El Discreto Encanto de La Mujer en La Cocina-Lectura 2015

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El discreto encanto de la mujer en la cocina Marta Sandoval [email protected] En: http://elperiodico.com.gt/es/20120527/domingo/212757/ Muchas mujeres en Guatemala no salen de su trabajo nunca. Duermen ahí y si en la noche las necesitan pueden despertarlas sin problemas. La ley dice que el 25 de diciembre y el primero de enero son días libres para todos, menos para ellas. Las empleadas de casa particular en este país, viven en un régimen que se parece a la esclavitud. A los diputados no les importa y la Corte de Constitucionalidad en lugar de apoyarlas les cobró una multa. "Marina viene de un lugar donde no había ni agua potable y hay quien me critica porque no le tengo agua caliente en la regadera. ¡Si se bañaba a guacalazos!”. Aurora, Ama de casa "No tengo ninguna animadversión contra el Convenio 189. pero primero debo hacer consultas antes de firmar”. Carlos Contreras, Ministro de Trabajo. 180 mil mujeres trabajan en casa particular en todo el país. Los diputados y sus empleadas Preguntamos a los congresistas cuánto pagan a sus empleadas. La ley establece que el mínimo es de Q2,040 sin bonificación incentivo y Q2,324 con el bono. Gudy Rivera: “Yo no tengo empleada, es mi mujer la que tiene”, dice entre risas. No sabe cuánto gana porque es su esposa la que paga. Descansa sábado y domingo. “En mi casa el domingo si alguien quiere comer tiene que ver qué hace”, cuenta. Emilenne Mazariegos: Tiene dos trabajadoras. Una que vive en casa y gana Q2,400 y otra que llega por día y recibe Q1,800 mensuales. Mario Taracena: En su casa trabajan dos mujeres, una gana Q1,600 y la otra, Q2,100 porque además cocina. Las dos viven en la casa “como princesas hasta con tele”, cuenta. Christian Boussinot: La trabajadora que le ayuda en el hogar tiene un horario extraño, vive tres días a la semana con ellos, descansa el fin de semana y otro día sólo llega unas horas. Gana Q2,100 Baudilio Hichos: la empleada de su casa gana Q1,800, no está muy seguro de cuántos días a la semana trabaja porque todo eso, dice, lo maneja su esposa. El Ministro de Trabajo Carlos Contreras tiene una empleada en casa pero desconoce cuánto gana. Cuando llegó, la casa le parecía un paraíso. Nunca había visto una vivienda que tuviera tres salas y más habitaciones que personas. La televisión gigante y el jardín interminable la emocionaban. Por eso no se explica cómo en tan poco tiempo todo aquello se convirtió en un calabozo. Apenas unos 1

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El discreto encanto de la mujer en la cocinaMarta Sandoval [email protected]: http://elperiodico.com.gt/es/20120527/domingo/212757/

Muchas mujeres en Guatemala no salen de su trabajo nunca. Duermen ahí y si en la noche las necesitan pueden despertarlas sin problemas. La ley dice que el 25 de diciembre y el primero de enero son días libres para todos, menos para ellas. Las empleadas de casa particular en este país, viven en un régimen que se parece a la esclavitud. A los diputados no les importa y la Corte de Constitucionalidad en lugar de apoyarlas les cobró una multa.

"Marina viene de un lugar donde no había ni agua potable y hay quien me critica porque no le tengo agua caliente en la regadera. ¡Si se bañaba a guacalazos!”. Aurora, Ama de casa

"No tengo ninguna animadversión contra el Convenio 189. pero primero debo hacer consultas antes de firmar”. Carlos Contreras, Ministro de Trabajo.

180 mil mujeres trabajan en casa particular en todo el país.

Los diputados y sus empleadasPreguntamos a los congresistas cuánto pagan a sus empleadas. La ley establece que el mínimo es de Q2,040 sin bonificación incentivo y Q2,324 con el bono.

Gudy Rivera: “Yo no tengo empleada, es mi mujer la que tiene”, dice entre risas. No sabe cuánto gana porque es su esposa la que paga. Descansa sábado y domingo. “En mi casa el domingo si alguien quiere comer tiene que ver qué hace”, cuenta.

Emilenne Mazariegos: Tiene dos trabajadoras. Una que vive en casa y gana Q2,400 y otra que llega por día y recibe Q1,800 mensuales.

Mario Taracena: En su casa trabajan dos mujeres, una gana Q1,600 y la otra, Q2,100 porque además cocina. Las dos viven en la casa “como princesas hasta con tele”, cuenta.

Christian Boussinot: La trabajadora que le ayuda en el hogar tiene un horario extraño, vive tres días a la semana con ellos, descansa el fin de semana y otro día sólo llega unas horas. Gana Q2,100

Baudilio Hichos: la empleada de su casa gana Q1,800, no está muy seguro de cuántos días a la semana trabaja porque todo eso, dice, lo maneja su esposa. El Ministro de Trabajo Carlos Contreras tiene una empleada en casa pero desconoce cuánto gana.

Cuando llegó, la casa le parecía un paraíso. Nunca había visto una vivienda que tuviera tres salas y más habitaciones que personas. La televisión gigante y el jardín interminable la emocionaban. Por eso no se explica cómo en tan poco tiempo todo aquello se convirtió en un calabozo. Apenas unos días después ya habría cambiado los pisos de madera y las ventanas abrillantadas por la tierra y el adobe de su propia casa. Los días de fin de año eran los peores, los dueños se iban de viaje y ella tenía que quedarse a cuidar la casa. Era ella sola en una mansión que la aplastaba. El 24 de diciembre le llegaban a lo lejos el ruido de los cohetes y el olor de algún pavo que horneaban los vecinos. Pero ella tenía instrucciones claras de no salir. El segundo año que le tocó quedarse sola para las fiestas, decidió escaparse, solo un momento, y pasar la medianoche con la empleada que trabajaba a unas cuantas calles. Pero sus patrones terminaron enterándose de que había salido y se enfurecieron. “Ya no se puede confiar en ti Carmen”, le gritó la empleadora y la Semana Santa siguiente optó por dejar la puerta con llave mientras la familia veraneaba.

¿Nunca los denunció? Carmen sacude la cabeza, ni siquiera se le ocurrió. La patrona cuando está de buenas le dice que ella es un miembro más de la familia y ella ha llegado a creérselo ¿por qué denunciarla si es como un pariente? Conoce a la perfección todo lo que sufren los hijos y los padres, está presente en los momentos de alegría o en las peleas. Pero está presente de la misma manera que los muebles de la sala, son esenciales pero no intervienen. Carmen y muchas de sus colegas se han convertido en algo así como el ruido de la refrigeradora, uno se percata de que existía solo cuando se calla. Ellas se notan solo cuando faltan.

En Guatemala no es extraño que las empleadas domésticas sean siempre las primeras en levantarse y las últimas en irse a dormir. Es normal que trabajen de 6 de la mañana a 10 de la noche sin parar y que sus sueldos ni siquiera se acerquen al mínimo. Y no es extraño porque todo eso lo permite la ley. El Código de Trabajo tiene una sección especial para las trabajadoras del hogar, en el que establece que no tienen horario, que los asuetos oficiales no se aplican a ellas y que es lícito despedirlas si se enferman por más de una semana. La ley, por así decirlo, también las manda a comer a la cocina. “Usted puede pensar que soy una mala persona...”. Aurora habla con calma y la voz baja, sus palabras no son una advertencia ni una disculpa, más bien son una especie de autorización: piense que soy mala, no me importa. “Yo a mi empleada no la dejo salir los domingos. Lo que pasa es que uno siempre tiene que pensar primero en su familia, vivimos en un país muy complicado y a ellas ya las enamoran los policías o los delincuentes. Imagínese que un día traiga a un

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marero aquí, a la casa donde viven mis hijos. No es maldad. Es una medida de seguridad”. Su empleada se llama Marina y está acostumbrada a vivir encerrada en una casa que no es la suya. “Encerrada no”, aclara Aurora, “ella siempre sale con nosotros cuando vamos al súper o al Oakland Mall”.

Marina está en la cocina, a unos pocos pasos, pero es imposible saber si escucha o no, si se encuentra perdida en sus pensamientos o atenta a lo que dice la patrona. Marina siempre es así, como alguien que está y no está. Se ocupa del aseo, de atender a cuatro personas y tres perros y no tiene horario. Su jornada empieza sirviendo el desayuno al señor de la casa, que come siempre a las siete de la mañana y termina después de las diez, cuando llega la hija mayor de la universidad. La dejan ver solo una telenovela al día, porque su patrona tiene miedo de que las mujeres de la tele le metan cosas en la cabeza y se termine enamorando del guardia de la garita, o peor aún, del policía que de vez en cuando pasa con la patrulla.

Aurora no conoce ninguna de las leyes que regulan el trabajo doméstico. De hecho se asombra cuando descubre que aparece en el código laboral. “¿Leyes para las muchachas?” dice mientras frunce el ceño, “no son leyes, son tratos los que se hacen con ellas, si les parece bueno, y si no, no. Y créame que ellas están contentas, yo sé cómo vivían en sus pueblos. Marina viene de un lugar donde no había ni luz ni agua potable y hay quien me critica porque no le tengo agua caliente en la regadera. ¡Si se bañaba a guacalazos!” Marina está cerca y escucha, o quizá no. CholerasWendy lleva un peinado sofisticado. Es una trenza que sale de la coronilla y le da vuelta a la cabeza para caer sobre su hombro izquierdo. El peinado se parece un poco al camino de su vida: lleno de nudos y lazos difíciles de desenmarañar. Cuando tenía catorce años un hombre la violó. Su abuelo pensó que lo mejor sería que se casara con el tipo, 25 años mayor que ella, porque así se “limpiaba el pecado”. Por ese entonces la ley dejaba en libertad a todo violador que se casara con su víctima. “Borrón y cuenta nueva”, dice Wendy mientras enrolla en su dedo la punta de la trenza y luego la suelta como una serpentina. Trabaja desde que tiene memoria; a los nueve años ya estaba empleada en una casa para cuidar a una niña que no era mucho menor que ella. Más tarde se decidió a mudarse a la capital, en busca de un mejor salario. Dejó a sus hijos con su madre y se aventuró en un viaje que le llenaba de una mezcla extraña entre miedo, desasosiego y emoción. La emoción duró poco, el miedo mucho y el desasosiego cada vez se hacía más grande. El trabajo era extenuante, era una familia de ocho sin lavadora. No terminaba nunca y cuando a alguno de los hijos le faltaba un calcetín la tragedia era griega. El patrón era alcohólico y no pocas veces llegaba a casa de madrugada, se pegaba a la bocina y esperaba a que Wendy se levantara y fuera a abrirle el portón. Ganaba Q600 al mes y le permitían comer las sobras de un día anterior. La ONG Human Right Watch consultó al creador de nuestro Código de Trabajo, Oscar Barahona, las razones por las cuales planteó condiciones específicas para las empleadas domésticas y él respondió que “darle el mismo tratamiento que a los trabajadores industriales o comerciales habría constituido un error, que habría creado animosidad general de millares de amas de casa contra el Código de Trabajo”, aseguró. “Guatemala es un país con una mezcla indígena muy grande, y al trabajo doméstico y a las indígenas se las veía muy de menos... los indios se vendían por 10 centavos, los trataban como animales. Eso era el ambiente de ese entonces... con un ancestro cultural, con una situación política muy compleja, y con una polarización económica como había en Guatemala, uno tiene que ser realista”. Casi 65 años después seguimos siendo “realistas” y la ley no se ha modificado; a pesar de los esfuerzos de decenas de trabajadoras que han protestado y han interpuesto recursos. “Se han presentado dos iniciativas al Congreso”, explica Maritza Vásquez, presidenta de la Asociación de Trabajadoras del Hogar, a Domicilio y de Maquila (Atrahdom), “en 1999 y en 2006, las dos pasaron primera lectura y se quedaron engavetadas”. Más tarde, las trabajadoras asociadas consiguieron una abogada y plantearon la inconstitucionalidad, pero la Corte les negó el recurso y además les cobró una multa. No hace falta decir lo frustradas que quedaron. Les queda ahora solo una pequeña esperanza. Guatemala firmó el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que regula el trabajo doméstico, pero nunca lo ratificó, si lo ratifica entonces se convierte en ley. Pero para ratificarlo hace falta un proceso largo y complicado. El primer paso es que tres instituciones emitan una opinión, si las tres son favorables lo envían al Ministro de Relaciones Exteriores, quien lo remite al Presidente de la República y este al Congreso. Allí se convierte en ley. Un camino espinoso. De momento dos de las tres instituciones emitieron ya su visto bueno: el Procurador de Derechos Humanos y La Secretaría Presidencial de la Mujer. Solo falta la firma del Ministro de Trabajo, mientras él no firme, el proceso se queda detenido. “No puedo firmar así a la ligera”, dijo; “tengo que hacer consultas, ver si vamos a poder cumplir con todos los artículos. Estamos trabajando en esto y pronto vamos a hacerles una propuesta que sé que a ellas les va a agradar”, aseguró. Contreras tiene a una empleada en casa, le permite salir los sábados y domingos, pero ignora cuánto gana “de eso se ocupa mi esposa” cuenta. Las últimas palabras que Lorena escuchó de su empleadora fueron: “Sos una cholera huevona”, no volvió la mirada, se fue con ambas manos presionando su adolorido estómago. “Siempre que se enojaba me decía cholera”, recuerda Lorena, y la palabra le caía como golpe. En la época colonial era habitual que las familias españolas o criollas llevaran a su casa a una

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niña indígena y la criaran para que de mayor sirviera en los oficios domésticos, de ahí viene la palabra “criada”. Más tarde, muchas mujeres originarias de El Chol, en Alta Verapaz, migraban a la ciudad para trabajar en casas particulares, de ahí se originó la palabra “cholera” para nombrar a la empleada del hogar, pero con el tiempo el término se convirtió en un insulto. De acuerdo con un estudio de Atrahdom, el 90 por ciento de las trabajadoras son emigrantes del interior de la República, un 80 por ciento indígenas. Muchas de ellas llegan a la ciudad casi sin dinero. Casa San Benito, una organización católica sin fines de lucro, les brinda ayuda mientras se acoplan. Pueden pasar allí los primeros días, les ayudan a gestionar un empleo y además las dan las nociones básicas de lo que será su trabajo. “De un pueblo a la ciudad es muy diferente”, cuenta Angelina Juárez, directora de la institución, “muchas no saben trapear porque en sus casas no hay piso, tampoco hay ducha ni baños, son cosas nuevas con las que se encuentran, como los microondas y los aparatos eléctricos. Aquí se les da una pequeña noción del trabajo en casa. Se quedan unos días mientras consiguen empleo. Es una casa de paso”, explica. La casa se sostiene gracias al aporte de ciudadanos alemanes y brinda además la posibilidad para que las empleadas estudien los fines de semana. Es un sitio a donde suelen llegar amas de casa en busca de empleadas. Trabajadoras unidas La historia que cuenta Zuly la cuentan también decenas de trabajadoras de casa. Todas en primera persona. Empezaron trabajando en el campo desde niñas, se les negó la oportunidad de ir a la escuela por ser mujeres y terminaron en la ciudad huyendo de la pobreza de sus pueblos. A sus hijos suele cuidarlos la abuela y ellas se limitan a verlos cuando la patrona les permite el viaje. El desarraigo atraviesa sus vidas. A Zuly la despidieron por estar enferma y no le pagaron el último mes ni las prestaciones. Cuando acudió al Ministerio de Trabajo, Zuly se llevó una sorpresa: no era justo que le pagaran solo Q400 al mes, y podía demandar por los pagos incumplidos. Una abogada de un bufete popular la ayudó a preparar la querella en donde solicitaría Q6 mil por todas las prestaciones que nunca le pagaron. De eso hace ocho años; la abogada desistió de seguir, la patrona no se dignaba a ir a tribunales y del dinero Zuly no vio nada. De acuerdo con la defensora de la mujer de la oficina del Procurador de los Derechos Humanos, Ana Gladis Ollas, en los últimos años solo una empleada ha denunciado malos tratos, las demás suelen callárselo. “Primero porque están encerradas y nunca salen, muchas no conocen la capital”, explica. “Otras ni siquiera saben que pueden denunciar”. En Atrahdom llevan seis casos en el Ministerio Público, todos son por impagos. Las empleadas que lo necesiten pueden acogerse a la asociación, allí recibirán ayuda legal y un acompañamiento en los juicios. Los contratos suelen ser verbales y los pagos en efectivo y sin necesidad de firmar recibos. Eso suele ser un arma de dos filos, una patrona puede aprovecharse y asegurar que le pagó cuando en realidad no lo hizo, pero una empleada también puede demandar que no le pagaron cuando sí lo hicieron. Como en todas profesiones hay empleados conscientes y aprovechados, y el Ministerio de Trabajo también ha recibido denuncias en las que luego se ha comprobado que era el empleado el que mentía. Carlos cuenta que luego de diez años de tener una trabajadora en su casa ésta empezó a robar, la despidieron y ella molesta fue a denunciarlos por impago, cuando en verdad no le debían nada. Pasaron meses en tribunales hasta que lograron probar que ella mentía. También están las que abusan de confianza, como la señora que descubrió que su trabajadora llevaba varios meses usando su ropa interior. Aunque lo común suele ser que los patrones sean los que abusen de las empleadas, trabajar en casa particular no siempre es malo. Sandra reconoce que pasó algunos de los mejores años de su vida con una familia. La señora se preocupaba siempre de que tuviera buena comida y su cuarto en buenas condiciones. Cuando llegó a esa casa lo primero que hizo fue preguntar cuál sería su plato y se sorprendió cuando la patrona le dijo que cualquiera. En sus otros trabajos nunca le habían permitido usar los mismos trastos que la familia. Días después la jefa se dio cuenta de que en su baño había una serie de cuadritos de papel periódico, “Yo estaba acostumbrada a que para mi no había papel” dice entre risas, “pero cuando ella se dio cuenta se asustó y me dijo que agarrara del de ellos”. Los mejores sitios para trabajar están en las zonas 14, 15 o carretera a El Salvador. En esas casas usualmente tienen un cuarto con todas las comodidades, siempre hay buena comida y el trabajo se divide entre dos o incluso tres empleadas. La paga suele ser mejor. María lo sabe, pero también sabe que, generalmente, en las casas de las familias más adineradas el trato es más fuerte: “La gente que tiene menos dinero aprecia más el trabajo” dice, “los de mucho dinero no lo valoran a uno, pero pagan mejor. Los de más dinero todo lo quieren arreglar con gritos” cuenta. Los sitios a los que van en sus descansos suelen también ser distintos. Las trabajadoras de la zona 14 o carretera a El Salvador van al centro comercial Los Próceres y las de otras zonas en el Parque Central. Como en el Código de Trabajo dice que el sueldo se pacta con el patrón, nadie sabe si es correcto o no descontar del mínimo la alimentación y el hospedaje. A criterio de Ollas estos “son parte de los derechos adquiridos, las ventajas económicas que establece el Código de Trabajo y no se puede contabilizar como parte del salario mínimo de la persona”. Wendy está buscando trabajo. Ha dejado sus mejores años en casas ajenas y aunque ha llegado a sentirse parte de la familia, sabe bien que nunca lo ha sido. Quiere encontrar una patrona que la trate bien y le pague el mínimo. Sabe que la mayoría de mujeres en Guatemala tiene que contentarse con pocas opciones: la maquila o la casa. “Vivimos en una

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sociedad patriarcal”, dice, lo aprendió en sus visitas a Atrahdom. También lo aprendió Zuly con las sindicalistas, pero en este país hay más de 180 mil trabajadoras de casa particular que se ven discretamente bien en la cocina.

Guía

Película The Help/Reportaje El discreto encanto de la mujer en la cocina

 

Las respuestas a la guía serán parte de los contenidos de la prueba escrita del lunes 15 de junio.  La guía contestada será revisada en clase (puede trabajarla en el cuaderno o imprimirla).

  

1. La      película ejemplifica la relación entre las categorías clase, etnia y      género.  Identifique tres momentos (escenas)      en que estas categorías se presentan al mismo tiempo.  Describan esas escenas.

 

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2. ¿Qué aspectos identifica Ud. son los que  hacen diferentes en su forma de pensar y actuar a Celia y a Eugenia  “Skeeter” con relación a Hilly y Elizabeth?

 

3. Describa qué es lo que pasa con Constantine antes de que Eugenia    regrese a su casa. ¿Por qué es tan importante para Eugenia conocer lo sucedido con Constantine?

 

4. Hilly expresa que Aibileen debería estar contenta por tener “un baño propio”.  Relacione  esta situación con la frase del Diputado      Taracena:  “Las dos viven en la casa como princesas hasta con tele       ¿Qué análisis hace Ud. de estas expresiones?

 

5. Analice críticamente los comentarios de los diputados y el Ministro de Trabajo en el reportaje.  ¿Encuentra alguna relación con la postura o actitud de alguno de los hombres de la película?  ¿Con quién o quiénes?  ¿En qué escena o escenas?

 

6. Cuáles son las razones que da el creador del Código de Trabajo del por qué se plantearon condiciones específicas para las empleadas domésticas?  Analice esas razones.

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