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LA SELECCIóN DE LOS ESCOLARES 9 .1. a La existencia de una sala o sección infantil in- dependiente, cómoda, agradable y alegre. Si es posi- ble, con mesas redondas, mobiliario adecuado y una decoración mural que represente diversos personajes y motivos de la literatura infantil. 2.a Una numerosa y bien seleccionada colección de libros para niños, únicos a los que éstos tengan libre acceso. 3. a Una atención continuada y vigilante del biblio- tecario, verdadero orientador de los pequeños lec- tores y promotor de iniciativas—"hora infantil", con- cursos, exposiciones, premios en libros, canje de "in- fraliteratura", lecturas comentadas, recitales, escenifica- ciones, etc.—que contribuyan a estimular la lectura y a elevar progresivamente su nivel. 4. « La estrecha colaboración de los maestros con la biblioteca, partiendo siempre del concepto de que ésta es el mejor complemento de aquélla, y, además, para la mayor parte de los niños, el único centro de educación que han de tener, no sólo en la edad esco- lar, sino a lo largo de toda su vida. TOSE ' ANTONIO PREZ-RIOJA La selección de los escolares El maestro se encuentra, año tras año, en su fun- ción docente, con un problema de cierta envergadu- ra a cuya solución ineludiblemente ha de cooperar. Este problema es el de la elección de profesión por el alumno. Los padres prudentes consultan al maestro como a quien está en posesión de datos decisivos para el recto encauzamiento de su hijo. El maestro se ve obligado, ante el apremio, a evocar todos los recuer- dos que contribuyan a constituir un concepto del mu- chacho; figurarse con más o menos acierto y aproxi- mación cuáles serían las condiciones de idoneidad para la profesión o para los estudios que el alumno pre- tende seguir; y proferir, en consecuencia, el veredic- to, que, en muchos casos, será inapelable, dada la fe que los padres tienen en su buen juicio y en su cono- cimiento del chico. No se puede discutir la conveniencia, y aun la ne- cesidad, de que el maestro contribu y a a clarificar la perplejidad del padre. Unánimemente se reconoce la urgencia de que el maestro aporte sus luces a la in- quietante tarea de entrever el misterio oscuro de la adaptación profesional futura de los escolares. Tampoco se puede dudar de que en el proceder arriba descrito el maestro se comporta con la mejor voluntad, y que su colaboración es, por demás, be- neficiosa, al menos en cuanto que el cotejo y valora- ción de los distintos conceptos y criterios acerca del muchacho disuade muchas veces a los padres de em- peños ilusorios, o los persuade de la capacidad de los hijos para más altos vuelos en la vida profesional. Lo que sí creemos es que estos criterios de los maes- tros deberían irse fundamentando cada vez más, apo- yándose en bases más objetivas, acendrándose y aqui- latándose con la aportación de algunos datos distin- tos de la pura apreciación personal. Vaya por delan- te que nosotros concedemos gran autoridad a la opi- nión del maestro, y que hemos defendido con tesón repetidas veces que el hecho de que sea personal no quiere decir que sea infundada. Tenemos un criterio muy realista de las bases de la percepción, para acep- tar, sin más, que todo concepto formado acerca de una persona, por lo mismo que es personal, haya de ser infundado. Pero, al mismo tiempo, hay que recono- cer que el proceso de la conceptuación del prójimo está especialmente expuesto a influencias y predispo- siciones, intereses, motivaciones y circunstancias más adversas que propicias a la objetividad; todo lo cual perturba y altera el concepto y, en nuestro caso, el consejo profesional que se quiera derivar del mismo. Si el problema se planteara solamente acerca de la orientación profesional de los muchachos de las gran- des urbes, tendría la fácil solución de dirigirlos a los centros especialmente instituidos para estos fines. En Madrid (Santa Bárbara, 10) y en Barcelona (Ur- gel, 187), por ejemplo, funcionan Institutos de Psico- tecnia, en donde puede consultar sus aptitudes pro- fesionales cualquier escolar que lo desee. El Ayunta- miento de Valencia tiene establecido un servicio de orientación y selección escolar que trabaja activamen- te. Otras ciudades tienen sus oficinas de Orientación Profesional, dependientes del Instituto Nacional de Psicotecnia de Madrid. Pero el muchacho de las escuelas rurales se encuen- tra desamparado en este aspecto si no le asiste el maes- tro. Está muy lejos todavía la gollería de que cada es- pañol goce del derecho, reconocido por la Ley, de tener la orientación vocacional y el encuadramiento profesional que haga fructífera y gozosa su existencia en el orden temporal. Mas todo paso andado en la di- rección de ese ideal es aproximarlo a la realidad y apar- tarlo de los reinos de la utopía. La empresa muestra con más evidencia su trascendencia social cuando rea- liza parcialmente el proyecto de que, por lo menos, los grandes valores no se malogren en el mar de la vul- garidad. Estos deben, pues, ser sus primeros andares. Y siendo la tarea tan amplia y común y de tanto relieve, cómo eximir de ella al maestro?... Tanto más cuanto que ya la vienen realizando, y de lo que se trata es de perfilar y aumentar la eficacia y objetivi- dad de sus consejos mediante la aplicación de criterios e instrumentos de probada relación con los fines pre- tendidos. Esto nos proponemos, de manera elemental, en estas líneas, para lo cual, reducido el problema a términos muy concretos, se nos ocurre, por el momento, aten- der a tres puntos clave de la ayuda al alumno en el trance de elección profesional, a saber: I. La clasificación profesional, según la inteli- gencia. II. Los tests de inteligencia disponibles para la orientación profesional. III. El valor profesiológico de los tests de inte- ligencia. I. LA CLASIFICACIÓN PROFESIONAL No sorprenderá que se haya intentado hacer cla- sificaciones de las profesiones, si se piensa que el nú-

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LA SELECCIóN DE LOS ESCOLARES 9

.1.a La existencia de una sala o sección infantil in-dependiente, cómoda, agradable y alegre. Si es posi-ble, con mesas redondas, mobiliario adecuado y unadecoración mural que represente diversos personajesy motivos de la literatura infantil.

2.a Una numerosa y bien seleccionada colecciónde libros para niños, únicos a los que éstos tenganlibre acceso.

3.a Una atención continuada y vigilante del biblio-tecario, verdadero orientador de los pequeños lec-tores y promotor de iniciativas—"hora infantil", con-

cursos, exposiciones, premios en libros, canje de "in-fraliteratura", lecturas comentadas, recitales, escenifica-ciones, etc.—que contribuyan a estimular la lecturay a elevar progresivamente su nivel.

4.« La estrecha colaboración de los maestros conla biblioteca, partiendo siempre del concepto de queésta es el mejor complemento de aquélla, y, además,para la mayor parte de los niños, el único centro deeducación que han de tener, no sólo en la edad esco-lar, sino a lo largo de toda su vida.

TOSE' ANTONIO PREZ-RIOJA

La selección de los escolares

El maestro se encuentra, año tras año, en su fun-ción docente, con un problema de cierta envergadu-ra a cuya solución ineludiblemente ha de cooperar.Este problema es el de la elección de profesión por elalumno. Los padres prudentes consultan al maestrocomo a quien está en posesión de datos decisivos parael recto encauzamiento de su hijo. El maestro se veobligado, ante el apremio, a evocar todos los recuer-dos que contribuyan a constituir un concepto del mu-chacho; figurarse con más o menos acierto y aproxi-mación cuáles serían las condiciones de idoneidad parala profesión o para los estudios que el alumno pre-tende seguir; y proferir, en consecuencia, el veredic-to, que, en muchos casos, será inapelable, dada la feque los padres tienen en su buen juicio y en su cono-cimiento del chico.

No se puede discutir la conveniencia, y aun la ne-cesidad, de que el maestro contribu ya a clarificar laperplejidad del padre. Unánimemente se reconoce laurgencia de que el maestro aporte sus luces a la in-quietante tarea de entrever el misterio oscuro de laadaptación profesional futura de los escolares.

Tampoco se puede dudar de que en el procederarriba descrito el maestro se comporta con la mejorvoluntad, y que su colaboración es, por demás, be-neficiosa, al menos en cuanto que el cotejo y valora-ción de los distintos conceptos y criterios acerca delmuchacho disuade muchas veces a los padres de em-peños ilusorios, o los persuade de la capacidad de loshijos para más altos vuelos en la vida profesional.

Lo que sí creemos es que estos criterios de los maes-tros deberían irse fundamentando cada vez más, apo-yándose en bases más objetivas, acendrándose y aqui-latándose con la aportación de algunos datos distin-tos de la pura apreciación personal. Vaya por delan-te que nosotros concedemos gran autoridad a la opi-nión del maestro, y que hemos defendido con tesónrepetidas veces que el hecho de que sea personal noquiere decir que sea infundada. Tenemos un criteriomuy realista de las bases de la percepción, para acep-tar, sin más, que todo concepto formado acerca de unapersona, por lo mismo que es personal, haya de serinfundado. Pero, al mismo tiempo, hay que recono-cer que el proceso de la conceptuación del prójimoestá especialmente expuesto a influencias y predispo-siciones, intereses, motivaciones y circunstancias másadversas que propicias a la objetividad; todo lo cual

perturba y altera el concepto y, en nuestro caso, elconsejo profesional que se quiera derivar del mismo.

Si el problema se planteara solamente acerca de laorientación profesional de los muchachos de las gran-des urbes, tendría la fácil solución de dirigirlos a loscentros especialmente instituidos para estos fines. EnMadrid (Santa Bárbara, 10) y en Barcelona (Ur-gel, 187), por ejemplo, funcionan Institutos de Psico-tecnia, en donde puede consultar sus aptitudes pro-fesionales cualquier escolar que lo desee. El Ayunta-miento de Valencia tiene establecido un servicio deorientación y selección escolar que trabaja activamen-te. Otras ciudades tienen sus oficinas de OrientaciónProfesional, dependientes del Instituto Nacional dePsicotecnia de Madrid.

Pero el muchacho de las escuelas rurales se encuen-tra desamparado en este aspecto si no le asiste el maes-tro. Está muy lejos todavía la gollería de que cada es-pañol goce del derecho, reconocido por la Ley, detener la orientación vocacional y el encuadramientoprofesional que haga fructífera y gozosa su existenciaen el orden temporal. Mas todo paso andado en la di-rección de ese ideal es aproximarlo a la realidad y apar-tarlo de los reinos de la utopía. La empresa muestracon más evidencia su trascendencia social cuando rea-liza parcialmente el proyecto de que, por lo menos, losgrandes valores no se malogren en el mar de la vul-garidad. Estos deben, pues, ser sus primeros andares.Y siendo la tarea tan amplia y común y de tantorelieve, cómo eximir de ella al maestro?... Tanto máscuanto que ya la vienen realizando, y de lo que setrata es de perfilar y aumentar la eficacia y objetivi-dad de sus consejos mediante la aplicación de criteriose instrumentos de probada relación con los fines pre-tendidos.

Esto nos proponemos, de manera elemental, en estaslíneas, para lo cual, reducido el problema a términosmuy concretos, se nos ocurre, por el momento, aten-der a tres puntos clave de la ayuda al alumno en eltrance de elección profesional, a saber:

I. La clasificación profesional, según la inteli-gencia.

II. Los tests de inteligencia disponibles para laorientación profesional.

III. El valor profesiológico de los tests de inte-ligencia.

I. LA CLASIFICACIÓN PROFESIONAL

No sorprenderá que se haya intentado hacer cla-sificaciones de las profesiones, si se piensa que el nú-

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REVISTA DE EDUCACIÓN

mero de las registradas actualmente pasa de las20.000 (1).

De estas clasificaciones destacan dos, verificadas enlos Estados Unidos: la ordenación de las profesionesregistradas en el censo, clasificación que se pone aldía cada decenio; y la mis elaborada y práctica delDiccionario de Títulos Profesionales (Dictionary of

Occupational Titles).Además de estas clasificaciones que podríamos lla-

mar básicas, porque agrupan todas las profesionessegún sus relaciones o engarces reales y por afinidadesdescubiertas mediante el análisis de tareas, existen tiposde clasificaciones: según el prestigio que las profesio-nes confieren a la persona que las ejercen, según ellucro que proporcionan, según las aptitudes especí-ficas que requieren, según el grado de inteligenciageneral que suponen para un desempeño normal dela función, y según otros fundamentos, mis o menosútiles para el orientador. Nosotros nos vamos a fijaren la ordenación que creemos de mayor utilidad parael fin que nos hemos propuesto: la ordenación pro-fesional según la inteligencia.

Son muchos los que han acometido el intento deordenar las ocupaciones por la inteligencia que exi-gen. Ante nuestros ojos tenemos la de Stewart. El granmérito de una clasificación está, entre otros, en abar-car el mayor número posible de oficios. Esto, que esuna virtud de la clasificación como tal, es un entor-pecimiento cuando se la imagina puesta en manos deun maestro que tiene otras muchas cosas que hacer,y más propias de su función que la de ajustar hastael ápice el futuro operario a su función. Este reparonos sugiere la vista de la clasificación de Stewart, o,mejor, ordenación, puesto que consiste simplementeen escalonar por grados la inteligencia e incluir encada uno de ellos las profesiones cuya población me-dia la posee en tal grado. Conocida es la clasificación,propiamente tal, de Bingham, que distingue los si-guientes siete grupos de profesiones:

I. Superiores, liberales.II. Peritajes, directivas.

III. Funcionarios, comerciantes, jefes de personal,negocios particulares...

IV. Propietarios rurales.V. Profesiones calificadas. Oficinistas. Negocios

menores.VI. Oficios semicalificados.

VII. No calificados: jornaleros urbanos y rurales.

Nosotros, después de un estudio de algunas de estasclasificaciones y de su distribución objetiva según losgrados de capacidad mental que suponen, hemos lle-gado a una más sencilla, que creernos útil al maestropara fines de orientación. Esta clasificación está cons-tituida por cuatro grupos profesionales, a saber:

1. Carreras superiores y técnicas, peritajes...• II. Profesiones calificadas.III. Oficios semicalificados.

IV. Ocupaciones semicalificadas.

(1) El Diccionario de Títulos Profesionales, en su ediciónde 1949, registra 22.028 ocupaciones, conocidas por 40.023nombres o títulos, y advierte que la relación dista mucho deser completa.

II. LOS TESTS DE INTELIGENCIA

No hemos dicho todo acerca de la inteligencia enlas profesiones, pero nos parece más fácil exponer loque resta después de hablar algo de los tests de inte-ligencia, que, al fin y a la postre, van a servirnos demedio instrumental para extraer algún fruto en estecampo.

Hay ya varios tests de inteligencia en uso entre nos-otros, y otros se van poniendo en circulación. Elloindica paladinamente el interés creciente que ha des-pertado esta rica vena del aprovechamiento pedagó-gico, y refleja una mayor preocupación por la eficaciaeducativa y formativa, en general. Algunos de estostests, sin embargo, no poseen en la versión españolalas mismas garantías de validez que en la lengua ori-ginal, por haberse limitado el refundidor a traducir-los, sin más miramientos a las características de la len-gua y de la población de destino. Otros están en ex-perimentación todavía. Ello nos obliga a hacer unaselección de los tests mismos.

Pongamos al frente de la breve lista, corno alférez,el test individual de inteligencia de TERMAN-MERRIL,

adaptado por el señor Germain y la señorita Rodrigo.La versión americana es refundición perfeccionada delde Binet-Simon. Las mejoras introducidas y el volu-men de la muestra estadística en que se apoyan lasvaloraciones hacen de este test probablemente el máscompleto, si bien ofrece el inconveniente de tener queaplicarse individuo por individuo, con lo que resultalargo y, en la practica, solamente recomendable paracasos de interés especial.

De los colectivos, distinguirnos dos clases: los quepretenden apreciar la inteligencia de una manera glo-bal, y los que la exploran por aptitudes parciales ofactores de inteligencia, como la comprensión verbal,la concepción espacial, etc.

Entre los primeros, llamados generales o sintéticos,contamos con el test de BALLARD, en doble forma: unadirectamente vertida del original inglés, y otra, ela-borada por el señor Fernández Huerta y reducida enextensión, sin mengua de la eficacia; y el test de OTIS,

en sus formas elementales y superiores. Entre las ver-siones de este último se cuentan dos nuestras: unaelemental y otra superior, en las que se suprimen de-terminadas ambigüedades y se ordenan las cuestionestras un análisis de las mismas.

De los analíticos solamente nos atrevemos a reco-mendar los tests factoriales siguientes:

Test P.M.A. (Printary Mental Abilities) de Thurs-tone, que explora las aptitudes de comprensión verbal,concepción espacial, razonamiento, cálculo numérico yfluidez verbal, dando corno síntesis un total generalcomparable al de los tests anteriores. La adaptaciónha sido hecha por nosotros en el Departamento dePsicología Experimental del Consejo Superior de In-vestigaciones Científicas.

Nuestro test AMPE, paralelo de la versión anterior,a la que corrige en algunas deficiencias y completa enciertos aspectos.

Como forma intermedia entre los factoriales y losgenerales, está nuestro AN1PE ELEMENTAL, en sus dosdistintas presentaciones, A y B, en el que se exploran,además de los factores arriba indicados, el factor deaptitud mecánica en una dosis ligera, pero convenien-

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te para la orientación hacia tipos de formación y deejercicio profesional más manual y técnico.

Además de estos tests de papel y lápiz existen otrosllamados de ejecución, como los de PINTNER-PATTERSON,

GOODENOUGH, etc., y la serie de aparatos psicoticnicosque pretenden descubrir aptitudes manuales y especia-les, con mayor o menor fundamento.

Acaso en otra ocasión nos refiramos a este últimotipo de tests.

De características especiales son algunos como el deRAVEN, el llamado test del Dominó, etc. Además, ypara terminar, existen tests de aptitudes mentales es-peciales, como los de vocabulario, memoria, atención...A tales necesidades responden los de García Hoz (vo-cabulario), Villarejo (memoria), Toulouse -Piéron,Rupp, etc. (atención); y nuestro INDICE LEXICULTURAL

(vocabulario y memoria), entre otros.

1-Ternos procurado mencionar aquellos tests que, porestar impresos y a la venta, son de fácil adquisicióny de inmediato empleo.

III. EL DIACNóSTICO PROFESIOLÓGICO

Se ha pretendido hasta aquí simplificarle la tareaal maestro, tanto en lo que respecta a las profesioneselegibles corno en lo tocante a los medios de explo-ración de las condiciones del alumno para ellas.

En el primer aspecto, efectivamente, "la tarea orien-tadora del maestro con sus alumnos se compendia entres alternativas: o no sirven para otros estudios, osirven para los superiores y conviene que cursen laenseñanza media, o tienen condiciones para una for-mación profesional, ya sea del tipo de Instituto y Uni-versidad laboral o ya de un aprendizaje calificado. Laprimera de las alternativas es resultante de la neg a.

ción de las dos últimas; de modo que, en definitiva,el maestro cumple suficientemente la misión de orien-tar descubriendo las condiciones para estudios deaprendizaje profesional o de bachillerato.

En el segundo aspecto, la simplificación de la tareadel maestro viene de la misma penuria de medios deexploración, y de la conveniencia de reducir su con-sejo a la apreciación de la inteligencia como criteriode aptitud. La acción del maestro como consejero vo-cacional se resume, por lo que toca a nuestro intento,en el conocimiento y empleo de unos tests de inteligen-cia—pocos—como ayuda para discernir objetivamentela capacidad de sus alumnos para cursar estudios me-dios o de formación profesional.

¿Qué se puede decir en concreto acerca de estos dosaspectos? dQué test aplicaría el maestro para obtenerla información imprescindible acerca de la aptitud delmuchacho para estudios ulteriores? De qué normaso criterios se puede servir que resten arbitrariedad asu consejo vocacional?

Las respuestas que vamos a dar a estas cuestionesse fundan en investigaciones verificadas con los tcstsPMA, AMPE, AMPE ELEMENTAL, formas A y B, y, en me-

nor medida, con el OTIS. Más concretamente, nos refe-

riremos al AMPE en sus dos modalidades, pero por se-parado, para salirnos de la pura objetividad lo menosposible.

APTITUD GENERAL

Comencemos por nuestra clasificación de las profe-siones antes indicadas. En el supuesto de que se apli-que a un grupo de escolares el AMPE factorial, (:jtiéresultados nos permitirían aconsejar a cada escolar ul-teriores estudios? Cuando tales aspiraciones seríandesaconsejables? Cuáles son los niveles óptimos deaptitud intelectiva para cada peldaño de la escala pro-fesional?

Hablando en general, estarían dentro de la zonapropicia para el consejo de una u otra los escolaresque estuvieran comprendidos dentro de los márgenessiguientes:

•;IVELES DE RESULTADOS

PROFESIONES

SATISFACTORIOS

I. Carreras superiores y téc-Percentiles

nicas del 75° al 100 0

II. Profesiones calificadas del 350 al 95°III. Oficios semicalificados del 200 al 75°IV. Tareas no calificadas (Id 1 0 al 50°

A esta consideración propiamente aptitudinal hayque integrar otros conceptos, cuales son la preparaciónprevia, la capacidad de trabajo, la actividad, la ini-ciativa, el interés y afición por la profesión, etc., as-pectos que eludirnos aquí para claridad y simplicidadde exposición.

La aptitud general para el aprendizaje profesionales una generalización que vale poco en concreto, sindetalles de las exigencias de cada una de las profesio-nes y oficios en particular. Tal vez abordemos estacuestión en otro artículo. En este tipo último de voca-ción, parte importante del éxito profesional radica enla habilidad y destreza manuales, así como en otrasaptitudes específicas.

Para terminar, nos detendremos a pormenorizar al-gunos aspectos de la orientación del bachiller y delaprendiz de profesiones calificadas, siempre desde elpunto de vista de su capacidad intelectiva.

EL BACHILLER

No es ésta la primera vez que abordarnos el tema.En la nota bibliográfica que cierra estas líneas se en-contrará alguna referencia sobre el particular. Ahoraintentamos reducir a un mínimo lo necesario para unaestimación de la capacidad mental del aspirante paracursar estudios medios. '

En el PERFIL PEDAGÓGICO del test AMPE de inteligen-cia, se indica una manera de hacer esta estimación,a base de ponderar los distintos factores en un totalde aptitud. Obtenida una puntuación por el sujetoexaminado, puede dicha puntuación ser transformadaen calificación aptitudinal y compararse con la de lapoblación estudiantil general. Esta ponderación se fun-da en que para el éxito en el bachillerato no son igual-mente importantes todos los factores de la inteligen-cia, sino que unos tienen más empleo que otros entales estudios. Para una estimación neutra y globalde 14 inteligencia debe asignarse igual valor a cadauno de los factores. Pero una inteligencia "para losestudios" se relaciona más con la comprensión verbal

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y el razonamiento, pongamos por caso, que con lafluidez verbal.

Esta misma idea dió lugar a la construcción (le:AMPE ELEMENTAL, con el que se pretende precisamen-te estimar el tipo de inteligencia propio de los estudiosmedios y de aprendizaje. La inteligencia apreciada coneste último test se aproxima, por consiguiente, a ladel Perfil Pedagógico del ARIPE factorial, con la aña-didura del factor mecánico antes mencionado. Puedeparecer que este factor mecánico o técnico es inoperan-te en los estudios del bachillerato. No obstante, pién-sese en que la mayoría de los bachilleres aspiran altérmino de sus estudios a cursar carreras en las quelo técnico lleva la parte del león. En definitiva, pues,y así lo demuestran las comprobaciones obtenidas dela validez del test, el AMPE ELEMENTAL daría una apre-ciación directa de la capacidad mental para los estu-dios medios y de formación profesional, y es una baseno despreciable de estimación de esta capacidad en losalumnos de escuela primaria. La percentilación per-mite apreciar la aptitud para las distintas carreras yprofesiones registradas en la clasificación profesional.

EL APRENDIZ

En la Formación Profesional se descubren dos as-pectos: el de la enseñanza teórica y el de la instruc-ción práctica en el oficio. Cada una de estas peculia-ridades requiere condiciones de idoneidad, algunas deellas detectables por medio de los tests. ¿Cuáles lo sonpor medio de los tests de inteligencia? O, dicho deotro modo, den qué medida se relaciona la inteligen-cia general con el éxito en la formación teórica y prác-tica del aprendiz? Y, para no salirnos de nuestro pro-pósito, ¿qué indicios podemos sacar de una explora-ción de la inteligencia en orden a vaticinar la aptitudpara la formación profesional?

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DISTRIBUCLAN DE LA INTELIGENCIA SEGÚN LOS TIPOS DE FOR-

MACIÓN DEL ADOLESCENTE. Las barras negras representan ladispersión intercuartil de la inteligetuia en cada una de lasmodalidades de formación profesional. Los dos trazos discon-tinuas superior e inferior indican, respectivamente, los percen-tiles 75° y 25° de cada grupo. El trazo continuo intermediocorresponde a la mediana. En los márgenes se han indicadolos percentiles (lado derecho) y las puntuaciones "S" (margenizquierdo) de la distribución de la inteligencia en la pobla-ción estudiantil general. Las barras blancas simbolizan aque-llas zonas de capacidad intelectiva que en nuestra investiga-ción han correspondido a los rendimientos superiores al pro-medio. Son los llamados niveles óptimos de eficacia en cadamodalidad formativa. Para más detalles, lt'ase el texto.

Como antes decíamos, una aptitud general para elaprendizaje es, en cierto sentido, algo inconcreto y cer-cano de lo ficticio, dado que la multiplicidad de pro-fesiones, en las que es posible la formación y en lasque concretamente se realiza la aptitud o ineptitud delos aspirantes es tan varia, que el valer para una pue-de considerarse, en ocasiones, como indicio de menorcapacidad para otra. Al generalizar, esto equivaldríaa afirmar que para el aprendizaje en conjunto se val-dría y no se valdría al mismo tiempo.

Que esto es así lo vamos a inferir de la gráfica ad-junta y de los comentarios que nos desentrañarán sucontenido.

En la figura primera hemos condensado dos distin-tas relaciones de la inteligencia con la actividad estu-diantil y de aprendizaje. Una se refleja en el modocomo se reparte la inteligencia, de hecho, en los dis-tintos tipos de formación. En la figura está represen-tada por las barras verticales negras. En cabeza, comoera de esperar, figura el bachillerato. A continuación,y descendiendo por este orden, con mayor o menorintervalo entre los escalones sucesivos, se suceden losgrupos profesionales de electricista, delineante, ope-rario de artes gráficas, carpintero, automovilista, me-cánico, metalúrgico y de la construcción. Las puntua-ciones del margen izquierdo, llamadas puntuacio-nes "S", están construídas a base de una escala típica.Al derecho se han anotado los percentiles correspon-dientes a la anterior escala. Los tres trazos paralelosque oblicuamente descienden de izquierda a derechadel grabado corresponden al percentil 75 0 (punteadosuperior), al 25° (discontinuo inferior) y a la mediao percentil 50° (el trazo continuo intermedio). Dichostrazos son el promedio de curvas halladas en los gru-pos de aprendices que, a lo largo de algunos años, sehan ido sucediendo en la Institución Sindical de For-mación Profesional Virgen de la Paloma. El de ba-chilleres corresponde a los alumnos de varios cursosde los colegios de Nuestra Señora del Pilar y de Nues-tra Señora de las Maravillas, de Madrid. La referen-cia se apoya, pues, en una muestra estadística nume-rosa y merecedora de cierta confianza.

El segundo aspecto considerado es el de la relaciónde la inteligencia con el rendimiento o aprovechamien-to en los estudios. Se expresa en la figura por las ba-rras blancas. El que la población se reparta de maneradistinta según las profesiones, es ya un indicio de queexiste relación entre una y otras. Pero la determinaciónprecisa de esta relación exige tratamiento aparte. Esteestudio, realizado en la misma Institución por la se-ñorita María Rosa Martínez Bay6, da por resultadolo que se resume en las líneas adicionales del grabado,cada una junto a la estimación de la inteligencia inter-cuartil. Estas zonas óptimas muestran la dispersión dela inteligencia en aquellos aprendices cuyo aprove-chamiento en la técnica del oficio fué superior al pro-medio.

En el bachillerato, los márgenes satisfactorios deaprovechamiento suelen estar por encima del percen-til 750 y se enrarecen por debajo de este nivel. Porla parte superior de la calificación en inteligencia noparece haber tope en el sentido de que la mucha in-teligencia sea obstáculo al buen aprovechamiento. Estacircunstancia se puede originar, sin embargo, por ra-zón del ambiente, (le la organización, del nivel pe-

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EL SERVICIO DE DOCUMENTACIÓN CIENTÍFICA DEI. C.S.I.C. 13

dagógico medio del establecimiento, y por otras quehacen a unos centros mejores que otros.

En cambio, en algunas ocupaciones se advierte queel éxito profesional está limitado no sólo por un nivelinferior, sino también por un tope superior, de ma-nera que tanto se puede fracasar por exceso como pordefecto de inteligencia. Entre ambos límites se ex-tiende la zona de rendimientos óptimos. Piénsese, porejemplo, en la dedicación que le merecería la forja aun superdotado. Con casos de esta índole nos encon-tramos no rara vez en la práctica psicotécnica en laInstitución de Formación Profesional antes mencio-nada. Pasando al caso concreto de una consulta he-cha por un alumno al maestro orientador, en el sen-tido de si tendría porvenir en la profesión de mecá-nico, el maestro consideraría si cumple el nivel mí-nimo de inteligencia, lo cual no es difícil en este ofi-cio. En segundo lugar, debería tener en cuenta si sucapacidad excede del óptimo de inteligencia propiode la especialidad de mecánico. Finalmente --y esto essumamente importante—, deberá tener presente quedentro. de la mecánica existen gradaciones y especia-lidades en las cuales esta capacidad mental general esmás importante que en otras: en los ajustadores, porejemplo, se registra un nivel superior de inteligen-cia al de los torneros. Asimismo, deberá sopesar laposibilidad de ascenso en el tipo de estudios, en loscasos de una inteligencia notable: verbigracia, la via-bilidad de conmutación de los años de aprendizajepara ingreso en un Instituto Laboral o en la Univer-sidad Laboral, o en alguna Escuela de Peritos o simi-lares. La mecánica abarca, más o menos diferenciada-mente, desde el ingeniero al aprendiz, y los escaños seascienden parcialmente en virtud de la mayor capa-cidad para la técnica del oficio. Por fin, dentro de unmismo nivel profesional, los más inteligentes puedenhacer progresar más el negocio de establecerse por sucuenta, ampliar o renovar la empresa, etc.

Pero esta complejidad se aleja de nuestro propó-

sito y, por lo mismo, lo dejamos por cumplido y . ledamos aquí término.

FRANCISCO SECADAS

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El Servicio de DocumentaciónCientífica del Consejo Supe-rior de Investigaciones Cientí-

ficas*

Desde hacía mucho tiempo, en el Consejo Superiorde Investigaciones Científicas se dejaba sentir la ne-cesidad de poseer un organismo de documentación uni-

(*) Esta crónica amplía la breve referencia que yase ha dado del Servicio de Documentación Científica

versitaria y de investigación que permitiera informarrápidamente a los miembros del Consejo sobre la acti-vidad de los Centros de Enseñanza Superior y de in-vestigación del mundo entero: profesorado, biografíasdel mismo, planes de los cursos, problemas de los estu-diantes en el extranjero, problemas de la investigaciónen los grandes centros nacionales, etc. Por todo ello, secreó, en marzo de 1951; el Servicio de DocumentaciónCientífica.

La tarea era difícil, porque no existía en España unServicio semejante; además había que reunir una do-cumentación que, en su mayoría, no estaba en venta.Los primeros fines del Servicio de Documentación fue-

del C.S.I.0 en la crónica de E. Casamayor "La docu-mentación pedagógica en España", publicada en nues-tro número 53, págs. 87 a 91. Sobre el mismo temade la documentación, véase también la ampliación re-ferente al Centro de Orientación Diddtaica, en la sec-ción de "Actualidad Educativa", en el núm. 54, pá-gina 32.