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INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

XII JORNADAS

DE

HISTORIA MARÍTIMA

DON ANTONIO DE ULLOA

MARINO Y CIENTÍFICO

CICLO DE CONFERENCIAS - ABRIL 1995

CUADERNOS MONOGRÁFICOS DEL INSTITUTO

DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL - N.° 25

MADRID, 1995

Cubierta: Don Antonio de Ulloa, por José Roldan,

siglo XIX. Óleo sobre lienzo de 125 x 98 cm.

Museo Naval, Madrid

© Instituto de Historia y Cultura Naval, 1996

Impreso en España - Printed in Spain

Depósito Legal: M - 21.604 - 1996

ISSN:0212-467X

ÑIPO: 076-95-015-X

Imprime: Artes Gráficas Mundorama, S.L.

Brezo. 9 - Pol. "El Guijar" - Arganda del Rey (Madrid)

El marino y científico don Antonio de Ulloa de la Torre-Guiral es una de

las figuras más sobresalientes de la Armada del siglo XVIII. En su juventud

participó en los viajes de la Carrera de la Indias y en la escolta de convoyes

por el Mediterráneo; en la plenitud de su vida fue uno de los protagonistas más

destacados de la célebre expedición hispanofrancesa a la América meridional

para medir el meridiano, durante la cual, al mando de una fragata navegó por

la costa de Chile en prevención del hostigamiento inglés. Gobernador de

Huancabélica y La Florida, mandó la última flota que pasó a las Indias y una

escuadra con la que hizo campaña en las Terceras.

Fue coautor con Jorge Juan de numerosas obras científicas, políticas e his

tóricas que le dieron digno lugar y crédito entre los ambientes europeos

ilustrados de su época, además de organizador de la nacionalización de la

relojería y el creador de la Real Fábrica de Paños; también fruto de sus

inquietudes fueron la modernización de los Colegios de Medicina y Cirugía, la

creación de los jardines botánicos y de un gabinete de Historia Natural.

No contento con esto, en el orden científico, Ulloa prestó a España gran

des servicios como difundir en su Patria los primeros conocimientos de la

electricidad y del magnetismo artificial, haber demostrado la circulación de

la sangre en la cola de los peces y de varios insectos; a él se atribuyen el des

cubrimiento del platino y sus propiedades y las primeras noticias de los

árboles de la canela y del caucho. En su polifacetismo perfeccionó también la

impresión de los libros y el arte de grabar en cobre y piedra. Extendió sus

conocimientos al campo de la ingeniería, mejorando los arsenales de la

Armada y proyectando el canal de navegación y riego de Castilla La Vieja, y

creó escuela en la astronomía y en el levantamiento de mapas. Su vida fue

por tanto un brillante exponente de la España ilustrada en la que sus marinos

competían con los sabios más notables de la época.

Fallecido en San Fernando hace doscientos años, el Instituto de Historia y

Cultura Naval le rinde un homenaje de admiración y respeto precisamente en la

ciudad departamental a la que tan vinculado estuvo, con este ciclo de conferen

cias, en las cuales ha contado con la inestimable colaboración de la Fundación

Municipal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de San Fernando.

José Ignacio González-Aller Hierro

Almirante Director del Instituto de

Historia y Cultura Naval

SUMARIO

Págs.

Presentación 3

La España que vivió Ulloa,

por Belén Fernández

La proyección americana de Don Antonio de Ulloa,

por José Cervera Pery 23

Don Antonio de Ulloa y la forma de la Tierra,

por Manuel Catalán Pérez-Urquiola 33

Los negocios privados de Antonio de Ulloa y de la Torre,

por Juan Torrejón Chaves 65

Apostilla al bicentenario,

por Manuel E. Baturone Santiago 91

LA ESPAÑA QUE VIVIÓ ULLOA:LUCES Y SOMBRAS DEL SIGLO XVIII

Belén Fernández

Historiadora

En primer lugar, quisiera agradecer la oportunidad que se me ha brindado

al invitarme a estas jornadas. Mucho más teniendo en cuenta que la ciudad

donde nos encontramos tiene una buena cantidad de agradabilísimos recuer

dos para mí.

Al hablar de Historia, sea cual sea la etapa de que se trate, siempre con

viene recordar que los hechos no se dan en compartimentos estancos, si no

que existen una serie de causas que unidas entre sí van siendo asimiladas por

la circunstancia histórica, con peor o mejor fortuna, y que llevan al desenca

denante de la revolución o de la crisis para luego asentarse nuevamente y

hacer que los acontecimientos vuelvan a seguir, unas veces removiendo

cimientos y otras (afortunadamente las menos) dejando que todo siga por sus

anteriores derroteros.

Y si también es muy cierto que la historia va repitiéndose de una forma u

otra, no lo es menos que determinados hechos históricos son únicos y como

tales actúan, quiero decir que la originalidad de las bases ideológicas es lo

que, a mi entender, refuerza en mayor o menor grado la importancia de los

períodos históricos.

No existen, o así me lo parece, por tanto, siglos estancos, siglos que sean

de por sí especiales sólo por un hecho cronológico. Es decir, la visión de

siglo que tenemos como seres finitos -100 años de una fecha a otra- nada tie

ne que ver con la visión eterna de la historia, lo habitual es que un siglo

comience, en realidad, alrededor del último tercio del anterior...

Sin embargo, este siglo xvm español resulta bastante especial en este sen

tido debido a una serie de coincidencias curiosas, de las cuales, la primera es

el nacimiento de dinastía precisamente el mismo año de nacimiento de centu

ria.

Y si nunca es fácil dar una visión completa de un siglo en unos pocos

minutos, lo es mucho menos si nos referimos a un siglo tan especial como lo

fue este, llamado de las luces, en el que los cambios más profundos se suce

dieron con una rapidez vertiginosa, a la vez que luchaban contra las ideas

más arraigadamente establecidas.

Como en la pintura, las sombras son lo que en este siglo va a hacer que

las luces resalten, brillen. El espectador quedará impresionado primero por lo

oscuro para más tarde deslumhrarse con los focos de luz que toman su valor

de esa oscuridad.

No es el siglo xvm español una muestra de tranquilidad y pacifismo, tam

poco una línea recta. En rigor, habría que comentar con profundidad los

numerosos conflictos bélicos en los que, unas veces por intereses propios y

otras por dejadez e influencias extranjeras España fue entrando.

La política española del siglo no fue tampoco algo lineal; más bien fue un

continuo bamboleo entre los intereses europeos y atlánticos. A veces por

capricho del monarca correspondiente, otras por ideología del ministro de

turno y las más por intereses económicos y hegemónicos. Aunque hay que

destacar que las grandes expediciones, todas ellas científico-políticas o polí

tico-científicas, al Nuevo Mundo, fueron realizadas en este siglo.

El carácter español, además, no olvida fácilmente el pasado y mucho

menos si éste fue brillante. Y el pasado en España había sido deslumbrante

durante mucho tiempo. El cambio de dinastía, y el deseo de volver a tiempos

mejores, hicieron que el siglo fuera un ejemplo de lucha a muerte por conse

guir el estatus pasado.

Las ideologías también cambiaban, a un ritmo más o menos lento que

tuvo su apogeo en el reinado de Carlos III, el más luminoso, si cabe, de los

que se sucedieron en el siglo. Pero debajo de las nuevas ideas, como vere

mos, seguían latiendo muy arraigadas, las antiguas... Es el destino de un

carácter que se ha destacado siempre por remendar lo viejo con lo nuevo y

nunca construir sobre novedades.

Con Felipe V llega a España la novedad: en siglo y en dinastía. Felipe

viene de Francia, país vecino, pero que en nada se parece al nuestro. La

novedad es recibida con agrado, si, además tenemos en cuenta la situación

que habían dejado los Austrias al final del siglo anterior.

Las crónicas, más o menos históricas, nos presentan al nuevo monarca

como un ser lujurioso primero y luego desaliñado, caprichoso e incluso

sucio; pero esto será al final de su vida, cuando sus manías acaban con la ins

talación en la Corte de un castrato (Farinelli) que le cantará por las noches

para hacerle dormir, noches que eran días, porque el soberano llegó a perder

completamente el sentido del tiempo...

Pero es de justicia decir que, con Felipe V, a pesar de la sucesión de con

flictos en los que España se vio involucrada, también estuvo a punto de rozar

las anteriores glorias. Además el monarca y sus ministros, durante los prime

ros años emprendieron una gran tarea de racionalización y unificación que

perduró durante el siglo y que fue capital para nuestra historia.

Como siempre, las instituciones recién creadas tuvieron que convivir con

las antiguas, lo cual originó una gran confusión, pero las funciones quedaron

clarificadas y la administración fue ágil y eficaz.

Con la llegada de Felipe V tenemos ya, júzguenlo ustedes, un primer viso

de Ilustración en España. Me refiero al caso de Macanaz, ministro al que el

Rey pide una memoria acerca de las ventajas del Papado sobre la Corona,

memoria que le llevará al tribunal de la Inquisición y de allí al exilio.

Macanaz, como hombre ilustrado, dice su verdad sobre la situación y se

enfrenta a las fuerzas de la época, Roma y la Compañía de Jesús.

A partir de 1716 es cuando la política española se orienta hacia Italia.

Parece que debido al segundo matrimonio del Rey con la parmesana Isabel

Felipe V, por Julián García Condoy. Óleo sobre tabla, de 23x15 cm. Siglo XX.

Museo Naval de Madrid

de Farnesio, aunque tal vez fue al revés: el matrimonio se hizo precisamente

por el interés que despertaba Italia.

Es el ministro Julio Alberoni el primero con el que el Monarca cuenta

para el nuevo giro del Gobierno. Alberoni, un intrigante por naturaleza que

pasó de monaguillo a cardenal, astuto como él solo, puso su mirada en Italia

y al ponerla hizo que el Rey se casara con Isabel, todo esto, ayudado por la

princesa de los Ursinos. Así Felipe casará con la italiana, de la que cuentan

«su trono fue el tálamo», aunque no es momento para secretos de alcoba. Sea

como fuere, el Rey se dejó guiar por Alberoni y por su política.

Fue firmado un tratado con Holanda e Inglaterra y se concedieron a ésta

algunas ventajas comerciales en América. Entre tanto el Papado veía con buenos

ojos la idea de una posible cruzada antiturca; pero el Ejército, preparado por

Patino, iba a tener otra finalidad. En 1717 zarpó la flota, desembarcando en

Cerdeña y apoderándose de la isla; más tarde cayó Sicilia, y con esto España

demostraba su poder. En este momento las potencias reaccionaron y la flota

inglesa atacó a la española sin previa declaración de guerra. Se formó la

Cuádruple Alianza (Austria, Francia, Inglaterra y Saboya). Entretanto Alberoni

intentaba formar coalición con Rusia y Suecia para fomentar rebeliones contra

Inglaterra. El resultado fue la destitución de tan agudo ministro y el abandono,

por parte de las tropas españolas, de las dos islas con la firma del Tratado de

Cambray por el que los ducados de Parma y Toscana serían para el principe

español D. Carlos, hijo de la parmesana.

Tras estas incidencias el Rey decide sustituir la guerra por la diplomacia,

y aquí es la Reina quien tiene el papel preponderante al llevar a cabo, con

ayuda de los políticos, la relaciones diplomáticas que su marido aborrecía.

En 1724 y del modo más inesperado, Felipe V abdica en su hijo Luis. El

nuevo rey tenía 17 años y era muy inexperto y apocado, sus padres se retiran

a la Granja y en torno al nuevo monarca se intenta fraguar un círculo tenden

te a renovar la monarquía por medio del alejamiento de la férula paterna.

Concretamente, se pretendía fortalecer la política tendente a América y al

Atlántico, olvidando la italiana. De este modo se esbozaba la tendencia histó

rica que cuajaría más tarde.

Pero Luis I resultó ser un rey brevísimo, siete meses de reinado. A la

muerte del soberano, Felipe V, fuera de la ley, pero con sentido común, recu

peró las riendas del poder.

Cabía esperar en este momento una reanudación de la política anterior,

pero contra ello, el Monarca sigue la tendencia insinuada durante el reinado

de su hijo, tendencia que se extenderá desde 1725 hasta 1748.

Las miras son ahora más españolas y los ministros son, también en su

mayoría, españoles. Hay que destacar entre ellos a Patino (político, diplomá

tico, administrador, economista y hombre práctico), José del Campillo

(hacendista y funcionario, de alto sentido común) y Zenón de Somodevilla,

más tarde marqués de la Ensenada (político de grandes ambiciones exterio

res, organizador del Ejército, pero también un magnífico planificador de la

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economía y en particular del comercio mercantilista).

Con esto España comienza a reconstruirse interiormente y cuenta de nue

vo entre las potencias mundiales, la política exterior se balancea entre los

intereses atlánticos (América, la marina, el comercio...) y el italiano.

Puede decirse, y muchos historiadores así lo hacen, que a partir de 1725

tiene lugar un segundo descubrimiento de América. Fue Patino, entre otros,

quien comprendió las posibilidades del comercio en el Nuevo Mundo, de allí

podían llegar a España multitud de artículos ultramarinos (café, cacao, taba

co, azúcar...) que no se daban en Europa. Su venta produciría beneficios a los

indianos que así podrían comprar otros productos a Europa y España sería la

intermediaria de este tráfico.

Este mismo año se funda la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, a la

que siguieron otras como la de Filipinas o la de Barcelona. En 1726, para

mantener la seguridad de las rutas se erigieron las tres grandes bases navales

de Ferrol, Cádiz y Cartagena. En estas bases se forman los guardiamarinas,

de los que empieza a brillar un interés científico y práctico. De aquí saldrán

Jorge Juan y Antonio de Ulloa para formar parte de la comisión encargada de

medir un arco de meridiano, así como ilustres marinos de finales del siglo

que capitanearían otras expediciones o defenderían a España en Trafalgar.

Esta atención a América provocó recelos de Inglaterra, lo que desembocó

en una pequeña guerra sin grandes repercusiones.

En 1728, con la presencia de España en Soissons, cambian de nuevo las

directrices de la política durante unos años. En 1729 Felipe V concertará el

matrimonio del príncipe heredero, Fernando, con la duquesa Bárbara de

Braganza, reconciliándose así después de 90 años con Portugal. Poco des

pués se firmaba un pacto contra Austria entre España, Francia e Inglaterra.

En 1734, nueva guerra, la de Sucesión de Polonia. España aprovecha la

oportunidad para luchar contra Austria ayudando a los franceses, y con ello

se firma el primer Pacto de Familia. Austria invade Polonia, y Francia com

prende que proseguir la guerra es hacer el juego a España, de modo que

buscó como arreglo la Paz de Viena en 1735. Por este documento, Ñapóles y

Sicilia pasaban al príncipe D. Carlos (con lo que respiraba tranquila Isabel de

Farnesio), pero le eran negados los ducados de Parma.

Con ello, nuevo giro de la política. Se volvía a desentender España de

Europa para mirar al Atlántico.

Es en estos años, 1734, cuando la Academia de las Ciencias de París,

remite, para que lo eleven a Patino, un memorial acerca de la medición de un

arco de meridiano en América, en el que «sólo piden a la Corte de España

órdenes para que los gobernadores de Sto. Domingo, Portobelo, Panamá,

Quito y los demás de América protejan y favorezcan una empresa tan útil y

para que estén libres de sospechas que puedan solicitar alguna introducción

en el comercio u otras perjudiciales a los intereses de España...» España

aprovecha la ocasión para enviar a dos personas "inteligentes" a la empresa,

¿con qué finalidad?, esto lo dejo a los expertos. Aunque está claro que el

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interés de España en América era, bajo apariencia científica, sobre todo

comercial, lo que no resta interés a la empresa científica ni a la labor de los

dos elegidos: Jorge Juan y Antonio de Ulloa.

En 1738 se crea el nuevo virreinato de Nueva Granada, que supuso un

reconocimiento de la revalorización estratégica y económica de la zona del

Caribe.

Toda esta preocupación por el Atlántico tuvo como consecuencia el

enfrentamiento con Inglaterra, efectivamente los roces surgieron, pero las

rutas de América pudieron ser conservadas.

La tentación mediterránea volvió a acuciar a Felipe V, esta vez de nuevo

Italia era el blanco de su punto de mira, con motivo de la guerra de Sucesión

de Austria que comenzó en 1741. De aquí surgió una nueva alianza con

Francia con el propósito de conquistar Parma y el Milanesado y, en 1745, los

españoles entraban en Milán con lo que se reconstruía nuevamente el patri

monio monárquico.

Pero una vez que la emperatriz María Teresa se vio afianzada en el trono

de Viena, los ejércitos imperiales dejaban de nuevo a España con su patrimo

nio mermado.

Felipe V moría en una situación desoladora tanto física como psíquica

mente y Fernando VI no parecía sentir atracción alguna por Italia, de modo

que proyectó abandonar la guerra y seguir con el bamboleo hacia el

Atlántico. Es entonces cuando se empieza a descubrir seriamente que es más

importante centrarse en el Nuevo Continente que seguir intentando poseer el

Viejo Mundo.

De este modo, en la mitad del iluminado siglo xvm es cuando realmente

se hace la luz sobre América más que sobre Europa.

Fernando VI no era un hombre de gran talento, pero sí fue lo suficiente

mente prudente para rodearse de políticos con gran sentido común, además

de tener un amplio sentido de la responsabilidad real, desarrollado tal vez por

el poco deseo de su madrastra de verle en el trono. Lo que sí es cierto es que

se puede decir que con su reinado en España se vieron doce años de pruden

cia.

Elevó al Ministerio de Estado a un eficaz colaborador: José de Carvajal,

que ocultaba gran talento y sentido común. Allí seguía activamente, aunque

más arrinconado, Ensenada. Carvajal era partidario de la diplomacia y

Ensenada de la paz armada, pero las dos posturas tenían el mismo fin: la con

servación de las Indias por medio del equilibrio.

Estos dos políticos simbolizan la España de mitad de siglo. Era la síntesis

histórica entre lo viejo y lo nuevo, la renovación tranquila sin revolución.

En 1745 muere Carvajal, momento en que Ensenada da un paso en falso

que le cuesta la destitución. Desaparecieron a la vez dos políticos de máxima

importancia para el reinado de Fernando VI. Pero se mantuvo el neutralismo

hasta puntos extremos. Wall, sustituto de Carvajal, llegó al punto de desen

tenderse militar y diplomáticamente de una de las mayores guerras del siglo,

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Femando VI en su época de Principe de Asturias, por Jean Ranc.

Óleo sobre lienzo. 104x84 cm. Siglo xvm. Museo Naval de Madrid

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la de los Siete Años. Lo grave de esto es que las posesiones americanas se

encontraban totalmente desprovistas de medios defensivos.

Los últimos años del reinado de Fernando VI, desde la muerte de Bárbara de

Braganza, fueron de total oscuridad. Lo que pareció una postura neutral y pru

dente se convirtió en absoluta abulia y dejadez, la deuda del Estado aumentó, y

cuando el Rey muere en 1759, España vive en paz, pero su situación es precaria.

Fernando VI no dejaba hijos, lo cual sería, según las malas lenguas, la

delicia de la de Farnesio, ya que su hermanastro Carlos (hijo de ésta) era el

siguiente en la línea sucesoria.

Carlos III era ya rey de Ñapóles y su llegada supone la de las luces en el

más amplio sentido, por las repercusiones ideológicas y sociales que su polí

tica va a representar. Era el carácter opuesto a su hermano, activo y audaz,

además buen amigo de Ensenada.

Ensenada era un técnico y un reformador de la economía política y de la

administración pública. Dedicará sus mejores esfuerzos a la Hacienda Nacional,

fomentando las fuentes de riqueza, y conseguirá multiplicar los ingresos sin

aumentar los impuestos. Un dato gráfico: se consiguen ingresos por valor de

360 millones de reales frente a los 280 millones que se alcanzaron en años ante

riores.

El pensamiento de Carlos III al llegar a España no debió de ser muy hala

güeño para el país, «Pocos cumplen su obligación» - dijo - «pues todos

piensan pescar en turbio». La Reina tampoco pareció muy emocionada cuan

do vio la suciedad externa de Madrid.

El contraste con su hermano lo demuestra el Rey nada más llegar al trono,

poniéndose él mismo y poniendo a todos a trabajar con dedicación exclusiva.

Mantuvo a la mayoría de los ministros del reinado anterior, pero imprimió

nuevas directrices, sólo destacará el innovador Esquilache.

Las primeras medidas de gobierno (después de levantar el destierro de

Ensenada y liberar a Macanaz) fueron convocar Cortes para jurar al futuro

Carlos IV como Príncipe de Asturias y mandar que se pagasen todas las deu

das contraídas por sus predecesores, incluidas las de la dinastía anterior.

Perdonó a los colonos sus deudas al Estado y comenzó la dirección de la

reforma urbanística de Madrid.

En política exterior, entre 1761 y 1770, Carlos III no se deja dominar por

Francia, e intenta resolver la decadencia material de España abriendo cami

nos y protegiendo y fomentando la industria para no facilitar materias primas

al país vecino.

En 1760 comienzan las reformas más enérgicas de la Hacienda, que debe

afrontar la tensión bélica internacional. Para mantener la unidad del imperio

hispanoamericano se ve la necesidad de reemprender el armamento naval,

para lo cual fue necesario forjar una escuadra poderosa y mantener un gran

número de navios.

Toda la política exterior estará dirigida bajo un signo defensivo, vigilar y

sobrellevar a los ingleses y hacer durar la paz lo más posible; abastecer las

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plazas y puertos de las Indias y aumentar el poder de la escuadra española.

La intervención en la guerra de los Siete Años fue provocada por Francia, las

relaciones hispano-inglesas son cada vez más desastrosas y se firmó el Tercer

Pacto de Familia por el que España auxiliaría a Francia bajo determinadas

situaciones. La contienda llegó en seguida y los franceses perdieron práctica

mente todos los territorios ultramarinos, España, la Florida y la costa

norteamericana hasta el Misisipí, pero recibía de Francia la Luisiana. El

Pacto de Familia tuvo, esta vez, consecuencias ideológicas muy fuertes.

Comenzaba la apertura hacia los Pirineos.

En este ambiente de reforma surge el motín de Esquilache: el marqués de

Esquilache era impopular, aunque sólo fuera por su condición de extranjero,

la Guerra de los Siete Años, la pérdida de la Florida, la firma del Pacto de

Familia por Grimaldi (otro extranjero), se unió a cuatro años de sequía y

malas cosechas. Estos eran los precedentes. Los hechos, simplemente, la

resurrección de la orden, que prohibía llevar sombreros chambergos y capas

largas así como el uso de armas. Carlos III no quiso enfrentarse con el pueblo

y tuvo que aceptar sus exigencias; Aranda hábilmente apaciguó la situación y

anuló las concesiones hechas por el Rey. La historiografía actual enfoca el

problema como una tentativa abortada de contrarrevolución. De cualquier

modo, el motín supuso una fuerte conmoción en el reinado de Carlos III.

Tras el motín surge la campaña antijesuítica dirigida en unos casos y con

sentida en otros; pero acordada por todos los miembros del Gobierno. Otra

de las grandes sombras del siglo, porque entre los expulsados hubo hombres

de gran prestigio cultural como Masdeu, Eximeno, Arteaga o el padre Isla.

En lo comercial, la gran medida fue el decreto que suprimía el monopolio

del tráfico con las Indias, hasta entonces adscrito a Cádiz; con él se abrían

puertos en toda la Península y se establecía la libertad de comercio. El

comercio con América se cuadruplicó y contribuyó al desarrollo de las clases

burguesas.

En cuanto a las ideas, ya hemos visto que fue en el reinado de Carlos III

donde dieron un tremendo giro. Hay que decir que las ideas ilustradas fue

ron, en general, todas ellas importadas de Europa, en especial de Francia.

Así, las ideas enciclopedistas encontraron en España las más variadas reac

ciones según quién las recibía.

Las opiniones tienen un amplio colorido, desde la conservación a la inno

vación. España ha logrado rehacerse en todos los sentidos; pero el carácter

español no ha decaído y la disociación de las conciencias será más adelante

la responsable de los destinos del país.

En los últimos años de reinado de Carlos III hay una reactivación de la

política atlántica. Las preocupaciones siguen siendo el control y defensa de

las Indias, el rearme naval y el comercio trasatlántico. De esta defensa se

encargarán Grimaldi y Aranda, dos personalidades distintas. España logrará

un desquite de la guerra de los Siete Años con una victoria sobre Inglaterra

que disminuirá el poderío de ésta sobre el Nuevo Mundo.

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En el sentido atlántico, hasta 1763 el centro de atención en América se

encontraba en el seno antillano, de donde llegaban los principales productos

comerciales y también la tensión, ya que los ingleses ejercían por allí su con

trabando. A raíz de la Paz de París el centro de gravedad se desplazó hacia el

sur, revalorizándose la zona del río de la Plata, los ingleses ocuparon las

Malvinas y la tensión llegó a ser enorme.

la Paz de Versalles señala en 1783 el mayor poderío de España en

América, y, de hecho, a partir de esta fecha aparecen otras grandes expedi

ciones científicas y políticas instigadas por España y seguidas por otros

países. Esto, de todos modos, no va a durar mucho tiempo.

En 1788 comienza el reinado de Carlos IV y meses más tarde estalla la

Revolución Francesa, lo que hace que España dé un giro a su política para

centrarse en asuntos europeos.

Carlos IV y Floridablanca estaban dispuestos a continuar la política ante

rior, pero la Revolución Francesa llenó de estupor a España ya que no se

sabía hasta dónde podían llegar los hechos. Se organizó el cordón sanitario

en los Pirineos, con la esperanza de que el contagio ideológico no traspasara

las fronteras. Los hechos siguientes hicieron que Floridablanca perdiera su

puesto y se viera sustituido por Aranda. Cuando en 1792 estalló la 2.a

Revolución Francesa, toda la política apaciguadora de Aranda quedó en

entredicho y a fines de año fue destituido. Su sustituto es uno de los más con

trovertidos personajes de la historia de España: desconocido en política,

Manuel Godoy era un joven guardia de corps que llegó a las más altas digni

dades del Estado. Se han barajado múltiples razones para tan rápido

encumbramiento, pero no vienen al caso, aunque son merecedoras de profun

dizar en ellas.

Lo que sí fue Godoy es un ilustrado o, al menos, fueron las ideas ilustra

das las que le convencieron, gran admirador de las ideas de Jovellanos, buen

coleccionista de excelentes obras de arte y lector de todo aquello novedoso

que caía en sus manos, era ambicioso e intrigante, pero inteligente y con

grandes dotes para el gobierno; con él se crearon grandes centros de enseñan

za, pero su ilustración no llegó al enciclopedismo.

La política de Godoy fue controvertida, como él mismo lo fue. Lo que sí

es cierto es que se crearon una serie de desaciertos que al fomentar el des

contento iban favoreciendo la revolución en España. Lo cual llevó a que el

siglo se cerrara peor de lo que empezó.

Sería interesante profundizar más en este tema, pero Carlos IV y Godoy y

las consecuencias de su política nos llevan a otro siglo, y eso no es tarea

nuestra en este momento.

Sin embargo, antes de seguir adelante con otras características de este

siglo, sí creo imprescindible, dado en contexto de este coloquio, comentar

someramente la situación de las Indias ilustradas.

La conquista estaba hecha y el contingente humano en América era, cada

vez, más numeroso. Ya hemos visto que a España le preocupaba el problema

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americano, consciente como era de la gan fuente de riqueza que poseía al

otro lado del Atlántico, cuando no era un monarca era otro, o si no un minis

tro, quien se ocupaba de enterarse acerca de los intereses lejanos.

Curiosamente, tanta riqueza de España supone una de las mayores som

bras de la época de las luces. Se tenía todo, pero no se sabía casi nada, ni se

actuaba para remediar el abandono.

La teoría estaba servida: una medición de arco de meridiano, una expedi

ción científica, botánica o antropológica, eran buenas disculpas para tener

noticias de las Indias, el Monarca y sus ministros quedaban tranquilos, con

vencidos de que con esto era suficiente para mantener la situación.

En realidad fueron los hombres de «a pie», o mejor dicho de «a barco»

quienes avisaron continuamente en sus escritos sobre el Estado de allá al

Estado de acá.

Jorge Juan y Antonio de Ulloa escriben, con motivo de la medición del

arco del meridiano, las Noticias Secretas, dando una idea basada sobre lo

vivido de la situación americana. Y esas noticias serán publicadas y estudia

das bastantes años más tarde.

Alejandro Malaspina, desde sus Axiomas Políticos, también se queja de la

situación. Pero parece que nadie escucha o lee lo que cuenta.

Y así podríamos seguir horas, preguntándonos por qué España no hacía

nada.

La idea general de los expedicionarios (sean del tipo y de la nacionalidad

que sean) es que América estaba mal organizada y abandonada a sí misma.

¿Por qué este desinterés? Quizá porque en un principio había otros proble

mas más acuciantes, tal vez porque todo resultaba tan lejano que solamente

bastaba con mantener vivo el comercio, que era el interés más inmediato.

Y la culpa no parece que fuera de los que estaban allí, no hay que olvidar

que durante el reinado de Carlos III, hubo en las Indias buenos virreyes

(pensemos en Revillagigedo o Buccarelli) preocupados por la situación y

dispuestos a facilitar la tarea a España.

Pero tal vez a España le preocupaba más la riqueza inmediata. Tal vez,

como ocurre frecuentemente, los españoles pensaban que América no era

otra cosa una fuente de riqueza que se mantendría por sí misma.

La conclusión de esta situación de abandono fue que las Indias siguieron

siendo la mina de oro de la Hacienda española; pero de tanto dar sin recibir

a cambio acabarían por adquirir una propia identidad y ya no servirían más a

la Corona española.

Pero el siglo xvm no fue sólo política, fue, además y sobre todo creci

miento cultural, cambio artístico y literario.

No hay que olvidar que, a pesar de la sombra de la censura inquisitorial, fue

en la centuria cuando se dio el más amplio crecimiento de la prensa y las letras.

Este hecho es más importante en tanto en cuanto, sobre todo a principios de siglo,

no eran muchos los españoles que podían leer una obra literaria, ya fuera por anal

fabetismo ya por una escasez de ejemplares (que fueron creciendo con el siglo).

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En este sentido es fundamental y decisivo el programa político de educación

que fue creciendo con la centuria. Se crearon las Sociedades Económicas de

Amigos del País, las Escuelas Patrióticas para niñas... y también se comenzó un

asomo de normalización lingüística.

Fue en época de Carlos III (ya hemos visto que parece el rey más ilustra

do de los que desfilaron por el trono español) cuando se produjo el primer

«Reglamento de las escuelas de las primeras letras», en el que se recordaba

que «los padres de familia tendrán la obligación de hacer asistir diariamente

a sus hijos a la escuela».

Junto a esto también crecieron los seminarios y universidades.

Pero, a mi entender, lo que más provocó el crecimiento cultural, o lo que,

en todo caso, puso las verdaderas guías para que la cultura creciera, fue la

institución de las tertulias caseras. Si bien esto no es invento del siglo, sí

podemos decir que se establecieron con una periodicidad.

Las tertulias eran lugar de encuentro para hablar y opinar de todo lo que

sucedía en el país, desde política a literatura, pasando por la ciencia, eran,

podríamos decir, el nacimiento de la opinión pública. En ellas se comentaban

los acontecimientos y de ellas salían los distintos tipos de prensa que favore

ció el siglo (clandestina o no) y que más tarde era leída y comentada por los

contertulios.

Pero, como el siglo, la tertulia tuvo también sus sombras. Junto a la tertulia

erudita, elitista, se creó otra muy distinta que era más de juego y diversión, en la

que no se mostraba el más mínimo asomo de interés por la cultura.

Sea como fuere, triunfó la luz y de la tertulia erudita surgieron las acade

mias y la prensa de la época.

Ya hemos dicho que la prensa sobrevivió pese a la censura inquisitorial. El

hombre realmente ilustrado no se dejaba vencer por la censura, de tal modo

que, si se revisan (aunque sea someramente) los listados de prensa del siglo,

además de encontrarnos ante un vertiginoso crecimiento de nuevos periódicos

y folletos, también nos encontramos ante un resurgir continuo de aquellos que

van siendo suspendidos por la censura y de una infinidad de títulos que inten

taron ver la luz, pero que se vieron abortados por la inquisición.

Es este crecimiento el que importará de Europa las tendencias filosóficas,

artísticas, literarias y, me atrevo a decir, sociopolíticas.

Además, y diría que debido a este florecimiento de la opinión, en el siglo

xvín español se prodigan la instituciones culturales y científicas y se produce

un amplio crecimiento de los estudios acerca de cualquier tipo de materia.

Los españoles comienzan a ser enviados al extranjero por el Rey para estu

diar tanto cartografía como farmacia, botánica, medicina, astronomía,

etcétera.

En cuestión de viajes, además, ya hemos visto la gran importancia de las

expediciones científicas (que en la mayoría de los casos eran, como hemos

observado, más políticas que otra cosa) pero que de cualquier modo sacaban a

España de sus fronteras haciendo más amplia y abierta su mentalidad, consi-

18

guiendo que en ella, a causa de los escritos de tantos y tantos hombres expe

dicionarios, vieran la luz la nueva cartografía, la nueva botánica y la nueva

astronomía.

Pero el resultado de todo este ir y venir no se reduce a memorias y diarios

de viaje, sino a verdaderas bibliografías monográficas de Medicina, Farmacia,

Botánica, Química, Cosmografía, Astronomía, Geografía e Historia.

Con esto creció el mundo editorial. La primera cuestión que llama la aten

ción en este sentido es la continua evolución de la mejora de la industria

editorial, y de nuevo será Carlos III quien ayude a la introducción de estas

mejoras, haciendo que los impresores, inspirándose en los mejores modelos

europeos, fundan nuevos tipos de letras más finas y estilizadas, más estéticas.

También tiene lugar, en estos años, la modernización de la industria pape

lera, sobre todo en Cataluña, de modo que, poco a poco el papel dejará de

importarse del extranjero para ser fabricado en España.

Si a todas estas novedades añadimos las mejoras de la encuademación,

podemos decir que España se puso a nivel europeo en lo que a edición se

refiere.

Otra revolución importante en este campo fue la aparición del libro de

bolsillo, formato que se utilizaría sobre todo para novelas, libros de piedad y

guías y almanaques.

La naciente prensa periódica se editaba en cuarto o en octavo.

Pero aún hay más novedades editoriales: Carlos III para proteger el arte

de imprimir y el comercio librero, firmó un real decreto por el que quedaba

abolida la tasa de los libros a fin de que se pudiesen vender con libertad de

precio, se exceptuaban aquéllos considerados «indispensables para la instruc

ción del pueblo» como el Espejo de cristal fino y antorcha que aviva el alma,

del sacerdote gaditano Pedro Espinosa, el Catón cristiano, la cartilla y doc

trina Cristiana y los catecismos de Ripalda y Astete.

Además existe una preocupación por el depósito legal: se decretaba que nin

gún libro podía ser vendido si no era depositado antes en la Real Biblioteca...

Medida que, a pesar de no ser llevada a cabo con rigor, debemos agradecer pro

fundamente todos los que nos dedicamos a la investigación histórica de este

siglo.

Muy importante es hacer una mención a la censura, cuyo nacimiento

arranca de la Pragmática de 8 de julio de 1502 dada en Toledo por los Reyes

Católicos.

El procedimiento de la censura civil era severo: todo autor que quisiera

imprimir un texto debía entregar el original manuscrito en la Oficina del Juez

de Imprentas, el cual nombraba un censor según las materias. En los prime

ros años de siglo era habitual que el autor eligiera su propio censor. De todos

modos, existían dos normas supremas de censura: el respeto a la religión

católica y a las regalías de las Corona. Más rigurosa y científica era la censu

ra de Colegios, Academias y Sociedades Económicas, que no sólo se basaba

en cuestiones de rigor moral y científico, sino que también daba una gran

19

importancia a la calidad estética de lo que se quería publicar.

A finales de siglo la preocupación mayor de la censura será el contagio

moral y político debido a la cruenta Revolución Francesa; pero hay que decir

que los traductores, en sus prólogos, procuraban por todos los medios posi

bles despistar a los censores; de este modo pudieron ver la luz obras como

Pamela Andrews, Clara Harlowe, La Historia del Caballero Richardson o

Pablo y Virginia.

Todo esto hizo surgir una gran demanda social de cultura impresa que se

traducirá en la formación de bibliotecas y en la traducción de obras literarias.

Lo que Aguilar Piñal llama la «cultura del papel impreso» va a ir unida un

aumento de la alfabetización, a la mejora de la información y aún sentido

cosmopolita de la vida que ampliará el horizonte científico y literario.

Además de las obras de venta habitual como el Catón y los libros del san

to, La Hermandad de San Jerónimo (de mercaderes de libros) publicó una

edición del Quijote (obra muy valorada en la época) y otra de La Galatea, las

Novelas ejemplares, y amorosas de María de Zayas, y costeó libros jurídicos,

históricos o lingüisticos. Sin olvidarse de los científicos, como la Aritmética

de Pérez de Moya y la Agricultura de Alonso de Herrera.

Pero las ediciones más repetidas seguían siendo las de tema religioso.

Además de la literatura en sí, ya sea de obras originales, traducciones o la

famosa de cordel, van creciendo en el siglo los escritores de todo tipo: aumentan

los trámites legales con el funcionamiento de la nueva Administración Pública,

que todo lo quiere por escrito, los expedientes y los archivos crecen, pero esta

exactitud de la que ahora gozamos, entonces se traducía en lentitud...

En lo que al Arte se refiere, también cambiará la idea estética, pero nunca

hubo en la historia una época tan influida por las ideas como lo fue este siglo

iluminado. La obsesión por la razón y la estética toman cotas insospechadas

(tanto a nivel teórico como práctico). El arte se valora en tanto en cuanto

supone buen gusto.

Atrás queda el barroco recargado, para dar paso a dos tendencias distintas

pero unidas entre sí: el rococó es la flor del arte de la primera parte del siglo,

importado de Francia, donde se han ido abandonando las austeras ideas abso

lutistas, el rococó da paso a un estilo artístico vitalista, en el cual ahora vale

lo bello y lo terreno por encima de lo espiritual, comienza la fresura, la ale

gría de vivir y se refleja en la pintura y en la escultura tanto como en la

ornamentación de los edificios. La razón comprende que lo bello y lo alegre

es bueno, que todo lo que se goza es lícito, y lo lleva al arte.

Pero pasada esta primera mitad del siglo se vuelve la vista a lo clásico,

sin olvidar lo bello. Y esto bello se encuentra en la pureza de las líneas grie

gas y romanas, en el dibujo limpio (todo el que aspira a ser artista, sea

escultor, pintor o arquitecto, estudia dibujo, hay un verdadero over boocking

de dibujantes). La pureza de líneas se impone al ornato y se busca el camino

de una nueva estética más limpia y racional.

Y todo esto, política, arte, literatura, en este siglo, es fundamentado sóli-

20

damente sobre la filosofía, sobre la forma de pensar del hombre de la época.

El cambio no hubiera sido posible sin un cambio de mentalidad en los hom

bres ilustrados. Y si es verdad que fue en Europa donde surgieron las ideas

más novedosas, también se hace necesario decir que el ilustrado español

supo, a pesar de sus propias contradicciones, llevarlas a su terreno con una

gran capacidad de asimilación. La libertad de pensamiento fue una obsesión

en la época, como hemos visto, pero también lo fue la preocupación por

lograr que el pueblo tuviera una educación y que todo lo nuevo le llegara.

La filosofía del momento es muy rica y en el fondo de todas las discusio

nes aparece el conocimiento de las tendencias, tanto actuales como antiguas.

Se estudia a Aristóteles, pero no se olvidan otros filósofos recién nacidos

como Condillac o Beaumarchais, y los típicamente ilustrados (Diderot,

Voltaire, Rousseau).

La idea de belleza como bien universal será ampliamente estudiada y

debatida, así como las ideas estéticas y de goce vital. Todo ello unido al

racionalismo, va a provocar una forma de pensar que se convertirá en forma

de vida y llevará a un replanteamiento total en todos los campos del saber.

No es, pues de estrañar, que este siglo diera personajes tan importantes como

Antonio de Ulloa, que hoy nos ocupa, como Jorge Juan, o como tantos y tan

tos hombres más o menos anónimos que supieron dejar, siendo o no

españoles, y siempre desde España, un legado apasionante para el estudio.

Quisiera terminar esta visión de un siglo tan apasionante con una frase

que ha llamado mi atención en estos días:

«¿Y quién será tan ciego que no conozca la ilustrada ilustración de este

ilustradísimo siglo?»

BIBLIOGRAFÍA

aguilar piñal, R: Introducción al siglo xvm. -Madrid: Júcar, 1991.

aviles Fernandez, Miguel (et al.): Carlos III y el fin del Antiguo Régimen. -

Madrid: EDAF, (S.F.).

cervera pery, José : La Marina déla Ilustración. Madrid: San Martín, 1986.

herr, Richard: España y la Revolución del Siglo xvm. Madrid: Aguilar, 1990.

lafuente, Antonio y mazuecos, Antonio: Los Caballeros del Punto Fijo.

Madrid: Serbal, 1987.

ramos GÓMEZ, Luis J.: Las Noticias Secretas de Jorge Juan y Antonio de

Ulloa (1735-1745). Madrid: CSIC, 1985.

sanz, Blanca y manfredi, Darío: Alejandro Malaspina: La América

Imposible. Madrid: Compañía Literaria, 1994.

21

LA PROYECCIÓN AMERICANA DE

DON ANTONIO DE ULLOA

José CERVERA PERY

Director de la Revista

de Historia Naval

A don Antonio de Ulloa puede contemplársele desde muy diferentes ópti

cas, según el marco de actividades en que lo situemos, por lo que fiel al título

de esta conferencia, voy a centrarme en su proyección americana en distintas

épocas, que es quizá una de las facetas más interesantes y menos conocida de

su fecunda hoja de servicios y sobre todo en la que muestra los méritos y vir

tudes de un polifacetismo histórico, acorde con su condición de marino

científico e ilustrado.

Nacido en 1716 en Sevilla, en los primeros años del reinado de Felipe V,

y muerto en San Fernando en 1795, en plena época de Carlos IV. Su larga

vida de casi ochenta años, le permitirá conocer la profunda transformación

estructural tanto en el continente europeo como en el americano. Europa ha

pasado del Tratado de Utrecht a la Revolución francesa y en España se vive

el más amplio proyecto reformista de su historia. También los cambios en el

escenario americano son significativos. La rivalidad colonial ha terminado

consolidando ámbitos de influencia perfectamente delimitados que pugnan

por su ampliación y hegemonía. La presencia española y portuguesa en el

Nuevo Continente se ha ensanchado con el asentamiento de ingleses, france

ses y holandeses, y hay nuevos ámbitos geográficos de pugnas y litigios. Una

América que tras el resurgimiento de los Estados Unidos con la rebelión de

las antiguas colonias inglesas, llevará muy bien aprendida la lección del inde-

pendentismo, para que del viejo tronco de hispana estirpe nazcan en su

momento veinte frondosas ramas de fértiles raíces.

La vocación marinera del joven Ulloa se manifestó temprana, ya que des

pués de haber realizado sus primeros estudios en el Colegio de Cádiz con la

intención de ingresar en la Real Compañía de Guardiamarinas, pero al no

haber vacante sentó plaza como aventurero, que era una forma de ingreso

que el Rey concedía a quienes carecían de algún requisito, y que consistía en

embarcarse para hacer méritos. Y no es que el joven Ulloa se encontrase en

esta situación ya que cumplía todas las condiciones exigidas, sino que el

embarque se debió más bien a los deseos de su padre, de inculcarle pronto el

amor a la Marina y robustecer su naturaleza con los cambios de aire y de

vida. Y así hizo su primera travesía americana a bordo de la flota del almiran

te López Pintado, marqués de Torreblanca, zarpando de Cádiz en junio de

1730 con destino a Cartagena de Indias. Era, como digo, su primer viaje a

América, de donde regresó dos años más tarde.

Pero su primera y decisiva etapa de su proyección americana no tendrá

lugar hasta 1735, cuando en unión de Jorge Juan, también guardiamarina, fue-

23

ron designados para tomar parte en una expedición científica que organizada

por la Academia de Ciencias de París pretendía la medición del grado terrestre

en el Ecuador en el Reino de Quito, para determinar la verdadera forma de la

Tierra, motivo de fuerte polémica entre los científicos y académicos del

momento. Luis XV solicitó permiso a Felipe V para que los expedicionarios

franceses, entre los que figuraban científicos de auténtico renombre como La

Condamine y Bouger, bajo la dirección de Luis Godín, se trasladaran hasta

aquellos dominios hispanos para iniciar sus investigaciones. Pero junto a los

científicos franceses figuran los dos jóvenes guardiamarinas españoles -Juan y

Ulloa- recomendados por el marqués de Valleumbroso, corregidor de Cuzco,

que fue quien lanzó la idea al Consejo de Indias de su nombramiento, como

jóvenes aventajados en matemáticas, para instruirse en las prácticas de la

astronomía y la trigonometría. Antes de marchar se les nombró tenientes de

navio, lo que significaba un ascenso de cuatro grados en su carrera militar, y

se les entregaron instrucciones precisas -y esto es importante porque será el

motivo de sus famosas noticias secretas- sobre su labor en tierras americanas.

Jorge Juan y Ulloa embarcaron en los mismos buques en que hiciera el

viaje el virrey electo de Perú, don José Mendoza Caamaño Soto, mayor mar

qués de Villagarcía con nutrido séquito. Los navios eran el Conquistador, de

64 cañones, bajo el mando de frey Francisco de Liaño, capitán de alto bordo,

y el Incendio, de 50 cañones, mandado por don Agustín de Iturriaga, capitán

de fragata. Ambos se hicieron a la mar en mayo de 1735 rumbo a Cartagena

de Indias, donde se les reunió la expedición francesa. Juntos partieron hacia

Portobelo y Panamá, ciudades desde las que los marinos españoles ofrecieron

puntuales datos a Patino, de acuerdo con las instrucciones recibidas, y de las

que ahora hablaremos, y a mediados de 1736 se encontraban ya en Quito

para iniciar de inmediato las observaciones y mediciones científicas. Estas se

retrasarían por complicaciones de distinta índole que le harían prolongar la

estancia más tiempo del previsto. En realidad estaba fijado que finalizaran en

1738, pero no ocurrió hasta 1774, porque Jorge Juan y El Sevillano -como

era conocido Ulloa- tuvieron grandes problemas con el presidente de la

Audiencia de Quito, José de Araújo, que ordenó incluso el mandamiento de

prisión y el secuestro de bienes contra ambos, pero el obispo de la diócesis

no dio permiso para que la justicia franquease las puertas del colegio de

jesuitas donde se hallaban alojados. El choque entre Araújo y los dos mari

nos trascendió más allá de los límites del virreinato y tuvo que intervenir el

Consejo de Indias. Al final Ulloa terminaría en la cárcel, mientras Juan salía

clandestinamente hacia Lima para obtener su libertad, lo que afortunadamen

te logró.

Con todo este jaleo los trabajos científicos comenzaron en 1737 y prose

guirían a fines de 1739, cuando hubieron de suspenderse a causa de la guerra

con Inglaterra. La presencia de la Armada inglesa en el Pacífico y la amenaza

de los principales esclavos hispánicos fueron los problemas más acuciantes

de las autoridades españolas desde 1740. Jorge Juan y Ulloa tuvieron que

24

NOTICIAS SECRETAS

DE

AMÉRICA,

SOBRE

EL ESTADO NAVAL, MILITAR, Y POLÍTICO DE LOS RF.YNOS DEL PERÚ' Y PROVIN

CIAS DE QUITO, COSTAS DE NUEVA GRANADA Y CHILE i

GOBIERNO Y RÉGIMEN PARTICULAR DE LOS PUEBLOS DE INDIOS:

CRUEL OPRESIÓN Y EXTORSIONES DE SUS CORREGIDORES Y CURAS: ABUSOS

ESCANDALOSOS INTRODUCIDOS ENTRE ESTOS HABITANTES POR LOS

MISIONEROS: CAUSAS DE SU ORIGEN Y MOTIVOS DE SU CON

TINUACIÓN POR EL ESPACIO DE TRES SIGLOS.

ESCRITAS FIELMENTE SEGÚN LAS INSTRUCCIONES DEL

EXCELENTÍSIMO SEÑOR MARQUES DE LA ENSENADA,

PRIMER SECRETARIO DE ESTADO,

Y PRESENTADAS EN INFORME SECRETO K

S. M. C. EL SEÑOR DON FERNANDO VI.

DON JORGE JUAN, Y DON ANTONIO DE ULLOA,

Tcnitnta Generala de ¡a Real Armada, Mierr.lroi de la Real Sociedad de Londres,

y ie til Realet Academia* de Parii, Berlín, y Estockolmt.

SACADAS A LUZ PARA EL VERDADERO CONOCIMIENTO DEL GOBIERNO DE

LOS ESPAÑOLES EN LA AMÉRICA MERIDIONAL,

DON DAVID BARRY.

EN DOS PARTES.

PARTE I. •<C* v

LONDRES:

EN LA IMPRENTA DE R. TAYLOR.

1826.

realizar diversas misiones militares y navales que los mantuvieron ocupados

hasta diciembre de 1743. En las Noticias Secretas se da cuenta de cómo esta

ban las defensas por los distintos puntos por los que pasaron Jorge Juan y

Ulloa en su camino a Quito (Cartagena de Indias, Portobelo, Chagres,

Panamá, Guayaquil, Lima, Chile) y de la creación del virreinato de Nueva

Granada. Se refieren también las Noticias Secretas a la Armada del Mar del

Sur en 1739 y la defensa naval del Pacífico a comienzos de la guerra. Pero

vayamos por partes:

Las instrucciones dadas a Jorge Juan y Ulloa, «que S.M. ha mandado pasen

al Reino del Perú a asistir a las observaciones científicas y astronómicas que con

su real permiso van a hacer los tres científicos de la Academia de Ciencias de

París, etc. etc.», eran muy amplias y minuciosas (diez puntos) y en algunos de

ellos se trasluce la obligación de «levantar planos de las ciudades y puertos con

sus fortificaciones» donde hicieren asiento, y se informaran de los términos de

su provincia y gobernación de los pueblos o lugares que contiene. Este como

puede verse es el leiv motiv para la redacción de las noticias secretas, si bien se

daban también instrucciones muy concretas sobre aspectos astronómicos, carto

gráficos y hasta botánicos.

Las Noticias Secretas de América, de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que

corresponden a la primera etapa de la vinculación americana de este último,

se redactaron por tanto entre 1735 a 1745 y fueron publicadas en Londres por

primera vez en 1826. El título con que debían conocerse los informes elabo

rados por Juan y Ulloa, es el de Discurso y reflexiones políticas sobre el

estado presente de los reinos de Perú, pero David Barry, en su edición de

1826, encabezó la obra con el esmero y periodístico título de Noticias

secretas de América, título que hizo fortuna y con el que se le conoce umver

salmente. Con respecto de su contenido,se acepta de que se trata de una

relación confidencial, ecuánime y desinteresada, en la que los dos marinos

reflejan sin inhibiciones ni cortapisas sus vivencias y experiencias america

nas, cuya situación real pintaban al natural.

Pero el título completoes mucho más largo y complicado que como las bauti

zara Barry. Cojan resuello: Noticias secretas de América sobre el estado naval,

militar y político de los reinos del Perú y provincias de Quito, costas de Nueva

Granada y Chile; gobierno y régimen particular de los pueblos indios; cruel

opresión y extorsiones desús corregidores y curas; abusos escandalosos introdu

cidos y entre los habitantes por los misioneros; causas de su origen y motivos de

su continuación por espacio de tres siglos, escritas fielmente según las instruc

ciones del Excmo. Sr. Marqués de la Ensenada, primer Secretario de Estado y

presentadas en informe secreto a S.M.C. el Sr. Don Fernando VI.

Las Noticias Secretas escritas en 1747 se dividen en dos partes claramen

te diferenciadas, pero no aisladas, pues hay mutuas alusiones y remisiones

que permiten conectarlas y ordenarlas. La primera parte es la que se conoce

como «De gobierno» (aunque el título completo es mucho más largo). La

segunda parte es la conocida abreviadamente como «De Marina», y su título

26

en extenso es el siguiente: Reflexiones políticas sobre el estado presente de

la Marina en los reinos de Perú; su gobierno, arsenales, maestranzas, viajes,

armamentos, plana mayor. Trátase de sus oficiales y de sus sueldos; trátase

también de los navios marchantes. Está dividida en seis puntos.

Ulloa emprendió viaje de regreso a España en 1745 a bordo del navio

francés Deliverance. Durante la travesía fue atacado por corsarios ingleses y

él mismo se encargó de arrojar al mar «todos los planos y noticias que pudie

ran ser de perjuicio si la desgracia las ponía en manos del enemigo». Sólo

conservó los documentos relativos a la medida del grado, observaciones

astronómicas y físicas y noticias históricas. No obstante la guerra entre

España e Inglaterra, Ulloa, prisionero, fue tratado con gran consideración

debido a su prestigio científico, devolviéndosele sus documentos e introdu

ciéndolo en los círculos científicos de la capital y nombrándolo socio de la

Real Sociedad de Londres.

Hasta 1746, después de once años de ausencia, no volvía Ulloa a Madrid.

Felipe V había muerto y en los comienzos del reinado de Fernando VI, comien

za a trabajar con Jorge Juan en la publicación de los resultados de la expedición,

tal y como había hecho ya en Francia La Condamine. Surgieron de inmediato

cuatro obras que firmaron conjuntamente, aunque la parte científica fue más

tarea de Jorge Juan y la histórica de Ulloa. El título completo de la redactada por

éste es: Relación histórica del viaje a la América Meridional, hecho de orden de

S.M. para medir algunos grados del meridiano terrestre y venir por ellos en

conocimiento de la verdadera figura y magnitud de la Tierra con otras varias

observaciones astronómicas y físicas. Como puede verse, la precisión en los

títulos no era signo de la época. Las dos aportaciones de Jorge Juan, son las

Observaciones Astronómicas y Phísicas, y la Disertación histórica y geográfica

sobre el meridiano de demarcación, cerrando el círculo las famosas Noticias

Secretas de las que Ulloa escribió las primeras once sesiones y Jorge Juan las

restantes. Su título original era sin embargo Discurso y reflexiones políticas

sobre el estado presente de los reinos del Perú: Su gobierno, régimen particular

de aquellos habitadores y abusos que se han cometido en uno y otro. Se ha sua

vizado pues el otro largo título que tuvo en su primera redacción. Pero como he

dicho, fue el inglés Barry quien le dio a la imprenta de Londres con el encabeza

miento que ha hecho fortuna de Noticias Secretas.

Se ha querido establecer cierta relación entre las Noticias Secretas y el Diario

del viaje científico y político a la América meridional, a las costas del mar

Pacífico y a las islas Marianas y Filipinas que realizaron Malaspina y

Bustamante entre los años 1789 y 1794 a bordo de las Corbetas Descubierta y

Atrevida. Evidentemente hay numerosas afinidades en descripciones, valoracio

nes y opiniones, pero ello se corresponde más con la llamada Descripción...etc

de Jorge Juan y Ulloa. El paralelismo con las Noticias Secretas habría que bus

carlo en el informe también secreto que Malaspina tenía preparado para mostrar

al Rey y en el que se hablaba igualmente de abusos y corrupciones, pero que

fue interceptado por Godoy en aquella conspiración de alcoba, que llevó al mari-

27

RELACIÓN HISTÓRICADEL VIAGE

A LA AMÉRICA MERIDIONALHECHO

DE ORDEN DE S. MAG.PARA MEDIR ALGUNOS GRADOS DE MERIDIANO

Terreftrc, y venir por ellos en conocimiento de la verdadera Figura,

y Magnitud de la Tierra , con otras varias Obfervaciones

Agronómicas, y Phificas:

fot DON JORGE JUANT, Comendador de Miaga, en el Orden de San

Juan, Socio corre/pondicnte de la 1{eal Academia de las Ciencias de París,

,yDON ANTONIO DE ULLOA, de la %eal Sociedad de Londres:

ambos Capitanes de Fragata de la <^eal Armada.

PRIMERA TARTE, TOMO PRIMERO.

IMPRESSA DE ORDEN* DEL REY NUESTRO SEÑOR

EN MADRID

Por Antonio Marín , Ano de M.DCC.XLVIII.

no científico a la prisión y posteriormente al destierro. No es tema para ser trata

do aquí, pero indiscutiblemente, de un análisis más profundo se deducirían

muchos puntos de vista concordantes. Posiblemente Malaspina no conocería las

Noticias Secretas de Jorge Juan y Ulloa escritas cuarenta años antes, pero no

publicadas hasta bastante tiempo después de la muerte de Alejandro y no es pro

bable accediera a los manuscritos del Palacio Real, pero de una constatación a

fondo entre ambos testimonios, podrían establecerse fundados asertos sobre los

puntos de coincidencia de los tres marinos ilustrados y sus preocupaciones sobre

el mejor gobierno y administración de Indias.

La segunda permanencia de Ulloa en territorios americanos tendrá lugar

desde finales de 1757, en que dada su singular competencia en el fomento y

dirección de las minas de Almadén, de las que logró un notable incremento

en la producción de azogue, fue designado por la Corona para ponerlo al

frente de la más importante mina de mercurio en América, la de

Huancavélica, siendo nombrado gobernador y superintendente de ella. Su

sólida formación científica y de prestigio -ha escrito Molina Martínez- fue

ron las bazas esgrimidas para poner fin a la crítica situación que venía

arrastrando dicho mineral. Pero si tal designación suponía poner al frente de

Huencavélica a una persona con capacidad para introducir los más recientes

adelantos tecnológicos, por otra parte representaba un duro revés para los

intereses creados de la villa y de las propias autoridades limeñas. En conse

cuencia, la administración de Ulloa soportó una tenaz oposición por parte de

un sector del clero, oficiales reales, mineros y miembros de la Audiencia, con

lo que Ulloa hubo de desplegar firmeza y consistencia.

Decidido desde el primer momento a acabar con los abusos y desórdenes

de la gestión minera, a pesar de su celo no logró poner fin al fraude y a la

corrupción, por lo que más de una vez solicitó del Rey que lo relevara de su

cargo, lo que no se produjo hasta 1764. Fueron por tanto siete años los de su

segunda estancia americana, en los que ha pesar de los contratiempos padeci

dos, le permitieron recabar más información sobre la geografía, fauna, flora y

otros aspectos de aquellos parajes, plasmados en su momento en sus Noticias

americanas, si bien todo lo acontecido en su mandato puede seguirse en su

Relación de gobierno del capitán de navio de la Real Armada don Antonio

de Ulloa en la villa de Huancavélica y la provincia de los Angaraes desde el

4 de noviembre de 1758 que tomó el mando hasta el 15 de mayo de 1763 y

que no obstante su extensión merece el honor de la imprenta.

El fin de la guerra de los Siete Años significó para España, entre otras

cosas, la incorporación del territorio francés de la Luisiana y fue Ulloa la

persona designada para regir sus primeros destinos bajo dominio español a

partir de 1766. Designación ciertamente desafortunada, pues la empresa que

tenía ante sí no era menos conflictiva que la de Huancavélica. Con una eco

nomía deficitaria y la resistencia de los colonos franceses, la labor de nuestro

marino en la gobernación del territorio se presentaba harto difícil, máxime

cuando carecía de los medios indispensables para ello. El punto álgido, sin

24

NOTICIAS AMERICANAS:

ENTRETENIMIENTOS PHISICOS - HISTÓRICOS ,

SOBRE

La América Meridional,y la Septentrianal Oriental.

COMPARACIÓN GENERAL

De los Territorios, Climas , y Produciones en las tres

especies, Vegetales , Animales , y Minsralesi

CON RELACIÓN PARTICULAR

fie las Petrificaciones de Cuerpos Marinos de los In~

dios naturales de aquellos Países, sus costum-

bres, y usos:

DE LAS ANTIGÜEDADES :

"Discurso sobre la Lengua , y sobre el modo en que

pasaron los primeros Pobladores.

SU AUTOR

Don Antonio de Uiloa, Comendador de Ocaña, en

el Orden de Santiago , Gtft de Esquadra de la Real

Armada, de la Real Sociedad de Londres, y de

las Reales Academias de las Ciencias de

Stockolmo, Berlín , &c.

EN MADRID:

En la Imprenta de Don Francisco Manuel de Mena,

Calle de las Carretas.

M.DCC.LXXIL

Con las í.icendd¡ neceiariai.

30

embargo, de la situación fue su decisión de prohibir el tráfico comercial de la

colonia con las islas francesas del Caribe y admitirlo con las posesiones

españolas. Esto era demasiado para el orgullo francés, y Ulloa se vio forzado

a embarcar con su esposa para La Habana poniendo fin de esta forma a su

gobierno. Sin embargo, como hiciera en tierras peruanas, empleó parte de su

tiempo en recoger información y datos que puedan seguirse en las Noticias

americanas, que publicaría en Madrid en 1772, también con un larguísimo

título como todos los suyos.

Y llegamos a su tercera permanencia en América, en la misión que le fue

encomendada en 1776 al ser nombrado comandante de la Flota de Nueva

España. Como ha escrito Francisco de Solano, más que sus méritos de guerra,

que no eran demasiados, la Corona premiaba su categoría científica. Era un ver

dadero teórico del mar, gran conocedor del régimen de vientos y corrientes de la

navegación de altura, por lo que era el más indicado para el mando. Con las ins

trucciones oportunas salió de Cádiz rumbo a Nueva España en mayo de 1776 al

frente de la que sería la última flota de Indias. Dos años más tarde salía de

Veracruz con la satisfacción de haber cumplido la misión encomendada. En ese

tiempo Ulloa dirigió las operaciones de descarga, atendió el ritmo de la feria de

Jalapa, vigiló el aprovisionamiento y carga de los navios de la flota y, sobre todo,

colaboró estrechamente con el virrey Bucarelli en su política naval, programan

do, como había hecho en otras partes, un amplio plan para el mejor

conocimiento geográfico y cartográfico del virreinato.

Efectivamente, puso en marcha un ambicioso proyecto de «descripciones»

encaminado a la obtención de noticias e información exhaustiva sobre la rea

lidad mexicana, tratando de reunir con su conocida paciencia y minuciosidad

un caudal de datos de las mismas características que los de la región peruana.

Para ello elaboró un cuestionario basado a grandes rasgos en el esquema de

las Noticias americanas que debían cumplimentar las autoridades locales y

regionales. Visitó personalmente en 1777 las minas de Guanajato, las más

importantes del virreinato y mostró su interés por conocer las de Pachuca y

Real del Monte. Sin duda su paso por Almadén y Huancavélica le hizo sentir

mayor interés por las cuestiones mineras. Fruto de las observaciones y de los

datos recibidos fue la redacción de la Descripción Geográfico-Física de una

parte de Nueva España parte por tanto de sus Noticias americanas que no

hay que confundir con las «secretas» y que constituyen una extraordinaria

panorámica del Nuevo Continente, al mismo tiempo que reflejan la opinión

de su autor acerca de algunas cuestiones que se debatían en los círculos inte

lectuales de la época.

Cinco veces por tanto cruzó el Atlántico en lo que ha venido en llamar su

proyección americana, título otorgado a esta conferencia. La primera, como se

ha dicho, a los trece años en la armada de galeones mandada por el marqués de

Torreblanca; la segunda en 1734, en la famosa expedición científica de media

ción del meridiano; la tercera en 1757, para dirigir las mismas de Huancavélica

en Perú; la cuarta en 1766 como gobernador de la Luisiana; y la quinta, diez

31

años más tarde, como comandante general de la Flota de Nueva España. En

todas las misiones que en la otra orilla oceánica desempeñara, alguna de ellas

sobrepasada de dificultades, supo obtener reconocido prestigio tanto en España

como en el extranjero, escribiendo obras decisivas, y alentando cuantos proyec

tos de modernización y avance científico tuvieron lugar en la época ilustrada que

le tocó vivir. Su brillante hoja de servicios lo presenta como marino, gobernante

y hombre de ciencia, especialmente esto último, aunque en sus actividades profe

sionales llegase a la cúpula del grado militar como teniente general. Dotado de

una mente enciclopédica, como ha dicho uno de sus escasos biógrafos, y a la vez

de un profundo sentimiento humanitario, llevó a cabo las más heterogéneas y

notables empresas, siempre al servicio de la Corona. Esta es, a grandes rasgos, la

semblanza -de la que no sólo hemos tomado su vinculación y proyección ameri

cana- de un marino ilustrado, de un científico preclaro y, sobre todo, de un

hombre de su tiempo.

Un pequeño inciso antes de terminar. Si Ulloa, nacido en Sevilla, murió

en San Fernando, su hijo mayor don Francisco Javier, también marino de

alcurnia, que llegó a ser capitán general de la Armada y ministro de Marina

en el tormentoso reinado de Fernando VII, nació en San Fernando, aunque

fuese a morir a Madrid. La Isla, tan celosa en el rescate de los hijos que la

engrandecieron, tiene también una deuda con este canaula olvidado, cuyo

talante liberal y hombría de bien merece revivir su recuerdo. He leído su bio

grafía y puedo asegurarles que es sugestiva y sugerente y que sus acciones

gaditanas son verdaderamente sorprendentes. Y lanzo la idea, señor Alcalde,

desde este foro donde tanto se ha honrado la memoria del padre, por aquello

de que «a buen entendedor sobran palabras»... Muchas gracias.

32

DON ANTONIO DE ULLOA Y

LA FORMA DE LA TIERRA

Manuel CATALÁN PEREZ-URQUIOLA

Almirante director del Real Instituto

y Observatorio de la Armada

RESUMEN

Don Antonio de Ulloa y de la Torre-Giral puede definirse como un genuino

representante del oficial de la Armada española ilustrado. En la mitad del xvm

los funcionarios provenían de dos clases bien diferenciadas: los cuerpos de élite

formados, fundamentalmente por los procedentes de colegios mayores, acade

mias militares y determinados batallones del ejército y aquellos otros que se

formaban en otros centros y medios de carácter exclusivamente práctico en el

campo laboral o en la milicia, sin contar con la protección que institucionalmen-

te recibían los procedentes de aquellos cuerpos a los que se tenía acceso

mediante exigentes pruebas de nobleza.

Una estrecha vinculación entre ministerios y cuerpos militares, con facili

dad de promoción y de ascensión definió los setenta y cinco primeros años

del siglo xvm. Durante ese tiempo Ulloa consigue realizar y destacar con luz

propia en sus actividades; formado en la Real Academia de Guardias

Marinas, el primer cuerpo institucionalizado de las Fuerzas Armadas partici

pó con Jorge Juan, de forma directa y destacada en la medida del arco de

meridiano, primera campaña geodésica de cooperación internacional dirigida

a conocer por medida directa, la verdadera forma de nuestro planeta, alcanzó

destacados puestos políticos (superintendente de Huancavélica y su distrito

(1758), gobernador de Luisiana (1766), así como otros de diverso carácter

técnico). Pero es en el campo de la ciencia donde D. Antonio de Ulloa alcan

za su máxima transcendencia histórica. Sus conocimientos y su cientifismo le

hicieron destacar en diversas disciplinas, desde las que potenció el afán de la

revolución científica que caracterizó al siglo xvm en la Armada de España,

promoviendo todo tipo de actividades que redundarían en el desarrollo cultu

ral y material del país.

Pero Ulloa, además de marino, fue experto en botánica, astronomía, geo

logía y cartografía y también destacó como matemático e ingeniero. A todo

ello resulta hoy obligado añadir las actividades que desarrolló en Nueva

España, donde propició, fomentó y sugirió una serie de realizaciones en rela

ción con sus astilleros que no llegaron a materializarse y han sido en gran

parte olvidadas.

LA VISIÓN PRIMITIVA DE LA FORMA DE LA TIERRA

El descubrimiento de que la Tierra es un mundo pequeño se llevó a cabo,

como tantos otros importantes descubrimientos humanos, en la ciudad egip-

33

cia de Alejandría. Vivía allí un hombre enciclopédico llamado Erastóstenes

que reunía conocimientos de astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo, poe

ta, crítico teatral y matemático. Fue director de la gran Biblioteca de

Alejandría, donde un día leyó en un libro de papiro que en un puesto avanza

do de la frontera meridional, en Siena, cerca de la primera catarata del Nilo,

en el mediodía del 21 de junio, un palo vertical no proyectaba sombra. En

aquel momento podía verse el Sol reflejado en el agua en el fondo de un pozo

hondo, pues se encontraba directamente sobre las cabezas de los observado

res.

Erastóstenes tuvo la intuición de observar si realmente en Alejandría los

palos verticales proyectaban sombras hacia el mediodía del 21 de junio. Y

descubrió que sí lo hacían postulando que la única respuesta posible era que

la superficie de la Tierra está curvada. Y no sólo esto, sino que cuanto mayor

fuera su curvatura, mayor debería ser la diferencia entre las longitudes de las

sombras. Supuso que el Sol estaba tan lejos que sus rayos eran paralelos al

llegar a la Tierra y que los palos situados formando diversos ángulos con res

pecto a los rayos del Sol, proyectarían sombras de longitudes diferentes.

La diferencia observada en las longitudes de las sombras hacía necesario

que la distancia entre Alejandría y Siena fuera de unos siete grados a lo largo

de la superficie de la Tierra. Siete grados debía ser aproximadamente una

cincuenteava parte de los trescientos sesenta grados que contiene la circunfe

rencia entera de la Tierra. Erastóstenes sabía que la distancia entre Alejandría

y Siena era de unos 800 kilómetros, porque contrató a un hombre para que lo

midiera a pasos. Ochocientos kilómetros por 50 dan 40.000 kilómetros: ésta

debía ser pues la circunferencia de la Tierra con un error de sólo unas partes

por ciento, lo que constituyó un logro notable hace 220 años al ser la primera

persona que midió con precisión el tamaño de un planeta.

En la época de Erastóstenes la representación geográfica se basaba en

globos que representaban la Tierra vista desde el espacio, que eran esencial

mente correctos en su descripción del Mediterráneo, una región bien

explorada, pero que se presentaban crecientemente inexactos a medida que se

alejaban. Nuestro actual conocimiento del Cosmos repite este rasgo desagra

dable pero inevitable. En el siglo primero, el geógrafo alejandrino Estrabón

escribió:

«Quienes han regresado de un intento de circunnavegar la Tierra no dicen

que se lo haya impedido la presencia de un continente en su camino, porque

el mar se mantenía perfectamente abierto, sino más bien la falta de decisión y

la escasez de provisiones... Erastóstenes dice que a no ser por el obstáculo

que representa la extensión del océano Atlántico, podría llegar fácilmente por

mar de Iberia a la India... Es muy probable que en la zona templada haya una

o dos tierras habitables... De hecho, si esta otra parte del mundo está habita

da, no lo está por personas como las que existen en nuestras partes, y

deberíamos considerarlo como otro mundo habitado.».

Desde los primeros historiadores la obra de Tolomeo figura, aún ahora,

34

entre las aportaciones más destacadas del legado histórico de nuestra

Geografía. Su parte gráfica nos ha revelado la imagen geográfica del mundo

conocido a comienzos de la era cristiana, mostrando el claro contraste que

existió con las concepciones que siglos después reflejaron los códices medie

vales.

Sin embargo, los datos sobre su personalidad aparecen escasos y confusos

sumidos, frecuentemente, en la servidumbre de la leyenda y donde probable

mente, el legado de su obra nos ha llegado, por una casualidad de la historia, en

medio de tantas aportaciones perdidas en la secuencia de los acontecimientos y

de las que sólo tenemos alguna referencia, a través de su descripción en los tra

bajos de otros escritores. Tal es el caso de Marino de Tiro, cuyo mapa del mundo

constituyó, probablemente en gran parte, la base inicial de los trabajos de

Tolomeo.

De todos sus trabajos en los campos de la astronomía, matemáticas, ópti

ca y geografía hay que destacar dos, por su posterior influencia universal, el

Almagesto y la Geographia o Atlas del Mundo tal y como él lo conocía.

Tolomeo trabajó en la Biblioteca de Alejandría en el siglo II, y en su cali

dad de astrónomo amplió, en su Almagesto, la catalogación de 1028 estrellas

realizadas por Hipparcos, puso nombre a las estrellas, cuantificó su brillo,

razonó que la Tierra es una esfera, estableció normas para predecir eclipses,

y quizás lo más importante, intentó comprender por qué los planetas presen

tan ese extraño movimiento errante contra el fondo de las constelaciones

lejanas desarrollando un modelo de predicción para entender los movimien

tos planetarios y codificar el mensaje de los cielos.

Convencido Tolomeo de que la Tierra era el centro del sistema planetario,

trató de explicar la aparente retrogradacion de los planetas suponiendo que no

sólo se movían regularmente alrededor de la Tierra, sino que además iban

girando alrededor de cada punto de su órbita, a la que llamó «deferente».

Todos los planetas, según él, además del de rotación alrededor de la tierra,

tenían un movimiento secundario alrededor de un punto de su órbita. Al

observador desde la Tierra el continuo bailar de los planetas hacíales la ilu

sión de que iban retrocediendo en su camino, porque el movimiento alrededor

del punto era más rápido que el del planeta alrededor de la Tierra. Esta expli

cación tenía sólo el inconveniente de que no se conformaba con la realidad.

Las esferas etéreas de Tolomeo, que los astrónomos medievales imagina

ban de cristal, nos permiten hablar todavía de los distintos cielos (había un

«Cielo» o esfera para la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y

Saturno, y otro más, un séptimo Cielo, para las estrellas). Si la Tierra era el

centro del Universo, si la creación tomaba como eje los acontecimientos

terrenales, si se pensaba que los cielos estaban construidos con principios del

todo ajenos a la Tierra, poco estímulo quedaba entonces para las observacio

nes astronómicas. El modelo de Tolomeo, apoyó la Edad de la Barbarie y

contribuyó a frenar el ascenso de la Astronomía durante un milenio.

Pero Tolomeo sintió igualmente la inquietud de profundizar en la descrip-

ción gráfica de la forma del planeta. Su Geographia, tal y como nos ha

llegado a nosotros, se compone de una serie de instrucciones de carácter car

tográfico, incluyendo la determinación de sus coordenadas, abarcando algo

más de 8000 puntos significativos, y una colección de mapas describiendo

las zonas conocidas. Su obra transcendente se tradujo al latín por Giacomo

D'Angelo da Scarperia (1406) siendo completada en sus aspectos gráficos

por Lapaccino y Boninsegni.

ASTRONOMÍA, NAVEGACIÓN Y CARTOGRAFÍA EN EL DESCUBRI

MIENTO

Y en esta situación de unas ciencias náuticas, limitadas en su desarrollo por

la imagen cosmológica de Tolomeo, los navegantes españoles descubrieron el

Nuevo Mundo desamparados, en gran parte, de las técnicas astronómicas.

Fenómenos elementales como el movimiento de la Estrella Polar, la refracción,

la declinación magnética, la rotación e incluso la forma de la Tierra, no sólo eran

desconocidos, sino que, frecuentemente, eran interpretados de forma errónea y

rechazados como contrarios a la filosofía de la época.

Referente a la cartografía, la esfericidad de la Tierra complicaba el traza

do de las derrotas al aparecer representadas como curvas las líneas que, a

rumbo constante, unían los puntos de salida y llegada, surgiendo la necesidad

de inventar una cartografía plana que, representando meridianos y paralelos,

pudieran resultar rectas las líneas de los rumbos con un error, que estimaron

sería casi imperceptible en mares de corta extensión y con pequeñas variacio

nes en la latitud de las travesías.

El primer cartógrafo conocido que firma sus cartas en Mallorca es Angelino

Dulcert, a quien se atribuye una carta fechada en 1339 que incluye la zona de

Mesopotamia y Persia, representa el mar Negro y llega hasta el Caspio. En el

Atlántico mejora posiciones anteriores llegando hasta la península Escandinava,

situando al oeste de Irlanda una isla fruto de su imaginación y al sur de las islas

Canarias otra que denomina ínsula Santi Brandani sive pullarum.

La más importante, quizás, de las cartas mallorquínas es la conocida

como el Atlas Catalán de 1375, atribuida al judío mallorquín Jafuda

Cresques, relojero y constructor de instrumentos de navegación. El mapa pre

senta mucha semejanza con la Carta de Dulcert, mejora la representación del

Norte de África y amplía hacia el Este la representación, utilizando informa

ción adquirida de sus familiares que recorrieron las zonas y de Marco Polo

en su libro De las cosas maravillosas.

En el archivo de la Real Cartuja de Val de Cristo, junto a Segorve, se con

serva una carta hidrográfica plana de origen mallorquín debida a Macía de

Viladestes (1413), trazada en un pergamino de cinco palmos de largo y cua

tro de ancho, y comprende todo lo descubierto en Europa, África hasta

Guinea y los confines de Asia, incluyendo por el Occidente las Canarias y

Cabo Verde. Más conocida es la carta hecha en Mallorca por Gabriel de

Valseca, comprada por Américo Vespuccio en 130 ducados de oro, que, con-

36

teniendo los reinos y provincias de Europa, Asia y África hasta Río de Oro,

describía en breves notas sus puertos, lugares y costumbres.

Como vemos, existía entonces un mundo bastante conocido, aunque no

perfectamente descrito, que era el Viejo Continente, y otro parcial e imperfec

tamente conocido, que era el resto de la Tierra. No había nacido el cosmógrafo

Mercator, que poco después descubriría la respresentación de su nombre, pero

hay constancia de que ya disponía Magallanes de cartas cuadradas con redes

de meridianos y paralelos sobre las que se llevaba la cuenta del rumbo y dis

tancia navegada, únicos elementos aparte de la latitud que durante muchos

siglos definieron las derrotas de los buques en el mar. Aquella «navegación de

fantasía» no podía ser más elemental debido a que a las imperfecciones de las

agujas se unía un desconocimiento casi absoluto de la declinación y otras cau

sas, a las que habría que añadir los efectos del abatimiento por corrientes

desconocidas. Esta misma o mayor incertidumbre habría de recaer, sin duda,

en cuanto a la cuenta de las distancias navegadas basadas, por entonces, en el

sistema denominado de la «cadena de popa», sinónimo de la más primitiva y

elemental de las correderas.

La culminación fue sin duda el descubrimiento de América por Cristóbal

Colón, y los viajes de los siglos siguientes, que completaron la exploración

geográfica de la Tierra. El primer viaje de Colón está relacionado del modo

más directo con los cálculos de Erastóstenes. Colón estaba fascinado por lo

que llamaba la «Empresa de las Indias», un proyectos para llegar al Japón,

China y la India, sin seguir la costa de África y navegando hacia el Oriente,

sino lanzándose audazmente dentro del desconocido océano occidental; o

bien, como Erastóstenes habia dicho: «pasando por mar de Iberia a la India».

Colón había sido un vendedor ambulante de mapas viejos y un lector asi

duo de libros escritos por antiguos geógrafos, como Erastóstenes, Estrabón y

Tolomeo, o de libros que trataran de ellos. Pero para que la Empresa de las

Indias fuera posible, para que las naves y sus tripulaciones sobrevivieran al

largo viaje, la Tierra tenía que ser más pequeña de lo que Erastóstenes había

dicho. Por lo tanto Colón hizo trampa con sus cálculos, como indicó muy

correctamente la Universidad de Salamanca que los examinó. Utilizó la

menor circunferencia posible de la Tierra y la mayor extensión hacia el este

de Asia que pudo encontrar en todos los libros de que disponía, y luego exa

geró incluso estas cifras. De no haber estado las Américas en medio del

camino, las expediciones de Colón habrían fracasado rotundamente.

En esta situación, impulsados por razones prácticas y con el fin de promover

los adelantos de aplicación a una navegación oceánica, se creó a principio del

siglo xvi en Sevilla, la primera Universidad que reuniría los estudios teóricos y

ciencias auxiliares que la experiencia y observación de los marinos españoles

fueron adquiriendo, creándose en 1503 la Casa y Tribunal de Contratación en

Sevilla y nombrando piloto mayor a Américo Vespuccio con las obligaciones

de examinar a los pilotos de la carrera de Indias y actuar como censor del cate

drático de Cosmografía y del cosmógrafo fabricante de instrumentos.

37

El piloto mayor y los dos cosmógrafos dirigían, junto a otros seis peritos

el tribunal para el examen y aprobación de los pilotos de Indias, con la obli

gación de rellenar diariamente el diario de derrota, anotar sus propias

observaciones, tomar la altura del Sol ante el escribano del navio, fijar la

situación de los bajos e islas que se descubriesen y entregar al presidente y

jueces de la Contratación, a su regreso, el diario como testimonio.

LA MODERNA CARTOGRAFÍA. MERCATOR.

A la vez que en España se iniciaba la sistematización de los estudios astronó-

mico-geográficos, en el resto de Europa y hasta el siglo xvi, los conocimientos

geográficos habían seguido los desarrollos generales de una ciencia poco riguro

sa. Las relaciones de los viajes se dirigían, generalmente, a despertar la

imaginación del lector en lugar de a instruirle. La cartografía era deplorable y

los límites del mundo conocido estaban limitados por el antiguo sistema de

Ptolomeo, modificado por los informes de los viajeros que frecuentemente apor

taban nuevos errores a los ya existentes.

El viejo mundo se encontraba dividido en tres secciones y según la car

tografía de Andrea Bianco, que se conserva en San Marcos de Venecia,

consistía en un gran continente partido en dos mitades desiguales por el

Mediterráneo y por el Indico, extendiéndose de E. a W. jalonado por gran

cantidad de islas. África se extendía, igualmente de E. a W. paralela a

Europa y Asia, terminando al N. del Ecuador extendiéndose, la costa meri

dional de Asia, hacia el E. desfigurando la península indostánica y el golfo

de Bengala.

Gerardo Mercator fue el mayor cartógrafo del siglo xvi. Su éxito radi

có en la unión del tratamiento matemático y el trabajo de campo, lo que

unido a su competencia como astrónomo instrumentista, grabador y polí

grafo hicieron de él una figura trascendente en el futuro desarrollo de la

geografía y de la navegación.

Su vida coincidió con la propagación de las ideas de la Reforma, lo que

generó en él un alto interés por la lectura, estudio y conocimiento de las

Sagradas Escrituras, y consecuentemente por Tierra Santa, que impulsó a

Mercator a levantar su cartografía. Su conocimiento de la Biblia y su interés

personal, le permitió modificar posiciones, corrigiendo distancia y direccio

nes geográficas, complementando su carta con su obra, desgraciadamente

hoy perdida, Amplísima Terre Sanctae Descriptio que dedica al cardenal

Granvela, Gran Consejero de Malina en 1537.

Aunque gomo cosmógrafo, Mercator fue un admirador de Ptolomeo y

entusiasta estudiante de sus trabajos fue, sin embargo, un crítico corrector de

su visión geográfica, cuestionando su mapa de Europa y la validez de sus

ocho libros de geografía. Tras un estudio comparado de los viejos itinerarios

y nuevas medidas y tras estudiar los documentos aportados por los nuevos

navegantes, Mercator plantea los errores de la antigua Grecia, y que señalando

la longitud desorbitada de 62° que le asignaba Tolomeo al Mediterráneo, ya

reducida a 58° en el globo de 1541, aconsejando una nueva reducción a 52° y

sugiriendo la necesidad de progresar en los estudios necesarios para impulsar

los nuevos métodos de determinar la longitud y, por tanto, del desarrollo astro

nómico.

Aunque, como hemos visto, su fama recae en sus aportaciones a las mate

máticas, geografía y cartografía, Mercator es conocido, principalmente, como

inventor de la proyección que lleva su nombre. Como es sabido, una proyec

ción es la representación de una magnitud geométrica en una superficie

plana, por lo que siendo evidente la imposibilidad de obtener la proyección

plana de una esfera sin que exista una deformación, aparece definido como

gran problema de la cartografía el encontrar una proyección que ocasione la

menor deformación posible de las magnitudes que, en sus aplicaciones prác

ticas, resulten en cada caso fundamentales.

Mercator profundiza en los estudios de la proyección cónica pura sugeri

da por Ptolomeo, que no conserva la igualdad entre los espacios, donde los

paralelos son circunferencias y las distancias sólo quedan ajustadas en la

dirección de los meridianos. Como primera modificación, Mercator sustituye

el cono tangente a la esfera por un cono secante, cortando a la esfera sobre

dos paralelos equidistantes del paralelo medio, generando una proyección

que parecía disminuir las deformaciones introducidas por la cónica pura.

Mercator concibió las ventajas de una proyección que aumentará la sepa

ración entre los grados de latitud al separarse del Ecuador en la misma

proporción en que los grados de longitud debían aumentarse para mantener el

paralelismo de los meridianos.

En 1564 publica su famoso planisferio Nova et ancta orbis terrae descrip-

tio ad usum navegatium accommodata para uso en la navegación, primer

mapa con la proyección de Mercator donde meridianos y paralelos aparecen

cortándose en ángulo recto. La proyección deforma las distancias, por la

secante de la latitud, pero mantiene las direcciones que a rumbo constante,

unen los puntos geográficos de partida y destino de las mareas.

La representación de Mercator, equivalente a la resultante de una proyec

ción cilindrica de la esfera terrestre, aunque deformaba las distancias

mantenía las direcciones permitiendo al navegante orientar su nave a rumbo

constante, uniendo los puntos de salida y destino dejando abierto, para la

navegación como único problema, el de la determinación de la longitud por

la observación de las estrellas. Existen dudas de que Mercator intuyó la idea

física de su proyección, lo que permitió se achacara por algunos autores la

paternidad de su descubrimiento, a Wright, que, simplemente explicó e intro

dujo mejoras en la proyección en 1590 y difundió su uso, que fue ya

adoptado generalizadamente en 1630.

En su conjunto la aportación de los mapas, instrumentos e ideas de

Mercator impulsaron a la geografía de su siglo más allá de la imagen clásica

de Ptolomeo y fue trascendente en la historia futura por el valor inestimable

en la cartografía náutica de la proyección cilindrica de la esfera.

39

LA ASTRONOMÍA HELIOCÉNTRICA. NICOLÁS COPÉRNICO.

Evidentemente la solución astronómica al problema de la situación no podía

obtenerse mientras se mantuviera al sistema planetario geocéntrico, pudiendo

sin embargo explicarse fácilmente el vagar de los planetas con sólo hacer el

mismo sistema planetario heliocéntrico, esto es, con el Sol en el centro. Tal

simple enunciación es la gloria de Copérnico. Este, además, es digno de la glo

ria asociada a su descubrimiento por la gran convicción con que lo expuso.

Recientemente se ha comprobado que ya en la antigüedad Aristarco de

Samos y Arquímedes sospecharon que el Sol era el centro del sistema planeta

rio, y hasta se atrevieron a anticipar esta teoría. Pero ninguno de los dos

persistió eficazmente en el sistema heliocéntrico. Los escritos que se han con

servado de Aristarco de Samos son geocéntricos, y Arquímides, que es quien

nos transmite la inclinación de Aristarco por el sistema heliocéntrico, no pare

ce tampoco muy entusiasta de aquella hipótesis de su predecesor.

Copérnico criticaba a su Astronomía contemporánea la gran complejidad

y poca fiabilidad con que predecía los eclipses y los movimientos observados

de los planetas, en especial de Marte, observando que la hipótesis heliocén

trica, aunque inquietante como opuesto a las creencias de la época mejoraba,

en simplicidad y exactitud, las prediciones de su modelo.

En el prólogo del Revolutionibus, Oslander puntualizaba que los plantea

mientos de Copérnico respondían a una hipótesis. Modelo abstracto, simple y

conveniente para los cálculos, sin tener necesariamente que responder a un

planteamiento real.

Esta cuestión del valor de las hipótesis en Astronomía, que podríamos lla

mar en lenguaje moderno modelos matemáticos, era muy viva en los siglos

xvi y xvn y el Santo Oficio al censurar el libro de Copérnico exigía hablar

del nuevo sistema, no en modo absoluto, sino como un nuevo planteamiento

matemático, especialmente conveniente a efectos de cálculo. La hipótesis del

sistema de Copérnico era contraria a la antigua tendencia de identificar el

centro de la Tierra con el Universo.

Esta identificación tenía consecuencias fundamentales y se basaba en las

creencias de que todo cuerpo pesante debía caer al centro del Mundo y no

apartarse de él, sugiriendo la conclusión propuesta en el Almagestum Nobum,

de postular que aun cuando se pudiera apartar la Tierra o alguno de sus frag

mentos del centro del Mundo, al dejarlos libres caerían naturalmente al centro

del Universo, que esta creencia sugiría único y ligado a nuestro planeta.

(Tolomeo había tomado en consideración un modelo heliocéntrico de este tipo,

pero lo desechó inmediatamente; partiendo de la física de Aristóteles, la rota

ción violenta de la Tierra que este modelo implicaba parecía contraria a la

observación).

Copérnico apuntó la necesidad de considerar la gravedad como una pro

piedad de la materia imaginando la Tierra, el Sol, la Luna y los distintos

planetas, no ya centros del mundo sino simples centros de gravedad. Esta

hipótesis, que eliminaba el viejo concepto de centro universal, asignaba a la

40

materia de los cuerpos celestes su naturaleza de graves, dejando abierto el

camino a que posteriormente Newton, con un mejor conocimiento de la

mecánica y el apoyo de nuevos formalismos matemáticos, afronta definitiva

mente el problema.

Giodano Bruno contempló los planteamientos de Copérnico concibiendo,

con extraordinaria intuición, un Universo en el que la Tierra no sólo quedaba

similada a los planetas, sino que el Sol era una estrella más en un todo de

estrellas. Bruno opuso el infinito de su universo a lo finito de los plantea

mientos medievales. Universo infinito y unidad en la naturaleza.

Copérnico, sin embargo, no es un científico moderno, pues no basó su

teoría en observaciones propias ni se apoyó en hechos demostrables. No cree,

como los modernos, en un Universo infinito, sino que acepta el Cosmos limi

tado y esférico de los griegos. Cree, como ellos, que las órbitas de los

planetas son sólidas y que el movimiento esférico es el del Universo porque

es el movimiento más perfecto.Tiene intuiciones geniales, que no demuestra,

como que la Tierra gira sobre sí misma porque el cuerpo redondo engendra

naturalmente el movimiento o que no hay diferencia esencial entre Tierra y

astros porque no hay seres viles en el Universo. Pero tiene sobre todo una

idea que enuncia con convicción: la organización del Universo responde a un

orden matemático.

LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA.

Como es frecuente en todas las ciencias, estos cambios revolucionarios en

la astronomía de comienzos del siglo XVII tuvieron lugar en muy pocos

decenios, siendo la afortunada coincidencia de tres grandes astrónomos lo

que la hizo posible. Tycho Brahe fue su organizador y meticuloso observa

dor; Kepler, que no estaba dotado para la observación, encontró en el

material de observación de Brahe la base experimental de sus descubrimien

tos. Galileo abrió insospechadas posibilidades a la observación del

firmamento con el uso del telescopio. Después de estos tres grandes hombres

hay que esperar hasta la llegada de Newton para en el encuadre teórico de la

Teoría de los Graves consolide, definitivamente, él sistema de Copérnico.

Y es justo en el instante en que la Astronomía se establece como Ciencia,

cuando inmediatamente se la utiliza en su más prometedora aplicación: la de

proporcionar cada vez con más rigor y de la forma más completa los elemen

tos que precisa el marino para obtener la dirección y situación de su nave,

siendo, precisamente, los esfuerzos realizados para resolverlos lo que deter

minarían el mayor progreso de la Astronomía, el estímulo para la creación de

los nuevos observatorios y, un siglo después, la solución definitiva de la

posición en la mar.

La determinación de las latitudes, bien por altura de la estrella polar o

más generalmente por alturas meridianas del Sol, cuyas efemérides eran

conocidas con suficiente precisión, no presentaba por el momento una mayor

dificultad, tanto para su determinación en posicionamiento fijo, como en la

41

mar: «...único dato de que se valían los marinos y en el que estribaba su

mayor seguridad...», encontrándose en marcha progresos considerables que

darían lugar a la mejora de la instrumentación de los observatorios fijos y a

la aparición, en 1731, del cuadrante de reflexión de Halley, instrumento

inmediato precursor del actual sextante.

La observación de la longitud en la mar era, como hemos visto, el proble

ma a resolver, teniendo el navegante que deducir esta coordenada con la

cuenta de su estima durante su derrota y atribuirla al puerto de llegada.

Un promedio de las longitudes declaradas por los distintos navegantes

venía, en la mayor parte de las ocasiones, a representar oficialmente la longi

tud de los puertos menos importantes, aunque, gracias a las iniciativas de los

geógrafos, empezaban ya a aparecer cartas, cada vez mejor fundamentadas,

conteniendo puntos determinados con precisión sobre bases de observación

astronómica.

El problema de las longitudes está ligado al giro de la Tierra y se plantea

de un modo muy sencillo: la diferencia en longitud es precisamente la dife

rencia de la hora de paso de un mismo astro por el meridiano de cada lugar.

Dado que para conocer esta diferencia es siempre preciso que los péndulos o

relojes de las estaciones que hacen la observación del astro se hayan sincro

nizado previamente, aparece el concepto de la sincronización a distancia

como gran problema de todos los tiempos, que entonces había que efectuar

mediante la anotación de la hora de observación de un mismo fenómeno

astronómico bien definido y visible en las dos estaciones, del cual fuera sus

ceptible deducir una simultaneidad. En general el fenómeno a observar sería

un eclipse, la ocultación de un planeta o estrella por la Luna, el paso de un

planeta por el disco solar y las ocultaciones múltiples de Júpiter y de sus

satélites.

Ya Américo Vespuccio había considerado que el movimiento de la Luna

entre las estrellas, aunque era un posible candidato, conllevaba la dificultad

de conocer su posición con precisión suficiente y la complejidad en la reduc

ción de sus cálculos, lo que explicaba el fallo de los intentos efectuados en

los siglos xvi y xvn.

LOS OBSERVATORIOS ASTRONÓMICOS Y LA NAVEGACIÓN INSTRUMENTAL

En este estado de la ciencia, Carlos II decide crear u Observatorio Real en

Greenwich, en la embocadura del Támesis, con la misión fundamental de

resolver los problemas de la navegación e impulsar su progreso abordando

definitivamente la determinación de las longitudes; nombrando a Flamsteed

«Astrónomo Real» con una pensión anual de 100 libras y el encargo de plan

tear y desarrollar los programas astronómicos útiles para la navegación.

El problema requería una actividad en diversos frentes, por una parte

habría de desarrollarse el estudio de los procesos que permitieran determinar

el tiempo en la mar, referido a un meridiano origen, bien por la observación

42

de sucesos simultáneos bien manteniendo la hora con mecanismos mecánicos

idóneos para funcionar en el océano.

El desplazamiento rápido de la Luna con respecto a las estrellas fijas

parecía menos fácil de utilizar que el girar de las agujas de un reloj, pero era

más fiel al representar un reloj cósmico. Para su materialización se conside

raba ideal aprovechar los instantes en que la Luna ocultara determinadas

estrellas o planetas. El procedimiento adolecía del inconveniente de que este

suceso era relativamente poco frecuente y debía complementarse con la

medida de la distancia a la Luna de estrellas y planetas próximas a su conjun

ción. Su empleo quedaba subordinado al levantamiento de efemérides

lunares de cierta precisión y referidas al meridiano origen.

Para la determinación de la posición de los astros y sus distancias relati

vas Newton había diseñado un octante de reflexión, que sería desarrollado

por Hadley incorporando un tornillo micrométrico que permitió medir los

movimientos del espejo móvil, y orientable, para permitir en una sola visual

la posición del horizonte y la estrella.

En relación con la determinación y mantenimiento mecánico del tiempo,

se impulsó el desarrollo del cronómetro marino dotado de un movimiento por

cuerda elástica controlando su marcha por una espiral solidaria a la masa

oscilante. Propuesto por Huygens en 1675, este dispositivo fue adoptado por

Leroy, Berthoud y condujo, finalmente, al desarrollo del cronómetro marino

de Harrison y a su cobro del premio acordado de 20.000 florines.

Pocos años antes que el Observatorio de Greenwich, Luis XIV fundó el

Observatorio de París, a fin de mejorar la obra de Tycho con observaciones

que se completarían en el futuro en París. Picard fue enviado al Observatorio

de Uraniborg con la misión de recoger información pasada y determinar las

coordenadas del Observatorio de Tycho. El viaje fue especialmente útil desde

un punto de vista científico al comprobar que debían corregirse las observa

ciones meridianas de Tycho en 18' y descubrir, de esta forma, el fenómeno de

la aberración detectando, además, las correcciones aplicables a las observa

ciones de la Polar.

A su regreso a París volvió acompañado por el joven astrónomo danés

Olans Romer, constituyéndose la plantilla de astrónomos junto a Auzont y

Huygens, teniendo como director a Cassini. En 1675 se descubren los anillos

de Saturno, se establecen medidas precisas de los eclipses de Júpiter obser

vando un retraso según las ocultaciones se produzcan en oposición o

conjunción. Romer tuvo el mérito de interpretar correctamente estos retardos

obteniendo una primera medida de la velocidad de la luz.

CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN LAS BASES DE LA ILUSTRACIÓN

Es interesante observar que la solución del problema de la posición en la

mar fue la que indujo a que, además de los diferentes intentos para desarro

llar una relojería más exacta se efectuara un gran esfuerzo para mejorar el

43

conocimiento de las efemérides astronómicas, todo ello a fin de resolver el

problema de la longitud. Estos esfuerzos condujeron a resultados positivos

gracias a tres situaciones de gran importancia que tuvieron lugar, casi simul

táneamente, en la segunda mitad del siglo xvn y principios del xvm.

En primer lugar, la creación de organizaciones científicas para investigación

astronómica que condujo a la fundación de los observatorios astronómicos de la

Ilustración. Primero París (1667), después Greenwich (1675) y posteriormente

el Real Observatorio de la Armada en Cádiz (1753) creados, todos ellos, para

resolver el problema de la longitud en la mar.

En segundo lugar y gracias a la contribución de un gran número de astró

nomos, matemáticos y físicos, se plantearon los principios necesarios para

una investigación que culminó en la publicación de Newton Principia, que

condujo al descubrimiento de leyes de aplicación directa al movimiento de

los cuerpos terrestres y al desarrollo de una relojería que resolviera, en su

conjunto, tanto los problemas teóricos como los prácticos presentados. No

debe olvidarse que la investigación de la relojería para la determinación de la

longitud estaba subordinada a un proyecto más amplio que recaía sobre el

mismo número y grupo de hombres, cual era la de investigar y deducir las

bases teóricas de las leyes del movimiento y establecer, de forma científica,

las teorías de Copérnico sobre las bases de una mecánica moderna.

En tercer lugar y finalmente, estas fundaciones condujeron a una importante

revolución tecnológica de la que nacieron nuevos profesionales y técnicos en el

campo de la óptica, de la mecánica y de la cronometría que produjeron nuevos

y más precisos instrumentos para la medida del tiempo y de los ángulos, de

aplicación a los telescopios graduados, haciendo posible no sólo una mayor

precisión en las observaciones astronómicas, sino el desarrollo de los teodoli

tos e instrumentos de campo que los desarrollos cartográficos requerían.

LA EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO Y SU INFLUENCIA EN LOS SISTEMAS DEFENSIVOS NACIONALES. LA COMPAÑÍA

DE GUARDIAMARINAS

Por otra parte, el siglo xvm conoce un nuevo tipo de enfrentamientos

bélicos. Aparecen los ejércitos permanentes, y la milicia se profesionaliza.

La guerra se hace más técnica; ya no es suficiente, como en otras etapas,

armar a una flota a partir de buques mercantes. Los barcos de guerra son

máquinas altamente especializadas y, en consecuencia, deben diseñarse de

acuerdo con su futura función.

Un verdadero buque de guerra un «navio de línea», como se le denomina

ba, debía ser lo suficientemente robusto y bien armado como para soportar y

sostener un duelo artillero a corta distancia con otro del mismo género, a veces

superiormente artillado. La formación de combate denominada «línea de fila»

venía a sustituir a la antigua línea de frente, que desembocaba en una lucha al

abordaje; ahora la parte ofensiva del buque se desplazaba desde el frente al

costado, lo cual implicaba aumentar considerablemente el número de cañones

44

transportados. Otros modelos de buques, con menos cañones, debían diseñarse

para otras misiones distintas al enfrentamiento en primera línea.

De esta forma y ante la necesidad de sostener una flota con fines exclusiva

mente militares, con toda la infraestructura de mantenimiento y operatividad

que conlleva, se hizo indispensable la creación de cuerpos de oficiales perma

nentes, de desiguales características según las naciones. Al mismo tiempo, se

regularon formas de aprendizaje y adiestramiento, tanto más desarrolladas

cuanto más se complicaba el manejo del buque y el «arte» de la guerra.

Así, en la segunda mitad del siglo xvn, Dinamarca y Suecia ya configura

ron cuerpos de oficiales que recibían una instrucción de índole práctica. Más

el país que dio a sus oficiales una instrucción más sistemática y una formación

más teórica fue Francia. En 1669, Colbert crea una «Compagnie des Gardes de

la Marine» que, aunque disuelta dos años después, aparecería de nuevo en

1683. Sus miembros recibían su instrucción teórica básica en tierra, visitaban

arsenales, y finalmente recibían prácticas en el mar, constituyendo la mayor

parte de la oficialidad de la armada francesa. En Holanda e Inglaterra tales

enseñanzas no existían, o en todo caso eran de índole estrictamente práctica,

aunque se favorecía la formación de cuerpos de oficiales estables; en esta últi

ma nación, a fines del siglo xvn, se instituyeron programas de «media paga»

para los oficiales sin misión concreta en un momento dado.

En España, hasta el momento, no existía un cuerpo de oficiales permanen

tes y éstos obtenían sus puestos en las distintas armadas por la antigüedad y

la experiencia (lo que no implicaba necesariamente una buena formación) y,

en el caso de la carrera de Indias, muchas veces por la compra del cargo.

Si embargo, por la extensión y separación de sus territorios, en pocas

naciones, como en España, era más necesario y acuciante el disponer de una

Armada profesional y competente por lo que una vez asegurado en el trono,

por la batalla de Almansa, el rey Felipe V, dirigió sus primeros desvelos a la

Marina y comprendiendo la falta de organización de que adolecía tanto en

material como en personal, emprendió la inmensa tarea de reorganizarla y

dotarla convenientemente, encauzando su camino al estado floreciente que

alcanzó durante el reinado de Carlos III.

Podemos considerar que hasta comienzos del siglo xvm en el origen de

casi todos nuestros desastres navales se encontraba la difícil composición de

nuestras múltiples armadas. Las armadas, tenían casi siempre carácter even

tual, se armaban cuando la necesidad lo requería, desarmándose luego que la

tensión bélica había terminado, desembarcando sus dotaciones de guerra pre

cisamente cuando ya habían contraído algún hábito de mar, y renovándose,

por consiguiente, a cada nueva empresa con mandos que normal e indistinta

mente recaían unas veces en verdaderos hombres de mar, formados en las

mismas naves que posteriormente capitaneaban y otras veces, quizás más fre

cuentes, alcanzaban los mandos como premio a unos servicios no siempre

fruto de una experiencia naval.

Esta falta de orden completamente desfavorable para nuestras armas y que se

45

hizo patente durante la guerra de Sucesión atrajo, como dijimos, la atención de

Felipe V y cuando por el Tratado de Utrech el orden quedó restablecido en la

Península, se rodeó de personalidades ilustres a los que dio su Real apoyo para

la restauración de nuestro poder naval.

En este sentido la creación de la «Compañía de Guardiamarinas» en 1717

fue un gran paso pedagógico porque, a más de subsanar la falta de un centro

docente de esta índole, dio la homogeneidad que la enseñanza y formación

de los oficiales necesitaba para la unificación de las Armadas (1714); al sub

sistir hasta entonces dos escuelas, lo que hacía que mientras los oficiales de

las armadas del Mediterráneo con una mayor formación matemática conside

raban la maniobra en un plano secundario, los que servían en las del océano

eran maniobristas y más marineros, no teniendo otra ciencia que su instruc

ción y experiencia a bordo. Tal diversidad de ideas originaba polémicas,

enfrentamientos y una falta de esa cohesión que nuevamente aparecería un

siglo más tarde.

LA MEDIDA DEL ARCO DE MERIDIANO

Intuida desde la antigüedad, como hemos visto, la esfericidad de la Tierra

razones científicas y estratégicas relacionadas con la delimitación de límites

y fronteras aconsejaron a comienzos del siglo xvi, profundizar en el conoci

miento por medida directa de su forma y tamaño exacto, problema que el

holandés Wildebrand Snellio intentó resolver desde 1615 mediante la medida

del arco de meridiano terrestre con el método de la triangulación.

Todos los cálculos que se efectuaron en el siglo xvn partían del supuesto

de que la Tierra era una esfera perfecta. Por ello la determinación del valor

de un grado debía permitir la medida de la circunferencia terrestre. Pero los

trabajos que se efectuaron deban magnitudes bien diferentes para el grado del

meridiano: mientras Snellio obtuvo 57.033 toesas, el jesuita Juan Bautista

Riccioli lo establecía en 62.650, estos diferentes resultados tenían que consti

tuir un acicate para la ciencia porque, como dice Jorge Juan,

«... a primera vista se descubre la enorme diferencia de estas dos

célebres medidas, que es de 5.617 toesas por grado, y hacen a la tie

rra casi la octava parte mayor por la una que por la otra..."

y añade:

«... intolerable era la duda, que nace necesariamente de esta diferen

cia, sobre un assumpto tan importante a la Geographía y Navegación,

o por decirlo mejor, de que depende como de principio».

La realización de una triangulación lo más extensa posible se convirtió en

un objetivo fundamental de los trabajos. En este sentido se orientaron los

esfuerzos de la Academia de Ciencias de París, calculando en 1669-1670 el

astrónomo J.B. Picar las distancias entre París, Molvoesine, Sourdon y

46

Amiens, obteniendo un valor de 54.706 toesas para el grado terrestre.

Pero la expedición de Richer a los dominios franceses de América ecuato

rial, en 1672, supuso una novedad inesperada: el descubrimiento de que en

Cayenna era preciso disminuir la longitud del péndulo para que el reloj mar

case exactamente igual que en París, siendo Newton y Huyguens los que

interpretaron correctamente este descubrimiento.

Newton interpretó el ensanchamiento ecuatorial del globo como resultado

de la fuerza centrífuga producida al rotar el planeta sobre su eje:

«... dicha fuerza debe aumentar en proporción a la circunferencia de

la curva que describe, por lo cual, siendo el círculo ecuatorial el

mayor de los existentes, será ahí donde la fuerza centrífuga alcanzaría

su valor máximo, disminuyendo luego progresivamente hasta desapa

recer en los polos. Por ello la misma cantidad de materia, sometida en

toda la tierra a la ley de la gravedad, debería pesar menos en el ecua

dor al estar ahí la superficie del planeta más alejada del centro

circunstancia que obligo a Richer a acortar el péndulo en aquellas

latitudes...».

El fuerte achatamiento polar del planeta Júpiter, mucho más veloz en su

rotación que la tierra, avalaba y servía a la vez para confirmar la validez de la

tesis newtoniana.

Los franceses, por otro lado, impugnaron la interpretación de Newton.

Los trabajos de triangulación iniciados por Picard debían extenderse a la

medida del meridiano de París en todo el territorio francés. En 1700, Jacques

Cassini fue encargado de completar estos trabajos prolongándolos por el sur

hasta Colliure y luego por el norte hasta Dunkerque.

Los resultados obtenidos por él al comparar la medida del arco meridional

con el septentrional fue que los grados del primero tenían mayor longitud

que los del segundo y que por consiguiente la Tierra debía estar, en contra de

la opinión de los ingleses, achatada por el ecuador. Repetidos los trabajos

con la colaboración de su hijo y la de la Hire, Maraldi, Couplet y Chazelles,

se confirmaron los anteriores resultados:

«... El resultado de seis operaciones hechas en 1710, 1713, 1718,

1733, 1734, 1735 fue siempre la tierra es alargada y no chata hacia

los polos...».

A partir de este momento franceses e ingleses se enfrentaron en una dis

puta en la que los primeros mezclaron motivaciones de orgullo nacional, ya

que para la Academia de Ciencias de París dudar de las conclusiones de los

Cassini pasó a considerarse como «antipatrio».

Newton reargumentó que la longitud del meridiano de Francia era dema

siado reducida para que pudiera observarse diferencia apreciable entre los

grados del norte y del sur. Intervinieron en la polémica De Mairan (1720) y

otros matemáticos franceses, los cuales repitieron los cálculos con el péndulo

47

y apoyaron las conclusiones de Cassini; Des-Aiguilliers en Inglaterra, apo

yando a Newton desde la páginas de las Philosophical Transactions (1726);

y Clairaut con su Theorie de la figure de la Ierre tirée des principes de la

Hydrostatique (1743) demostró geométricamente lo contrario.

El litigio llegó a trascender la pura confrontación entre dos posiciones

científicas. A las primeras fricciones dialécticas siguió un pronto plantea

miento institucional que afectaba a los valores de las tradiciones científicas

nacionales y que interesó a todas la Academias y sociedades de Europa, pero

sobre todo a la Academia Francesa, a través de sus Memorias, y la Royal

Society en el Philosophical Transaction que adoptaron una beligerancia que

suplantaba la crítica por la defensa de una pretendida ortodoxia de carácter

corporativo y nacionalista.

Los partidarios de Descartes, aducían contra los defensores del principio

de gravitación universal, objeciones a la fiabilidad de las medidas, sugiriendo

implicaciones teológicas y políticas que desquiciaron la polémica.

Consideraban que las hipótesis de Newton estaban llenas de connotacio

nes ateas, difícilmente aceptables por una comunidad científica cuyo lento

proceso de secularización no deseaba entrar en conflicto con la Iglesia.

Los términos de la polémica tuvieron su eco también en España, donde el

padre Feijoo y el padre Sarmiento, buenos conocedores de la vida intelectual

francesa, tomaron claramente partido por la tesis de Cassini, aunque matizan

do el primero que "una observación debajo de la Equinocial quitaría todaduda".

La realización de las expediciones hacia las tierras equinocciales surgió

así naturalmente como el medio más adecuado para resolver este fundamen

tal problema, y decidir de manera definitiva la polémica. La propuesta

realizada en este sentido por La Condamine recibió el apoyo del conde de

Maurepas, ministro de Marina de Luis XV; y las relaciones dinásticas con

España como lugar para las observaciones.

Poco después, en 1735, a propuesta de Maupertuis se decidió también una

expedición con el mismo objetivo hacia las tierras polares, eligiéndose el

territorio sueco de Laponia para ese fin.

La expedición de Laponia, dirigida por Maupertuis, estuvo construida por

los matemáticos Clairaut y Camus, los astrónomos Le Monnier y el abate

Outhier, a los que se unió en Suecia Celsius, profesor de Astronomía en

Upsala. La expedición realizó rápidamente sus trabajos entre mayo de 1736 y

agosto de 1737 en el curso del río Tonea, estableciendo la longitud del grado

de meridiano en 57437.9 toesas. Los resultados, publicados en una memoria

de la Academia de Ciencias de París en 1738 y en la Relation du voyage de

Maupertuis permitieron afirmar el achatamierito polar y confirmar así la tesis

de Newton, que Maupertuis había ya admitido en 1732.

4<S

LA EXPEDICIÓN A LA AMÉRICA ECUATORIAL

La segunda expedición debía trasladarse a la zona de Perú y medir el arco

de meridiano en las proximidades del Ecuador. La expedición, dirigida por

La Condamine, estaba integrada por Bouguer, Godin, Jussieu, Seniergues,

Verguin, Odonnais, Hugot Couplet y el dibujante Morainville incorporando a

este grupo a dos jóvenes guardiamarinas de la Armada española, Jorge Juan y

Antonio de Ulloa. Su participación en la misión fue dispuesta por Felipe V

por razones de prestigio nacional, al hallarse en sus dominios la zona del

levantamiento.

Jorge Juan opinaba que se eligió la zona del actual Ecuador:

«...al no existir otro país más adecuado que el de la provincia de

Quito, en la América Meridional, porque entre todos los países que la

Equinoccial contaba en Asia y en África, o se hallaban ocupados por

pueblos bárbaros o no tenían la extensión necesaria para el inten

to...».

Entre las instrucciones dadas por José Patino en 1735 a los jóvenes mari

nos designados para cumplir la comisión estaban las siguientes:

«...formar el diario de la navegación a América, colaborar en las

observaciones de los franceses, levantar planos de ciudades, puertos y

fortificaciones, calcular la posición geográfica de los lugares visita

dos y hacer observaciones de vientos, corrientes y profundidades...».

En líneas generales, puede decirse que los expedicionarios debían llevar a

cabo dos tipos de acciones. En primer lugar, los trabajos geodésicos y carto

gráficos, dirigidos al reconocimiento de una amplia zona de terreno. En

segundo lugar, los trabajos estrictamente astronómicos dirigidos a la determi

nación precisa del meridiano y la amplitud del arco recorrido con la

intención de obtener la longitud de un grado de meridiano. La idea de la

expedición era, como ya se ha dicho, obtener esta medida y comparar sus

resultados con los obtenidos en Laponia para poder cuantificar la variación

de la curvatura de la superficie terrestre según la latitud y, con ello, la forma

del planeta.

Resulta difícil conocer cuáles debieron ser los motivos de Estado que

interesaron tan directamente a Patino en el proyecto, innegablemente con

miras más allá que las estrictamente científicas y de prestigio. Juan y Ulloa,

aunque innegablemente elegidos entre los alumnos más brillantes de la

Compañía de Guardiamarinas, eran simplemente alumnos que, dirigidos por

Cedillo hubieron de realizar un cursillo intensivo Físico-Matemático como

fase previa a su incorporación a la Campaña científica más transcendente de

su época. Incluso el mismo Cedillo en su «Tratado de Cosmographia y náuti

ca» publicado muchos años después, en 1748, dudaba de las hipótesis de

Newton y las comparaba con las cartesianas acerca del sentido físico y trans

cendente del aplanamiento terrestre manifestándose crítico respecto al

49

trabajo de sus antiguos alumnos.

Posiblemente el principal interés de Patino se centraba en las posibilida

des que esperaba del punto cuarto de su instrucción, menos técnico y

centrado en mejorar el conocimiento de la realidad político-administrativa de

las colonias y particularmente del Virreinato, convencido de la capacidad de

los dos jóvenes oficiales Jorge Juan y Ulloa de observar con criterio, analizar

objetivamente e informar de la situación y soluciones.

Con independencia de sus misiones administrativas y de espionaje la par

ticipación de estos dos marinos españoles desde el comienzo de la campaña

fue altamente destacada, aprovechando cuantos desplazamientos efectuaros

para calcular con la mayor precisión las latitudes de los lugares que viajaban

con instrumentos de mediano porte cuyas teorías estudiaban y describían,

constituyendo una serie de más de 40 latitudes de excelente precisión corres

pondiente a distintos puntos del continente americano.

Para la determinación de las longitudes, que como hemos visto era el pro

blema crucial de la época, utilizaron los dos precedimientos más fiables, entre

los experimentados, determinando las diferencias horarias de observación de

un mismo fenómeno en dos lugares cuyos péndulos se hayan previamente

regulados por el paso meridiano del sol en cada lugar.

Eligieron Juan y Ulloa, como fenómeno preferente, las ocultaciones de los

satélites de Júpiter y los instantes en que la sombra de la Tierra iba alcanzando

los distintos puntos observables de la topografía lunar durante los eclipses de

1736, 1737, 1739 y 1740. Para la mayor precisión en la determinación de estos

lugares levantó Jorge Juan una excelente carta de la topografía lunar que figura

en lugar destacado en la cartografía histórica de nuestros satélites.

Las observaciones de estos fenómenos esporádicos fueron observados

simultáneamente en observatorios europeos y condujeron a conocer por méto

dos científicos, las longitudes de 7 lugares respecto al Meridiano de París

(Cartagena, Lima, Santo Domingo, Petit Grave, Yaruqui, Quito y Guarico)

ampliando con aportación inestimable la corta lista de longitudes con que con

taba la geografía (menos de cien) y cuyo conocimiento habría de ser

fundamental para documentar, posteriormente, los límites de demarcación con

Portugal en la zona del Orinoco.

Pero, como es conocido, el verdadero objetivo de la expedición era la medida

del arco de meridiano midiendo la distancia norte-sur entre los puntos extremos

de una base (vértices de Cuenca y Pueblo Viejo) para compararla con la diferencia

en latitud obtenida, para estos mismos vértices, por procedimientos astronómicos.

Los trabajos se extendieron muchos años y confirmaron el aplanamiento de la tie

rra y el efecto sobre ella de su rotación.

Como base métrica de las triangulaciones se eligió el llano de Yaruqui,

desde la hacienda de Oyambaro hasta el extremo de la de Caramburu, decidien

do dividirse en grupos que medirían la base por separado, en sentidos

encontrados. Uno de los grupos quedó compuesto por Godin y Jorge Juan y el

otro por La Condamine, Bouguer y Ulloa.

50

Nada más terminar la extensión de la base de referencia se planteó abor

dar la medida de la serie de triángulos que comprendían todo el enorme valle

interandino entre Quito y Cuenca divididos nuevamente en los dos grupos

comenzando, Juan y Godin, formando triángulos hacia el sur luchando de

continuo con el tiempo nuboso que los retenía semanas en cada vértice, lo

que sumado a las caminatas y escaladas hacían la tarea extraordinariamente

lenta.

Al final de las triangulaciones, y para detectar errores, midieron directamen

te, en veintiún días, la línea horizontal desde Los Baños hasta Guanacauri, que

estimaron en 6.197 toesas, 3 pies y 8 pulgadas. Esta misma base calculada geo

métricamente arrancando desde la de Yaruqui y a través de toda la triangulación

se había estimado en 6.196 toesas, 3 pies y 7 pulgadas, coincidencia excepcional

para la época ya que el error estimado disminuyó al corregir por las diferencias

de dilataciones, al ser Yaruqui mucho más frío que Cuenca.

Bouguer con Ulloa, La Condamine y el ingeniero Verguin, que hasta entonces

había abordado el señalamiento de los vértices, midieron en direcciones opuestas

la base de Alparupasca-Chian en el llano de Tarqui. Las medidas se cerraron con

la diferencia de una Toesa, error discutiblemente achacable a las triangulaciones,

ya que nuevamente las medidas no estaban corregidas por diferencias de dilata

ciones.

Terminados los trabajos de triangulaciones faltaba reducir los resultados al nivel

del mar. Godin y Jorge Juan, sin cometer mayor error dieron por buenas las nivela

ciones del barómetro de mercurio, para cada estación. Bouguer y Ulloa, muy

atinadamente, quisieron intentar la nivelación triangulando, además hacia la mar, a

través del río Esmeralda. Finalmente tuvieron que desistir al comprobar que

Pichincha no era visible desde la desembocadura del Inca y teniéndose que confor

mar con las lecturas del barómetro de mercurio y una experiencia de medida del

período del péndulo en una pequeña isla que desde entonces se llama del

Observatorio.

Conocida la extensión del meridiano por triangulación, faltaba determinar

astronómicamente el arco que comprendía para obtener el valor lineal del

grado próximo al Ecuador. Godin, ayudado por Ulloa y Juan, construyó un

telescopio especialmente diseñado para observar las estrellas zenitales, con

vistas a su instalación en un observatorio situado próximo a Cuenca, mien

tras La Condamine y Bouguer lo establecían al sur en la hacienda de

Mama-Tarqui.

Ulloa participó con su grupo en la calibración de los instrumentos detec

tando con Jorge Juan la corrección por aberración que ya había sugerido

Bradley años antes y cuyos formalismos y teoría se encontraban en pleno

proceso de discusión científica y establecimiento.

En este estado de la campaña el virrey de Lima solicitó que Juan y Ulloa

se trasladaran a Lima con la finalidad de participar en su sistema defensivo,

frente a la amenaza que suponía la presencia en aquellas zonas de la flota del

almirante inglés Anson.

51

Previa a su partida los dos oficiales solicitaron a Godin que les dejase su

instrumento, con vistas a poder completar posteriormente por su cuenta y solos

las observaciones a su regreso de la misión defensiva que se les había asigna

do y que permitiría a Juan y a Ulloa recorrer las costas del Pacífico

sudamericano estudiando su flora, fauna, minerales y observar, directamente la

situación del virreinato.

Mientras tanto Godin, deseoso como Juan y Ulloa de ampliar la triangula

ción para disminuir los errores de la observación astronómica, eligió como

observatorio en vez de uno cercano a Caraburu, uno más al norte en Pueblo

Viejo de Mira, doce leguas arriba de la base de Yaruqui y que Bouguer ya había

recorrido en 1737, encontrándolo excelente, aunque excesivamente dificultoso

de establecer por encontrarse muy alejado.

Bouguer que, siguiendo a Godin, había transformado su instrumento en

un telescopio zenital acordó observar al Sur las mismas estrellas, en las cons

telaciones de Orion y Acuario, que Godin observaba al Norte, mientras La

Condamine las efectuaba en Quito, utilizando un telescopio mural.

Las observaciones se terminaron el 31 de enero de 1743 resultando la longitud

del grado de meridiano, según los cálculos de los académicos franceses, 56.753

toesas para Bouger, 56.750 para La Condamine mientras que según Godin era

56.747.

En enero de 1744 regresó Jorge Juan de Lima y el 14 de febrero se le unió

Ulloa planeando y realizando, conjuntamente, la prolongación de doce leguas

de triángulos hacia el norte para llevar la triangulación a Pueblo Viejo, en

donde Godin había dejado su instrumento zenital de 20 pies. Comenzaron

por el vértice de Pambamarca y repitieron la estación de Guapulo, ambas a

más de 4.000 metros de altura. Ulloa terminó esta parte del trabajo observan

do los vértices de Guapulo, Campanario, Cosín, y Pueblo Viejo de Mira,

punto más septentrional de la meridiana medida y localización del observato

rio de Godin.

El instrumento construido fijaba con herrajes el anteojo a un tablón robus

to, suspendiéndolo del techo por medio de una bola, a modo de rótula, que

dejaba el anteojo próximo a la vertical y permitía observar en las proximida

des del Zenit quitando varias tejas a la techumbre del observatorio. Cerca del

ocular se fijaba un pequeño sector, de seis a siete grados, indicando con una

plomada la distancia zenital de la estrella observada. El sector se situaba en

el plano del meridiano, marcando con precisión ajusfando unos tornillos

micrométricos fijos a una consola de madera muy robusta que subía del sue

lo.

Efectuadas las observaciones astronómicas sobre los mismos astros, que

en Cuenca obtuvieron Jorge Juan y Ulloa como resultado 56,767.788 toesas

equivalentes a 123.203 varas de Burgos. Estos resultados se compararon con

los obtenidos por Maupertuis y Cassini en Laponia y Francia respectivamen

te comprobando instrumentalmente que la Tierra es achatada por los polos,

como predecía Newton y como consecuencia de la rotación terrestre.

52

Ciento sesenta y seis años después una comisión del Instituto Geográfico del

Ejército francés rehízo las observaciones comprobando que las observaciones

más acertadas y exactas fueron las efectuadas por los marinos españoles Jorge

Juan y Antonio de Ulloa.

EL INCIDENTE DE LAS PIRÁMIDES

Curiosamente, y mientras se desarrollaban los trabajos de medida del

meridiano, razones de protagonismo científico con matices nacionalistas,

complicaron la armonía en que debían desarrollarse las investigaciones.

Para atender a la expectación despertada en el mundo científico europeo

por la expedición, la Academia de Ciencias francesa, junto con la de

Inscripción y Bellas Letras redactaron un texto que debería figurar en los

monumentos conmemorativos que deberían construirse en los extremos de

los linderos que fijaban los límites de la base fundamental, para mantener

hacia el futuro el recuerdo de la campaña.

El texto preparado fue agriamente ironizado por Voltaire:

«...Toda la Academia en pleno... ha concluido que se iba a medir un arco

de meridiano bajo un arco de ecuador. Notará usted que los meridianos

van de norte a sur y sostengo, por tanto, que la Academia de Bellas

Letras en pleno ha cometido el mayor error y recuerda cuando la

Academia francesa ordenó imprimir la bella frase: Desde los polos hela

dos hasta los polos ardientes...¿Consideran Vds. lo que esto significa?...»

El texto inicial debía ser corregido y ello permitía comunicar a los mari

nos españoles el tratamiento que consideraban debía dárseles en la lápida. En

agosto de 1740 la redacción de la lápida conmemorativa había generado un

duro enfrentamiento entre La Condamine y Jorge Juan, adoptando Godin una

postura intermedia y conciliadora.

La Condamine proponía incluir a los marinos españoles con la palabra

«asistentibus», cambiaba posteriormente por la de «auxiliantibus Georgio

Juan et Antonio de Ulloa navis bellicae primi ordinis vicepraefectis» y, final

mente por «...cooperantibus...» que Jorge Juan igualmente no admitió por

razones de prestigio individual y nacional, proponiendo, alternativamente

que sus nombres deberían figurar junto al de los académicos.

En la discusión inicial intervinieron el resto de los académicos franceses

afirmando Godin en respuesta a insinuaciones poco laudatorias de Bouguer:

«... lo que Vd. afirma acerca de los oficiales españoles es erróneo y me

encargan les indique que no quiere D. Jorge trabajar con Vds., añadien

do que si yo llego a morir o a ausentarme del trabajo por cualquier causa

continuará y acabará con D. Antonio; tienen un cuarto de círculo y con

éste o con el instrumento que mandé construir o con otro parecido o

mejor que construya, terminarán la campaña...»

Aprovechó La Condamine la llamada hecha por el virrey a Juan y Ulloa,

53

para participar en la misión defensiva de los mares del Sur, para que con

cierto apoyo de la Audiencia, conseguir que el 2 de diciembre de 1740 la

Real Audiencia autorizase el levantamiento de las pirámides conmemorati

vas. Sin embargo, el intento de crear una situación ¡reversible falló al admitir

la Audiencia, el 26 de septiembre de 1741, admitieron el recurso presentado

por Juan y Ulloa en base a que el texto presentado ofendía a la Corona espa

ñola y descendía a un segundo plano el papel de sus representantes.

El conflicto se resolvió, finalmente, el 1 de septiembre de 1742 sin que

nadie quedara satisfecho, por lo que la Audiencia de Quito temiendo el ries

go de verse arrastrada a un proceso de tinte nacionalista incluía una frase que

la ponía a buen recaudo:

«...dentro de dos años han de traer sus resoluciones confirmación del

Real y Supremo Consejo de Indias...»

La sentencia, como hemos visto quedaba supeditada a la aprobación de la

Metrópoli en base a consideraciones, fundamentalmente políticas. La primera

acción de Ensenada en agosto de 1746 constituyó un serio apercibimiento para

la Audiencia quiteña indicando:

«...que ha sido del desagrado de S.M. la tolerancia mantenida en ese par

ticular...»

Meses después, y bajo el consejo de Juan y Ulloa, se optó por la alternati

va de enviar el texto escrito en el que se indicaba que Felipe V y Luis XIV,

en este orden, auspiciaban la misión del Perú con la participación de Godin,

Bouguer y La Condamine junto a Juan y Ulloa, oficiales de la Armada y

Mathematicis Disciplinis Eruditi, avalando que los guardiamarinas que ini

ciaron la campaña en 1734 se habían convertido, en 1747, en científicos con

reconocimiento Real y equiparando las contribuciones de las naciones y par

ticipantes.

La expedición geodésica más que resolver una polémica suscitada por la obra

de Newton venía a tener efectos políticos e institucionales muy precisos.

América podía ser explorada ahora desde la perspectiva de un nuevo agente

colonial que, con los atributos del método y del rigor científico, garantizaba un

conocimiento más objetivo y sensible a las nuevas necesidades del comercio y

de la cultura europea. Simultáneamente, aun de manera tímida y algo indetermi

nada, el paso de los expedicionarios había introducido en el Reino de Quito

ciertas novedades que podían implicar cambios estructurales en el gobierno y en

la sociedad coloniales.

La expedición, pues, se perfila hacia mediados de siglo como una singular

institución científica, fácilmente adaptable a la deficiente realidad cultural de

América y útil a las exigencias de información especializada, propias de una

metrópoli que avanzaba hacia formas más complejas de organización de la

empresa colonial.

La presencia de Antonio de Ulloa en América no fue indiferente a la realidad

54

social, cultural o política de la colonia. Además de reconocer el territorio, con

técnicas de exploración astronómica, realizando muy notables observaciones

sobre la naturaleza vegetal, geográfica, antropológica o etnográfica del país y

sus pobladores. Nada hay de sorprendente en este interés polifacético y objetivo

en quienes venían avalados por su condición de oficiales ilustrados orgullosos de

la superioridad de sus hábitos e instituciones y avalados por el reconocimiento

de las utilidades de sus trabajos.

Había en Quito un reducido número de ricos hacendados que, junto a algunos

miembros de la Compañía de Jesús y a ciertos funcionarios ilustrados, mantení

an vivo el interés por la cultura europea. Sus trabajos de reconocimiento del

territorio, ya fuese al servicio de intereses misioneros o de carácter administrati

vo, exigían conocimientos técnicos cuya dimensión científica no podía ser

reconocida en la colonia. Los expedicionarios, sin embargo, supieron pronto

apreciar la utilidad de estos esfuerzos y aprovechar las posibilidades que este

acercamiento les brindaba, en provecho del conocimiento de la situación real de

las colonias y de los peligros que acechaban su futuro y que media centuria des

pués desembocarían en el definitivo conflicto y ruptura con España.

EL REGRESO A ESPAÑA DE JORGE JUAN Y ANTONIO DE ULLOA

A la finalización de la campaña los oficiales españoles se trasladaron a Lima,

embarcando en El Callao hacia Europa en buques franceses, considerados más

seguros dada la situación de enfrentamiento bélico existente con Inglaterra.

La fragata Deliverance, en la que viajaba Antonio de Ulloa, fue apresada por

la armada inglesa en Loisbourg, siendo enviado preso de guerra Ulloa a

Inglaterra, por tratarse de un oficial español, teniendo tiempo suficiente para

arrojar al mar todos los manuscritos que de una u otra forma se referían a la

administración de Indias y que por ello pudieran haber resultado comprometidos

para España.

Ulloa pudo, desde el primer momento, identificarse como miembro de la

expedición científica a la medida del meridiano, siendo tratado por ello con des

tacadas consideraciones tanto por sus apreensores como por el propio

Almirantazgo indicando en su Relación histórica que la armada inglesa no pre

tendía ofender a las ciencias ni a sus profesores sino, antes bien, se gloriaba en

protegerlas.

Una vez desembarcado del navio Sunderland en Portsmouth el 23 de diciem

bre de 1745 Antonio de Ulloa fue trasladado a Londres, donde presentó sus

manuscritos a Folkes, entonces presidente de la Real Sociedad Geográfica sien

do leídos por el mismo presidente en las Asambleas de 8 y 29 de mayo de 1746,

siendo nombrado Antonio de Ulloa fellow de la Real Sociedad el 11 de diciem

bre del mismo año.

Jorge Juan regresó en la fragata Lys, desembarcando en Brest y trasladándose

a París bajo los auspicios y presentación de los hermanos Jussieu, uno de ellos

participante en la campaña, siendo propuesto, asombrosamente, y no sin reticen

cias, unos días después, por su antiguo contrincante en el incidente de las

55

pirámides, La Condamine, como miembro correspondiente de la Real Academia

de Ciencias en 26 de enero de 1746.

LA PUBLICACIÓN DE LOS RESULTADOS

Los marinos españoles fueron los primeros en publicar los resultados cien

tíficos de los trabajos llevados a cabo durante la expedición, en unas obras que

pueden ser consideradas como una de las más importantes aportaciones de la

ciencia española a la Ilustración. Las Observaciones astronómicas y physicas

(Madrid 1748), redactadas por Jorge Juan, constan de nueve libros en los que,

además de tratar sobre la determinación de la medida del arco de meridiano en

el Ecuador, se presentan los resultados de diversas observaciones físicas y

astronómicas realizadas durante el tiempo que duró la expedición. El carácter

copernicano de muchas de las argumentaciones de Jorge Juan trajo como con

secuencia algunos problemas con la Inquisición. Francisco Pérez de Prado, el

Inquisidor General, exigió que, al citar las teorías de Newton y Huygens sobre

el movimiento de la Tierra, se explicase que se trataba de algo condenado por

la Iglesia. Tras algunas gestiones, se llegó a la solución intermedia de añadir la

frase ...«aunque esta hipótesis sea falsa»..., después de mencionar las citadas

teorías.

A pesar de estos obstáculos, los marinos españoles consiguieron, como ya

se ha dicho, que la edición de los resultados de la expedición de llevarse a

cabo en España antes que en Francia. Bouguer publicaría su obra titulada "La

figure de la Terre" en 1749 y La Condamine haría lo mismo con su libro

"Mesure des trois premiers degrés du meridien" en 1751.

La otra obra fundamental que surgió en España como consecuencia direc

ta de la expedición es la "Relación histórica del viaje..." (Madrid, 1748),

formada por cuatro volúmenes y redactada por Antonio de Ulloa. Se trata de

una de las grandes obras científicas escritas sobre América en el siglo xvm,

solamente comparable, según Horacio Capel, a la realizada medio siglo más

tarde por Alejandro Humboldt. La "Relación histórica del viaje..." recoge,

además del relato del viaje de los expedicionarios y de la descripción de los

lugares visitados, numerosas observaciones sobre vientos, mareas, variacio

nes de la aguja y características de la navegación por las costas del Pacífico

en la América del Sur.

Aunque tenga poco que ver con los aspectos científicos, no podemos

dejar de hacer mención a la existencia de otro importante fruto de la expedi

ción de Juan y Ulloa. Paralelamente a las misiones científicas que les fueron

encomendadas, los dos jóvenes oficiales de la Marina redactaron un informe

reservado y que podría haber sido fundamental en los acontecimientos del

siguiente siglo, sobre la situación política y militar de los territorios america

nos.

Este informe, entregado para uso exclusivo del Gobierno y de los altos

funcionarios de la Administración de las Indias, no fue publicado hasta 1826

en Inglaterra bajo el título de Noticias secretas de América. Aunque el objeto

56

OBSERVACIONESASTRONÓMICAS , Y PHISICAS

HECHAS

DE ORDEN DE S. MAG.EN

LOS REYNOS DEL PERÚpOr D-JORGE JUAN Comendador de Aliaga en el Orden de S.Juan, Socio Cerrtf*

fondimt: de Ja R. Academia délas Ciencias deParh,y D.ANTONIO DE ULLOA,

de ¡n R. Sociedad de Londres, ambos Capitanes de Fragata de Ja R. Armadnf

DE LAS QUALES SE DEDUCE

LA FIGURA, Y MAGNITUD

DE LA TIERRA,Y SE APLICA

A LA NAVEGACIÓN.\

IMPRESSO DE ORDEN DEL REY NU ESTRO SEN OR,

EN MADRIDPor Juan dé Zv/mga , Año M.D.CC.XL.VI1I.

57

principal del informe era la descripción de la situación administrativa, políti

ca y económica de los territorios de la Corona, las Noticias secretas de

América incluían informes dedicados al análisis del estado de los puertos y de

las flotas de la costa del Pacífico.

Juan y Ulloa redactaron una detallada descripción general de las fuerzas nava

les asignadas a la zona del Mar del Sur, que sirvió para poner en evidencia los

enormes problemas y deficiencias que tenía la defensa de las plazas americanas y

el mantenimiento del poder español en sus extensos territorios. Otro aspecto

importante puesto en relieve por el informe de los dos marinos españoles fue el

referente a la mala administración y al consecuente despilfarro económico. La

toma de contacto con la situación negativa de la administración americana, carac

terizada por el desorden y la venta de cargos, fue el primer paso dado por el

Gobierno español para actuar con propiedad a la hora de aplicar en América las

reformas ilustradas que ya se estaban llevando a cabo en España.

LA DEMARCACIÓN DE LÍMITES CON PORTUGAL

La demarcación de los límites entre los dominios coloniales de España y

Portugal representaba una constante fricción desde la firma del Tratado de Madrid

en 1750, por lo que en 1747 el marqués de la Regalía interesó de Jorge Juan y Ulloa

la elaboración del libro Disertación Histórica y Geográfica sobre el meridiano de la

demarcación tratando de documentar la pertenencia del Marañón en base al naci

miento del río, su cauce, desagüe al mar, descubrimiento considerando sus varios

nombres, Amazonas, Marañón, Orellana e incluir los estudios geográficos efectua

dos en anteriores procedentes, fundamentalmente de las expediciones de los

geógrafos en 1681, documentadas científicamente con las observaciones efectuadas

por Juan y Ulloa en la medida del meridiano y en los viajes efectuados calculando,

en cada ocasión, nuevas coordenadas.

En las negociaciones con Portugal y a la vista de las presiones a que esta

ban sometidas las misiones de Ñapo, Ucayali y Pastaza, se consideraba la

necesidad de acometer la revisión de la línea de demarcación con una base

objetiva basada en la observación astronómica y sus traslados topográficos.

Para Juan y Ulloa, la demarcación debía fundamentarse en dos cuestiones

básicas que ellos cifraron en la diferencia de longitudes entre América y

África seguida de la definición del punto de las Islas de Cabo Verde al que

referir el punto de partida de las 350 leguas del Tratado de Tordesillas y que

Juan y Ulloa consideraron preferible asignar al centro del archipiélago en

lógico beneficio de los intereses españoles.

EL REAL OBSERVATORIO DE CÁDIZ

Continuando con los aspectos científicos de la expedición al regreso de

Jorge Juan y Ulloa de la mencionada expedición, y a la vista de la publica

ción de sus resultados, favorables a las teorías defendidas por Newton, el

Gobierno de Fernando VI fue tomando conciencia de la necesidad de implan-

58

DISSERTACION

HISTÓRICA^ GEOGRAPHICA

SOBRE EL MERIDIANO

de Demarcación entre los Dominios de

E/pana , y Portugal, y los parajes por

donde paíTa en la América Meridional,

conforme á los Tratados, y derechosde cada Eftado, y las mas feguras, y

modernas obfervaciones:

POR DON JORGE JUANComendador de Aliaga, en el Orden de San

Juan,y DON ANTONIO DE ULLOACapitana de Navio de la Real Arma*\¿t,%de la Real Sociedad de Dóndres,y Socios corre/pondienta de la Re/tl

• Academia de las Ciencias

de París:

1MPRESSA DE ORDEN

DEL REY NUESTRO SEÑOR;En Madrid , en la Imprenta de Antonio

, ajk> de M.DCCXLIX.

59

tar en España uno o más centros donde se llevasen a cabo investigaciones

científicas de carácter astronómico. La difusión de las teorías newtonianas

habían colocado a la física y la astronomía en la vanguardia de la ciencia

moderna. La astronomía, precisamente, se había convertido en una disciplina

científica con un gran prestigio social y un importante grado de instituciona-

lización, características que fueron haciéndose cada vez más patentes

conforme avanzaba el siglo.

Y en este estado de sensibilidad hacia el desarrollo de una armada con base

científica, Jorge Juan obtuvo del marqués de la Ensenada la fundación en el seno

de la Compañía de Guardiamarinas, de un observatorio astronómico, utilizando

los fondos que se invertían en financiar los estudios en Londres de los alumnos

más aventajados, logrando de esta forma que en 1753, con los instrumentos y

libros que Jorge Juan había adquirido en París y Londres, inicia su trabajo cientí

fico el Real Observatorio de Cádiz, con un prestigio internacional que, nacido

con su fundación, por la personalidad de Jorge Juan, progresó con la calidad de

sus aportaciones.

El Real Observatorio de Cádiz no sólo marcó el inicio del estudio siste

mático de la Astronomía en España, sino que, atendiendo sus necesidades

náuticas y científicas, sirvió de camino natural para la entrada del conoci

miento científico impulsando la modernización de la ciencia española.

Si establecemos que el equipamiento básico de un observatorio astronó

mico del «setecientos» debía estar compuesto por un cuarto de círculo mural,

un anteojo de pasos y un péndulo astronómico, puede decirse que en España

no existió ningún establecimiento de este tipo hasta la fundación del Real

Observatorio de Cádiz.

En la Armada la fundación del Observatorio permitió que los oficiales

más adelantados pudiesen completar con observaciones los conocimientos

teóricos de astronomía impartidos en el centro permitiendo con ello, que al

cabo de unos años, el observatorio terminara convirtiéndose en una de las

instituciones primordiales de proporcional al Estado y al Marina personal

capacitado para tomar las riendas de los proyectos científicos y técnicos de la

segunda parte del dieciocho.

En estas circunstancias, tras la aprobación de las Ordenanzas de 1748 y al

impulso del Observatorio se elaboró un nuevo plan de estudios para la

Academia de Guardiamarinas, que recogía la posibilidad de que aquellos

alumnos que demostrasen su capacidad en los primeros cursos, pudieran apli

carse al estudio de las ciencias matemáticas más abstractas, siguiendo las

inclinaciones naturales de cada uno de ellos. Es en este punto donde pode

mos encontrar, seguramente, el germen de aquello que, solamente unos años

más tarde, sería conocido con el nombre de Estudios Mayores de los oficiales

de la Marina.

Entre 1760 y 1768, etapa en la que Gerardo Henay ocupó la dirección de

la Academia, poco se hizo en materia astronómica, pero aunque el

Observatorio había quedado aislado, las actividades hasta entonces desarro-

60

liadas generaron una expectativa internacional que no sería totalmente

defraudada. En efecto, si en Cádiz no era posible por el momento regular un

plan sistemático de tareas, en cambio resultaba más asequible participar en

alguna de las grandes empresas astronómicas del momento. Las autoridades

de marina, por otra parte, sí eran sensibles a estos requerimientos de la

Academia de Ciencias de París, y no dudaron en apoyar política y financiera

mente la inclusión de Observatorio de Cádiz en la observación de dos

tránsitos de Venus por el disco solar acaecidos en el siglo xvm. Igualmente,

tampoco dejarían de ordenar la mayor hospitalidad hacia las expediciones

francesas que recalaron en la bahía gaditana durante los viajes de prueba de

los primeros cronómetros marinos construidos por Berthoud o Le Roy.

Ambas cuestiones eran de gran importancia para la astronomía y la náutica y,

en nuestra opinión, influirían decisivamente en la modificación del tono

deprimido al que se veía abocado el Observatorio.

ANTONIO DE ULLOA EN AMÉRICA

Tras participar en algunas campañas científicas en el Observatorio y

desempeñar diferentes cargos técnicos y políticos (superintendente de

Huancavélica y su distrito (1758), gobernador de Luisiana (1766), así como

otros de diverso carácter). Antonio de Ulloa llegó a Nueva España mandando

una de aquellas flotas, la última que salió de Cádiz en mayo de 1776.

Ulloa sale de Cádiz en 1776 dirigiendo, nada menos, que la Flota de

Indias; uno de los cargos de mayor honor y responsabilidad que podían

alcanzarse en la Armada dirigiendo 17 navios durante 79 días sin contratiem

po alguno, que le permitieron mantener reunidos a barcos de diferente

velamen y capacidad.

A pesar del breve tiempo que Ulloa estuvo en el virreinato (julio del 76 a

enero del 78), su dinamismo alcanza una notable actividad, que puede resu

mirse bajo la triple perspectiva del fomento del conocimiento, las mejoras

geográficas y la promoción de la arquitectura naval.

El virrey Bucarelli, al conocer el nombre del almirante de la Flota, pro

yecta la realización de esta imperiosa necesidad; el establecimiento de un

astillero no lejos de Veracruz. La política naval de Bucarelli se centra tanto

en hacer de San Blas una base naval sobre la costa pacífica, como en la pro

moción de una política expansionista hacia el norte de Nueva España.

Ulloa, que había participado con Jorge Juan en la construcción de los

arsenales y astilleros de Cartagena y de El Ferrol, era el técnico indicado

para hacer efectiva la política naval de Bucarelli. Desde el arribo de la flota a

Veracruz, una comisión formada entre otros por Miguel de Corral, ingeniero

militar, y Joaquín de Aranda, marino, que recorría los lugares idóneos reco

giendo la mayor cantidad posible de datos para escoger el sitio sobre el que

se levantaría los edificios pertinentes.

Durante un año esta comisión recorrió las zonas del río Alvarado,

61

Tlacotalpan, Coatzacoalcos y el istmo de Tehuantepec hasta el mar del Sur.

Sobre ellas se levantaron mapas y planos, se elaboraron informes analizando

su infraestructura, elementos demográficos y recursos económicos; la cali

dad, número y abundancia de maderas y la salubridad de la zona.

Con estos resultados, unidos al proyecto de Ulloa, se estudió las posibili

dades de construcción de la factoría. En razón de la importancia de este

proyecto, el virrey consiguió de la Secretaría de Indias que el almirante Ulloa

pudiese abandonar Veracruz para llegar a Méjico.

Durante los meses de julio y agosto de 1777, Ulloa y la comisión, a la que

se unió el virrey como técnico militar, además, de primera autoridad, analiza

ron los informes, estudiando las ventajas e inconvenientes de los terrenos y

áreas inspeccionados, escogiéndose Tlacotalpan como lugar idóneo para el

astillero que tanto habría podido ayudar a la Marina española en el seno

mexicano.

Cuando el proyecto del astillero en Tlacotalpan llegó a la Secretaría de

Indias, quedó arrinconado y archivado, no por ineficaz o improcedente, sino,

en gran medida, por haber sido fomentado por hombres del equipo anterior y

caer fuera de los objetivos del nuevo orden.

Durante su estancia en Veracruz atendió simultáneamente los levanta

mientos hidrográficos y cartográficos a lo largo de la costa novohispana del

Golfo, atento a formar el plano hidrográfico de la costa, desde Veracruz a

Tampico, que sería obra importante para corregir la defectuosa cartografía de

la zona.

Durante esta misma estancia en Nueva España, fue Ulloa, una vez más,

testigo de un terremoto, que analizó y midió mientras se ocupaba asimismo

del puerto y sus obligaciones como Jefe de la Flota de la Nueva España.

Le preocupaban las causas del fenómeno e investigaba sobre sus efectos,

que había tenido ocasión de experimentar primero durante su estancia en

Sudamérica para la medida del arco de meridiano y posteriormente en Cádiz,

donde observó y describió el maremoto que siguió al gran terremoto que aso

ló las costas del Golfo de Cádiz el 1 de noviembre de 1755.

Así, escribe sobre el terremoto del 15 de octubre de 1777:

«... sucedió a la hora en que la luna entró en cuadratura. El termóme

tro de Mr. Reaumur marcaba a las 6 de la mañana 22™ que, en este

clima, es moderado de calor. A las 5 había llovido algo. El baróme

tro, a las 9 del día, estuvo en 27 pulgadas 10"2 líneas, que es la altura

media a que sube el mercurio, y el viento era por el Norte moderado.

A las 6 había algunas nubes; a las tres de la tarde el termómetro esta

ba en 23°, el barómetro en la propia altura; el viento Norte, regular,

que llaman "de marca", y la atmósfera clara. A las 11 de la noche no

se reconocía novedad en el termómetro, ni en el barómetro. El viento

estaba por el Noroeste y era algo más recio de lo que había estado en

el día.

Por estas observaciones se ve no haberse notado cosa particular en

62

la atmósfera en el día que precedió (...), sólo se advirtió alguna opaci

dad en la atmósfera, que no es extraordinario por suceder lo mismo

cuando reinan los vientos de la parte del Norte o del Noroeste.

El terremoto se distinguió por la poca duración y la dirección que

tuvo. La duración del terremoto no pasó de un minuto y, creo que no

duró tanto. En este corto intervalo no quedó edificio, ni grande, ni

pequeño, que no se cuarteasen por varias partes. Y así era consiguien

te la ruina. A la fuerza de la tierra era consecuente el movimiento del

mar, pero siendo la dirección del N.O. al S.E. la misma que hace la

costa y la ondulación fue en esta propia, sin dar lugar a que el flujo y

reflujo se hiciese para la parte del mar y de ésta para la de la tierra.

Así sólo se notó que las olas se internaron por la playa adentro cosa

de seis varas más de lo regular; de lo contrario era inevitable otro

accidente semejante al del Callao (1746), con la diferencia que aquí

en Veracruz navios y gente de tierra y del castillo de San Juan de

Ulúa hubieran perecido. Dios ha sido servido, por sus misericordias,

libertarnos de esta total ruina...».

Su regreso a España lo hizo Antonio de Ulloa al mando de la última Flota

de Indias llevándole su permanente espíritu científico a tratar de mejorar la

posición geográfica del cabo San Vicente aprovechando la coincidencia de

un eclipse.

Finalizaba así la larga trayectoria en Sudamérica de Antonio de Ulloa y

de la Torre-Guiral, que participó en su juventud en la mayor empresa geodé

sica de la historia, que desarrolló su actividad científica y técnica en la

España de la Ilustración, estudió la flora, la fauna y la mineralogía, descubrió

el platino, gobernó La Luisiana y mandó como almirante las últimas flotas

que uniendo América con España marcaban, anticipadas unos años, el fin de

una época.

63

LOS NEGOCIOS PRIVADOS DE

ANTONIO DE ULLOA Y

DE LA TORRE

Juan TORREJÓN CHAVES

Doctor en Historia

Universidad de Cádiz

INTRODUCCIÓN

El 6 de julio de 1795, el padre franciscano del convento e iglesia parro

quial castrense de San Francisco en la Real Isla de León, fr. Tomás Balbás,

anotada en el libro de entierros -partida 90- la inhumación en el recinto

sagrado del cadáver del teniente general de la Real Armada Antonio de

Ulloa, que falleció el día anterior en esta villa, a la edad de setenta y nueve

años, ostentando -de manera interina- el importantísimo cargo de capitán

general del Departamento Marítimo de Cádiz y el de Director General de la

Armada, asociado al mismo (Anexo documental I).

Doscientos años después, las XII Jornadas de Historia Marítima se dedican,

acertadamente, a tan destacado marino y científico, y -agradeciendo la deferencia

que recibo del Instituto de Historia y Cultura Naval y de la Fundación Municipal

de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando, para participar como conferen

ciante en este acontecimiento- he querido detenerme en analizar algunos aspectos

de este personaje tan notable, escasamente conocidos, concernientes a su econo

mía familiar y relacionados en particular con el ámbito gaditano, centrándome de

manera preferente en tres cuestiones: las operaciones de capital financiero que

efectuó con Casas de Comercio; la compra y explotación de una salina en la ribe

ra gaditana; y la adquisición de parcelas y la construcción de casas en la

población de San Carlos, en la Isla de León.

Antonio de Ulloa había otorgado testamento en la villa de la Real Isla de

León el 26 de enero de 1792 (Anexo documental II) (1), en cuyo punto 5.°

trata sobre una "Disposición Testamentaria", que debería incorporarse al mis

mo, y que fue compuesta a base de sucesivas añadiduras, comprendidas

cronológicamente entre agosto de 1785 y el 19 de agosto de 1794. Esta

extensa memoria hológrafa contiene una información riquísima sobre los

aspectos económicos de la familia, que son los que aquí interesan, y que ha

servido de fuente documental para la elaboración de la introducción y el pri-

(1) Archivo Histórico Provincial de Cádiz (A.H.P.C), Protocolos Notariales de San

Fernando, Sig. 105, FoIs.41-48 v.

65

mer apartado del presente texto (2).

El patrimonio que poseía Ulloa al finalizar el año 1793, estaba valorado en

1.733.662 rs. pta. (216.707 pesos corrientes); de los cuales, 659.817 correspon

dían al valor de las fincas, entre las que destacaba por encima de todas la

hacienda de Palomares (3), ocupando el segundo lugar de las mismas la salina de

los Ángeles Custodios. La cantidad restante se componía principalmente de

dinero en efectivo, depositado a interés fijo, y en pagarés y otras obligaciones

resultantes de operaciones comerciales y financieras relacionadas con los merca

dos ultramarinos, en casas de comercio de Cádiz y Marsella.

LAS OPERACIONES DE CAPITAL FINANCIERO

La utilización de los giros por mar a las Indias españolas y orientales fue

la operación de negocios de capital utilizada con mayor preferencia por Ulloa

para acrecentar sus caudales. Como es sabido, esta práctica contaba con ries

gos importantes; mas, dados sus altos beneficios, estos capitales solían

asegurarse en parte o en todo, sin menoscabo importante de la rentabilidad

media.

La operación se asentaba sobre la confianza en quienes realizaban la interme

diación, y Ulloa -desde muy largo tiempo- había depositado la suya en la Casa de

Comercio, instalada en la ciudad de Cádiz, de los Solier-Jugla-Mellet (4), oriundos

de Francia; cuya hábil dirección permitió a Ulloa afrontar convenientemente -según

propia declaración- los elevados gastos que soportó cuando llegó a España con su

mujer y familia, en los comienzos del año 1769, así como la brusca inflación que

con tanta intensidad se notó a partir de los inicios de la guerra contra la Gran

Bretaña (1779-1783), y que se hizo irresistible después de la Paz de Versalles, para

agudizarse durante el reinado de Carlos IV.

Ulloa recomendó a sus albaceas e hijos que se mantuviesen en la relación

con estos comerciantes "haciendo valer el caudal y empleándolo por su

medio y dirección", de igual manera a como él lo había efectuado; "en la

inteligencia de que en otro modo no podrán subsistir, sin deterioro y menos

cabo del capital".

En la cuenta que poseía con esta Casa, Ulloa ingresaba también los intere-

(2) Ibídem, Protocolos Notariales de San Fernando, Sig. 120, Fols. 92-184. Me consta que

este amplio documento -y otros conservados en este archivo, relativos a Ulloa y su familia-

está siendo estudiado por el Dr. Francisco de Solano, gran experto en el mismo, con la minu

ciosidad y el rigor que le caracteriza; por lo que voy a pasar muy por encima de tan importante

fuente.

(3) Esta propiedad agrícola poseía olivares y tierras de labor, así como molino de aceite y

almacenes para su depósito, estando valorada al finalizar el año de 1792 en 422.343 rs. pta.

(4) Los intereses de Ulloa fueron gobernados por Diego y Marcos Solier, tíos de Diego

Jugla. A éste sucedió al frente de la casa de comercio de Cádiz su sobrino Francisco de Mellet,

cuando se instaló en Gibraltar, tras su abandono obligado de España por el Real Decreto de

expulsión de los franceses de los dominios de la Monarquía Católica, durante la guerra contra

la República Francesa.

66

ses que le generaban los 55.913 rs. pta. y 12 cuartos, valor de las acciones

que poseía del Banco Nacional de San Carlos: 25 que le habían costado

26.695 rs. pta., y se encontraban a nombre de la Casa "Cayla, Solier, Cabana

y Jungla"; y otras 25 valoradas en 29.218 rs. pta. y 12 cuartos, ya que se

habían acrecentado en 1/10.

Los Jungla instalados en Cádiz tenían una directa relación con las Casas

de Rabau y Solier de Marbella, con las que también efectuó negocios Ulloa

invirtiendo en expediciones para las Indias Orientales, y donde tuvo dinero

depositado que le generaba intereses (en 1792, de un 6 por 100).

LA SALINA "LOS SANTOS ANGELES CUSTODIOS"

El 1 de septiembre de 1773, Juan Antonio del Barrio, Administrador

General de la Renta de Salinas y sus agregadas en la ciudad de Cádiz y su

partido, facultado por los Directores Generales de Rentas del Reino, y según

las ordenes que le habían comunicado el 3 de agosto antecedente, otorgó -en

nombre de la Real Hacienda- al vecino y comerciante gaditano Antonio Bean

"la más amplia facultad y permiso (...) para que pudiese abrir y labrar una

salina en un pedazo de tierra que bañaba el mar en su creciente, es conocida

por "La entrada grande", en el término municipal de la entonces villa de la

Real Isla de León (posteriormente ciudad de San Fernando) a cambio del ser

vicio de 2.400 fanegas de sal por una sola vez; escriturándose el acuerdo ante

el escribano de S.M. y de la delegación de Rentas de la citada ciudad, Andrés

Julián de Viañas.

En el espacio demarcado (figura 1), que lindaba por el E. y S. con el caño

de Sancti Petri, por el O. con el caño de la Arena, y por el N. con la salina ya

existente de San Judas, Bean construyó su salina, a la que denominó "Los

Santos Angeles Custodios", formando la vuelta de fuera con sus muros de

contención de las aguas exteriores, lucios, periquillos, compuertas, largade-

ros, 600 tajos o cristalizadores (5), dos saleros, muelles, y una casa. Labró

sales y las vendió "en las formas y con arreglo a las ordenes dadas por la

Dirección General a las demás salinas de estas riberas y con las mencionadas

franquicias, prerrogativas y libertades concedidas a los dueños de ellas".

El 28 de diciembre de 1774, Bean enajenó dicha salina con todo lo que le

pertenecía a Antonio de Ulloa -a la sazón Jefe de Escuadra-, por escritura

otorgada, también en la ciudad de Cádiz, en presencia de Francisco Pacheco

y Guzmán, escribano público de su número. La venta se efectuó libre de todo

tributo, carga, obligación o hipoteca por 3.000 pesos de 124 cuartos, que fue

ron pagados en dinero efectivo (6). Esta finca acrecentó su valor en manos de

Ulloa, hasta llegar a alcanzar los 10.000 pesos.

Antonio de Ulloa mantuvo la finca en su propiedad y en explotación hasta

su fallecimiento. En la posterior partición de sus bienes, efectuada el 3 de

(5) El tajo estándar era un cuadrado de 8 varas de lado.

(6) A.H.P.C., Protocolos Notariales de la ciudad de Cádiz. Escribanía n.° 23, Sig. 5.362.

67

Figura I. Fotografía aérea de la salina "Angeles Custodios". Año 1990. Demarcación de

Costas de Andalucía - Atlántico, Cádiz.

68

febrero de 1796 (7), correspondió la salina a su hija Josefa de Ulloa y

Ramírez, quién fue luego marquesa de San Bartolomé del Monte, por su

matrimonio con Luis Gonzaga de Guzmán y Castillo. Josefa disfrutó la pro

piedad de la salina hasta su muerte, acaecida en la ciudad de Cádiz el 29 de

agosto de 1811, legando la propiedad a sus sobrinas María Teresa y María de

los Dolores de Ulloa, hijas de su hermano Antonio, para que por mitad "la

gozasen, poseyeran y fuesen dueñas de ella".

Las nuevas propietarias continuaron el aprovechamiento de la explotación

salinera, si bien en 1814 se acredita una reducción sensible del número de

tajos en producción, que pasaron a ser 400. La propiedad se encontró libre de

todo gravamen hasta que, el 5 de diciembre de 1832, María Teresa y María

de los Dolores la hipotecaron, para servir de fianza al desempeño de la

Administración principal de las Reales Loterías de la ciudad de Sevilla por

parte de Antonio de Ulloa; garantía que quedó sin efecto el 24 de octubre de

1838. Dos años más tarde, el 31 de marzo de 1840 la vendieron a Francisco

Morante, vecino y del comercio de San Fernando, en 31.500 rs. vón (8).

Antonio de Ulloa y de la Torre consideró la salina de "Los Santos Ángeles

Custodios" como una buena finca, que reportaba -según sus propios cálculos- en

los años de abundancia entre un 15 y un 18 por ciento de interés del capital, libre

de gastos; que variaba, en los años de escasez, entre el 8 y el 9 por ciento. Estas

diferencias tan acusadas se debían al carácter aleatorio de la producción anual,

dependiente de la insolación y del régimen de los vientos que condicionaban en

mayor o menor grado la evaporación. Las cosechas mejores se obtenían en los

veranos de fuertes calores y vientos de levante predominantes.

La comercialización del producto estuvo a cargo de los Jugla y era la

exportación de sal, precisamente, la mayor dificultad que se ofrecía en la

administración de la salina, en palabras propias de Ulloa. Éste especificaba

también a sus herederos que "no existía finca ni manejo de capital alguno que

rinda a este respecto; y así conviene conservarla en el pie y método que está

establecido sin alterarlo, conservando el capataz, Juan Velázquez, que se

halla encargado de las de Villaverde, que están contiguas" (refiriéndose a las

salinas "San Judas" y "Ntra. Sra. de Covadonga").

(7) La partición de bienes fue formalizada por el licenciado Juan Ortiz del Barco, quien

había sido nombrado al efecto por la viuda, Francisca Remírez y los hijos del finado -Ventura,

Antonio, Francisco Javier, Josefa y María del Carmen-, cuyo original se incluyó en los autos

que se formaron en el Tribunal de la Capitanía General de Marina del Departamento Marítimo

de Cádiz.

(8) A.H.P.C., Protocolos Notariales de San Fernando, Escribanía de José Ma. Warletta, n.°

309, Folios 56-63 v.

lbídem. Contaduría de Hipotecas. San Fernando, Año 1840, Sig. 182, fol. 11.

69

LA ADQUISICIÓN DE TERRENOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CASASEN LA NUEVA POBLACIÓN DE SAN CARLOS (9).

En julio de 1791 se quisieron hacer efectivas las intenciones de establecer

el Departamento de Marina de Cádiz en la Nueva Población de San Carlos -

ubicado entonces en la villa de la Real Isla de León- y, con el objeto de que

cuando se efectuase el traslado a los edificios reales una vez que se concluye

sen, hallasen los miembros del Cuerpo donde establecer sus residencias

particulares, se tomaron diversas resoluciones.

El día 12 de tal mes, el marqués de Urefia contestaba a la reservada del bailío

Antonio Valdés, Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, del

Io antecedente, agregando dos conjuntos de instrucciones: el primero relativo a

la adquisición de los terrenos de la Nueva Población por los particulares; y el

segundo, destinado a asegurar los enseres de la Real Hacienda, separándolos de

los que habrían de aportar los individuos que fuesen a construir por su cuenta

(10). Los fondos provenientes de la venta de los solares de las manzanas previs

tas para usos privados, se destinarían a financiar las construcciones públicas; en

unión de las consignaciones correspondientes que se recibían desde la Secretaría

de Marina, y la subscripción que a la sazón se preparaba.

En aquellos momentos se estaban formando los planos con la división de los

suelos de cada manzana, numerándolos y señalándolos con sus respectivas calida

des, con el fin de asignársele a cada tipo su correspondiente valor, atendiéndose a

su situación en la trama urbana (figura 2) (11). También se procedió entonces a

replantear en el terreno la planta de la nueva población, asegurándose sus marcas,

y a colocar en cada manzana los pies derechos con la numeración propia de cada

solar.

El total de los solares fueron 631, divididos con las denominaciones "de

la menor dimensión" (483) y "de mayor dimensión" (148), que en conjunto

comprendían 327.415 2/3 varas superficiales.

La instrucción relativa a la venta de los terrenos contemplaba el procedi

miento de adquisición por parte de los interesados, los cuales deberían

entregar al director de las obras una instancia dirigida a la vía reservada de

Marina, manifestando el lugar y número de varas que solicitaba. Seguidamente,

la petición sería informada por el citado director y remitida a la Secretaría de

Marina. Y en el caso de ser aprobada, se procedería a la medición y entrega del

terreno, previo depósito de su valor en la Tesorería del Departamento -en el arca

de la consignación de estas obras-, y a la formalización de la correspondiente

(9) Sobre este gran proyecto de los reinados de Carlos III y Carlos IV, remito a torrejon

chaves, Juan: La nueva Población de San Carlos en la Isla de León (1774-1806). Madrid,

Ministerio de Defensa, 1992. 2 Tomos. Tesis Doctoral.

(10) Archivo General de la Marina (A.G.M.), Fincas de Marina, N". Pon. S. Carlos, 12 de

Julio de 1791. Ambas instrucciones tuvieron la aprobación Real el día 29 siguiente.

(11) El plano de distribución de los solares fue aprobado por la Secretaría de Estado el 15

de noviembre de 1791.

70

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Figura 2. Manzanas de la Nueva Población de San Carlos para su repartición en solares, con

expresión de los valores que han de dárseles. Diseñado por Ureña al 27 de septiembre de 1791.

Explicación de los colores:

El encarnado o color rosa es el primer valor.

El amarillo, el segundo.

El verde, el tercero.

El celeste o aguamar, el cuarto.

El color rojo señala las manzanas que han de ocuparse con los edificios Reales.

(Del libro La Nueva Población de San Carlos en la Isla de León (1774-1806), Tomo II, pag. 46)

71

escritura ante el escribano de Marina. El solicitante se obligaba al cumplimiento

de las siguientes condiciones:

- A comenzar la construcción en no más de seis meses después de

celebrada la venta, debiendo tenerla concluida en un plazo máximo de

tres años.

- A arreglar la forma exterior de todos los edificios a una vista o

alzado prescrito, que serviría de norma general. Las construcciones

de la plaza mayor se elevarían hasta la altura total del proyecto; mien

tras que las edificaciones de otros lugares se levantarían hasta el piso

principal, o hasta el segundo, según la conveniencia de cada uno, pero

conservando siempre la forma preceptuada, y los gruesos y solidez

correspondientes para poderse continuar las obras con posterioridad.

En todas las circunstancias se guardaría el alineamiento o nivel de los

pisos con los edificios contiguos.

- A dotar todas las edificaciones de aljibes, pozos, sumideros y

comunes o retretes, con las capacidades suficientes para los usos y

aseos en conformidad con el número de los correspondientes vecinos.

Las aguas sucias o las inmundicias y las aguas llovedizas sobrantes

de las cisternas, irían -mediante conductos subterráneos- desde el

interior de las casas a las madronas o cloacas maestras, que pasarían

por el centro de las calles. Fuera de las viviendas, y bajo los pórticos,

podrían quedar los registros para la limpieza de los comunes, que ten

drían que estar cerrados con losas bien ajustadas y todas iguales.

- A no poner rejas, ni balcones que saliesen del vivo de las pare

des, en las viviendas que mirasen a la calle (12); así como a no

colocar puertas ni ventanas que abriesen hacia la calle, ni guardapol

vos en éstas ni en los balcones.

- A empedrar y fajear de losas de Chiclana los pórticos correspon

dientes a sus solares, enlosando la vara de sus frentes, y contribuyendo

con los arbitrios públicos para la conservación del resto del empedrado

hasta la media calle, y de las madronas, o haciéndolo por sí en la parte

que les correspondiese, si quisiesen eximirse de la contribución.

Asimismo, a mantener en buen estado las cañerías que les pertenecían

hasta desaguar en las cloacas maestras. Y para asegurar el cumplimiento

de estas obligaciones, los dueños darían por hipoteca especial el propio

terreno.

- A no enajenar el terreno adquirido hasta que estuviesen labrados

los edificios. Si alguno se viera precisado a desembarazarse del terre

no, lo pondría en conocimiento del director de las obras para -una vez

(12) Sobre las rejas se argumentaba que "además del costo y peso que aumentan, y de la

luz que'quitan (a menos que no se agranden los huecos debilitando las mismas paredes al paso

que se les aumenta la carga), sirven de medios para escalar las casas, afean los edificios, y

hacen más gravosa la pensión de darles color para conservarlas".

72

obtenida la correspondiente aprobación- venderlo a un tercero, por el

mismo precio que lo adquirió a la Hacienda.

- A conformarse con la reglas de policía que prescribiese el direc

tor de las obras, en lo tocando al aseo y la firmeza, y a las medidas de

control que se estableciesen para evitar los extravíos de los efectos

constructivos de la Real Hacienda y de los particulares, así como para

impedir la salida, fuera del distrito de la Nueva Población, de los

materiales constructivos.

A cambio, los colonos —cuyas diferencias o litigios se dirimirían en el

juzgado del Intendente del Departamento, y los asuntos concernientes a la

construcción y su proceso entrarían dentro del fuero de Marina— gozarían de

ciertos beneficios, tales como la venta por la Hacienda de los materiales

sobrantes de las obras del Rey, a los precios corrientes del momento, pero

con la ventaja de encontrarlos a pie de sus obras (13); el tener preferencia a

la hora de obtener los efectos excluidos de los arsenales, que se facilitaban

comúnmente a los comerciantes, abonando obviamente el importe fijado; y

conseguir los permisos previstos en las ordenanzas para que se les franquea

sen las maderas que necesitasen para sus edificios, justificándose su

necesidad y acompañándose la petición con una certificación del director de

las obras.

Para asegurar los grandes acopios de materiales constructivos que a la

sazón existían, pertenecientes a la Real Hacienda, fueron reunidos los corres

pondientes en los edificios públicos en construcción, y los restantes situados

en los lugares fijados para las plazas en el plan urbanístico. Se formó una

patrulla de día, al frente de la cual se colocó a un capataz celador, con el

encargo del control de los materiales que se condujesen de un lugar a otro; se

reforzaron por las noches las guardias o rondines; y se incrementó el número

de los celadores de las canteras, cuidándose de que informasen detallada y

diariamente, al ponerse el sol, del número de piezas sacadas y cortadas que

en las mismas quedasen, pendientes de conducirse a las reales obras. Por otro

lado, los colonos quedaron obligados a controlar a sus empleados, y a impe

dir que los ocupados en las obras del Rey se introdujesen en las particulares;

a dar aviso a la dirección de su intención de iniciar los acopios para labrar

sus edificios, con el fin de que se les señalase el lugar de la conducción; a

transportar los escombros a los lugares que se les indicase; a responsabilizar

se de las presumibles desapariciones de las pilas de mampostería de las obras

reales, próximas a sus solares en construcción y que estaban regularizadas a

una altura siempre de dos varas, y cuyos correspondientes volúmenes se

hallaban controlados en los libros del Detall y de la Intervención.

(13) Al respecto, se pensó incluso conceder a los colonos -mientras durase la fábrica de

los edificios- la libertad de derechos de entrada de materiales del país, y vender los sobrantes

de las obras del Rey "a precios más equitativos que los corrientes"; mas parece que a estas

favorables medidas se opuso el propio Ureña.

73

En febrero de 1793, previo dictamen de la dirección de las obras y el subsi

guiente acuerdo de la Junta del Departamento, la Secretaría de Estado de Marina

resolvió que los pórticos de las casas particulares previstos en el plan general

para toda la Nueva Población, se limitasen únicamenta a la plaza principal y a

los edificios que hiciesen frente a la dársena, para abrigo de los que transitasen

por ella. Con ello se prentendía hacer menos costosa las construcciones y los

arrendamientos, animando así a la compra de terrenos. En la misma resolución

se determinó que todas las calles -a excepción de las dos principales que aboca

rían a los medios de la plaza mayor (165 varas de frente) (14), que serían las del

mayor tránsito- tuviesen 10 varas de ancho, de las cuales 7 se dejarían para el

tráfico de los carruajes y una y media a cada acera, para la gente de a pie, que se

enlosaría por cuenta de los dueños de las respectivas casas. A imitación de la

ciudad de Cádiz, los ánditos enlosados se elevarían sobre el piso de la calle (aquí

a una altura de 6 pulgadas, en lugar de 9, para hacer más cómoda la subida y la

bajada, y menos gravoso el enlosado), que en las bocacalles se achaflanarían y

defenderían con guardaruedas para defenderlos de los carruajes.

La venta de los terrenos fue noticiada mediante edictos y, en el mes de

abril de este mismo año de 1793, deseando colocar Antonio de Ulloa en fin

cas el caudal de la dote y tutelas de su mujer, y alguno perteneciente a sus

hijos, determinó invertirlos en esta nueva población, y con este fin solicitó

que el Rey le concediera gratis tres sitios que eligió, en la plaza del mercado,

en la calle que iría desde la plaza mayor a la dársena, y en el frente de ésta;

con el fin de que lo que redituasen las fincas que en ellos se levantasen sir

viera para el sostenimiento de su familia.

Considero que Ulloa actuó movido por la pérdida del valor real de su

capital familiar, ante la depreciación que ocurría en los activos monetarios.

En aquellos momentos, los precios aumentaban progresivamente, mientras

que los salarios, los sueldos y las rentas del capital quedaban a la zaga, y

cada vez más. Así considerada, la actitud de Ulloa parece correcta desde el

punto de vista financiero, y muy en la línea con el comportamiento de un

número destacado de los inversores gaditanos, los cuales vieron siempre en

las rentas inmobiliarias una buena salida. Además Ulloa, en una sociedad

fundamentada en los privilegios, esperaba sacar partido de su posición tan

destacada y respetada en la Armada, como así ocurrió.

(14) A la sazón, el proyecto general de la nueva población contaba con cinco plazas,

pudiendo incluso considerarse una sexta si se contabilizaba como tal el atrio del Museo.

74

Figura 3. Manzanas que resultan de la remodelación efectuada por el marqués de Ureña al proyecto

de Vicente Ignacio Imperial Digueri. Julio/agosto de 1791.

(Del libro La Nueva Población de San Carlos..., Tomo II, pág. 45)

La situación de los solares y las varas cuadradas que contenían eran las

siguientes (figura 3):

Manzana n.° 60 (15)

SOLAR N° 9: Frente 21 11/15 vas.; Fondo 31 5/12 vas.; Superficie 682

71/90.

SOLAR N° 4: Frente 20 17/18 vas.; Fondo 21 11/15 vas.; Superficie 455

26/135.

MEDIO SOLAR N" 5; Frente 10 17/36 vas.; Fondo 21 11/15 vas.;

Superficie 227 161/270.

En total: 1.365 26/71 varas cuadradas del valor Io.

Manzana n.° 46 (16)

SOLAR N" 1: Frente 20 17/18 vas.; Fondo 20 7/36 vas.; Superficie 442

623/648.

MEDIO SOLAR N° 2: Frente 10 17/36 vas.; Fondo 20 7/36 vas.;

Superficie 211 623/1.296.

SOLAR N" 7: Frente 20 7/36 vas.; Fondo 31 5/12 vas.; Superficie 634

91/432

En total: 1.268 47/119 varas cuadradas del valor Io.

Manzana n.° 71 (17)

SOLAR N° 2: Frente 20 17/18 vas.; Fondo 24 2/3 vas.; Superficie 516

17/27.

SOLAR N° 4: Frente 20 17/18 vas.; Fondo 24 2/3 vas.; Superficie 516

17/27.

En total: 1.033 7/27 varas cuadradas del valor Io.

El conjunto medía 3.667 varas superficiales y poco más de otra, todas del

primer valor.

Ulloa pretendió conseguir de balde estos terrenos -como ya se ha especifi

cado-, en la consideración de ser un general tan benemérito y antiguo en la

Armada y haber prestado servicios tan dilatados al Rey; pero el momento no

era ciertamente el más propicio para solicitar esta clase de mercedes. El

Departamento de Marina se hallaba entonces en circunstancias muy críticas,

por la escasez extrema de toda suerte de recursos, hallándose el marqués de

(15) Esta manzana contenía un total de doce solares: los numerados del 1 al 6 eran de la

menor dimensión, y los del 7 al 12, de la mayor.

(16) Aquí los solares eran ocho, los comprendidos del 1 al 6, de la menor dimensión, y los

numerados con el 7 y el 8, de la mayor.

(17) En esta isleta sólo existían seis solares, todos de la menor dimensión.

76

Ureña intentando evitar la suspensión de las actividades en las obras de su

dirección, que parecía tan próxima como inevitable. Las consignaciones pre

vistas para la nueva población no llegaban; no se pagaba a los operarios y

éstos se veían precisados a vivir de fiado, consiguiendo adelantados sus

medios de subsistencia en las tiendas de los montañeses, los cuales corrían

con el riesgo de tener que cerrarlas; y los negociantes que se habían interesa

do anteriormente en efectuar imposiciones sobre el fondo vitalicio (18), se

habían retirado por la consternación que vivía el comercio de la ciudad de

Cádiz, debido a la implicación de los intereses de ciertas casas de Comercio

españolas con las francesas. Y era tal la penuria que resultaba imposible des

pedir a los trabajadores de las obras reales, al no hallarse dinero con el que

efectuar la liquidación de los atrasos.

Ante esta situación tan delicada, la venta de los terrenos a los particulares era

la única vía de financiación posible, que permitiera la conclusión de los edificios

públicos ya comenzados, e iniciar otros procesos constructivos absolutamente

necesarios. Por ello, Ureña recomendaba a la Secretaría de Estado de Marina

que con Ulloa se hiciese "alguna gracia" al respecto, pero que no se extendiese a

ningún otro.

En la Corte, Antonio Valdés determinó -el 30 de abril de 1793- que el tenien

te general pagara por los solares solicitados; pero atendiéndose a sus servicios y

méritos en la Armada, se le concedieron a 40 rs. vón. Y una idea del beneficio

que se le proporcionaba nos lo da el hecho de que, hasta aquel momento, los

terrenos que se habían vendido más baratos fueron a 60 reales la vara cuadrada

al asentista José Rodríguez -aun siendo buena parte de la clase 2a-, en considera

ción a la baja que efectuó en la contrata estipulada para la construcción de la

Contaduría, la Tesorería y el Cuartel de Guardiasmarinas, y el consiguiente

beneficio para el erario. A Ulloa se le otorgaron los terrenos que pidió, a la

mitad del precio aprobado "en consideración a su carácter y servicios", que abo

naría cuando empezara a abrir los correspondientes cimientos en cada parcela;

mas con la condición de que debía labrar los edificios por propia cuenta, ya que

si enajenase los solares, debería pagar los 80 rs. asignados a cada vara.

(18) A finales de 1792, a propuesta de Ureña, la Junta Suprema resolvió la apertura de un

fondo vitalicio por un valor de 30 millones rs. vón.; cuya admisión se distribuiría en cinco

años, a partir del Io de Marzo de 1793, a razón de 6 millones en cada uno. Las acciones, de

15.000 rs. vón., producirían un interés anual del 8 por 100 por la vida del capitalista, a cuyo

fallecimiento el fondo quedaría para el Erario. Los intereses se aseguraban con los 200.000 rs.

vón. de dotación mensual que tenían las obras de San Carlos, y garantizaban con la hipoteca

de los terrenos del Rey que en la nueva población se habían señalado para los particulares. El

antecedente inmediato de este fondo se hallaba en el que se adoptó para las obras de la muralla

del sur de Cádiz, cuyo establecimiento se decidió en diciembre de 1789, con una apertura ini

cial de 8 millones (vid. torrejon chaves, Juan: «Consideración y tratamiento histórico del

espacio físico litoral: Cádiz y la Muralla del Sur», en Medio ambiente en la ordenación del

espacio litoral. Actas del 14" Curso de Verano de San Roque, pp. 73-118. Cádiz, Servicio de

Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1994).

(19) A.H.P.C, Protocolos Notariales de San Fernando, Leg. 0111.

7 7

La escritura correspondiente a los terrenos de la manzana n° 60 se firmó ante

el escribano Cristóbal González Téllez el 28 de Junio de 1794 (19), previo abo

no por parte de Ulloa en la Real Tesorería de Marina de 54.623 rs. y 4 mrs. vón.,

según la carta de pago emitida con fecha 31 de mayo antecedente por José

Espinosa de los Monteros, Comisario Real de Guerra de Marina y Tesorero del

Departamento. Dicha escritura fue otorgada, en nombre del Rey y de la Real

Hacienda, por el teniente de navio de la Real Armada e ingeniero ordinario

Francisco Ampudia y Valdés, comandante interino de estas obras de San

Carlos por ausencia el marqués de Ureña, quien había sido comisionado para

entender en las ventas de los terrenos de la población, y dio al teniente gene

ral de la Real Armada los sitios referidos "en venta Real por juro de heredad

desde dicho día para siempre jamás". Los expresados solares fueron compra

dos por la cantidad especificada y libres de todo tributo. El 24 de julio

siguiente, y para cumplir con lo prevenido en el punto 5o de la Instrucción

para la venta de los terrenos -que había sido aprobada por Valdés en Madrid

el 29 de julio de 1791, y que fue copiada en dicha escritura-, Antonio de

Ulloa hipotecó los solares señalados "para no disponer de ellos sin el cargo

de esta hipoteca hasta realizar y cumplir en todo las mencionadas condicio

nes" (20).

El 26 de diciembre de 1794, el marqués de Ureña informaba al secretario de

Estado de Marina que había conferenciado con Ulloa, quien le había comunica

do que estaba pronto a concluir los edificios que construía en los primeros

solares, y le había propuesto su ocupación por los jóvenes de Artillería de

Marina, con la condición de que se le abonase el arrendamiento oportuno, en

función al capital invertido. Ureña entendía que la capacidad de estas casas per

mitiría acomodar suficientemente a tales jóvenes, y juzgó como buena la idea

del teniente general, ya que coadyuvaba al fomento de la población, que era una

de las principales preocupaciones del momento para quienes dirigían este empe

ño. A la sazón, la compra de las parcelas se debía encontrar casi o totalmente

paralizada, detectándose una desconfianza del público hacia las posibilidades de

que el gran proyecto urbanístico llegara a ser una feliz realidad. Quienes se dedi

caban a invertir sus capitales en fincas urbanas, con el fin de obtener una utilidad

inmediata de los mismos, preferían continuar levantando casas en la villa de la

Real Isla de León, ya que eran prontamente ocupadas por la creciente población

de la misma (21).

Así las cosas, se pensaba que la pronta transferencia a la nueva población

de la Capitanía General y la Intendencia, serviría de obligado estímulo al

traslado de muchos otros. Y Ulloa ofrecía edificar en los demás sitios que

tenía concedidos quince casas con dobles viviendas, en pisos bajos y altos,

(20) Ibídem, Contaduría de Hipotecas, Isla de León, sig. 139.

(21) Recuérdese que la población isleña creció enormemente, desde que el Departamento

de Marina se trasladó a esta villa, en 1769. El censo de Aranda (1768) proporciona un total de

7.380 habitantes; mientras que el censo de Floridablanca (1787), ofrece en conjunto 27.918

habitantes.

78

semejantes a las que estaba concluyendo. Ureña conceptuaba que algunas de

estas casas próximas a la iglesia podría servir para alojar a algunos religio

sos, que se ocuparían de la asistencia de la capilla del sagrario, que estaba

próxima a poderse utilizar. Mas para poder acabar en el año 1795 sus prime

ras casas de la manzana n.° 60, Ulloa solicitaba una ayuda económica -sin

especificar la cuantía- a la Real Hacienda. Igualmente, pretendía que si las

treinta viviendas ofrecidas estuviesen finalizadas antes que la conclusión de las

casas del Capitán General, del Intendente y demás comprendidas en la manzana

de la Intendencia, y del traslado de la Marina, se le abonasen las correspondien

tes albaquías, a no ser que las ocupase con inquilinos (22).

El marqués de Ureña, quien se conformaba en todo con las propuestas de

Ulloa, se reafirmaba en su idea de que no existía otra salida financiera para la

continuidad de los edificios reales, y demás obra pública, que recabar fondos

provenientes de las ventas de las parcelas; pero recomendaba, como medidas

complementarias que incentivaran la adquisición de los terrenos e hiciera la

vida más atractiva en la nueva población, la franquicia de derechos en los

comestibles y demás artículos de primera necesidad -como de ordinario se

concedía a las nuevas poblaciones, para servir de acicate a los colonos-, así

como adoptar medidas para asegurar la mayor calidad de los mismos, y con

trolar su cantidad evitando el abuso de las tan acostumbradas sisas, que de

manera tan escandalosa ocurrían especialmente en las carnicerías.

Acerca de las proposiciones de Ulloa, el secretario de Estado de Marina

se conformó con que se tomasen por cuenta de la Real Hacienda las casas

que el teniente general tenía en avanzado estado de construcción, para ser

ocupadas por los jóvenes de Artillería. Los alquileres correrían a partir de su

entrega para ser ocupadas, y su precio debería ser convenido entre Ulloa y

Ureña, quienes deberían servirse de peritos en caso de que se precisara, y de

un tercero si discordasen. También Antonio Valdés convino en pagar el

importe de los alquileres de las casas, durante el tiempo que mediase entre la

conclusión de las mismas y el traslado del Capitán General y del Intendente

(con los demás oficios) a la nueva población, siempre que no fuesen alquila

das (23).

En junio de 1795, Ulloa (quien aún no había tomado los terrenos concedi

dos en la manzana n.° 71) planteó abrir cimientos en los solares que tenía

asignados en la manzana n.° 46 (los referidos 1, 7 y 1/2 del 2), y -por alguna

razón desconocida- solicitó que se le subrogasen, a cambio de éstos, los que

se hallaban poco distantes de la manzana 39 (24), asignados con los números

(22) Por las treinta viviendas se le abonarían 60 o 65.000 rs. vón. anuales. Así, Ulloa se

garantizaba de esta manera "no tener muertos sus capitales interim transcursa la Marina a la

población". Estos arrendamientos y los de las casas propuestas para ser ocupadas por los jóve

nes de Artillería, se abonarían "equitativamente a los intereses del capital invertido en ellas".

(23) A.G.M., Arsenales-Varios. Años 1794-95.

(24) En ésta, sus diez solares eran todos de la menor dimensión.

79

1,2,3 y 4, con 2.138 92/120 varas superficiales. Ureña condescendió a ello y

le adjudicó los nuevos terrenos (25).

En noviembre de este mismo año, ya fallecido Antonio de Ulloa, las casas

levantadas en los solares de la manzana n.° 60 se hallaban en estado de habi

tarse y ser ocupados por los jóvenes de las Brigadas de Artillería. Y con el

fin de asignar el valor de sus arrendamientos, se efectuó el aprecio de la obra

ejecutada (Anexo documental III) (26) que ascendió -junto al valor de los

terrenos- a 457.923 rs. y 4 mrs. vón., que al respecto del 3 por 100 resultaron

13.737 rs. y 23 mrs. vón. de arrendamiento anual (27).

Estos edificios se habían levantado sólo en la planta baja, habiéndose sus

pendido la conclusión hasta alcanzar la altura total, atendiéndose a que así lo

permitía el Reglamento General de la población, cuando se hubiese construi

do el primer cuerpo en los edificios que no estuviesen en la plaza principal.

La viuda y los herederos de Ulloa manifestaron entonces su intención de no

continuar las obras por el momento, ante las "críticas circunstancias de la

testamentaría y partición de bienes resultantes de ella".

Pero antes de ser ocupadas estas casas por los jóvenes de Brigadas, el comi

sario general de Artillería de Marina, Francisco Javier Rovira, manifestó la

necesidad de ciertas modificaciones que permitiese el alojamiento de un maestro

y dos ayudantes, que no lo tenían; condicionando la traslación de los jóvenes a la

conclusión de las obras. Estos reparos fueron presupuestados por Ureña en 4.977

rs. vón., que debían abonarse por cuenta del fondo del Real Cuerpo de Brigadas.

La viuda de Ulloa reclamó -como tutora de sus hijos- que se hubiese fijado el

precio del alquiler con respecto al 3 por 100 del capital, y demandó que se elevara

al 4 por 100, que era la práctica ordinaria. También, protestó por la fecha fijada

para que empezasen a correr los arrendamientos. Finalmente, y tras deliberación

en la Junta del Departamento, y a propuesta de este mismo órgano colegiado, en la

Secretaría de Estado de Marina se resolvió que los arriendos corriesen desde el 10

de noviembre de 1795, que fue cuando estuvieron habitables las casas, y que se le

señalase al inquilinato el 4 por 100 solicitado, siempre que los arreglos reseñados

corriesen por cuenta de los herederos de Ulloa, ya que los gastos causados redun

daban en beneficio de la propiedad. Y así fue aceptado por la viuda.

(25) A.G.M., Arsenales-Construcciones. Año 1795.

(26) Ureña —que había sido asesorado por los aparejadores y el arquitecto-ingeniero ocu

pados en la nueva población— efectuó los aprecios lo más bajo que pudo, para así beneficiar a

la Real Hacienda.

(27) Las casas fueron evaluadas en 403.300 rs. vón, que se sumaron a lo que Ulloa pagó

por las casi 1.366 varas cuadradas de terreno.

80

ANEXOS

Documento I

PARTIDA DE DEFUNCIÓN DE ANTONIO DE ULLOA Y DE LA TORRE

(Archivo de la Parroquia Castrense de San Francisco. Isla de León/San Fernando-Cádiz-. Sección del Servicio Religioso del Ejército. Archivo Eclesiástico.Cuartel General del Ejército -Madrid-)

(Al margen: Partda. 90.... El Exmo. S. D. Antonio de Ulloa)

En la Villa de la Rl. Isla de león en seis de Julio de mil setecientos noven

ta y cinco, se enterró en esta Iglesia Parroquial Caste. de N. S. P. S.

Francisco, el cadáver del Exmo. Sor. Dn. Dn. Antonio Ulloa, natl. de Sevilla,

Comendador de Ocaña en el Orden de Santiago, Teniente General de la Rl.

Armada, é Interino Director General de ella, de estado casado con Da.

Francisca Remirez Laredo. Recibió los Stos. Sacramentos hizo testamento el

año de noventa y dos ante Dn. Christoval Tellez: murió el cinco de edad de

setenta y nueve años. Fueron Testigos el Brigadier Dn. Raphael Horosco, y el

Capitán de navio y Mayor General del Departamento Dn. Juan Gastelu. I pa.qe. conste lo escribi y firmé en dho. dia ut supra:

Fr. Thomas Balbás (rúbrica)

Documento I

PARTIDA DE DEFUNCIÓN DE ANTONIO DE ULLOA Y DE LA TORRE

(Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Protocolos Notariales. San FernandoSig. 105, Fol. 41-48 v.)

Testamento del Exmo. Sr. d. Anto. de Ulloa

Fol. 41

En el Nre. de Dios Nuestro Sor. y con su SSma. gracia amen. Dn. Antonio de

Ulloa y de la Torre, Teniente General de la Real Armada, Ministro de la Rl.

Junta de Comercio, moneda, y minas, Comendador de Ocaña en el Orden de

Santiago, Governador, y Super-Intendente que fui de la Villa y Rl. Mina de

Azogues de Guancabelica en el Reyno del Perú, y de la Provincia de la

Lousiana, Miembro de la Sociedad Real de Londres, Socio correspondiente de la

Real Academia de las Ciencias de París, de la de la Ynstituta de Bolonia, y de

las Rs. de Ciencias y bellas Letras de Stockholmo, y Berlín, Académico de

Mérito de la Real Academia de las tres nobles Artes de Madrid, Socio de Mérito

y literato de la Rl. Sociedad Bascongada de los Amigos del Pais y honorario dela Real Sociedad Patriótica/

Fol. 41 v.

de la ciudad de Sevilla, de la que soi natural, hijo lexitimo de los Señores Dn.

81

Bernardo de Ulloa y Soza, Gentil hombre de Boca de S. M. veinte y quatro y

Procurador Mayor de dha. ciudad en la Corte, y d°. Josepha de la Torre y Guiral,

defuntos; hallándome con entera salud, y por la Divina providencia en mi libre

juicio, memoria, y Entendimiento natural que Dios Nro. Sor. se dignó darme,

creyendo como firmemente creo el inefable y Soberano Misterio de la SS.

Trinid. Padre, Hijo y Espiritu Santo, tres personas realmente distintas, y un solo

Dios verdadero, en el de la Encarnación de Nro. Redemptor Jesuchristo, en el de

la Sagrada Eucharistia, y en todos los demás artículos y Misterios que enseña y

predica Nuestra Santa Madre Yglesia Catholica, Apostólica, Romana, bajo cuya

feé y creencia hé vivido, y protesto vivir y morir como Catholico y fiel

Christiano, temeroso de la muerte y de lo dudoso de su hora, deseando para

quando llegue la mía estén dispuestas, y ordenadas las cosas tocantes al descan

so de mi conciencia, y bien de mi Alma, por lo que esto conduce á su quietud/

Fol. 42

y logro de la Buenaventuraza: Otorgo q. hago y dispongo mi Testamento en la

forma siguiente

Ia... Lo primero ofresco y encomiendo mi Alma á Dios Nuestro Sor. que me la

dio, crió, y redimió con el precio infinito de su Santissima Sangre. Y quando su

Divina Magestad sea servido llevarme de esta presente á mejor Vida, como assi

lo espero de su mucha bondad, es mi voluntad que mi cadáver, rebestido con el

Abito de la Orn. de Santiago y con las ropas é insignias Militares, sea sepultado

en la Yglesia, Parroquia ó Convento donde tubiere mi domicilio, según el parage

en que falleciere; cuyo funeral, y acompañamiento ha de ser con la mayor mode

ración, y menos pompa posible, encargando a mis Albazeas, o en su lugar á los

Comisionados que hé de nombrar lo dispongan assí.

2a... Ytt. mando se celebren por mi Alma cien Misas resadas de la limosna de

quatro rs. de vn. y en los dias Jueves y Sábado immediatos al dia de mi entierro

se dirá una Misa cantada, la primera en reverencia y veneración del SSmo.

Sacramento que se pondrá de manifiesto, y la segunda a la SSma. Virgen

Nuestra Sa./

Fol. 42 v.

á las que assistiran mis hijos que se hallaren en el lugar donde fallesca, o donde

se celebren estos Santos Sacrificios, si el fallecimto. fuere donde no haya pro

porción para ello, satisfaciéndose el estipendio que sea regular, dándose por

cumplidas con solo el recibo sin otro documento mas debiéndose celebrar la

quarta parte de dhas. Misas como es de estilo pr. la colecturía de la Yglesia

Castrense que corresponfa.

3a... Ytt. ordeno se dé á cada una de las Mandas pias forzosas un real de vn. sola

mente, con que las excluyo del derecho que puedan tener á mis bienes.

4a... Ytt. declaro soi casado y velado, según el Orden de Nuestra Sta. Madre

Yglesia, con la Sra. Da. Francisca Melchora Remirez, Encalada, natural de la

82

ciudad de los Reyes (Lima) en el Perú, hija de los Señores Dn. Freo.

Buenaventura Remirez Laredo del orden/

Fol. 43

de Santiago, y da. Francisca Xaviera Encalada y Chacón, Condes de S. Xavier y

Cassa Laredo, y haviendose celebrado el Matrimonio pr. Poderes, se ratificó en

la ciud. del Nuevo Orleans en la Provincia de la Louisiana el veynte y quatro de

Junio de mil setecientos sesenta y siete.

5a... Ytt. dicha Sra. mi Esposa trajo á mi poder, por su dote, y yo llevé de caudal

al tiempo de esta unión, lo que consta del Ynstrumento Dotal, y del Ynventario y

razón de mi capital: cuyos instrumentos justificativos originales se hallan en un

protocolo ó legajo con la letra A que tiene por titulo Papeles de mi familia y en

todo lo demás me remito á una memoria que tengo formada de mi letra, en que

explico con individualidad lo perteneciente á estos asuntos, la qual tiene por titu

lo Disposición Testamentaria y se coserá con el Testimonio de este Testamento,

para que corra siempre incorporada con él: y es mi voluntad que mis Albaceas y

herederos se arreglen á ella para su govierno, pr./

Fol. 43 v.

no ser posible explicarlo con igual menudencia, y prolijidad en el Testamento y

lo mismo harán los Tutores y Curadores que nombrare aqui para mis hijos

menores de edad sin que sobre ello se ofresca contradicion

6a... Ytt. declaro que mi dha. Muger há heredado de sus Padres después que han

fallecido las partes que le han cabido del Caudal y bienes que dexaron las qua-

les no sean incorporado con mi Caudal, dexandolas por convenio a su

disposición para que se manegen y se aproveche de lo que produgeren de réditos

en la forma y manera que está explicado en la disposizn. citada con fha. de veyn

te y ocho de Enero de mil setecientos nobenta y uno.

7a... Ytt. también declaro que del Matrimonio que contraxe con dha. Sra. Da.

Francisca Melchora Remirez Encalada, tenemos al presente por nuestros hyjos

legitimos por su orden de mayoria á da. Josepha, que es Camarista de la Reyna

Nuestra Sra., Dn. Buenaventura, Dn. Antonio Maria, Dn. Francisco Xavier,

todos tres Alférez de Fragata de la Rl. Armada, Dn. Martín Joseph, Page del Rey

Nuestro/

Fol. 44

Sr., Dn. Joseph Maria, Cad. de Rs. Guardias Española, y da. Maria del Carmen

Ulloa y Remirez, y que aunque tubimos otros dos mas, Da. Maria de las

Mercedes, y dn. Bernardo, murieron estos en la menor edad siendo la que va

referida la ultima después de la qual no há havido otro, ni muestras de que lo

haya.

8a... Ytt. del Quinto de mi Caudal y bienes Mando se saquen quatro mil pesos en

que mejoro á mi hija mayor Da. Josepha, dos mil p. igualmente de mejora para

83

mi hija menor Da. Maria del Carmen, y mil, todos de a quinze r. vn., para gastos

de funeral, entierro, y mandas forzosas, y lo que quedare de estos mil se distri

buirá en el modo que tengo dispuesto en dicha disposición Testamentaria

privada.

9a... Ytt. declaro qe. en un cobdicilo en forma de Testamento que otorgue en

Sevilla en veynte y seis de Mayo de mil setecientos ochenta y cinco ante Dn.

Luis de León Pérez Escribano ppco. de aquella Ciudad, hize vinculación del

remanente del quinto de mi caudal que dejare al tiempo de mi fallecimiento, des

contadas del total de dho. Quin/

Fol. 44 v.

to las tres partidas que quedan antedhas; y aunque por Rl. decreto de veynte y

ocho de Abril de mil setecientos ochenta y nuebe está mandado que no se hagan

Vinculaciones, ni fundaciones de Mayorazgos sin Rl. permiso de S. M. baxo de

ciertas condiciones, y circunstancias que se previenen en el, tiene declarado S.

M. no entenderse dha. prohivicion con las disposiciones que fueron hechas ante

riores al referido Real decreto, con la expresión de que las Leyes dan reglas

solamente para los negocios futuros: Mediante lo qual debe tener efecto dicha

Vinculación y fundación de Mayorazgo en el modo y forma que está prevenido

en dho. Cobdicilo: el qual és que lo gozará mi hijo mayor Dn. Buenaventura de

Ulloa y Remirez y sus lineas descendientes de Barón y fenecidas estas las de

Barón de mi hijo segdo. Dn. Antonio de Ulloa y Remirez, y assi de/

Fol. 45

los demás mis hijos Barones Dn. Francisco Xavier, Dn. Martin Joseph, y Dn.

Joseph María: concluidas las baronías de estos entraran á poseer dho. Vinculo,

mis hijas hembras, y sus descendencias, empesando por da. Josepha, y después

da. Maria del Carmen, a las quales seguirán las de mi hijo Mayor Dn.

Buenaventura, y assi hasta el ultimo por el mismo orden que en los Barones.

Concluidas todas las lineas de Barones y Hembras de los dhos. mis hijos, entra

ran al goze de dho. Vinculo los hijos naturales, con tal que sean procreados en

mugeres desentes, hijas de Padres honrados, sin sospecha de mala rasa de

Moriscos, Judíos, ó Negros, ni castigados por el Sto. Tribunal de la Ynquisicion,

ó con castigo vergonzoso por la Justa. Ordinaria, ni de oficio vil, ó bajo, por que

en todos ó qualesquiera de estos casos los excluyo, y lo mismo á las descenden

cias lexitimas en quienes concurran estos defectos, pasando al inmediato que se

siga en quien no lo haya: En estas lineas de los naturales se ha de seguir el mis

mo orden/

Fol. 45 v.

que en las de los legítimos de preferir la baronía a las Hembras, y el mayor al

menor: concluidas las lineas lexitimas, y naturales de Barones y Hembras quan-

do no quede descendencia de ellas pasará dho. Vinculo á los hijos de dn. Joseph

de Ulloa Ortiz mi Sobrino, hijo lexitirño de mi hermano Dn. Vizente de Ulloa y

84

de da. Mariana Ortiz por el mismo orn. que queda dicho. Después de estas segui

rán las lineas de los Hermanos y Hermanas de mi Muger en Lima que son dn.

Gaspar Remirez Encalada, Conde de Sn. Xavier, Dn. Miguel Joseph, Da. Juana,

y da. Tereza Remirez Encalada. Y concluidas estas también quando no quede

succesor alguno, se incorporará con el Vinculo que poseo y fundó el veynte y

quatro de Sevilla Esteban Ulloa de Toro, a nombre de su Muger da. Juana Pardo

de Calas para que lo gozen y posean los que fueren llamados en este.

10a... Ytt. es mi voluntad que con el Vínculo que dexo hecho por el citado

Cobdicilo quede incorporada y vinculada mi librería, y la que por muerte de mi

hermano Dn. Martin de Ulloa recayó en mi: Todos los papeles de familia/

Fol. 46

que por naturaleza lo son; los Instrumentos de Astronomía de Phisica y otros: las

cosas de Historia natural en minerales de todas especies, piedras fociles y anti

güedades para los fines y usos que largamte. explico en dha. Disposición

Testamentaria, y para q. en ello se perpetué en la familia la memoria de haver

sido Yo con dn. Jorge Juan y los tres Académicos de las Ciencias de París Mrs.

Godin, Bouguer, y de la Condaminé el que por orden del Rey el Sor. Dn. Felipe

quinto que este en Gloria practicó la medida de los Grados de Meridiano

Terreste contiguos á la Equinocial en el Reyno de Quito en los años de mil sete

cientos treynta y cinco hasta mil setecientos quarenta y cinco determinando por

este medio la verdadera figura de la Tierra y su magnitud con otras observacio

nes mui útiles cuya obra original y su traducion en el Ydioma Francés se

comprehende en dha. Libreria.

11a... Ytt. á la disposición Testamentaria citada sigue una razón del Caudal y fin

cas que poseo, entre las quales lo és una Hazienda de Olivares en la Villa de

Palomares en el Aljarafe de Sevilla y una corta Renta sobre los Estancos de

Aguar/

Fol. 46 v.

diente de la propia ciudad y algunos Lugares de su Arzobispado de treynta y tres

mil nobecientos treynta y ocho rs. y cinco mrs. vn. de principal. Y siendo mui

antiguas en mi Familia la dha. Hazienda, y esta renta; es mi Voluntad que la

Vinculación que se ha de fundar recaiga en ellas en la forma que mas largamente

explico en la misma disposición Testamentaria privada.

12 Ytt. declaro que con motivo de hallarse establecida la referida Sra. mi

Esposa en Madd. por razón del destino que tiene en servicio de la Reyna Ntra.

Sra. seha conducido allá el ajuar y muebles de casa, la mayor parte de la bagilla

de Plata, y sus alhajas, cuya razón está en la mencionada Disposición, con la

correspondiente individualidad y explicazn. y su importe ó valor entra en parte

del caudal

13a... Ytt. para cumplir y pagar este Testamento y quanto en el dejo dispuesto, y

ordenado, nombro pr. mis Albazeas Testamentarios Cumpli/

85

Fol. 47

dores y executores de esta mi ultima Voluntad, Tenedores y depositarios de mis

bienes a la dha. Sra. mi Muger Da. Francisca Melchora Remirez y Encalada, á

Dn. Fernando de Ulloa y de la Torre mi hermano Mariscal de Campo de los Rs.

Exercitos e Yngeniero Director que se halla en la ciudad de Zamora, a dho. mi

Hijo Dn. Buenaventura que ya há cumplido diez y ocho años, y á los demás mis

hijos Barones luego que tengan la misma edad, habilitándolos pa. ello por el

conocimiento y satisfacción que tengo de su juicio conducta y capazidad: á los

quales de mancomún é insolidum doy poder bastte. de Albazeazgo, con las

amplitudes, facultades y requisitos conduzentes á la mayor validación, para que

en su vrd. reciban todos mis bienes, y vendiéndolos ó parte, en la forma que les

pareciere del producto, cumplan y paguen lo que en este Testamento dejo dis

puesto dentro del termo, dispto. pr. dro. ó fuera del pues se lo prorrogo pr. el qe.

mas hubieren menester.

14a... Ytt. en atenzn. á la menor edad de dhos mis hijos/

Fol. 47 v.

nombro por Tutores, Curadores y Administradores de sus personas y bienes á los

referidos SSres. Da. Franca. Remirez mi Esposa y dn. Fernando de Ulloa mi her

mano; y si al tiempo de mi fallecimto. alguno de mis hijos tuviesse cumplido la

mayor edad, le nombro también en la misma Tutela y Curaduría de los otros sus

hermanos menores, después de dhos. SSres. mi Esposa y hermano. Y por cura

dores ad litem de los enunciados mis hijos que fueren menores de catorze años é

hijas menores de doze nombro en primer lugar a mi compe. Dn. Raphael Orosco

Capitán de Navio de la Rl. Armada, y en segundo á Dn. Manuel Gonzz. Guiral,

Gefe de Escuadra de ella, y Precidente del Tribunal del Consulado de Cádiz, y

por defto. de ambos á los que elijiere la propria Sra. mi Consorte, a la que con

fiero amplia facultad pa. q. lo haga: Y pido y suplico á los SSres. Juezes, y

Justicias á quienes corresponda se sirvan discernir este cargo en los términos

expuestos, y con relevación de fianzas.

15a... Ytt. mediante ser mi residencia en esta Ysla de León y hallarse la dha Sra.

mi Muger ausente en Madrid, sirviendo el Empleo de Sra. de Honor de la Reyna

Nuestra Sra. y mi refdo. hermo. Dn. Ferndo./

Fol. 48

en Zamora, pudiendo suceder que los dhos mis hijos se hallen ausentes en los

destinos proprios de su Carrera, quando acaesca mi fallecimto.; para q. hagan

sus veces en las disposiciones que ocurran de pronto, y en la de recoger papeles

y cosas de valor nombro á mi hermana Da. María de la O de Ulloa, q. vive con

migo, y a dn. Francisco de Herrera Cruzati, Capitán de Navio de la Rl. Armada:

y pr. falta de alguno ó de ambos á las personas qe. Yo nombrare en su lugr. en la

citda. disposizn. Testama.

86

16a... Ytt. en el remanente qe. quedare de todos mis biens. caudal, titulos, crédi

tos, dros., accions. y futuras succesiones qe. en qualer. manera me toquen, y

puedan pertenecerme, después de descontado el quinto que se há de ceparar

como llevo dho. en la clausula octava de este Testamto., instituyo y nombro por

mis únicos y universales herederos á los enunciados mis hijos Da. Josepha, Dn.

Buenaventura, Dn. Antonio Maria, Dn. Franco. Xavier, Dn. Martin Joseph, Dn.

Jph. Maria y da. Maria del Carmen Ulloa y Remirez, pr. iguales partes, para que

cada uno haya, lleve, goze, y herede libremente en propriedad y usufructo lo qe.

le tocare, con la Bendición de Dios y la mia: Y para que assi se verifique, y que

unos no reciban mas q. otros, o queden mas beneficiados pr. los gastos extraordi

narios q. á benefo. de algos, tengo hechos de que no participan los otros, mando

se esté á lo qe. dejo prevenido en la/

Fol. 48 v.

consabida disposizn. Testamentaria privada, y á la cuenta formal con cada uno

qe. está en el libro en quarto q. tiene pr. titulo: Ouentas con varios y con mis

hijos. Y reboco anulo y doy por de ningn. valor ni efto. todos qualesqra.

Testamtos., Cobdicilos, Poderes pa. testar, y otras ultimas disposizs. q. yó haya

hecho antes de esta, pr. escrito de palabra, o en otra forma, para q. no valgan ni

hagan fée en juicio ni fuera del, salvo este mi Testamento, la Clausula de

Vinculazn. contenida en mi Cobdicilo de veynte y seis de Mayo de mil seteztos.

ochenta y cinco, la ql. dexo en su fuerza y vigor, y la disposizn. Testama., pues

en ella se comprehende qto. conduce al caudl. qe. pertenece á la dha. Sra. mi

Mugr. pr. su Dote y gananciales: en todo lo ql. declaro es cumplida mi ultima y

determinada volunt. y como tal mando se observe guarde y cumpla imbiola-

blemte. en aquella via y forma q. mas haya lugr. en dro. mas pueda y deba valer.

En cuyo testimo. assi lo otorgo en la Villa de la Rl. Ysla de León á veynte y seis

dias del mes de En. del año de mil seteztos. nobenta y dos. Y el Exmo. Sr. otorg-

te. á q. yó el Ynfracrito Essno. de S. M. Mor. de su Rl. Armda. y de la Marina de

este Deppto. certifico conocer, lo firmó ante mi, en mi Rexo. siendo Testigos Dn.

Maní. Micon, dm. Marcos Ybañez, y dn. Juan Anto. de la Cruz Romero, vezos.

de esta Villa:

Antonio de Ulloa Christoval González Tellez

(Rúbrica) (Rúbrica)

Documento III

APRECIO EJECUTADO POR EL MARQUES DE UREÑA DE LASCASAS DE LOS HEREDEROS DE ANTONIO DE ULLOA Y DE LA

TORRE, CONSTRUIDAS EN LOS SOLARES N° 9, 4 Y 1/2 DEL 5 DE LA

MANZANA N° 60 EN LA NUEVA POBLACIÓN DE SAN CARLOS (Isla

de León, 11 de Noviembre de 1795).

(Archivo General de la Marina. Varios. Años 1795/96)

RS. VON.

- 756 varas de pared de cantería de 27 pulgadas

de grueso, a 45 rs. la vara 34.020

- 3.856 varas de pared de manipostería de 21

pulgadas de grueso, a 23 rs. la vara 88.688

- 1.076 varas de cimiento; su excavación y macizado

de piedra de manipostería^ 30 rs.la vara 32.280

- 59 varas de cornisa, a 40 rs. la vara 2.360

- 228 varas de citara de ladrillo de medio pie

de grueso, a 20 rs. la vara 4.560

- 247 varas de tabique sencillo, a 12 rs. la vara 2.964

- 2.604 varas de solería de rebocado, a 14 rs.la vara 36.456

- 1.940 varas de solería de junto, a 15 rs. la vara 29.100

- 1.224 varas de bovedilla, a 4 rs. la vara 4.896

- 102 varas de cañería de 20 pulgadas de ancho

y una vara de alto, a 45 rs. la vara 4.590

- 39 varas de cañería de 8 pulgadas de ancho,

a 10 rs. la vara 390

- 45 varas de cañería de Málaga, a 15 rs. la vara 675

- 62 varas de solería de losas de Genova,

a 50 rs. la vara 3.100

- 1.365 varas cúbicas de excavación de 5 aljibes,

a 6 rs. la vara 8.190

- Las cajas de agua de estos aljibes 25.000

- 7 losas de Genova para la pileta de los aljibes,

a 12 rs. cada una 84

- 6 fogones para guisar, a 300 rs. cada uno 1 -800

- 200 varas de alisares de Martelilla, a 15 rs. la vara 3.000

- El frontón de piedra de Martelilla para

la puerta principal 1.200

88

- 15 basas de Martelilla para los pilarotes de hierro

de los corredores del cuerpo bajo,a 24 rs. cada uno 360

- La escalera 2.364

- 3 pozos calzados de abajo a arriba de cantería

y manipostería, a 596 rs. cada uno 1.788

- 4 sumideros calzados de manipostería,

a 368 rs. cada uno 1.472

- Un fregadero con dos lebrillos chicos 130

- 204 vigas de 5 varas de alfajiado, a 66 rs. cada una 13.464

- 216 vigas de 4 1/2 varas a 60 rs. incluyendo

alfajías, clavos y trabajo como en las anteriores 12.960

- 121 vigas de bovedilla, a 50 rs. cada una 6.050

- 86 vigas de 5 varas, a 55 rs. cada una 4.730

- 36 paños de corredor con 356 parejuelos, a 36 rs.

cada uno, incluyendo madres, canes,

alfajías, guarniciones y pilarotes 12.816

- 10 escuadras de chimenea, a 45 rs. cada una 450

- 8 asientos de comunes, a 60 rs. cada uno 480

- 140 puertas de clavadizo con su herraje,

a 195 rs. cada una 27.300

- 39 puertas de tableros incluyendo

herrajes y entrepaños, a 180 rs.cada una 7.020

- 24 puertas de cristales incluyendo herrajes

y cristales, a 40 rs. cada una 3.360

- 17 rejas exteriores de 3 varas de alto y

1 1/3 de ancho, a 8.704 rs. cada una 8.704

- 24 rejas de 2 1/3 varas de alto y

una vara de ancho, a 375 rs 9.000

- 12 pilarotes de 3 1/2 varas de alto, a 230 rs.cada uno 2.760

- Un pasamano de escalera de 14 1/2 varas de largo 2.085

- 12 maineles de tres cuartas en cuadro, a 60 rs. cada uno 720

- 4 arbortantes de 1 3/4 varas, a 35 rs. cada uno 140

- 22 hornillas, a 48 rs. cada una 1.056

- 6 escuadras de 3 varas, a 82 rs. cada una 492

- 6 tirantes de 1 3/4 varas a 20 rs. cada uno 120

- 7 pescantes de pozo, a 18 rs. cada uno 126

En total, 403.300 rs. vón.

89

APOSTILLA AL BICENTENARIO

Manuel E. BATURONE SANTIAGO

Capitán de navio

Por cumplirse en este año de 1995 el bicentenario de la muerte del teniente

general don Antonio de Ulloa y de la Torre, la Delegación del Instituto de Historia

y Cultura Naval, de la Zona Marítima del Estrecho, consideró conveniente

recuperar las acciones pertinentes para el traslado al panteón de Marinos Ilustres

de los restos de tan preciada figura.

Don Antonio de Ulloa, nació en Sevilla el 12 de enero de 1716 de notable

familia. Eran sus padres D. Bernardo de Ulloa y Souza, gentilhombre de Boca

de Su Majestad, caballero 24 de Sevilla y procurador mayor de Sevilla y Dña.

Josefa de la Torre y Guiral, sevillana también. Era el segundo de nueve herma

nos, sevillanos todos. Recordamos sus nombres: Martín, que continuó la

tradición paterna; Pascual, Zencón, Fernando, que llegó a mariscal de campo de

los Ejércitos y estuvo ligado toda su vida a D. Antonio, desde que, alférez de

infantería, le acompañó en 1752 por su viaje europeo; Vicente, ingresado en la

Armada, llegó a capitán de navio y se casó con Dña. María Ortíz de Zarate y

Mayona, y sus dos hijos José y Pedro, continuaron la tradición marinera;

Margarita, Luisa y María de la O. Casó D. Antonio, siendo superintendente de

las Minas de Huantavélica (Perú), por poder, dada la menor edad, con Dña.

Francisca Melchora Remírez Encalada, nacida en la Ciudad de los Reyes

(Lima), era hija de D. Francisco Buenaventura Remírez de Laredo, de la Orden

de Santiago, natural de Trujillo (Perú) y de Dña. Francisca Encalada y Chacón,

natural de Santiago de Chile.

El rey, Carlos III le había concedido a D. Francisco Buenaventura, el títu

lo de conde de San Javier y Casa Laredo el 28 de mayo de 1763.

El matrimonio fue ratificado dos años más tarde, el 4 de junio de 1767, en

Nueva Orleáns -ciudad fundada por los franceses en 1718 y cedida a España,

por el Tratado de San Ildefonso- siendo D. Antonio de Ulloa gobernador de

La Luisiana.

Después de una larga vida prestando grandes servicios a las ciencias, a las

artes y oficios, se estableció con su numerosa prole en la Real Isla de León,

desempeñando servicios en la Armada.

Su muerte, siendo director general de la Armada, interino, le sobrevino el

día 5 de julio de 1795, a los 79 años.

El matrimonio tuvo nueve hijos: María Mercedes y Bernardo murieron de

corta edad. Por orden de mayoría fueron: Josefa, que se casó con D. Luis G.

Guzmán y Castillo; Buenaventura y Antonio, a su muerte tenientes de fragata

y Francisco Xavier, alférez de navio, Marín José, paje del rey, José Manuel,

oficial de las Reales Guardias Españolas y María del Carmen. Antonio de

Ulloa y Remírez alcanzó el empleo de capitán de navio y se casó con Dña.

Pascuala Austrán de la Torre y Vandenbroucke y Francisco Xavier llegó a

91

capitán general de la Armada. En su testamento, fechado en la Isla de León,

el 26 de enero de 1792 ante D. Cristóbal González-Téllez, disponía que su

«cadáver sea revestido con el hábito de la Orden de Santiago y con las ropas

e insignias militares y sea sepultado en la iglesia, parroquia y convento don

de tuviese mi domicilio...».

En la Partida de defunción n.° 90 consta que «se enterró en esta Iglesia

Parroquial Castrense de NSP San Francisco el día 6 de julio de 1795 el cadá

ver del Excmo. Sr. D. Antonio de Ulloa, natural de Sevilla, comendador de

Ocaña en la Orden de Santiago, teniente general de la Real Armada e interino

director general de ella... Recibió los Stos. Sacramentos... Fueron testigos el

brigadier D. Pascual Horozco y el capitán de navio y mayor general del

Departamento D. Juan Gastelu...».

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Parroquia Naval de San Fernando. Libro de Defunciones. Partida 90.

92

Era corriente, en esta época, que las clases más elevadas se enterrasen en

los panteones familiares que a su costa construían en iglesias y conventos, al

pie de altares con las imágenes más veneradas.

Para las clases humildes, fuera de las iglesias y conventos, adosados a ella

existían lugares adaptados -los cementerios- para sus enterramientos.

Aunque la Real Cédula de 3 de abril de 1787 prohibía los enterramientos

en iglesias y aledaños, por razones higiénico-sanitarias, la realidad es que

hasta que no se construyeron cementerios fuera del centro de las ciudades,

continuaron éstos en iglesias y conventos. La iglesia castrense de San

Francisco era primitivamente un templo de sencillas proporciones, dedicado

a NSP San Francisco.

Fueron muchos los enterramientos que se llevaron a cabo en la iglesia

castrense de San Francisco, entre otros, el de D. Vicente Tofiño, jefe de

escuadra, los capitanes de fragata D. José de San Martín y D. José de

Villafranca y el del teniente general. D. Luis de Córdova, fallecido el 29 de

julio de 1796.

En el convento del Carmen estuvo enterrado D. Juan José Navarro, mar

qués de la Victoria, en la capilla de entrada, hasta su posterior traslado al

Panteón de Marinos Ilustres, y todavía se conserva, en la parte superior del

retablo, su escudo de armas. Las obras de ampliación del ex convento de San

Francisco e iglesia castrense y la construcción del nuevo camposanto de

«Clase Alta» a partir de 1854, dio lugar a que se exhumaran restos y fuesen

trasladados de lugar.

Permanecieron en la iglesia algunas lápidas, a petición de los familiares

para perpetuar la memoria.

La primitiva iglesia de la Inmaculada en la nueva población de San

Carlos, por una Real Orden de 10 de octubre de 1850 del marqués de Molins,

ministro de Marina, se destina para panteón de marinos ilustres, y se elabora

ron listas de generales de Marina, cuyos restos, con la aquiescencia de las

familias, deberían ser trasladados y ocupar un lugar digno para la posteridad.

Y así se llevan a cabo los traslados de D. Luis de Córdova, desde la igle

sia de San Francisco y del marqués de la Victoria, desde el convento del

Carmen, pero cuando se inician los trámites para el traslado de D. Antonio de

Ulloa, se desconoce el lugar de enterramiento y nada consta en los libros

parroquiales.

En un informe elevado por el capitán general al vicepresidente del

Almirantazgo, fechado en 15 de junio de 1869 se decía «que en la noche de ayer

me presenté personalmente en la mencionada iglesia, ex convento de San

Francisco y con informes que allí adquirí, únicamente hallé en el pavimento de la

misma dos sepulturas, una situada en la nave central del templo, con su inscripción

enteramente ilegible, pero que, sin duda alguna, no corresponde al general Ulloa

por haber antecedentes de que éste fue enterrado en una de las capillas, y la otra,

aunque se encuentra en una de éstas, evidentemente tampoco pertenecía al citado

general, por leerse en su losa el nombre del Excmo. Sr. Pery y Ravé...».

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En el libro «El panteón de Marinos Ilustres», Cádiz, 1890, del que es autor

D. José Berrocal Garrido, se cuenta que «el Almirantazgo telegrafió el 12 de

octubre de 1869 a D. Juan José Sánchez de Mendoza, preguntando si la familia

tendría inconveniente en entregar sus restos con destino al Panteón Nacional...».

Con gusto accedieron todos sus supervivientes y fue manifestado al Excmo. Sr.

Capitán General del Departamento de Cádiz, pero aunque el Gobierno insistió

una vez más en ello, fue imposible llevarlo a la práctica, por no encontrar su

paradero, suspendiéndose el traslado...».

En el año 1883 se descubre, en la iglesia de San Francisco, al final de la

nave central, una lápida, en el pavimento, con escudo de armas y una inscrip

ción borrosa, de la cual sólo se entendía:

D.O.M.

Cadaber

de Ulloa

RIÑO

RAR

AÑOS

En la parte inferior de la losa, una calavera y dos huesos cruzados.

El escudo de armas, lo describían así: «un castillo con ventanas y puerta de

entrada, sobre él una torre; a uno y otro lado del castillo, un árbol, y coronando

los anteriores símbolos dos águilas cuyos picos estocan en la mitad del cuartel».

Aunque las armas de Ulloa corresponden a un «escudo ajedrezado de

quince piezas, ocho de oro y siete de gules, cargadas éstas de tres fajas de

plata cada una» como puede apreciarse en el cuadro de D. Antonio, existente

en el Museo Naval de Madrid.

Sin embargo, pudiese ser que este escudo de armas correspondiese a la

familia de su madre, los «de la Torre».

Como consecuencia de este hallazgo, y nos remitimos a lo que cuenta

Berrocal Garrido: «Se oficia al Gobierno en 12 de octubre de 1883 proponiendo

su traslado a fin de que fueran sus restos «al lado de los de su compañero Jorge

Juan, unos sabios marinos que brillaron en el siglo XVIII» -decía, textualmente,

el escrito.

Se constituyó una Junta, se redactó un presupuesto que ascendió a

4.258,50 pesetas más 698 por gastos de traslado y hasta se designó el lugar;

debía ocupar la tercera capilla de Levante, delante de D. Gabriel Ciscar. Todo

fue sancionado por una Real Orden de 28 de marzo de 1887.

En el ejercicio de 1888/1889 se incluye una partida para nuevas obras,

pero no constaba el detalle de las que habían de llevarse a cabo, por lo que se

elevó consulta, para evadir responsabilidades... sin que hasta la fecha haya

caído resolución.

Publicaciones posteriores, que se refieren al Panteón de Marinos Ilustres,

dan como cierto que los restos de D. Antonio de Ulloa fueron exhumados y

trasladados, encontrándose al lado de su compañero Jorge Juan.

La realidad es que consultando el libro de enterramientos del panteón, noaparece ninguna partida en tal sentido.

La lápida a que hacemos referencia, aunque mucho más deteriorada por

su uso, -colocada en la nave central, lugar de paso obligado- ha despertado

siempre el interés y la curiosidad de cuantos visitan la iglesia.

Debo confesar que por haber vivido yo desde pequeño muy cerca de la

iglesia de San Francisco, el deseo de conocer lo que había debajo de la losa,

quizá una cripta, puede haber influido en efectuar su reconocimiento.

En la actualidad, en la losa, aunque ha desaparecido la calavera y los hue

sos, continúan apreciándose, casi al tacto, las inscripciones y, muy borroso,

el escudo en mármol blanco.

El bicentenario de la muerte del teniente general Ulloa, así como la mis

ma efemérides del jefe de escuadra Tofiño -fallecido en enero de 1795 y

enterrado en la misma iglesia y en paradero desconocido- era una ocasión

propicia para conocer si efectivamente debajo de la losa existía una cripta

con los restos de tan ilustres marinos.

Se solicitaron a través de la Delegación de Cultura de la Zona Marítima

del Estrecho los permisos oportunos, previa aprobación por el almirante

director del Instituto de Historia y Cultura Naval, para poder llevar a cabo

una inspección ocular, tras el levantamiento de la lápida.

Se constituyó una Comisión al efecto, presidida por el capitán de navio D.

Manuel E. Baturone Santiago, y formada por los tenientes v. D. Lisardo

González Reinoso, párroco de la iglesia y D. Florencio Casamayor, el

comandante de sanidad Blanco Villero, capitán auditor Arenas Ibáñez.

Actuando como secretario el capitán de corbeta (EM) D. Juan Carlos

Fernández y el cartógrafo jefe D. José María Cano Trigo, como colaborador.

El día 8 de noviembre de 1994 se personó la Comisión en la iglesia de

San Francisco y se procedió al levantamiento de la lápida por la empresa

PLORSA de San Fernando.

Los trabajos comenzaron a las 09:45 horas, finalizando sobre las 11:00

horas la separación de los sillares, retirándose la losa funeraria, de un peso

aproximado de 600 kilogramos.

Al no aparecer ninguna cripta, sino tierra, se procedió, después de una

primera desilusión, a la excavación. Sólo apareció tierra, al parecer ya remo

vida, y se profundizó por si hubiese algún enterramiento, hasta alcanzar los

1,20 metros y a todo lo ancho y largo de la fosa, sin aparecer nada digno de

mención. Sólo tenía un trozo de mármol blanco, en donde, a lápiz, se leía

«Antonio» y «Ulloa».

El comandante de Sanidad, Blanco Villero, empleó un detector de meta

les, por si apareciesen restos de hebillas, botonaduras o condecoraciones, con

resultado negativo.

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Los trabajos, una vez rellenado el hueco excavado, finalizaron sobre las

13:25 horas.

La Armada ha querido perpetuar la memoria del teniente general Ulloa

con una lápida de mármol, donde puede leerse:

«A la Memoria del Excmo. Sr. D Antonio de Ulloa y de la Torre

Bernardi, Caballero de la Orden de Santiago y Comendador de

Ocaña, Teniente General de la Armada Española, Socio correspon

diente de las Reales Academias de París, Londres, Estocolmo, Berlín

y Bolonia, enviado con algunos académicos parisienses a la provincia

de Quito para medir algunos grados terrestres en la región equinocial,

con lo que se aclarará más la magnitud del Mar y la figura de la

Tierra y después ocupado en muchos trabajos públicos se mostró

siempre con los servicios prestados fiel al Rey y apareció como

modelo de amor a la Patria que, agradecida, le dedica esta lápida en

el Bicentenario de su muerte.

Sevilla 1716 - Real Isla de León 1795»

Dicha lápida fue inaugurada el 19 de abril de 1995 con motivo de las

Jornadas en un acto fúnebre-homenaje celebrado en el Panteón de Marinos

Ilustres, en colaboración con la Fundación Municipal de Cultura del

Ayuntamiento de San Fernando y asistencia de autoridades navales y civiles.

La losa funeraria ha sido trasladada a la Escuela de Suboficiales y se pro

cede a su colocación en zona ajardinada como testimonio y memoria para la

posteridad.

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