Mujer y sexualidad

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tacto con su bebé para no agudizar todavía más su estado depresivo. pero siempre con la asistencia y el apoyo no sólo del profesional men_ cic¡nado anteriormente, sino de ese papá o abuelaque está desempeñan_ do temporalmente su función. Es importante desculpabilizar.Si se produce una depresión, r¡o ha sido una elección, sino una consecuencia de múltiples factores. por tan- to, debemos tomar conciencia de que la atención ha de ir dirigida a Ia pareja madre-bebé, puesto que forman una pareja mientras el bebé sea absolutamente dependiente del adulto para su supervivenciafísica y, nunca menos importante, emocional. Es posible superar cualquier situación adversa.Claro que es mejor prevenir, pero si no ha sido posible,la vida nos ofrece nuevas oportuni_ dades. Por tanto, hay que confiar en la capacidad para retirar cualquier piedra del camino y sobre todo buscar medios para lograrlo. Le ¡¿ateRNrDAD y LA sEXUALIDAD FEMENTNA Los cambios en la familia nuclear, tal y como la hemos conocido, son múltiples y a veces desconcertantes. En la actualidad,coexisten gran va- riedad de modelos familiares:nuclear, monoparental, homosexual,etc. Son muchas las reflexiones que podríamos hacernos históricamente, sobre el devenir de la sexualidad y la maternidad respecto a los cambios en las relaciones familiares,sociales y culturales. Veamos algunas: r ¿Ha sido siempre igual la función maternal paralamujer? r ¿Es placentera o representa una gran dificultad, para uconciliarla maternidad con el trabajo> fuera de casa? o ¿Cómo viven la mujer actual y la niña pequeña la sexualidad? ¿Y el embarazo? ¿Y el parto? o ¿Hemos ganado o perdido en calidad y profundidad humana, según se modifica el ejercicio de la maternidad con relación a la producti- vidad y el consumismo? . ¿Qué relación guarda la maternidad con la sexualidad femenina? Son temas apasionantes y controvertidos. Hay muchos trabajos de an- üopología que estudian los cambios acontecidos con relación al ejerci- cio del poder masculino o femenino en la sociedad' Han existido sociedades, y quizá queden ejemplos de ello, donde las rnujeres desarrollaban todas las capacidades relacionadas con el cerebro d.r..ho, considerado como cerebroofemenino>: intuición, sensibilidad, desarrollo artístico, etc.,siendola relación socialglobal más satisfactoria. por ejemplo, los estudios de Malinowsky en las Islas Trobiand y los estudios realizados con la tribu de los arapeshdestacan que cuando la sexualidad infantil no sehalla reprimida y la lactancianatural y prolon- gada esla práctica generalde amamantamiento, las relaciones humanas ]. .u.u.t..irun por la cooperación y el bienestar,siendo prácticamente inexistente el suicidio. En contraste, en la tribu de los mundugumor, el porcentaje de suicidio esmuy elevado. En esta tribu, la lactanciamater- na se realiza con desprecio y el contacto corporal se limita en extremo. Esta tribu se caracteriza por la represión de la sexualidad infantil, el do- minio falocrático y la ausenciade actitudes cariñosas en las relaciones sexuales, siendo las agresiones destructivas una práctica cotidiana' Lle- gan incluso a practicar la antropofagia. El tema es complejo y controvertido. Pero voy a señalarunas pun- tualizaciones centrales,que expuse en una mesa redonda a la que fui invitada con la ponencia de <Maternidad y sexualidad femenina>.Aun- que desarrollaremos más adelante en este libro el tema de la sexualidad, partamos de momento de la basede que la sexualidades consustancial con la vida. Por tanto, su represión no esinocua. Más bien al contrario, cuanclose inhibe o reprime generaen el ser humano una serie de dis- funciones somáticas y psíquicas, que repercuten en la salud integral in- dividual y por tanto social. El placer, como decíaola Raknes, es el motor de la vida. sin embar- go, y á.rde la influencia judeo-cristiana en nuestra sociedad' la sexuali- dad ferneninay con ella el embar azo, el parto y el amamantamiento es- tán habitualmente rnanipuladas, inhibidas o desviadas. Helene Deusch, psicoanalista del siglo pasado, defendía la tesisde la Trilogía masoquista en la mujer: . Dolor en la menstruación' . Dolor en la relación sexual. . Dolor en el parto. ; 150 151

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Abordaje de Yolánda González a la sexualidad de la mujer desde el punto de vista socio cultural y político.

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tacto con su bebé para no agudizar todavía más su estado depresivo.pero siempre con la asistencia y el apoyo no sólo del profesional men_cic¡nado anteriormente, sino de ese papá o abuela que está desempeñan_do temporalmente su función.

Es importante desculpabilizar. Si se produce una depresión, r¡o hasido una elección, sino una consecuencia de múltiples factores. por tan-to, debemos tomar conciencia de que la atención ha de ir dirigida a Iapareja madre-bebé, puesto que forman una pareja mientras el bebé seaabsolutamente dependiente del adulto para su supervivencia física y,nunca menos importante, emocional.

Es posible superar cualquier situación adversa. Claro que es mejorprevenir, pero si no ha sido posible, la vida nos ofrece nuevas oportuni_dades. Por tanto, hay que confiar en la capacidad para retirar cualquierpiedra del camino y sobre todo buscar medios para lograrlo.

Le ¡¿ateRNrDAD y LA sEXUALIDAD FEMENTNA

Los cambios en la familia nuclear, tal y como la hemos conocido, sonmúltiples y a veces desconcertantes. En la actualidad, coexisten gran va-riedad de modelos familiares: nuclear, monoparental, homosexual, etc.

Son muchas las reflexiones que podríamos hacernos históricamente,sobre el devenir de la sexualidad y la maternidad respecto a los cambiosen las relaciones familiares, sociales y culturales.

Veamos algunas:

r ¿Ha sido siempre igual la función maternal paralamujer?r ¿Es placentera o representa una gran dificultad, para uconciliar la

maternidad con el trabajo> fuera de casa?o ¿Cómo viven la mujer actual y la niña pequeña la sexualidad? ¿Y el

embarazo? ¿Y el parto?o ¿Hemos ganado o perdido en calidad y profundidad humana, según

se modifica el ejercicio de la maternidad con relación a la producti-vidad y el consumismo?

. ¿Qué relación guarda la maternidad con la sexualidad femenina?

Son temas apasionantes y controvertidos. Hay muchos trabajos de an-

üopología que estudian los cambios acontecidos con relación al ejerci-

cio del poder masculino o femenino en la sociedad'

Han existido sociedades, y quizá queden ejemplos de ello, donde las

rnujeres desarrollaban todas las capacidades relacionadas con el cerebro

d.r..ho, considerado como cerebro ofemenino>: intuición, sensibilidad,

desarrollo artístico, etc., siendo la relación social global más satisfactoria.

por ejemplo, los estudios de Malinowsky en las Islas Trobiand y los

estudios realizados con la tribu de los arapesh destacan que cuando la

sexualidad infantil no se halla reprimida y la lactancia natural y prolon-

gada es la práctica general de amamantamiento, las relaciones humanas

]. .u.u.t..irun por la cooperación y el bienestar, siendo prácticamente

inexistente el suicidio. En contraste, en la tribu de los mundugumor, el

porcentaje de suicidio es muy elevado. En esta tribu, la lactancia mater-

na se realiza con desprecio y el contacto corporal se limita en extremo.

Esta tribu se caracteriza por la represión de la sexualidad infantil, el do-

minio falocrático y la ausencia de actitudes cariñosas en las relaciones

sexuales, siendo las agresiones destructivas una práctica cotidiana' Lle-

gan incluso a practicar la antropofagia.

El tema es complejo y controvertido. Pero voy a señalar unas pun-

tualizaciones centrales, que expuse en una mesa redonda a la que fui

invitada con la ponencia de <Maternidad y sexualidad femenina>. Aun-

que desarrollaremos más adelante en este libro el tema de la sexualidad,

partamos de momento de la base de que la sexualidad es consustancial

con la vida. Por tanto, su represión no es inocua. Más bien al contrario,

cuanclo se inhibe o reprime genera en el ser humano una serie de dis-

funciones somáticas y psíquicas, que repercuten en la salud integral in-

dividual y por tanto social.

El placer, como decía ola Raknes, es el motor de la vida. sin embar-

go, y á.rde la influencia judeo-cristiana en nuestra sociedad' la sexuali-

dad fernenina y con ella el embar azo, el parto y el amamantamiento es-

tán habitualmente rnanipuladas, inhibidas o desviadas. Helene Deusch,

psicoanalista del siglo pasado, defendía la tesis de la Trilogía masoquista

en la mujer:

. Dolor en la menstruación'

. Dolor en la relación sexual.

. Dolor en el parto.

;

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Desde esta concepción, no es extraño que se postulara en algunoslos psicoanalíticos el concepto de <envidia del pene> de las muitema de debate clínico que excede el objetivo de este libro.

¿quién elegiría ser mujer, si fuera cierta semejante sentencia delmiento?

Son muchas las voces de mujeres que se han alzado desde la psiy desde otros ámbitos sociales, rechazando la secuencia: <mui

miento-sometimiento>, a las que me adhiero desde mi posición deloga clínica y experta en prevención infantil y como mujer y madre.

Ser mujer es vn placer. Como debería serlo s¿r hombre. Esto no siñca negar el dolor. Es un placer por el simple y grandioso hecho devivas, porque la vida tiende al placer y no al sufrimiento. El dolor esalerta necesaria del organismo, que cumple la función de intentar

blecer el bienestar y la autorregulación natural. Sin embargo, elmiento es un dolor cronificado, estéril y sin ninguna función para lalud. Pero existe y en estos casos es fundamental buscar ayuda parade sus garras y reestablecer el equilibrio.

Si Ia sexualidad femenina infantil, al igual que la masculina, nora llena de inhibiciones más o menos veladas en nuestra sociedadtemente sexualizada, no se producirían los bloqueos pélvicos que

algunos malestares femeninos en la menstruación y el dolor del parto.

El embarazo, el parto y la lactancia son funciones sexualesy naturales. Salvo patología o disfunciones puntuales, deberían serficantes en sí mismas, que no indiferentes (<estoy embarazada pero

siento nada>). La crianza de los hijos es una función que deberíacompartida por el padre y la madre (sin entrar en el tema de la cri

en la homosexualidad).La función de la maternidad/paternidad cumple un rol social

importante. Si realmente el dinero destinado a guerras, intrigasla Iglesia y la burocracia se dedicara a cuidar la función maternal y

ella la primera infancia, estaríamos haciendo una auténticapromoción de la salud infantil. Si realmente se escucharan lasinfantiles de seguridad, afecto, juego y atención maternal y

cambiaría la política del país. Esta y no otra es la auténtica revolución'

auténtico cambio de consciencia que claman a gritos nuestra soci

enferma y doliente y nuestro planeta, igualmente maltratado.Facilitando realmente que las mujeres que lo deseen puedan cuidar

",,. hiios de forma retribuida, sin perder su puesto de trabajo ni sus de-

]".f."r, al menos durante dos años. Sí. Y es posible' Es muy posible, si

,oru-o, conciencia y lo reivindicamos como un derecho social. si que-

irÁor rriut a nuestros hijos sin tener que vivir la presión de decidir entre

,onr.-ur el trabajo y atenderlos. Sólo hace falta desviar las inversiones

áestinudur a la guerra y el consumismo estéril al cuidado profundo de las

tecesidades humanas y del planeta. Si hay millones de euros para guerras'

,i proUl.*u no es el dinero, sino el cambio de conciencia. Y no sólo es

nosible, sino urgente.'

La palabra nconciliación> me irrita profundamente cuando se habla

de temas de crianzay educación. ¿Conciliar lo irreconciliable? ¿Conciliar

oué exactamente y cómo, o a costa de quién? ¿Acaso se pueden neSociar'

,.do.ir, modificar las necesidades infantiles en el primer año de vida, en

los primeros meses de vida,para conciliarlos con el trabajo' que represen-

ta la ausencia materna o de la figura vinculante, además del estrés añadi-

do a la madre? sí, se pueden <modificar> las necesidades infantiles, pero

eso tiene consecuencias para la salud nada deseables. se puede obligar a

renunciar a los derechos elementales de los bebés y de los niños para que

cambien ellos y no la sociedad estresada en la que vivimos'

Tenemos que hablar de prioridades, no de encaje de bolillos. somos

mujeres que en un momento determinado de nuestra vida decidimos

hacernos también madres. Y necesitamos el apoyo social, antes garanti-

zado en las organizaciones tribales, para realizar adecuadamente esta

función que repercute en el bienestar o malestar de nuestros hijos y' por

tanto, en la sociedad en su conjunto.

No se puede viür mucho placer en la maternidad cuando nuestra

cabeza noslleva al trabajo para no perderlo, mientras nuestro corazón se

queda en casa o en la guardería. Las escisiones generan tensión. No tiene

sentido soportar semejante presión exterior, que nos lleva a dividir ra-

z6ny corazón, porque ambas deben ir en paralelo.

Este es un cambio social necesario e imprescindible para atender a la

primera infancia, sin culpa y con placer. No para todas las mujeres, sólo

para aquellas que deseen hacerlo. No es una imposición, sino una op-

ción inexistente en la actualidad, salvo con repercusiones laborales o

económicas temporales o permanentes.Podríamos extendernos mucho más en este tema, pero en cualquier

caso cada mujer puede seguir explorando y buceando tanto en su inte-

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rior como en las fuentes que considere oportuno. Volviendo al hechoser mujer, hay que recordar que tenemos las potencialidades paratar la vivencia de ser mujer desde el placer y de reconocerlo en ninterior porque ser mujer, al margen de las condiciones socialescoartan y limitan nuestra potencialidad, es un placer, no unay ser madre también lo es.

Esta afirmación no implica una defensa idealizadade la condiciónmujer, exenta de dificultades y situaciones dolorosas. No responde aplanteamiento feminista como tal, aunque reconoce los obstáculostóricos y actuales para la expansión y el desarrollo de la mujer. Esplanteamiento global con relación a la vida en sí misma y por tantomún a los dos géneros. Hay placer y displacer en un moyimientonao. Negarlo sería un gran error. Pero existe un bloqueo en estemiento continuo, desde hace siglos, que ha inclinado laexcesivamente hacia el displacer,la obligación, el deber y el sometimito a reglas sociales poco saludables.

Y esto crea patología, insatisfacción y sufrimiento.En definitiva, los obstáculos y el dolor físico o emocional son

rentes a la existencia y contribuyen al aprendizajevital, pero noimpedir la tendencia a Ia búsqueda del placer y del bienestar. <No se trade estar siempre feliz o siempre sano, sino que se trata de saber salirla infelicidad y la enfermedad>. Esa es la síntesis del principio de latorregulación vital en los seres humanos. Por tanto, necesitamoscambien las condiciones sociales para disfrutar de la maternidad yternidad saludable, con el apoyo y reconocimiento necesarios. Asíretomando el hilo conductor, las funciones femeninas pueden sercenteras si las vivimos desde la expansión y la afirmación conscienteno desde la contracción, la culpa o la obligación.

Por últ imo reflexionemos iuntos:

. Tenemos el gran privilegio de poder gestar una nueva vida en ntro interior.

o ¿Existe mayor creación? Sólo la del universo, ese gran misteriolar al nacimiento de un nuevo ser.

. Tenemos la fortuna de poder vivenciar cómo se despliega la vidade nuestro interior durante el acto de parir y nacer.

. Y de asistir a la gran magia, de ser testigos de la creación del

a rravés de la lactancia materna, a través del placer de dar y sentir a

nuestro bebé'

. por último, tenemos el placer de poder mirar con asombro a este

bebé-trocito de cosmos expansivo, que se abandona entre nuestros

brazos amorosos y que es nuestro hijo/a'

por ello, es necesario que eliminemos las barreras que impiden la emer-

gencia del placer, barreras impuestas por sociedades ajenas a la com-

irensión profunda de las necesidades humanas. Y la forma de hacerlo,

ademes de los cambios sociales necesarios, es empezando a vivenciar Ia

función de la maternidad y la paternidad desde otro lugar: desde la mu-

jer que reivindica un embarazo como un hecho natural evitando ser

ftatadacomo paciente, que elige, si así lo desea, un parto natural porque

estamos preparadas para que así sea, siendo protagonistas en todo mo-

mento junto a nuestro bebé de este milagro de la vida.

Tomando conciencia, de la función del amamantamiento, como

mamíferas humanas que somos, disfrutando siempre que sea posible de

cada paso que damos, acompañando a nuestros hijos en el proyecto de

convertirse en un ser humano, desde la perspectiva más saludable posi-

ble y en todos los ámbitos de la existencia.

Sexueuo¡r EN EL EMBARAzo

Durante el embarazo y en función del carácter y la historia de cada mu-jer, hay embarazadas que sienten un aumento de su libido. Significa que'

en estos casos, el deseo sexual es más intenso y las mujeres gestantes sepueden abandonar sin miedo a experimentar el placer junto a su com-pañero. Su cuerpo, de formas voluptuosas y muy cargado energética-mente, les permite sentir mayor intensidad sexual, sin temor a embara-zos no deseados.

Sin embargo, otras mujeres durante su embarazo no sienten prácti-camente necesidad de sexualidad genital y necesitan más de los abrazosy las caricias amorosas de sus compañeros.

Cada caso responde a la individualidad de la mujer embarazada. Sinembargo, la sexualidad continúa presente en nuestras vidas, más allá de

Que percibamos o no deseo sexual genital.

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