraordinario, también extranjero deorigen y nacionalizado británico, como Lewis Namier,indica hasta qué punto Isaiah Berlin supo hacerse unhueco y ser aceptado en Inglaterra. Otra cosa es que su

tantos y tan diversos los autores y las épocas sobre lasque ha escrito, tan diferentes los campos en los quemanifestó su actividad pública, que puede resultar cho­cante definirle como un erizo, como alguien que sólosabe una cosa -por importante que esta sea- y nomuchas como los zorros. y, sin embargo, pienso que esasí; que Isaiah Berlin tiene más de erizo que de zorro,no porque defienda un sistema cerrado sino porque pa­rece saber una sola cosa, porque en toda su obra hayuna idea de fondo, un denominador común: el rechazodel monismo y la afirmación y defensa del pluralismo,unidos a un espíritu extraordinariamente positivo.

100ISAIAH BERLIN:UNA REFLEXIÓN LmERALSOBRE EL ·OTRO·

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Como historiador, Isaiah Berlin sigue teniendo vigen­cia e interés en la medida que hace una historia de lasideas con ideas y con individuos, frente a otros modelosde historia intelectual en los que apenas si aparecenaquéllas y éstos. Ciertamente el estudio sociológico delos intelectuales -en sentido amplio=-, los ámbitos so­ciales a los pertenecen, las asociaciones profesionales,los canales a través de los cuales hacen público su tra­bajo, la consideración en que son tenidos por sus con­temporáneos, son temas relevantes que nos ayudan a co­nocer el contexto en el que intervienen. Pero todos estosaspectos no pueden sustituir ni anular --como de hechoocurre en algunas obras recientes- la atención y el es­tudio de las ideas mismas y la trayectoria vital -indivi­dual, única e irrepetible- de quienes las formulan.

propia energía vital y la variedad de sus intereses le hi­cieran seguir un camino personal y diferente.

101MI ENCUENTROCONBERLIN

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El trabajo que nos ha presentado José María Lassa­lle bajo el título Isaiah Berlin: una reflexión liberal sobreel 'otro' es un trabajo valioso por distintos motivos. En­tre ellos podría destacarse la facilidad para retener lospuntos más notables de una producción teórica que co­rre el riesgo de ser analizada superficialmente. Comoconoce cualquier estudioso de la obra de Isaiah Berlin,bajo una apariencia, que puede resultar familiar debidoa los tópicos utilizados por él, se esconde una línea, omejor varias líneas, de pensamiento que responden acuestiones filosóficas constantes y sólidas. No es fácildar enseguida con ellas (quien esto escribe tardó encomprender el contenido de su trabajo "Dos conceptosde libertad", después de varias ocasiones de pensar quelo había entendido), sin embargo es el único camino

Eusebio Fernánde: CardaCatedrático de Filosofía del Derecho. Universidad Carlos ID deMadrid.

APOSTILLAS A UNA REFLEXIÓNSOBRE ISAIAH BERLIN

103APOSTILLAS A UNA REFLEX1ÓN SOBRE ISAIAH BERLIN

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Posiblemente encamó muy bien esa característicaque identifica muy bien a los liberales de tan distintopelaje: un talante abierto y comprensivo. Parece que es­to encaja mal con la osadía de algunos neoliberales,con el fundamentalismo de algunos conservadores ycon la seguridad de los intelectuales de la izquierda (ode cierta izquierda). La sensibilidad moral de Isaiah

Isaiah Berlin fue un filósofo y un intelectual pecu­liar. Da la impresión, por los datos biográficos que co­nocemos y por sus descripciones de las personas quetrató, que siempre tuvo algo interesante que contar yque no fue un profesor especialmente vanidoso ni envi­dioso, posiblemente irónico, elegante y encantador consus amigos.

Los grandes autores no están hechos para ser leídospor mentes esquemáticas y simplificadoras sino paraser degustados con serenidad. Aunque nos incomode dela lectura de Isaiah Berlin sus experimentos e intromi­siones en un número considerable de temas, e inclusose puede llegar a pensar que esto es incompatible conla profundidad en el pensamiento, cualquier personacon inquietudes intelectuales y amante de la aventuraintelectual no puede dejar de sentir envidia ante unabiografía tan plagada de pasiones, conocimientos y mo­mentos de auténtica felicidad.

para poder orientamos en un mar de ideas, datos y ex­periencias.

104ISAIAH BERLIN: UNA REFLEXIÓN UBERAL SOBRE EL ·OTRO·

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Por su lado, la persona de talante liberal sentirá en­seguida la cercanía del siguiente texto: "Sin embargo,

No estoy seguro de que mi interpretación de IsaiahBerlin sea correcta. Pienso que las descripciones ante­riores pueden ser incompletas, pero no inadecuadas. Deotra manera sería impensable llegar a comprender elsignificado que tiene en su obra la defensa del pluralis­mo y su claro distanciamiento de toda teoría o posturamonista. El dogmático de todo tipo tiene que enfure­cerse cuando lee: "La idea de que tiene que haber res­puestas últimas y objetivas para las cuestiones normati­vas; verdades que pueden demostrarse o intuirsedirectamente; que es posible en principio descubrir unaestructura armónica en la que sean compatibles todoslos valores; que hacia esta única meta es hacia la quetenemos que dirigimos... a mí me parece que no es vá­lida y que a veces: ha conducido (y todavía sigue con­duciendo) al absurdo, en teoría, y a consecuencias bár­baras, en la práctica" (en 'Introducción' a Cuatroensayos sobre la libertad).

Berlin, desde cuyo mirador se asomó a todos los pro­blemas de su tiempo (que sigue siendo el nuestro) en­caja mal con mentalidades cerradas. La libertad signifi­ca, para él, lo más valioso, algo que no se despega denosotros, que nos llena de esperanza, de amor a la hu­manidad, de desprecio a la mentira y rechazo a lacrueldad, pero también algo incómodo, valiente, arries­gado, trágico y que nos recluye en la soledad.

105ApOSTILLAS A UNA REFLEXIÓN SOBRE ISAIAH BERLIN

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De manera precipitada e incorrecta hay quien haacusado a Isaiah Berlin de relativista. La acusación nose mantiene. Un relativista nunca defendería que "Hay,

. si no valores universales, sí al menos un mínimos sinel que las sociedades difícilmente podrían sobrevivir", oque "no podemos evitar aceptar estos principios básicosporque somos humanos". Si la tolerancia liberal estállamada a la búsqueda de "modus vivendi en un mun­do más plural", ello sólo es posible partiendo de esos

Pluralismo de valores y fines, libertad de elección,incompatibilidad entre valores y sentimiento de que al­go perdemos y sacrificamos al elegir entre ellas, porquesu realización y consecución armónica son "humana­mente" imposibles, son preocupaciones de Isaiah Ber­lin, claramente repetidas en sus escritos. Estas preocu­paciones están muy bien recogidas en los párrafosfinales del ensayo de José María Lassalle y a mí me in­teresan especialmente.

la gloria y la dignidad del hombre se basan en el he­cho de que es él el que elige, y no eligen por él, deque puede ser su propio amo (aunque a veces esto lellena de temor y de una sensación de soledad), de queno está obligado a comprar seguridad y tranquilidad alprecio de dejarse encerrar en un limpio casillero deuna estructura totalitaria que pretende arrebatar laresponsabilidad, la libertad y el respeto a uno mismo ya los demás, de un solo golpe" (en El fuste torcido dela humanidad).

106ISAlAH BERUN: UNA REFLEXIÓN LmERAL SOBRE EL ·OTRO·

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Que las tragedias de la política deben tratarse conhumanidad y buenas dosis de ironía es una notable en­señanza de Isaiah Berlín, que la discusión del texto deJosé María Lassalle ha evitado que olvidemos.

No me atrevo a dar la razón a John Gray, cuando, ensu reciente libro Las dos caras del liberalismo. Una nuevainterpretación de la tolerancia liberal sitúa a Isaiah Berlinen la segunda cara del liberalismo, es decir, la que tienecomo objetivo "la búsqueda de un compromiso de pazentre diferentes modos de vida". Sin embargo, no tengograndes dudas acerca del hecho de que la filosofía políti­ca de Isaiah Berlin nos ayuda a "abandonar la ilusión-en palabras del propio J. Gray- de que las teorías dela justicia y de los derechos pueden libramos de las iro­nías y las tragedias de la política".

rrummos éticos innegociables. A su vez las formas devida moral tolerables no pueden abarcar todas las posi­bles, sino las que integren esos principios de humani­dad (o de dignidad humana). y en el campo político,donde no existen verdades absolutas y armónicas, noqueda otro remedio, para salvar el pluralismo, que llegara acuerdos y compromisos en el marco de esos mínimosinnegociables. y la tolerancia y el amor al pluralismo nopodrán proteger a los que no los respeten. Creo queIsaiah Berlin es consciente del peligro de que el pluralis­mo puede desaparecer si no es capaz de excluir a los in­tolerantes que se aprovechan de él para traicionarle.

107APOSTILLAS A UNA REFLEXIÓN SOBRE ISAIAH BERLIN

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Analizar el pensamiento de Berlín es una tarea com­pleja y apasionante que permite múltiples enfoques.Una aproximación de síntesis obliga a escoger algunosaspectos de aquélla especialmente en lo que de la mis-. ma cabe hallar como exponente del interés berlinianopor el "otro". Un interés sobre el que se conjuga unaparte sustancial de la aportación de Berlín al panoramaintelectual contemporáneo y que le dota de una espe­cial actualidad precisamente porque cada vez más lasviejas sociedades europeas comienzan a estar impregna­das por la presencia, la identidad y el espíritu de"otros" con los que hay que concordar espacios de se­rena y fértil convivencia en común.

Ignacio Gil LázaroDiputado por Valencia. Portavoz Adjunto Grupo ParlamentarioPopular en el Congreso.

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Sea como fuere es lo cierto que la búsqueda de unapresencia distinta a la propia constituye un elementomuy sugerente en sí y aún más en el contexto de unasociedad radicalmente competitiva que tiende a primarel valor social de éxito y que, por ende, vira hacia elaislamiento individual por mucho que el escenario ex­terno venga determinado por un crecimiento exponen­cial de las nuevas tecnologías de la comunicación y dela información. Quizá hubiera sido mejor que Berlinuniera a su búsqueda del otro la idea del "pacto o con­trato social" de modo que su expresión fuere muchomás allá de la limitación que comporta hacer de aquélotro un solo "contraespejo" del yo sobre el que se pro­yecta la predicada superioridad de ese mismo yo.Cuando Berlin dice que "entender no es aceptar" está

El encuentro con el "otro" comporta un reto degran calado. Sin embargo es más difícil aceptar la ins­trumentalización que Berlin realiza del concepto y di­mensión de ese "otro" como modo para el fortaleci­miento de las propias convicciones y de la superioridadde estas, lo que no deja de ser contradictorio e inclusofrustrante. Berlin no termina de buscar en aquel "otro"una oportunidad para "el criterio compartido" sino másbien la evidencia del error o de la debilidad intelectualdel argumento sostenido por el congénere. De esta for­ma la excursión sobre el otro queda reducida más a unejercicio de autoafirmación en vez de cumplir un obje­tivo de "comprensión" y de "relativización" del propio"yo", en términos mucho más atractivos para la armó­nica coexistencia de ideas y pareceres individuales.

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Entre paréntesis diré que llama la atención el queBerlin acepte la plena independencia del ser humanopara vertebrar su respectivo proyecto vital a través deun sistema de elección que el autor entiende que sueleser al final una opción entre "valores contrapuestos".En este sentido parece más realista la sujeción del des­tino individual que Ortega sitúa en el ámbito de "la cir­cunstancia" dotando a esta de una impresión principalen la configuración del devenir de cada "yo". La liber­tad plena de opción que Berlin atribuye a la personapara "ser" -casi como en sí mismo cada uno quiera­supone un cierto desvío de la realidad si no un excesointelectual que en muy poco se compadece con el im­perio de las cosas. Vivir uno y vivir en sociedad, por elcontrario, es siempre el trasunto inevitable de la limita­ción del "yo" para ser autosuficiente y esa no suficien­cia parte, en su origen, de la radical limitación del in­dividuo para prescindir de la contingencia que leimpone su origen, tiempo, lugar y entorno como supe­restructura que condiciona su andadura inicial en eltiempo así como una parte muy importante del posocaracterístico de la personalidad prolongada a través desu edad y de su experiencia de vida en conexión conlos demás.

reduciendo el alcance de su propia pretensión de "en­contrar" al otro en su mejor y más extensa acepción.Ahí Berlin establece un apriorismo que constriñe enmucho la dimensión de su interés por comprender aldiferente y le resta posibilidades creativas a ese ejerci­cio de vecindad con lo ajeno al "yo".

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Pues bien, la reivindicación del otro parece quizá másurgente en la dinámica del quehacer político. Democracia

En una sociedad multiforme como lo es la sociedadoccidental de nuestro tiempo se hace imprescindibleactivar de modo constante los parámetros de acuerdo yaproximación entre unos y otros precisamente para quela diversidad no sea una vía de conflicto o quiebra si­no, por el contrario, una manera de "estabilizar lo dis­tinto" mediante el diseño de estructuras intelectuales,políticas y sociales que permitan la integración de to­dos en un modo consensuado de coexistir a partir denítidos objetivos en común. Desde esta perspectiva creoque "buscar al otro" ha de ser la consecuencia de unavoluntad antecedente mediante la que se quiere "ver enel otro" una parte integrante del "yo" para así convertir"la razón" y "la verdad" de aquél en una parte de lapropia razón y de la propia verdad.

Así, pues, se echa en falta hallar en Berlin la predis­posición para encontrar "en el otro" aportaciones com­plementarias del propio yo desde la querencia por des­cubrir en él una parte de la razón de las cosasdivergentes de nuestra propia razón. Convivir es de su­yo acentuar el diálogo y la comprensión hacia aquelloque nos rodea y que no "está" en el acerbo inmediatode lo que cada cual reconoce o siente como propio.Por eso "mirar hacia el otro" debe comportar un deseode abrirse a él con la voluntad de concebir en esaapertura nuevos elementos para avanzar en la toleran­cia, en el respeto recíproco y en la pluralidad.

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Es obvio que todo sistema lleva implícito sus mis­mas malformaciones. Si la sociedad de la comunica­ción aporta contenidos positivos para el reforzamientode la libertad en la medida en que produce canales deinmediatez para la creación y expresión de opinión ypara la participación individual en el debate público nomenos cierto es que ese acento de "prontitud" en la ex­presión y en la fluidez de transmisión del dato imponeel que se tiende a simplificar la emisión del conceptode manera que el revestimento intelectual de este cedeante la concentración expresiva que supone la preten­sión de ganar "impacto" en el mensaje a transmitir. Asíel imperativo de lo mediático obliga, por tanto, a labúsqueda del titular en perjuicio de la argumentaciónsosegada lo que deviene en una simplificación dialéctica

es diálogo como método para la pluralidad yeso setraduce en un imperativo claro respecto de la compren­sión y aceptación de cuanto es diferente a cada uno denosotros. La consideración de "lo demás" y "hacia losdemás" configura el cimiento sobre el que levantar to­do el armazón de la vida democrática y de su metodo­logía esencial. Democracia no es imposición. ni exclu­sión, ni consagración de un pensamiento único. Lejosde ello la Democracia comporta convergencia entre di­ferentes a partir de un mínimo de principios admitidosque se sintetizan hoy en los valores últimos de la cultu­ra de los derechos humanos y en la traducción consti­tucional de los mismos merced a un sistema de liberta­des individualesy colectivas. Por eso también Democraciaes "pacto" en su sentido más amplio y fértil.

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Lo dicho en cuanto a la preocupación berlinianapor el otro tiene también significado de actualidad atenor de los cambios que se están produciendo en lassociedades europeas por mor de una devenida revisiónde sus esquemas de articulación comunitaria en fun­ción de la incorporación a dichas sociedades de eseaporte que supone la presencia en ellas del fenómenoinmigratorio. La Europa del siglo veintiuno va a seruna sociedad permeabilizada en sus valores clásicospor cuanto se desprende de las vivencias de identidadtraidas por aquellos que provenientes de otros territo­rios buscan en esa Europa una forma estable de per­manencia desde la integración en la sociedad continen­tal sin redimir, por ello, sus raíces autóctonas. Ahíradica un elemento clave medidor del futuro europeo yes evidente que su resolución no puede llegar sino des­de el hallazgo de procedimientos y conceptos orientados

constante que inevitablemente comporta el choqueabierto con el "otro". El destello del titular se alcanzaen la sublimación de la controversia, el conflicto o ellenguaje brusco en detrimento de la concordancia, elacuerdo o la acreditación del respeto entre diferentes.La noticia es siempre "la contienda" mucho más queel pacto o la coexistencia entre proyectos, grupos ypersonas inicialmente no afines. En este orden seríaimprescindible "recuperar" la visión del otro para ac­tuaria como punta de lanza frente a la tiranía delexabrupto impuesto por la "espectacularidad" de la co­municación concebida como "retrato de combate" entregentes y tesis.

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En definitiva Berlín supone una relectura del libera­lismo desde perspectivas nuevas, diferentes tanto de lasescuelas de pensamiento liberal dominantes en el mundo

El pensamiento de Berlin es -como dice John Gray­"sutil" y "subversivo".Berlin es subversivo porque inno­va y se sitúa en frente de concepciones admitidas casicomo verdades científicas. A su vez es sutil porque le­jos de enclaustrarse en una doctrina cerrada conjugasu "madeja de ideas" interpretables en función de un li­beralismo remozado capaz de entender la contradiccio­nes que entraña la proyección de la libertad en el hori­zonte de un tiempo como el nuestro. Berlin es agonistaporque sabe que el ejercicio de aquella libertad sustan­cia la necesidad de "escoger" y que escoger es siempreextraviar algo en la elección entre bienes intrínseca­mente rivales -su liberalismo del conflicto- lo queaporta un grado evidente de angustia compelido por lainevitabilidad de optar entre esto y aquello, abandonan­do cuanto de sugestivo hay en la parte desistida de laantedicha elección. El conflicto, pues, está en el hechode tener que elegir y esa tensión continua enmarca larealidad más íntima del individuo y la dinámica deconjunto de toda sociedad.

a no prescindir de la existencia de "esos otros" comoparte de nosotros, definiendo cauces adecuados para noincurrir en el conflicto intercultural, religioso o racialni en la expoliación de la tradición e identidad singulardel más débil.

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angloamericano como de las propias raíces más tradi­cionales de aquél, especialmente a partir de la "desa­cralización" que hace Berlin de la idoneidad de la filo­sofía como método resolutivo de los problemasexistenciales del hombre y de las sociedades así comode su rechazo a la posibilidad de hacer una Historia"científica" y de su negación a aceptar la identificaciónentre los métodos de las ciencias naturales y de lasciencias sociales. Tal vez por todo ello Berlin seguirásiendo un autor de minorías que al abjurar del deter­minismo está "reinventando" una nueva idea de liber­tad. Una libertad desvestida de tabúes y de la inútil ad­herencia de demasiadas ideas preconcebidas instaladasen la órbita de un liberalismo cansado al que Berlinquiso agitar y rejuvenecer

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Hace unos meses acudí a la recién inaugurada Fil­moteca de Cantabria para ver la película de RobertMulligan Matar a un ruiseñor (1962), cuyo argumentoestá basado en la novela homónima de la interesanteescritora sureña Harper Lee, buena amiga de ese inau­gurador de géneros narrativos que fue Truman Capote.

(GIUSEPPE VEROI en una carta a un amigo)

"Estoy abierto a todos los génerosmenos al géneroaburridon.

Juan Antonio Gonzále; FuentesDirector del Aula de Letras de la Universidad de Cantabria.

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Es evidente que Isaiah Berlin era un hombre de feinquebrantable en las ideas y en la influencia decisivade éstas en la conformación de los individuos y las so­ciedades. Sobre sus ideas políticas, sobre su visión dela historia de las ideas ..., imagino que se va a tratarmucho aquí, y con más conocimiento de lo que yo pu­diera hacerlo, así que mi aportación va a limitarse asubrayar, como ya lo hiciera Mario Vargas Llosa hacemás de 20 años en su atinado prólogo a El erizo y lazorra, el hecho de que Isaiah Berlin escribiera ensayosde gran densidad intelectual utilizando técnicas novelís­ticas, logrando que las ideas y los mismos pensadores

Yo creo que el astuto Isaiah Berlin estaría bastantede acuerdo con esta imagen, con este ponerse los zapa­tos de otro para procurar entenderlo mejor. Es más,como muy bien ha explicado el profesor José MaríaLassalle en el trabajo que sirve de excusa para estoscomentarios, puede decirse que a lo largo de toda sularga trayectoria intelectual, Berlin no hizo otra cosaque calzarse los "zapatos ideológicos" de sus contrarios,buscando probar así la solidez de sus propias ideas y,llegado el caso, modificarlas y mejorarlas.

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Pues bien, uno de los momentos más emocionantesde la película es cuando su protagonista, el abogadoAtticus Finch, magníficamente interpretado por GregoryPeck, le explica a su hija pequeña que para intentarcomprender a los demás, a los otros, hay que calzarsesus zapatos y caminar un buen rato con ellos.

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El gusto de Berlin por "narrar" ideas trasluce a mimodo de ver al menos dos cuestiones muy importantesunidas entre sí: el respeto intelectual por los creadores,y el íntimo convencimiento de que en el trabajo de és­tos pueden encontrarse nuevos temas de reflexión, o lapropia reflexión servida en su forma más iluminadora.Así, para Isaiah Berlin, en la obra de los grandes poe­tas (Borís Pasternak, Anna Ajmátova, W. H. Auden oStephen Spender pueden servirnos de ejemplos consis­tentes) muchas veces se encuentra formulado de la me­jor manera posible el espíritu palpitante de las ideas,por lo que cualquier pensador que se precie debe estarmuy atento a los frutos de la creación artística de sutiempo. En este sentido, y dejo aquí esta idea tan sóloapuntada, Berlin opina además como el convencido

Esta característica es deudora desde luego de latradición narrativa anglosajona; tradición que tanmagníficos frutos ha venido dando tanto en el campode la novela y el relato, como en el terreno de la his­toria y el ensayo, y dentro de este último apartadopienso en el Lytton Strachey de La reina Victoria, Re­tratos en miniatura y Victorianos eminentes, o en unade mis últimas lecturas, las transparentes, profundas,sabias, hermosísimas páginas que G. K. Chesterton de­dicó a R. L. Stevenson.

fluyan por sus páginas como si se tratase de "héroes deuna novela de aventuras".

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Un buen ejemplo de esta forma de trabajar del pen­sador británico es su libro El erizo y la zorra. En él,Berlin plantea, entre otras cosas, una "investigación se­ria" sobre la forma de pensar la historia en el inicio dela contemporaneidad, pero lo hace partiendo de un ver­so del poeta griego Arquíloco y planteando una atentay sabia lectura de las novelas de Tolstoi.

Este contacto con la heterodoxia felizmente contri­buyó a alejar a Berlín de la más estricta ortodoxia aca­démica, y a la hora de pensar y redactar sus propiasideas le hizo tener muy en cuenta pulsaciones, fuentesy materiales de carácter literario, musicaL.; elementoséstos de reflexión que, por regla general, son poco fre­cuentados en nuestra vida académica, y que sin embar­go proporcionan al desarrollo y consolidación de lasideas de Berlin un amplio margen de maniobra, unagran eficacia en su función expresiva y comunicativa, yuna muy notable capacidad evocadora.

Creo que esta forma de pensar de Isaiah Berlín tie­ne mucho que ver con su educación sentimental en laheterodoxia hebrea y en la heterodoxia de los "círculosartísticos oxonienses", como así lo dejan entrever aquíy allá Michael Ignatieff en su estupenda biografía berlí­niana, o el poeta S. Spender en su interesante autobio­grafía Un mundo dentro del mundo.

moralista que es, y le cuesta disociar la grandeza inte­lectual de la rectitud ética.

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En las páginas de este intenso trabajo, Berlin partenuevamente del fruto de la reflexión de un creador/poeta,

Hay otra clasificación de este mismo tipo que esmucho menos conocida y que a mí me resulta igual omás interesante que la célebre aludida. Es la que apa­rece en su brevísimo e impagable ensayo sobre lanaiveté (ingenuidad) del compositor italiano GiuseppeVerdi (1813-1901), ensayo dedicado, por cierto, al poe­ta W. H. Auden (véase Contra la corriente. Ensayos so­bre historia de las ideas. Fondo de Cultura Económi­ca, 2000, págs. 365-374).

La más conocida de estas clasificaciones es la deerizos y zorros, relatada en El erizo y la zorra. Los pri­meros son los detentadores de una visión general, unprincipio único universal y organizador que por sí soloda significado a cuanto son y dicen. Los segundos per­siguen muchos fines distintos y sostienen ideas centrí­fugas; su pensamiento es desperdigado y difuso. Entrelos primeros Isaiah Berlin sitúa, por ejemplo, a Dante,Platón, Nietzsche, Proust, Ibsen, Dostoievski..., y entrelos segundos a Goethe, Balzac, Pushkin, o Shakespeare.

Hasta tal punto está presente el interés de Berlinpor el arte y la literatura en sus trabajos que, como side un entretenido juego se tratase, dedicó parte de sutiempo a establecer grupos de escritores, pensadores yartistas, atendiendo, lógicamente, a su forma de pensary crear.

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La obra de los poetas ingenuos brota de la visióndirecta de la realidad. No hay en ellos esfuerzo algunopor llegar "más allá", a un infinito inasequible, no tie­nen ninguna intención ulterior. El conocimiento directode las emociones humanas conforma todo su equipoexpresivo. Su arte se ajusta a las reglas de una conven-

Los sentimentales son los creadores conscientes desí mismos. Su obra se caracteriza por ser sátira, elegía,negación, ataque a la llamada "vida real", afirmaciónde un mundo definitivamente perdido. Tienen una com­prensión reflexiva del objeto; de ellos no podemos apre­hender sus sentimientos de primera mano, sino la re­flexión de su alma, lo que piensan acerca de esossentimientos como espectadores de sí mismos. Sonpoetas desde la autoconsciencia. Dentro de este grupoBerlín coloca, entre otros, a Wagner, Marx, Nietzsche oDostoievski...

punto sobre el que me interesa mucho llamar la aten­ción. Si en El enza y la zorra el mecanismo reflexivodel profesor de Oxford se puso en marcha gracias a lametáfora de un poeta antiguo griego, en La Naivete deVerdi (1969) todo se desencadena tras la lectura del es­crito Über Naive und Sentimentalische Dichtung (1795)de Friedrich Schiller; ensayo en el que el alemán dis­tingue dos tipos de poetas, concepto utilizado por élpara definir a todo tipo de creador, a todo tipo de pen­sador: los ingenuos (concepto desmarcado aquí de suacepción ordinaria) y los sentimentales.

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Por eso nuestro autor prefirió siempre a Verdi enlugar de aquel al que de manera un tanto artificiosa lacrítica de entonces colocaba como su principal antago­nista musical, Richard Wagner. A Berlin, como escribeIgnatieff, "le encantaba el arte 'ingenuo', especialmenteVerdi.;.". Ya en 1935 Isaiah le había transmitido a suamigo Stephen Spender algunas opiniones al respecto:

En su reflexión Berlín se decanta claramente porlos poetas ingenuos frente a los sentimentales. En estesentido, Roger Hausheer, en la introducción a la edi­ción española de Contra la corriente, nos recuerda queBerlin siempre mostró poco interés por escritores("poetas") decadentes, que no se sintió "naturalmenteatraído" por figuras como Dostoievski, Kafka o Beckett...,"aquellos que describen estados marginales de la men­te, tipos de experiencia rarificados, exóticos o 'anorma­les', humores demasiado desviados del duro y eternonúcleo de las emociones y pasiones, de las relacioneshumanas básicas".

Pues bien, para Isaiah Berlín, el último de los gran­des maestros ingenuos de la música occidental fue Giu­seppe Verdi, y junto a él, dentro del mismo grupo de poe­tas ingenuos, el polemista británico pone a Shakespeare,Goethe, Dickens..., o a otro compositor de óperas italia­no, Gioacchino Rossini.

cion, ofrece unidad interna, un sentido de pertenenciaa su propio tiempo, a la sociedad en la que ha surgido.

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En este punto no puedo estar más que de acuerdocon Isaiah Berlin. Cuando escucho el dúo de amor dela escena segunda del segundo acto de Tristán e Isolda,siento que me hallo ante algo grandioso y deliberada­mente trascendente, ante una sobrecogedora construc­ción reflexiva en torno al amor. Pero nunca he sentidoa Tristán o a Isolda como seres humanos, en todo mo­mento los he sentido como dioses localizados en unadistancia imposible. Sin embargo, cuando escucho aRigoletto decir "Oh, mia figlia! Non lascianni non deí,Non morir!", a Violeta Valéry "Addíol Del passato beisogni ridenti", a Don Carla "Ella giammai m'ao", o aOtello "Or morendo, nell'ombra, in cui giacio... Un ba­cio, un bacio ancora, ah! un altro bacio...", tengo lacompleta seguridad de estar escuchando voces radical­mente humanas que expresan con verdad y pasiónemociones primordiales: amor erótico, amor a la pa­tria, amor paterno y filial, odio, celos, locura, soledad,alegría, poder, compasión ... La obra de Verdi es la ex­presión genial, a través de las convenciones del melo­drama con música, del juego de relaciones y sentimien­tos en los que los hombres y mujeres se han reconocidoa lo largo de vastos periodos de su historia, alcanzando

"Wagner era uno de esos artistas incapaces de sentiremoción directamente. Tenía que preguntarse: ¿Qué esla pasión erótica?, ¿qué son los celos?, para después de­dicarse a construir una paráfrasis musical de emocionesque no podía sentir de primera mano. Mientras queVerdi llegaba al corazón directamente, porque él mismosentía las emociones y no le hacía falta parafrasear ...".

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Un motivo nada desdeñable que, en mi opinión,ayuda a explicar tan singular y preciado logro verdiano,es la necesidad del maestro de ir directamente al gra­no. Con mucha frecuencia olvidamos que la ópera ita­liana del siglo X1X estaba más cerca en sus objetivosdel cine de Hollywood o de la televisión actual que del"sagrado" y "trascendente" acontecimiento artístico enel que hoy parece haberse convertido. Verdi deseaba ynecesitaba que sus óperas tuviesen éxito de público, ypara lograrlo se atuvo siempre a una fórmula muyefectiva a la vista de los resultados: "en la ópera -es­cribió en 1872- lo que se requiere por encima de todoes musicalidad: fuego, espíritu, vigor, entusiasmo". Yaen torno al año 1847 le había escrito a su entonces li­bretista Francesco Maria Piave: "[Pasión! ¡Pasión! ¡Noimporta de qué tipo, pero pasión! Quiero poesía conunos cojones bien grandes". En definitiva, de lo que se

además lo que John Rosselli llama "nuevas alturas deexperiencias imaginativas". Y ésta es, sin duda, una delas razones por las que el pueblo italiano se identificóde forma tan plena con las óperas del maestro de Bus­seto, logrando éste lo que no pudieron hacer, por ejem­plo, ninguno de sus compatriotas novelistas contempo­ráneos, a excepción de Manzoni y su 1promessi sposi,es decir, ofrecer un modelo personal, nacional (profunda­mente italiano en su latido musical), universal (inteligiblepara todos), de profundizar en el conocimiento de la vidahumana. Así, para los italianos del siglo X1X las óperasde Verdi fueron el equivalente de las novelas de Dickenspara los ingleses o las de Balzac para los franceses.

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Verdi siempre fue consciente de que en arte copiarla verdad puede ser una buena cosa, pero inventar laverdad es mejor, mucho mejor. Así, en sus óperas, Ver­di inventa una realidad transida de real y poderosaemoción que aflora diáfana a través de una refinadísi­ma estructura musical cuya clave última está en el tra­tamiento genial del ritmo. La instrumentación verdiana

Pasión, fuerza, vigor dramático, concisión, variedad,delicadeza mordaz, agilidad narrativa... Sí, estos rasgoslos exudan las óperas de Verdi por cada una de sus no­tas, pero cabe preguntarse: ¿en eso consiste el arte delde Busseto?, "pasión y cojones", por utilizar sus mis­mas palabras. No, evidentemente. Los biógrafos coinci­den en señalar el interés de Verdi por aparentar ser uncampesino misántropo, tosco e ignorante. Este disfrazle servía en esencia para cultivar una muy apreciadasoledad y para mantenerse al margen de los tontos jui­cios al uso: "acepto los silbidos con la condición deque no se me exija que dé las gracias por el aplauso",escribió en una de sus numerosas cartas. Pero no cabeninguna duda de que estamos ante uno de los músicosmás cultivados y sutiles de la historia, perfecto conoce­dor de los dramas de Shakespeare o de los entresijosde la commedia dell'arte.

trata, y aquí interpreto libremente a Verdi, es de que alcaer el telón, el público sienta en su interior el abraca­dabrante cosquilleo de los placeres variados y contra­dictorios que sólo la ópera proporciona.

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Si repasamos lo dicho en los últimos párrafos, nonos sorprenderá nada que Isaiah Berlin concediese alcreador de Aida la categoría de poeta ingenuo, y queno disimulase su entusiasmo por él, algo en lo quecoincide con personas tan dispares como George Stei­ner, Herbert van Karajan, James Joyce, José Hierro o,perdonen la osadía, yo mismo. Sin embargo, hay algoque me molesta profundamente de la reflexión de Ber­lin en su texto sobre Verdi. Me refiero al poco disimu­lado tono de desdén y parcialidad que sus palabrasdesprenden hacia los llamados "poetas sentimentales".Un desdén que no parece sustentarse sólo en el pro­pio gusto personal, lo que sería desde luego compren­sible y legítimo, sino que además aduce razones en­vueltas con el brillante celofán de la objetividad,cuando en estos "asuntos del arte" la objetividad no

es límpida, y en ella se entremezclan los registros pe­queños con los mucho más amplios, dependiendo de laconcreta situación dramática a la que se refieran, peroen ellos siempre hay variedad y carácter. En Verdi es lamúsica la que impulsa y da forma al drama, la quecontrola la temperatura emocional de lo que sucede enel escenario. Como escribe H. S. Power, "lo que produ­ce impacto no es la ópera como drama, sino el dramacomo ópera". Verdi pone en escena su verdad (experi­mentada en propia carne, como nos recuerda IsaiahBerlin, de ahí su contagiosa convicción), y lo hace re­presentando en última instancia un diálogo, una nego­ciación entre almas, algo en lo que en el terreno ope­rístico únicamente le iguala Mozart.

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Pongamos un ejemplo de lo que quiero insinuar.Escribe Schiller del poeta sentimental: "...Su alma nosufre impresión alguna sin volverse inmediatamente acontemplar su propio juego... De esta manera nunca re­cibimos el objeto mismo, sólo lo que la comprensiónreflexiva del poeta hace del objeto; y aun cuando el poe­ta es el objeto, cuando él quiere retratarnos sus senti­mientos, no aprehendemos sus sentimientos directa­mente de primera mano, sino, sólo la reflexión en sualma, lo que él pensó acerca de ellos como espectadorde sí mismo" (véase pág. 367 de Contra la corriente). Alo que Berlin apostilla inmediatamente después: "Deaquí que el efecto (seguro que quiso decir "defecto")

Me explico. Berlín se decanta por los poetas inge­nuos frente a los sentimentales, y dice de Verdi que, enel sentido de Schiller, es "el último gran poeta ingenuode nuestra época". Hasta aquí todo perfecto y no haynada que objetar. Los peros creo que deben ponersecuando para apoyar estas ideas, Isaiah Berlin empleaun conjunto de argumentos perfectamente válidos si suutilidad fuese sólo la de apuntalar una opinión perso­nal, pero que resultan bastante ineficaces -incluso sos­pechosos de nostálgico y yermo conservadurismo­cuando se lanzan con la intención de establecer algunaconclusión de carácter general, como creo que sucedeen el caso que nos ocupa.

suele encontrar suficiente oxígeno como para sobrevi­vir el tiempo suficiente.

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Como punto final a estas páginas quiero señalarque confrontando las dos clasificaciones de artistas y

Con estas palabras Berlin parece dar por hecho, en­tre otras cosas, que los poetas sentimentales son rebel­des, coléricos, camorristas, subversivos, neuróticos e in­saciables, aunque no precisa qué demonios quieredecir, por ejemplo, con eso de camorrista o insaciable.Pero es que además, en ningún momento desciende adar razón de porqué ser todas esas cosas en el mundodel arte o el pensamiento implica necesariamente algonegativo o repudiable, cuando la historia ofrece abun­dantes muestras de los avances, descubrimientos y con­quistas realizadas por algunos de los "camorristas" alu­didos por Berlin. Y es que siempre he pensado quequizá uno de los defectos más evidentes de nuestropensador es el de dar un buen número de cosas porsabidas y aceptadas, lo que, por otra parte, parece bas­tante propio de la naturaleza astuta, pero desperdigaday difusa, de un buen "zorro" como Isaiah Berlin.

del artista sentimental no sea el goce y la paz, sino latensión, el conflicto con la naturaleza y la sociedad, elanhelo insaciable, la neurosis notoria de la edad mo­derna, con sus agitados espíritus, sus mártires, fanáti­cos y rebeldes, y sus predicadores coléricos, camorris­tas subversivos, Rousseau, Byron, Schopenhauer,Carlyle, Dostoievski, Flaubert, Wagner, Marx, Nietzsche,que no ofrecen paz, sino una espada" (pág. 367 deContra la corriente...).

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BIBLIOGRAFíAUTILIZADA

pensadores aludidas más arriba, ha llamado mi aten­ción el hecho de que, generalizando claro está, se pue­da establecer una estrecha relación entre, por un lado,los que Berlin llama erizos y poetas sentimentales, ypor otro lado, los zorros y poetas ingenuos. Así, hacien­do un rápido repaso por los nombres que aparecen enlas dos clasificaciones berlinianas, nos encontramos conque nuestro autor califica a Dostoievski o a Nietszchecomo zorros y como sentimentales, y a Shakespeare,Goethe o Pushkin como zorros y como ingenuos, de­pendiendo siempre del trabajo que consultemos. Claroque establecer o no una efectiva relación entre todasestas categorías supondría entregarse quizá fascinado aun trabajo serio de investigación, reto para el que, pla­giando a Isaiah Berlin su frase final de La "naivete" deVerdi, no estoy calificado.

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DE LAS CLASIFICACIONES DE ISAIAH BERLIN, O A PROPÓSITO DE VERDI 131

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(1) Además del libro objeto de atención sobre estas notas, TheRoots of Romanticism (que recoge la serie de conferencias A.w.Mellon, pronunciadas por el autor en 1965), el Romanticismoreclamó el interés del pensador británico a través de artículoscomo "La revolución romántica", (1960), _recogido en El sentidode la realidad; o como "La apoteosis de la voluntad romántica:la rebelión contra el mito de un mundo ideal" (1975), recogidoen El fuste torcido de la humanidad.

El momento que eligió Isaiah Berlin para reflexio­nar de forma sostenida y formal sobre el Romanticis­mo acaso no fue el mejor (1). Podría decirse que las cir­cunstancias históricas hacían casi obligatorias ciertaspreocupaciones que tal vez hoy hayan envejecido o pa­rezcan inoportunas. Por otra parte, de forma inevitable,el tiempo transcurrido desde entonces ha hecho que el

Dámaso Lápe:Profesor TItular de Filología Inglesa, Universidad Complutense deMadrid.

ISAIAH BERLIN: IDEAS SOBREEL ROMANTICISMO

133ISAIAHBERLIN: IDEAS SOBRE EL ROMANTICISMO

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(2) Los problemas de la definición del Romanticismo, segúnNorthrop Frye, pueden hallarse en "The Drunken Boat: The Re­volutionary Element in Romantícísrn", The Stubbon Structure:Essays on Criticism and Society, Londres, Methuen and Com­pany, 1974, pág. 200: "This gets us at once out of the fallacy oftimeless characterization, where we say that Romanticism hascertain qualities, not found in the age of Pope, of sympathywith nature or what not, only to have one produce a poem ofPropertius or Kalidasa, or, eventually, Pope himself, and demandto know if the same qualities are not there". "Esto nos deja fue­ra de la falacia de la caracterización atemporal, la que dice queel Romanticismo posee ciertas cualidades que no se hallaban enIaépoca de Pope, cualidades como la simpatía hacia la natura­leza o vaya a saber qué; y seguro que a continuación alguienexhuma un poema de Propercio o Kalidasa o, incluso, del pro­pio Pope, y se pregunta si no se hallan también allí esas cuali­dades". No es, por supuesto, todo lo que hoy podría decirse so­bre las definiciones de escuelas o movimientos literarios. Ni elRomanticismo ni ningún otro movimiento o escuela puede defi­nirse por una sola característica, sino por un conjunto de carac­terísticas que se relacionan de cierta forma entre sí durantecierto periodo.

conocimiento sobre el Romanticismo y sobre la Ilustra­ción se haya transformado de un modo respecto delcual resulta muy difícil afirmar que todos los elemen­tos que entran en lo definido se hallen ahora, entre sí,en la posición relativa que ocupaban en el pasado. Lapropia explicación de 10 que se entendía por Romanti­cismo era no poco compleja, y no había consenso acer­ca de sus límites y contenido. No se trata ni se tratabatan sólo de soslayar, como hizo Isaiah Berlin, con laayuda de Northrop Frye, el escollo de la definición delvocablo (2). La definición del Romanticismo ocupa hoyun lugar poco relevante en los estudios sobre ese fenó­meno histórico; al hablar de lo que implica el término,

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(J) lain McCALMAN,editor principal, An Oxford Companion to theRomantic Age. British Culture 1776-1832, Oxford, Oxford University

Cuando decidimos abordar la tarea de redactar elOxford Companion de la cultura británica en la Era Ro­mántica, una de las primeras personas a quienes pedi­mos consejo representó con agudeza las dificultades conlas que íbamos a tropezar al hacer una lista de unoscuantos asuntos de los que trataba un libro de historiacultural que se compiló precisamente durante aquellaépoca, el libro era Omniana, del que fueron responsa­bles Robert Southey y S.T. Coleridge, 1812, y abarcabaasuntos tales como reuniones metodistas en campamen­tos, la devoción de los católicos hacia la Virgen, nom­bres de barcos, la crítica, el gorro frigio, la circulaciónde la sangre, la pasión partidaria, las sectas en Egipto,la tolerancia, clases de cervezas, la danza, las opinionesde The Edinburgh Review sobre la guerra, cementerios,talentos precoces, y el universo (31•

Pondré un solo ejemplo. En una obra reciente de con­sulta, dedicada al Romanticismo, An Oxford Companion.to the Romantic Age. British Culture 1776-1832, el edi­tor principal, Iain McCalman, abre su "Introducción"con estas palabras:

"Romanticismo", eso que no ha podido definirse demanera aceptable, se prefiere la simple descripcióntemporal: la Era Romántica, Romantic Age. Pero ni si­quiera esta decisión ha hecho desaparecer del todo lainquietud sobre lo que abarca esa época.

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Press, 1999, "Introduction", pág 1: "When we first conternplatedproducing an Oxford Companion to British Culture in theRomantic age, a shrewd consultant dramatized the difficultiesahead by listing sorne of the subjects traversed in a culturalhistory source-book that had been compiled within the perioditself. The Omniana, edited jointly by Robert Southey and S.T.Coleridge in 1812, covered such subjects as Methodist CarnpMeetíngs; Catholic devotion to the Virgin; shíp's narnes;criticism; the Cap of Liberty; circulation of the blood; partypassion; sects in Egypt; Toleration; beer and ale; dancing; theopinions of the Edinburgh Review concerning war; burial­grounds; young prodigies; and the universe".

Dar cuenta de ese largo medio siglo al que alude elnombre de "Romanticismo", y de todo un nuevo modode relaciones sociales, políticas y económicas, dar cuen­ta de un pensamiento virtualmente nuevo, dar cuentade unas formas expresivas renovadas y consideradasdesde puntos de vista en los que se mezcla el pasadocon el presente, dar cuenta de un sistema de pensa­miento y expresión en el que las formas más opuestasencuentran acomodo y justificación, todo ello no es só­lo empresa difícil, es, además, una empresa insuficien­te. La historia literaria ha dedicado, en tiempos recien­tes, posteriores a las conferencias y estudios de IsaiahBerlin sobre el Romanticismo, no poco esfuerzo y ener­gía a hallar las claves de las relaciones entre las artes ylos nuevos modos de organización y control social, en­tre el poder y su capilarización en el tejido social, entrelas diferentes formas expresivas y las necesidades per­sonales o sociales a las que satisfacían, entre los modosde producción y la producción de los diferentes discur­sos sociales, médicos, higiénicos, publicitarios, ideológicos,

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Pero no es sólo que los problemas de la mejor defi­nición del Romanticismo hayan dejado de ser una pre­ocupación acuciante en tiempos más recientes. Porejemplo, cualquier lector que se acerque al libro deIsaiah Berlin Las raíces del Romanticismo, y quiera co­nocer la opinión del autor sobre un representante taneminente de ese movimiento como John Keats, se que­dará, necesariamente, muy sorprendido al comprobarque el nombre de John Keats no se relaciona en la nó­mina de autores citados, mientras que sí aparece, veci­no a esta entrada ausente, el nombre del político turcoAtaturk Kemal. La obvia ambigüedad del título del li­bro, Las raíces del Romanticismo, se transparenta enhechos como el reseñado. Las raíces del Romanticismo,a primera vista, parece que estaban, o deberían haberestado, en la época de la Ilustración, y no se llega a sa­ber muy bien si el libro se consagra al análisis del Ro­manticismo (sus fundamentos ideológicos y estéticos), ala filosofía de la que parte, de la que difiere o reniega(la Ilustración) o al examen de algunas de las conse­cuencias relacionadas con los poderes dormidos a losque despertó el Romanticismo (entre otros, los que re­presenta Ataturk Kemal). Esta ambigüedad acaso puedaimputarse también a las condiciones históricas o socia­les en las que se escribió el libro.

filosóficos, jurídicos o literarios. Las reflexiones deIsaiah Berlin, sin embargo, comunican directamentecon los tiempos de la historia literaria positivista, un ti­po de relato que se sirve de un reducido juego de cate­gorías de la historia literaria.

137ISAIAH BERLIN: IDEAS SOBRE EL ROMANTICISMOT, ..

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(4) Georg LUKÁCS,El asalto a la razón: la trayectoria del irracio­nalismo desde Schelling hasta Hitler, trad. Wenceslao Roces, Bar­celona, Ediciones Grijalbo, 1972. La obra se publicó por prime­ra vez en 1953, pero se empezó, según confesión del autor, durantela Segunda Guerra Mundial (pág. 1).

Unos pocos años antes de que Isaiah Berlin pronun­ciara las conferencias sobre el Romanticismo, se habíapublicado en Alemania un denso estudio del pensador ycrítico literario húngaro Georg Lukács, El asalto a la ra­zón (4). En este libro, el pensador marxista se demorabacon inflexible fruición en analizar todas y cada una delas características de los muchos momentos del irracio­nalismo asociados a diferentes pensadores, historiadores

Es obvio que los problemas que atraen a Isaiah Ber­lín hacia el Romanticismo no son los fenómenos de ladimensión estética de este vasto movimiento, sino losde su dimensión social e histórica, sus antecedentes,pero también la huella de su pensamiento en las cien­cias humanas, sus descendientes ideológicos. Más aún,podría decirse que la dimensión estética del Romanti­cismo, al aplicar lo que se asemeja a un análisis rigu­rosamente marxista, parece en el ensayo de Isaiah Ber­lin secundaria respecto de las condiciones sociales quela crean. El Romanticismo, en este contexto, reúne lascondiciones que el pensamiento marxista asigna a unasuperestructura condicionada por los medios materialesde producción. Otros autores habían buscado en el pa­sado para hallar la razón histórica que hizo posible elnacimiento del fascismo.

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(S) lb íd. , pág. 5. La forma o formas que puede revestir ese im­pulso, Lukács no lo oculta, no flotan tampoco por encima de lapráctica política: "El hecho de que lo que marcha y se muevehacia adelante se conciba como la razón o la sinrazón, el que seafirme o se rechace esto o aquello, constituye cabalmente unmomento esencial y decisivo de la acción de los partidos, de lalucha de clases en filosofía". Ibid.

Otros pensadores más próximos en el tiempo, Dilthey,Simmel Spengler, Scheler, Heidegger, Jaspers, Klages,Jünger, etc., eran vapuleados vigorosamente en el librode Lukács. Algunos, según este autor, fueron represen­tantes del "subjetivismo parasitario", otros lo fueron dela "filosofía de la vida prefascista y fascista". Se trata,como puede verse, de una lista que podría describirsecomo una, más o menos convencional, historia de la fi­losofía reciente.

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[...] La razón misma no es ni puede ser algo que flo­ta por encima del desarrollo social, algo neutral o im­parcial, sino que refleja siempre el carácter racional (oirracional) concreto de una situación social, de una ten­dencia del desarrollo, dándole claridad conceptual y, portanto, impulsándola o entorpeciéndola (5).

o sociólogos de los siglos XIX y xx. Schelling, Schopen­hauer, Kierkegaard y Nietzsche, "fundador del irracio­nalismo del periodo imperialista", eran sometidos a se­veros juicios, casi consejos de guerra, bajo la luz quearrojaba una tan comprometida definición de la razóncomo la siguiente:

139ISAlAR BERLIN: IDEASSOBREEL ROMANTICISMO

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y cuando en el período imperialista, se renovaronlas doctrinas de los filósofos del período clásico (Kant,Fichte, Schelling, Hegel), los pensadores burgueses, concertero instinto de clase, se asimilaron precisamente e

G. Lukács, a través de este vehemente y minuciosorepaso del pensamiento occidental de los siglos XIX yXX, purga precisamente a buen número de pensadoresde las interpretaciones tendenciosas a las que los habíansometido los ideólogos serviles. Su tarea es revisionista:los filósofos del "período clásico" han sido interpreta­dos tendenciosamente por sus comentaristas reacciona­rios, comentaristas al servicio de los intereses de clase:

No es el centro de interés de estas páginas el anali­zar el concepto de razón de Lukács, pero queda claroque, analizado en el terreno de su vida práctica, unconcepto de razón así desarrollado estará siempre enmanos del dirigente o los dirigentes políticos que poseanla autoridad suficiente para determinar qué se entiendepor "desarrollo social", y qué elementos pueden impul­sarlo o entorpecerlo. Las consecuencias prácticas de es­te poder y de esa capacidad son las que conoce cual­quier aficionado al estudio de la historia contemporánea,pero, en cualquier caso, es una verdad incontrovertibleque un dirigente político que no posea ni sienta la ne­cesidad de poseer ningún medio externo a su propiopoder para verificar la corrección de sus ideas podráocasionar, dicho con la mayor corrección política, "en­torpecimientos" irreversibles.

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(6) Ibid., págs. 580-581.(7) 1. BERLIN, The Roots of Romanticism, Princeton, Princeton

University Press, 1999, pág. 145.

Teniéndolo tan a mano, el lector se preguntará, ¿porqué Lukács no extendió su análisis hasta el Romanti­cismo? Todo parecía indicar que el Romanticismo de­bía de ofrecer algunas de las claves que respondieran alas inquietudes que planteaba la verdadera enciclopediade la sinrazón que redactaba. Pero el Romanticismo nose alza sobre el horizonte de las preocupaciones queatraen la mirada del historiador. Esta inquietud, quedebería haber figurado en estas páginas por derechopropio, sin embargo, estaba reservada para el propioIsaiah Berlin, quien, en el segundo capítulo de su obra,"El primer ataque contra la Ilustración", se hace eco delos modos retóricos que había impuesto Lukács en suvaloración de la responsabilidad de los filósofos en elcurso de los acontecimientos políticos. "También el fas­cismo es heredero del Romanticismo" (7), afirma Isaiah

Es obvio que Lukács se presenta a sí mismo, a tra­vés de su ensayo, como el "depurador" inverso o antité­tico, el restaurador que se propone devolver al primerplano de la filosofía sus "fundamentos y tendenciasprogresivos".

hicieron pasar a primer plano sus lados reaccionarios,procurando "depurar" a las viejas filosofías de sus fun­damentos y tendencias progresivas (6).

141ISAlAH BERLlN: IDEAS SOBRE EL ROMANTICISMO

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Hubo personas que, movidas por inquietudes análo­gas, orientaron sus investigaciones hacia lugares muydiferentes. Unos pocos años antes de la aparición dellibro de Lukács y de las conferencias de Isaíah Berlín,en plena II Guerra Mundial, dos exiliados alemanes,

Berlin, cohonestando en buena medida las propuestasde G. Lukács. En cualquier caso, el análisis de IsaiahBerlin sigue muy de cerca lo expuesto por Lukács. Adecir verdad, lo único que hace es extender el análisisunos años más atrás, a la época del Romanticismo, pe­ro, a su vez, no menos arbitrariamente que el críticohúngaro, también él se detiene sin investigar si la Ilus­tración pudiera haber sido el origen de ese fascismoque, en buena medida, condiciona su estudio. Ambospensadores, por lo que parece, se someten a diferentesfidelidades. Lukács no podía hablar del Romanticismosin hablar de la filosofía de Hegel, inspirador directodel pensamiento de Marx, pero sí pudo, en cambio,censurar las perversiones de Schopenhauer. Isaiah Ber­lin, por su parte, no podía hallar nada reprobable enlas doctrinas de Locke, Kant o Hume, fundadores oinspiradores directos de no poco de lo que él mismoconsideraba políticamente respetable, pero nada le im­portaba extender el análisis hasta el Romanticismo,donde no tenía fidelidades que honrar. Ambos pensado­res, sin embargo, siguen un curso común a muchosotros historiadores de las ideas: si el presente es frutodel pasado, ¿dónde o cuándo se desvió la humanidadde los principios fundamentales que, en general, infor­man la acción humana?

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(8) Max HORKHEIMER y Theodor ADORNO, Dialéctica de la Ilus­tración. Fragmentos filosóficos, trad. de Juan José Sánchez, Ma­drid, editorial Trotta, 1994, pág. 53.

(9) Ibíd.

Para Isaiah Berlin, la Ilustración era inocente en lostérminos generales de la responsabilidad que le exigían

Theodor Adorno y Max Horkheimer, dirigían su aten­ción y sus investigaciones a la Ilustración, buscaban enella las responsabilidades históricas de los diferentessistemas de pensamiento. Y se anticipaban a la acusa­ción de G. Lukács en un sentido que hubo de causarun sobresalto a quienes conocían la filiación del pensa­miento marxista. A decir verdad, estos dos pensadores,de una forma que critica tanto los desmanes del nazis­mo, como previene acerca de los posibles desmanes delestalinismo, todavía no conocidos, señalan de formainequívoca el germen autodestructivo de la Ilustración.Parten, ciertamente, de una complementariedad necesa­ria de los conceptos de libertad e Ilustración: "No al­bergamos la menor duda de que la libertad es insepa­rable del pensamiento ilustrado" (8), y, a diferencia deLukács, no se entretienen en dar por buena una razónajena a la fiscalización que de forma obligatoria impo­ne la necesidad de la libertad: "Si la Ilustración no asu­me en sí misma la reflexión sobre este momento regre­sivo, firma su propia condena. En la medida en quedeja a sus enemigos la reflexión sobre el momento des­tructivo del progreso, el pensamiento ciegamente prag­matizado pierde su carácter superador, y por tantotambién su relación con la verdad" (9).

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(10) Así se recoge en 1. BERLIN,The Roots, (1965), págs. 21-22;también en El fuste torcido de la humanidad. Capítulos de histo­ria de las ideas, Barcelona, Ediciones Península, pág. 25, (1988),más adelante en págs. 42-3, (1978), Y aún más adelante, pág.197 (1975); pero también se halla esta misma idea formulada demanera no muy diferente en un trabajo muy anterior: 1. BERLIN,The Age of Enlightenment, Nueva York y Taranta, Mentor Book,1956, págs. 16 y 28; también en otro ensayo, en el que examinalas consecuencias del Romanticismo vuelve a imputar a éste o aalgunos de los románticos la quiebra de esa idea, "La revoluciónromántica: una crisis en la historia del pensamiento moderno",(1960), El sentido de la realidad. Sobre las ideas y su historia,Madrid, Taurus, 1998, págs. 255-256 (sin embargo, en otro lugares a Maquiavelo a quien atribuye esta paternidad, cfr. "La origi­nalidad de Maquiavelo», Contra la comente. Ensayo sobre la his­toria de las ideas, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2000,pág. 138); reaparecen estas ideas en "El divorcio entre las cien­cias y las humanidades", en Contra la corriente. Ensayo sobre lahistoria de las ideas, págs. 144-145; en fin, también aparecen en"Hume y las fuentes del antirracionalismo alemán", en el mismolibro págs. 234-235. Bien se ve, pues, que no se trata de unaidea elaborada de manera fortuita, sino de una de las claves delpensamiento histórico de l. Berlin.

Adorno y Horkheimer. Isaiah Berlin manifiesta, en nopocos escritos, que el ideal candoroso de la Ilustraciónera el de que podían responderse todas las preguntasplanteadas racionalmente, y que las respuestas, necesa­riamente, no podían entrar en colisión entre sí (10). En­tre el fuego cruzado de la crítica de la historia de laideas que fija uno de los orígenes de la perversión delpensamiento político contemporáneo en el irracionalis­mo de origen romántico, y la crítica que señala un se­gundo origen en las insuficiencias del propio racionalis­mo en sus manifestaciones ilustradas, Isaiah Berlin sigueel difícil camino de no prestar atención a las críticas a

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Isaiah Berlin es diferencialmente inexacto. La Ilus­tración es tan buena candidata para ser madrina delhorror inhumano del fascismo y del irracionalismo co­mo pudiera serlo el Romanticismo. No es preciso repa­rar en el "pensamiento ciegamente pragmatizado", nihace falta llegar a la "ética de la responsabilidad" (dela mano de Weber) para convencerse de que un políti­co ha de justificar cosas que tal vez no dé por tan bue­nas en su fuero interno. El enfrentamiento entre elpensamiento racional pragmatizado y los diferentes fue­ros de la ética, según los grupos sociales en los que seencarnen, no ha dejado ni dejará de reproducirse. Entiempos recientes, el debate sobre la clonación humana,por poner un solo ejemplo, y sin entrar en otras conside­raciones, deja con las espadas en alto a quienes deseandesplegar todas las posibilidades de una profilaxis su­perior, y, por otra parte, a quienes invocan creenciasreligiosas, o a quienes temen que el pretexto de la pro­filaxis lleve a gobiernos poco escrupulosos a manipularla herencia genética de los seres humanos para hacer aéstos políticamente más dóciles. He aquí una manifes­tación contemporánea de esa tensión entre praxis y ra­cionalidad de las decisiones. Qué duda cabe de que es­tos fenómenos se hallaban expuestos con todas sus más

la ilustración y, a la vez, el de separar en el Romanti­cismo aquello que todavía en el momento en el que es­cribe sigue siendo valioso de aquello que ha quedadoirremisiblemente contaminado de gérmenes totalitarios.Esto último lo abandona en el pozo de la sinrazón, enese pozo de la barbarie del que salió el fascismo.

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La unidad psicológica y la racionalidad de los dis­cursos sobre el yo, sobre la biografía o autobiografía,

descamadas implicaciones en el libro IV de Los Viajesde Gulliver (1726), y también en el libro lIT de este mis­mo libro hay diferentes apuntes y escorzos en la visitaque hace Gulliver a Laputa y a la Academia de Lagado.La manipulación genética de clases sociales o razas,donde se alegoriza no poco de lo que en la ideologíanazi se toma de la mejora científica de las explotacio­nes agropecuarias, ya está presente en Los viajes deGulliver, una de las primeras críticas de la Ilustración.La medicalización de la disidencia política en forma delocura, la imposibilidad de oponerse a la razón, a me­nos de estar loco, que anuncia los peligros del estalinis­mo, también estaba presente en la república de caba­llos filósofos en la que pensó Swift. La posibilidad dela supresión de razas está presente asimismo en esa re­pública equina y racional. Los Yahoos de este libro IVencajan perfectamente en el nicho que los nazis habíandiseñado para los judíos, incluida la solución final y eleufemismo correspondiente. ¿Qué más puede pedirse?y no fue el pensamiento de Swift poco importante nise ha desvanecido sin dejar descendientes. Las pesadi­llas de Ka fka, aunque revestidas de toda la vehemenciaque suele atribuirse a la imaginación romántica, tienensu alma mater en el mundo reglamentado de la buro­cracia racional, al igual que las románticas protestas deK1eist. No tener en cuenta esto equivale a crear un ene­migo sencillo, cómodo, un enemigo útil para ahuyentartemores quizá más inquietantes.

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(11) Isaiah BERLlN, "Kant como un origen desconocido del na­cionalismo" El sentido de la realidad. Sobre las ideas y su histo­ria, pág. 333.

Isaiah Berlin debió de ser consciente, de forma máso menos intuitiva, de que algo fallaba en su idea de lainocencia de la Ilustración; al menos esa impresión lequeda al lector cuando lee su trabajo "Kant como unorigen desconocido del nacionalismo"; un artículo escri­to a pesar de que, según el propio Isaiah Berlin, "nadaparecería más dispar" (11) que emparejar a Kant con unode los males de la acción política contemporánea.

se deconstruyen minuciosamente en el Tristram Shandy,de Laurence Sterne (1760). A decir verdad, el cajón desastre en que se convierte la autobiografía de TristramShandy se proyecta mediante ecos, resonancias y paro­dias en el índice de Omniana. Tampoco es menos ab­surda o incongruente la biografía de Joseph Andrews(1742), si la intención de Henry Fielding era la de pro­porcionar un proyecto racional para la biografía de lapujante clase media británica, el fondo sobrecogedora­mente grotesco sobre el que se proyecta hace extrema­damente difícil el proyecto racionalista. Lo mismo po­dría decirse de buena parte de las sátiras, desdeMcFlecknoe (1682) hasta The Rape of the Lock (1712),de nuevo la geografía humana exhibe toda clase deobstáculos para adaptarse a un proyecto racional oilustrado de la vida social.

147ISAIAH BERLIN: IDEAS SOBRE EL ROMANTICISMO

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Isaiah Berlin examina dos áreas diferenciadas de laexperiencia romántica. Por una parte, busca entre lospensadores románticos aquellos que, incluso en contrade su voluntad, pudieran representar actitudes que fue­ran aprovechables desde el punto de vista del pensa­miento totalitario; y por otra es el modo de expresiónromántico, sus creaciones literarias y estéticas, el quele mueve a buscar equivalencias entre ese modo y laideología subyacente. Es de esta segunda área de dondevoy a tomar algunos ejemplos que tienen un valor re­presentativo.

Los peligros de la Ilustración no son sólo los de in­currir en un pensamiento "ciegamente pragmatizado",sino también los de desviarse por el extremo opuesto,por el extremo de lo ciegamente abstracto, por la apli­cación mecánica de ideas concebidas en laboratoriossociales que no han tenido en cuenta las posibilidadeshumanas. Desde la pantisocracia de Coleridge a los fa­lansterios de Fourier, hay todo un repertorio de ideascuya matriz alumbra claridades del Siglo de las Luces.En la praxis política y social nazi y estalinista, tambiénen todos sus rebrotes posteriores, guste o no guste, hayelementos que provienen directamente de la Ilustración,del pensamiento ciegamente pragmatizado y del pensa­miento abstracto que manipula seres humanos y socie­dades como si fueran otras tantas incógnitas de extra­vagantes ecuaciones.

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(12) Isaiah BERLIN,"La revolución romántica", El sentido de la rea­lidad. Sobre las ideas y su historia, Madrid, Taurus, 1998, pág. 272.

Sin embargo, en obras como The Beggar's Opera, deJohn Gay (1728), acaso el mayor éxito dramático delsiglo, en pleno fervor ilustrado, ya hay todo un excelen­te anuncio del mito de don Juan y del bandido nobleque tan airoso vuelo iban a levantar durante la ÉpocaVictoriana. El héroe romántico es en la Época Victoria­na cuando se hace popular y se asienta en la imagina­ción colectiva. Testigos de ello son las novelas de lashermanas Bronté, Los piratas, los malditos, los aparta­dos de la sociedad, los aristócratas sombríos, los provo­cadores, todos ellos gozan de sus éxitos en la segundamitad del siglo XIX. El héroe romántico, por el contra-

Este subjetivismo lleva a una inversión de valores:culto a la integridad y a la pureza frente a la eficacia ocapacidad para el descubrimiento y el conocimiento; li­bertad frente a felicidad; conflicto, guerra, autoinmola­ción frente a concesión, ajuste, tolerancia; el genio sal­vaje, el desterrado, el héroe doliente, el Giaour deByron, los Lara, Caín contra la sociedad domesticada,civilizada, respetable o filistea escandalizada por las de­mandas y criterios de los rebeldes (12).

Isaiah Berlin se complace, en no pocas ocasiones,con una imagen convencional del Romanticismo. Tó­mese, por ejemplo, su percepción del subjetivismo apa­sionado de los románticos:

149ISAlAH BERLIN: IDEAS SOBRE EL ROMANTICISMO

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Tómese por ejemplo uno de los mayores éxitos de lanarrativa romántica en lengua inglesa: Caleb Williarns,del teórico político William Godwin, que representauna de las críticas de las instituciones que de ningunamanera eran algo poco común. El público lector pudoadquirir toda una literatura de propaganda política,de crítica social, de los llamados novelistas jacobinos(Robert Bage, Thomas Holcroft, Mary Wollstonecraft,Charlotte Smith, Mary Hays, Mary Robinson). No po­cas de las novelas que escribieron estos autores teníanpor asunto muy principal el plantear y poner remedioa los muchos problemas que tenía la sociedad en laque vivían, no hay en ellas héroes trágicos ni satáni­cos, sino el prosaísmo del análisis social. El público,además, no era el selecto público de la clase media-alta,ni el de los estudiantes universitarios. Si la novela eraun género que leían las clases más humildes, aquellas

rio, ensimismado, en las obras de los poetas propia­mente románticos, es reflexivo y vagabundo, anhelantede naturaleza, nihilista, concentrado en sí mismo, este­tao El don Juan victoriano le da la mano al libertinosetecentista, quien, hastiado de todo, se entregaba a fa­tigosos estudios de moral comparativa, a semejanza delmarqués de Sade. La imagen del héroe romántico co­mo rebelde satánico que ofrece Isaiah Berlín no reflejatoda la verdad. Cuando esa imagen se percibe como ladescribe Isaiah Berlin, ya la literatura inglesa se aden­tra en las tranquilas aguas de la Época de la reina Vic­toria. En tiempos anteriores, ese tipo de heroísmo re­presentaba valores muy diferentes.

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(13) 1. BERLIN, The Roots, pág. 98. "The only works of art, forhim, which have any value at all -and this is a doctrine bywhieh not only Coleridge but other art erities were subsequentlyinflueneed- are those whieh are similar to nature in eonveyingthe pulsations of a not wholly eonseious life".

Junto a esta idea del héroe romántico, que tanto de­be a sus elaboraciones posteriores, Isaiah Berlin poneotra idea que se ha asociado con frecuencia a los mo­dos de creación del poeta romántico. Se trata de laidea de que el poeta romántico es la fuente única de supropia inspiración, que no debe nada a nadie, que sumente trabaja poseída por una agencia natural o sobre­natural que rechaza cualquier mediación racional. Sinduda, los poetas románticos fueron en alguna medidaresponsables de que esto se entendiera así. Pero estodebe interpretarse. Una interpretación, por ejemplo, re­laciona esa forma de creación con las obras popularesdel pasado, con la necesaria democratización de la crea­ción artística. Otra pudiera ser la que indica que el poe­ta debe guiarse por el modelo de la naturaleza misma,no por el modelo de los clásicos griegos y latinos. Se­gún Schelling la naturaleza crea obras de arte. "Lasúnicas obras de arte; para él, que poseen valor -y estadoctrina influyó no sólo en Coleridge, sino en otros críti­cos artísticos- son las que se parecen a la propia natu­raleza en lo de representar las pulsiones de una vida noplenamente consciente" (13) El fruto de una inspiración

novelas que ahora se conocen como góticas, por ejem­plo, estaban todavía un peldaño más abajo en la esti­mación de los cultos.

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-. -.

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(14) Ibid., pág. 99: "elegant, symmetrical and dead".(15) Ibíd.: "conventional. done according to rules".(16) Ibid., pág. 119: "There is no copying, there is no adaptatíon,

there is no learning of the rules. there is no external check, thereis no structure which you must understand and adapt yourselfto befare you can proceed",

Aprendí de él [de James Bowyer, director de la es­cuela a la que asistió Coleridge en su juventud] que lapoesía, incluso la más elevada, y, al parecer, aun la delas más extravagantes odas, tenía una lógica propia, tanrigurosa como la de la ciencia; más difícil, porque esmás sutil, más compleja, y dependiente de más y muyesquivas causas. En los poetas verdaderamente grandes

que se controla con rigor racional, como según IsaiahBerlín ocurría en el siglo xvm, ha de ser "elegante, simé­trico y ha de estar muerto" (14), porque todo es "conven­cional", "todo se hace de acuerdo con reglas" (15). Esto sedice en el capítulo de "El Romanticismo desenfrenado";en sus "Consecuencias duraderas", Isaiah Berlín añadealgo más sobre el modo de creación del romántico: "Nose copia, no se adapta, no hay nada que aprender me­diante reglas, no hay control externo, no hay ningunaestructura a la que haya que adaptarse antes de se­guir" (16). Ya que se menciona el nombre de S.T.Coleridge,sería bueno comprobar hasta qué punto se ajusta suobra creativa a lo previsto por Isaiah Berlin. Citarétan sólo un pasaje, no de los menos conocidos, de laBiographia Literaria:

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(11) S.T. COLERIDGE, Biographia Literaria, 2 vols., edición de J.Shawcross, Oxford,OxfordUniversityPress, 1979, vol. 1, pág. 4:"1 learnt from him, that Poetry, even that of the loftiest and,seemingly, that of the wildest odes, had a logic of its own, assevere as that of science; and more difficult, because moresubtle, more complex, and dependent on more, and morefugitive causes. In the truly great poets, he would say, there is areason assignable, not only for every word, but for the positionof everyword".

Porque la carretera de Xanadu, tal y como la hemosrecorrido, es la carretera del espíritu humano, y la imagi­nación, que viaja a través del caos y lo reduce a orden yclaridad, es el símbolode todas las búsquedasque hacen

No sólo invoca S.T. Coleridge la ayuda de una lógi­ca superior, sino de una topología de la poética. Y nosólo no desdeña las reglas, sino que hace de ellas y dela razón el único camino para llegar a la expresiónpoética. La crítica sobre Coleridge es abundante, perohay, sobre todos los demás, un libro que, consagradoal estudio de lo que puede reducirse a hechos com­probables en su obra creativa, y aunque nada aporteen el terreno de la crítica, revela descubrimientos másque notables en el campo de la inspiración poética, elcampo que llama la atención de Isaiah Berlin, me re­fiero al libro de John Livingston Lowes, The Road loXanadu, del que voy a permitirme citar un párrafo desu último capítulo:

hay una razón imputable no sólo a cada palabra, sino ala posición de cada palabra (17).

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(18) John LIVINGSTON LOWES,The Road to Xanadu. A Study inthe Ways of the lmagination, Londres, Constable, 1951, pág. 433:"For the Road to Xanadu, as we have traced it, is the road ofthe human spirit, and the imagination voyaging through chaosand reducing it to clarity and order is the symbol of all the

J quests which lend glory to our dust. And the goal of the shapingspirit which hovers in the poet's brain is the clarity and order ofpure beau ty".

Quizá ese espíritu resulte ser excesivamente hegelia­no, y tal vez no todos los lectores de Coleridge estén deacuerdo con estas palabras, pero, por diferentes quepudieran ser sus opiniones, nunca llegarán a identifi­carse éstas con el anarquismo creador que describeIsaiah Berlín. He elegido el nombre de S.T. Coleridgeporque lo menciona el propio autor, pero, ¿qué decirde Wordsworth? Un poeta que escribe con la pasióndel experimentalista más adicto a un programa cerradoy minuciosamente detallado. ¿Qué decir de la complejateoría del conocimiento de William Blake? ¿Qué decir,incluso, de Byron? Un poeta en el que lo más byronia­no es su biografía, y cuya relación con la poesía sete­centista es lo más notable de su obra. No se identificabien el problema del Romanticismo respecto de lasconvenciones y reglas si se dice que los poetas román­ticos las rechazaban. Convenciones y reglas, segúnIsaiah Berlin, eran las de los poetas setecentistas, peroningún poeta romántico podría identificarse, sencilla-

gloriosa nuestra pequeñez. Y el objetivo del espíritu queda forma, el que sobrevuela la mente del "poeta", es elde la claridad y el orden de la pura belleza (18).

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(19) The Roots, págs. 136-137: "But Scott was a romantic writer.Why was this? Simply because he liked these forms of life? Thatis not quite enough. The point is that by painting these veryattractive and delightful and hypnotic pictures of these ages he

Pero Scott fue un escritor romántico. ¿Por qué?¿Porque, sencillamente, le gustaban aquellas formas devida? La cuestión es que al pintar aquellos cuadros deaquellos tiempos pasados, tan atractivos, tan deliciosos,hipnóticos, los colocó a la altura de nuestros valores -esdecir los valores de 1810, los de 1820, los valores de laEscocia de sus días, de Inglaterra, Francia, eran los va­lores de principios del siglo XIX-, que, fueran lo quefueran, eran protestantes, prosaicos, industriales, nada. medievales, e hizo competir a éstos con otros que eranbuenos o mejores aún. Esto acabó con el monopolio,destruyó la posibilidad de que cada época se viera a símisma como la mejor, como si fuera un paso hacia otraépoca aún mejor (I9).

En pocos lugares se muestra más claramente que laidea de Isaiah Berlin sobre el Romanticismo se queda enun plano, a veces, puramente expresivo, como en la ob­servación que hace acerca de la prosa de Walter Scott,una observación que nace de la extrañeza asociada alhecho de que Scott se considere un escritor romántico,extrañeza que comparte con otros autores, cuando, a de­cir verdad, sus novelas son el fruto de los desvelos de unerudito reconstructor de relatos del pasado:

mente, con ese rechazo acrítico y poco meditado deconvenciones y reglas.

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placed alongside our vaÍues -by which 1 mean the values of1810, the values of 1820, the values of his own conternporaryScotland, or his own conternporary England or France, whichwere what they were, the values of early nineteenth century-by the side of these values, whatever they may have been,Protestant, unromantic, industrial, at any rate not medieval, heplaced another set of values, equally good if not better, incompetition with them. This shattered the monopoly, shatteredthe possibility that every age is as good as it can be, and isindeed advancing to an even better one",

No es el problema de la definición de progreso loque debía de preocupar al lector de aquella época,1810-1820.Ni la religión cristiana (el Paraíso Terrenal),ni la mitología pagana (la Edad de Oro) son precisa­mente optimistas respecto de las posibilidades de pro­greso de la sociedad humana. Ni siquiera los filósofosfranceses del siglo xvm parece que dediquen muchotiempo a preocuparse por definir el progreso. El éxitode las novelas de Scott no se funda en un conocimien­to alimentado de nostalgias y deseoso de una reversiónutópica imposible. De lo que hablan las novelas deScott es de una sociedad integrada, sin clases socialeso con clases sociales que saben vivir en armonía, unasociedad en la que la justicia es inmediata, es ejempla­rizante, fiscalizable por los administrados; una sociedaden la que el clero y la aristocracia se mezclan con elpueblo; una sociedad en la que la vida es más plena entodos los sentidos; una sociedad preindustrial, de cam­pesinos, comerciantes y artesanos; una sociedad en laque se hace honor a la palabra dada, sin abogados nileyes incomprensibles. Scott se inventó una Edad Me­dia a la altura de los insatisfechos deseos sociales de

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La Revolución Francesa es la bisagra que separa laEra Ilustrada del Romanticismo. Sí es cierto que el Ro­manticismo trajo una revisión del concepto de naciona­lidad, que nada tiene que ver con los nacionalismos to­talitarios del siglo xx, pero no es menos cierto que laDeclaración de los derechos del hombre y del ciudadano(1789) señala en su primer artículo que los hombresnacen iguales y poseen idénticos derechos. Se trata delos hombres franceses, pero no dejará de surtir efectose lea donde se lea. Esa igualdad no puede entendersesi no se concibe como una propiedad universal. De for­ma que el Romanticismo acoge asimismo no poco delo que en el siglo XVIII era investigación sobre la natu­raleza humana, sobre la moral y la ética comparadas.La base de muchos de los esfuerzos que en el siglo XX

se han hecho para hallar instituciones internacionales

SUS lectores, urbanos e industriales, preocupados por silas mejoras que traía el progreso no los alejaban irre­misiblemente de la naturaleza, preocupados por si lacomplejidad de la vida moderna iba a acabar por ma­tar el gusto por la vida. Pero esos deseos insatisfechoseran idénticos o muy parecidos a los que había descu­bierto y definido la enorme cantidad de pensadores so­ciales que pueden proclamarse románticos, e incluyoalgún romántico, en avance sur son temps, como J.J.Rousseau. Una parte muy importante de esas aspiracio­nes que hacen visibles las novelas de Walter Scott esta­ban presentes en las preocupaciones de los pensadoressociales del siglo XVIII.

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Es obvio que la herencia del Romanticismo no escosa que pueda desdeñarse con facilidad. Por señalar lomás obvio habrá que decir que algunas de las categoríasde las que se sirve Isaiah Berlin nacen precisamente

El pensamiento de Isaiah Berlin se dirige, sobre to­do, al nivel más elevado de la sociología política, y des­cansa sobre una base que puede describirse de formasencilla: el Romanticismo, responsable de mucho de loque es bueno y malo en el mundo actual, subvirtió losvalores fundamentales de la Ilustración. El propio índi­ce de su libro Las raíces del Romanticismo muestra, co­mo en una secuencia temporal, los pasos de esta sub­versión: "Búsqueda de una definición", "El primerataque a la Ilustración", "Los verdaderos padres del Ro­manticismo", "Los románticos tranquilos", "El Romanti­cismo desenfrenado", "Consecuencias duraderas". Comose ve, todo un camino de perfección que lleva desde elideal ilustrado de la sociedad perfecta, armónicamenteestablecida en torno a unos fines aceptados por losmiembros racionalmente mejor dotados de la sociedad,hasta una situación en la que estos valores se socavany se sustituyen por otros cuyas consecuencias se tradu­cen en algunos de los peores momentos de la historiapolítica de las naciones en el siglo xx.

que pongan remedio a situaciones de injusticia o pre­vengan males a los que podría conducir el ensimisma­miento nacionalista tiene también su anclaje en el Ro­manticismo.

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(20) The Roots, pág. 1.

,No sólo la historia del pensamiento, sino de la con-

ciencia, de la opinión, de la acción también, de la mo­ral. de la política, es en buena medida una historia delos modelos dominantes. Siempre que se examine unacivilización concreta, se hallará que sus escritos másidiosincrásicos reflejan un modo de vida concreto que

con el Romanticismo. Quizá haya momentos en quelas definiciones de Isaiah Berlin no mantienen ante losojos del lector con la nitidez siempre necesaria distan­cia que debe procurar la autorreflexividad. Póngasepor caso la definición de la naturaleza histórica del fe­nómeno estudiado. No es que sea insuficiente el subra­yar la importancia histórica de un fenómeno social ycultural en términos objetivos mediante la descripciónde una evidencia palmaria: "La importancia del Ro­manticismo es la que lo constituye en el movimientoreciente más amplio que haya transformado la vida yel pensamiento del mundo occidental" (20). La descrip­ción precedente sólo solicita del lector la buena fe quepudiera tener en la sensibilidad o conocimientos delhistoriador para saber manejar con pericia la escalacon la que mide la importancia de los acontecimientossociales y culturales. Pero el Romanticismo puede exa­minarse desde otros puntos de vista, por ejemplo, elque presenta el autor en la página siguiente a la de laanterior afirmación:

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(21) Ibid., pág. 2: "The history not only of thoought, but ofconsciousness, opiruon, action too, of morals, polities,aesthetics, is to a large degree a history of dominat models.Whenever you look at any particular civilization, you will findthat its most characteristic writings and other cultural productsreflect a particular pattern of life which those who areresponsible for these writings -or paint these paintings, orproduce these particular pieces of music- are dominated by".

Quizá los problemas de la definición del Romanti­cismo con los que se enfrenta Isaiah Berlin sean losproblemas con los que inevitablemente debe enfrentarsetodo el mundo; vale decir, si el pensamiento actual escomo es, de forma determinante, gracias al conjunto defenómenos que se asocian al Romanticismo, ¿cómo podrá

Sin embargo, para aceptar Una definición del análi­sis histórico de esta naturaleza habría que haber deja­do dicho en algún punto que semejante requisito epis­temológico proviene directamente del Romanticismo, ysería imposible haberlo presentado de la misma formasi no hubiera habido un cambio en la percepción de lahistoria de la humanidad como el que propició el Ro­manticismo. Al lector no se le hace consciente de quees un romántico quien habla del Romanticismo, y quesu análisis incluye los modos científicos del objetoanalizado.

rigen a quienes son los autores de esos escritos, o dequienes pinten esas pinturas, de quienes creen esasobras musicales (21).

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El Romanticismo quizá no es exactamente lo quepensaba Isaiah Berlín, quizá algunas de las dificultadesque turban a este pensador nazcan del hecho de queno pocas de las categorías de uso cotidiano en muchasesferas del pensamiento social, político y filosófico, yaen el siglo XXI, son categorías que nacen con el Ro­manticismo, y quizá durante demasiado tiempo el nom­bre del Romanticismo se ha asociado en muchas oca­siones a una imagen convencional del poeta o artistaque destruye las reglas y que impone criterios persona­les, subjetivos, como norma de creación. O se ha aso­ciado a la rebeldía contra la idea de universalidad. Nadacuesta creer que todavía no puede saberse muy bienhasta qué punto el Romanticismo ha determinado el cur­so de la historia contemporánea, el pensamiento actual,

verse desde un exterior al que no se puede acceder? Nose trata de la idea de Vico, según la cual sólo puedencomprender los hombres lo que ellos mismos hacen;por el contrario, si la sociedad humana, en algunos co­nocimientos que son totalizadores, la lengua, la histo­ria, la filosofía, no puede analizarse desde un exterior así misma, ¿qué garantías tiene de haber comprendidoeso que analiza? Si el Romanticismo hace posible lacomprensión del sentido de estas palabras, porque fue­ron los pensadores románticos los que advirtieron quelos escritos de una civilización concreta reflejan un mo­do de vida concreto, ¿qué esperanza de certeza podráhaber en definir aquello que comprende a quien hablaen la definición?

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las artes, los modos de vida, pero tiene toda credibili­dad la afirmación de Isaiah Berlin de que, sin duda, esel acontecimiento reciente más importante que hayatransformado el pensamiento y la vida en el mundooccidental.

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Mi admiración hacia Berlin surge en primer lugarpor su forma de escribir. Esto es lo más inmediato.Cualquiera de sus páginas es de una calidad literaria su­perior a lo que estamos acostumbrados en la literaturauniversitaria, en los trabajos de investigación. El escritoacadémico, monótono, monocorde, se priva de muchascosas con su pretensión de cientificidad. La noble tradi­ción del ensayo, más libre, de una estirpe más literaria,es envidiable y puede ser más sabia. El ensayismo deBerlin sigue siendo estimulante.

Para exponer mi experiencia como lector de Berlinme voy a referir a tres aspectos: Berlin como escritor,como lector y como pensador.

Jesús Ignacio Martines; GarciaCatedrático de Filosofía del Derecho, Universidad de Cantabria.

UNA IMPRESIÓN SOBREISAIAH BERLIN

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Los amantes de emociones fuertes echarán de me­nos momentos en los que el lenguaje eche chispas y se

Berlin no busca el preciosismo, el virtuosismo inte­lectual. En esto se distingue de una figura tan admira­ble como G. Steiner que, aunque con otra temática,constituye también una de lacimas del ensayismo con­temporáneo. Steiner tiende. al .culteranismo, a la bús­queda de intensidades. Berlin no acumula erudición, sutexto quiere ser llano, equilibrado, y fluye con naturali­dad. No provoca la torsión expresionista sino que dis­curre en un clasicismo amable y persuasivo.

Su capacidad colorista de evocar situaciones y cap­tar personajes, el tono cálido y la pasión contenida, laironía que asoma a veces detrás de lo que dice y unacierta fragilidad, dan a su escritura un atractivo espe­cial. Nos encontramos con muchos matices, una ampliainformación, un variado juego de registros. Todo ellosin efectismos, sin querer ser deslumbrante, sin retóri­ca. Un estilo templado de quien pasó un tiempo por laexperiencia ascética y purificadera de la filosofía analí­tica. Pero a diferencia de algunos analíticos su escritu-.ra no se sitúa en regiones puramente conceptuales, enel terreno de las frías abstracciones. Tiene detrás de sítodo el espesor de la vida, de la realidad histórica co­nocida directamente o evocada con una imaginaciónpoderosa. Las ideas tienden en él a ser experiencias. Ynada es difuso, impresionista, sino que está tensadocon una constante aspiración al rigor.

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Algo muy llamativo es ver cómo elige a sus interlo­cutores. Con frecuencia son figuras con un componentede rareza e incluso de sinrazón. Vico, Hamann, Herder,De Maistre, Sorel, son algunas de sus obsesiones. Figu-

El novelista se mete en sus personajes, él se meteen sus autores. Parece como si tuviera incluso ciertanecesidad de disfrazarse de otros. Le encanta hablarpor otro y representar su papel. Luego nos deja, se qui­ta el disfraz, y no siempre sabemos lo que está pensan­do. Pero nos quedamos con esas formidables puestasen escena.

En segundo lugar me interesa Berlin como observa­dor y lector de grandes pensadores. Su capacidad deempatia, de hablar desde dentro de otro y de dejarlehablar es envidiable. Es un gran intérprete, en el senti­do en que empleamos esta palabra cuando nos referi­mos a un músico que hace sonar una partitura. Su ha­bilidad para reconstruir voces del pasado y hacer quesigan sonando no puede dejar indiferente a quien se in­teresa por la historia de las ideas.

incendie el sentido. Pero las búsquedas y recorridos pe­ligrosos que nos enfrentan con los límites del lenguajey lo desconocido no están en Berlin. Lo cierto es queen esto alguien tan fascinado como él por romanticis­mo no es romántico. Lo agreste y lo abismático quedetecta José María Lassalle no llegan a configurarse co­mo rasgos de su estilo.

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En estos curiosos y a veces apasionantes recorridosBerlín nos deja implícitamente con la pregunta de porqué· es preciso visitar los lugares peligrosos. No creoque se trate simplemente --como él mismo dijo en unaocasión- de leer a los adversarios para poner a pruebala solidez de nuestras ideas, ni de descubrir errores pa­ra poder rectificarlos. Eso suena demasiado tópico, co­mo si fuera una contestación apresurada y además conun sentido edificante que no esperamos en él.

La atracción que Berlin siente por el romanticismola sitúo también en este contexto. El romanticismo fueuna gran laboratorio en el que afloran otras lógicas yen el que se piensan los límites. Eso que a veces se de­nomina peyorativamente irracionalismo designa tam­bién la emergencia de otras formas de racionalidad queno responden al modelo cartesiano, pero que tienentambién una consistencia. Hay aquí mucho de experi­mento y de aventura, tanto de lo mejor como de lo peor.

ras excéntricas, peligrosas, más o menos fuera del ca­non occidental, que diría Bloom, o francamente exclui­dos del régimen de la verdad, como diría Foucault. Jo­sé María Lassalle ha llamado la atención sobre estapreferencia por las ideas incómodas. Este es un rasgodistintivo de Berlín, a diferencia por ejemplo de otrogran teórico del pensamiento político como Bobbioque, salvo quizá en sus estudios hegelianos, no parecetener la tentación del abismo, de lo otro.

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Por" lo que respecta a Berlin como pensador suspropuestas de fondo abocan a una especie de sentidocomún, o mejor quizá sensatez, y me resulta difícil noestar de acuerdo con lo sustancial. Pero él mismo seha referido a lo aburrido que resulta leer a alguien quetiene ideas parecidas a las nuestras. No es que Berlinresulte precisamente aburrido, pero creo que carece deesa alta tensión, ese voltaje que estimula fuertemente elpensamiento del lector. Tiende a que compartas su mo­do de ver,"o a confirmarte en tus convicciones cuandose da esa coiricidencia a la que me refería, pero no telanza a algo desconocido y excitante, quizá porque ensu teoría no hay mucho terreno para la contradicción,"la paradoja y la aporía, para las manifestaciones delmáximo radicalismo intelectual. Esto suele ser así pormás que haya considerado la filosofía como el plantea­miento de preguntas intrigantes y raras que no encajanen categorías usuales y viables de pensamiento.

No creo que sea fácil responder, pero habría que ol­vidarse de la lógica un tanto policial de la refutaciónde errores. Habría que reivindicar la necesidad y elsentido de la tentación en las geografías del deseo. Ha­bría que darle vueltas a aquello de Osear Wilde de queel único modo de librarse de la tentación es caer enella. José María Lassalle apunta el nombre de Hólder­lin, que sugirió una misteriosa conexión entre el peli­gro y la salvación. Terreno paradójico para el que pro­bablemente el pensamiento de Berlín no tiene unarespuesta conceptual.

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Con todo creo percibir detrás de sus textos un ma­tiz de inconformismo, de errancia, que aflora como elcolor de fondo, la imprimación de un cuadro. Un fon­do, no diré que de abismo, pero sí de inmensidad, dequien ha hecho la experiencia de la estepa rusa o sabedel Dios infinito de los judíos. y algo de insatisfacción,una herida escondida (pues es demasiado elegante co­mo para exhibir sus heridas) más o menos abierta quees un rasgo de humanidad. Berlin no transmite unasensación confortable, de quien cree que ha llegado oestá próximo a la tierra prometida. Por este elementode anhelo, muy sutil, en ocasiones casi imperceptible,le considero más un sentimental que un ingenuo, segúnlas categorías de Schiller a las que se refería en unaocasión.

Aun no siendo propiamente original sí podríamosdecir que es sugestivo. Por aplicarle las conocidas imá­genes a las que él mismo recurre es más el zorro quehusmea que el erizo sistemático. El carácter fragmenta­rio y un tanto disperso de sus consideraciones -mu­chas de las cuales afloran ocasionalmente al hilo detantas lecturas-, su levedad y cautela, su estilo sincontundencia, sin calentura y sin moralina, su transpa­rencia y sus momentos de agudeza, encajan perfecta­mente en ese talante liberal que subraya José MaríaLassalle. Ocurre como si la disposición abierta propiade su liberalismo -yen esto recuerda a Popper- nose compaginara bien con una articulación teórica máscompacta, que podría sofocar la atmósfera permeable yaireada de su mundo intelectual.

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Concluyo con una cita de Goethe en Arte y Antigüe­dad: "En el fondo, sólo aprendemos de aquellos librosque no podemos juzgar. El autor de un libro que pu­diéramos juzgar tendría que aprender de nosotros". Ha­brá que tenerlo en cuenta tanto ante. las espléndidas. lecturas que son los libros de Berlín como en nuestralectura de sus obras. y estoy convencido de que segui­remos leyéndolo, con la emoción de quien espera des­cubrir algo importante.

En definitiva, más que un gran pensador le veo co­mo un gran historiador de las ideas y un cronista. Escierto que en este difícil oficio se le podrá reprochar elmanejo de estereotipos, de grandes etiquetas que songrandes exageraciones y simplificaciones (como román­tico, irracionalista), que un especialista en tal o cualautor tendría reparos en utilizar. Pero su sensibilidadpara lo peculiar y su habilidad como retratista compen­sa sus generalizaciones. Puede parecer también ya anti­cuada su búsqueda de antecedentes y consecuentes, re­flejo de un cierto organicismo, mientras que hoymarcamos más las discontinuidades y las rupturas. Pe­ro no se negará que es un maestro del gran angular,con las renuncias que ello implica, pero también conlos indudables atractivos de esas panorámicas que se­guimos necesitando para poder situarnos intelectual­mente y percibir horizontes.

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(1) Reflexiones sobre la Revolución en Europa, 1991, pág. 91.

Berlin es, en mi opiruon, en el campo de las ideaspolíticas, uno de los pensadores más sugerentes y bri­llantes del siglo xx. Su amor a la libertad, a la justiciatambién y su moderado escepticismo, le sitúa en la me­jor tradición del "liberalismo reformista" por usar unaexpresión de Dahrendorff (1). Inmunes a las tentacionesdel dogma y la utopía, nos dice el propio Dahrendorff,los representantes de esa tradición son hijos de Kant ode Hume (o de Locke antes que él) pero decididamenteno de Hegel o de Rousseau. Tocqueville, Max Webertambién, a pesar de sus primeras correrías en la órbitanacionalista, Keynes y Beveridge, Ortega quizás, Popper

José Manuel RomayEx Ministro de Sanidad y Consumo. Diputado por A Coruña.

PENSADORES QUE DEJAN HUELLA:ISAlAH BERLIN

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Invitado por la Fundación para el Análisis y los Es­tudios Sociales en un seminario sobre Berlin, seleccio­né algunos textos de su obra entre los que a mí mehabían parecido más significativos en el ámbito de supensamiento político para presentarlos como tema dedebate yesos textos son los que ahora ofrezco a loslectores. Debo confesar que fui un lector tardío deBerlin pero también de sus ideas, su estilo, su talante,me cautivaron desde que a comienzo de los años no­venta leí uno de sus espléndidos ensayos: El fuste tor­cido de la humanidad. A continuación resumo la apor­tación berliniana sobre cuestiones de tanto interés yactualidad como el nacionalismo, el pluralismo y su di­ferencia con el relativismo, el historicismo no determi­nista, para concluir con su lúcido análisis del "juiciopolítico" y su inteligente y generosa valoración deMarx. Evidentemente, el resumen que ofrezco se quedamuy corto en relación con la entidad de los temas, peropor mi parte, me daría por satisfecho si las escuetasreferencias que ofrezco al lector le sirvieran de estímu­lo para el debate y para la profundización en el pensa­miento berliniano.

y Norberto Bobbio, Havel, Gellner y Dahrendorff, yahora John Gray o, entre otros, Víctor Pérez-Díaz, tie­nen también un lugar en esa galería. Todos son apasio­nados defensores de la sociedad abierta y al mismotiempo reformadores comprometidos.

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El pensamiento de Herder, añade Berlin, está domi­nado por su convencimiento de que entre las necesida­des básicas de los hombres figura la de pertenecer a ungrupo, una necesidad tan elemental como la de alimen­to o de procreación o de comunicación. De ahí la cru­zada implacable de Herder contra el universalismofrancés, y su concepción y glorificación de culturas in­dividuales (hindú, china, nórdica, hebrea) y su odio alos grandes uniformadores, César y Carlomagno, los ro­manos, los caballeros cristianos, los misioneros y edifi­cadores del Imperio británico, que eliminaban culturasnativas y las sustituían por la propia, histórica, y espi­ritualmente por tanto, extranjera y opresiva de sus víc­timas. Bajo la influencia de las invasiones francesas, larevolucionaria y la napoleónica, la autonomía culturalo espiritual, por la que en principio había abogado

El nacionalismo, nos dice Berlin, surge al parecer alfinal de la Edad Media en Occidente, especialmente enFrancia, en forma de defensa de costumbres y privile­gios de localidades, regiones, corporaciones y, por su­puesto, Estados, y luego de la propia nación, frente ala invasión de un poder exterior (el derecho romano ola autoridad del Papa) o contra formas de universalis­mo relacionadas con el derecho natural y otras preten­siones de autoridad supranacional. Su aparición comouna doctrina coherente quizás pueda situarse y fechar­se en el último tercio del siglo XVIII en Alemania, másconcretamente en los conceptos de Volkgeist y National­geist, en los escritos de un poeta y filósofo de enormeinfluencia, Johan Gottfried Herder.

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Pero Berlin no solo analiza lúcidamente los orígenesdel fenómeno nacionalista sino que explica muy bien

El nacionalismo contemporáneo raras veces llega,señala Berlin, en su forma pura y romántica como lohizo en Italia o Polonia o Hungría a principios del si­glo XIX, pero está mucho más íntimamente vinculado aagravios sociales y religiosos y económicos. Para losgrupos étnicos que se sienten humillados u oprimidos,para los que el nacionalismo representa erguir la espal­da doblada, recuperar una libertad que quizá nuncahan tenido (es todo cuestión de ideas en las cabezas delos hombres), venganza por su humanidad ofendida.Ese ansia de reconocimiento, el deseo de Anerkennungque Hegel analizó tan memorable mente; es la carenciade esto, más que ninguna otra causa, lo que parececonducir a excesos nacionalistas.

La ascensión del nacionalismo es, sin embargo hoy,en opinión de Berlin, un fenómeno entre poblacionesminoritarias de las regiones más viejas. ¿Quién habríapredicho en el siglo XIX la aparición de un nacionalis­mo agudo en Canadá y Pakistán (en realidad, hasta laposibilidad misma del propio Pakistán habría sido reci­bida con considerable escepticismo hace cien años en­tre los dirigentes nacionalistas hindúes), o en Gales oen Bretaña o en Escocia o en el País Vasco?

Herder, se convirtió en una autoafirmación nacionalistaagria y agresiva.

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(2) El fuste torcido de la humanidad, 1992, págs. 227-229, 234-236, 339-342 -Isaiah Berlin, 1996. págs. 132-133. 136-138.

por qué deben rechazarse los modernos nacionalismoscerrados y excluyentes cuyo aspecto brutal y destructor,nos dice, no necesita ser subrayado en un mundo des­trozado por sus excesos. Y es que lo esencial para elbienestar humano, según Berlin, no es la participaciónen alguna entidad política, como pueda ser el estadonación, sino la participación en una "individualidad co­lectiva", en una forma común de vida cultural con supropia historia, sus hábitos y artes, sus modalidadespeculiares y distintivas de conducirse. Tales formas devida cultural común no pueden siempre identificarse yaislarse con facilidad. Todos nosotros, nos advierte Ber­lin -al menos todos los que pertenecemos a una cultu­ra moderna y vivimos en una sociedad modema- te­nemos lealtades plurales, pertenecemos a comunidadesdiversas y sabemos lo que es asumir roles en conflicto.La pluralidad y el conflicto son elementos integrantesde nuestras identidades. Estas son las razones por lasque Berlin no comparte la doctrina del nacionalismointegral. Muchas personas son depositarias de un lega­do plural, hecho éste que hace discriminadora y peli­grosa la idea de que somos o deberíamos ser miembrosde una entidad política única, independiente de que laformulen reaccionarios o comunitaristas de izquierda.Por eso Berlin, afirma con rotundidad John Gray, noha compartido jamás esta doctrina radical y reacciona­ria del nacionalismo (2).

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(3) El fuste torcido de la humanidad, 1992, págs. 190 y ss.

El universo, nos dice, no es un rompecabezas, cuyasfragmentos pretendemos ordenar, convencidos de queexiste un orden, y sólo uno, de acuerdo con el cual de­ben encajar todos. Nos enfrentamos a valores en con­flicto; el dogma de que deben conciliarse de algún mo­do, en algún lugar, es una mera esperanza piadosa; laexperiencia demuestra que es falso. Tenemos que elegiry al elegir una cosa perdemos otra, tal vez irremisible­mente. Si elegimos la libertad individual, ello puedeexigir sacrificar cierta forma de organización que po­dría haber proporcionado una mayor eficacia. Si elegi­mos la justicia, podemos vernos obligados a sacrificarla misericordia. Si elegimos conocimientos podemos sa­crificar la inocencia y la felicidad. Si elegimos demo­cracia, podemos sacrificar una fuerza que nace de lamilitarización o de jerarquías obedientes. Si elegimosigualdad, hemos de sacrificar cierto grado de libertadindividual. Si elegimos luchar por defender nuestra vi­da, podemos sacrificar diversos valores civilizados, mu­chos de los cuales nos ha costado un gran esfuerzocrear. Sin embargo, la gloria y la dignidad del hombrese basan en el hecho de que es él el que elige, y no eli­gen por él, de que puede ser su propio amo.

También en El fuste torcido de la humanidad desa­rrolla Berlín con claridad y convicción sus ideas acercade uno de los elementos más característicos de la mo­dernidad: el pluralismo (3).

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(4) Contra corriente, La originalidad de Maquiavelo, 1992, págs.84 y ss.

Los orígenes del pluralismo los encuentra Berlin enMaquiavelo. Es en un ensayo precioso, La originalidadde Maquiavelo, en el que Berlin nos descubre que enrealidad la quiebra del "monismo", en el mundo mo­demo tiene sus orígenes en Maquiavelo, en su idea deque existen cuando menos dos grupos de virtudes -lla­mémoslas las cristianas y las paganas- que son incom­patibles. Maquiavelo fue el primero que cuestionó laidea del mundo y de la sociedad como estructura úni­ca, armónica, monística, que había sido característicade la civilización occidental. Esa fue la daga -en ex­presión de Meinecke- hendida por Maquiavelo en laconcepción del mundo vigente hasta él (4). Si sólo hayuna solución para el enigma, nos dice Berlin, si sólohay una respuesta verdadera para cada pregunta, en­tonces el único problema es primeramente cómo en­contrarla, luego cómo llevarla a cabo y luego cómoconvertir a los otros a la solución, por la persuasión opor la fuerza. Pero si esto no es así (Maquiavelo con­trasta dos formas de vida, pero podría haber y, salvopara monistas fanáticos, hay obviamente más de dos),luego la senda se abre al empirismo, al pluralismo, latolerancia, el arreglo. La tolerancias es históricamenteel producto de la comprensión de la irreconciabilidadde fes igualmente dogmáticas, y de la improbabilidadpráctica de la total victoria de una sobre otra. Los quedesearon sobrevivir se dieron cuenta que tenían que to­lerar el error. Gradualmente vinieron a ver méritos en

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(5) Isaiah Berlin: La mirada despierta de la Historia, 1999, pág. 365.

Cosa distinta del pluralismo es el relativismo. Éstepara Berlin es una doctrina según la cual el juicio deun hombre o un grupo, dado que es expresión o afir­mación de un gusto, o una actitud emotiva o un puntode vista, es sólo lo que es, sin ninguna correspondenciaobjetiva que determine su veracidad o falsedad. A mime gusta una montaña, a ti no; a mi me encanta laHistoria, a él le parece un camelo: todo depende delpunto de vista de cada uno (5).

Pero una cosa es aceptar algo en la práctica, y otraes justificarlo racionalmente. Los "escandalosos" escri­tos de Maquiavelo iniciaron este último proceso. Estefue el viraje decisivo y sus consecuencias intelectuales,absolutamente no deseadas por su originador, fueron,por una afortunada ironía de la historia (que algunosllaman su dialéctica), las bases del mismo liberalismoque Maquiavelo hubiera seguramente condenado comodébil y falto de carácter, falto de una resuelta persecu­ción del poder, del esplendor, de organización, de vir­tud, de poder para disciplinar hombres ingobernablescontra enormes fuerzas dentro de un todo enérgico.Sin embargo, él es, a despecho de él mismo, uno delos hacedores del pluralismo, y de su -para él- peli­grosa aceptación de la tolerancia.

la diversidad y así se convirtieron en escépticos acercade las soluciones definitivas en los asuntos humanos.

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(61 El fuste torcido de la humanidad, 1992, pág. 190 Y ss.(71 Conceptos y categorías, 1983, págs. 226-227 -Isaiah Berlin,

1996, págs. 112, 116-117 Y 125.

Berlin es también, en el mejor sentido del término,un historicista (7). La mayoría de los bienes (y males)humanos se conciben, nos dice Berlin, como creacioneshistóricas y las identidades humanas son vistas comoexpresiones de formas culturales específicas, a su vez

El pluralismo de Berlin no significa la renuncia auna cierta "ética universal". Hay a juicio de Berlin,ciertas propiedades morales que también forman parteprofunda de lo que concebimos como naturaleza huma­na. Han sido aceptadas por la mayoría de los hombresdurante, por lo menos, la mayor parte de la historia es­crita; esos principios no pueden abolirse; no conocemosningún tribunal, ninguna autoridad, que pudiese, a tra­vés de algún procedimiento reconocido, permitir a loshombres prestar falso testimonio o torturar libremente,o asesinar a otros hombres por placer. Se trata de unaespecie de retomo a la idea antigua del derecho natu­ral pero, para algunos de nosotros, con un ropaje em­pírico, no ya necesariamente basado en fundamentosteológicos o metafísicos. Equivale a decir que no pode­mos evitar aceptar esos principios básicos porque so­mos humanos. Como estos principios son básicos, yhan sido reconocidos durante mucho tiempo de un mo­do generalizado, tendemos a considerarlos normas éti­cas universales (6).

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Berlín, con su visión historicista, se pronuncia asíen contra de uno de los dogmas centrales de la visiónteleológica de la historia, especialmente en sus varian­tes asociadas a la Ilustración: la expectativa de unaeventual convergencia de los pueblos en una civilizaciónuniversal. Ésta es una expectativa de lo que podríamos

Una de las dificultades a que se enfrentan los his­toriadores, y que no alcanza a los científicos de la na­turaleza, es, nos enseña Berlín, la de reconstruir loque ocurrió en el pasado en términos, no sólo denuestros propios conceptos y categorías, sino tambiéndel aspecto que dichos acontecimientos deben habertenido para quienes participaron en ellos, o para quie­nes se vieron afectados por los mismos. Los químicosy los físicos no están obligados a averiguar los estadosmentales de Lavoisier ni de Boyle. Pero es tarea inelu­dible del historiador, preguntarse qué debió parecerlesla situación a los griegos o a los romanos, a Alejandroo a Julio César, y sobre todo, a Tucídides, a Tácito oa los cronistas medievales anónimos, o a los ingleseso a los alemanes en el siglo XVI, o a los franceses en1789 o a los rusos en 1917, o a Lutero, o a Cromwell,o a Robespierre, o el Lenin.

creaciones históricas. Berlin asume la orientación de lavisión viquiana del origen y naturaleza de la autoidenti­dad humana como una forma de autocreación y su ce­lebración de la diferencia cultural como expresiva de loque es más esencial y universal en la especie humana.

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(8) El sentido de la realidad, 1996, págs. 79, 80, 85 y 89.

No menos interés tienen las observaciones de Berlinsobre el "juicio político" (8). ¿Qué significa tener buenjuicio en política? ¿Qué es ser políticamente sabio, oestar políticamente dotado, ser un genio político, o in­cluso no ser más que políticamente competente, sabercómo lograr que se hagan las cosas? Los que no lo sondecimos que no entienden el tiempo en el que viven oque se oponen a algo llamado "la lógica de los hechos",o que están "tratando de retrasar el reloj", o que "lahistoria está contra ellos" o que son ignorantes o inca­paces de aprender. ¿Pero cuál es este conocimiento?¿Son conocimientos sobre una ciencia? ¿Hay realmenteleyes que descubrir, reglas que aprender? ¿Puede ense­ñarse a los gobernantes algo llamado ciencia política-la ciencia de las relaciones de los seres humanos en­tre sí y con su entorno-, que consista como otrasciencias, en sistemas de hipótesis verificados, organiza­dos en leyes, que permitan, mediante el empleo de másexperimentos y observación, descubrir otros hechos yverificar nuevas hipótesis?

llamar la evanescencia del particularismo, doctrina a laque se adscribe Marx, como un pensador paradigmáti­co de la Ilustración, al menos en las formas que lo ha­cen políticamente relevante y constituyen ocasión parael surgimiento de las divisiones sociales.

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La cualidad que intento describir es esa compren­sión especial de la vida pública (o, a este respecto, tam­bién vida privada) que demuestran los gobernantes exi­tosos, ya sean perversos o virtuosos, aquello que teníanBismarck (seguramente un ejemplo sobresaliente, en elsiglo XIX, de político dotado de un juicio político consi­derable) o TayIlerand o Frankin Roosevelt, o tambiénhombres como Cavour o Disraeli, Gladstone o Atatürk,

Si estoy conduciendo un coche con una prisa deses­perada y llego a un puente de aspecto tambaleante, ydebo decidir si soportará mi peso, un conocimiento delos principios de ingeniería sería, sin duda, útil. En elámbito de la acción política, las leyes son mucho másremotas y escasas: las habilidades lo son todo. Lo quehace que los gobernantes, como los conductores de co­che, tengan éxito es que no piensan en términos gene­rales, esto es, no se preguntan primordialmente a símismos en qué aspecto se parece o no una situacióndeterminada a otras situaciones durante el largo cursode la historia (que es lo que los sociólogos históricos, olos teólogos bajo cobertura histórica, como Vicoo Toynbee,acostumbran a hacer). Su mérito es que captan la com­binación única de características que constituyen unasituación particular: esa y no otra. Lo que supone queson capaces de hacer es comprender el carácter de undeterminado individuo, de un singular estado de cosas,de una singular atmósfera, de una particular combina­ción de factores económicos, políticos y personales; yno creemos con facilidad que esta capacidad pueda serverdaderamente enseñada.

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y termino ya con unos párrafos memorables de laespléndida biografía de Marx que publicó Berlín en unya lejano 1963. Nadie más generosamente que Berlín,desde el pensamiento liberal, ha valorado la aportaciónde Marx al campo de las ideas y de las realidades polí­ticas y sociales; y nadie con más acierto que Berlin,

¿Qué es lo que el emperador Augusto o Bismarcksabían y el emperador Claudio o José II no sabían?Muy probablemente, el emperador José era intelectual­mente más notable y bastante más culto que Bismarck,y puede que Claudio supiera muchas más cosas queAugusto. Pero Bismarck (o Augusto) tenían la capaci­dad de integrar o sintetizar los vestigios y fragmentosefímeros, sueltos, infinitamente variados, que integranla vida en cualquier nivel, al igual que todo ser huma­no, hasta cierto punto, debe integrarlos (si quiere sim­plemente sobrevivir) sin detenerse a analizar cómo ha­ce lo que hace, y si hay una justificación teórica parasu actividad. Todo el mundo tiene que hacerlo, peroBismarck lo hizo en mucha mayor extensión, frente aun horizonte más amplio de cursos posibles de acción,con un poder mucho mayor, hasta el punto, de hecho,que es descrito con bastante justeza, como genial.

en común con los grandes novelistas psicológicos, algode lo que carecen llamativamente hombres de talentomás puramente teórico como Newton, Einstein, Russello, incluso, Freud. Esto es cierto incluso de Lenin, a pe­sar de la gran cantidad de teoría que manejaba.

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"Por la agudeza y claridad con que formula sus pro­blemas, "nos dice Berlín de Marx", por el rigor del mé­todo mediante el cual propone buscar soluciones, porla combinación de atención por el detalle y poder devasta generalización comprensiva, esta teoría, el mar­xismo, no tiene paralelos. Aun cuando todas sus con­clusiones específicas se revelaran falsas, no tendría parsu importancia por haber creado una actitud entera­mente nueva ante los problemas históricos y sociales, yhaber abierto así nuevas avenidas al conocimiento hu­mano. El estudio científico de las relaciones económi­Ocasen su evolución histórica, así como de su relacióncon otros aspectos de la vida de las comunidades e in­dividuos, comenzó con la aplicación de los cánonesmarxistas de interpretación. Anteriores pensadores-por ejemplo, Vico, Hegel, Saint-Simon- trazaron es­quemas generales, pero sus resultados directos, encar­nados, por ejemplo, en los sistemas gigantescos deComte o Spencer, son a la vez demasiado abstractos ydemasiado vagos y se los recuerda en nuestro tiempotan poco como merecen recordarse. El verdadero padrede la historia económica moderna y, ciertamente, de lamoderna sociología, es, en la medida en que cualquierhombre pueda a aspirar a ese título, Karl Marx. Si elhaber convertido en verdades trilladas lo que antes ha­bían sido paradojas es un signo de genio, Marx estabaricamente dotado de él. Sus realizaciones en esta esfera

historiador de las ideas al fin, ha señalado el error deMarx al negar el papel de las ideas en el devenir histó­rico.

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(9) Karl Marx, 1988, págs. 166 y 176.

Sólo me resta felicitar a la Fundación para el Análi­sis y los Estudios Sociales por propiciar un encuentrosobre Berlin, a José María Lassalle por su sugerentesíntesis del pensamiento berliniano que sirvió de puntode partida al debate y a todos los participantes por susaportaciones. La publicación de este texto merece pormi parte una gratitud añadida. A los lectores les reiteromi invitación más sentida a profundizar en el conoci­miento de Isaiah Berlin. Si lo hacen atendiendo mi in­vitación estoy seguro de que me lo agradecerán.

Sin embargo, nos advierte también Berlin, "Marxerigió el sistema para refutar la proposición de que lasideas determinan decisivamente el curso de la historia,pero la misma extensión de su influencia sobre losasuntos humanos debilitó la fuerza de sus tesis. Pues alalterar la opinión hasta entonces dominante de la rela­ción del individuo con su contorno y con sus semejan­tes, alteró palpablemente esa misma relación" (9).

son necesariamente ignoradas en la medida en que lasconsecuencias de éstas han venido a formar parte delpermanente telón de fondo del pensamiento civilizado".

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No puedo hablar de Isaiah Berlin sin empezar reco­nociendo la fascinación que ejerce en mí, lo que, porotra parte, no es algo singular sino que es compartidopor muchas otras personas. De hecho, en el seminario-Isaiah Berlin: una reflexión liberal sobre el "otro"­coordinado por José María Lassalle hemos tenido oca­sión de comprobar y poner en común la seducciónque, bien desde la discrepancia o bien desde la rendi­ción casi incondicional, Berlin ejerce sobre unos yotros. Su obra, como dice Mario Vargas Llosa, es unade las más ricas e incitadoras desde el punto de vistapolítico e intelectual, lo que unido a su estilo: ágil, es­pontáneo, fresco, sencillo y directo, convierte la lecturade Berlin en un auténtico placer.

Ana TormeDiputada por Valladolid.

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Considero sumamente interesantes las aportacionesde Isaiah Berlin sobre la actividad política porque si yade por sí resultan muy sugerentes los planteamientosde su liberalismo pluralista, adquieren un mayor valorcomo consecuencia de su propia experiencia en el ejer-

Siguiendo la dialéctica berliniana en los términos dela dualidad libertad positiva-libertad negativa, haré dosconsideraciones. La primera de ellas, en mi condiciónactual de diputada nacional, vendría a ser una especiede reflexión acerca del liberalismo pluralista de Berliny su influjo beneficioso en el ejercicio diario de la acti­vidad política. Con la segunda, más que un aspecto ne­gativo, pretendo plantear una reacción de sorpresa antelo que yo considero una carencia: la ausencia de undiscurso específico sobre la mujer en quien, a lo largode toda su trayectoria intelectual, muestra una volun­tad tan clara de dejarse seducir por "el otro", de acer­carse a sus problemas y anhelos. Echo en falta enquien afirma que "descuidar al otro es unerror", unareflexión sobre "ese otro" que es la mujer.

Al escribir estas notas pretendo tan sólo reflejar mis"Impresiones Personales" tras la lectura de alguno delos ensayos de Berlin así como del texto de José MaríaLassalle sobre este pensador; texto que, por cierto, de­nota la empatía de Lassalle con Berlin, además de invi­tar, con su brillante planteamiento, a la reflexión y aldiálogo entorno al pensamiento de este "aventurero in­telectual" .

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Para quien ejerce la actividad política, en mi caso laparlamentaria, creo que es muy recomendable tenerpresente a Berlin. Compartiendo con él que los conflic-

CIClO práctico de la política. y así, como señala JoséMaría Lassalle, a diferencia de otros hombres de ideasque se mueven exclusivamente en el mundo del pensa­miento abstracto, Berlin no se dedica a hacer pausadasy meditadas disquisiciones teóricas alejadas de la reali­dad, sino que interpreta y da respuestas prácticas alquehacer político. La constatación del dinamismo de laacción política, de la inmediatez con que ha de darserespuesta a las distintas cuestiones que en el día a díase plantean, junto a su concepción pluralista de la so­ciedad, le llevan a reivindicar la negociación, el diálogocon los demás y el establecimiento de compromisos pa­ra solucionar los inevitables conflictos. Partiendo deque no existe una sociedad perfecta que dé respuestasdefinitivas e indiscutibles a las aspiraciones humanassino que, al contrario, en una sociedad plural surgencontinuamente conflictos porque hay múltiples intere­ses en juego, intereses legítimos, defendibles pero queno siempre son fáciles de armonizar ya que muchas ve­ces son contrapuestos, se desemboca en la necesidadde alcanzar compromisos, de establecer soluciones pac­tadas. Como toda elección política seria implica unapérdida, en ocasiones, un auténtico sacrificio de finesdeseables, las decisiones han de ser tomadas mediantela negociación y el acercamiento a los otros para, así,evitar las peores soluciones, actuando de acuerdo a loque Berlín denomina "buen ojo político".

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Por todo ello, como miembro de un partido de cen­tro-liberal que defiende el diálogo y la búsqueda deacuerdos, no sólo como instrumentos políticos sino yfundamentalmente como un talante que define nuestraactuación y que pese a unos amplios márgenes de fle­xibilidad y apertura, no renuncia a la defensa de cier­tos principios y valores que constituyen un mínimo in­negociable, me identifico con el liberalismo pluralistade Berlin.

tos son inevitables, que no existen soluciones perfectaspara los mismos y que nadie detenta el monopolio dela verdad -ningún grupo político tampoco- se llega ala conclusión de que son imprescindibles el diálogo yel acercamiento a los demás para conocer sus aspira­ciones y, por tanto, la negociación para alcanzar com­promisos. Pero, a veces, en el curso de una negociación,en la búsqueda del "ansiado" consenso, podemos olvidarque no todo es negociable. Por ello, la apelación quehace Berlin a esos mínimos que son innegociables meparece fundamental. Creo, y por eso me reconforta leera Berlin, que el ejercicio de la política exige ampliosmárgenes de flexibilidad, un talante abierto para, sindelimitar a priori horizontes cerrados, acercarse y dialo­gar con tilos otros", adecuadas dosis de modestia paraser capaces de poner en duda los propios planteamien­tos y aceptar y rectificar errores pero, a la vez, firmezay valentía para defender, aunque sea en soledad, esosmínimos innegociables.

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Por otra parte, la preocupación intelectual por la li­bertad constituye uno de los ejes fundamentales del

Así vemos que en la evolución de su pensamiento,hacia planteamientos pluralistas tiene una gran influen­cia el estudio del movimiento romántico. Precisamenteen el Romanticismo la mujer adquiere una relevanciaen la literatura que hasta entonces no había tenido,bien como protagonista de obras escritas por hombres(Madame Bovary), bien adquiriendo por sí mismas pro­tagonismo creativo, más o menos traumático (GeorgeSand, Camille Claudel, Madame de Staél, las hermanasBronté), Es curioso que Berlín que dedica su interesan­te ensayo Las raíces del romanticismo al estudio de estemovimiento, no hable de la mujer, a pesar de que algu­na jugara un papel destacado en su consolidación.

Al plantear la segunda consideración, en la que nose oculta una ligera desilusión dentro de esa fascina­ción inicialmente reconocida, se me podría alegar quesu trayectoria es de una gran coherencia, como se ponetan claramente de manifiesto en su último ensayo Miandadura intelectual (1996), que no se echa en falta unestudio sobre la mujer, que no tiene por qué hacer undiscurso "feminista". Y en principio, podría estar deacuerdo en que no todo historiador de las ideas, filóso­fo, político o intelectual haya de construir necesaria­mente un discurso específico sobre la mujer pero haycircunstancias en la propia biografía de Berlin que ha­cen que este olvido sea sorprendente.

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Coincido con Dámaso López cuando destaca la ex­traordinaria densidad dramática con que Berlin descri­be sus reuniones con los escritores rusos Boris Paster-

y si en su obra Las olas Virginia Woolf afirma queno hay antídoto contra la conmoción de los encuentros,podemos afirmar que para Berlin, su encuentro con Aj­mátova, supuso una auténtica conmoción, hasta el pun­to de calificarlo en una carta como la cosa más emocio­nante que le había ocurrido y el acontecimiento másimportante de su vida. A partir de entonces, como des­taca Ignatieff, no cesará en la defensa a ultranza del li­beralismo occidental y de las libertades políticas, proba­blemente influenciado por las ataduras a que quedabasometida Ajmátova dada aquella falta de libertad.

pensamiento de Berlin. En Dos conceptos de libertaddistingue entre dos nociones de libertad, la negativa yla positiva. Y si Berlin estudia el alcance de ambas endistintos momentos históricos o bajo distintos regíme­nes políticos, no se le puede escapar la distinta situa­ción de la mujer en el ejercicio de su libertad, la exis­tencia de determinados obstáculos y límites al desarrollovital de la mujer, precisamente por su condición demujer. No nos tenemos que remontar al Romanticismo,sino que Isaiah Berlin fue testigo de la discriminaciónsufrida por las mujeres de su época, de sus reivindica­ciones sociales y políticas, llegando a conocer a muje­res verdaderamente singulares e impactantes como Vir­ginia Woolf o Anna Ajmátova.

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Creo que si acabara así mis consideraciones dicien­do que Berlin olvida a la mujer, como ese "otro" quetiene sus propios problemas, dificultades, anhelos y

No obstante, a pesar de que este encuentro conmue­ve profundamente a Berlin tampoco le lleva a una re­flexión específica sobre ese "otro" que es la mujer aúncuando, hablando de ella muchos años después, afirmaque "el relato de la tragedia de su vida, sin paliativos,llegó mucho más allá de lo que nadie me hubiese reve­lado por escrito; el recuerdo de todo ello sigue siendovivo y penoso para mí".

nak y Anna Ajmátova en "Impresiones personales". Através de ellos, fundamentalmente de Ajmátova, Berlindescubre la verdadera realidad de la Unión Soviética, eldolor y la represión que sufren hombres y mujeres so­metidos al totalitarismo. Con su obra, devuelven alpueblo ruso la voz que le niega el régimen soviético,denunciando la opresión, asfixia, silencio y miedo quesufre ante la falta de libertad y el terror imperante.Berlin, a través de estos encuentros, percibe la "verdad"oculta tras la propaganda del régimen. Siente esa im­presión con mayor intensidad en el caso de Anna Aj­mátova, ahogada no sólo como poeta, sino como mujery como madre. y así vemos que precisamente sus sen­timientos de madre son utilizados por el poder políticopara hacerle chantaje y conseguir sobre la Anna Ajmá­tova madre lo que no podían conseguir sobre la AnnaAjmátova poeta o ciudadana soviética.

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III

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frustraciones, estaría siendo injusta con él. Quizás nosea correcto hablar de olvido o de carencia y deba aquírecordar la concepción pluralista berliniana de la natu­raleza del hombre, su idea de que el ser humano es unser creativo que elige sus propias metas, sabiendo quecualquier elección implica siempre una pérdida. Berlinelige sus metas, sus ejes de pensamiento y emprendeuna andadura de una firmeza y coherencia extraordina­rias. Por ello, a pesar de esta ausencia, considero queBerlin constituye un referente de primer orden en elpanorama intelectual del siglo xx.

194ISAIAH BERUN: UNA REFLEXIÓN UBERAL SOBRE EL ·OTRO·

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PAPELES DE LA FUNDACIÓNNU1 La financiación de los partidos políticos

-Pilar del Castillo-W 2 La reforma del Impuesto sobre Sociedades

-Francisco Utrera-NU3 La conclusión de la Ronda Uruguay del GAIT

-Aldo Olcese-NU4 Efectos del control de los arrendamientos urbanos

-Joaquín Trigo-Na 5 Una política de realismo para la competitividad

-Juan Hoyos, Juan V!llalonga-W 6 Costes de transacción y Fe Pública Notarial

-Rodrigo Tena-W 7 Los grupos de interés en España

-Joaquín M. Molins-NU8 Una política industrial para España

-Joaquín Trigo-NU9 La financiación del deporte profesional

-Pedro Antonio Martín, José Luis González Quirós-Nll 10 Democracia y pobreza

-Alejandro Muñoz-Alonso-NU11 El planeamiento urbanístico y la Sociedad del Bienestar

-Manuel Ayllón-Na 12 Estado, Libertad y Responsabilidad

-Michael Portillo-Na 13 España y la Unión Monetaria Europea

-Pedro Schwartz, Aldo Olcese-Na 14 El gasto público y la protección de la familia en España:

un análisis económico-Francisco Cabrillo-

W 15 Conceptos básicos de política lingüística para España-Francisco A. Marcos-

Na 16 Hacia un Cuerpo de Ejército Europeo-Gabriel Elorriaga Femández-

Na 17 La empresa familiar en España-Aldo Olcese, Juan Villalonga-

W 18 ¿Qué hacer con la televisión en España?-Luis Núñez Ladevéze-

Na 19 La posición del contribuyente ante la Administración y su futuro-Elisa de la Nuez-

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Ng 20 Reflexionesen tomo a una política teatral-Eduardo Galán,Juan CarlosPérez de la Fuente-

NQ 20 Los teatros de Madrid, 1982-1994Anexo -Moisés PérezCoterillo-NQ 21 Los límitesdel pluralismo

-Álvaro Delgado-Gal-NQ 22 La industria de defensaen España

-Juan José Prieto-NQ 23 La libertad de elecciónen educación

-Francisco LópezRupérez-Ng 24 Estudiopara la reforma del Impuesto sobre Sociedades

-Juan Costa-W 25 Homenajea Karl Popper

-José MaríaAznar,MarioVargasLlosa,GustavoVillapalos,Pedro Schwartz,AlejoVidal-Quadras-

NQ 26 Europa y el Mediterráneo.Perspectivasde la ConferenciadeBarcelona-Alberto Míguez-

W 27 Cuba hoy: la lenta muerte del castrismo.Con un preámbuloparaespañoles-Carlos AlbertoMontaner-

W 28 El GobiernoJudicialy el ConsejoGeneraldel Poder Judicial-José LuisRequero-

NQ 29 El Principiode Subsidiariedaden la construcciónde la UniónEuropea-José Mi de Areilza-

NQ 30 Basespara una nuevapolítica agroindustrialen España-Aldo Olcese-

Na 31 Responsabilidadespolíticasy razón de Estado-Andrés Ollero-

NQ 32 Tiempolibre, educacióny prevenciónen drogodependencias-José Vua-

W 33 La creaciónde empleoestable en España: requisitosinstitucionales-Joaquín Trigo-

NQ 34 ¿QuéUniónEuropea?-José LuisMartínezLópez-Muñiz-

W 35 España y su defensa.Una propuesta para el futuro-Benjamín Michavila-

Na 36 La apoteosisde lo neutro-Fernando R. Lafuente,IgnacioSánchez-Cámara-

NQ 37 Las sectas en una sociedaden transformación-Francisco de Oleza-

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La sociedad española y su defensa-Benjamín Michavila-Para una promoción integral de la infancia y de la juventud-José Vtla-Catalanismo y Constitución-Jorge Trias-Ciencia y tecnología en España: bases para una política-Antonio Luque, Gregorio MilIán, Andrés Ollero-Genealogía del liberalismo español. 1759-1936-José Maria Marco-España, Estados Unidos y la crisis de 1898-Carlos Mellizo, Luis Núñez Ladevéze-La reducción de Jornada a 35 horas-Rafael Hemández Núñez-España y las transformaciones de la Unión Europea-José M. de Areilza-La Administración Pública: reforma y contrarreforma-Antonio Jiménez-Blanco, José Ramón Parada- .Reforma fiscal y crecimiento económico-Juan F. Corona, José Manuel González-Páramo,-Carlos Monasterio-La influencia de los intelectuales en el 98 francés: el asunto Dreyfus-Alejandro Muñoz-A1onso-El sector público empresarial-Alberto Recarte-La reforma estructural del mercado de trabajo-Juan Antonio Sagardoy, José Miguel Sánchez Molinero-Valores en una sociedad plural-Andrés Ollero-Infraestructuras y crecimiento económico-Juan Manuel Urgoiti-Política y medios de comunicación-Luis Núñez Ladevéze, Justino Sinova-Cómo crear empleo en España: Globalización, unión monetariaeuropea y regionalización.-Juan Soler-Espiauba-La Guardia Civil más allá del año 2000.-Ignacio Cosidó-El gobierno de las sociedades cotizadas: situación actual yreformas pendientes.-Juan Femández-Armesto, Francisco Hemández-Perspectivas del Estado del Bienestar: devolver responsabilidad alos individuos, aumentar las opciones.-José Antonio Herce, Jesús Huerta de Soto-

W 57

W 56

W SS

W 54

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PAPELES DEL INSmtJIO PE ECOLOGíA y MERCADO

NQ1 Repoblaciónforestaly políticaagrícola-Luis CarlosFernández-Espinar-

NQ2 El agua en España: problemasprincipalesy posiblessoluciones-Manuel Ramón Uamas-

FUERA DE COLECCIÓN

• Razón y Libertad-José María Aznar-

• Políticay Valores-José María Aznar-

• Un compromisocon el teatro-José MaríaAznar-Cultura y Política-José MaríaAznar-

N" 58 España,un actor destacadoen el ámbito internacional.-José Ma Ferré-

N°59 España en la nueva Europa-Benjamín Michavila-

N" 60 El sigloXX:mirando hacia atrás para ver hacia delante.-Fernando García de Cortázar-

N" 61 Problemática de la empresa familiary la globalización.-Joaquín Trigo,Joan M. Amat-

N" 62 El sistema educativoen la España de los 2000.-José Luis GonzálezOuirós, José LuisMartínezLópezMuñiz->

N°63 La nación española: historia y presente-Fernando García de Cortázar-

N" 64 Economíay política en la transicióny la democracia-José Luis Sáez-

N" 65 Democracia,nacionalismoy terrorismo-Edurne Uriarte-

N" 66 El estadode las autonomíasen el sigloXXI:cierreo aperturaindefinida-Fernando García de Cortázar-

N" 67 Viejay nueva economía irregular-Joaquín Trigo--

N° 68 Iberoaméricaen perspectiva-José Luis Sáez-

N" 69 Isaiah Berlín:Una reflexiónliberal sobre el "otro"-José María Lassalle-

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ESSAYS IN ENGLISH LANGUAGE

o Cuba today: The slow demise of Castroism. With a preamble forSpaniards-Carlos Alberto Montaner-

o Tribute to Karl Popper-José María Aznar,Mario Vargas Llosa, Gustavo Villapalos,

Pedro Schwartz, AlejoVidal-Quadras-o The boundaries of pluralism-Álvaro DelgadoGal....:...

• In praise of neutrality-Fernando R. Lafuente, Ignacio SánchezCámara-

o Democracy and poverty-Alejandro Muñoz-Alonso-

• The legal protection of environment-Raúl Canosa-

• Politics and freedom-José María Aznar-

o The Genealogyof Spanish Liberalism, 1759-1931-José María Marco-

FUERA DE COLECCIÓN

o Mercado y Medio Ambiente-José María Aznar-

ND 3 La responsabilidad por daño ecológico:ventajas, costes y alternativas-Fernando Gómez Pomar-

ND 4 Protección jurídica del medio ambiente-Raúl Canosa-

W 5 Introducción a la ecología de mercado-Fred L. Smith-

ND 6 Los derechos de propiedad sobre los recursos pesqueros-Rafael Pampillón-

W 7 Hacia una estrategia para la biodiversidad-Jesús Vozmediano-

ND 8 Caracterización de embalses y graveras para su adecuación ecológica-Ramón Coronado, Carlos Otero-

W 9 Conocer los hechos, evitar la alarma-Michael Sanera, Jane S. Shaw-

W 10 Política ambiental y desarrollo sostenible-Juan Grau, Josep Enrie Llebot-

N° 11 El futuro de las ciudades: hacia unas urbes ecológicas y sostenibles-Jesús Vozmediano-

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Fundación para el Análisis y los Estudios Socialesel Velrivnuez. ?? - ~o i7rl~ 7Rnn 1 Mnrlrid

• En la actualidad en situacion de suspension temporal volunturut de SIlS [unciones.

Francisco Cabrilla. Bor]a Cardelús,Javier Castroviejo, Emilio Fernánde; Galiana,

José María Fluxá, Manuel Jesús Gonrále: Gonrález,Jesús Huerta de Soto, Henri Lepage, José Luis Moreno Casas, Carlos Otero,

Rafael Termes, Antonio Tornel,Francisco Utrera, Alejo Vidol-Quadras.

VOCALES

PRESIDENTA: Esperanza Aguirre

INSTITUTO DE ECOLOGÍA y MERCADO

CONSEJO ASESOR

José Luis González Quiros.José María Marco,José Luis Martine: Lápez-Muñiz, Ramón Pi,

Carlos Rodríguez Braun, Joaquín Trigo

CONSEJO ASESOR

VOCALES

Miguel Blesa. Pío Caballillos,Juan Fernándet-Armesto ".

Carmen Fraga, Antonio Fontán.Ignacio Gámez-Acebo, Juan Hoyos,

Jaime Lamo de Espinosa, Juan José Luces.Sebastián Martín Re/artillo, José María Michavilo *,

Alejandro Muño i-Alonso, A lila Olerse.Marcelino Oreja, Félix Pastor, José Pedro Pérer-Llorca.

Manuel Pizarra, Pedro Schwartz,Jesús Trillo-Figueroa, Alejo Vidal-Quadras,

Juan Villalonga, Tomás Villanueva.

SECRETARIO GENERAL: Miguel Ángel Cortés *VICESECRETARIO GENERAL: Alfredo Timennans

DIRECTOR GENERAL: Juan Soler-Espiauba

VICEPRESIDENTA: Esperanza Aguirre

PRESIDENTE: José María Aznar *

PATRONATO

FUNDACiÓN PARA EL ANÁLISIS y LOS ESTUDIOS SOCIALES

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