BALANCE SOBRE LA LUCHA CONTRA EL RACISMO

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178 2014 - 2015 INFORME ANUAL BALANCE SOBRE LA LUCHA CONTRA EL RACISMO 13 Elaborado por Wilfredo Ardito Vega

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BALANCE SOBRE LA LUCHA CONTRA EL RACISMO

13Elaborado por Wilfredo Ardito Vega

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COORDINADORA NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS

CONTEXTO: UN FENÓMENO TAN EXTENDIDO COMO NEGADO

El racismo es uno de los grandes problemas que atraviesa la sociedad peruana, desde el trato hacia las trabajadoras del hogar, hasta el bullying que se practica en los colegios. Se manifiesta desde las menores oportunidades laborales para quienes tienen rasgos andinos o afroperuanos hasta el impedimento para in-gresar a las playas “exclusivas”.

Es un problema estructural, como podemos advertir si comparamos cualquier indicador en materia de pobreza, salud o educación, entre los descendientes de europeos y asiá-ticos, por un lado y los andinos y afroperua-nos, por otro. Adicionalmente, el racismo se encuentra tan naturalizado en nuestra so-ciedad, que ni la desigualdad estructural ni la discriminación cotidiana generan mayor impacto. Solamente las expresiones ofen-sivas explícitas pueden lograr, a veces, una reacción.

Ahora bien, hay que hacer algunas precisio-nes en relación al racismo peruano: a la no-ción de “raza”, basada en los rasgos físicos, se unen comúnmente factores como la clase social, el lugar de origen, la educación o el apellido. De esta manera se va formando una concepción sobre “cholo”, “negro”, “blanco” que va más allá del color, incluyendo atribu-ciones económicas y culturales.

Además, el mestizaje genera que a muchas personas no le asigne siempre una misma identidad, sino que son clasificados según el entorno y esto puede implicar diferen-

tes atribuciones. Un universitario puede ser considerado “blanco” en su barrio, pero sus compañeros de clase pueden percibirlo como “cholo”. La posibilidad de que la identidad asignada varíe por una serie de elementos ex-ternos origina que muchas personas inviertan en su apariencia externa, desde la ropa hasta el peinado para lograr “blanquearse”. Lamen-tablemente, otro recurso frecuente para pare-cer “más blanco” es “cholear” a otro, es decir, tratarlo de manera altanera o prepotente.

De otro lado, no siempre el racismo es explí-cito, es decir, uno puede ser muy racista y ja-más llamar “indio” o “serrano” a la persona que discrimina. Basta emplear expresiones como “gente ignorante” o “gente cochina” o simplemente “esa gente”. Inclusive, sin que se produzca una agresión directa, es posible que exista una actitud de aparente indiferen-cia hacia una persona en base a prejuicios como el temor y la desconfianza, que termine generando su aislamiento. Esto puede ocu-rrir en un centro laboral, un condominio o una universidad.

ALGUNAS SITUACIONES EMBLEMÁTICAS DEL 2014

Playas y Discotecas

A comienzos del 2014, desde el colectivo Ciu-dadanos Luchando contra el Racismo com-probamos la existencia de prácticas racistas en las playas de Naplo y Ancón, donde los residentes habían colocado sogas y vigilan-tes para impedir el paso de las personas que tenían rasgos andinos, con el pretexto que

Durante el año 2014, la lucha contra el racismo en el Perú se ha expresado con frecuencia en los medios

de comunicación, pero suele quedarse como en casos anecdóticos de un racismo mas bien explícito y no se

llega a percibir que se trata de un problema estructural y generalizado, que amerita políticas públicas.

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“traían alimentos”. Esto quedaba desvirtuado por el hecho que el impedimento se realizaba aunque la persona no llevara ninguna mochi-la o bolsa. Es más, en Naplo los vigilantes se encontraban también dentro del mar, con el agua hasta la cintura y evidentemente nadie lleva comida mientras nada. En Ancón, inclu-sive los vigilantes habían bloqueado el tránsi-to en una parte del malecón.

Cabe señalar que según la Ley 26856 las playas peruanas son espacios públicos, que pertenecen al Estado, por lo que quienes se apropian de las playas, además de discrimi-nadores cometen delito de usurpación. En muchos condominios de playa del sur de Lima ocurren situaciones similares, mediante ele-vados muros con vigilantes armados que im-piden el acceso a las playas.

Esta situación fue denunciada en las redes sociales y los medios de comunicación, lo que motivó la intervención de la Defensoría del Pueblo y de las Municipalidades respectivas. Al poco tiempo, las sogas fueron retiradas y los vigilantes tuvieron una actuación más per-misiva, pero los problemas han continuado en el año 2015, donde nuevamente hubo que rea-lizar una serie de intervenciones en las pla-yas. Este año, además, un grupo de vecinos de Ancón fue particularmente violento, lanzando insultos y groserías contra los activistas y glo-bos de agua contra las cámaras de televisión. Su penoso comportamiento desmiente su re-petida afirmación que ellos son “la gente edu-cada” que cuida la playa. Se ha realizado una denuncia ante el Ministerio Público de Lima

Norte, pero el proceso sigue con mucha len-titud.

En estos casos, debe señalarse que las prác-ticas racistas tuvieron amplio respaldo en un sector de la población que parecía considerar que la suciedad era intrínseca a los rasgos fí-sicos de los peruanos andinos. Se trata de ex-presiones que se repiten desde la llegada de las primeras migraciones a la costa que refle-jan fuertes prejuicios, pero también la noción de ver al “cholo” como un invasor, con quien no se puede compartir espacios públicos.

Ahora bien, ¿por qué es factible que algunas personas acudan al mismo centro comercial, el cine o la universidad donde van sus com-patriotas de rasgos andinos, pero les impiden el paso a una playa? Porque éste es un espa-cio donde es importante mostrar el cuerpo y por ello se da un racismo más explícito hacia quienes no tienen ascendencia europea. De hecho, en las playas racistas pueden existir personas andinas, mestizas o negras, pero trabajan para los residentes y aparecen con el cuerpo cubierto.

Es por la misma razón que el racismo se hace tan presente en otro espacio donde el atrac-tivo físico es considerado muy importante: las discotecas. Es positivo señalar que, gracias a las sanciones impuestas por la Municipalidad de Miraflores, en aplicación de su Ordenanza contra la discriminación, a varios locales de Larcomar, las prácticas discriminatorias pa-recen haber disminuido considerablemente en el distrito. Sin embargo, en los últimos me-ses del 2014, se recibieron reiteradas denun-cias de las discotecas Mute y Mía, ubicadas en Caminos del Inca, Surco. Ese distrito también cuenta con una Ordenanza contra la discrimi-nación, pero no establece sanción alguna, lo que la convierte en improductiva.

Racismo en el deporte

En febrero del mismo año se produjo un in-cidente racista en un estadio de Huancayo contra el jugador brasileño Tinga. Insultos si-milares son frecuentes en los estadios perua-

UN ÚLTIMO EJEMPLO DE RACISMO EN EL DEPORTE SE HA PRODUCIDO EN EL VÓLEY, CUANDO LA FAMOSA ENTRENADORA NATALIA MÁLAGA,

CALIFICÓ DE “LLAMA” A UNA JUGADORA DE RASGOS ANDINOS

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nos y la mayoría de futbolistas afroperuanos los asume como parte del fútbol, siguiendo la extendida reacción de muchos peruanos de pretender que uno no se siente afectado por los insultos racistas. Éstas, sin embargo, sí resultan muy hirientes para los futbolistas extranjeros y aquellos peruanos que han vivi-do mucho tiempo fuera del país. En este caso, parece ser que la intervención disgustada de la Presidenta del Brasil motivó al Presidente Ollanta Humala a reaccionar oponiéndose al racismo. Semanas después, se produjo una sanción contra el estadio y el equipo Real Gar-cilaso, al que pertenecían los hinchas.

Durante el año pasado, los integrantes de Alerta contra el Racismo, programa del Mi-nisterio de Cultura, han continuado realizando campañas contra el racismo en el fútbol, pro-moviendo el uso de camisetas con lemas anti-rracistas, pero el problema es que el racismo es natural para muchos peruanos, quienes asumen, dentro y fuera del estadio, que los negros no merecen respeto.

Esta percepción está presente en las diversas clases sociales, como demuestra el escánda-lo originado meses después por el entonces embajador peruano ante los Estados Unidos, Harold Forsyth, quien insultó al jugador afro-panameño Luis Tejada. En este caso, muchos comentaristas deportivos salieron en favor de Forsyth, negando que hubiera una motivación racista. En marzo del 2015, Tejada fue víctima de un nuevo incidente racista por parte de los hinchas del equipo Cienciano en el Cusco, al punto que optó por retirarse en pleno partido. El caso Tejada nuevamente alcanzó impacto internacional y Cienciano fue sancionado.

Un último ejemplo de racismo en el deporte se ha producido en el vóley, cuando la famo-sa entrenadora Natalia Málaga, calificó de “llama” a una jugadora de rasgos andinos. Nuevamente, miles de personas han buscado defender a Natalia Málaga, considerando sus éxitos deportivos, como si éstos fueran una “licencia para discriminar”. El racismo en el deporte en realidad puede persistir por mu-

cho tiempo, porque es un síntoma de un pro-blema más extendido que todavía no ha sido abordado. Medios de comunicación. Entre La Paisana Jacinta y Saga Falabella

En marzo del 2014, con un amplio despliegue publicitario, Frecuencia Latina anunció el re-torno de La Paisana Jacinta un cuestionado programa donde el actor Jorge Benavides interpreta a una mujer andina mostrándola como un ser sucio, vulgar e ignorante. Este programa fue transmitido inicialmente en los años noventa, cuando el canal estaba en ma-nos de los hermanos Winter, cercanos al ré-gimen de Fujimori, pero la administración de Baruch Ivcher dispuso luego mantenerlo.

La reaparición de La Paisana Jacinta gene-ró fuertes protestas en diversos lugares del país. Muchas personas recogieron firmas en contra, especialmente en Cusco, Apurímac y Lima. Sin embargo, el programa se mantuvo, aunque las principales empresas auspiciado-ras se abstuvieron de emitir anuncios duran-te el mismo. La parlamentaria andina Hilaria Supa solicitó una entrevista con los directivos del canal, recibiendo como indignante res-puesta que La Paisana Jacinta “reivindica a la mujer andina”. Frente a esta situación desde Ciudadanos Luchando contra el Racismo de-cidimos escribirle a uno de los pocos auspi-ciadores del programa, Colgate Palmolive, pidiéndole que retirara la publicidad. Ante el silencio de la sucursal peruana, nos dirigimos a la casa matriz que inmediatamente canceló los avisos. A partir de este momento dejaron de grabarse nuevos episodios.

En agosto, la ONG Chirapaq expuso la proble-mática de La Paisana Jacinta ante el Comité para la Eliminación de la Discriminación Ra-cial de las Naciones Unidas. Los comisiona-dos expresaron en su informe hondo recha-zo frente a dicho programa, indicando que reproducía los peores estereotipos racistas y que fomentaba el bullying en los colegios. Sin

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mayor respuesta, Frecuencia Latina dejó de transmitir el programa.

Sin embargo, Benavides decidió impulsar el Circo de La Paisana Jacinta, para el cual llegó al absurdo de solicitar al Ministerio de Cultura el reconocimiento como espectáculo cultural. El Ministerio señaló que un espectáculo no podía tener carácter cultural. El circo estuvo en Lima varias semanas, pero al comenzar una gira por el interior del país, solo tuvo una presentación en Chimbote. Desde entonces fue cancelado, al parecer por los altos precios.

Como señalamos, Frecuencia Latina nunca anunció que retiraba el programa del aire y, de esta forma, mantuvo una gigantografía de La Paisana Jacinta en la fachada del canal durante el resto del año. Es más, la volvió a presentar con ocasión de la Teletón y de Navi-

dad, para darle un matiz “tierno” al personaje racista.

En marzo del 2015, Latina Televisión (la nueva razón social de Frecuencia Latina) reanudó la transmisión de La Paisana Jacinta. Inclusive, el expresidente Alan García apareció junto con dicho personaje, avalando su grotes-ca representación de la mujer andina. Estos hechos motivaron que varias organizaciones de mujeres cusqueñas, junto con el Instituto de Defensa Legal y APORVIDHA presentaran en Lima una acción de amparo contra dicho programa porque vulneraba, entre otros, los derechos a la identidad cultural y a no ser dis-criminado. Dos días después, Latina retiró el programa del aire, nuevamente sin ninguna mención a las razones para ello.

Ahora bien, aunque La Paisana Jacinta es el caso más escandaloso, debe señalarse que

En febrero de 2014, se produjo un

incidente racista en un estadio de

Huancayo contra el jugador brasileño

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de manera permanente la televisión difunde estereotipos racistas al presentar a las per-sonas blancas como exitosas, guapas y adine-radas, mientras que andinos o afroperuanos casi no aparecen o se les restringe a roles como delincuentes, pobres y víctimas. Todos los animadores, presentadores de noticieros y conductores de programas de concursos son blancos y muchas veces se relacionan de ma-nera paternalista con los asistentes de rasgos andinos. Sin embargo, el racismo explícito también queda impune: en marzo del 2015, el presentador Carlos Galdós hizo una serie de comentarios ofensivos hacia una modelo afro-peruana y no fue sancionado. Debe destacar-se que Galdós trabaja para Latina Televisión, el mismo canal que transmite (¿o transmitió) La Paisana Jacinta. Frente a las expresiones racistas de Natalia Málaga, los periodistas de Latina han expresado abiertamente solidari-dad… con la agresora.

La publicidad televisiva mantiene también es-tos criterios, ocultando que la gran diversidad existente entre los peruanos que consumen alimentos, ropa o celulares. Esto se nota es-pecialmente en las escenas de felicidad fami-liar, donde casi siempre los niños son rubios.

Siempre en el ámbito publicitario, durante el año 2014, la difusión de algunas fotografías del catálogo de Navidad de la empresa Saga Falabella generaron muchas críticas por el criterio racista de selección de los modelos, que eran todos rubios. Desde Ciudadanos Lu-chando contra el Racismo, nos reunimos con el Gerente General de Saga Falabella, quien se disculpó e indicó que promovería un cam-bio en la publicidad, pero no ha habido hasta ahora ningún esfuerzo. Es más, a tres meses de la reunión, se mantiene el mismo enfo-que publicitario, lo que también ocurre con la abrumadora mayoría de anunciantes.

En la actualidad, prácticamente el único es-pacio artístico donde se puede apreciar a los peruanos como son es el arte urbano, a través de graffitti o murales. Por eso resulta espe-cialmente grave que la gestión municipal de Castañeda Lossio haya eliminado los murales

del Centro Histórico donde aparecían perso-nas de rasgos andinos, dejando solamente a Chabuca Granda. Es una manera de invisibili-zar a la población migrante aún en una parte de la ciudad donde son la gran mayoría.

Redes Sociales

En los últimos meses, las redes sociales han permitido que se generen fuertes protestas contra el racismo. Esto sucedió, por ejemplo, hacia una joven que llamó a otra persona “co-lor puerta” y hacia otra que denominó “serra-no” a un policía en el Metropolitano.

Sin embargo, los comentarios racistas apa-recen con muchísima frecuencia en las redes sociales sin que se genere mayor reacción ni del público ni de los moderadores de me-dios como El Comercio, La República o RPP. Es más, cuando ocurre un incidente racista que llega a ser mediático, muchos peruanos emplean comentarios que también son racis-tas, descalificando al agresor por sus rasgos físicos. Por ejemplo, durante el caso Tinga, varias personas dijeron que Huancayo esta-ba lleno de “serranos ignorantes racistas”. Al respecto, es también recurrente la expresión “Como puedes ser racista con esa cara”, di-rigida a andinos, mestizos o afroperuanos lo cual en el fondo quiere decir que si una perso-na es blanca, se espera o se justifica que sea racista. Este probablemente es uno de los fac-tores por los que existió tanta tolerancia con los insultos racistas de Natalia Málaga.

LA LIMITADA INTERVENCIÓN ESTATAL

Por el momento, el accionar del Estado para enfrentar el racismo ha sido sumamente dé-bil. Es verdad que desde hace dos años tene-mos el programa Alerta contra el Racismo del Ministerio de Cultura, pero su presencia pú-blica es muy limitada. Pese a los diversos in-cidentes que se produjeron en el 2014, guardó silencio inclusive frente al caso de La Paisana Jacinta. Un error adicional ha sido concen-trarse en realizar campañas contra el racis-mo en el fútbol, sin percibir que el racismo

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en el fútbol es simplemente un síntoma de un problema mayor. Habría tenido mucho mayor impacto público intervenir frente a las disco-tecas o playas racistas, así como el racismo en los medios de comunicación.

El contraste es notable con la labor de la Di-rección de Políticas Afroperuanas en el mis-mo Ministerio de Cultura que ha organizado numerosas actividades culturales y talleres de reflexión en diversos lugares del país y está promoviendo la ejecución de políticas públi-cas sobre población afroperuana que tengan carácter transversal en el Estado peruano.

El Ministerio de Cultura forma además parte de la Comisión Nacional contra la Discrimi-nación (CONACOD) que preside el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que, hasta el momento solamente ha emitido pronuncia-mientos generales en muy contadas ocasio-nes, sin señalar responsabilidades de manera concreta.

Sin embargo, la entidad estatal cuyo rol ha sido más cuestionable es el Ministerio Pú-blico, que hasta el momento no ha realizado ni una sola denuncia por racismo, lo cual es realmente un escándalo, tratándose de un fe-nómeno tan extendido. Ni siquiera ha interve-nido para sancionar el racismo en las redes sociales, cuando resulta evidente quiénes son los autores. En el caso de las playas de An-

cón, hasta la fecha de elaborar este informe, ni siquiera los testigos habíamos sido citados.

Debemos, sin embargo, resaltar otros esfuer-zos que se realizan con relación a la educa-ción bilingüe intercultural, fomentando en los niños una mayor consciencia y aprecio por su propia identidad. El Ministerio de Educa-ción ha avanzado mucho en la elaboración de materiales y capacitación a profesores de lenguas indígenas. Durante el último año se ha aprobado el alfabeto de varios de estos idiomas, en procesos participativos, lo cual permite que se preparen libros, cuadernos de trabajo y otros materiales educativos. Por otro lado, la problemática afroperuana, si bien no tiene un específico carácter lingüístico, tam-bién ha sido abordada desde el punto de vis-ta cultural. Las guías para docentes que han sido distribuidas masivamente preparan a los maestros para enfrentar posibles situaciones de discriminación.

Otra labor muy importante se da en la Di-rección de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura, que ha logrado capacitar a más de 170 intérpretes y traductores, acercan-do a muchos ciudadanos a las instituciones estatales y promoviendo la identidad de los diferentes pueblos indígenas. Gracias a esta Dirección inclusive se están traduciendo di-versas leyes a idiomas indígenas.

En abril del año pasado, el Ministerio de Cul-tura publicó un Manual para el Uso del Que-chua Chanka en la administración de justicia, que no solamente busca enfrentar la barrera lingüística que padecen millones de perua-nos, sino que dedica especial atención a pre-venir la discriminación por parte de los fun-cionarios públicos.

PERSPECTIVAS

El racismo NO va a desaparecer de mane-ra espontánea de nuestra sociedad. Es ne-cesario que desde el Estado se enfrente de manera activa, para lo cual, en primer lugar,

EN LOS ÚLTIMOS MESES, LAS REDES SOCIALES HAN PERMITIDO QUE SE

GENEREN FUERTES PROTESTAS CONTRA EL RACISMO. ESTO SUCEDIÓ,

POR EJEMPLO, HACIA UNA JOVEN QUE LLAMÓ A OTRA PERSONA “COLOR

PUERTA” Y HACIA OTRA QUE DENOMINÓ “SERRANO” A UN POLICÍA EN EL

METROPOLITANO

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las autoridades estatales deben reconocer la existencia de un problema muy extendido en nuestro país, frente al cual no están reaccio-nando. Es necesario asumir que el racismo (como el machismo o la homofobia) es una tendencia predominante arraigada entre los peruanos y que, por lo tanto, para revertirlo es fundamental la intervención permanente del Estado.

La primera intervención debe ser mediática, mediante campañas en los medios de co-municación para sensibilizar a la población al respecto, complementada con campañas educativas, desde el nivel inicial hasta el uni-versitario.

Se debe poner especial empeño en promover que todas las instituciones educativas (inclui-das las universidades) tengan reglamentos internos para prevenir y enfrentar casos de discriminación, sancionando las situaciones más severas. Las mismas normas serían necesarias en comisarías, hospitales, minis-terios y las demás instituciones públicas. De hecho, también las empresas privadas debe-rían contar con ellos.

En cuanto a la discriminación en el ámbito de los consumidores, debe ser revisado el rol de INDECOPI, que no brinda mayor apoyo le-gal o emocional a las víctimas e inclusive les cobra una tasa por denunciar. En caso que la entidad responsable sea multada, el dinero es para INDECOPI y no para la víctima. Todo este panorama hace disuade a los agraviados y además es sumamente injusto. Desde nues-tro punto de vista, la tarea de enfrentar la dis-criminación debería corresponder a las Mu-nicipalidades, que se encuentran mucho más cerca de los ciudadanos y no realizan ningún cobro por atender denuncias.

Hasta el momento, aproximadamente casi setenta Municipalidades tienen Ordenanzas contra la discriminación, pero sería necesario que todas contaran con dichas normas. Ade-más, las Ordenanzas deben tener claramente

las sanciones a aplicar, para que no ocurran los problemas que existen en la Municipalidad de Surco.

En relación a las playas, es necesario que la Superintendencia de Bienes Nacionales dis-ponga la apertura de todas las playas, me-diante acciones públicas que incluyan la de-nuncia penal por usurpación para quienes restringen el ingreso.

Especial atención debe darse a los medios de comunicación, es fundamental que desde el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Trans-portes y Comunicaciones se convoque a los medios y los anunciantes para generar cons-ciencia sobre el impacto negativo que produ-cen los estereotipos raciales. Creemos que el Estado no puede verse asociado a la difusión de los mismos, por lo que una medida concre-ta sería señalar que en los medios estatales no se tendrá publicidad con estereotipos ra-ciales y que el Estado no emita anuncios en medios que reproduzcan dichos estereotipos.

De otro lado, es necesario contar con una Ley Nacional contra el Racismo y la Discrimina-ción, como aparece desde hace varios años en el proyecto de ley N° 756/2011-CR. Lamenta-blemente, el Congreso de la República ha de-mostrado un escaso interés al respecto.

A largo plazo, es fundamental contar con una institución autónoma como el INADI argentino o la Secretaría para la Equidad Racial brasile-ña, que promueven activamente políticas pú-blicas y asumen como su función representar las demandas de los movimientos sociales.